Leal Defensor
Diario de Snape
15 de junio, 1993:
Lily duerme todavía en nuestra cama, su respiración profunda y regular, pero por alguna razón yo estoy totalmente despierto e incapaz de dejar que el sueño me reclame. Así que decidí hacer lo que normalmente hago cuando soy incapaz de dormir, escribo hasta que se me cierran los ojos sobre el pergamino. Encuentro que escribir mis pensamientos no sólo los mantiene organizados, sino que también permite a mi mente recordar cosas que podrían estar molestándome y estorbando mi descanso. Harry dice que simplemente disfruto de tener una pluma en la mano, sea corrigiendo ensayos de alumnos o escribiendo en mi diario. "Eres profesor, Papá. Tu pluma es tu mejor amiga," bromeó una vez. Ahora bien, puede que tenga razón, desde que mi más leal y verdadero amigo y defensor ha cruzado el puente de arcoíris al Otro Lado. Puede que eso parezca extraño, que ponga a un perro por encima de mi amada esposa, que también fue mi mejor amiga, pero en quinto año, Lily hizo algo que casi no pude perdonar, y a causa de ello casi cometí el mayor error de mi vida.
Me detuve, mi pluma suspendida en medio del aire, mientras recordaba los sucesos de aquella terrible tarde. Mi escritorio está justo ante una ventana, que da a la calle, y bajo la mirada a ella, todo está quieto, porque son las tres AM. Recuerdo brevemente otro día, estaba aquí corrigiendo exámenes de mediados de trimestre, Harry tenía ocho años, estaba jugando en el prado con Hermione, que vive calle abajo. Estaban jugando al bádminton, y Harry lo golpeó un poco demasiado fuerte con la raqueta, el volante voló al otro lado de la calle, donde algunos otros chicos estaban reunidos.
Uno de ellos cogió el volante, y miró de vuelta a Harry, que se acercó a recuperarlo. Harry me dijo después que le había preguntado, "¿Esto es tuyo, pringado? ¿Lo quieres de vuelta?" Cuando Harry dijo que sí, él había reído y dicho, "Una lástima. Quien lo encuentra se lo queda." Entonces derribó a mi hijo, sólo por malevolencia. Lo siguiente que sabes, hubo una pelea a la vieja usanza, y el pobre Harry, a quien le habían tirado las gafas, estaba llevándose lo peor de ella.
Yo no había notado nada entonces, estaba demasiado ocupado corrigiendo exámenes, pero levanté la mirada cuando oí a Hermione gritando, "¡Sr. Snape! ¡Sr. Snape! ¡Venga deprisa! ¡Están pegando a Harry!"
Me levanté disparado de mi escritorio tan rápido que me golpeé la mano contra el borde. Entonces oí a Gabriel ladrando y algo pesado golpeando la puerta delantera.
"¡No, Gabe! ¡Vuelve!" La voz de Hermione resonó estridente a través del vestíbulo.
Me volví hacia la ventana justo a tiempo para ver un trazo peludo rojo-dorado lanzarse a través del prado y a la calle.
Jurando por lo bajo, bajé las escaleras como un rayo. De ninguna manera iba a dejar que pegaran e intimidaran a mi hijo del modo que yo lo había sido de niño. "Quédate aquí, Hermione," ordené mientras la pasaba.
Ella parecía afligida. "¡Dese prisa, Sr. Snape!"
Abrí la puerta empujándola y corrí al prado.
Al otro lado de la calle, los cinco chicos que habían estado pegando a Harry se dispersaron de repente cuando Gabriel llegó entre ellos. Mi enano de seis peniques de la camada de perros era ahora un gigante, ochenta y cinco libras de tendón y acero, y rápido como el rayo en sus pies. Ahora bien, un collie no atacará a una persona a menos que esté defendiendo a su amo de una amenaza, y la mayoría de collies no harán más que desnudar los dientes y gruñir. Pero Gabriel reconoció que Harry estaba herido y con dolor y no toleraría eso. Comenzó a mordisquearles los tobillos y la parte trasera de las pantorrillas, intentando pastorearlos lejos de Harry.
Yo crucé la calle a largas zancadas, llamando enojado, "¡Hey! ¿Qué estáis haciendo? ¡Dejad en paz a mi hijo, pequeños putos bastardos!"
Estaba furioso y no me preocupaba vigilar mi boca.
Algunos de ellos, principalmente a los que Gabe estaba conduciendo como ovejas, miraron alrededor y me vieron. Se pusieron pálidos y se largaron, no queriendo enfrentarse a mí y a Gabriel juntos. Por supuesto, el estúpido pequeño bruto que estaba golpeando a Harry no levantó la mirada ni nos vio a mí ni a mi collie hasta que fue demasiado tarde. Gabriel le mordió justo en el culo, ya que estaba sobresaliendo mientras estaba agachado golpeando la cabeza de mi pobre hijo contra el suelo.
Gritó y se enderezó de golpe, "¡Auu! ¿Qué demonios?"
Entonces mi mano se cerró en la espalda de su camiseta y lo levanté y le gruñí en la cara, "¡Escucha, pequeño vil salteador! Vuelve a tocar a mi hijo y te romperé todos los dedos. ¿Me entiendes?"
Comenzó a lloriquear y gemir, pero le sacudí una vez y espeté, "¡Te atrapé en el acto, ahora deja de ser un cobarde llorica y lleva tu culo a casa donde pertenece! De hecho, te llevaré allí yo mismo, haré saber a tus padres lo que has estado haciendo." Anhelé, mucho, echarme al mocoso sobre la rodilla y darle una buena azotaina. Pero no quería una demanda judicial sobre mi cabeza por atacar a un menor y tenía que esperar que sus padres lo castigaran adecuadamente.
Gabriel ladró furioso, entonces comenzó a lamer la cara de Harry. Él seguía yaciendo en el suelo, sorbiendo por la nariz. Nunca lloraría delante de desconocidos. En casa, podría berrear en mi hombro, pero nunca en público. Era un pequeño duro. "¿Estás bien?" le pregunté a mi hijo.
Harry se puso en pie tembloroso, la mano descansando en el lomo de Gabriel. Parecía haber pasado por la guerra, todo cubierto de sangre y tierra y baba de perro, sus lentes agrietadas. "Sí, Papá."
"Ve a casa. Regresaré en unos minutos después de resolverlo con este pequeño sinvergüenza," le dije quedamente.
Comenzó a cruzar la calle de regreso, escoltado por nuestro perro.
Entonces cogí al abusón y lo llevé a su casa, donde informé enojado a su madre de lo que había hecho su pequeño querido. El niño luchó conmigo todo el camino, lo que me dijo que probablemente se llevaría la paliza de su vida de su querido viejo papá una vez llegara a casa. No me importó, sin embargo. Seguro, ella me prometió que el joven Barty se llevaría una buena azotaina y se disculpó por el comportamiento de su hijo. Vivían más abajo en la calle, más cerca de la vía del tren.
Regresé a casa, y curé a Harry con algunas pociones y le pregunté lo que ocurrió. Me contó todo sobre el partido de bádminton y el volante, luego preguntó, "Papá, ¿por qué simplemente… fueron a por mí así? Todo lo que hice fue pedir que me devolvieran el volante."
"A veces, Harry, los abusones están buscando pelea, y les gusta hacer daño a aquéllos que son más pequeños o jóvenes que ellos. Les hace sentirse bien consigo mismos, les gusta picar a la gente," le dije. Poco sabía él que yo estaba hablando por experiencia. Una experiencia que había aprendido a las malas, a manos de su padre y sus amigos.
"¡Eso es estúpido!" intervino Hermione. "Pero bueno, la mayoría de los chicos son estúpidos. Err… excepto tú, Harry." Se inclinó para acariciar a Gabriel. "¡Fuiste un perro tan bueno, Gabe! Salvaste a Harry, ¿no, cosa preciosa?"
Gabriel, que estaba sentado a los pies de Harry, se levantó prontamente y la lamió.
"Eres un verdadero héroe, viejo amigo," dije yo, y entonces conjuré un enorme hueso de filete jugoso para él como recompensa.
Él lo royó alegre.
"Actuaste muy responsablemente, Hermione, llamándome en lugar de intentar manejar las cosas por ti misma," elogié a la bruja hija de Muggles que acababa de mudarse calle abajo hace un mes. Era brillante, inquisitiva, un poco sabelotodo, pero en general una niña agradable con buenos modales. Nos habíamos conocido cuando Gabriel se había acercado a saludar, un hábito que nunca sería capaz de quitarle.
"Mi mamá siempre me dijo que si veía que pegaban a alguien, y había más de dos atacando a uno, llamara a un adulto."
"Tu mamá tenía razón. Harry, la próxima vez que ocurra algo así, intenta alejarte, o acudir a mí. No hay vergüenza en huir de una lucha injusta."
"Vale, Papá. Lo recordaré." Frotó a Gaby detrás de las orejas. "Eres un buen perro, Gabe. Un verdadero perro de rescate."
Lo era, aunque no había sido la primera vez que Gabriel había defendido a su amo de ser dañado.
El otro incidente a que me refiero sucedió en quinto año de Lily y mío…
20 de junio, 1976:
Colegio Hogwarts:
Este año era el año de nuestros TIMOS y Lily y yo habíamos estado estudiando para los exámenes todo el año, y yo había pasado la noche anterior repasando y prácticamente releyendo mi texto de Defensa Contra las Artes Oscuras y practicando todos los hechizos que conocía una y otra vez hasta que sentí que la cabeza me iba a explotar y la mano de mi varita a desprenderse. Pero estaba determinado a hacerlo bien en mis exámenes, ya que altas calificaciones en los TIMOS te aseguraban una opción de carrera, y yo quería terriblemente ser apotecario o uno de los profesores que enseñaban en la Academia de Pocionistas. Pero con el fin de conseguir esos empleos tenía que hacerlo casi perfecto en los TIMOS. Mi TIMO de Pociones fue pan comido, nada que tuviéramos que elaborar en el plan de estudios se acercaba siquiera a las pociones avanzadas que había estado estudiando con Slughorn y Mamá el año pasado, y tuvimos que elaborar un filtro original y yo usé el brebaje para Caminar sobre el Agua que había inventado el año anterior. El examinador quedó tan impresionado que me pidió la fórmula y me dijo que me saltara la parte escrita del examen porque se daba cuenta de que yo ya conocía toda la información que cubría.
Entonces tuve dos horas extra para estudiar para Encantamientos. Me alegré porque no era tan bueno en esa asignatura, ésa era el área de Lily y ella era tan brillante en Encantamientos como yo lo era en Pociones. Teníamos dos TIMOS por día toda esta semana. Los TIMOS de hoy habían sido Transfiguración, la parte escrita, y Defensa Contra las Artes Oscuras, también la porción escrita. Las partes prácticas se darían mañana. Había pensado que lo hice bien en ambos exámenes, había logrado recordar todas las respuestas a las preguntas y escribí ensayos legibles para cada uno, también terminé el examen antes de que acabara el tiempo.
Incluso así, deseaba volver a repasar las respuestas y me llevé mi copia de las preguntas del examen conmigo cuando me marché. Hacía un hermoso día soleado afuera y decidí permanecer fuera a la luz del sol por una vez y repasar mis respuestas en privado. Sabía que ciertos estudiantes pensaban que yo no era nada salvo un ratón de biblioteca flacucho y grasiento que estaba pálido como un vampiro y le encantaban las mazmorras oscuras, pero esa impresión no era completamente cierta. Sí me encantaba elaborar y ya que el laboratorio de pociones estaba en las mazmorras, pasaba gran parte de mi tiempo libre allí, pero habría pasado al menos parte de él fuera al aire fresco recolectando hierbas si no fuera por la constante persecución de los Merodeadores.
A medida que Voldemort ascendía en el poder, eran cultivados malos sentimientos hacia la Casa de Slytherin, y los Merodeadores estaban al frente del malestar. Su filosofía de "el único Slytherin bueno es uno maldecido" había sido adoptada por muchos de los Gryffindor e incluso Ravenclaw y Hufflepuff comenzaron a mirarnos con suspicacia. Últimamente estaban metiéndose conmigo de un poco terrible, aunque una vez había oído a Black clamar que siempre me embromaban porque lo pedía siguiéndoles por ahí, lo que era absoluta basura.
¿Por qué en el nombre de Merlín querría seguir a los Merodeadores? Trataba de evitarlos lo máximo posible, porque no quería que descontaran puntos a mi Casa ni ser maldecido hasta el Reino por venir. Ahora ya no se batían en duelo conmigo uno contra uno, ahora me atacaban tres contra uno, con Pettigrew, el pillo cobarde, maldiciéndome desde atrás. Lupin habitualmente no participaba en la campaña Abatir a Snape, por suerte para mí. Sólo observaba en ocasiones y nunca pude averiguar si lo lamentaba por mí o me odiaba como lo hacían los otros.
En cualquier caso, aquel día fui a encontrar un acogedor pequeño lugar a medio camino entre el lago y la cabaña de Hagrid. Me senté con la espalda contra un joven roble y comencé a repasar mis respuestas. Se estaba en paz y el sol sentaba bien sobre mi cabeza. Me aflojé la corbata, me desabroché el botón superior de la camisa y me abrí la túnica. El uniforme escolar definitivamente no estaba hecho para el bochornoso calor de junio.
Tenía mi varita descansando cerca de mi mano, por si acaso, mientras examinaba las preguntas del test. Me preguntaba dónde estaba Lily, había prometido encontrarse conmigo después de que terminara el examen, pero no la había visto mientras salía y no me había demorado porque los Merodeadores estaban cerca. Pensé en silbarle a mi collie, pero imaginé que podría estar en la cabaña de Hagrid, pasando el calor sesteando, como era su costumbre. Debería haberle cortado el pelo de modo que no sufriera tanto el calor, pero había estado demasiado ocupado estudiando para hacer más que acariciarlo y alimentarlo esta última semana. Me sentí culpable por descuidarlo, pero se lo compensaría jugando con él y aseándole mañana.
Mis pensamientos estaban centrados en mi examen y mi perro, así que no vi a Black y Potter aproximarse hasta que James dijo, "¿Todo bien, Quejicus?"
Salté en pie, varita en mano, sabiendo que vacilar significaba otra paliza. Pero fui un poco demasiado lento.
El Encantamiento de Desarme de Potter me arrebató la varita y entonces Black me alcanzó con una Maldición Impedimenta, haciéndome caer duro al suelo como un bloque rígido de madera. ¡Mierda! ¡Mierda, Snape! ¡Bobo estúpido! Deberías haber mantenido un ojo alerta, en lugar de asumir que estabas a salvo.
Potter y Black estaba abucheándome ahora. "¡Mira a Quejicus, James!" rio Black. "Tirado ahí todo quieto, como un tronco pudriéndose. Y todos sabemos lo que hace la gente con los troncos pudriéndose, ¿verdad?"
"Los cortan," respondió Potter.
"O se echan pedos y se mean sobre ellos," rio Pettigrew, el pequeño idiota enfermo.
Yo estaba paralizado e indefenso y no podía hacer nada salvo observar cómo Pettigrew, animado por los otros dos, me presentaba el culo y se echaba un pedo en mi cara.
Yo me atraganté y me ahogué, tan malo era el hedor.
Potter y Black abuchearon.
"¡Eso es, Colagusano! Dale a probar su propia medicina a la serpiente babosa."
"¿Cómo lo hiciste en el examen, Quejicus?" se burló Potter.
"Vi su nariz tocando el pergamino, había grandes manchas de grasa por todo él y el examinador no será capaz de leerlo," rio Black. "La próxima vez que te laves el pelo, Quejicus, usa un poco de champú."
"Sucio cabrón grasiento," rio Colagusano. "Hueles a ciénaga." Para mi horror, le vi levantarse la túnica y desabotonarse los pantalones.
¡No! ¡Oh, no! ¡No se atrevería, ese pequeño trapo de mocos! ¡No lo haría…!
Lo haría. Dos segundos después sentí algo mojado y caliente salpicarme las piernas mientras el insignificante gilipollas se meaba encima de mí. Quise morir. Quise acabar con el pájaro de mierda con un maleficio. Luché con todo mi poder contra la maldición que me mantenía impotente. Escupí y empleé cada juramento soez que alguna vez había oído de mi padre y de otros en el colegio.
"¡Lávate la boca, Snape!" gritó Potter. "¡Scourgify!"
Ése era un Encantamiento de Limpieza, destinado a lavar platos y suelos, y cuando mi boca se llenó de burbujas de jabón rosas jadeé y me atraganté, casi incapaz de respirar. El maleficio se pasó y logré arrastrarme hacia mi varita y agarrarla. Disparé un maleficio que había aprendido de un Slytherin mayor, una Maldición Cortante, y tuve la satisfacción de alcanzar a Potter justo a través de su cara bonita.
Un limpio corte sangriento se abrió a través de su mejilla y gritó como un perro sarnoso. ¡Toma! ¿Te gusta?
"¡Maldito desperdicio de aliento!" gritó Black, y entonces conjuró un hechizo que acabábamos de aprender en Defensa, uno silencioso llamado ¡Levicorpus!
Lo siguiente que supe, fue que estaba colgando del tobillo cabeza abajo. Nuestro profesor había explicado que mientras que el hechizo no era dañino, pillaba a un oponente por sorpresa y lo humillaba, era útil para someter criminales, ya que podías atarlos mientras estaban colgando en medio del aire. La túnica me cayó sobre la cabeza y luché por quitármela de modo que pudiera ver para maldecirles y ejecutar el contra-encantamiento Libracorpus.
Seguía escupiendo jabón y atragantándome, y mi cabeza estaba palpitando. Había golpeado el suelo bastante fuerte con el Maleficio Impedimenta, y sólo ahora estaba percatándome de ese hecho.
Oí a otros comenzar a cantar y reír y a Potter llamar, "¡Quejicus, no te lavas los calzoncillos, imbécil grasiento!"
¡Dios, oh Dios! ¡Tengo que bajar! Fruncí los labios y silbé fuerte, intentando convocar a Gabriel.
"¡Y mira, se ha mojado!" aulló Pettigrew.
Más risas siguieron y me sentí enrojecer. No habría manera de olvidar esto. Sería el destinatario de cada chiste sucio desde ahora hasta que terminara el colegio.
"¡Dejadlo EN PAZ!"
Conocía esa voz, y al principio mi corazón se emocionó al oírla.
Lily había llegado.
Un fugaz segundo más tarde sentí la vergüenza inundarme, tan enorme que dolía. Que ella debiera verme así, expuesto e indefenso, era casi más de lo que podía soportar. Últimamente había comenzado a desarrollar sentimientos por ella que eran más que simple amistad, mucho más, y ella lo sabía. Nos habíamos besado una vez, en un corredor desierto, la semana pasada. Yo me había sentido como si hubiera muerto e ido al cielo. Ahora deseaba haberlo hecho. Luché furiosamente por liberarme, pero acabé revolviéndome en medio del aire.
"¡Déjalo en paz, Potter, maldito abusón!" estaba gruñendo Lily. "¿Qué te ha hecho?"
"Es más el hecho de que existe, ya ves," arrastró el Cazador Gryffindor. "No es nada sino escoria, Evans. ¿Por qué no le dejas y sales conmigo? ¡Soy tu compañero de Casa y mucho más guapo que él, el feo imbécil!"
"¡Preferiría salir con el calamar que contigo, bocazas arrogante!"
"Vaya Evans, ¿eso es bonito?" reprendió Black. "¿Qué puede darte Quejicus que James no pueda?"
"¿Pulgas?" respondió Peter, y todos rieron estruendosamente.
Excepto Lily. "Oh, eso fue tan gracioso… ¡olvidé reír! ¿Por qué no maduráis, estúpidos pendejos?"
"Lo haremos si dejas de pasar el rato con el grasiento prodigio de pociones," dijo Potter.
Lily sacó su varita. "¡Cancela el hechizo, Potter!"
"Evans, no me hagas maldecirte."
"¡Bésame el culo, Potter!"
"¡Me encantaría, babe!" dijo Potter lascivo.
"Eres un alborotador, Potter. ¡Bájalo!"
"Sal conmigo, Lily. Si dices que sí, juro que nunca volveré a poner una varita sobre Quejicus."
Hubo silencio durante varios momentos. Sentí el vello de mi nuca erizarse. ¡No lo hagas, Lily! ¡No! quería aullar, pero mi lengua no funcionaba bien.
"¿Lo prometes?" preguntó Lily, muy quedamente.
"Por mi honor, Evans. Di que serás mi chica y dejarás solo a la mancha de grasa. Sólo por ti, Evans."
"Sin maleficios, ni ataques furtivos, ni nada," negoció ella.
Yo me sentía mortalmente enfermo. "¡Lily, para!" intenté gritar, pero mi túnica amortiguó mi voz y lo que dije salió distorsionado.
"De acuerdo. Tu turno."
Por fin logré quitarme la túnica de la cara. "¡Lily, no! ¡No lo hagas!"
Ella me miró y pude ver la terrible agonía en sus ojos. Entonces me dio la espalda.
"Vale, Potter. Saldré contigo. Ahora bájalo."
"Tus deseos son órdenes, dulce," Potter me sonrió triunfante.
De repente volvía a estar cabeza arriba y asentado en el suelo. "Lily, ¿qué has hecho?"
"Arrojar tu lamentable culo." Black sonrió burlón.
"Lo siento, Sev," articuló Lily hacia mí, entonces tomó del brazo a Potter y salió hacia el castillo.
Hice ademán de ir tras ella, estaba seguro de poder persuadirla para que cambiara de opinión, yo no merecía el sacrificio de su felicidad.
En cambio me encontré siendo lanzado al aire de nuevo. "¡Hey!" grité. "¡Jurasteis que no me hechizaríais!"
"James prometió eso," rio Black. "Yo nunca te prometí nada, Quejicus."
Era cierto, no lo había hecho. En ocasiones, Black podía ser listo y furtivo, como sus parientes Slytherin. Lo maldije por lo bajo y me concentré.
"¿Quién quiere verme quitarle los calzoncillos a Quejicus?"
Hubo más vítores y abucheos a esa sugerencia. Los ignoré.
¡Libracorpus! ¡Libracorpus! Maldito sea todo, ¿por qué no está funcionando? me pregunté frenéticamente. Volví a silbar.
"¿Intentando imitar a un pájaro, Quejicus?" rio Pettigrew.
Realmente odiaba a ese pequeño cobarde.
Entonces oí un bajo gruñido.
Y algunos profundos ladridos.
Gabriel había acudido al fin a mi silbido. Y si estaba oyendo las cosas correctamente, había traído a Fang consigo.
Varios niños burlándose se dispersaron a la llegada de los perros y oí a Pettigrew gritar y chillar. "Ahh-uuuu! ¡Me mordió en el culo! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Sirius!"
Sonreí ampliamente para mí mismo. ¡Buen chico, Gabe! ¡Muérdeles bien y fuerte! Entonces volví a concentrar mi mente. Ahora sabía lo que había hecho mal. No había pronunciado el encantamiento correctamente en mi cabeza. ¡Liberacorpus!
En un destello volvía a estar derecho en el suelo, y mi varita estaba lista para maldecir a los Merodeadores hasta la cara oculta de la luna.
Resultó que eso no fue necesario.
Fang tenía a Sirius sujeto en el suelo, y estaba babeando por encima de todo él.
Gabriel había perseguido a Pettigrew hasta mitad de camino del castillo, mordisqueándole y mordiéndole el trasero y los tobillos, como haría un collie con una oveja reticente.
No me molesté en ocultar mi amplia sonrisa. Entonces comencé a reír. "¡Auu, Black! Parece que eres el idiota del perro, ¿eh? Realmente tiene algo por ti. ¿No te sientes especial?"
Sirius estaba farfullando y jadeando. "¡Snape… sácame a este chucho enorme de encima! ¡No puedo respirar!"
"Bien. Cuanto antes cierres el pico, Black, antes seré feliz. ¡Bésale, Fang!" Le di al gran sabueso una señal manual y él comenzó a babear y lamer todo por encima de Black. Me alejé, riéndome a carcajadas. Hagrid vendría… eventualmente, y llamaría a Fang. Pero mientras tanto, Black era el actual objeto de afecto de Fang y yo había visto lo que les hacía a sus juguetes de morder favoritos.
"¡Snape… no me dejes aquí! ¡Sna-a-a-pe, quítamelo de encima!" estaba aullando Black. "¡Lunático, Cornamenta! ¡Cualquiera… ayuda!"
Seguí caminando. Black no era tan valiente ahora, cuando el zapato estaba en el otro pie.
Descubrí que Gabriel había ahuyentado a Pettigrew, y desgarrado el asiento de sus pantalones mientras estaba a ello. La pequeña rata estaba suplicando y llorando cuando lo vi. "¡P-por favor, Snape… llámalo! ¡P-por favor!"
"¿Por qué?" pregunté con frialdad. "¿Olvidaste, patético limpia-culos, que te measte encima de mí?"
Sus ojos se salieron de las órbitas. "¡Lo siento! ¡Fue una broma! ¡Por favor, llámalo! ¡Tengo miedo de los perros grandes!" comenzó a llorar con fuerza.
"Lidia con ello. ¡Gabe, vigílalo!" Le hice quedarse debajo del árbol, ignorando los sollozos de la rata. ¡Eso le enseñaría a mearse encima de mí!
Pero con quien realmente necesitaba hablar era con Lily. Lily, que se había marchado con ese imbécil de Potter.
Era por la noche cuando por fin la encontré, abajo junto al lago, yo había ido allí tras llamar a Gabe por fin y darle algo de cenar. Yo estaba demasiado enfermo del corazón para comer nada. Había ido allí porque Gabe había insistido en que fuera con él, arrastrándome parte del camino por la manga.
Retozó hasta Lily y la lamió mientras ella se sentaba junto al lago, lanzando piedras al gua. "Hey, Gabe. Te extrañé," acarició su elegante cabeza y él suspiró feliz. Eso era algo que mi perro y yo teníamos en común, ambos adorábamos el toque de Lily.
Tragué saliva, tratando de contener mi furia, y me acerqué a ella. "Lily. He estado buscándote."
"¡Sev!" dijo ella, y se volvió a mirarme. "Pensaba… que después de lo que ocurrió…. no querrías hablar conmigo."
"Bueno, quiero. ¿Por qué hiciste eso, Lily?" exigí.
"¿Qué más podía hacer, Sev? Estoy tan harta de que siempre se metan con nosotros… especialmente contigo."
"¿Así que accedes a salir con ese… ese picha alegre de Potter para protegerme?" medio grité. "¡Por el culo de Merlín, Lily! ¿Parece que tengo cinco años? ¡No eres mi madre!"
"¡No, soy tu amiga!" gritó en respuesta. "¡Y te am–me importas mucho! ¡Odio cuando se meten contigo y pensé que si hacía a Potter prometer que te dejarían en paz, se retirarían una temporada! Estaba intentando ayudarte, ¿no puedes ver eso?"
"¡Sacrificarte no es ayudarme, Lil!" argüí. "¡Nunca deberías haber prometido eso! No lo merezco."
"¡Sí lo mereces!"
"¡No! ¿Sabes qué parece esto ahora? ¡Todo el colegio cree que soy incapaz de protegerme! ¡Parezco un… marica!"
"¡Mejor eso a que te maldigan cada dos días! ¡Lo hice por ti, Severus Snape! ¡Ahora simplemente cállate y da las gracias!" Se limpió las lágrimas.
"No." Sacudí la cabeza. "No puedo agradecerte que arruinaras tu vida. Dile a Potter que se vaya al infierno y aléjate."
"No. Dije en serio lo que dije. Puede que no tenga un ancestro sangre-pura como tú, Severus Tobías Snape, pero mantengo mis promesas. Si falto a mi palabra, él faltará a la suya."
"Lily, por favor…"
"No vuelvas a pedírmelo, Severus."
"¿Por qué tienes que ser tan obstinada, Evans?"
"¿Por qué tú tienes que ser tan desagradecido, Snape?"
"¡Desagradecido!" exploté. "¡Nunca te pedí que interfirieras!"
"Ah, ¿y se suponía que debía quedarme parada allí y observarles torturarte?"
"¡Eso habría sido mejor que lo que hiciste!"
"¿Por qué? ¿Por qué te ha salvado el culo una chica? ¿Eso es lo que está molestándote?"
"¡No!" Eso era algo que estaba irritándome, pero no iba a admitirlo. "¡Lo que me molesta es que te hayas encadenado a ese maldito imbécil por mi causa!"
"Lo hecho hecho está," dijo ella cansada. "Sólo acéptalo, Severus."
Pero no podía. No podía soportar el hecho de que hubiera accedido a permitir a Potter… reclamarla porque quisiera ayudarme. No podía soportar la idea de Potter poniendo sus zalameras manos y labios por todo encima de ella.
"Deberías haberme dejado allí," murmuré.
Ella me fulminó con la mirada. "¿Qué tipo de amiga habría sido entonces?"
"El tipo libre."
"¡Maldito seas, Sev!" espetó ella, y entonces me abofeteó en la cara.
Gabriel ladró en protesta.
Yo no dije nada, simplemente me giré y me alejé. Gabriel se levantó y me siguió, claramente disgustado y confuso porque las dos personas que quería estuvieran peleándose.
"¡Severus! ¡Lo siento!" llamó Lily. "¡Vuelve!"
Tuve que forzarme a continuar. Yo también lo lamentaba. Lamentaba que hubiera renunciado a tanto por mí, que no lo merecía. Lamentaba también que nuestra amistad tuviera que terminar. Y todo era porque no tuve los arrestos de aprender a defenderme por mí mismo adecuadamente. Me había permitido convertirme en una víctima. Me había permitido ser el saco de boxeo de los Merodeadores. Pero ya no más. Sabía lo que tenía que hacer. Esa noche fui a hablar con ciertos Slytherin mayores que eran conocidos por ser fuertes en ciertos tipos de magia.
Al parecer habían estado observándome un tiempo y esperando a que les buscara. Me dieron un libro para estudiar y me dijeron que debería aprender todos los hechizos en él, y de ese modo no me avergonzaría más a mí ni a mi Casa permitiendo que los Gryffindor me humillaran. Lo tomé y murmuré un breve gracias. Lily había tenido razón. Estaba harto y cansado de ser torturado. Y harto y cansado de ser demasiado débil para ayudarme a mí mismo, y hacer que la chica a la que amaba hiciera un trato con el presumido de Potter.
Aferré el Libro de la Noche contra el pecho y lo oculté bajo mi almohada. Habría tiempo suficiente para aprender su contenido mañana. Me acurruqué en mi cama, Gabriel tumbado a lo largo de los pies, y pensé que éste era posiblemente el peor día de toda mi vida.
. . . . . . . . .
N/A Así que ahí lo tenéis, el inicio de la razón por la que Lily escoge a James en este universo. Creo que tiene más sentido de esta forma que en los libros. ¡Gracias a todos por leer!
