Disclaimer: South Park es propiedad de Matt Stone y Trey Parker. Los Mitos de Cthulhu son propiedad de H. P. Lovecraft y los miembros del Círculo Lovecraft.


Universo Lovecraft-Park

Tras la huella de los dioses


Capítulo 10

«En tiempos remotos, hombres elegidos habían hablado en sueños con los Primigenios sepultados, pero un día, algo sucedió. La gran ciudad pétrea de R'lyeh, con sus tumbas y monolitos, se hundió bajo las aguas; y las aguas profundas, llenas del misterio primigenio que ni los pensamientos pueden atravesar, habían cortado aquella comunicación espectral.»

—H. P. Lovecraft, La llamada de Cthulhu


Se detuvieron frente a la casa de Kyle, que era la más cercana a la casa del difunto profesor. Mysterion abrió la puerta y bajó del coche, Henrietta mantuvo el motor encendido y las manos en el volante. El plan era sencillo: entrar en busca de l pelirrojo y sacarlo de allí para llevarlo a un lugar seguro lo más rápido posible.

Pero, nuevamente, parecía que la secta –o Nyarlathotep– se habían adelantado.

Teniendo un mal presentimiento, el héroe no perdió el tiempo llamando y abrió la puerta principal. La casa estaba en silencio, un silencio que realmente no le agradaba. Y al pie de la escalera, un nervioso Butters se retorcía las manos como si tratara de lavárselas. En cuanto escuchó la puerta abrirse se giró en su dirección. En su mirada se reflejó la sorpresa de verlo vestido así a esa hora.

—M-Mysterion —dijo el niño.

—¿Dónde está Kyle? —preguntó, intuyendo que no iba a darle la respuesta que le gustaría escuchar.

—Arriba, con Stan, pero… —agachó la cabeza—. No creo que quieras ver lo que pasa.

Mysterion le miró con intensidad por un momento, el niño retrocedió, luego suspiró y avanzó un paso, como tratando de bloquearle el camino:

—Creo que… De verdad, no creo que quieras ver esto… Los padres de Kyle… ellos… —Butters no pudo hacer nada cuando Mysterion lo hizo a un lado para pasar.

El héroe subió las escaleras lo más rápido que pudo.

—¡Oh, hamburguesas! —exclamó Butters, y también subió las escaleras.

La puerta de la habitación del matrimonio Broflovski estaba entreabierta. Nada más acercarse, el héroe presenció una imagen que hubiera preferido no ver. Los padres de Kyle estaban recostados en la cama, con la misma expresión en blanco que había visto en Liane Cartman.

Su amigo estaba agachado junto a la cama, abrazando a Ike con fuerza, como si temiera que desapareciera si lo soltaba. Stan tenía su mano en su hombro derecho, brindándole apoyo.

—Kyle —dijo Kenny, bajándose la capucha y dejando interpretar la voz de Mysterion.

—Kenny —respondió Kyle, mientras levantaba la cabeza y lo miraba. Su rostro estaba humedecido debido a las lágrimas—. No sé qué les pasa… esta mañana estaban normales… Yo… No me escuchan… Es como…, como si no me conocieran… Solo están… allí…

—Tranquilo, estoy aquí —dijo Kenny y se acercó para brindarle su apoyo, al igual que Stan.

—Traté de llamar a emergencias —agregó Stan—, pero no me contestan. Al parecer todas las líneas están saturadas. —Luego, reparando en su traje de Mysterion, agregó—: ¿Está pasando algo…?

—El Culto de Cthulhu, eso es lo que pasa.

Kyle le dedicó una mirada extraña.

—¿Esto es obra suya? —gruñó, apretando los dientes.

—Es muy posible —respondió Kenny.

—Cuiden de Ike —dijo Kyle con frialdad y se puso de pie caminando hacia la puerta.

—¡Espera ! ¿A dónde vas? —preguntó Stan, mientras corría tras de él.

—Esos malditos… voy a…

En su voz se podía notar lo furioso que estaba. Nunca lo habían visto así. Ni siquiera luego de los insultos de Cartman y sus planes enrevesados, Kyle había estado tan furioso. Deseaba venganza.

—¡Solamente te pondrás en peligro! ¡Es posible que tú seas su objetivo! —gritó Kenny, mientras lo seguía, dejando a Ike al cuidado de Butters.

Kyle se paró en seco y se volvió para ver a Kenny. Stan también lo estaba viendo, interrogante, pidiendo en silencio que se explicara.

—¿Qué está pasando Kenny? —preguntó Kyle con voz fría.

—No hay tiempo para contarlo todo ahora. Debemos ponernos a salvo…

—¡No! —interrumpió Kyle—. Todo esto comenzó desde que te obsesionaste con ese culto a Cthulhu. Tus faltas a la escuela, la enfermedad de tu hermana, tu repentino viaje, el ataque al Culón y ahora… esto

Kenny bajó la mirada. Kyle lo estaba culpando por todo.

—¿Qué tienes que ver en todo esto? —siguió preguntando.

—Kyle, no creo que Kenny…

—No, Stan. Creo que Kenny ha estado molestando al culto estas últimas semanas y este es el resultado.

—Puedes culparme todo lo que quieras —dijo Kenny—, pero no cambia el hecho de que eres —miró a Stan—, ambos son objetivos.

Stan le dedicó una mirada de sorpresa y terror.

—Debo llamar a casa —dijo, mientras sacaba su celular.

Se escuchó el claxon de un coche y Kenny volvió a ponerse la capucha.

—Puedes llamar en el camino, hay que movernos —dijo, mientras los instaba a seguirlo.

—¡No! —dijo Kyle, se cruzó de brazos y bloqueó el camino hacia las escaleras.

—¡Oh, salchichas! —exclamó Butters.

El niño estaba de pie junto a la puerta de la habitación. Mantenía sujeto a Ike, quien luchaba por soltarse de sus brazos para ir a donde su hermano.

Kyle apretó los puños y miró a Mysterion con tal furia que lo hizo retroceder:

—¡Nadie se va hasta que me aclares unas cuantas cosas!

Stan guardó su teléfono, con una expresión muy preocupada y aterrada. Ninguno hizo un movimiento por varios minutos. El claxon volvió a sonar varias veces, Henrietta y, sobre todo, Damien debían de estar muy impacientes.

—No contestan, ni en casa, ni en la oficina de papá. Ni siquiera en sus celulares. Ni papá, ni mamá, ni Shelly.

—Hay que apresurarnos —insistió Mysterion—. Por favor, Kyle.

—He dicho que no. Estoy esperando que expliques que está pasando.

Antes de que Mysterion pudiera decir nada, un fuerte ruido los interrumpió. Se había escuchado como si alguien hubiera tirado abajo todas las puertas de la casa a la vez. Kyle se dio media vuelta y, como todos los demás, pudo ver a un enfurecido Damien de pie en la entrada.

—¡Basta de tonterías! —gritó el anticristo—. No tenemos tiempo para esto. Si no quieren venir por las buenas será por las malas, pero larguémonos de una vez.

—¿Damien? —preguntó Stan extrañado.

—Tú también estás en esto —dijo Kyle mientras bajaba las escaleras, molesto.

—¡Dije que no había tiempo! —espetó Damien, mientras alzaba una mano y mostraba una bola de fuego en ella—. Vienes, o te llevo a la fuerza. No dejaré que esos ocultistas tomen la delantera solo porque tú no quieres escucharnos.

—Tengo que ir a casa —dijo Stan, mientras seguía tratando de llamar por teléfono a sus padres.

—Ah, no, tú también vienes con nosotros —dijo Damien, bloqueando el camino hacia la puerta.

—Por favor, chicos, tienen que escucharnos. Perdemos tiempo.

Kyle se volvió hacia Kenny.

—Iré con ustedes, pero más les vale que tengan una forma de hacer que mis padres vuelvan a estar bien, o de lo contrario…

Kenny asintió.

—Haré todo lo que pueda, lo prometo.

—Butters —dijo Kyle hacia su otro amigo—. Cuida de la casa y de Ike.

—Oh, claro —respondió él.

—¡No, hermano, no te vayas! —pidió Ike, mientras trataba de soltarse del agarre Butters con más fuerza.

—Volveré pronto —prometió Kyle.

—Butters —le habló Mysterion antes de irse—, asegura las puertas y las ventanas, pase lo que pase, no abras a nadie. Busca un escondite seguro y, si hay problemas, ocúltate allí con Ike. —Pareció pensarlo mejor—. Mejor, ocultense ahora mismo. No salgan hasta que regresemos.

Salieron de la casa y Butters rápidamente cerró la puerta. Colocando el seguro, como Mysterion le había pedido.

Subieron al coche y reanudaron la marcha.

—Bien, quiero esa explicación —dijo Kyle, mientras se sentaba y le dedicaba una mirada intensa a Kenny y luego a Damien.

—¿Mamá? —habló Stan, quien al parecer había conseguido comunicarse—. Estoy con Kyle, Kenny y otros amigos… No, no he podido contactar con papá… ¿Estás segura?... Volveré en cuanto pueda… Busca un lugar seguro… Silo hazlo, por favor…, yo… Te quiero…

Colgó.

—¿Sucede algo? —preguntó Mysterion.

—No puede contactar a papá, ni a Shelly. Nelson le habló para decirle que papá había tenido algo importante que hacer, por lo que salió del pueblo de emergencia. Y en cuanto a Shelly, no ha vuelto del colegio.

Mysterion cerró los ojos.

—Nelson es parte del culto, al igual que el profesor Adler. Tu familia es un objetivo, así que es posible que…

—No entiendo, ¿qué pueden querer estas personas con nosotros?

—Culpa a tu tatarabuelo, por eso —respondió Damien—. Obed Marsh y su devoción a los Primigenios te metieron en esto.

—¿Mi tatarabuelo? ¿Quién es este Obed Marsh?

Mysterion miró a Stan, luego preguntó:

—¿Qué sabes sobre un Club de Conejos?

La expresión de Kyle pasó de enojada a sorprendida, mientras volvía a ver a su mejor amigo.

—¿Cómo sabes del Club de Conejos para Hombres? —preguntó Stan con el ceño fruncido.

—Esa es toda la prueba que necesitamos —respondió Mysterion—. Eres descendiente de Obed Marsh: un antiguo empresario de Massachusetts que abandonó el cristianismo y fundó un culto a Cthulhu en el siglo XIX. Por ese motivo, el culto te persigue y es posible que tengan a tu padre y a tu hermana.

—Y, ¿qué hay de mí? —preguntó Kyle—. ¿Por qué esos malditos fueron contra mi familia?

—Porque eres judío —respondió Mysterion—. Según… —pareció dudar un momento si seguir hablando, pero finalmente dio un suspiro y prosiguió—: Según un ente llamado Nyarlathotep, eres un elegido de Yahvé dotado de una bendición y un poder únicos.

Kyle pareció extrañado por esto último.

—¿Una bendición?

Damien parecía exasperado, se volvió y lo miró fijamente.

—¿Sabes que es un profeta, supongo? —preguntó.

—¡Por supuesto que lo sé! Es un intermediario entre Dios y su pueblo.

—¿No estarás diciendo que Kyle es un profeta? —preguntó Stan.

—No, no lo es —respondió Damien—. Por lo menos no aún. Un profeta es alguien capaz de escuchar la voz de un dios, cualquier dios. Es tu poder psíquico lo que ellos quieren…

—Oh, vamos, ¡no tengo poderes psíquicos!

—No lo sé, Kyle —lo interrumpió Stan—. Algunas veces cuando te enfadas… pasan cosas.

—¡Son coincidencias, siempre hay una explicación para…!

—Niégalo todo lo que quieras —lo interrumpió Damien—, pero vives en South Park: un gran imán para estas cosas. Tu capacidad psíquica, una vez que se desarrolle, te permitirá escuchar y hablar de los designios de un dios. Ellos quieren eso de ti. Esperan que te conviertas en un nuevo profeta para los Primigenios.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Kyle.

—Luego de que McCormick nos avisara de la actividad de Nyarlathotep en South Park, torturamos un poco a un líder del culto muerto recientemente. Aprendimos unas cuantas cosas.

Luego de eso, cada quien se sumió en sus propios pensamientos.

—Casi hemos llegado —anunció Henrietta.

La mirada de todos se posó en el hospital Paso al Infierno. Definitivamente, el nombre le quedaba perfecto. Literalmente, estaba rodeado de demonios.

Henrietta detuvo el coche y todos bajaron de inmediato. Damien abrió el camino, avanzando entre las huestes de seres infernales, que se hacían a un lado y le dedicaban reverencias. Los demás iban detrás de él, la chica gótica fumando un cigarrillo mientras avanzaba sin realmente prestar atención a los demonios; Mysterion actuando con normalidad, estaba acostumbrado a eso; Karen se abrazaba a su hermano; mientras Stan y Kyle cerraban la marcha. En sus rostros se notaban nerviosos e intimidados por la presencia de los demonios.

—Joven Príncipe —dijo la Muerte, mientras se acercaba a ellos—. Su padre le espera en la habitación 202.

—¿La habitación del Culón? —preguntó Kyle con extrañeza.

Entraron al hospital. En todo el camino no se veía al personal ni a los pacientes, únicamente demonios.

—¿Dónde están? —preguntó Mysterion.

—Los encerramos en el sótano —respondió Damien—. Eran una molestia: no dejaban de rezarle a Cthulhu.

Llegaron a un ascensor y subieron al segundo piso, donde estaba la habitación de Cartman. Mysterion iba resuelto a aclarar de una vez por todas a que se había referido Nyarlathotep sobre el alma de Cartman. Aunque, si de alguna manera retorcida resultaba que Cartman era hijo de Satán y no de Jack Tenorman eso explicaría muchas cosas.

Llegaron a la habitación y encontraron a Satán sentado junto a la cama de Cartman. El gordo ya estaba despierto y sentado en su cama hablando con el demonio.

—Entonces le dije: «Mira, tú eres un conejo, y yo soy humano. Si no me traes lo que quiero, ¡te mato, cabrón conejo!».

Satán comenzó a reírse muy divertido por la anécdota del niño.

—Interrumpimos algo —dijo Damien, ya que al parecer su padre no se había dado cuenta de su presencia hasta ese momento.

—Oh, ya están aquí. Comenzaba a pensar que tendría que enviar a alguien a buscarlos.

—La gótica nos facilitó el viaje —respondió Damien.

—Espera, ¿no estabas con ellos desde el principio? —preguntó Mysterion.

—No, fui a recogerte a ti y a tu hermana por petición de mi tío —respondió Henrietta—. El plan original era ocultarnos en la cabaña de la que te hable. Pero, apareció el niño diabólico y me pareció mejor idea venir aquí.

—Bueno, lo que importa es que han llegado a la zona de seguridad —dijo Satán, mientras se ponía de pie—. Es mejor que descansen, nos esperan días complicados.

—Primero quiero una explicación a lo que está sucediendo —dijo Kyle, cruzándose de brazos.

—¡Oh, vamos! —habló Cartman—, ¿No me dirás que aún tienes arena en la vagina?

—¡Cierra la boca, culo gordo!

—Muy bien, muy bien —los interrumpió Satán—. Terminen esto, niños. Les explicaré todo mientras comemos abajo en la cafetería.

El rostro de Cartman pareció iluminarse ante la mención de la comida. Se puso de pie buscando las pantuflas que usualmente se dejaban en las habitaciones del hospital.

—¿No deberías descansar más? —preguntó Stan.

—Eh, no, ya estoy mejor.

Cartman salió de la habitación, seguido de los demás, quedando solos Mysterion, Satán y Damien.

—Antes de bajar, quiero hablar con usted a solas —pidió Mysterion.

Satán suspiró, aparentemente sabiendo a qué se refería.

—Damien, ¿puedes adelantarte?

—Bien —respondió el anticristo y siguió a los demás.

Satán se sentó en la cama y Mysterion en la silla que antes había usado el príncipe de las tinieblas.

—El Caos Reptante debe haber insinuado algo —dijo Satán.

Mysterion se bajó la capucha para encarar directamente al demonio.

—¿Es cierto? —preguntó—. ¿Hay algo de usted en Cartman?

Satán suspiró.

—La profecía del fin de los tiempos habla de la prostituta de babilonia —respondió el demonio—. Pero, pocos saben que ella engendrará al anticristo. A pesar de ser el demonio, sigo siendo un arcángel; y los ángeles no pueden tener hijos con humanos o nacerán gigantes, también llamados nephelines. Sin embargo, el anticristo no puede ser uno de estos: debe ser lo más parecido a un humano, como lo es el nazareno.

»La concepción de un ser vivo tiene dos partes: la biológica y la espiritual. Al igual que pasa con los genes, cada padre da un poco de su alma a sus descendientes.

»Aquella noche, Jack Tenorman actuó bajo posesión de un demonio. Bajo mi posesión. Como resultado, Liane Cartman quedó encinta del anticristo. Genéticamente, era humano, pero espiritualmente era parte de mí. Pocos meses después, ella dio a luz gemelos no idénticos. Uno vivo y otro muerto. No se suponía que fuera así, pero pasó.

»Damien, nuestro hijo, heredó mi poder. A pesar de eso, sigue teniendo el corazón de su madre. Por eso sé que, en el fondo, él es un buen niño.

»Por desgracia, ya que murió antes del parto, su alma fue directamente al Infierno. Hice lo mejor que pude por conservar su inocencia, como hago con todos los niños que van allí. Sigo siendo un Ángel, ¿sabes? El Infierno castiga a los malos, no a aquellos que ni siquiera han tenido tiempo de saber lo que es un pecado. Por desgracia, al ser mi hijo, no había forma que las puertas del Infierno no escucharan sus órdenes. Lo que vio allí endureció su corazón.

»Y Eric, bueno, lo has visto. Tiene todos los atributos de un dictador y futuro dirigente de las huestes infernales. Pero carece de todo el poder sobrenatural, más allá de su capacidad de manipulación casi perfecta.

Satán soltó una carcajada irónica.

—Supongo que todo fue obra de mi padre. Es la clase de mierdas que suele hacer. ¿Puedes imaginar lo que sería dar esos poderes al «hermano malvado»?

Kenny hizo una mueca de solo imaginar a Cartman con los poderes de Damien. Seguramente pondría al planeta entero a sus pies. Además, eso explicaba muchas cosas, como su odio natural por los Judíos, el pueblo elegido de Dios… No, decidió. El Culón no necesitaba excusas como esa para odiar a las minorías, en especial a aquella a la que pertenecía Kyle.

Tenía algunas preguntas más, pero el tiempo estaba encima de ellos. Volvió a ponerse la capucha. Se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta para reunirse con los otros.

—McCormick, no se los digas —le pidió Satán—. Siempre quise acabar con esta mierda, dejar de ser un instrumento de las profecías de Yahvé, mi padre. No quiero que mis hijos se vean arrastrados a esto. Tal vez para Damien sea tarde, pero para Eric…

—No les diré nada —aseguró Mysterion—. Ese asunto no me corresponde.

—Gracias.

La puerta se cerró detrás de Mysterion.