Harry Potter le pertenece a JK Rowling.

Pareja: Draco Malfoy y Astoria Greengrass.

Capítulo 18: Fantasía de la Infancia.

Desde que tenía uso de razón Draco Malfoy siempre quiso subirse al columpio, pero sus padres jamás le permitieron subirse a uno.

Le dijeron que era juego de muggles y sangres sucias, que solo los impuros veían agradables dichos juegos. Matando así la ilusión del pequeño Draco.

Por lo menos durante el resto de su niñez añoró subirse a uno hasta que entró a Hogwarts y dejó ese sueño sepultado en el baúl de sus recuerdos más profundos.

Hasta ahora.

Astoria Greengrass era su novia y su futura esposa, la primera persona que lo quería por lo que era no por lo que aparentaba. Quién diría que el se enamoraría de la hermana menor de su compañera de estudios, Daphne.

Pero ahí estaban los dos, habían luchado por estar juntos, el rubio sonrió mientras apenado le contaba a la castaña de ojos verdes su sueño de la infancia.

-Pues no es tarde para hacerlo realidad. Dijo decidida mientras tomaba de la mano a su prometido mientras le sonreía.

-¿Qué? ¡No! ¡Astoria, querida espera! Ya es tarde para mí, ya soy un adulto. Draco trataba de detenerla ella lo estaba llevando directamente al parque infantil.

-Nunca es tarde para cumplir nuestros sueños de niños. Vamos y no me hagas usar mi varita. Tienes dos opciones: te sentaras ahí o te sentaras ahí. Es mi última palabra.

El rubio se sonrojó con fuerza, le alegra muchísimo que estuviera desierto el lugar, al menos nadie lo vería subirse al juguete infantil, que a muchos niños había divertido conforme pasaban los años.

Draco se sentó en el columpio, pero volteó a ver a Astoria interrogándole que debía hacer, es decir sabía que el mismo se balanceaba pero no tenía idea de cómo hacerlo o si se usaba magia para lograr el movimiento.

-¿Y ahora como sigo?

-Tienes que balancearte.

-¿Y eso cómo lo hago?

-Mira hagamos algo, yo te ayudaré en este momento pero ya después debes usar la fuerza en tus piernas y brazos sujétate bien.

Astoria se colocó detrás de Draco, empujó las cuerdas del mismo hacía adelante para que Draco pudiera sentir el movimiento. Aunque por la posición en la que estaban solo podía ver la espalda del rubio, estaba segura que a Draco le adornaba una gran sonrisa en su rostro.

Y no se equivocaba.

Draco Malfoy estaba sonriendo, ante los recuerdos de su más tierna niñez, era como si fuera un niño otra vez, el pequeño que deseaba fervientemente subirse al mismo. Sentía que volvía a tener 4 años mientras suplicaba a sus padres dejarle subir al mismo.

Recordando como ellos le decían que no y lo alejaban siempre del parque, incluso Dobby aquel elfo que tuvieron años atrás estaba obligado a no permitirle ir al parque a jugar, ya que debía aprender a ser un buen Mago Sangre Limpia.

Pero en ese momento ya no era el niño que volvió siempre triste a casa, ni era el adolescente que había dejado a un lado aquel sueño. En ese instante era Draco solo era Draco el adulto que estaba cumpliendo su sueño de subirse al juego que más quiso realizar en su infancia.

Y todo gracias a Astoria, a su amada que siempre velaba por el bienestar de él ante que en el de ella.

Sus ojos verdes brillaron al ver a Draco sonriendo sin poder evitar su emoción, la alegría sincera que se plasmaba en su rostro llenaba su corazón de amor.

Draco no tuvo una vida fácil ni sencilla, ella también pertenecía a una familia de sangre pura, pero después de todo lo que pasó en la guerra mágica tenía que reconocer que mucho de lo que le habían enseñado ya no le parecía correcto.

Astoria se prometió que si tenía hijos ya no le iba a enseñar esos ideales tan absurdos. Se alejó para quedar frente al rubio y verlo jugar solo en el columpio.

Verlo reír mientras el viento despeinaba su cabello, y hacia su capa moverse de un lado al otro. Simplemente era maravilloso verlo jugar como el niño que nunca le dejaron ser.

Cuando finalmente se cansó de jugar, se lanzó ante una pila de hojas amontonadas en el parque, Astoria se asustó al verlo caer de aquella manera, corrió a auxiliarlo creyendo que el no se había lanzado a propósito.

Draco comenzó a reírse acostado en el suelo no le importó manchar su ropa con lodo, su cabello antes pulcramente estilizado había quedado despeinado, sus ojos grises estaban llenos de lágrimas de felicidad.

-¡Eso fue muy divertido! Tengo que volver a hacerlo alguna otra vez.

-Draco, querido. Por un momento creí que te habías lastimado.

-Lamento haberte preocupado. Muchas gracias por esto. Se inclinó besando los labios de su novia, ella le sonrió sabiendo que al menos una de las fantasías de Draco se había cumplido.

A pesar de que se habían divertido mucho ya era momento de volver, debían regresar a comer algo y que el rubio pudiera darse un baño completo. Debía quitarse el lodo que tenía en la ropa.

Ayudó a Draco a ponerse de pie, se tomaron de la mano y decidieron volver juntos a la mansión Malfoy. Quizás a Narcissa y a Lucius les daría algo al ver a Draco llenó de lodo pero no importaba nada más que la felicidad de su novio.

Eso era todo lo que le interesaba y nada más.

0000

Draco volvió a su mansión sonriendo aquel día, Narcissa no podía entender que le había pasado, su hijo estaba despeinado, con la capa llena de lodo pero con una verdadera sonrisa en el rostro, le había pedido a sus elfos que le sirvieran de comer algo a Astoria mientras el subía a asearse.

Narcissa solo sabía que Draco había hecho algo que antes se le había negado. Esperaba que él fuera feliz ahora que ya no habían ataduras que le negaran ser quien era.

Draco y Astoria se tomaron de las manos y sonrieron con complicidad. Lo que había pasado era su secreto más querido para ambos.