Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 20

Edward

Estaba paralizado.

Ni siquiera podía dejar de mirarla. Muchas veces llegué a pensar en el momento que la vería de nuevo, recuerdo que siempre imaginé que me arrojaría a sus brazos y le rogaría por otra oportunidad. Sin embargo, ese momento había llegado y simplemente no sentía necesidad de nada, vamos, ni de cruzar palabras.

— Soy la doctora Tanner. ¿Quieres contarme qué pasó?

Bree empezó como toda una profesional dedicada a su paciente; abrió una laptop que traía con ella y se dirigió a Bella, de vez en cuando sus ojos marrones coincidían con los míos y no pude evitar sentirme nervioso. Sabía que estaba tratando de mantenerse serena al igual que yo.

— Tengo una irritación —respondió Bella.

— ¿Algún tipo de… —se aclaró la garganta— juguete que estuvieras usando?

— No, para nada —Bella respondió en segundos.

— Estás casada, ¿no? —Bree preguntó mientras escribía en su laptop—. ¿Estaban en algún juego cuando pasó?

— Sí —Bella murmuró nerviosa—. Es decir, sí estoy casada, pero no se trata de nada íntimo ni tampoco estábamos teniendo un juego sucio. Aunque la idea no suena tan mal —Bella rio, levantó su mirada viéndome de forma traviesa.

Sin querer sonreí ante lo dicho por ella, fue cuando me percaté que Bree me miraba fijamente con esa mueca de disgusto.

Solté la mano de Bella y con desesperación la pasé por las hebras cobrizas de mi pelo.

— ¿Qué edad tienes? —Bree continuó con sus preguntas, quise creer que eran de rutina y no porque estuviese interesada en saber la vida de Bella.

— Cumplí veintiún años hace un mes —respondió orgullosa.

Bree volvió a mirarme, no ocultó su enfado hacia mí.

— ¿Fecha de tu último periodo?

— Mmm… no sé. Edward, ¿cuándo fue mi última regla? Él sabe más que yo —susurró con sus mejillas color escarlata— se encarga de comprar mis toallas cuando es necesario.

— Hace cinco semanas —respondí evitando mirar a Bree.

— ¿Cinco semanas? —repitió ella con sorpresa—. ¿Usas algún tipo de método anticonceptivo?

Resoplé. ¿Era de verdad necesario todo esto?

— No. No he pensado en eso, aún —murmuró Bella.

No solo Bella no había pensado en métodos anticonceptivos sino que tampoco yo lo había hecho. Como hombre tenía la responsabilidad de cuidarla para evitar un embarazo sorpresa y simplemente no había meditado en ello. ¿Qué me pasaba? ¿Desde cuándo me volví tan irresponsable?

»Con Lily estamos saturados —añadió Bella sacándome de mis pensamientos.

— ¿¡Tienen una hija!? —Bree mencionó sorprendida.

— Sí, tiene tres años y no es…

— Bella —la interrumpí y me pregunté el porqué lo hice; tal vez quería demostrarle a Bree que seguí adelante como ella me lo pidió—. Debemos de pensar en algo seguro para nosotros —agregué.

Bella juntó ambas cejas y asintió antes de morder su labio.

— Te aconsejo que lo veas con tu ginecóloga —Bree sugirió—. Así podrás elegir un método que vaya mejor contigo.

Bella jugueteó con sus dedos entre sí.

— ¿Usted es ginecóloga? —preguntó.

Bree abrió los labios sin saber qué decir, era obvia su incomodidad con esta conversación.

— No —mintió—. Dices que estás irritada.

Caminó hasta ubicarse a los pies de Bella, abrió las piernas llevándolas en cada estribillo y corrió la sábana empezando a revisar.

»Traes urticaria —dijo Bree— estás muy inflamada, pero nada que no se resuelva con unas cremas.

— Es a causa de una depilación láser —confesó Bella—. Dijeron que pasaría en unas horas y de verdad no siento mejoría.

— Seguramente tuviste una reacción alérgica —añadió Bree—. Te recetaré unas cremas antiinflamatorias que tendrás que aplicar varias veces al día, si ves que no mejoras en dos días debes buscar un especialista. ¿Está bien?

— Correcto, doctora.

Los ojos de Bree estuvieron en mí. Había tantas preguntas no formuladas en ellos, sabía que quería respuestas y lo más curioso es que yo no tenía ningún interés en hablarlo.

Me alejé de Bella pero antes froté una mano en su cabello y salí de la habitación. Necesitaba poner distancia, alejarme de Bree y no verla nunca más.

— Hasta luego, Isabella. Espero mejores pronto —alcancé a escuchar a Bree.

Seguí mi camino hacia los sanitarios cuando escuché su voz.

— ¿Qué es todo esto, Edward? ¿Te casaste? ¿Tienes una hija? ¿Por qué?

Volteé hacía ella sin detener mi andar. Traía su bata blanca encima de esa ropa oscura de vestir y sus altos tacones que resonaban en el piso. Su cabello había crecido más abajo de los hombros, seguía siendo lacio y color negro.

— Es bueno verte, Bree. Yo estoy muy bien, me alegro que también lo estés —fue imposible ocultar el sarcasmo en mi voz. ¿A qué venían sus preguntas?

— Respondeme —me detuvo—. ¿Por qué te casaste?

— Seguí con mi vida. De la misma manera que tú seguiste con la tuya.

— No me he casado.

— Ah… —cuadré mis hombros restándole importancia.

— ¿Qué haces con una chiquilla? Parece una adolescente al lado tuyo —cerró sus párpados un segundo mientras sacudía la cabeza y su cabello lacio quedaba sobre el hombro derecho—. Ahora resulta que sabes las fechas de sus períodos, ¡por Dios! Te desconozco.

— No tengo porque darte explicaciones, Bree. Me dejaste, pues seguí mi vida sin ti.

— Es que… no eres así, Edward. ¿Desde cuándo compras toallas femeninas?

Reí.

Es que la incredulidad en su rostro era muy obvia.

— No pensé que estuvieras en la ciudad —comenté recordando que ella había dicho que se iría a vivir a Miami—. ¿Te trato mal la ciudad del sol?

— No fue lo que esperaba —musitó ensimismada—. Volví hace un mes y pensé en buscarte.

— No veo la razón de que me busques. Cuando te despediste dejaste bien claro que no era lo que tú necesitabas en la vida, ¿acaso lo olvidaste? —miré sus ojos. De alguna forma le estaba reclamando su abandono.

— Edward, yo…

— Dra. Tanner —una chica vestida de enfermera se acercó cautelosa, interrumpiendo— la buscan, ha llegado un paciente…

Bree entornó los ojos y dio media vuelta caminando junto a la chica hacía la sala de emergencias. La seguí con la mirada y la vi perderse en el ancho pasillo, suspiré una vez que su silueta desapareció de mi vista.

Quería salir del lugar y tomar un poco de aire, no obstante mis pasos me llevaron hacia Bella.

Ella estaba vistiéndose.

— Es tiempo de ir a casa —dijo con tanto entusiasmo.

Me apoyé en el marco de la puerta y la observé; Bella era la encarnación de la alegría y optimismo hecho mujer. Era muy diferente a Bree; ella era el recato y la prudencia en todo su esplendor, suponía que era por la diferencia de edad o tal vez porque esa era la personalidad de Bree.

Demonios, ¿qué hago comparando sus personalidades?

— Te ayudo —la tomé en brazos haciéndola soltar un pequeño grito debido a la impresión.

Era tiempo de volver a casa.

.

.

Han pasado dos días de esa noche en la sala de urgencias.

La irritación de Bella desapareció hoy por la mañana, ella misma me lo dijo con lujo de detalles, solo le hizo falta mostrarme para que no quedara duda. No quise contarle que Bree era la misma doctora que la atendió, podría adivinar que sí ella lo sabía sería motivo suficiente para hacerla enfadar.

— Todo está listo para que Leah reaccione —escuché decir a Victoria.

Estábamos reunidos en la cafetería cerca del consultorio, bajo los débiles rayos del sol del mediodía. Había decidido tomar un café con ellos y ultimar los detalles de nuestro siguiente paso.

— Deberías decirle a Bella que le toca hacer su parte —comentó James.

— Le avisé hace horas —dijo Victoria captando mi atención—. Le envié las fotos y le expliqué lo que debía hacer y ella aceptó.

— ¿Qué le dijiste exactamente? —quise saber.

Los ojos azules de Victoria estuvieron en mí.

— Qué imprimiera las fotos y las dejara en la puerta del apartamento —respondió—. Quedó en avisarme cuando lo hiciera.

— ¿Quiere decir que no lo ha hecho? —Cuestionó James—. ¿Qué la detiene?

— No se ha sentido muy bien —articulé—. Hoy si amaneció mejor, pero supongo que no tiene ánimo de salir.

— ¿Está enferma? —Indagó Victoria mientras bebía su café— ¿de qué?

— No está enferma, solo indispuesta —corregí al mismo tiempo que me incorporaba—. Debo irme, tengo la tarde saturada con pacientes y en su mayoría son niños.

— ¡Dios me libre! —Exclamó James haciéndome que negara con la cabeza.

Me despedí y caminé por la acera. Sabía que mi tarde estaría saturada de trabajo y era mejor iniciar sin demoras.

No me equivoqué cuando llegué al consultorio y madres impacientes con hijos temerosos esperaban su turno en la pequeña sala de espera.


Bella

Restregué las manos en mi cara.

Intentaba no prestar atención a las cientos de reacciones sobre mí último tiktok. No entendía de dónde sacaban que estaba embarazada, que si usaba anillo de casada, que si no, que tenía una hija. Era una locura leer tanto disparate.

Así como también era una locura el número de reproducciones que seguía aumentando conforme pasaban las horas.

Dejé el celular sobre el sofá, no tenía interés en leer nada más. En la cocina la mesa estaba lista y la cena caliente para la llegada de Edward.

— Bombón, ¿qué haces?

El silencio proveniente de la habitación me hizo temer. Si algo había aprendido con Lili, era a interpretar el mutismo de un niño cuando se le hablaba y no respondía.

Me asomé y la vi sentada en medio de la cama; mi pequeña niña se estaba maquillando y se había convertido en una hermosa payasita con muchos colores de sombras esparcidos en su rostro.

»Lili, no. No es bueno jugar con maquillaje.

Ella se puso de pie sobre la cama, sonriéndome antes de empezar a brincar sobre el colchón.

— ¿Me veo bonita? —preguntó.

La tomé en brazos y la llevé conmigo al baño, la senté sobre el lavabo y empecé a limpiar su hermoso rostro con una toalla húmeda.

— Eres muy bonita, pero sin todo esto. Las niñas no deben usar maquillaje —le expliqué— es dañino para tu piel, Bombón.

— Oh —sus labios formaron una pequeña "o".

Sonreí al ver que me ponía demasiado interés. Podía ver su rostro y sus hermosos ojos todo el día y aún así no lograr entender cómo podía quererla tanto. La puse sobre sus pies descalzos con intención de cepillar su cabello.

»El timbre, tía —me avisó saliendo corriendo de la habitación y yo corriendo detrás de ella.

Abrió la puerta con solo girar la perilla. Fue fácil para ella y quise golpear mi cabeza porque no había sido precavida, había olvidado echar cerrojo en la parte de arriba.

Bombón corrió a esconderse detrás de mis piernas y se abrazó de ellas. Miré hacia la entrada y Leah estaba dentro, tenía sus ojos rojos y llorosos.

Ella había visto las fotos, lo sabía.

Había mordido el anzuelo.


Nota: para quienes le dieron una oportunidad a Soñando Contigo les aviso que este fin de semana tendremos el primer outtake. También les cuento que entramos en la recta final de Bombón y que viene otra historia llamada Just Married de genero Family, es un Olderward.


*Para quienes gusten ver el titok de Bella estará disponible en mi grupo de Facebook: link en mi perfil.

Infinitas gracias por la oportunidad para la historia, en cuanto me sea posible dejaré sus nombres de quienes comentaron el capítulo anterior.

Gracias totales por leer 🍭