Crimen

Draco apoyó la espalda en la silla, tomó un trago de su whisky para darse ánimos y lo dejó después sobre la madera.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —preguntó a Granger fijando en ella sus argénteos ojos grises —¿Qué es lo último que hablamos tú y yo?

—Comimos juntos, en el restaurante de Susan

El suspiro que salió de entre los finos labios de él pareció aliviar algo de la tensión de sus hombros.

—Bien, eso parece que no ha cambiado. Volví a usar el giratiempo —se frotó la frente con gesto cansado y apoyó los codos en la mesa — dudé, te juro que dudé Granger, por primera vez yo… —carraspeó sintiéndose repentinamente incómodo —pensé que tal vez tuvieras razón ¿Sabes? —soltó una risa cascada y sin humor—al principio fui un egoísta, aunque no sé de que me sorprendo ¿Verdad? No es nada nuevo, siempre lo he sido, al fin y al cabo —ella lo observaba en silencio, aunque en su rostro no había ni un solo indicio de rechazo, no le cuestionaba, simplemente le contemplaba, esperando la información. Tomó aire y continuó —cuando decidí usar el giratiempo familiar fue por puro interés, lo reconozco. Perdí a la única persona que me veía a mí, no a mi apellido, la única persona que me dio una oportunidad después de todas mis malas decisiones, después de toda aquella mierda —inspiró profundamente —¿Sabes lo que es que todo el mundo te de la espalda? —Levantó una mano para evitar que ella hablara, pese a que la mujer no había intentado interrumpirle —Lo sé, sé que es lo menos que merecía pero dolió. Fue… jodidamente dificil estar solo y marginado mientras me daba cuenta de que todo en lo que creía no era más que basura y todo lo que había hecho había estado mal —volvió a frotarse la nuca y sacudió la cabeza con algo parecido a una sonrisa sarcástica —así que quise recuperara a Astoria, porque ella me vio y me dio una oportunidad. Ella entró en mi vida y dejé de estar solo, formamos una familia, juntos, pese a la marginación social Tori siguió conmigo y yo no quería perder eso, no quería volver a sentirme solo —dio un nuevo trago a su bebida y pidió otra copa al camarero que pasaba por ahí — sé que no es un buen motivo, ni siquiera es una excusa, solo es un hecho. Pero después de hablar contigo pensé que tal vez tenías razón y yo… ¡Joder Granger! Le debo tantas cosas a Astoria que pensé que salvarla sería algo egoista pero a la vez una forma de agradecerle todo.

—Malfoy….

Hermione tenía los ojos cuajados de lágrimas y sacudía la cabeza intentando procesar todas aquellas palabras que parecían salir de sus labios como si llevaran siglos allí, enquistadas, necesitando ver la la luz.

En un arrebato de los que tenía a menudo con la gente más cercana, se levantó, se acercó a él y le abrazó sollozando en silencio, llorando por él, por ese niño adoctrinado, por ese joven perdido, por ese adulto solitario, por ese hombre que estaba roto y no parecía haber curado desde la guerra.

Draco se quedó completamente petrificado cuando se vio empujado hacia la mujer. Ella rodeaba su cabeza entre sus brazos y se encontró con el rostro aplastado contra su pecho mientras ella susurraba palabras de consuelo y apoyaba la mejilla en su pelo, abrazándole con fuerza.

Tragó saliva sin saber muy bien cómo reaccionar ¿Qué debía hacer? ¿Tocarla? ¿Devolverle el abrazo? ¿Empujarla?

Sintió que se sonrojaba, nada acostumbrado a semejantes muestras, mucho menos en público. Astoria había sido dulce y cariñosa, pero no era proclive a los besos y los abrazos espontáneos, mucho menos fuera de los límites de su casa, más concretamente de su habitación.

—Las cosas que hizo las hizo porque te quería —estaba murmurando ella —esto segura de que jamás esperó nada a cambio, nada más que la reciprocidad de su amor.

Por una fracción de segundo estuvo a punto de apartarse de ella y gritarla ¿Qué sabía Granger de su relación? ¿Qué sabía nadie? Pero esa rabia, esa furia ciega que le acompañaba siempre pareció se esfumó con sus siguientes palabras.

—Tienes que perdonarte Draco —susurró dando un beso sobre su cabeza como haría una madre con un hijo herido —no fue tu culpa, no puedes vivir así, tienes que perdonarte como ella hizo.

Como en trance, poco a poco, los brazos del rubio se elevaron para rodear la cintura de la bruja y en un violento arrebato la atrajo con fuerza hacia así, en un abrazo salvaje.

—Shhh —seguía diciendo la mujer aun con el rostro sobre su cabello — ella te perdonó por todos esos errores que son pasado Draco, perdónate tú también.

—¿Y tú? —preguntó él con el rostro aún presionado sobre aquellos pechos que tan bien recordaba —¿Me has perdonado tú? —susurró.

La sintió tensarse entre sus brazos por un segundo y relajarse al instante mientras acariciaba algunos mechones de pelo en su nuca.

—Hace mucho tiempo que te perdoné, Draco.

Y él cerró los ojos dejándose consolar por la persona a la que más había odiado en su juventud, permitiendo que aquellas caricias y aquel desgarrador abrazo cerrara las heridas que aún quedaban abiertas, dejando que las lágrimas de ella fueran el bálsamo que suavizara las cicatrices que permanecían en su alma.

Una eternidad después, o quizás unos minutos, ambos se separaron y, para asombro de los dos, no se sentían incómodos o avergonzados del momento compartido.

Hermione se sentó en la silla que había a su lado en lugar de en frente, como si sintiera que él necesitaba la cercanía.

—¿Qué ocurrió? —preguntó finalmente —¿Qué ha cambiado?

Draco le contó sobre su encuentro en Hogsmeade, sobre el atentado, sobre cómo la buscó y la llevó a San Mungo.

—Te recuerdo —dijo ella con una pequeña sonrisa —creí que era porque fuiste la última persona con la que hablé, pero supongo que fue cuando me encontraste en los escombros. Nadie supo quien me había llevado al hospital.

—Sí, todo era un poco caótico. No creo que se fijaran en mi —se cruzó de brazos, con gesto grave— cuando yo usé el giratiempos eras la Ministra de Magia.

Ella se mordió el labio inferior.

—Me lo ofrecieron, hace unos años. Kingsley está deseando jubilarse pero le pedí un poco más de tiempo. Eventualmente acabaré presentándome como Ministra pero necesitaba atrapar a Mulciber.

—¿Atraparlo? —Draco la miró repentinamente alerta —Potter lo atrapó, el último mortífago.

Hermione negó con la cabeza con pesar.

—No, nadie le ha atrapado.

—Mierda —el rubio hundió la cabeza entre las manos — ¿Qué tantas cosas ha hecho en estos años? —preguntó con un temblor en la voz —Soy culpable de cada crimen que haya ejecutado.

—No —Ella le agarró la mano —no ha habido víctimas mortales desde el ataque en la Tienda de Scrivenhaft.

—Por ahora —masculló Draco de forma casi imperceptible.

—Lo atraparemos —dijo ella — y después podrás contarme todas las cosas que hice como Ministra y así volveré a hacerlas — añadió intentando sonreír.

—Hay algo que quiero saber

—¿El qué?

Draco entrecerró los ojos y la miró con el rostro levemente ladeado.

—En el pasado que recuerdas ¿Bebimos tequila juntos?

El rostro de Hermione se prendió como una tea en un nanosegundo y Draco sonrió con una mueca perversa.

Sí, por suerte eso no parecía haber cambiado en absoluto.