Ranma no me pertenece.
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Fantasy Fiction Estudios
presenta
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14
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Escucha…
Siente…
Piensa…
¡Akane!
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Abrió los ojos y pestañeó para ajustarse a la intensa luz. Se incorporó y miró alrededor. Estaba en un gigantesco prado hasta donde le alcanzaba la vista, cubierto de flores blancas y rojas, acariciado por una brisa suave y perfumada. Iluminado por el sol radiante de la mañana.
Se puso de pie y alzó la cabeza. En ese instante un fénix cruzó entre las nubes y el sol, desplegando sus enormes alas y agitando una cola de plumas rojas y doradas. Akane abrió la boca asombrada y alzó un mano para hacerle sombra a sus ojos, entonces descubrió que tenía puesta una túnica china ancha, y pantalones amplios de tela suave.
Se miró los brazos y las manos, agachando la cabeza para observar sus pies calzados con zapatillas de lona negras.
—Bienvenida, Akane —dijo una vocecita a su espalda.
Akane se dio la vuelta asustada, pero no había nadie. Se giró hacia el otro lado. Otro ser gigantesco cruzó volando por el cielo, un dragón con las alas abiertas, cubriéndola con su sombra. Ella alzó la cabeza de nuevo para mirar, mientras el dragón se alejaba con un gruñido ensordecedor y el agitar de las formidables alas.
—¡Akane! Por aquí —habló de nuevo la voz.
La chica se giró. Otra vez, no vio a nadie.
—¡Aquí abajo, caramba!
Akane vio a un conejo, pequeño, de pelaje blanco y ojos alargados y rojos. Estaba parado en sus patas traseras, con las orejas largas y grandes bien alzadas. Akane inclinó la cabeza.
—Puedes oírme, ¿cierto? —preguntó el conejo abriendo la boca y mostrando unos dientes blancos y pequeños—. ¿O acaso hay interferencia?
Akane lo miró asombrada y lanzó un grito de terror.
—¡Un conejo que habla!
Se volvió y echó a correr, aplastando las flores con cada uno de sus pasos. El conejo soltó un suspiro, bajó un poco las orejas y la siguió dando saltitos.
Avanzó a trompicones, agitando los brazos para no perder el equilibrio en su carrera desesperada. Pero el prado de flores se interrumpía bruscamente en un precipicio, y abajo solo había un fondo negro, interminable, rodeado de nubes grises y azules que se movían incesantes y peligrosas. Akane detuvo sus pasos y cayó al suelo, asustada, inclinándose por el borde del prado para mirar hacia abajo.
El conejo apareció a su lado y dijo:
—No puedes seguir adelante si no hablas primero conmigo.
Akane gritó otra vez de miedo y se cubrió la boca con las manos.
—¡Caramba! —dijo el conejo moviendo y estirando las orejas—. Estoy diseñado para ser adorable, no para dar miedo. Nunca nadie reaccionó así.
—Pu-Puedes hablar —tartamudeó Akane señalándolo con un dedo.
—Creí que ya habíamos dejado eso bien claro.
—Pe-Pero… los conejos no hablan.
—¡No soy un conejo! —dijo el conejo—. Soy el Necesario y Primer Conocido, aunque algunos me llaman NPC… ¡Pero mi nombre es Rabbit! Preferiría que lo usaras.
—Rabbit —repitió Akane.
—Eso mismo.
—¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?... ¡¿Por qué estoy aquí?! —preguntó desesperada.
—Escucha, siente, piensa —dijo Rabbit—. ¡Son demasiadas preguntas, caramba! Pero las responderé todas. ¿Dónde estás? En el mundo 14. ¿Qué es este lugar? El mundo 14. ¿Por qué estás aquí? Porque te fue asignado el mundo 14.
—Eso… no me dice nada.
El conejo dobló y estiró las orejas.
—¡Caramba! Ya he respondido tus preguntas. Ahora es mi turno de hablar —dijo—. Has llegado al mundo 14, este será tu hogar eterno. Tu misión es protegernos de los terribles y malvados Veldor. Y salvar al mundo de la destrucción. Ahora debes elegir tu arma.
—¿M-Mi… arma?
—¡Caramba! No puedo repetir las cosas —dijo Rabbit con enfado—. Estas son las armas que tienes a tu disposición por el momento: espada, mandoble, katana, bastón. Elige sabiamente.
—Yo… yo… —murmuró Akane, vacilante.
—Se te ha asignado una espada —dijo Rabbit unos momentos después—. Ahora debes…
—¡Pero yo no elegí…!
—…pasar por la puerta —siguió diciendo el conejo sin prestarle atención—. Se permite que uno de los residentes venga a escoltarte.
Rabbit saltó y giró en el aire y justo en el sitio donde aterrizó de nuevo, se abrió un espacio de luz potente y brillante, parecido a una puerta.
Akane se cubrió la cara alzando un brazo. Cuando la luz comenzó a menguar, pudo distinguir una figura humana. Era una mujer, usando un vestido blanco que la cubría hasta los pies. Cuando la luz se apagó del todo, la reconoció.
La observó sin aliento.
—¿Mamá? —preguntó conteniendo un sollozo.
—Bienvenida, Akane —saludó Kimiko Tendo con una sonrisa. Estiró la mano—. Acompáñame.
Akane tomó su mano y la siguió a través de la puerta. Que se cerró a su espalda cuando cruzó.
En el prado de flores se quedó Rabbit, moviendo las orejas.
—¡Caramba!
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Del otro lado había una sala enorme, con el suelo de mármol brillante. Akane alzó la cabeza maravillada. Interminables escaleras ascendían por muchos pisos, alcanzó a contar diez antes de que le fuera imposible distinguir más debido a la distancia. Había bibliotecas llenas de libros, mesas redondas con comida o tazas de té, sillones cómodos y más allá un jardín interior con decoración japonesa. Un puente curvo cruzaba un lago pequeño, con un árbol torcido a un lado y un espacio de flores y césped del otro, donde, sobre una manta a cuadros, un hombre y una mujer charlaban y tomaban el sol.
Akane avanzó, soltando la mano de su madre y mirando con más detalle todo a su alrededor. Había muchas personas, hablando y riendo, algunas discutiendo. Otras, en un patio a su derecha, separado del gran salón por una alta ventana de cristales, entrenaban usando katanas, largos bastones y abanicos enormes que manejaban con las dos manos.
Todos vestían ropas extrañas, de muchos colores. Podía reconocer algunas como ropas de su época, otras de muchos siglos atrás, pero había muchas fantasiosas y extravagantes. Las personas tenían el cabello de los colores más extraños y más raras todavía eran las armas que tenían a la espalda, o colgadas del cinturón, muchas que Akane no reconoció.
Kimiko se acercó y le tocó la mejilla, mirándola con los ojos brillantes y llenos de emoción contenida.
—Has crecido tanto —dijo—. Te convertiste en una mujer hermosa.
—Mamá… —Akane tomó aire y habló—. ¿Qué es este lugar?
Kimiko se quedó pensativa.
—Podría decirse que es un videojuego —respondió con una sonrisa.
—¿Estoy soñando, mamá?
La sonrisa de Kimiko se desvaneció.
—No, querida —dijo—. Este es el otro mundo. Lo lamento, pero… has muerto.
—¿Qué?
Akane dio un paso atrás y agitó la cabeza.
—¡Es imposible! Yo no puedo… Yo estaba…
Se quedó quieta, con los ojos llenos de lágrimas.
—Jusenkyo… ¡Ranma!
—Lo siento, querida. Sé que lo querías mucho —murmuró su madre.
—¡Yo no…! —exclamó Akane por costumbre, pero después dejó caer los hombros—. Necesito volver. ¡Tengo que volver con Ranma!
—Eso es imposible. Ya te dije que has…
—¡No puedo estar muerta!
Kimiko le rodeó los hombros con un brazo y la atrajo hacia sí.
—Sé que es difícil, pero te repondrás —le dijo para confortarla—. Además, este lugar no es tan terrible. Puedes practicar artes marciales si quieres, ¡puedes hacer todo lo que te apetezca! Y cuando te canses de luchar contra los malos que intentan conquistar el mundo, puedes dedicarte a cuidar tu jardín, a arreglar tu casa… Puedes viajar para conocer otros lugares, hacer amigos, pescar, cocinar…
—¿Cocinar? Mamá, ¡yo no sé cocinar! —respondió Akane—. ¿Qué va a pasar con Ranma, mamá?... ¡Necesito volver!
—Querida —dijo Kimiko suavemente—, Ranma está en el mundo de los vivos. Y no puedes volver, solo puedes esperarlo.
—¿Esperarlo? —preguntó Akane.
Kimiko miró a los lejos, hacia el jardín japonés, y más allá todavía, hacia la nada, con ojos tristes.
—Yo también estoy esperando, hace mucho tiempo que quiero ver a tu padre —dijo con suavidad—. Pero sé que un día llegará, esa es la única certeza que existe. Y así también —siguió, volviéndose a mirar a su hija— vendrá Ranma un día. Hasta entonces, solo debes tener paciencia.
—Pero, él… él…
Kimiko la tomó de las manos y la luz brilló entre ellas. Cuando se apartó, Akane sintió el peso de una espada en sus palmas. La levantó y la observó, tenía una empuñadura cómoda y sencilla, pero la hoja estaba rayada y un poco mellada, como si hubiera sido muy usada.
—¿Qué es esto? —preguntó Akane alzando la cabeza.
—La espada con la que comenzarás.
—¡Ese conejo ni siquiera me dejó elegir!
—Lo sé —replicó Kimiko con una suave risa—. Rabbit fue creado hace mucho, mucho tiempo y nunca fue actualizado, me temo que está un poco obsoleto y anticuado. ¡No te preocupes! Podrás elegir de nuevo más tarde, pero ahora te recomiendo salir al mundo y recorrerlo, luchar, crear y soñar, Akane.
—Pero, yo… No puedo luchar, no con una espada.
—No hay problema. Pase lo que pase, no morirás —aseguró Kimiko sonriendo.
Akane frunció el ceño.
—¿Y Ranma? —preguntó Akane—. No puedo dejarlo solo.
—¡Oh, por Kami! —suspiró Kimiko, divertida y sonriente—. Realmente estás muy enamorada.
Akane se sonrojó con fuerza y giró el rostro para mirar hacia el jardín japonés.
—Tengo que encontrar la forma de salir de aquí y volver con él —dijo con firmeza.
—De acuerdo —aceptó Kimiko—. Pero, quizás, deberías intentar hacerte más fuerte para lograrlo. ¿Por qué no sales y te enfrentas al mundo, Akane?
—¿Enfrentarme al mundo? —repitió ella empuñando la espada.
—¡Oh! Olvidé decirte que en este lugar puedes cambiar tu aspecto cuanto quieras —dijo Kimiko sin perder la sonrisa—. Podrías empezar por el pelo. ¿Nunca pensaste que te quedaría muy bien el color azul?
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Muchísimo tiempo después…
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Akane se echó el cabello, largo, de color celeste claro, hacia atrás. Apoyó los codos en la mesa redonda y miró alrededor. Ese día llovía y hacía frío, muchos se habían refugiado en el salón principal a leer o conversar y beber algo caliente, no era la única. Se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo, espeso y muy dulce, de chocolate caliente. Soltó un suspiro de satisfacción.
Rabbit se materializó a su lado. Giró en el aire y aterrizó sobre su mesa. Akane no le prestó atención y siguió observando el lago del jardín japonés, con la superficie sacudida por las gotas de lluvia.
—¡Caramba! —dijo Rabbit—. ¿Por fin dejarás de intentar salir del mundo 14?
—No —respondió ella con tranquilidad—. Solo estoy disfrutando de la lluvia y mi chocolate. Cuando escampe saldré de nuevo, llegaré a las Tierras Altas por la noche y embarcaré en el puerto de Dolburn hacia el norte, buscando la Puerta Principal.
Bebió otro poco de chocolate y bajó una vez más la taza.
—La Puerta Principal es solo un mito —dijo Rabbit.
—Todo mito viene de alguna verdad —dijo ella.
—Qué lástima que te vayas de viaje. ¡Caramba!
—¿Por qué?
—Hoy llega él y se te permite escoltarlo —respondió Rabbit. Y desapareció.
Akane se quedó quieta. Cerró los ojos.
—Ranma —murmuró.
Levantó su largo arco de la mesa y se puso de pie.
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Esperó en el lugar indicado hasta que apareció la puerta de luz y pudo cruzar. Estaba nerviosa y el corazón le saltaba dentro del pecho.
Pero entonces lo vio. Alto, maduro, atractivo. El cabello, aunque gris, todavía lo usaba trenzado. Solo sus ropas habían cambiado, reemplazadas por las comunes y corrientes de su época. ¿Quizás había dejado las artes marciales cuando ella murió?, pensó. Y eso la entristeció profundamente.
Akane dio un paso hacia adelante. Ranma discutía con Rabbit, que movía las orejas, ajeno a la conmoción que acababa de generar en aquel hombre con todas sus palabras.
—¡Yo no elegí un maldito bastón! —se quejó Ranma.
Después la vio. Con la mano estirada y una sonrisa en los labios.
—¿A-Aka… ne? —murmuró.
Sus ojos azules se agrandaron y después se llenaron de lágrimas, dolorosas y amargas.
—Bienvenido, Ranma —dijo ella—. Acompáñame.
Él la tomó de la mano sin dudar. Cuando sus dedos se tocaron, Ranma adquirió la apariencia que ella recordaba, la de un muchacho, con la camisa china de color rojo y la trenza negra. Su sonrisa arrogante fue ancha y brillante.
Cuando la puerta se cerró a su espalda, Rabbit movió las orejas, soltó un suspiro de cansancio y se dio la vuelta.
—¡Caramba! —exclamó.
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GAME OVER
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Nota de autora: Hoy Noham me dio la palabra «videojuego» y después de mucho pensar me dije ¿y si el otro mundo fuera como un videojuego?, pero uno de rol, donde se sube de nivel y se mata a los malos; además, como uno online, donde fuera realmente una réplica del mundo real y uno pudiera hacer lo que quisiera. ¿Y si Akane muriera en Jusenkyo y pasara a ese otro mundo? El resto es historia, jeje.
Muchas gracias a todos por sus lindos comentario siempre: Gatopicaro, Arianne, Rash, Psicggg, Diluanma, Juany, Rowen y Noham.
Nos leemos.
