Saintober 2022 - Día 15

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Prompt: Arrepentimiento

Pareja: Hyoga x Flare

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ARREPENTIMIENTO

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Tromsø , Noruega

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Hyoga llegó a la silenciosa ciudad de Tromsø una tarde. Su camino lo llevó hasta la capital del norte ya que algo dentro de él no lo había dejado desde hacía tiempo, un sentimiento opresivo que le ocasionaba un nudo en la garganta cada vez que pensaba en ello.

—Flare… —se decía en medio de profundos suspiros mientras recorría el largo y sinuoso camino hacia el puente que unía Noruega con Asgard.

No era la primera vez que cruzaba aquel lazo entre un mundo y otro. En el pasado, cuando se detectó actividades inusuales en Asgard, fue directo hasta allá exponiendo sus razones a los guardias "fronterizos".

Una vez más estaba delante de ellos solicitando El Paso pues, desde tiempos antiguos, estaba prohibido El Paso a los extranjeros, ya que no eran bienvenidos en esas tierras.

—Tengo una audiencia en el Palacio Valhalla con la señorita Flare —indicó con calma esperando a que el guardia terminara su documentación y le permitiera el libre tránsito.

—De acuerdo, puede ingresar a la ciudad

Así, de nueva cuenta, Hyoga se vio recorriendo las frías y empedradas calles y puentes de la lejana Asgard. Aquel día, extrañamente, una débil luz solar se filtraba por en medio de los nubarrones sobre su cabeza sintiendo un especié de opresión en el pecho.

Se imaginaba que el hombre al que privó de la vida habría recorrido esos mismos puentes y calles una y otra vez de la mano de la mujer a la que amaba. De la mano de Flare, se dijo el cisne pasando a un lado de las concurridas calles llenas de comerciantes y transeúntes.

Conforme se acercaba al límite norte de la ciudad, hacia el sendero que iba al Palacio y los edificios de gobierno, su corazón latía con más y más furia. Tenía en la cabeza lo que debía hablar con Flare y su propio remordimiento por el pasado y las cosas ocurridas entre ambos.

Llevaba días siendo presa de un profundo arrepentimiento y Haguen era la causa. El dios guerrero de Merak. Un noble y orgulloso guerrero que amaba a Flare profundamente.

—Tengo una audiencia con la Señorita Flare —indicó al guardia del castillo quien le pidió que esperara unos minutos—. Muy bien, puede entrar.

Fue conducido a un salón de audiencias acogedor el cual observó con cuidado. Los muebles de madera, el empapelado oscuro, los grandes y amplios cuadros en las paredes acompañados por el calor de la chimenea.

—Hyoga… —una voz dulce y melodiosa se escuchó apenas la puerta se abrió detrás del joven quien, rápidamente, se aproximó a la bella joven.

Era Flare, hermana menor de la Señorita Hilda, quien observaba al rubio acercándose con pasos lentos sin quitarle el ojo de encima.

—Ha pasado el tiempo, debo reconocer que me dio mucho gusto recibir una carta tuya. Aunque, me extraña la petición que hiciste.

—Flare yo… escucha, me gustaría hablar de eso. Quiero estar en buenos términos contigo.

—Lo estás Hyoga, ¿a qué viene tanto remordimiento?

—Pues…

—Vayamos a los jardines, anda. Te gustará.

Lo tomó de la mano conduciéndolo por entre los pasillos hasta una gran puerta ubicada en medio de un amplio vestíbulo. Flare lucía radiante y feliz por esa visita, llevaba un vestido claro y largo de acuerdo a la usanza de Asgard mientras que Hyoga lucía apesadumbrado. Le dolía el corazón por ella, por la enorme pérdida que él tuvo que ejecutar.

Los jardines estaban ubicados en la parte trasera del castillo desde donde se alcanzaba a ver un vasto terreno lleno de verdes jardines que florecían por esas fechas.

—Vaya, este sitio es hermoso, tan diferente del resto de la ciudad.

—Si, este jardin es un privilegio del que gozamos tanto mi hermana como yo. Ven, toma asiento a mi lado —Flare busco una banca de piedra seguida de Hyoga quien se sentó junto a ella—. El tono de tu carta —comenzó a decir pensativa— denotaba una gran tristeza. ¿Qué es lo que te aflige, Hyoga? Peleaste con justicia en la gran batalla que sostuvimos en esta tierra.

—Es el arrepentimiento y culpa lo que mi corazón carga en estos momentos.

—¿Arrepentimiento, por qué? —preguntó la joven sin entender.

—Haguen. He tenido en mi pensamiento lo que ocurrió en esa batalla y… en como te lo arrebate aquel trágico día —dijo el rubio sintiendo una fuerte opresión en el pecho evitando mirar a Flare de frente.

—Hyoga… no debes sentir remordimiento por eso. Su pérdida me dolió más que nada en este mundo, sin embargo él combatió contra ti y, lo más importante en esos momentos, era obtener los zafiros de Odín para liberar a mi hermana de la maldición que la aquejaba.

—Lo sé, pero no dejo de preguntarme si no hubiera sido mejor buscar otra alternativa que aún lo mantuviera con vida.

—Hyoga…

El la observó por un momento notando como una lágrima resbalaba por sus mejillas.

—Fue mi culpa, creo que el vínculo que ambos compartían era muy fuerte. El era el amor de tu vida, ¿cierto?

—Si, algo así… —respondió ella en voz baja— La vida de Hagen fue dura desde que llegó a Asgard desde el exterior, la forma en la que se le permitió ser "ciudadano" fue el integrarse a la guardia del palacio. Las leyes de Asgard son inflexibles cuando se trata de los extranjeros. Haguen siempre cargó con ese estigma, es por eso que cada día demostraba de lo que era capaz. Fue asignado como mi guardia personal siendo un niño y claro que ello conllevó a que… el trato se volviera demasiado cercano.

—Entonces, lo conocías de toda la vida.

—Si, supe que él habló con mi hermana y los consejeros de la ciudad sobre sus planes a futuro ya que yo no podemos enamorarnos ni matrimoniarnos con personas del exterior, pero al ser miembro de la guardia y ciudadano de Asgard no debía haber ningún problema.

—Así que él planeaba desposarse contigo… —repetía Hyoga aún más melancólico y afligido que antes pues, dicha revelación ocasionó que su arrepentimiento fuera en aumento así como su pena porque tendría que despedirse de Fler.

Ella tenía prohibido amar a un extranjero y eso era él.

—Si… Me dolió mucho su pérdida, pero no podía ponerlo por encima de mi hermana ni del pueblo de Asgard así que lo entiendo. Él habría dado su vida con tal de defendernos aunque, no hubo oportunidad de explicarle con detalle que ocurría con Hilda porque, en esos momentos, ni siquiera nosotros lo sabíamos.

—Lo siento tanto Fler, espero algún día puedas perdonarme.

—Ya te he perdonado Hyoga y quisiera que pudiéramos seguir siendo amigos y me escribas largas cartas contándome tu día a día.

—Lo haré —respondio menos afligido pero descorazonado ya que, muy dentro de él, tenía sentimientos por Flare—. No imaginé que sus leyes fueran tan rígidas.

—Si, Asgard se ha mantenido como lo conocemos debido a ellas. Nos está prohibida toda influencia del exterior ya que eso modificaría nuestro día a día y poco a poco haría que nuestra sociedad se desintegre. Es muy extremo lo que te digo, pero así es aquí.

—Ya veo…

—No estés triste Hyoga ni estés arrepentido por nada. Actuaste de acuerdo a las circunstancias —la joven recargó su cabeza en el hombro del cisne quien la observó por un momento.

Era de facciones hermosas, sentimientos puros e inocentes, amable y bondadosa. No obstante estaba muy lejos de él. Flare no podía ser suya bajo ninguna circunstancia no importando lo que sucediera. Tenía su perdón por lo ocurrido con Haguen y él tendría que dejar pasar ese arrepentimiento que sentía.

—Promete que me escribirás dentro de poco —solicitó ella observándolo alegre.

—Lo prometo, aunque creo que es momento de que me vaya Flare. No deseo quitarte el tiempo.

—Eres un amigo muy querido, no me quitas el tiempo. De hecho quisiera que te quedaras un poco más y compartieras el almuerzo con nosotras.

—¿De verdad?

Aquella visita le supo amarga ya que, aunque sentía gran simpatía por Hilda, no podía ver a Flare como solo una amiga en ese momento. Quizás podría hacerlo pasado algún tiempo, sin embargo ahora mismo sentía una mezcla de emociones tristes.

—Perdóname Flare —insistió sujetando las manos de la joven—, debo irme. Será en otra ocasión, solo quería hablar contigo sobre Hagen. Me esperan en oriente y el viaje es muy largo.

—Ya veo —respondió algo triste y sin entender—. Siendo así, te deseo buen viaje.

—Te escribiré pronto.

Lo acompañó hasta la puerta del palacio desde donde lo vio partir sin mirar atrás.

—Adiós Hyoga —fueron sus últimas palabras ya que estaba segura de que no se volverían a ver.

Flare sabía lo que él sentía por ella, no obstante las leyes de su país le impedían corresponderle, además su corazón aún le pertenecía a Hagen y su memoria.

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FIN