CAPÍTULO V

ENCUENTRO

Condenada a permanecer en su reino desde el día de su nacimiento y al igual que la futura soberana de Urano, absorta en sus propios pensamientos la hermosa princesa del planeta Neptuno en su espejo contemplaba la hermosa imagen de ambas selenitas. Sin embargo esa monotonía comenzaba a abrumarla.

Fue así que esperando escapar a esa inquietante soledad y al silencio que de cuando en cuando se apoderaba de su alrededor, como ya se había hecho su costumbre esa tarde abandono su broncíneo trono y caminando por entre los preciosos jardines que rodeaban su nacarado castillo, a su menudo paso extendía sus pálidas manos para acariciar las exóticas flores que en torno suyo esparcían su delicioso aroma.

Llegando hasta la preciosa fuente y reflejando su hermosura en la cristalina agua, hizo a un lado sus pensamientos y entonces tomo su violín sin siquiera haber traído a la memoria el recuerdo de aquellos bellos ojos que entre las nubes la contemplaban.

Con gentileza movía el arco por sobre las aceradas cuerdas, creando a su paso una preciosa melodía ante la cual su propio corazón se reconfortó y en ella la esperanza se avivo.

Si, era ella quien embargada por la tristeza o la alegría, rasgaba las cuerdas de aquel violín sin ser consciente de que cada vez que lo hacía, este podía ser escuchado por todos los seres que habitaban aquella vasta galaxia.

Y al igual que la otra tardé, ante su cadencia la futura soberana de Urano se estremeció.

"Es ella quien de nuevo entona esas notas", expresó mientras abandonaba su trono. "La melodía de hoy es diferente porque puedo notar que en ella hay sombras de dolor", murmuró y sin que ya fuera necesario buscar su procedencia, con paso lento se dirigió hacia la orilla del ancho océano.

Sin importarle que su vestido llegara a empaparse, la futura gobernante camino en contra de la corriente y lejos de sentir temor a ser arrastrada, a su paso contemplaba como las olas se agitaban ante el precioso hechizo que con su música aquella mujer ejercía sobre ellas. Fue así que llegando hasta el punto indicado, volvió a inclinar la cabeza y entonces, de nueva cuenta entre ellas pudo observar a la joven.

Si, ahí y de pie ante las flores, estaba la hermosa aguamarina.

Sintiéndose profundamente atraída hacia ella y deseando saber quien era, dejo que las olas la engulleran y la llevaran a donde fuera que se encontrara. En ese punto poco le importó el abandonar sus dominios.

Lejos de imaginar lo que estaba por ocurrir y que con ello su mortificante soledad pronto acabaría, la futura soberana de Neptuno seguía entregada a la ejecución de tan bella interpretación.

Por su parte y sin saber como es que había llegado hasta ese sitio, la princesa de Urano se oculto entre altas sombras que el nacarado castillo le ofrecía mientras que de nueva cuenta concentraba su atención en la joven.

"Ante sus notas puedo sentir como si el mismísimo mar se avivara en mi pecho, es algo que me emociona", expresó en voz baja mientras fijaba la azulada mirada en aquellos largos cabellos aguamarina. "Su cabello cae sobre sus hombros como si fueran olas, e incluso estoy segura de que sus ojos tienen la misma tonalidad... pero ¿Quien eres?", cuestiono con un murmullo.

En ese punto el perfumado viento se arrastro, golpeando a su gentil paso las encendidas mejillas de la protectora de Neptuno. Y fue ante su extraño toque que la joven abrió los ojos y los fijo en las nubes, buscando en ellas contemplar la imagen de la otra tarde, sin embargo no la encontró.

"Qué extraño. De pronto del ambiente se ha apoderado un aroma que desconozco, sin embargo me resulta muy agradable", murmuro y luego se acomodo el cabello que la gentil brisa le había logrado despeinar.

El suave perfume que dominaba a su alrededor volvió a inspirar su alma y reanudando la melodía, suspiro.

Y es que ese no era otro más que el perfume de la rubia princesa.

El viento volvió a soplar, moviendo a su paso la ramas de los frondosos arboles y entonces, la mujer se detuvo de forma abrupta.

"¿Quien se oculta?", cuestiono hacia las tupidas enredaderas.

"¡Maldición!, me ha descubierto", apretando su puño, la alta mujer mascullo.

"¿Quien eres?", cuestiono la otra mientras que con paso cauteloso se dirigía para descubrir a quien fuera el espía.

"No cabe duda, me echara de su jardín y entonces no podre volver a verla", la joven se lamento al ver que había sido un grave error el haber acudido hasta ahí.

"Te ordeno que te muestres ante mi, de lo contrario no me quedara de otra que atacarte"

Ante su amenaza, la rubia mujer de Urano abandono su escondite y saliendo de entre las flores, con paso lento se fue acercando a ella. "Aquí me tienes, no tienes porque temerme"

"¿Quien eres?, ¿Qué haces aquí?, ¿Quien te permitió acercarte a mis dominios?", la aguamarina cuestiono.

"Lamento ser tan inoportuna, pero ¿serías tan amable de decirme donde estoy?"

"Quien hace las preguntas en este lugar soy yo, así que responde, ¿Cómo es que lograste llegar?", con tono molesto volvió a preguntar.

"He escuchado la preciosa melodía que estaba interpretando, así que esperando conocer a quien tocaba el violín, es que a través de las aguas que rodean mi hogar pude verla, luego me arrastraron hasta su presencia"

"Lo que dices es un imposible, aquí solo hay soledad y mucho silencio, ¿De que forma las olas pudieron traerte hasta mi?"

"Es lo mismo que a mi me gustaría saber"

"¿Dónde habitas?, ¿Qué dominios te fueron conferidos?", fueron las preguntas que siguieron a las anteriores.

"Habito el castillo Miranda y mis dominios se encuentran justo en el sistema solar exterior"

Ante sus palabras, la chiquilla sonrió con confianza, tomando así una actitud relajada; "¿El castillo Miranda?. Ahora entiendo, eres la futura soberana de Urano. Mis dominios al igual que los tuyos se encuentran en el mismo punto y ahora estas en el castillo Tritón, en Neptuno"

La rubia princesa ante ella hizo una gentil reverencia; "Entonces es propio que le muestre mis respetos"

"Has dicho que estando en Urano escuchaste mi interpretación, ¿Es eso cierto?"

"Lo es"

"Se supone que estaba condenada a esta soledad, ¿Qué hay de ti?", deseosa de saber más sobre ella, pregunto.

"Lo mismo me sucede. Sin embargo comienza a tornarse insoportable y he de agradecer el encontrarme ante su magnificencia", humilde volvió a inclinar la cabeza.

En ese punto la aguamarina se sobresalto. "Reconozco tus ojos. Eras tú quien la otra tarde me veía por sobre las nubes, ¿No es así?"

"Sí, era yo. Como le decía, deseaba tanto encontrar la procedencia de su melodía, que la busque en las altas montañas y entre las flores, pero fue en lo profundo de los océanos donde por fin pude observarla"

Atraída por la belleza que había en aquella alta joven, nerviosa asintió; "Bueno, pero aún no me has dicho si te gusto"

"Por supuesto que si, porque sin saberlo ha roto mi soledad", contemplando sus cabellos, sus mejillas y esos carnosos labios, replico.

"Me alegra mucho que así sea, pero por favor deja los formalismos de lado", sin aliento si apenas pudo señalar. Así que deseando escapar a esa mirada que tan nerviosa la hacía sentir, la aguamarina de entre su vestido tomo aquel precioso objeto; "Mira mi espejo, es un talismán que la Reina Serenity me confió. A través de él la contemplo a ella y a la princesa"

"Yo lo hago entre las nubes, solo basta que piense en ellas para poder verlas", dijo y luego señalo hacia el cielo, donde aquella imagen apareció para que la Neptuniana pudiera admirarla.

"Es verdad", contesto dejando escapar una ligera risa.

"¿Ocurre algo?", perdiendo su concentración, la Uraniana se volvió para con ella.

"Se supone que no deberíamos estar hablando, que tenemos que cumplir una misión mientras perecemos en soledad"

"Tienes razón, perdona la intromisión. Ahora que te he conocido, será mejor que me vaya. No deseo que a causa de mi imprudencia seas acreedora a algún castigo"

"Castigo que bien valdrá la pena, Urano. Por favor quédate. Entiendo que tengas que regresar para cuidar tus dominios, pero hazme compañía un momento más"

"Lo que tú ordenes yo he de obedecer"

La aguamarina sonrió con gentileza. "Ven conmigo", pidió y tomando su mano, comenzó a guiarla por aquel arenoso camino.

"¿A dónde vamos?", cuestiono la alta mujer.

"No tienes que preocuparte, estoy segura de que te gustara", expreso y avanzando un poco más, llegaron a la orilla de aquel océano.

Ante lo que había más allá, la Uraniana se quedo sin palabras.

"¿Te gusta?", esperando adivinar que había en las expresiones de su rostro, pregunto la joven princesa.

"Sí", solo alcanzo a decir. Y es que ante la tonalidad de aquella agua, se quedó sin aliento. "No logro distinguir donde comienza el cielo, o donde es que termina el océano. Es como si me encontrara ante un gran espejo"

"Estoy segura de que estos mares son los más hermosos que hay sobre la galaxia"

"Es cierto. Tanta belleza es difícil de describir", maravillada ante el movimiento de las olas, murmuró.

Contemplando la forma en la que el viento movía el cabello de la mujer, la joven se perdió en esa bella imagen; "Urano, sé que tienes que regresar a tu lugar de origen, pero luego de que lo hagas ¿Podre verte de nuevo?"

"Solo si tú lo deseas", expreso esperando que así fuera.


Notas de autor;

Para hoy decidí que fuera un capitulo escrito a un solo tiempo, y es que en el anime es cuando ambas revelan su identidad frente a las demás, así que es por eso que en este fragmento ambas se conocen.

Kaiohmaru; Es más seria, más madura, como que le falta ese sentido del humor noventero. Así es, ella le menciona a Mamoru que en la academia Mugen solo hay hechiceros, incluyéndose a ella misma y a Haruka.

Michelle; Si parecen pareja, pero en el otro era más obvió porque hasta del brazo se tomaban, pero bueno, es lo que hay XD.

Kaiohmaru; Con su música Michiru es capaz de hechizar hasta las rocas.