Disclaimer: South Park es propiedad de Matt Stone y Trey Parker. Los Mitos de Cthulhu son propiedad de H. P. Lovecraft y los miembros del Círculo Lovecraft.
Universo Lovecraft-Park
Tras la huella de los dioses
Capítulo 12
«… Pronto comenzó en el mar un nacimiento pernicioso;
tierras olvidadas con agujas de oro cubiertas de algas;
se abrió el suelo y auroras furiosas se abatieron
sobre las estremecidas ciudadelas de los hombres.
Entonces, aplastando lo que había moldeado por juego,
el Caos idiota barrió el polvo de la Tierra.»
—H. P. Lovecraft, Nyarlathotep
Siete de la tarde, con el cielo ya oscureciendo. A veinticuatro horas de la formación de estrellas que permitiría el nuevo despertar de Cthulhu y anunciaba la llegada de los Grandes Antiguos. South Park aún estaba incomunicada, la corriente eléctrica había fallado, las carreteras y las comunicaciones seguían cortadas. Poco a poco el peblo se estaba sumergiendo en la oscuridad total, tanto natural como espiritual.
Cuando la noche creció más, las calles comenzaron a llenarse de personas y las fogatas comenzaron a arder en puntos específicos. Quienes no habían sido tocados por Nyarlathotep se ocultaban lo mejor que podían, y el resto cantaba sus alabanzas a Cthulhu. Danzaban en un frenético y desenfrenado frenesí de locura alrededor de las fogatas. Pronto los Primigenios volverían de su encierro a enseñarle a la humanidad nuevas formas de gritar, nuevas formas de asesinar, nuevas formas de morir…
Pero, lejos de todo eso, desde la azotea del Hospital Paso al Infierno, un inmenso planeador con forma de cometa despegó, había sido construido de emergencia por una de las almas condenadas del infierno –invocada por Damien–. El planeador era llevado por un chiquillo de nueve años, casi diez. Era el Cometa Humano.
—Mysterion, ¿me copias? —habló a través de un transmisor, recientemente extraído del Radioshack local.
—Alto y claro —respondió Mysterion, quien en esos momentos se movía con agilidad entre las oscuras calles en dirección a su objetivo, la alcaldía de South Park.
—La ruta elegida parece despejada —informó Cometa Humano—. Mantendré el vuelo de reconocimiento. Informaré cada cinco minutos.
—Copiado.
Al mismo tiempo, por los tejados de los edificios, una criatura en extremo ágil trepaba y saltaba siguiendo la misma dirección.
—¡Oh, sí! —exclamó, mientras se detenía en la azotea de la estación de policía y olfateaba al aire, en busca del aroma de algún enemigo—. ¡Esto es tan jodidamente genial!
El Coon siempre había tenido un buen olfato, cuando de comida se trataba claro, pero ahora era distinto. Luego de firmar aquel contrato descubrió que al ponerse su traje sus sentidos se agudizaron. Sus dientes crecieron, se afilaron y se hicieron más fuertes. Sus uñas se convirtieron en verdaderas garras. Su agilidad y su habilidad para trepar también se incrementaron, al igual que sus instintos en general. Reaccionaba más fácilmente a las cosas a su alrededor. En resumen, era como un verdadero hombre-mapache.
—Culo gordo, ¿me copias? —escuchó la voz de Cometa Humano en su transmisor.
—¡Soy El Coon, maldito judío de mierda!
—Hay ocultistas moviéndose en tu dirección.
La transmisión se cortó.
Los ojos de El Coon brillaron de color amarillo, mientras descendía hasta un callejón mediante la escalera de emergencia hacia la seguridad de las sombras, donde esperaría para ocuparse de sus enemigos.
A unas calles de allí, Toolshed corría tratando de evitar a los ocultistas. Su misión era abrir un camino de entrada a la alcaldía a través de la puerta trasera del edificio, por lo que debía ser en extremo cuidadoso.
—Toolshed, ¿me copias? —habló el Cometa Humano por el transmisor.
Toolshed se ocultó en un callejón antes de responder afirmativamente.
—El Culón casi está en posición, pero posiblemente se retrasará un poco. Hay varios ocultistas en su ruta.
—Entendido, esperaré su llegada para actuar.
La conversación terminó, y Toolshed siguió moviéndose.
Dark Prince, por su parte, avanzaba por la calle con indiferencia. Si algún ocultista aparecía en el camino, se libraba fácilmente de él con sus sombras o con fuego. Mientras no apareciera un vampiro estelar tendría cierta ventaja. El fuego podía retrasar a esas criaturas, pero no eliminarlas.
Así, los miembros activos de Coon y Amigos continuaron avanzando hacia donde los esperaba Nyarlathotep. Debían acabar con eso antes del amanecer, cuando Satán y su ejército iban a atacar el pueblo.
A las ocho con treinta de la noche, la oscuridad ya era total. Los disturbios causados por Dark Prince habían cumplido su objetivo: dispersar a la mayor parte de los ocultistas y alejarlos del ayuntamiento.
Toolshed se posicionó en la entrada de servicio que había tras la alcaldía. Con El Coon en las cercanías vigilando para deshacerse de cualquier intromisión. Toolshed tomó algunas de las herramientas de su cinturón y comenzó a forzar la cerradura.
Mysterion apareció saltando el muro este del estacionamiento de los empleados municipales.
—Chicos, ¿me copian? —cada uno escuchó en su transmisor a Cometa Humano. Tras las respuestas afirmativas, prosiguió—: Haré un último vuelo de reconocimiento en los alrededores. Voy a aterrizar en el techo de la alcaldía exactamente en diez minutos para empezar con la fase final.
—Entendido —respondió Mysterion.
—Esto está casi abierto —afirmó Toolshed, mientras cambiaba de herramienta.
El Coon, de pie sobre uno de los muros, estaba vigilando ante cualquier eventualidad.
Dark Prince apareció de pronto en una columna de fuego y sombras.
—Joder —dijo el Coon ante eso—. ¿Por qué carajo no me dieron ese poder?
—Sólo el anticristo puede tener ese honor —respondió Dark Prince, todos notaron que bajo la máscara Damien estaba sonriendo con malicia.
Mysterion no puede evitar soltar una carcajada ante lo irónico de ese comentario.
—¡Maldita sea, pobretón! —gritó el Coon exasperado, creyendo que Mysterion se burlaba de él.
—La puerta está abierta —anunció Toolshed.
Los cuatro se reunieron en torno a esta para las últimas indicaciones.
—Seguro nos esperan, o al menos a ti —declaró Dark Prince refiriéndose a Mysterion.
El héroe asintió. Todo estaba siendo demasiado fácil, lo cual nunca era un buen augurio.
—Pues el cabrón se llevará una sorpresa cuando le dé una patada en las bolas.
—Bien, recuerden el plan —interrumpió Toolshed—, debemos despejar el camino hasta la oficina de la alcaldesa para Mysterion. Esperemos que Nyarlathotep esté allí.
—Está aquí —aseguró Mysterion, con la mirada fija en el pasillo ante él. Podía sentirlo allí dentro, esperándolo envuelto en la oscuridad.
—Bien, yo voy primero —dijo El Coon. Todos asintieron. Su vista estaba mejor acostumbrada a la oscuridad.
El siguiente en entrar fue Toolshed, seguido de Dark Prince y finalmente Mysterion.
No pasó mucho tiempo antes de que los primeros ocultistas les salieran al paso. El Coon sonrió de medio lado, mientras preparaba sus garras. Un golpe certero directo a la garganta dejó al primero desangrándose.
—¡Coon no es necesario matarlos! —gritó enfurecido Toolshed, mientras saltaba y, de un puñetazo en el rostro, dejaba noqueado a otro de los ocultistas.
—Ellos vienen con esa intención —respondió El Coon, mientras esquivaba el golpe de uno de ellos que había decidido tomar un tubo metálico como arma—. No les daré la satisfacción si puedo adelantarme.
—Estoy de acuerdo con el gordo —dijo Dark Prince, mientras les prendía fuego a las túnicas de otros enemigos.
—¡No soy gordo, soy fuertecito! —exclamó indignado el Coon.
—Eres un jodido gordo, y te espera una eternidad de sufrimiento en las garras de Cerbero.
—¿Cómo es que hay tantos? —preguntó Toolshed, al llegar a las escaleras y ocuparse de otro grupo de cinco—. No creo que el culto a Cthulhu de South Park tenga tantos miembros.
—Seguramente han venido desde otros lugares —respondió Dark Prince—. Los malditos Primigenios tienen seguidores en todas partes del mundo desde antes que los humanos dejaran las cavernas.
El grupo subió a segundo piso, justo en el momento que la puerta que daba a la azotea del edificio era abierta de golpe. Cometa Humano entró a la alcaldía encontrándose de inmediato con dos ocultistas. Con un simple movimiento de su mano hizo que sus cabezas se golpearan entre sí, noqueándolos. Luego de eso, se llevó la mano a la cabeza y se mordió el labio inferior. Usar sus poderes psíquicos le causaba jaqueca.
Los cinco héroes finalmente se reunieron en las puertas dobles de la oficina de la alcaldesa.
Cometa Humano hizo un pase con su mano para tratar de quitar el seguro, pero…
—Está abierto —declaró, mientras se hacía a un lado.
Mysterion se aproximó y empujó las puertas.
La oficina estaba iluminada, pero no fue eso lo que los sorprendió. Allí, en su forma humana, Nyarlathotep estaba de pie ante un prisionero de sus vampiros estelares. Este no era otro que Mint-Berry Crunch.
—Mis invitados principales de la noche —dijo el dios, mientras volvía el rostro hacia ellos, sonriendo.
—Chicos —Mint-Berry Crunch les dedicó una mirada. Su rostro estaba golpeado y se notaba que los vampiros estelares lo habían desangrado lentamente durante un largo rato—. Huyan, es muy fuerte.
—¡No tenías por qué haberte metido en esto! —espetó Mysterion, molesto por la intromisión del extraterrestre.
—Oh, no, Hijo de Shub-Niggurath. El joven Gok'zarah vino aquí buscando una venganza personal. —Nyarlathotep avanzó hacia el niño, sonriendo con malicia—. Cuando llegó a su planeta natal encontró el lugar destruido por completo. Me temo que los vampiros estelares se habían ocupado de limpiar el sitio. Mantener a mis sirvientes requiere altas cantidades de alimento.
Se volvió de nuevo hacia los héroes terrestres.
—Pero creo que en la Tierra podríamos intentar un poco de crianza de ganado.
—¡Entonces, deja que se vaya! —exigió Cometa Humano.
—Ah, el profeta. Pero ya no tienes ningún uso para mí. Ahora eres profeta de Satán.
Nyarlathotep chasqueó los dedos y los vampiros estelares dejaron libre a Mint-Berry Crunch.
—Este niño —dijo el dios, viendo al héroe debilitado que luchaba por ponerse de pie— pensó que por haber sido capaz de derrotar a un debilitado Cthulhu podía enfrentarse a mí. Bien, pues es hora de castigarlo. Miren bien, héroes, como lo condenó a un destino peor que la muerte.
—Creo que Mint-Berry Crunch está a punto de ser desterrado al oscuro olvido —dijo El Coon con un tono de burla en su voz.
—¡Esto no es gracioso, Culo Gordo! —le espetó el Cometa Humano.
—Para ti, lo dudo. Los judíos no tienen sentido del humor. Además, si se deshace del maldito hijo de perra de Mint-Berry Crunch, habrá un marica menos en el mundo. Vamos, termina con esto y destiérralo al oscuro olvido, y después voy a patearte las bolas.
—¿El oscuro olvido? —La voz de Nyarlathotep destilaba sorna y malicia—. Nada de eso. ¿No me escuchaste?: tengo algo especial reservado para él. Es un ejemplo perfecto de lo que les espera si no se rinden ahora mismo.
Nyarlathotep se convirtió en una criatura oscura, con tentáculos negros creciendo por todo su cuerpo y una máscara plateada en lo que debería ser su rostro. Entonces, los tentáculos envolvieron a Mint-Berry Crunch y lo atrajeron hacia su máscara, de tal manera que sus ojos vieran a través de los orificios de la misma, en donde deberían estar los ojos de Nyarlathotep.
Posiblemente, nadie sabrá jamás lo que vio en aquellos dos pozos de siniestra oscuridad, puesto que en aquel preciso momento su cordura fue completamente destruida. Alaridos de horror y desesperación surgieron de la boca de Mint-Berry Crunch. El niño gritó hasta que su garganta quedó destrozada.
Cuando el dios finalmente lo dejó caer al suelo, su cuerpo temblaba y en sus ojos no se reflejaba nada más que un vacío infinito, habiendo sido reducido a una cáscara vacía, despojada de todo lo que alguna vez había sido un ser consciente y pensante.
—¿Bradley? —lo llamó el Cometa Humano, mientras se acercaba al héroe caído. Trató de sentir algo en su mente. Silencio. Era como si su mente fuera un disco duro y este hubiera sido formateado.
—Debería matarlo —dijo Dark Prince.
Los demás héroes se volvieron a él, con miradas horrorizadas. Dark Prince se encogió de hombros restándole importancia.
—¡Nyarlathotep, revierte lo que hiciste! —exigió Mysterion.
Nyarlathotep, retomando su forma humana, se limitó a sonreír.
—Lo odias —dijo—, lo odias incluso más de lo que odias a ese gordo…
—¡Ya basta, cabrón! —El dios ignoró el desplante del Coon.
—¿Por qué querrías salvarlo de este destino? A menos que tengas en mente un castigo mejor para él.
—¡Basta! —gritó Toolshed—. Mysterion no es como ustedes. Nunca lo será.
Nyarlathotep chasqueó sus dedos nuevamente, y uno de los vampiros estelares se abalanzó a gran velocidad contra Toolshed. El héroe tuvo tiempo de reaccionar y se movió hacia un lado. Al tiempo que tomaba una pistola de clavos de su cinturón y disparaba contra la criatura. Los clavos se hundieron en el gelatinoso cuerpo del ser estelar, el cual dio un alarido retrocediendo un poco. Luego de recuperarse, la criatura pareció lista para atacar nuevamente.
Toolshed estaba a punto de esquivar, cuando Dark Prince intervino arrojando una llamarada desde su mano para finalmente acabar con el vampiro.
—Gracias —dijo Toolshed a Dark Prince.
—Únicamente lo hice porque me molestan los malditos vampiros estelares.
Toolshed negó con la cabeza. Dark Prince nunca admitiría la verdad, pero no era necesario.
—Muy bien, es hora de patearle las bolas —declaró El Coon.
Se arrojó mediante un salto contra Nyarlathotep con las garras por delante. El dios saltó hacia un lado, haciendo que el Coon cayera sobre el escritorio de la alcaldesa, destrozándolo.
Nyarlathotep estaba a punto de decir algo más, cuando el shuriken de Mysterion se clavó en su frente. El dios retrocedió, perdiendo momentáneamente su forma humana, para regresar a ser lo que habían visto antes, ese ser oscuro formado por tentáculos y con una máscara plateada por rostro.
—¡Hijo de Shub-Niggurath! —gritó Nyarlathotep, furioso.
Cometa Humano aprovechó ese momento para mover su mano, arrojando varios de los muebles contra Nyarlathotep, pero el dios se libró de ellos destrozándolos con sus tentáculos. Toolshed dirigió su pistola de clavos y disparó, sin embargo, estos pasaron a través del dios como si no fuera algo tangible. Fue el turno de Dark Prince, atacando con sus sombras, las cuales consiguieron hacer retroceder al dios.
Nyarlathotep comenzó a aumentar de tamaño, con tentáculos oscuros saliendo por todo su cuerpo y extendiéndose para atrapar a los héroes. Toolshed golpeaba y pateaba con toda su fuerza para evitar ser capturado. Cometa Humano usaba telequinesis para interponer cosas entre los tentáculos y él. El Coon cortaba con sus garras los que se acercaban desde el frente, mientras con agilidad trataba de llegar a las puertas. Dark Prince, por su parte, destrozó el techo con sus sombras para crear una vía de escape.
—¡Al techo! —gritó Mysterion, al ver el agujero.
Al Coon se desvió de su camino y de un salto salió por el agujero, Toolshed sacó una cuerda de su cinturón, y Cometa Humano la arrojó hacia arriba, donde el Coon la sostuvo para permitirles salir. Pronto todos los héroes habían escalado hasta el techo, siendo el último en subir Mysterion.
La monstruosidad en la que se había convertido Nyarlathotep comenzó a disminuir su tamaño y pronto el dios estuvo también en el techo.
—¡Terminemos con esto, Nyarlathotep! —gritó Mysterion, mientras se paraba al frente de los héroes.
La máscara plateada se volvió hacia él.
—Por supuesto que lo terminaremos, hijo de Shub-Niggurath —respondió el dios, dejando ver lo furioso que estaba en cada una de sus palabras—. Les enseñaré su lugar en el cosmos, seres inferiores. ¡Yo soy el Caos Reptante, Mensajero de los Dioses Exteriores, Heraldo de Azathoth!
—Creo que está encabronado —dijo el Coon.
Nyarlathotep dirigió su mirada hacia El Coon.
El rostro del héroe palideció y, antes de que cualquier pudiera hacer nada, comenzó a gritar. Sus alaridos les recordaron a los de Bradley antes que él.
—¡Basta! —gritó Mysterion, corrió hacia el dios y le estampó un poderoso golpe en el rostro.
El Coon dejó de gritar, mientras Nyarlathotep retrocedía hasta la orilla del techo. Cometa Humano se apresuró a ir a ver si el Coon estaba bien. Luego de pasar su mano por su frente, suspiró con alivio.
—¿Cómo está? —preguntó Toolshed.
—No me parece que sea algo grave. Aún hay actividad mental normal tipo Cartman en él —medio sonrió.
—Entonces es mi turno —dijo Toolshed, preparándose para enfrentar nuevamente a Nyarlathotep.
Dark Prince se puso de pie frente a ellos, impidiéndole a Toolshed ir hacia donde Mysterion mantenía al dios a raya.
—Observen —dijo Dark Prince—, sus ataques, e incluso los míos, poco o nada podían hacer contra el Caos Reptante, pero él lo está haciendo retroceder. De alguna forma, la parte de Shub-Niggurath en él le está permitiendo luchar de igual a igual. Creo que puede lograrlo.
Mysterion propinó un nuevo golpe a Nyarlathotep, que estaba a punto de caer.
—No debiste meterte con South Park —dijo el héroe—. Debes de saber que no importa cuanta mierda nos arrojes, nosotros nos mantendremos en pie y perduraremos.
—Oh, no te confundas, hijo de Shub-Niggurath. Escogí esta ciudad y te escogí a ti por eso mismo. —Nyarlathotep pareció crecer un poco, formando más tentáculos—. Aquel año, yo estaba presente siempre en las reuniones del Culto. Aquel año yo señalé a tu madre. También estuve presente en tu nacimiento. Y aquel día, hace unas semanas, yo me acerqué a ustedes y les hablé sobre el Necronomicón.
Nyarlathotep tomó una nueva forma humana, un hombre de edad mediana, con la tez pálida y el cabello corto y negro.
—Se los dije, no lo detendrán, está vaticinado en el Necronomicón.
Mysterion retrocedió, no podía ser cierto.
—¿Lo ves ahora, Hijo de Shub-Niggurath? Yo he sido el maestro marionetista detrás de tu vida. No supiste sobre nosotros hasta que yo lo creí pertinente. Y ahora, ¿qué harás? Seguir luchando contra el destino es inútil.
—¡Maldito hijo de puta! —gritó Mysterion, golpeando nuevamente al dios, quien recuperó su forma monstruosa.
—Vamos, Hijo de Shub-Niggurath, enfurécete, cede la razón humana ante los instintos Primigenios. Continúa golpeando.
Un nuevo puño se estampó contra la máscara plateada. Nyarlathotep cayó hacia el vacío, riendo. Mysterion se arrojó tras de él.
Aterrizó en el suelo, apenas sintiendo un ligero dolor en los pies. Nyarlathotep se había convertido en una especie de cosa negra y gelatinosa, similar a un vampiro estelar, pero rápidamente comenzó a recuperar su aspecto casi humano.
—Aún no hay suficiente furia. Vamos, sé que puedes hacerlo mejor.
Mysterion se abalanzó sobre él nuevamente. El dios extendió entonces sus tentáculos y lo sostuvo con ellos, levantándolo en el aire, como había hecho antes con Mint-Berry Crunch.
—Te daré una última oportunidad, Hijo de Shub-Niggurath, ven del lado de tu verdadera familia y olvida a esos patéticos humanos.
—¡Jamás!
—¿Por qué sufrir este dolor, cuando puedes hacer sufrir a otros? ¿No ves todas las posibilidades que abro ante ti? Podrías ser mucho más de lo que eres ahora.
—¡No venderé mi alma a ustedes!
—Pero si permitiste que tus amigos vendieran las suyas a Satán. Qué hipócrita eres.
—Fue su voluntad, y Satán no es lo que la mayoría piensa. Él solamente es el carcelero de los que cometen crímenes. Tú, en cambio, eres una bestia que existe para hacer sufrir a otros. ¡Tú eres el verdadero demonio! ¡Tú y los otros Primigenios!
—No me compares con Cthulhu —comenzó a aumentar la presión sobre el héroe atrapado en sus tentáculos, como un niño pequeño que aprieta un pequeño patito de hule—. Yo he comandado ejércitos y arrasado con mundos enteros. Yo te creé y dirigí tu vida esperando que pudieras dirigir a esos ejércitos en mi nombre. No solo eso, sino que yo hice de ti todo lo que eres ahora. Pero creo que tendré que destruirte. Un proyecto fallido, eso es todo lo que eres al final.
—Soy un inmortal —gruñó Mysterion—, y eso significa que puedo matarte.
Mysterion consiguió extraer un shuriken de su bolso y lo clavó profundamente en el tentáculo de Nyarlathotep, logrando con eso que lo soltara. Cayó al suelo y sacó otro shuriken, el cual nuevamente terminó incrustado en el rostro del dios.
Nyarlathotep comenzó a convertirse nuevamente en una criatura de tamaño inmenso, llena de tentáculos. Mysterion retrocedió, tratando de pensar en cómo detener al dios ahora que nuevamente mostraba su forma más monstruosa.
—¡Vamos, Hijo de Shub-Niggurath, intenta detenerme! —bramó el dios.
Mysterion cerró los ojos, recordando lo que le había dicho Damien. El poder de los Grandes Antiguos dormía dentro de él. Tal vez era momento de aceptar la maldición en lugar de luchar contra ella.
—¡Voy a detenerte! —exclamó Mysterion.
Y entonces lo sintió. Una fuerza surgiendo de él como la erupción de un volcán. Enormes tentáculos negros emergieron de su espalda, los cuales crecían sin control alguno; en sus puntas, enormes y babosas bocas provistas de colmillos color plata se abrían listas para engullir al enemigo frente a él. Podía sentir su cuerpo cambiar, aumentar su fuerza y su apariencia física.
Estaba seguro de que si hubiera un espejo donde reflejarse, se vería a sí mismo como una versión masculina en miniatura de Shub-Niggurath. Eso tenía mucho sentido. Su inmortalidad venía de esa diosa, una diosa de la fertilidad. Tal vez de allí también venía su promiscuidad. Pero ahora eso no importaba, debía derrotar a Nyarlathotep.
Mysterion se arrojó de nueva cuenta hacia el dios, envolviéndolo con sus tentáculos como él lo había hecho, al tiempo que sus manos –convertidas ahora en poderosas garras que sin duda serían capaces de cortar el mismo acero– se alargaban y dirigían hacia la cabeza del dios, con intención de decapitarlo.
Nyarlathotep esquivó estas últimas y trató de soltarse del poderoso agarre de Mysterion. Fue en ese momento que se dio cuenta de que había caído en la trampa de su enemigo.
A su alrededor, una presencia sumamente poderosa comenzaba a manifestarse. Una presencia a la que reconocería fácilmente en cualquier lugar del universo. Alrededor de él se formaba una niebla púrpura y espesa, la cual era reemplazada lentamente por su niebla roja. No pasó mucho tiempo antes de que miles de ojos se abrieran observando a los dos seres en su combate. Alguien había invocado a Yog-Sothoth.
—¡Maldición! —gritó Nyarlathotep, dándose cuenta de lo que eso significaba.
A unos metros de ellos, Henrietta mantenía un Necronomicón abierto, mientras invocaba a Yog-Sothoth una vez más.
—¡Escucha a tu sierva! —exclamó la chica gótica—. ¡Ayuda a aquel bendecido por tu esposa, Shub-Niggurath! ¡Envía lejos al Caos Reptante, Nyarlathotep!
Nyarlathotep se volvió hacia Henrietta, alzando la mano y disparando una especie de relámpago, al tiempo que de la niebla purpura a su alrededor surgían cientos de brazos fantasmales que lo arrastraban de vuelta a Kadath.
Mysterion actuó por instinto, interponiéndose en el mortal rayo disparado por el dios, cayendo fulminado en el suelo, para posteriormente sumirse en la completa oscuridad. Mientras, Henrietta terminaba el ritual, al tiempo que Nyarlathotep desaparecía… por el momento.
- ULP -
La niebla que había rodeado el pueblo los últimos días se disipó finalmente. Las personas tocadas por Nyarlathotep despertaron de su trance. Durante el resto de la noche siguió reinando la confusión. Pero, con el amanecer, el pueblo se levantó como siempre había hecho y pronto la reconstrucción comenzó.
Los que estaban ocultos salieron de nuevo, y los ocultistas volvieron a pasar a la clandestinidad, liberando a sus prisioneros: Randy y Shelly Marsh.
