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Advertencias del capítulo: (Lenguaje soez y sexual)
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HILO ROJO
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CHAPTER 26
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PERFUME
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Unos sonidos en la puerta hicieron que Eren Jaeger irguiera el rostro y frunciera automáticamente el ceño.
No quería que nadie se acercara a él y aun no podía comprender porque la gente seguía intentándolo. Estaba tan furioso, tan frustrado e inundado por cientos de sentimientos negativos, que no podía ver más allá de sí mismo.
—¡Vete! — gritó rápidamente, mientras se acomodaba bajo las sábanas de la cama.
—¿Eren? — la voz de su hermano llegó, haciendo que la presión en su pecho aumentara —. Necesitamos hablar.
—No quiero hablar con nadie ¡¿Qué no es escuchaste?! ¡Vete de una vez Zeke! ¡Quiero estar solo!
No volvió a escuchar ningún sonido por los siguientes veinte segundos, no obstante, justo cuando empezaba a relajarse, le pareció percibir el murmullo de la voz de Zeke disculpándose y luego el sonido de un manojo de llaves.
Había encontrado la manera de cerrar la puerta por si mismo, pero era evidente que para Zeke no suponía ningún problema. Eso le hizo sentir tan molesto, que se dio cuenta rápidamente, que casi temblaba. Se irguió en la cama, percibiendo el ardor en su cadera por el brusco movimiento.
—¡Te lo estoy advirtiendo Zeke! ¡¿Por qué demonios no escuchas, idiota?!
La puerta no tardó en abrirse y escuchó los pasos fuertes y seguros que sabía, pertenecían a su hermano. Él no dijo nada y siguió avanzando hasta el centro de la habitación. Eren bajó el rostro y se negó a levantarlo, mientras apretaba las sábanas en puños y su pecho se agitaba, sobresaltado por toda la molestia que inundaba su pecho, cual si fuera una agujero de oscuridad, pesado, agobiante y doloroso.
Podía sentir la mirada de Zeke sobre su persona y eso no hacia más que acrecentar su furia, porque él sabía cuánto odiaba que lo mirara.
—¡Ahora que llegaste hasta aquí ¿No vas a decir nada?! — gruñó entre dientes, con odio.
Escuchó el suspiro masculino que tan bien conocía, y un sonido que le indicó que había cruzado los brazos, como sabía que lo haría.
—Debes de dejar de comportarte como un chiquillo. Tienes veintiséis años Eren, es tiempo de que superes esta situación.
El moreno apretó los dientes y advirtió como un nudo se instalaba en su garganta. Sus puños se encontraban tan apretados que sintió como empezaban a protestar por la fuerza empleada.
—¿¡Superar!? ¿¡SUPERAR?! ¿Crees que es sencillo vivir con algo así? ¡Mi vida acaba de terminar! — Eren casi había gritado y cuando termino, jadeaba agitado.
—Eren… entiendo que…
—¡No! ¡No te atrevas a decir que lo entiendes!
—Tienes que encontrar la manera de superarlo, no eres la primera persona en… — se detuvo y suspiró sonoramente —. No puedes permanecer aquí por siempre, tienes que recuperar tu vida.
—¡Que sencillo es para ti decirlo! — se mofó con intención de herirlo.
—¡Claro que no! Estas aquí, pero perdí a mi hermano en ese accidente. No has sido el mismo desde entonces y ya han pasado ocho meses.
—Perdimos los dos entonces — sentenció entre dientes.
Escuchó como Zeke tomaba aire con un suspiro tembloroso y se le puso un nudo en la garganta. Todo ese tiempo no había hecho más que rechazarlo y alejarlo, pero él seguía volviendo. Le dolía tener que lastimarlo de esa manera, pero Zeke no entendía que necesitaba aún mas tiempo solo.
No sabia cuánto o si algún día podría superar, el hecho de que, de una mañana a otra, todo había cambiado, pero mientras tanto, intentaba mantenerse aislado.
—Pues tu pudiste haberte rendido, pero yo no.
—¿De qué estas…?... ¿Hay alguien ahí? — gruñó entre dientes al percibir como alguien daba un paso al frente. El sonido fue ligero, por lo que debería de tratarse de un niño o una mujer delgada.
—Esto es por tu bien — siguió diciendo Zeke, pero Eren lo ignoró, con la atención centrada en el intruso.
Hasta el momento, las únicas personas que habían invadido su espacio eran Zeke y Chiho, la mujer que le había criado desde pequeño. Ella se mantenía a su cuidado y aunque también habría deseado alejarla, se trataba de alguien muy mayor y casi como una madre para él, no era tan cruel como para herirla, aun así, había guardado su distancia emocional.
—¿Quién esta ahí pregunte?! — demandó con ira.
Escuchó otro paso ligero, y luego, un aroma florar le inundó las fosas nasales. Eren frunció el ceño al percibir la dulce esencia. No sabía si se trataba de alguna flor en particular con una dosis ligera de algo también frutal.
Era un olor suave, muy dulce, pero no empalagoso, en su lugar, se sentía muy bien, como el aroma de un prado en primavera o una tarde de tartas cuando su madre aún vivía.
Inhalarlo, le transportó a lugar que no podría volver a ver e hizo que un sordo dolor en el pecho le inundará.
Así que se trataba de una mujer.
—Ven… — llamó Zeke y más pasos se acercaron — Eren, ella es…
—¡Quiero que se vaya! — sentenció cortante.
—…Tu enfermera personal...
—¡¿Qué no escuchaste?! ¡Quiero que se vaya!
—…Estará a cargo de tu terapia física y te ayudará en cualquier cosa…
—¡POR UN DEMONIO ZEKE! ¡¿Qué es lo que no entiendes?!
—¡YA NO ERES UN NIÑO EREN, DEJA DE ACTUAR COMO UNO! ¡NECESITAS VOLVER A RECUPERAR TU VIDA! ¡Y POR DIOS LO HARAS! ¡ASI TENGA QUE ARRASTRARTE! ¡¿ENTIENDES?!
Eren estaba sorprendido, no había esperado tal despliegue de furia de su hermano.
Zeke había sido el más comprensivo con su situación. Aunque sabía que era una mierda con él, nunca había perdido la calma.
Sin embargo, en lugar de aceptar que estaba actuando como un inmaduro, Eren sintió como una sensación de calor le recorría el cuerpo e hizo que su pecho se agitara nuevamente, de furia.
—Si crees que puedes manipularme ahora por mi discapacidad, estas muy equivocado — gruñó entre dientes.
—En lugar de una enfermera, debería de contratar un psicólogo Eren — Zeke suspiró pesadamente —. Estas peor de lo que pensé, si crees que buscar a alguien que se ocupe de ti, es manipularte — el mayor volvió a suspirar y Eren escuchó perfectamente como sorbía su nariz, seguramente aguantando las lagrimas.
Sintió como otro nudo se instalaba en su garganta y toda la furia lo abandonó, dejando solo una sensación de dolor y soledad.
Había intentando esconderse a través de todos esos sentimientos negativos, porque era más sencillo que aceptar que se encontraba aterrado, que la oscuridad en la que ahora vivía, le asustaba y que también tenía miedo de lo que sería su vida desde el momento del accidente en adelante.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Pero no era el único que sufría, lo sabía. Había alejado a Zeke y a Chiho, y a todos sus amigos y las personas que amaba, porque no podía tenerlos cerca sin sentir su empatía o peor aún, su lastima.
—Lo cierto es que no te estoy preguntando — el mayor carraspeo, recuperando la voz —. Y lamento que creas que intento manipularte para que hagas lo que quiero, por que no es así… pero si debo forzarte a que recuperes tu vida, no dudes que lo haré, porque eres mi hermano menor y te quiero… — tomó una profunda inhalación y luego, suspiró—. Ahora, te dejo con ella para que se presenten y más te vale que no intentes hacer algo para que abandone su trabajo, porque te juro por Dios y nuestros padres, que te voy a dar una paliza ¿entiendes?
Eren bajó el rostro y apretó aún más los puños.
—Si entiendes, te pregunté
—¡Si, entendí! ¡Vete a la mierda de una vez!
—Bien — Zeke volvió a suspirar y retrocedió un paso —. Fue un gusto conocerte y espero disculpes todo esto, nos vemos hasta en la noche. Eren, me estoy yendo — esperó una contestación, que el menor no estaba dispuesto a darle, por lo que solo se alejó..
Eren escuchó el momento exacto en el que abandonaba la habitación y la puerta se cerró. El silencio en el que había vivido todo ese tiempo inundó la alcoba, tanto así, que cualquiera podría haber pensado que estaba solo, pero el podía sentir aún en el ambiente, el dulce aroma floral y el sonido de la suave respiración femenina.
—¡¿Y tú que?! ¿Qué no piensas presentarte?
—Disculpe joven, mi nombre es Mikasa… Mikasa Ackerman — susurró suavemente. Tenia una voz muy femenina, aunque un poco ronca. Eren sintió como extrañamente, el pulso se le aceleraba, eso le obligó a fruncir el ceño y tomar las sábanas para arroparse.
—¿Y qué? ¿Ya habías tratado con un discapacitado como yo?
—Tuve otro pacientes con su afección, si — aceptó ella con dulzura.
—¡Entonces eres la enfermera corazón! ¡Que lindura! — su voz destiló sarcasmo, pero la chica ni siquiera se inmutó — ¿Qué edad tienes?
—24, joven.
—Bien, entonces "Enfermera corazón, Mikasa de veinticuatro años, vamos a hablar claro — se cruzó de brazos y volteó el rostro hacia el otro lado, donde estaba segura que ella no se encontraba —. No me gusta que se metan en mi privacidad. Así que, puedes irte y hacer lo que quieras fuera de esta habitación, Zeke no se enterara de nada por mi boca.
—Pero no puedo hacerlo — ella negó —. Mi trabajo es cuidar de usted y seguir la terapia que su médico indicó.
Eso le obligó a voltear hacia ella con el ceño fruncido.
—No te quiero cerca ¿Qué no entiendes?
—Lamento que no sea así, pero aprenderá a tolerarme.
Eren casi jadeó, por la impertinencia de la chica ¿Qué demonios se creía?
—¡Si crees que puedes venir aquí y hacer lo que se te pegue en ganas, estas muy equivocada!
—No es así joven, pero cumpliremos un horario estricto de ahora en adelante. Lo tengo aquí — ella dejó algo en el suelo y empezó a registrar — ¿Quiere que se lo lea? — pareció erguirse de nuevo.
—Una mierda, solo quiero que salgas de mi habitación. No me importa tu horario, tu trabajo, ni tú. Solo vete de una vez.
—No voy a hacerlo joven.
—Si, lo harás.
—No, no me voy a ir — sentenció ella.
Eren sintió como una conocida ola de calor le inundaba el cuerpo y su rostro se encendía, tanto que le ardían las orejas. Empezaba a molestarse en serio.
—Tu no vas a resolver nada aquí ¿entiendes? No hay manera de arreglar esto.
—Estudie su expediente clínico y tuve una cita con su doctor. ÉL me explicó todo.
—Bien, me ahorras las palabras — se burló — Entonces sabes lo que sucede.
—Así es…
Eren suspiró y abrió los ojos fijándolos en la dirección que escuchaba la voz.
—Estoy ciego y no es algo que tu puedas reparar.
—No, no puedo hacerlo — aceptó ella.
—Entonces no me sirves — volvió a cerrar los ojos y apartó el rostro.
—Estoy aquí para ayudarle en lo que necesite. Para que inicie su terapia por el golpe que recibió en la cadera y el esguince en su tobillo derecho, que nunca trató y que puede terminar en un mal crónico… y también, para ayudarle a comprender su entorno y que de esa manera pueda ser independiente.
—¿Mi entorno?
—Hay algunos ejercicios, para pacientes no videntes… usted podría andar por la casa como cualquier persona y retomar sus actividades — ella se escuchaba muy animada mientras hablaba.
—No me trates como a tus otros pacientes — gruñó entre dientes.
—Lo siento joven.
—No quiero aprender nada de esa mierda, no quiero que me ayudes con nada ¡Solo quiero que te vayas!
Se creó un minuto de silencio, hasta que la chica suspiró.
—Lo dejaré solo un momento, mientras me ubicó en mi habitación, pero…
—¿Te quedaras aquí?
—Si, estoy a su servicio completamente. Hasta que se recupere y pueda ser independiente.
—Estas perdiendo tu tiempo.
—Estoy segura que no, joven… solo voy a tomarme un momento y volveré para explicarle su rutina diaria.
—No quiero que vuelvas.
—Pero lo haré.
—Voy a cerrar la puerta — le aclaró.
—El señor Zeke me dio la llave.
—No puedes entrar a la habitación de un hombre sin su permiso ¿De dónde demonios vienes? — intentó ser ofensivo a propósito, pero la chica no se dio por aludida.
—Puedo entrar si ese hombre es mi paciente y vengo de Kyoto, ahora si me disculpa, voy a retirarme, con su permiso.
Eren gruñó, se tiró a la cama molesto y le dio la espalda
¿Qué demonios se creía esa chica para hablarle así?
¿Qué había estado pensando Zeke cuando la contrató?
Ambos estaban muy equivocados si creían que podían hacer con él lo que quisieran, en menos de una semana lograría que se fuera.
Maldito Zeke.
Escuchó como la chica se encaminaba la puerta para abrir y salir luego, cerrando. En algunas ocasiones, él temía que la gente intentará engañarlo, al saber que no podía ver, ya fuera tratando de mentirle o incluso permaneciendo en la habitación, pero en el caso de ella, no fue así, debido a que percibió como el aroma que desprendía, lentamente desaparecía.
Suspiró y se acomodó en la almohada mientras se acobijaba hasta el cuello. Abrió los ojos y solo le recibió esa terrorífica oscuridad.
¿Cómo podría vivir así?
¿Qué seria de él ahora?
Eran las preguntas que no le dejaban vivir, que le atormentaban día y noche. Sabia que debía encontrar la manera de avanzar y superarlo, pero estaba aterrado. No volvería a ser una persona normal y le asustaba.
Porque había pasado de creer que tenía todo a sus pies, para luego caer en aquel mundo de tinieblas.
En aquella infinita oscuridad.
Mikasa suspiró, mientras observaba al hombre que se encontraba sentado en la cama, en pijama.
Normalmente, la rutina de Eren no variaba, desde el momento en el que se despertaba, hasta que iba a dormir.
Las únicas ocasiones en las que se levantaba, era cuando debía ir al baño y cuando tomaba una ducha, siempre ayudado por Chiho, de otra manera se mantenía en la cama incluso cuando comía.
No usaba el televisor, ni ningún aparato, por lo que tenía entendido, o había sido así, antes de su llegada a la casa, pues desde entonces, cada vez que ingresaba, él encendía la tv y ponía cualquier cosa a todo volumen hasta que el sonido lograba camuflajearse con su voz.
Parecía un auténtico chiquillo y por lo que había observado, estaba decidido a sacarla de esa casa.
Claro que no sabía que tan persistente podía ser ella, y que ni siquiera, era el paciente mas mal portado con el que había tratado.
Mikasa suspiró y se cruzó de brazos, a un lado de la cama. Observó fijamente al hombre, quien con los ojos cerrados y aún en pijama a mediodía, permanecía dentro de las sábanas, con la espalda apoyada en la pared y una expresión imperturbable.
En cuanto había ingresado a la habitación y luego de saludarlo, el moreno encendió el televisor y puso el volumen al máximo.
En ese punto, una semana después de haber llegado ahí, Mikasa sabía que no lograría nada por las buenas.
Era triste ver que un hombre tan joven pudiera terminar en una situación así. Por lo que su jefe le había comentado, fue durante un accidente automovilístico, al parecer el impacto había destrozado el vidrio frontal y pequeñas fisuras de cristal cayeron en sus ojos, lo cual había sido lo peor de todo el accidente, pues los demás fueron golpes leves.
Era lógico que, luego de que algo así sucediera y cambiará por completo su vida, él se sintiera molesto. También era muy común que las personas que sufrían un trauma a una edad adulta, cayeran en depresión o se volvieran amargados y ermitaños.
Eren tenía cada una de las cosas que había nombrado y parecía hundirse cada día más, en su propia miseria y soledad. Sabia que necesitaba encontrar la manera de conectar con él y se dio cuenta que se trataba de algo más que solo un trabajo. Quería ayudarlo en serio.
Suspiró y se inclinó, para arrebatarle el control de la mano y apagar el televisor.
—¡¿Pero que demonios haces?! — el grito furioso no le sorprendió en lo más mínimo.
—Llevo todos estos días intentando explicarle la rutina que llevará a partir de ahora, pero no ha querido escucharme.
—¿Y eso no te dice nada?
—Mire joven, vamos a empezar de nuevo. No estoy aquí para recibir un "no" como repuesta, vine por…
—Pues es lo único que recibirás — la interrumpió groseramente —. ¡Ahora dame el control! — demandó.
—No lo voy a hacer. Debe de dejar de comportarse como un niño, vamos a iniciar cortándole la barba y el cabello, luego…
—Ni se te ocurra — gruñó.
—Joven, por favor… necesito que coopere.
—¡Y yo necesito que te vayas! ¡Devuélveme el control y luego vete!
—No lo haré, tiene que entender que no me voy a ir.
—¡Pues estas despedida!
—No puede despedirme — le aclaró rápidamente —. No fue usted quien me contrato.
—¡Dame el control!
—Joven, le estoy diciendo que…
—¡No quiero escucharte! ¡QUE ME LO DES TE DIGO!
—Joven…
—Pues voy a tomarlo — él se arrastró hasta la orilla de la cama y se puso de pie.
Mikasa se apresuró a retroceder un paso y lo observó. Ella era una mujer alta, pero Eren la sobrepasaba por varios centímetros.
—Espere… no tiene que…
—Te dije que me lo dieras… sino voy a tomarlo — se inclinó hacia ella. Mikasa intentó retroceder, pero una de las manos masculinas, le rodeó del brazo como si fuera acero e impidió que se alejara.
—Joven — la chica no pudo evitar que la voz le temblará.
—Dámelo — él extendió la otra mano en su dirección —. Lo estoy diciendo en serio.
—Espere joven, no creo que haya necesidad de llegar a esto.
—Pero yo creo que si — él encontró la mano con la que sostenía el control — ¡Aquí esta! — sonrió.
—Joven, no lo… ¡Espere!… le estoy diciendo que…
—¡Dámelo, maldita sea!
—No joven, tenemos que hablar, usted no…
—¡No quiero hablar contigo! ¡¿Por qué no entiendes?! ¡Maldición!
—Pero yo…
—¡QUE ME LO DES TE DIGO!
Mikasa no esperó el movimiento que él hizo para quitarle el control, por lo que no logró mantener el equilibrio cuando casi se le tiro encima. Soltó un gritillo e intentó retroceder, pero el hombre se encontraba casi sobre ella, lo que prácticamente la llevó sobre su espalda. Intentó encontrar la manera de recuperar la estabilidad, pero tardíamente, se dio cuenta que no podría lograrlo.
La idea de aferrarse a Eren, durante un segundo de pánico, le cruzo la mente, pero sabía que las personas no videntes tenían dificultades para mantenerse erguidos, por lo que podría asustarlo y terminar con él sobre su cuerpo. El golpe no podía ser tan malo, estaba segura. Intentó sujetarse de algo a su espalda, pero solo sintió el vacío, un segundo antes de que su cabeza impactará duramente contra algo y el mundo entero se volviera oscuridad.
Eren se sobresaltó al escuchar el fuerte choque. Frunció el ceño, deteniéndose, con la respiración ligeramente agitada y sin saber muy bien qué hacer.
—¿Dónde estas? — extendió las manos y palpó el aire.
Su corazón empezó a acelerarse, mientras buscaba la figura femenina frente a él.
—Mikasa… ¿Dónde estas? Si, estas bromeando… — intentó dar un paso al frente, pero entonces sintió que pisaba algo, lo que le obligó a retroceder con rapidez y terminar de culo en la cama.
Se sostuvo precariamente y se apresuró a sentarse mientras volteaba el rostro a todos lados, intentando distinguir algo entre tanta oscuridad.
—¿Mikasa? — susurró temblorosamente.
Esa que había tocado en el piso no podía ser ella ¿cierto?
No escuchó contestación y pasados los segundos, se dio cuenta de que algo debía estar muy mal. Deslizó el pie por el piso hasta que volvió a tocar la misma cosa que había sentido antes.
—Mierda — era ella, tenía que serlo.
Se arrastró en la cama y luego, lentamente, fue deslizándose hasta que sus rodillas tocaron el piso. Sentía que todo el cuerpo le temblaba, por la inseguridad que le ocasionaba no ver nada y temer golpearse contra algo. Sus manos se movían frente a su cuerpo, hasta que se apoyaron en el suelo.
—¿Mikasa?
Empezó a gatear, buscando lo que había tocado antes. No tardó en dar con ello y se dio cuenta que se trataba de un muslo. Un nudo se formó en su garganta mientras palpaba hacia abajo, percibió la rodilla delgada.
Era Mikasa.
¡Mierda!
¡El golpe de antes!
—¡¿Mikasa?! — la llamó suavemente, mientras la sacudía. La chica no reaccionó y ni siquiera se movió.
Eren empezó a entrar en pánico. Había sido su culpa, él la había empujado cuando intentó intimidarla con su estatura.
—¿Mikasa?... si estas bromeando, no es gracioso – la voz le temblaba.
La chica no reaccionó y Eren gateo un paso al frente y volvió a palparle, ascendiendo por su cuerpo. Su brazo derecho se encontraba sobre su cintura y cuando dio otro paso, sintió algo y se dio cuenta que se trataba del control remoto por el que habían estado peleando. Lo tiró a un lado y escuchó como chocaba contra la pared, pero lo ignoró.
—Mikasa, despierta — musitó suavemente.
La chica siguió sin reaccionar, Eren sentía que el corazón podría salírsele del pecho. Volvió a sacudirla, pero al ver que no lograba nada, empezó a palpar un poco más arriba hasta que dio con su cabeza.
—¿Mikasa?
Ella no se movió, mientras se deslizaba más cerca y tocaba sus mejillas. Deslizó los dedos por su rostro, hasta que dio con su nariz y verificó con alivio que la chica respiraba, luego siguió más arriba hasta el suave cabello y un poco mas, hasta que percibió algo húmedo.
Un nudo, que amenazaba con convertirse en un agujero, le atenazó el estómago. Llevo los dedos a su propio rostro y aspiró. A sus fosas nasales, llegó el inconfundible olor a metal, que no tardó en identificar como sangre.
Su corazón se detuvo un segundo y luego empezó a latir a un ritmo acelerado.
Mierda, mierda.
¿Por qué estaba sangrado?
Intentó volver a palpar justo el mismo lugar y se dio cuenta que se trataba de un golpe ligeramente elevado, también sintió una fisura, la apertura de una herida pequeña justo en la parte trasera superior de su cabeza. Sin embargo, que la corte no fuera grande, no tuvo mayor impacto en él, pues por lo que conocía, las heridas en la cabeza eran peligrosas y aún más si sangraban.
—¡¡Chiho!! — gritó mientras seguía palpando en busca de otro golpe.
Sus dedos se habían manchado de sangre y está hacia un hilo húmedo en el cabello de la chica.
—¡CHIHO! ¡APRESURATE!
Presionó la herida con fuerza y oyó lo que parecía un gemido de dolor. Nunca pensó que escuchar la voz de esa chica podría hacerle sentir tan feliz.
—¿Mikasa? ¿Estás bien? — preguntó temblorosamente.
Ella no contestó, lo que volvió a preocuparle y cuando la sacudió otra vez, no recibió respuesta. Seguramente se había desmayado de nuevo.
Eren escuchó los pasos en el pasillo y no mucho después, la puerta se abrió con un golpe.
—¿Qué sucede? — la mujer mayor se escuchaba agitada — ¡¿Pero qué le paso a esa niña?!
—Se golpeó, llama a alguien por ayuda.
—¿A quién? — la mujer se escucha a aterrada.
—A alguna clínica, a Zeke, al 911 ¡Yo que demonios se! ¡¡Llama a alguien!! — exclamó agitado.
—Si — la mujer dio media vuelta y se alejó.
Eren suspiró y siguió presionando la herida con fuerza, pese a que ya no sentía ningún flujo de sangre entre los dedos.
Era lo único que podía hacer por el momento. Se sentía tan impotente al saber que no podía ayudar de otra manera.
—Maldita oscuridad — gruñó
—¿Pero que demonios pensabas! ¡Se que no querías que ella estuviera aquí! ¡¿Pero golpearla Eren?! ¡¿ES EN SERIO?!
Eren se quedó en silencio, con la cabeza gacha y los puños apretados.
Desde el momento en el que había escuchado los pasos furiosos que subían las escaleras, supo que Zeke se acercaba y no hizo mas que quedarse ahí, en silencio, hasta que el mayor azotó la puerta y entró a la habitación hecho una furia.
¿Qué se supone que debía responder a su ataque? Había sido su culpa que Mikasa saliera lastimada.
—¡¿Y no tienes nada que decir?! ¡Sabes que podría demandarnos por esto! Y te aseguro que ganaría.
—Voy a pagarlo todo.
—¡Es lo único que tienes para responder! ¡¿Estas bromeando Eren?! ¡Lastimaste a una mujer! ¡¡Podría darte una paliza por eso!!
—Lo siento… — susurró —. No fue mi intención herirla, estaba furioso y…
—Tienes que juntar toda tu mierda. He intentado ser comprensivo hasta el momento ¡Pero acabas de joderlo todo! ¡Vas a dejar de actuar como un maldito mocoso y te vas a disculpar con Mikasa! ¡Y Dios quiera que decida no demandarnos, por que te juro que yo mismo la voy a asesorar para que te deje en la calle! ¡Maldito imbécil!
Eren aguantó cada palabra estoicamente. Sentía un nudo en el pecho y las lágrimas pugnaban por salir de sus ojos, pero se aseguró de no soltar ninguna.
Zeke siempre había sido el mas comprensivo de los hermanos, antes incluso del accidente y pese a que no compartían madre. Él había sido hijo del primer matrimonio de su padre. Su madre, Carla, le tomó como suyo cuando se casó con su progenitor y dado que la madre de Zeke había muerto.
Cuando Eren nació, Zeke ejerció como hermano mayor de una manera sin igual. Ellos se amaban de verdad y Eren podía decir con completa seguridad, que siempre había sentido el apoyo de Zeke en todas las formas posibles e imaginables.
Que él se molestara y lo regañara no tenia mayor impacto en él, como saber que había logrado decepcionarlo.
—Lo voy a hacer.
Zeke suspiró, respirando agitadamente, luego de desahogarse.
—Más te vale que lo hagas.
Escuchó como sus pasos se alejaban hacia la puerta y como tomaba la perilla, antes de abrir.
Eren apretó los dedos sobre las sabanas hasta que casi le dolieron y se mordió el interior de la boca, unos segundos antes de decidirse a hablar.
—¿Zeke?
—¿Qué quieres? — le preguntó con desdén. Eren suspiró y apretó los labios un momento.
—¿Ella va a estar bien? — escuchó como su hermano suspiraba con fastidio y luego, empezaba a hacer golpes con la punta del pie sobre el piso. Era un tic que tenía cuando estaba molesto o ansioso.
—Lo estará al parecer. El doctor dijo que el golpe fue leve, solo necesitaba dos puntadas y reposo. Mikasa tardó en despertar y aunque estaba desconcertada, lucia bien. Aún así, mañana ira a hacerse unos exámenes para descartar algún daño ¡Tu vas a pagarlos!
—Si, esta bien… — asintió agotado —. Gracias.
El mayor bufó y luego, cerró la puerta. Eren suspiró, se recostó en la cama y se colocó de costado, mientras se arropaba.
Había estado en la oscuridad por tanto tiempo, que debería de haberse acostumbrado ya a ello, pero en ese momento, mientras abría los ojos y los fijaba frente a él, se sintió aún más hundido que nunca.
Y solo, tan solo.
Esa mañana, la rutina de Eren había sido exactamente la misma que desde que había vuelto a casa luego del accidente, lo cual, contrario a lo que había creído una semana atrás, logró molestarlo.
No había más de la fastidiosa voz femenina, del intentó absurdo de entablar una conversación sin sentido o de alguien recordándole que debía seguir su rutina. No había mas de su presencia molesta, del perfume que inundaba la habitación cada vez que daba un paso dentro, ni de Mikasa.
Chiho había entrado como todas las mañanas, con su desayuno, y le ayudó a llegar el baño. Eren siguió su rutina de aseo y cuando salió, la mujer le esperaba en la puerta y le guió a su cama. La ropa que se pondría ese día, se encontraba extendida ya, por lo que sencillamente le agradeció y ella abandonó el dormitorio.
Eren se sintió muy mal, pues Chiho no había dicho una palabra esa mañana. Conocía a la anciana desde que tenia memoria, había ayudado a su madre a criarlos y también estuvo con ellos luego de la dolorosa muerte de sus padres. Su opinión importaba y era evidente que no estaba a favor de él y lo entendía. Lo había arruinado, pero no fue su intención, solo quería asustar a Mikasa, no esperó lastimarla en el proceso y de verdad se arrepentía.
Sus propios pensamientos le atormentaban y había sido así toda la noche y esa mañana al despertar. Por lo que sabía, la chica había asistido al doctor en compañía de Zeke, pero no sabía nada de ella aún ¿Sería grave?
Decidió esperar a que Chiho le llevara el almuerzo para preguntarle. No había tomado su desayuno aún y realmente no tenía apetito, el nudo en su estómago haría imposible digerir cualquier alimento de cualquier manera.
Ni siquiera supo cuanto tiempo había transcurrido, pero debía ser mediodía cuando escuchó como alguien tocaba la puerta.
—Pase — murmuró desganado. Chiho seguramente se molestaría porque no había desayunado, pero no tenia mas que hacer. Debía encontrar la manera de abordarla y preguntarle si sabía algo de Mikasa.
Escuchó como la puerta era abierta y luego, unos pasos ingresaron. Se acomodó de frente y se apoyó en sus manos para erguirse hasta descansar la espalda contra el respaldo de la cama.
Un aroma empezó a llegar a sus fosas nasales, cuando la persona cerró la habitación y dio unos primeros pasos al frente.
—¿Mikasa? — él podía reconocer ese perfume en cualquier lado.
—¿Cómo sabe…? — ella parecía sorprendida.
—¿Qué haces aquí? — frunció el ceño rápidamente. Se suponía que ella debería estar en su chequeo.
—Lamento lo de ayer… — la chica empezó a disculparse, al creer que estaba molesto, por lo que se sorprendió cuando él volvió a hablar.
—Se supone que deberías estar reposando.
—¿Cómo dice? — susurró perpleja.
—La herida… — Eren sintió como un nudo le atravesaba el pecho cuando lo recordaba. Y la sangre. La maldita sangre —. Zeke dijo que necesitaste unas puntadas… y hoy…
—Estoy bien joven — ella seguía demasiado sorprendida aun, para decir otra cosa. Observó fijamente la expresión en el rostro masculino y se confundió al distinguir un poco de preocupación ¿Estaba preocupado por ella?
Se hizo un minuto de silencio, mientras ambos procesaban lo dicho. Mikasa carraspeó, dispuesta a agregar algo.
—Creo que… deberías tomarte el día.
—¿Cómo?
—Puedes tomarte el resto de la semana y… si necesitas algo… puedes decirle a Chiho, ella me lo hará saber o… a Zeke.
—¿Puedo decírselo a usted? — ella suspiró mientras le observaba. Había entendido rápidamente a que se debía aquella actitud y en lugar de hacerle sentir precavida, le causó una inmensa ternura.
—Claro que si — afirmó él en un gruñido.
—Bien… — ella miró la bandeja que descansaba en la mesita de noche —. No ha comido nada joven.
—No tengo hambre.
—Pero tiene que comer… voy a llevar esto a la cocina — se acercó y tomó el azafate —. Le voy a decir a Chiho que le prepare algo sencillo ¿Qué le parece una sopa?
—Pero...
—Estoy bien joven… solo fue un golpe — Eren notó la sonrisa en su voz, mientras hablaba y escuchó como ella se dirigía hacia la puerta.
No había esperado que apareciera ahí tan pronto, a menos de que fuera para darle una bofetada por herirla, menos aún que actuará con tan buena actitud y cortesía. Eso le hizo sentir aún más culpable.
—Espera… — los pasos se detuvieron.
—¿Si, dígame? ¿Necesita algo mas?
—Yo quería — bajó el rostro y se aferró nuevamente a las sábanas —. Ya sabes… sobre lo de ayer — encogió un hombro inseguro.
—No fue nada — que lo tomara con tanta calma logro molestarlo ¿Acaso no podía ver la gravedad de la situación? Jamás en su vida había lastimado a una mujer o a cualquier persona si fuera el caso.
—¡¿Cómo puedes decir eso?!... por mi culpa…
—Se que no lo hizo apropósito…
—Pero aun así… si no hubiera sido porque te acorrale, hubieras encontrado como sostenerte y… si hubiera podido agarrarte, no…
—Yo decidí no hacerlo.
—¿Qué dices? — eso logró confundirlo. La chica suspiró
—Si me sostenía de usted, existía el peligro de que no pudiera mantener la estabilidad y se cayera. Se que para una persona no vidente es muy difícil tener equilibrio, los seres humanos dependemos demasiado de nuestros sentidos y cuando uno nos falla, es casi como si perdiéramos una parte del cuerpo.
—Pero…
—Se que usted aun no se familiariza con su condición. También que su golpe en la cadera es remitente y que su tobillo no es del todo estable, lo que haría aun más difícil que pudiera sostener a alguien mas. Intenté evitar el golpe, pero no puse las manos a tiempo y fue completamente mi culpa.
Eren pensó en sus palabras un momento.
—No tienes que ser amable.
—No lo hago y lo que digo es completamente en serio.
Por su tono de voz, no dudo que fuera así. Eren suspiró y bajó la mirada, dejando que sus dedos alojarán el agarre abrasivo contra la tela de las sábanas.
—Lo siento…
—Yo igual… no debí quitarle el control de esa manera… — oyó como la chica tomaba una respiración profunda —. Pero… podríamos empezar de nuevo.
Eren se quedo en silencio y Mikasa decidió que le daría tiempo para pensarlo. Sabía que el golpe había sido en parte culpa de ambos y en ese punto, había decidido ignorarlo. Los exámenes arrojaron que no tenía nada de que preocuparse y con medicamento, el dolor en la cabeza era controlado, apenas sentía una molesta ahora y solo cuando hacia un movimiento brusco. El señor Zeke y Chiho le habían dicho que Eren se encontraba sumamente arrepentido y aunque una parte de ella lo dudaba, decidió comprobarlo con sus propios ojos, lo cual fue una grata sorpresa. Era su oportunidad de que volvieran a empezar y estaba ansiosa por ello.
Aquello se había vuelto mas que un trabajo cuando vislumbró la profunda soledad del hombre.
Estaba dispuesta a ayudarlo en todo lo que necesitara.
Estaba por cerrar la puerta cuando él suspiro.
—Esta bien… — musitó con tanta suavidad que bien podría haberlo imaginado, el moreno carraspeó y asintió ligeramente —. Empecemos de nuevo.
Mikasa sonrió y también asintió, pese a que él no podía observarla.
—Muy bien joven… vuelvo en…
—Eren…
—¿Disculpe?
—Solo Eren — susurró quedadamente.
—Muy bien — era un gran primer paso —. Vuelvo en un momento… Eren.
Y el moreno percibió el momento exacto en el que ella abandonó la habitación.
Su dulce aroma se había ido también.
Tres meses después…
—¡Maldición!
—Solo respira — susurró Mikasa con suavidad —. No pierdas la calma.
Eren gruñó, pero siguió sus instrucciones tomando lentas y pausadas inhalaciones,! mientras levantaba el rostro hacia el techo. Su pantorrilla derecha palpitaba ligeramente, habiendo chocado contra uno de los muebles del salón de estar.
Luego de que su tobillo y cadera hubiera mejorado mucho después de la terapia física, Mikasa decidió enseñarle a moverse alrededor de cada habitación de la casa.
Los ejercicios suponían un agotamiento mental tal, que al final del día caía agotado.
En primera, Mikasa les había indicado a los tres miembros de la casa, incluyéndole, que desde ese momento en adelante, nadie podía mover ningún solo mueble de su lugar, también le había advertido a Eren que debía ser muy paciente, aunque lo último era mucho mas sencillo de decir, que hacer.
Debía de aprenderse cada objeto que se encontraba en cada una de las habitaciones que visitaría. También debía medir las distancias con pasos, que precisaban tener exactamente la misma longitud. Debía memorizar la posición exacta de las cosas y nunca olvidar mantener la calma.
Habían empezado con su habitación y aunque fue difícil, luego de tres días, podía moverse con total independencia como para hacer cualquier cosa sin necesidad de ayuda.
Mikasa se había encargado de organizar todos sus muebles en perfecto orden. Incluso el armario, donde le indicó con total meticulosidad, el lugar en el que podría encontrar cada prenda y demás, había sido así mismo con sus implementos de aseo.
Le pidió un comando de voz a Zeke, lo cual le permitía encender y apagar cada aparato dentro del dormitorio sin necesidad de usar un elemento físico, e incluso, había cambiado su teléfono celular por un iPhone que podría usar a conveniencia mediante el modulador de voz "Siri"
En realidad, la perfección de su trabajo podía resultar agobiante, pero la chica mantenía estricto control sobre cada cosa y se las había repetido una y otra vez con la misma dulzura de la primera ocasión, hasta que pudo hacer las cosas por si solo.
Recorrer el pasillo de las habitaciones fue sencillo, sin embargo, en cuanto tuvo que embargarse en la difícil tarea de bajar las escaleras, encontró el verdadero desafío. Odiaba haber rechazado la ocasión en la que Zeke intentó ubicar su habitación en la parte baja de la casa, pero en ese punto, no podía retractarse, menos aún porque a pesar del tiempo que había transcurrido desde le incidente entre Mikasa y él, su hermano aún mantenía cierta distancia, aunque en esa ocasión fue él quien intentó darle su tiempo.
La sensación de vacío que le provocaba dar cada paso mientras descendía peldaño a peldaño, suponía un auténtico reto, pero con la continuidad de las ocasiones en las que Mikasa le había solicitado subir y bajar las escaleras, empezaba a ser mucho más sencillo, principalmente porque sabía que ella siempre estaba a su lado, por si perdía el equilibrio, lo que había sucedido para su completo alivio, una única ocasión.
Mikasa le había dicho que el salón de estar, era su siguiente destino, pese a que Eren hubiera preferido limitar su presencia en su habitación únicamente. Había durado un día entero en aprender los objetos que le rodeaban y contar los pasos. Era el segundo día y mientras intentaba caminar en torno a la habitación, había chocado ya tres veces, lo cual se volvía frustrante.
Mikasa había mantenido la calma y le obligaba a hacerlo también, aunque quería mandar todo al diablo y volver a su dormitorio. Claro que el hecho de que ella le hubiera realizado la insultante propuesta de usar un bastón tenía que ver mucho con ello.
Su estado era tan lamentable ya, por lo que, adicionar algo así, supondría una derrota, y estaba decidido a aprenderse cada rincón del maldito salón ese mismo día, así tuviera que intentarlo durante horas.
Escuchó cada una de las indicaciones de Mikasa, mientras caminaba de un lado a otro. Sintió el momento exacto en el que ella se acercaba cuando percibió el aroma de su piel. El sonido de sus pasos se veía amortiguado por la alfombra, pero era un alivio saber que había encontrado la manera de percibirla, así no la escuchara.
Inhaló el dulce perfume con profundidad y suspiró, volteando el rostro hasta donde sabía que estaría.
—¿Sucede algo?
—Un poco a la izquierda, estas a punto de chocar con la mesita de noche.
Eren soltó un gruñido, pero hizo lo que le decía, sin protestar.
Mikasa lo observó, mientras contaba cada paso, cruzando el salón, de un lado a otro. Sabía que era difícil para él, pero admiraba el esfuerzo que estaba haciendo por seguir su rutina al pie de la letra. Aunque entendía que tenía aún demasiado trabajo por realizar para hacer de él, una persona independiente, había vislumbrado el progreso y estaba orgullosa de Eren.
Esperaba que llegara el día en el que pudiera decírselo y que él lo tomara con un elogio, en lugar de un insulto.
Era tan fácil trabajar en todo aquello que pudiera ver, pero habían algunas heridas que jamás podría vislumbrar a simple vista y esperaba de verdad encontrar la manera de ayudarle a sanarlas.
Por un momento, se preguntó si realmente era la luz que él necesitaba.
Ella había podido notar los cambios emocionales que habían atacado a Eren, pese a que él intentaba actuar con total tranquilidad.
Había querido indagar al respecto, pero aunque llevaban un poco más de seis meses ahí y su relación era mucho mejor que un inicio, el hombre seguía manteniendo sus reservas emocionales y sentimentales, lo que le impedía preguntarle directamente que sucedía o en todo caso, obtener una respuesta sincera y de cualquier tipo pensándolo bien.
Cuando ese día, ingresó en la habitación para desearle buenos días, se dio cuenta que seguía en la cama, aún bajó las sábanas. Mikasa intentó actuar con la mejor actitud que tenia y procuró sonar alegre, mientras abría las cortinas y le indicaban que iban a dar un paseo temprano. El chico permaneció en la misma posición, con el cuerpo de costado y el rostro imperturbable. Bien podría creer que seguía dormido, sino fuera porque sabía que nunca estaba en cama luego de las ocho de la noche y porque su pie derecho se movía dentro de la sabana, un espasmo ansioso al parecer hereditario.
—¿Quieres algo en especial para desayunar? — le preguntó deteniéndose a un lado de la cama.
Él suspiró y encogió los hombros, antes de negar suavemente. Tenía el cabello largo aún y los mechones le cubrieron el rostro, pero no hizo amago de retirarlos. Mikasa pensó en hacerlo por un segundo, pero era un contacto demasiado personal y no sabía como él podía reaccionar, así que apretó los puños.
—Quiero estar solo — anunció el Jaeger con suavidad.
Mikasa pensó en decirle que no podía hacerlo o preguntarle lo que le sucedía, pero algo en su expresión le dijo que era más grave que un simple capricho.
—Esta bien, pero voy a volver en unas horas — le advirtió.
—Has lo que quieras — él se escuchaba cansado mientras murmuraba, pero no era algo físico, sino emocional.
Mikasa asintió y salió de la habitación. Chiho se encontraba abajo, preparando el desayuno. La morena se sentó en la isla central, en una butaca y la miró fijamente.
—¿No quiere desayunar?
—¿Como lo sabe? — le preguntó al instante.
La mujer mayor suspiró y abandonó la estufa, para acercarse y apoyarse en el mármol.
—Es por la fecha — una expresión de tristeza le cruzó el rostro.
—¿Hoy? ¿Qué fecha es hoy?
Chiho suspiró y se encogió de hombros, mientras apretaba los labios un momento.
—Hoy hace nueve años, los padres de los chicos tuvieron un accidente y murieron. Eren siempre se pone triste en esta fecha, aunque ha sabido sobrellevarlo a su manera… pero… con su condición actual…
—Claro — Mikasa asintió, comprendiendo finalmente su decaimiento de días atrás —. Lo siento mucho.
—Eran buenas personas y… adoraban a sus hijos, tanto como esos chicos los adoraban. El año pasado, el niño Eren no quiso salir de su habitación — la mujer suspiró con pesar y volvió a la estufa —. Al parecer este año también será igual.
Mikasa no comentó nada y comió, cuando la mujer le sirvió el desayuno.
Se detuvo la siguiente hora a pensar en la manera de conseguir que Eren saliera de su habitación. No podía comprender muy bien lo que se sentía perder a sus padres, gracias a Dios, los suyos se encontraban vivos y saludables, pero sabia que no todos tenían esa suerte y era más triste aún, pensar que fue en un accidente el que les arrebato la vida, en lugar de el curso natural de la vejez.
Cualquier persona tendría su dosis de tristeza en aquella situación, ahora entendía porque Zeke había estado taciturno mientras se despedía en la mañana. El luto podía ser demasiado doloroso aún a través de los años, pero en Eren, en su condición actual, debía ser peor.
Porque las personas solían distraerse de muchas maneras para alejarse de aquello que les dolía, sin embargo, Eren se encontraba tan atrapado en si mismo ahora, aún con todo el progreso que había hecho hasta el momento.
Sabía desde que lo había conocido, que sus heridas físicas en comparación con las emociones, serían mucho mas sencillas de sanar. En todo caso, a ese tiempo, su trabajo como enfermera había terminado, pues Eren se había curado por completo y podía moverse por toda la casa como una persona autosuficiente. A pesar de eso, Zeke le había solicitado permanecer más tiempo aún y ella tampoco quería abandonar a Eren de esa forma, por lo que aceptó.
No sabía si en algún momento podría ayudarlo realmente. Sus heridas actuales estaban muy por encima de sus conocimientos, pero por lo que había conocido de Eren hasta el momento, sabía que no se dejaría ayudar por un psicólogo o especialista en salud emocional.
La siguiente hora transcurrió, mientras pensaba en lo que haría. Subió nuevamente a la habitación del hombre y cuando le preguntó si deseaba desayunar, él no respondió.
Decidió dejarlo un momento más a solas, pero mientras pasaban los minutos, comprendió que por mas comprensiva que se comportará, nunca lograría entender su dolor del todo. Eren debía saberlo y por ende, simplemente descartaba cualquier avance que quisiera hacer en su dirección, como ayuda.
Cuando volvió a su dormitorio, otra hora después, no aceptó un "no" por respuesta.
—Es mejor que te vayas — susurró él cuando le preguntó si necesitaba algo.
Mikasa bufó y negó con la cabeza, quitándole la sábana con la que había decidido refugiarse. Algunas veces le parecía un niño, temeroso de los demonios que podían acechar en las sombras. Aunque su oscuridad era permanente y Eren debía tener miedo todo el tiempo.
Ese pensamiento le hizo aferrarse a su convicción e ignoró el gritillo sorprendido del hombre.
—¿Pero que demonios…?
—Vas a tomar un baño y vas a desayunar, luego seguiremos nuestra rutina diaria.
—Quiero estar solo ¡¿No me escuchaste antes?!
—Lo hice, pero tu día libre de mi es el domingo, así que no esperes obtener más que eso.
—Ya te dije que no quiero salir hoy, devuélveme mi sábana — él frunció el ceño con fuerza y Mikasa negó rápidamente, aun cuando Eren no podía observarla.
—No lo haré, ahora ve a tomar un baño.
—No pienso levantarme de aquí.
—Bien — aceptó con tranquilidad —. Entonces voy a darte un baño de esponja… por lo que me han dicho otros pacientes, soy muy buena en eso.
—Ni se te ocurra — una expresión de advertencia ensombreció el rostro de Eren.
—Puedes probarme si crees que no lo haré… — le amenazó, el hombre no hizo amago de moverse, pero ella hablaba completamente en serio —. Muy bien, entonces voy por las cosas.
—¡Mikasa!
—Estoy hablando en serio Eren. Si es necesario, te voy a quitar toda la ropa y te voy a bañar yo misma — sabia que aunque a él no le agradará lo que pudiera hacer, jamás se atrevería a tocarla o apartarla, pues temería lastimarla como la última vez y era una desgraciada, porque pensaba aprovecharse de eso.
Escuchó como el moreno refunfuñaba entre dientes, mientras se impulsaba hacia la orilla de la cama.
—Hazte para un lado — le advirtió con brusquedad. Mikasa lo hizo, sin decir una palabra —. Y dame mi toalla.
—Sabes donde esta… puedes buscarla — le recordó sin dar su brazo a torcer. Eren frunció el ceño, los labios y se tensó, pero no dijo nada y se puso de pie, acercándose a la base donde tenía la toalla
Mientras avanzaba hacia el baño, Mikasa se aseguro de seguirlo, por lo que no ignoró que mascullara entre dientes.
—¡Maldita!
—¡Te escuche! — le advirtió rápidamente. El hombre ingresó al baño, volteó un segundo y luego azotó la puerta.
—Eso espero.
A pesar del insulto, Mikasa sentía aquello como una victoria y no pudo evitar sonreír.
El Jaeger tardó por un poco más de quince minutos bañándose, cuando salió, solo llevaba una toalla alrededor de la cintura. Tenia el cuerpo muy definido, aunque por lo que entendía, había perdido mucha masa muscular desde el accidente.
Mikasa lo observó mientras cruzaba la habitación con confianza, como si realmente pudiera ver, y se detenía frente al armario. Ella se quedó sentada en su cama, la cual se había asegurado de arreglar.
Aunque hacer aquello iba contra su ética, no había ignorado la manera en la que los músculos de la espalda masculina se movían, mientras sacaba la ropa que vestiría ese día. No había ignorado desde la primera ocasión, lo atractivo que era su paciente y con el pasar de los días, podía decir sin lugar a dudas, que seguía pareciéndoselo, a pesar de todas las veces que había intentado ignorarlo.
—¿Piensas quedarte ahí a esperar que me cambie? — le preguntó él seriamente.
Mikasa frunció el ceño, sin comprender aún como era posible que siempre supiera de su presencia. Sabia que las persona no videntes desarrollaban aún más sus sentidos, pero hasta el momento, no había hecho ningún ruido ¿Podría ser que Eren percibió su mirada recorrerle? Un intenso rubor le abarrotó todo el rostro hasta que sintió que le ardían las mejillas.
—Solo estaba verificando que te hubieras bañado en serio — le aclaró lo más tranquila que podía.
—Bien… se que has visto a más hombres desnudos, pero a menos de que quieras incluirme en tu lista, tienes que salir de la habitación en este momento — susurró con suavidad. Mikasa no se ofendió, sabía que se refería a los pacientes masculinos que había tenido, en más de alguna ocasión habían conversado con ello.
—Muy bien — se aclaró la garganta, más nerviosa de lo que le habría gustado aceptar —. Voy a volver en un momento con tu desayuno.
—Puedo bajar, gracias — la cortó.
Mikasa suspiró y se dirigió hacia la puerta.
—Pero que sea en menos de diez, porque sino voy a volver por ti.
—Ya vete — le hizo un ademán maleducado con la mano, pero ella lo ignoró y lo observó un segundo antes de cerrar.
En la planta baja, le dijo a Chiho que le preparara algo de desayunar a Eren. La mujer estaba en verdad sorprendida y le aseguró que haría algo delicioso.
Mikasa esperó, mientras la observaba cocinar. Eren bajó unos minutos después, tal como se lo indicó y se dirigió hacia la cocina. Mikasa lo observó fijamente, mientras se movía con lentitud por el pasillo hasta ahí, luego se acercaba a la isla y se sentaba a su lado con tranquilidad. Sus movimientos aún eran demasiado precavidos, pero no había tropezado ninguna vez y también parecía muy seguro de la dirección de cada paso.
—Buenos días mi niño — le saludó Chiho con alegría.
—Buenos días — respondió él cortante, ambas mujeres intercambiaron una mirada y la mayor asintió.
Cuando Mikasa observó que Chiho empezaba a servir, se apresuró a levantarse, para servirle también, un vaso de café y uno de jugo de arándanos, su favorito, luego le llevó los cubiertos y solo entonces, posicionó el plato que la mujer le dio.
Cada utensilio tenía su puesto también y Eren deslizó las manos con confianza, tomando primero el tenedor y luego llevándolo al plato. Los alimentos también tenían su colocación metódica y Chiho era muy cuidadosa al respecto, por lo que Eren no se llevaba nunca la sorpresa al hundir el cuchillo en el lugar equivocado.
—Es tu favorito — le comunicó la mujer mayor al Jaeger. Eren asintió, pero no dijo nada.
Mikasa revisó su celular y Chiho volvió a ordenar la cocina mientras Eren comía. Sabía que él detestaba que le vieran comer, por lo que ambas mujeres se aseguraban de no predisponerlo.
—Ya termine — soltó apenas unos minutos después.
Mikasa miró el platillo y se dio cuenta que sólo se había comido la mitad.
—Pero aun no has comido todo — susurró Chiho rápidamente.
—No tengo hambre, se lo dije a Mikasa.
—Esta bien — murmuró la aludida —. No hay problema Chiho… además, comiste más de lo que espere.
—¿Y ahora que?
—Hoy vamos a salir.
Eren volteó el rostro en su dirección con el ceño fuertemente fruncido.
—Sabes que lo pienso de eso… — él le había advertido que no deseaba salir de la casa —. Si estas pensado que puedes hacer lo que quieras, estás equivocada.
Chiho jadeó sorprendida, pero Mikasa había esperado aquella reacción, por lo que no se inmutó.
—Lo vamos a hacer.
—¡No!... te dije que no voy a salir ¡Me largo!
La Ackerman suspiró y le tomó del brazo deteniéndolo, sintió como el hombre se tensaba bajo su toque, pero no intentó apartarla tal como había supuesto.
—Vamos a ir al jardín. Quiero que tomes un poco de aire y sol — susurró suavemente.
Eren bajó el rostro y negó, pero ella no lo soltó y él pareció saber que no lo dejaría irse, hasta obtener una respuesta positiva.
—Podemos intentarlo… mañana.
—No… debe ser hoy.
—Mikasa
—Por favor… — le observó fruncir el ceño y tras unos segundos, simplemente suspirar.
—Esta bien.
Mikasa solo sonrió, pese a que quería saltar de alegría. Soltó lentamente al hombre y le miró ponerse de pie y dudar un segundo, antes de encaminarse a la sala de estar. El jardín se encontraba tras una puerta corrediza en el salón principal. La morena siguió a Eren de cerca, hasta que él abrió la puerta y se detuvo un momento, con duda.
Ella lo analizó con curiosidad hasta que pasados los segundos, se preguntó que podía ponerlo tan pensativo. Bajó la mirada y observó sus pies descalzos.
—Puedo ir por un par de zapatos — él negó y suspiró.
—No hay necesidad — musitó antes de salir.
El clima afuera era muy agradable y podía sentirse el calor de la luz del sol sobre la piel. Mikasa cerró la puerta y se adelantó hacia Eren, dudando un momento hasta tomarlo del antebrazo que estaba a su alcance. El hombre se tensó, pero no intentó apartarse y Mikasa lo guío a través del suave pasto verde, hasta una banca de metal que había cruzando el jardín.
—Da media vuelta — le indicó con suavidad. El moreno lo hizo sin dudarlo —. Ahora puedes sentarte.
Esperó hasta que él se sentó antes de hacerlo ella misma. Le sorprendía aún, que Eren confiara tan ciegamente en sus indicaciones, pero ellos habían logrado acoplarse con sorprendente rapidez luego de un inicio algo turbulento. Aún así, podía sentir la reticencia de Eren y aunque deseaba ayudarle, era muy difícil cuando él no le permitía entrar.
No había mucho que pudiera hacer al respecto, tan solo darle tiempo. No era tan arrogante como para creer que ellos podían ser buenos amigos, por lo que sabía, él la soportaba porque su hermano se lo había exigido y también, a raíz de la culpabilidad que sentía por el accidente en su habitación. Aún así, esperaba algún día llegar a un punto de confianza, al menos para ayudarle a cargar con todo aquello que lo agobiaba.
—Es un hermoso jardín — susurró suavemente.
En realidad lo era, lo había pensado cuando Zeke le había dado el recorrido de la casa. También había esperado el momento en el que pudiera sacar a Eren de su encierro para llevarlo ahí y era una sorpresa que se hubiera dado tan pronto.
—Mi madre… ella lo cuidaba mucho — susurró él Jaeger suavemente.
Eso logro sorprenderle. En primera, porque pensó que se trataría de una charla unilateral, en segunda, por que no había esperado que él quisiera hablar de su madre, menos aún ese día.
—Ya veo.
—Le gustaba mucho la jardinería. Ella construyó este jardín y… Zeke y yo tratamos de que luzca tal como ella lo cuidaba antes de fallecer.
—Siento eso — susurró Mikasa suavemente.
El hombre encogió los hombros y suspiró, como si no le importara aunque sabía que era todo lo contrario.
—Fue hace algún tiempo – dijo en voz baja, unos segundos después.
—Pero eso no quiere decir que deba dejar de doler.
Eren levantó el rostro al cielo, permitiendo que el sol le acariciara la piel. No recordaba la última vez que había visitado el jardín, incluso antes de su accidente. Aunque no solía pasar demasiado tiempo en casa, más concentrado en su trabajo, cuando lo estaba, intentaba ignorar aquel lugar y era debido a todos los recuerdos que tenía sobre su madre justo ahí.
Sin embargo, en ese momento, en lugar de sentir un sordo dolor en el pecho o el peso de aquellos momentos tan bonitos que ahora solo quedaban en recuerdos, solo se sintió bien. Porque de alguna manera respirar aquel aire tan puro, sentir el sol sobre la piel y escuchar el aire rozar entre las plantas, le traía una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo.
Inhaló aún más y percibió el aroma de Mikasa, que se mezclaba con todo lo demás.
Y solo sonrió, mucho más tranquilo.
—¡Mierda! — gimió suavemente cuando su pie topó contra la mesita de noche.
Estaba algo desconcertado, pero intentó erguirse nuevamente para concentrarse en su alrededor.
Podía sentir la sensación de sequedad justo en el fondo de su garganta. Amaba el invierno, pero odiaba lo que este causaba en él. Tendía a ser una persona sana, pero de un tiempo hacia el presente, había desarrollado alguna especie de vulnerabilidad. Talvez se debía a el poco cuidado que había tenido desde el accidente. Antes procuraba hacer ejercicio todos los días, se alimentaba muy bien, tenía consultas regulares y tomaba vitaminas. En ese momento era una sombra de lo que había sido y aunque podía ser un poco triste, en realidad le hacía sentir molesto.
Porque la maldita gripe le había atacado.
Mikasa le dio un medicamento, alegando que tenia una infección en la garganta. Se había sentido irritado, con la nariz sensible y mucho agotamiento. Eso le había llevado a volver a la cama luego del almuerzo y ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se había dormido. Se sentía mucho mejor, por suerte, pero eran poco más de las siete de la noche por lo que había comprobado, y tenia sed.
Lentamente, se encaminó fuera del pasillo y bajó las escaleras. Era extraño que Mikasa no estuviera cerca, pero lo atribuyó al hecho de que ella debía suponer que aún estaba dormido.
Se acercó a la cocina y luego, al filtro de agua, tomó el vaso que Mikasa había dejado para él, a un lado, y se lo sirvió completamente lleno antes de llevarlo a sus labios. Tomó dos vasos de agua hasta quedar satisfecho, aun sentía una molestia en la garganta, pero lo atribuyó al malestar previo.
—¿Ya te despertaste? — Chiho se acercó a la cocina, al escucharle.
—Hace un momento.
—¿Dormiste bien?
—Más o menos.
—¿Vas a comer algo? — la mujer se movió hacia la estufa. Eren palpó la isla central y se sentó lentamente en un azafate.
—Si.
—Hice tu pasta favorita y pollo en champiñones.
—Se escucha bien — asintió.
No escuchaba ningún ruido más que el del televisor en el salón de estar, de donde Chiho había venido. Mikasa no se había acercado aun, lo que era extraño.
—¿Y Zeke?
—Dijo que tardaría un momento.
—Bueno… — asintió —. ¿Y…?
—¿Mikasa? — la mujer pudo identificar aquello que no quería decir.
—Es raro que no esté molestando — disimuló de manera fatal.
—Es porque tuvo que salir — susurró la mujer, mientras servía un plato.
—¿Salir? — eso le hizo fruncir el ceño. Por lo que sabía, él único día libre de Mikasa era el domingo, el cual usaba para visitar a su familia.
—Si, fue a buscarte para avisarte, pero estabas muy dormido y no quería molestarte.
—Ahh…
—Me dijo que te avisara que venia tarde, ella llamó a Zeke también, para que no se preocupará. Fue él quien le dijo que podía irse.
—Ya veo…
—Si… iba muy bonita.
—¿Y la comida ya esta? — la ignoró.
—Si, ten… espero que te guste.
Eren asintió y empezó a comer, forzando cada bocado dentro de su boca.
Era un viernes y por lo que sabía, cuando una mujer tenia una cita ese día, de noche, era porque debía encontrarse con algún hombre. Él lo había hecho varias veces también. Claro que no había esperado que Mikasa tuviera una cita, aunque no había indagado lo suficiente para saber si tenía novio. Ella tampoco había comentado nada al respecto, pero ¿Por qué debería? Solo eran enfermera-paciente y no había sido el mejor de todos, tampoco.
Además ¿Qué le importaba?
Siguió comiendo, pero luego, un pensamiento le llegó a la mente ¡Los chats! Mikasa ni siquiera pasaba pendiente de los chats. Apenas y veía alguno y muy rara vez estaba interesada en el teléfono, por lo que había escuchado. Una mujer en una relación, siempre pasaba atenta al celular, así que podía asumir que no debía ser una relación seria.
¡Mierda! Eren dejó el plato a un lado, cuando una sensación pesada se instaló en su estómago. Debía seguir enfermo, claro que si. Se disculpó con Chiho y subió a su habitación.
Sentado en la cama, decidió que talvez escuchar algo podría distraerlo, por lo que encendió la televisión y puso un canal de deportes. Moduló el volumen para que no fuera demasiado alto y luego, se limitó a escuchar.
Casi una hora después, pudo percibir que la puerta principal se abría, lo que logró espabilarlo. Se irguió y escuchó, pero solo identificó la voz de Zeke.
Menudo idiota que llegaba tarde.
Volvió a recostarse y siguió escuchando la televisión.
Ni siquiera se dio cuenta en que momento el sueño finalmente le vencía, lo que le hizo quedarse dormido, mientras aún estaba sentado.
Cuando volvió a despertar, buscó su teléfono y verificó la hora. Eran un poco más de las tres de la mañana, lo cual le puso de muy mal humor. Apagó el televisor e intentó escuchar, pero todo estaba en silencio, a excepción de algunos sonidos fuera de la casa. El cuello le dolía por la posición incomoda en la que se había dormido. Con un gruñido, se colocó de costado y cerró los ojos, arrojándose con la sábana hasta los hombros.
¡Maldita noche!
—¡Buenos días! — exclamó Mikasa sonriente, mientras se adentraba a la habitación y se acercaba a la ventana principal, corriendo las cortinas.
Cuando volteó, frunció el ceño al observar que Eren se encontraba acostado aún. Eso le hizo inquietarse.
—¿Eren?
Él gruñó, pero no hizo amago de levantarse. Mikasa se apresuró a acercarse a la cama, preocupada.
—¿Sigues enfermo?
Él encogió los hombros y no contestó. Mikasa frunció el ceño y salió de la habitación, volviendo varios minutos después con algunos implementos médicos.
—Levanta el brazo.
—¿Qué? — la voz de él se escuchaba rasposa.
—Voy a tomarte la temperatura.
—No tengo fiebre.
—Levanta el brazo — volvió a indicar. Eren masculló entre dientes e hizo lo que le pedía —. Muy bien — tomó algo más —. Ahora, abre la boca.
—¿Para qué?
—Ábrela, voy a ver como sigue la infección en las amígdalas.
—Estoy mejor.
—¡Eren! — le dirigió una mirada de advertencia. El hombre frunció el ceño e hizo lo que le pedía —. Eres peor que un paciente pediátrico.
—Y tu eres muy molesta — mascullo él cuando le quitó el depresor.
—Se ve mucho mejor ¿Tomaste la pastilla anoche?
—Chiho me la dio, porque no estabas.
—Ah… tuve un pendiente.
—Eso escuche — encogió los hombros e intentó sentarse.
—No quería despertarte, por eso no te avise.
—La próxima vez hazlo.
—Fue solo una salida… no es la gran cosa.
—Prefiero saber que no estas, a llevarme una sorpresa cuando se me ocurre buscarte — gruñó. Mikasa le dio la razón.
—Bueno… creí que dormirías toda la noche ¿Te levantaste porque te sentías mal?
—Algo así.
—Lo siento.
—No importa — encogió los hombros.
—Déjame revisar el termómetro — ella se lo sacó y verificó la temperatura.
—¿Te fue bien?
—¿En qué? — no le presto mucha atención.
—¿En tu cita con ese hombre? — eso logro espabilarla.
—¿Cuál hombre?
—Con el que saliste — se cruzó de brazos.
—Me encontré con mis dos mejores amigos ¿De qué hablas?
Eren se sorprendió y rápidamente sintió como un intenso rubor le cubrió las mejillas.
—Yo creí que…
—¿Qué? — ella lo miró fijamente.
¡Mierda!
—Le pregunté a Chiho.
—Bueno… seguramente lo malinterpreto — susurró suavemente.
—Si, seguramente.
—No tienes fiebre y la infección esta remitiendo. Es mejor que tomes un baño con agua caliente y luego del desayuno, te voy a dar una pastilla.
—Voy a bajar.
—Pero creí que…
—Me siento mejor.
—Bueno — ella se sintió confundida —. Bien, te veo abajo.
—Bien.
Y mucho más tranquilo de lo que había esperado, Eren ingresó al baño.
Sin embargo, mientras estaba bajó el chorro del agua, una pregunta se filtró dentro de su mente como si se tratara de una bofetada.
¿Acaso había estado celoso?
—Hace un buen día.
—Si — Eren asintió mientras comía lentamente.
Se había sentido extrañado cuando esa mañana, Zeke ingresó a su habitación y le pidió que desayunara con él en el jardín.
Mikasa se había ido la noche anterior, para visitar a su familia, lo que les dejaba a ellos tres nuevamente solos.
Eren supuso que ese día permanecería en su habitación. Había sido así todos los domingos desde que Mikasa se iba, sin embargo, de unos días al presente, Zeke había empezado a tomar una actitud mucho más afable, como en el antaño, y Eren trataba de corresponderla, porque necesitaba de verdad recuperar a su hermano.
Habían avanzado a pasos tan cortos que no sabía muy bien cómo volver a lo que eran antes de accidente. Comprendía que Zeke se hubiera cansado de su actitud de mierda. El colmo había sido el accidente de Mikasa y no podía culparlo, cuando él mismo seguía sin perdonarse.
Ese momento a solas, talvez les permitiera volver a hacer las paces. Esperaba que fuera así.
—Me alegra que tu recuperación este yendo tan bien.
—Mikasa hace un buen trabajo.
—Así es — él parecía feliz, lo cual le hizo sonreír —. Me alegra mucho hermano.
—A mi también — asintió.
Zeke le observó fijamente, mientras tomaba un trago de su jugo de naranja. En un par de meses, se cumpliría un año desde que Mikasa había llegado con ellos, y un poco mas del año y medio, desde que Eren había tenido el accidente.
Habría sido casi imposible imaginarlo ahí afuera, tan tranquilo, hace diez meses.
En aquel entonces, era la sombra del hombre que había conocido. Ahora, aunque aún seguía sin ser él mismo, podía vislumbrar un poco más del Eren con el que había crecido.
No sabía si había sido por la dosis de realidad con la que le había abofeteado el día del accidente de Mikasa o tenia que ver con la misma chica, quien, contra todo pronóstico, había logrado que Eren cooperara, talvez a raíz de la culpa que sentía o porque ella había hecho algo para persuadido. Cualquiera que fuera la razón, no importa a sin embargo, no mientras pudiera mirar aquella expresión tan pacifica en el rostro de su hermano.
Aun así, habían cosas que lo atormentaban, como el hecho de su hermano, a la edad de veintisiete años, tuviera que vivir con una condición que limitaba su vida de todas las maneras posibles.
Sabía que Eren empezaba a superarlo, pero él no podía. Porque cada vez que lo veía, solo conseguía pensar, en el día en el que le llamaron para avisarle del accidente.
Casi creyó que moriría, al imaginar en perderlo, pero nada había sido tan grave, como cuando Eren despertó y se dio cuenta que no podía ver.
La única vez que lo había visto llorar fue cuando perdieron a sus padres, luego de eso, se había vuelto un poco duro y con el tiempo, asumió que era parte de la personalidad que fue tomando.
Cuando el vendaje fue retirado de sus ojos, y Eren lo abrió y se dio cuenta que no miraba, un grito le desgarró la garganta y tuvo un ataque de ansiedad tal, que tuvieron que sedarlo.
Al despertar no había vuelto a ser el mismo y aunque había intentado comprenderlo y apoyarlo, Eren simplemente continuó alejándole. Aunque ahora, parecía más calmado y resignado de su situación, Zeke no podía simplemente ignorarlo.
—Estuve investigando… — empezó a decir, con mucha cautela.
Levantó la mirada y notó que Eren comía sin el menor problema. Por un segundo se le cruzo el pensamiento de que no lo había escuchado, pero por lo que sabía y Mikasa le confirmó, las personas invidentes desarrollaban los otros sentidos exponencialmente.
—Y creo que… deberíamos visitar al… oftalmólogo – susurró. Eren no afirmó, ni negó y supo que estaba ignorándole deliberadamente —. Eren…
—No quiero — le cortó con dureza y siguió comiendo.
—Eren… no empieces a actuar de esa manera. Ya no eres un niño y necesito que…
—No voy a hacerlo… — apretó los labios un segundo —. Estoy acostumbrándome a esta vida y no ha sido sencillo… no quiero pensar que puedo recuperar todo y… que resulte un engaño nada más, volvería a sentirme como cuando desperté en el hospital y me di cuenta que no podía ver — tomó una profunda inhalación y continuó comiendo.
Zeke dejó los cubiertos de lado y le miró fijamente. Un nudo le atravesaba en la garganta y tuvo que tomar otro trago de jugo para poder pasarlo. Había esperado que Eren hiciera un berrinche o fuera grosero y sarcástico, nunca pensó que luciría tan tranquilo, ni mucho menos que le diría todo aquello con tanta calma. Eso le hizo sentir mucho peor y supo que no había manera de refutarlo ¿Qué podría decirle al respecto?
—Es extraño cuando… Mikasa no esta — soltó Eren para cambiar de tema. Podía sentir la tensión en el ambiente y era evidente, que luego de su revelación, Zeke había quedado sin palabras.
—Eso creo — susurró su hermano, un momento después.
—Si… — Eren asintió y dejó el tenedor a un lado, para palpar la mesa y buscar el vaso, lo agarró sin dilatación y tomó un prologado trago.
Zeke le miró fijamente y luego suspiró. No había mucho que decir al respecto y era evidente que el menor no deseaba seguir hablando del mismo asunto, por lo que decidió que lo dejaría pasar. Talvez podría concertar una cita y empaparse mejor del asunto con el oftalmólogo, él mismo. Cualquiera que fuera el caso, tenía mucho tiempo por delante y no se cansaría de intentarlo hasta que la respuesta de su hermano fuera positiva.
También existía la opción de comentárselo a Mikasa y que ella pudiera interceder, había demostrado tener capacidades muy encantadoras, y si había podido con el Eren de un inicio que odiaba a todo mundo, definitivamente lo haría con el que tenía frente a él, con aquella expresión pacifica y postura relajada.
—Mikasa… es una buena chica.
—Si…
—Es muy carismática y bonita… — comentó casualmente.
No perdió la manera en la que el cuerpo de Eren se tensaba o como sus labios se apretaban en una línea recta. Eso logró confundirlo y le llevo a fruncir el ceño ¿Podría haberle disgustado que halagara a Mikasa? ¿Acaso Eren gustaba de ella?
—Bueno, más que bonita, es hermosa… estoy seguro que cualquier hombre podría enamorarse de ella — se tentó a decir, midiendo su reacción. Una expresión molesta cruzó el rostro de su hermano.
—No deberías de hablar así de ella, trabaja para nosotros.
—¿Y eso que? ¡Soy hombre!... además, no intentes hacerte el casto. Tu y yo solíamos tener estas conversaciones cuando veíamos a alguna mujer bonita, y esta en comparación… es muy inocente.
—Eso es diferente.
—Pero no estoy diciendo nada malo, solo la verdad, es una mujer muy hermosa y una chica excepcional.
—Si tanto te gusta ¿Por qué no le pides que sea tu novia?
Zeke retuvo a duras penas una carcajada, mientras miraba el ceño fruncido de su hermano ¡Algunas veces era tan inmaduro!
—Podría intentarlo… ¿Qué te parece de cuñada?
—¡Eres un imbécil! — el moreno echo hacia atrás, agitado.
—¿Porque te exaltas tanto?... Acaso… ¿Tienes sentimientos por Mikasa? — indagó con una sonrisa.
Eren bufó y cruzó los brazos rápidamente, molesto.
—¡Puedes irte al demonio, Zeke!
—Bueno — el rubio suspiró —. Es evidente que terminamos de desayunar. Voy a llevar los platos dentro, tu quédate un poco más para que se te baje la azúcar. Estaré en la oficina si necesitas hablar con alguien.
—¡Púdrete imbécil! — era evidente que estaba de muy malhumor.
Zeke no se inmutó, sabia que para que Eren se comportará de esa manera, era porque había dado exactamente en el punto. Era evidente que sentía algo por Mikasa y se negaba a aceptarlo, talvez por terquedad o por inseguridad, cualquier que fuera la razón, tenía que descubrir que debía hacer con ello y tendría que ser él mismo.
—Si sientes algo por Mikasa deberías de decírselo. Quizás te sorprendería lo que puedes descubrir.
Eren levantó una mano a tientas y le mostró el dedo medio en todo su esplendor. Era tan absurdo e infantil que Zeke no pudo evitar reírse todo el camino hacia el interior de la casa.
Y Eren se quedó ahí, con sus propios demonios.
Eren observó el camino con un suspiro agotado. Era muy tarde esa noche y apenas acababa de salir de trabajo. Había hablado con Zeke temprano y en cuanto le comunicó que no llegaría a la hora acordada a la cena que habían programado, él le dijo que se lo tomara con calma, lo hizo, talvez demasiado.
Habían sido días agotadores y estaba cansado. Solo esperaba que todo fuera bien en el caso que estaba tenia a cargo. La apelación había sido difícil de conseguir luego del primer fallo a favor de la persona que estaban demandando, pero esperaba que con las pruebas que había conseguido, esa vez pudieran lograr algo.
Empezó a conducir a través de la intersección suroeste que le llevaría a la carretera principal, cuando por el rabillo del ojo, logró ver una luz cegadora. Eso le espabiló al instante y frenó con rapidez, lo que hizo que su auto se estremeciera y su corazón se acelerara. El conductor del otro vehículo avanzó, mientras le insultaba a gritos. Eren negó, con el pecho aún agitado, y unos segundos después, empezó a avanzar.
Entró a la carretera y luego, al freeway que le permitía cruzar la ciudad. Cerró los ojos un momento y cuando volvió a abrirlos, una luz cegadora le tapó por completo la mirada. No sabía si se había dormido al volante, si habían pasado unos segundos, minutos u horas o si solo había manejado por inercia hasta ese momento. Algo se acercaba y solo atinó a quitarse de su camino.
El resto fue un vistazo de imágenes difusas. Algo se estrelló contra su costado derecho, luego el izquierdo, perdió el control del timón y giró varias veces, hasta el momento en que empezó a detenerse y otro impacto le arrastró por toda la calle. El cuerpo le dolía, la cabeza le palpitaba y su pecho quemaba debido al calor que le provocaba el roce del cinturón de seguridad.
Estaba confundido y asustado, y solo acertó a sostenerse de cualquier cosa
¡La bolsa ni siquiera había estallado!
Entonces, mientras miraba a todos lados, con un sonido estallante en los oídos y la mente confundida, algo se estrelló justo con el parachoques delantero y una luz volvió a iluminar todo, luego algo estalló y el dolor más horrible, agonizante e inimaginable le atacó.
—¡Mis ojos! ¡¡Mis ojos!! ¡¡MIS OJOS!!
—Eren… ¡¿Qué sucede?! — escuchó la voz preocupada de Zeke.
—¡No puedo ver!
—¡¿Que está pasando doctor?!
—Le explique que el daño en la retina había sido muy grave.
—¡¡NOOO!!
—Haga algo doctor.
—Debe calmarse, señor Jaeger.
—¡No puedo ver Zeke! ¡¡No puedo ver!!
—¡Enfermera, traiga un sedante!
—¡No puedo ver! ¡No puedo ver! ¡No puedo ver!
—¡Eren! ¡¿Qué sucede?! — una voz dulce se coló en su sufrimiento. Agitado, el moreno intentó abrir los ojos y se dio cuenta que estaba hundido en una oscuridad infinita.
—¡No puedo ver! — las lágrimas rodaban a través de sus mejillas y un nudo le atravesaba la garganta, tan intenso, que apenas podía respirar.
—Eren… es solo una pesadilla, es una pesadilla — unos brazos dulces le rodearon y luego, percibió aquel aroma, tan extraño, tan familiar y tan cálido.
—Esta tan oscuro.
—Estoy aquí Eren, estoy aquí.
—Esta tan oscuro — un sollozo quebró su voz, mientras rodeaba la delgada cintura y la apretaba contra su cuerpo. Ella era tan pequeña y aun así, tan fuerte, y tenía la capacidad de alejar el frío y el miedo.
—Todo estará bien.
—Mikasa…
—¡Eren! — una agitada voz masculina hizo que Mikasa levantara la mirada llorosa y la fijará en la puerta, donde se encontraba Zeke, quien lucía increíblemente inestable, con la respiración agitada y la bata mal acomodada.
Mikasa sentía como el cuerpo de Eren temblaba y se aseguró de abrazarlo mas apretadamente, pese a que su propia piel se estremecía. No había sabido cómo reaccionar cuando escuchó el primer grito de terror que podría helar la sangre de cualquiera, aun así, no dudo en correr hacia la habitación de Eren.
Claro que no se imagino jamás, que la escena fuera tan dolorosa. En todo el tiempo que llevaba desde que había llegado a aquella casa, Eren había sido la persona más estoica y hasta indiferente sobre su condición. Parecía más bien molesto con todo y su depresión se debía más a los cambios en su vida. Nunca le había oído quejarse y jamás había usado su discapacidad para manipular a alguien. Incluso se molestaba si lo trataba como un lisiado. En ese momento, escuchar su llanto y sentir como se estremecía, y le abrazaba con fuerza, le había tocado el corazón.
—Esta bien — retuvo a duras penas un sollozo, en la condición actual de Eren debía apoyarlo, no deshacerse en lágrimas —. No se preocupe señor Zeke.
—Pero… — el hombre miraba al moreno con una expresión de sufrimiento, era evidente que le dolía verlo en ese estado.
Mikasa sabía que cuando Eren se recuperara, se sentiría avergonzado. No quería hacerlo cargar con algo más, por lo que lo mejor era permitirle un poco de espacio para poner en orden sus emociones. La había elegido a ella de alguna manera para ser el refugio al cual aferrarse en ese momento de dolor, pero que alguien mas observará su miseria, podría afectarlo a largo plazo.
—Él estará bien, no voy a dejar su lado — le dirigió una mirada determinada al mayor —. Puede volver a descansar.
Zeke pareció dudar con la mirada fija en su hermano menor, pero asintió luego de un momento. Dio media vuelta en silencio y volvió a cerrar la puerta. En el pasillo, a Mikasa le pareció escuchar la voz de Chiho, seguramente los gritos de Eren la había despertado. Zeke empezó a murmurar algo y luego, escuchó como se alejaban.
Mikasa bajó la mirada y observó el cabello largo de Eren. Él había enterrado el rostro en su cintura y había parado de llorar, pero el cuerpo seguía estremeciéndosele en silenciosos sollozos.
Soltó un suspiro y lentamente, deslizó los dedos dentro de las hebras castañas. El hombre se tensó un momento, pero no hizo ademán de alejarse, y eso le dio la pauta para acariciarlo con dulzura. No supo cuanto tiempo estuvieron en esa posición, pero poco a poco, Eren fue tranquilizándose, hasta que su cuerpo prácticamente dejó de temblar y su respiración se volvió pausada.
Mikasa creyó que había vuelto a dormirse, por lo que intentó soltar su agarre, no obstante, el movimiento pareció alertarlo y el Jaeger se apresuró a negar.
—No quiero estar solo — tenía la voz bastante ronca y que él se atreviera a pedirle algo así, sabiendo lo orgulloso que era, hizo que una ternura sin igual la inundará.
—No iré a ningún lado, pero debes acomodarte… la posición va a hacer que te duela el cuerpo mañana.
Él no protestó e hizo justo lo que le indicaba, hasta que se recostó de costado. Mikasa sabía que aquello era demasiado personal, pero en ese punto, había pasado por alto que su relación era solo profesional en todos los sentidos. En ese momento, Eren la necesitaba, por lo que ella podía bien omitir algunas reglas si era para permitirle un poco de paz a su alma atormentada. Se acostó a su lado, luego de conseguir arroparlo por la sábana.
Ella quería preguntarle como se sentía, que había soñado y si podía hacer algo más para ayudarlo, pero entendía que lo mejor es permitirle la libertad de hablar si así lo deseaba.
Estuvieron los siguientes minutos en silencio. Él mantenía aún los ojos cerrados y sus manos se encontraban en una posición entrelazada, frente a su pecho. Mikasa recorrió con la mirada cada una de sus facciones. Desde el lacio cabello largo, hasta las cejas gruesas y los ojos cerrados, con unas pestañas gruesas y largas que seguramente se verían adorables y sin embargo, se veían opacados por las marcas violáceas que cubrían sus ojeras, también tenía los parpadeos hinchados, seguramente por su llanto anterior y ella sintió como un nuevo nudo le cruzaba la garganta por completo. Se preguntó si sus ojos tendrían el mismo color azul de los ojos de Zeke o si serian del color de los ojos de su madre, la mujer que estaba en un cuadro en el salón de estar, la única vez que él le había permitido una mirada, fue durante su llegada ahí y estaba tan conmocionada por su ataque, que apenas había tenía una mirada de su expresión. Había intentado buscar más fotos para tener una idea de como lucía él antes del accidente e incluso en su tierna infancia, pero no había conseguido nada e indagar con Chiho le parecía más allá de sus capacidades. No debía olvidar que estaba ahí como empleada, no como amiga. Pero sabía que nunca había hecho algo como aquello con algún otro paciente, que nunca se había permitido involucrarse a un nivel emocional y sentimental, y que Eren era algo más que solo un deber.
Él le gustaba, pero era algo más que físico y no lo entendía. No sabía cuando había sucedido, ni porque. No habían tenido un buen comienzo y tropezaron demasiado veces en el camino, aún así, el lazo era real y temía que fuera mutuo, porque mientras sus sentimientos fueran suyos, sería sencillo esconderlos.
—Quisiera poder verte… — sus palabras lograron sorprenderla e hicieron que bajara la mirada a los labios atractivos masculinos.
—¿Verme…? — pensó que más que un deseo real, Eren seguramente intentaba guiar sus pensamientos lejos de todo lo que había sucedido. Si era así, no tenía problemas, siempre que él pudiera sentirse bien.
—Recuerdo todo desde antes del accidente por lo que, conozco lo que me rodea… pero a ti no, y siempre estás ahí.
—Ohh… hay una manera.
—¿Una manera? — él lucía confundido. Mikasa sonrió y se inclinó quitándole la sábana.
—Levántate.
—¿Ehh?
—Toma asiento y abre las piernas – le indicó —. Vamos, hazlo.
El moreno parecía aún extrañado, pero lo hizo lentamente. Mikasa esperó que se acomodara, antes de acercarse a él de rodillas. Procuró mantener una distancia decente entre sus cuerpos, llevaba su pijama, la cual consistía en un pantaloncillo corto y una camisa de tirantes, y aunque por un momento consideró que podía ser indecente, dado que era su enfermera, recordó con tristeza que Eren no podía verla, por lo que no hacia mayor impacto. Siguió acercándose hasta que casi se tocaban. Eren parecía muy pendiente de cualquier sonido y tenia una expresión de confusión y vulnerabilidad que le causó ternura.
—Se que no puedes verme, pero puedes… crearte una imagen mental de mi rostro.
—¿Cómo? — ladeó la cabeza ligeramente.
—Con tus manos y tus dedos — miró las manos grandes y las tomó.
—Lo he visto en… películas, creo… ¿Funciona?
—Así es, podemos intentarlo — miró que su expresión se tornaba curiosa. Lucía mucho más relajado y le alegró poder encontrar la manera de alejar sus pensamientos de la pesadilla de antes.
—Bien.
Mikasa tomó las manos con cuidado y las llevó hasta su rostro. Él las apoyó sobre sus mejillas. Era muy cálido.
—Puedes tocarme… solo imagina mi rostro, mientras lo haces.
Él lo hizo, deslizando los dedos por sus mejillas y rodeando su rostro hasta las cejas, las cuales delineó cual si fuera una caricia. Tocó sus ojos y rozó con dulzura las abundantes pestañas, luego siguió más abajo por su nariz, pequeña y recta, hasta llegar a sus labios, Mikasa retuvo el aliento y al levantar la mirada, se dio cuenta que él también lo hacía. Eren acarició el superior, con la yema del dedo pulgar y luego, suavemente el inferior, deteniéndose un segundo de más ahí. Mikasa sentía que el corazón podía salírsele del pecho y percibió el momento exacto en el que un rubor furioso le coloreó las mejillas. Esperaba que Eren no fuera capaz de sentirlo. El moreno, sin embargo, dejó de acariciar y siguió descendiendo, hasta su barbilla y rozando de punta a punta, su rostro. Cuando terminó, en lugar de soltarla, Mikasa sintió como volvía ascender en un camino que parecía quemar todo a su paso con su solo tacto, hasta que volvió a posarse sobre sus labios y ella sintió como todo su cuerpo se estremecía.
—Eres hermosa…
La respiración femenina, no tardó en agitarse. Mikasa se aferró con ambas manos a las sabanas de la cama e intentó retomar su calma usual, pero era casi imposible. Todo el cuerpo le temblaba y su corazón latía a un ritmo tan fuerte y apresurado, que temía que Eren fuera capaz de escucharlo.
—No es así… — su dedo le acarició, mientras murmuraba las palabras. Esperó que él hiciera un amago de alejarse, pero el moreno simplemente continuó acariciándola y Mikasa empezó a ponerse cada vez más nerviosa.
Podría intentar alejarse, pero su cuerpo no respondía. Miró el momento exacto en el que Eren empezaba a inclinarse y supo instantáneamente que la besaría. Lo correcto sería ponerle un alto en ese instante, alejarse y salir de la habitación, pero se dio cuenta que no podía y simplemente se quedó ahí, cerrando los ojos y esperando.
Cuando sus labios se tocaron, Mikasa sintió como su corazón daba un vuelco y no pudo evitar soltar un gemido bajo.
Fue apenas un ligero roce, sentía tanta calor y todo el cuerpo le temblaba. Eren se alejó apenas unos centímetros y Mikasa percibió como su cálido aliento le acariciaba el rostro, no pudo evitar soltar un suspiro.
—Esta mal — susurró con los ojos aún cerrados —. No podemos hacer esto.
—Shh… — él volvió a bajar el rostro y sus labios se encontraron.
En esa ocasión, las manos masculinas se deslizaron tentativamente alrededor de su cintura. Mikasa sintió como se le estremecía el alma misma y gimió, mientras ladeaba el rostro siguiendo el movimiento que Eren hacia y correspondiendo cada una de sus caricias. Sus manos la rodearon, hasta que se anclaron en su espalda y sintió como los dedos se extendían sobre su camisa, acariciándole la piel en el proceso. Mikasa levantó las temblorosas manos y las apoyó en los hombros masculinos.
Cuando la falta de aire les obligó a alejarse, en lugar de sólo darle un momento para procesar aquella repentina intimidad, Eren empezó a besarle el rostro, mientras sus manos le tocaban en una caricia dulce que pretendía tranquilizarla.
¿Cuándo habían cambiado los papeles?
—Esto es… tan poco ético.
—¡Al diablo eso! — gimió Eren y volvió a besarla.
Debería detener aquella insensatez, tenía que hacerlo. Pero mientras Eren la besaba y sus manos la acariciaban con tanta suavidad, se dio cuenta que no quería. No sabía en qué terminaría todo eso, no sabia si estaba haciendo lo correcto al anteponer sus sentimientos sobre su trabajo, no sabía nada, pero no quería pensarlo también.
Sus manos se deslizaron lentamente entorno al cuello masculino y lo abrazó antes de corresponder su beso con pasión.
Era una locura, pero ninguno pensaba detenerlo.
Mikasa siguió hablando, mientras Eren le acariciaba el cabello lentamente.
De un tiempo hasta el presente, él había desarrollando un gusto especial porque le leyera. Al inicio, fueron solo unos pocos libros que tenia dentro de su habitación, pero luego le confió que le gustaba el sonido de su voz y que le relajaba que estuviera a su lado, y le pidió a Zeke que le consiguiera unos libros más.
Mikasa procuraba mantener un tono de voz suave y fluido, mientras le dirigía miradas de vez en cuando, para verificar que estuviera atento a lo que decía.
Sintió como la caricia de sus dedos se detenía un momento y cuando volteó, se fijó que él parecía demasiado tranquilo y su respiración era pausada.
—¿Por qué te detienes? — una pequeña arruga le cruzó el entrecejo.
—Creí que te habías dormido.
—Estaba concentrado en la lectura, me gusta escucharte.
—Muy bien — todo su rostro se enrojeció.
Eren deslizó las manos de su cabello a su rostro y le acarició los labios con el pulgar. Cuando los quitó, sus propios labios reemplazaron su dedo y Mikasa se apresuró a enredar la mano dentro de cabello para besarlo con suavidad.
Habían transcurrido algunos meses desde que decidieron iniciar con aquella relación. No era novios como tal, al menos ninguno de los dos había hecho mención al respecto, pero se entendían y eso era lo más importante.
Compartían besos y caricias con regularidad, pero también compañía, complicidad y risas. Mikasa seguía sin saber muy bien hacia donde les llevaría todo aquello, pero estaba segura que había desarrollado sentimientos por Eren y esperaba que fuera mutuo.
Sintió como el Jaeger se alejaba con brusquedad, lo que logró desconcertarla.
—Alguien viene — musitó con el ceño fruncido.
Mikasa se levantó con rapidez, mientras Eren se acomodaba en la cama hasta apoyarse contra el respaldo, y ella se ponía de pie y empezaba a caminar alrededor de la habitación. Hasta el momento, nadie conocía de su relación y aunque no habían hablado acerca de ello, acordaron, que era mejor que siguiera de esa manera. Mikasa no podía quitarse aún la sensación de que estaba siendo poco profesional y temía que Zeke o Chiho pensaran que se había aprovechado de Eren, lo cual no sería extraño, pues aunque era mayor y más fuerte que ella, se habían conocido en un momento de su vida en el que él era vulnerable emocionalmente.
Fingió leer justo cuando alguien tocó la puerta. Zeke entraba siempre con la tempestad propia de un hermano mayor, por lo que no podía ser otra mas que Chiho.
—Permiso — susurró con suavidad, mientras ingresaba, y solo luego de que Eren le dijera que podía hacerlo.
—¿Qué sucede? — le preguntó Mikasa con dulzura, mientras se acercaba. Aun no era la hora del almuerzo, por lo que le extrañaba que estuviera ahí.
—El señorito Zeke le llama, niña.
—¿Para qué? — fue Eren quien preguntó.
—Yo voy a ver ahora — Mikasa intervino, al ver la expresión fruncida del moreno. No sabía porque parecía de pronto molesto, pero no quería que Chiho hiciera especulaciones al respecto.
Cuando la mujer asintió, Mikasa pudo respirar con normalidad. La anciana les avisó que el almuerzo estaría en una hora y luego salió. En cuanto lo hizo, Eren volteó el rostro en la dirección exacta en la que estaba, como si pudiera verla. Sino fuera por sus ojos cerrados o porque conocía su afección, ella habría creído que era así.
—¿Sabes que quiere Zeke?
—No — negó con honestidad —. Talvez tiene alguna consulta general o sobre ti ¿Qué sucede?
—Nada.
—Bueno… voy a ir, vuelvo luego — se acercó a la puerta, pero luego dudo y se acercó a él para darle un pequeño beso en los labios. Eren pareció sorprendido por un segundo.
El moreno escuchó el momento exacto en el salía de la habitación y el aroma que tanto le gustaba, empezó a diluirse en el aire.
Se tiró en la cama y fijó el rostro en el techo sin poder ver más allá de la oscuridad que inundaba su mundo. Su discapacidad era algo con lo que creyó que no podría vivir jamás, pero estaba empezando a aceptarla y aunque resultaba doloroso, sabia que debía afrontarlo y aprender a vivir con ello. Eso le había traído a Mikasa a su vida y él tenia sentimientos reales por ella.
Pensó un poco más en su relación y en lo rápido que había avanzado la misma a pesar de todas las reticencias de Mikasa. Aun no le había declarado su intención de que formalizaron su relación y Mikasa parecía decidida a ocultarlo frente a Zeke y Chiho. Eren comprendía su reticencia y había decidido darle algo más de tiempo. Entendía que ella estaba luchando con su ética profesional y moral, y no quería darle la presión de tener que explicarle a un tercero que eran novios ya.
Suspiró y se irguió, para buscar su celular en el tocador. Había pasado un tiempo ya desde que la chica abandonó la habitación ¿Qué era eso que Zeke tendría que decirle? Frunció el ceño recordando su discusión en el jardín tres meses atrás. Aún en ese momento, seguía produciéndole un nudo en el pecho al pensar que su hermano podía sentir atracción por la misma mujer por la que tenía sentimientos.
Aquellos pensamientos lograron inquietarlo más. Tomó profundas inhalaciones y encendió el televisor para distraerse un poco, empero, con la continuidad de los segundos, el nudo en su estómago, se convirtió en un agujero y no pudo mantenerse ahí más tiempo.
Se levantó antes de pensarlo demasiado y se encaminó fuera de la habitación. Bajo las escaleras y lentamente se dirigió hacia la oficina de Zeke. Era sábado, por lo que regularmente su hermano dejaba la oficina y decidía trabajar desde casa.
—Tienes que encontrar la manera de decírselo, se que no lo tomara bien — escuchó la voz del mayor.
—Lo se…
—Comprendo que no quieras lastimarlo, pero posponerlo no le hace ningún bien, cuanto antes lo sepa, será mejor.
—Esta bien…
—Sabes que agradezco todo lo que haces por él.
—Quiero ayudarlo más que nada.
—Y esta es la forma correcta, aunque sea algo que le cause dolor. No podemos seguir ocultándole las cosas. El domingo pasado, se extrañó cuando no estuve en casa y no podía decirle que iba a encontrarme contigo, ni por que…
—Si, se lo diré…
—Muchas gracias Mikasa… has sido de mucha ayuda durante todo este proceso y he aprendido a amarte com…
—¡¿Que demonios esta pasando aquí?! — Eren no podía seguir escuchando más. Sentía como todo el cuerpo le temblaba de furia y dolor.
¿Mikasa había estado engañándolo todo ese tiempo? ¿Era Zeke su verdadero interés amoroso? ¿Y todo lo que había pasando entre ambos durante esos meses? ¿No había significado nada?
—¡Eren! — escuchó el jadeo de sorpresa femenino. Eren sentía que el pecho le dolía y podía percibir un nudo que empezaba a formarse en su garganta.
¿Cómo había podido ser tan idiota?
—¿Ustedes dos están en una relación? – preguntó herido.
—¡¿QUE?! ¡NO! ¡Claro que no! — ella se oía realmente escandalizada. Como si la sola insinuación fuera impensable.
—Pero acabo de escucharlos…
—Lo que crees haber escuchado… no es… — la voz femenina temblaba.
—Se lo que escuche. Salieron el fin de semana pasado y Zeke estaba diciendo que te amaba.
—¡Como a una hermana! ¿De que demonios estas hablando Eren? ¡Soy casi doce años mayor que ella!
—Pero se que te gusta.
—¡Claro que no!
—Dijiste que podría ser mi cuñada.
—Eso fue para molestarte. Es obvio que tienes sentimientos por Mikasa.
—¿Entonces porque te metiste con ella?
—¡No fue así! ¡Eren, por favor! — ella se acercó y apoyó las manos en su pecho. El moreno no quería que ella le tocara, pero la última vez que la había alejado, resultó lastimada.
—Mikasa, no…
—Mira Eren, se como se escuchaba esta conversación, pero te juro que no es nada de lo que crees — intentó explicarle Zeke.
—Eres mi hermano — gruñó entre dientes —¡Mi maldito hermano!
—Y por eso mismo tienes que creerme! ¡¿Cuándo en mi maldita vida he hecho algo para lastimarte?! ¡Deja de actuar como un idiota! ¡Estas confundiendo todo el contexto!
—Eren, por favor… estoy contigo. Solo contigo — la voz femenina se quebró y le pareció que la chica lloraba. Eso logro partirle el corazón, pero había escuchado algo, no estaba loco.
—¿Que me están ocultando entonces?
—Puedo explicártelo.
—Muy bien — palpó los brazos de la chica hasta encontrar su mano y entrelazarla —. ¡Nos vamos!
—Pero que mierda… ¿Y yo que?
—Mikasa y yo estamos saliendo… no quiero que tengas un momento a solas con ella.
—¡Eren! — la chica se escuchaba sorprendida —. Zeke, yo… lo lamento por una actitud tan poco profesional y…
—No tienes que disculparte… soy un puto adulto ¡Ya escuchaste Zeke!
—Es mi empleada Eren, no puedes prohibirme que…
—Es mi novia, así que puedo hacerlo.
—Entonces es mi cuñada.
—¡Lejos!
—¿Estas hablando en serio? ¿Qué demonios te pasa? ¿Desde cuando eres tan celoso?
—Eren… Zeke…
—Y tu y yo tenemos algo que aclarar — cortó a la chica y se apresuró a salir de la habitación.
—Voy a pasar esto porque se que estas molesto Eren, pero no voy a alejarme de mi cuñada por tus tontos celos ¡¿Escuchas?!
Eren lo ignoró mientras subía las escaleras. No tardó en llegar a su habitación y luego, cerró con llave antes de soltar a Mikasa y cruzarse de brazos, exactamente frente a la puerta.
—¿Entonces?
—Todo fue un malentendido Eren — ella estaba demasiado nerviosa y jugaba con sus manos —. Yo estoy contigo, jamás… nunca, te engañaría.
—Saliste con Zeke el domingo.
—Eren…
—Me voy a molestar si no me dices de que se trata
—Me encontré con él, si… quería que asistiera a una cita que había programado — eso hizo que el moreno frunciera el ceño
Su mente empezó a trabajar y no tardó en relacionar lo que Mikasa le decía, con la conversación que había tenido con Zeke meses atrás.
—¿Esto es sobre el oftalmólogo?
Mikasa se quedó en silencio y aunque Eren no podía verla, supo que su expresión debía estar ahogada en culpabilidad. Había dado en el clavo.
—¡Maldito Zeke! ¿Y que creyó? ¿Qué podía buscarte para convencerme?
—Zeke habló con el doctor y él le dijo que hay una probabilidad… de que… con una operación puedas volver a ver.
Eren negó y empezó a caminar de un lado a otro, agitado. Le había aclarado a Zeke que no quería hablar más de ese tema y no solo había seguido indagando, sino también había involucrado a Mikasa, quien tuvo que mentirle para seguir su juego.
—No voy a hacerlo — sentenció con dureza.
—Eren…
—Zeke intenta manipularme, usándote.
—No es así, se preocupa por ti — escuchó como Mikasa se acercaba un paso y luego se detenía. Él también lo hizo y le dio la espalda. Se sentía molesto, demasiado molesto aún.
—Las operaciones en los ojos siempre tienen su porcentaje de probabilidad de éxito, nunca se puede asegurar nada ¿Crees que no investigue? ¿Acaso piensas que me quedé de brazos cruzados luego del accidente? ¡No hay una manera de que pueda volver a ver!
—Pero esta operación…
—¿Que? ¿Tiene algo diferente?
—Eren…
—¿Cuánto es su probabilidad de éxito en esta ocasión? — ella no respondió —¿Cuánto Mikasa?
—Sesenta por cierto… — ella soltó un suspiro —. Pero estuve estudiando y tiene un mayor alcance en pacientes que cualquier otra operación. Es una buena oportunidad Eren.
Ella se escuchaba tan esperanzada. Comprendía que su fe era ciega, él por lo contrario, no quería vivir de más esperanzas, el golpe al final era demasiado doloroso.
—¿Y qué sucederá si no funciona? — se acercó a la cama y tomó asiento —. Y si estoy dentro de ese porcentaje de falla.
—No debe ser así.
—Pero puede suceder.
—Entonces, no sucederá nada… — escuchó sus pasos acercarse y luego sintió como ella se ponía de rodillas y le tomaba de las manos con fuerza —. No perderás nada intentándolo.
—No quiero volver a lo que sentí antes — suspiró suavemente, con tristeza. Hablar de aquel tema siempre era demasiado doloroso —. Estoy aceptando mi condición, pero si la operación no funciona… será como si volviera a empezar.
—No va a ser así — ella se sentó a su lado y se apresuró a abrazarlo. Percibir su calidez y sentirse envuelto por el aroma de su piel, de alguna manera, calmó todos los miedos que intentaban emerger.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque voy a estar aquí… — ella le dio un beso en el hombro y luego apoyó el rostro contra su brazo —. Voy a estar a tu lado.
Eren apretó los labios y bajó el rostro, sintiendo como un pequeño, pero potente nudo empezaba a formarse en su garganta.
—Tengo miedo — aceptó con suavidad, en un murmuró tan bajo que si no fuera porque ella estaba cerca, no habría sido capaz de escucharlo.
—Yo también — susurró presionándose aun mas contra su costado—. Pero necesito que tengas fe en esto y en cualquier cosa que te ayude.
—Tu me ayudas.
—Entonces confía en mi… todo va a estar bien.
Eren suspiró e hizo que ella le soltara antes de voltear y abrazarla contra su cuerpo. Hundió el rostro en su cabello y inhaló, hasta que sintió como el suave aroma que desprendía le tocaba el alma misma. Con Mikasa había encontrado una paz de infinita, ella era aceptación, dulzura y cuidado. A su lado, no se sentida menos y sus sentimientos por ella lo llenaban de una manera tan infinita que bien podía durarle hasta otra vida. Sabía que cumplía cualquier cosa que prometía.
—Esta bien… vamos a hacerlo.
Escuchó como ella retenía el aliento por un momento y luego suspiraba.
—Gracias Eren — podía sentir la sonrisa en su rostro.
—Solo necesito que te quedes conmigo — buscó su rostro y lo tomó entre las manos.
—Aquí voy a estar todo el tiempo que necesites — susurró ella suavemente.
Eren tomó una inhalación profunda y posó un dedo sobre los dulces labios femeninos, antes de acariciarlos con gentileza e inclinarse, para capturarlos con los suyos.
—"Siempre" — quiso decir, pero solo fue un pensamiento que se aferró a su mente.
No podía tentarse a soltarlo, por mucho que lo sintiera en ese momento. No sabía que seria de ambos en un futuro, por lo que, lo mejor era vivir el presente y en ese momento, su mundo entero giraba en torno a Mikasa.
Casi dos meses después, todo había sido preparado para la operación. El día en el que se había programado la cirugía, llegó con más rapidez de la que hubiera deseado.
Luego de varios exámenes y consultas, por fin, toda aquella espera ansiosa llegaría a su fin. Al día siguiente entraría al quirófano sin nada más que la esperanza remota de recuperar su vida.
Sin embargo, esa noche, nada más que los miedos y la oscuridad que le había acompañado, los últimos años, le seguían.
Intentaba ser valiente.
Ese día había pasado como cualquier otro, mientras escondía muy dentro todo lo que le decía que aquello no era más que una pérdida de tiempo y energía, que nunca volvería a ver, que Zeke se cansaría algún día de tener que cuidarlo siempre y que Mikasa le abandonaría por un hombre que estuviera completo.
Luego de cenar, Mikasa le acompañó a su habitación. Eren tomó un baño y se visto ahí mismo, luego la llamó y ella le ayudó con su rutina antes de dormir. La chica le acompañó hasta la cama y se acostó un momento con él. Algunas veces ella le leía algún libro u observaban una película que Eren hubiera visto antes, para familiarizar las imágenes con el sonido.
Casi era medianoche cuando Mikasa intentó erguirse para abandonar la habitación, alegando que debía dormir, pero era lo que menos Eren deseaba.
—No quiero que te vayas.
—Pero… es tarde — susurró ella acariciándole el brazo derecho. Eren negó con la cabeza y la abrazó con fuerza, enterrando el rostro en el cuello de la chica.
—Quédate…
—¿Qué sucede Eren? — la Ackerman empezaba a preocuparse, de pronto se dio cuenta de la expresión de sufrimiento en el rostro del hombre.
—No quiero estar solo — susurró
Mikasa suspiró y le dio un beso en la frente, acomodándose un poco mejor hasta quedar frente a él. Hundió el rostro en el cuello del moreno y sintió como él apoyaba el suyo contra su cabello. Le escuchó aspirar con fuerza, lo que le pareció curioso.
—¿Qué haces?
—Tu aroma.
—¿Cómo? — levantó el rostro y miró su expresión un poco mas relajada — ¿El olor de mi shampoo?
—Cuando te conocí, creí que era un perfume, pero… luego… no se. Es la manera en la que hueles toda tú.
—Ohh…¿huelo mal? — ella acercó su nariz a su brazo e intentó inhalar, pero no sintió más que el olor a vainilla de la crema con la que se hidrataba la piel todas las mañanas, luego de su baño.
—No… me gusta mucho.
—Solo huelo la crema de piel… es de vainilla — tomó un mechón de su cabello —. Y mi Shampoo es de coco ¿es eso lo que hueles?
—No, es diferente… es como flores o… como huele el jardín en primavera.
—¿Flores? — Mikasa lo miró sorprendida, Eren fruncía el ceño mientras intentaba identificar su aroma —. Pero no llevo nada que tenga olor a flores.
—No se entonces… — volvió a hundir el rostro en su cabello —. Pero me gusta mucho.
—Bueno… me alegro — le acarició el pecho un momento — ¿Te sientes mejor?
—Tu me has sentir mejor.
—Es bueno escucharlo… Y pensar que hace un año querías que me fuera.
—Y no lo hiciste… eso te atrapó conmigo — la mano izquierda que él tenia sobre su cintura, se deslizó lentamente por su espalda.
—Me encanta saberlo… — levantó el rostro, lo que hizo que Eren también perdiera su lugar preferencial en su cabello. Miró su expresión serena un momento y le acometió el más puro de los sentimientos.
No sabía como había sucedido, no lo había esperado, talvez por eso bajó las defensas y permitió que él se metiera profundamente en su corazón. No importaba, sin embargo, porque mientras Eren quisiera que estuviera a su lado, ella lo estaría. Lo amaba demasiado y solo esperaba que su tiempo juntos fuera eterno.
—¿Crees que la operación sea riesgosa?
—Claro que no — Mikasa negó y le dio un beso en la barbilla —. Todo va a salir bien, eres un hombre sano y joven, solo te van a poner anestesia general y el tiempo estimado de cirugía es de cuatro horas. Cuando despiertes, Zeke y yo vamos a estar ahí.
—Mas te vale.
—Te lo prometo.
—Mira las cosas que hago por ti — soltó en un suspiro dramático.
—Te lo voy a compensar — volvió a besar su barbilla.
Eren bajó el rostro y se encontró con sus labios rápidamente.
Su beso empezó como una suave roce, pero rápidamente se volvió sensual y persuasivo. El calor empezó a surgir de sus cuerpos, subiendo la temperatura no sólo en su piel, sino también en sus caricias.
La mano de Eren se deslizó suavemente dentro de la camisa que llevaba Mikasa, sus dedos le acariciaron la piel de la cintura y se deslizaron suavemente hasta tocar su pecho con la yema de los dedos.
La morena soltó un gemido, echando la cabeza hacia atrás y cortando su beso, pero Eren no perdió el tiempo mientras depositaba besos pequeños y sensuales en su cuello.
—Eren… no se si debemos… hacer eso — tartamudeó excitada.
—Te necesito — él levanto el rostro y acarició sus labios, en una húmeda caricia con la lengua — ¿No me deseas?
Mikasa le miró, con los ojos suaves y húmedos. Sentía como su cuerpo temblaba y su interior se derretía. Claro que quería hacer el amor con Eren, pero no había pensado que fuera el momento aun, menos luego de verlo tan vulnerable y temeroso. No quería que su primera relación sexual se viera opacada por esos sentimientos, mucho menos que él se refugiara en el placer físico para olvidarse de todo.
—Claro que te deseo — tomó su rostro con ambas manos y le miró fijamente.
Él rara vez abría los ojos y sabía que se debía a la inseguridad que sentía por su discapacidad, sin embargo en ese momento lo hizo y Mikasa pudo observó el precioso color verde que tenían sus orbes. Se preguntó como lucirían cuando volviera a ver, el brillo de sus ojos, como se sentiría ser observada por él.
—¿Entonces? — Eren volvió a cerrar los ojos.
—No quiero que te refugies en esto para olvidar la operación de mañana — aceptó suavemente.
Esperaba que Eren no se molestara, no quería discutir con él cuando al día siguiente entraría a quirófano, mucho menos predisponerlo, claro que no esperó, que en su lugar, el chico se empezará a reír. Eso la hizo fruncir el ceño, confundida.
—¿Qué sucede?
—¿Crees que quiero hacerte el amor para olvidarme de la cirugía? ¿Es en serio?
—Bueno… no es que… — ella tartamudeó, sin saber que podía decir al respecto.
—Mikasa… claro que quiero hacerte el amor, pero te aseguro que no tiene nada que ver con lo de mañana ¡Por Dios! Llevo semanas queriendo tocarte, pero me digo que tengo que ir lento… y… — respiró profundamente.
—¿Semanas?
—Meses — se corrigió.
—Ohhh…
—Nunca dudes cuanto te deseo — le aclaró con seriedad —. Dijiste que me deseas también ¿fue en serio?
—Si — suspiró Mikasa.
—Bien, es todo lo que necesito saber — él se inclinó y volvió a besarla.
Sus caricias fueron mucho mas confiadas en esa ocasión y Mikasa se dio cuenta que también necesitaba hacer el amor con él. Llevaban como más de ocho de relación y cada momento le había enseñado a amar a Eren. Sabía incluso en sus inicios duros, que debía estar ahí para él, pero luego de enamorarse de Eren, simplemente lo demás fue inevitable.
Permitió que él le quitara la pijamas y disfrutó cuando sus labios reemplazaron a sus manos, tomando sus pechos, haciendo un camino decadente por su abdomen hasta hundirse en su parte mas íntima.
Casi sintió que podía tocar el cielo y cuando él volvió y se colocó sobre ella, y entre sus piernas, Mikasa no dudo en abrazarlo, entregándose por completo a él.
Eren le hizo el amor con dulzura, con necesidad, con verdadero sentimiento. Mikasa nunca se había sentido más amada, nunca había percibido una conexión mas profunda con otra persona.
—Te amo — susurró desde el alma.
Eren levantó el rostro y abrió los ojos, como si pudiera observarla.
—Yo también te amo — susurró suavemente y se apoderó de su boca.
Siguió moviéndose lentamente, construyendo una montaña rusa de sensaciones que amenazaba con explotar y hundirla en el proceso.
—Quiero verte — susurró él apesadumbrado, mientras sus manos la tomaba de la cintura y sus labios le acariciaban el cuello.
Mikasa sintió un nudo en la garganta y le tomó el rostro, volviendo a encontrarse con su boca. Lo beso con todo el amor del que era capaz y cuando se separó, se aseguró de verlo tan fijamente que él pudiera sentirlo.
—Siéntenme – susurró suavemente.
Y Eren lo hizo.
La operación había sido un éxito, tal como el doctor aseguró.
Eren no tardó en pasar a una habitación donde Mikasa y Zeke le esperaban.
Los siguientes días fueron de lenta recuperación, Mikasa se aseguró de no abandonar el lugar a su lado, a menos de que fuera para tomar una ducha y pese a que el mismo Eren le había pedido que volviera a la casa.
Cuatro días después, fue el momento de la verdad.
Eren apretó las sabanas entre los dedos de su mano derecho, mientras con la izquierda tomaba la mano de Mikasa, quien estaba a su lado, mientras el doctor le quitaba las vendas. El médico había soltado una charla extensa sobre el porcentaje de probabilidad de que la cirugía fuera un éxito y como los demás pacientes habían recuperado su vida en pocos meses. Eren procuró no comentar nada al respecto y tan solo respiró, hasta que sintió como la tela desaparecía de sus ojos.
Su corazón amenazaban con escapar de su pecho y sentía un nudo en la garganta tan fuerte que temía quebrarse en cualquier momento. De pronto, se dio cuenta que no estaba preparado para nada de eso. No podía, los sentimientos le sobrepasaban ¿Qué haría si la operación había fallado?
—Vamos a quitarte los parches ahora — le comunicó el hombre mayor.
—Espere…
—¿Qué sucede?
—Y si esperamos un momento más…
—Ya puede abrir los ojos Eren, el tiempo de recuperación terminó. Es hora de ver si la cirugía fue un éxito — susurró la voz del doctor.
Eren respiró profundamente y luego negó, demasiado emocional como para siquiera intentarlo.
—Oye chico, no hay nada que temer, como te dije…
—Doctor — la voz de Zeke le interrumpió — Si nos disculpa… ¿Mikasa?
Escuchó el suspiro femenino y luego sintió como ella se sentaba en la cama y le tomaba la otra mano obligándole a abrir los dedos hasta que pudo entrelazar sus dedos. Ella le sostuvo gentilmente y respiró con profundidad.
—Eren… amor — él volvió a negar —. Hiciste lo más difícil ya, ahora solo debes abrir los ojos y…
—¿Y si no veo? ¿Qué pasará si estoy a oscuras de nuevo?
—Nada, no pasará nada…
—No quiero Mikasa, es más fácil fingir que no…
—Estoy segura que todo salió bien… y si no — ella tragó saliva —. Voy a estar aquí, a tu lado.
—Mikasa… no puedo — ella se dio cuenta de las manos del hombre temblaban.
—¿Quieres que lo haga por ti?
—Si.
Mikasa se movió, soltándolo y apoyando las manos en la camilla para inclinarse y darle un beso suave y dulce. Cuando se separaron, ella tomó con ambas manos los parches y los quitó muy despacio, procurando evitar que tocaran las pestañas o cejas.
Cuando finalmente los quitó, el doctor le pasó otro parche húmedo para que limpiara los ojos de Eren y lo hizo con mucho cuidado. El chico apretó los labios y esperó, con paciencia a que terminara.
—Ya esta… ¿Puedes abrir los ojos?
Creyó que tendría que engatusarlo para que lo hiciera, pero el moreno simplemente se limitó a asentir y abrió lentamente los ojos.
Mikasa retuvo la respiración mientras lo observaba. Los orbes verdes se fijaron en ella y luego, la sonrisa mas brillante que jamás había visto, cruzó los labios de Eren.
—Eres aún más hermosa de lo que creí — susurró suavemente, con un nudo en la garganta.
Mikasa sintió como las lágrimas que apenas había podido retener, le inundaban los ojos. Un sollozo escapó de sus labios y tuvo que aferrarse a su propio pantalón para no tirarle encima.
—¿Puedes verme?
—Si amor… ¿Vas abrazarme ahora?
Ella no podía hablar, por lo que asintió llorosa y se tiró a sus brazos que no dudaron en recibirla apretadamente.
Eren escuchó como Zeke empezaba a gritar y luego se abalanzaba sobre el doctor, festejando. Una sonrisa cruzó sus labios y hundió el rostro en el cabello de Mikasa percibiendo el aroma tan familiar y delicioso que desprendía su cuerpo.
Un nudo se le formo en la garganta y se apresuró a tomar el rostro femenino, inundado en lágrimas e inclinarse, para besar sus dulces labios.
Ahora todo estaba bien en su mundo.
Y tenía a la mujer de su vida en brazos.
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FIN DEL CAPÍTULO
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NOTAS DEL CAPÍTULO:
Buenas noches bellas.
Espero que les haya gustado el capitulo. Cuando inicie con esta palabra, la idea era muy diferente, pero me quedé con esta historia, porque me gustó aún mas y ame el resultado. Ojalá fuera así también para ustedes.
¿Qué les pareció la relación entre estos dos?
Se que tuvieron un inicio muy difícil, pero también un desenlace a mi parecer, muy bonito. Me encanta esta pareja porque fácilmente puedo acomodarla en cualquier escenario y aun así, también es sencillo hacer que se amen.
Nos leemos en unos días con la continuación del capítulo 19 ¿Saben de cual hablo? Así es, de "Tulipanes", la próxima actualización es "Conocer a los padres" que en este caso se traduce a "Enfrentarse al temible tío Levi". Estoy esperando subirlo ya.
Con esto me despido ¡EreMika canon!
Besos y abrazos.
20/10/2022
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