Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios

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El final de todos los mundos

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Ukyo ya había cerrado el restaurante y estaba limpiando la larga plancha con un paño blanco y suave, cuando escuchó los golpecitos en la puerta de entrada. Alzó la cabeza y detuvo el brazo. Descubrió la silueta que se recortaba en la puerta de papel, la mujer y la bicicleta, y apretó el trapo entre los dedos. Después suspiró y habló en voz alta.

—Entra, la puerta está abierta.

Shampoo dejó la bicicleta al costado de la entrada y deslizó la puerta corrediza. Entró al local con un gesto curioso, mirando alrededor y decidiendo, al final, que aquel lugar no era gran cosa. Ukyo supo leer perfectamente su indiferencia, lo que la enfureció.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó.

Shampoo frunció los labios y puso un dedo bajo su barbilla.

—Convocar reunión, ¿sí? Ser en restaurante de chica de la espátula.

—¿Reunión? Nadie me avisó nada de una reunión.

—Shampoo no avisar, Shampoo saber que chica de espátula siempre en restaurante. Chica de espátula siempre sola… solitaria, ¿sí? —agregó inclinándose hacia adelante—. Ser lugar perfecto. Shampoo saber.

Ukyo tiró el trapo sobre el fregadero que estaba a su espalda y se volvió.

—¿Puedes dejar ese estúpido acento? Me hace doler la cabeza.

—Shampoo no querer —dijo la aludida y se sentó a la barra en uno de los altos taburetes.

La puerta se deslizó una vez más y pétalos negros rodaron sobre el piso del restaurante de okonomiyakis, empujados hasta el asiento de Shampoo. Algunos se pegaron a la plancha y Ukyo se masajeó la frente.

—Entra de una vez —le dijo a la sombra que se ocultaba a un lado del umbral—. Y antes de irte vas a limpiar el piso, te lo advierto… ¡Cierra la puerta!

Kodachi Kuno, vestida con su habitual leotardo, no caminó, se deslizó por el local y saltó, estirando las piernas en el aire sin dificultad, cayendo con gracia sobre la barra, donde se sentó con las piernas cruzadas.

—¡Ojojojojojojo! —rio cubriéndose la boca delicadamente con una mano—. ¿Qué sucede aquí? Este ambiente podría cortarse con un cuchillo.

—Chica demente tener razón —acotó Shampoo—. Chica de la espátula estar de mal humor, Shampoo saber.

—Oh, ¡qué inteligente ser Shampoo! —exclamó Ukyo con sarcasmo—. ¿Será que estoy de mal humor porque llegan a mi local sin ser invitadas? ¿Y de qué diantres quieres hablar de todos modos? Creí que habíamos dejado en claro la última vez que todos los mensajes serían escritos, porque era peligroso que nos vieran juntas.

—Se me antoja un té muy cargado —murmuró Kodachi de pronto—, o algo más fuerte.

Agitó una mano en dirección de Ukyo y se la quedó mirando. La cocinera pestañeó.

—¡No esperarás…! Maldita sea.

Ukyo se volvió y puso el agua a calentar, aunque no porque se lo hubiera ordenado la loca de Kodachi, era a ella a la que se le había antojado un té. O, quizás, lo que quería era poder arrojarle a aquella mujer agua hirviendo a la cara.

—Ceo que se están creyendo demasiado sus papales, ¿no les parece? —preguntó, de espalda a las otras dos, con las manos apoyadas en el fregadero.

—Shampoo no entender.

—Oh, pobre y malhumorada plebeya, que no comprende todavía que Ranma-sama me pertenece, ¡en cuerpo y alma!, y solo mi amor por él me empuja a seguir ade…

—Ya cállate —habló Ukyo dándose la vuelta—. ¡Ranma no te pertenece!... No nos pertenece a ninguna, no aquí por lo menos. Está enamorado de Akane, y no hay nada que podamos hacer.

Kodachi apretó los dientes y enderezó la espalda, y Shampoo agachó la cabeza para mirar la madera gastada del mostrador. Delineó la superficie rugosa con la punta de los dedos y después dio unos golpecitos en el mostrador.

—Ahhh —dijo soltando un suspiro—. Es por eso que convoqué esta reunión, Ukyo. Tenemos que hablar muy seriamente.

Que dejara atrás su tono estudiado sorprendió a Ukyo, y también a Kodachi, que se volteó a mirarla con un gesto de petulancia.

La tetera silbó indicando que el agua estaba hirviendo.

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Ukyo sirvió las tres tazas de té y se sentó a la mesa, donde estaban Shampoo y Kodachi. Las tres mujeres se miraron, pero fue Ukyo la primera en abrir la boca.

—Bueno, ¿de qué querías hablar?

Shampoo tomó su taza entre las dos manos y la alzó, para soplar levemente la superficie caliente.

—Nuestra misión va cada vez peor, ninguna de nosotras ha logrado separar a Ranma de Akane.

—No sé de qué hablas —dijo Kodachi levantando el mentón—. Está claro que Ranma-sama solo está con esa mujer porque quiere heredar ese dojo de mala muerte.

—Ukyo tiene razón —le dijo Shampoo—. Te has creído demasiado tu papel.

Kodachi apretó los labios y desvió la mirada.

—He sufrido el peor de los destinos —murmuró con vergüenza—, no solo me han separado de mi amado Ranma, sino que en este estúpido mundo tengo que rebajarme a usar tretas tontas para conquistar su amor. Y mi Ranma-sama, ¡mi verdadero amo y señor!, vive en otra realidad, llorando mi ausencia.

—No eres la única —le recordó Ukyo.

Shampoo la observó. Kodachi no dijo nada.

—La cuestión es —comentó después la mujer china—, que estamos a punto de fracasar. Y no sé ustedes, pero yo no estoy preparada para que mi mundo se destruya.

—¡Ninguna de nosotros lo está, tonta extranjera!

—¿Cómo me llamaste, mujer demente?

—¡He dicho…! —comenzó Kodachi.

Pero Ukyo intervino, poniéndose de pie al apoyar las dos manos en la mesa.

—¡Silencio!

Kodachi se pasó una mano por el pelo para arreglarse la cola de caballo, como si no hubiera hecho nada, y Shampoo hizo un mohín. Ukyo volvió a sentarse lentamente.

—Estoy cansada —dijo—, estoy harta de esta tontería tanto como ustedes. ¿Pero qué podemos hacer?

—Si no separamos a Ranma y Akane, este mundo seguirá el orden establecido y nuestras realidades desaparecerán —dijo Shampoo observando la superficie de su taza—. Y los Ranmas que dejamos atrás, nuestros Ranmas, perecerán con él.

—Todo es culpa de ese hombre obeso e inútil —se quejó Kodachi enfadada—, si no hubiera apartado al pequeño Ranma de su madre, no hubiera aparecido ninguna realidad alterna.

—¿Qué importa quién lo comenzó? —dijo Ukyo—. Genma Saotome no lo sabe, y por lo tanto no puede ayudarnos.

—Es momento de tomar una decisión —dijo Shampoo bebiendo un sorbo de té.

—¿De qué hablas? —quiso saber Ukyo.

La cocinera, que estaba frente a Shampoo, la observó atentamente.

—Me pregunto si podríamos encontrar la manera de volver a nuestras realidades.

—Pero eso solo aceleraría… —comenzó a decir Ukyo, y se interrumpió, apesadumbrada.

Kodachi también se dio cuenta de lo que implicaba, y se puso de pie, torciendo la boca de rabia.

—¡Me das asco! —le dijo a la mujer china—. Está de más decir que no cuenten conmigo para sus estúpidos planes. ¡Yo conquistaré a Ranma-sama! Y este maldito mundo se llenará de oscuridad, y morirá, ¡y el mío prevalecerá!

Se alejó a grandes y zancadas, digna y altiva. Se volvió hacia las otras dos cuando llegaba a la puerta, abrió la boca, parecía que iba a agregar algo más, pero cambió de idea. Cerró la boca y apretó los labios. Nadie la detuvo cuando salió del restaurante.

Ukyo y Shampoo se quedaron en silencio largo rato. Hasta que la cocinera se reclinó en su asiento.

—A veces quisiera tener la convicción de Kodachi —susurró.

—¿La convicción de una loca? —Shampoo soltó una risa seca, forzada y sin humor.

—Tienes razón —aceptó Ukyo—. No puedo ser como ella y tener la sangre de millones de inocentes en mis manos. Si separamos a Ranma y Akane, la luz de este mundo se apagará y dejará de existir. ¿No es lo mismo que si fuera el nuestro el que se destruyera?

—Luz y oscuridad, ¿qué más da? —dijo Shampoo encogiéndose de hombros—. No me refería a eso. En mi aldea me enseñaron a matar al débil, y no dudaría ni siquiera un momento si tuviera que hacerlo. Uno o millones, son lo mismo para mí.

Ukyo no pudo evitar sentir sorpresa y miedo con sus palabras, aunque sabía muy bien cuáles eran los preceptos que le habían enseñado a su compañera.

—Entonces… —dijo Ukyo, vacilante—, ¿por qué no matas a Akane Tendo?

Shampoo tomó otro poco de té y habló con la vista clavada en la mesa.

—Este Ranma, ni siquiera al transformarse puede ser como ella… No es como mi Ranma —sentenció—. Ella era la mejor de nuestra aldea, nos hicimos amigas de inmediato, era todo para mí. Yo la… —Shampoo se interrumpió.

—Comprendo —dijo Ukyo simplemente.

—Podría sacrificarme para salvar a mi mundo si aparto a Akane de Ranma, pero ¿para qué? Él no es ella, no quiero estar a su lado. Pero tampoco quiero que mi propia realidad deje de existir. ¿Comprendes mi problema?

—Por eso decidimos hace tiempo que la mejor solución era conquistar a Ranma y quedarnos con él, sacrificarnos para que nuestro mundo pueda sobrevivir, pero sin destruir este.

—Fuimos demasiado estúpidas —sentenció Shampoo.

Ukyo apartó su taza. El té ya estaba frío.

—No hay otra solución —dijo.

—Pero eso nos obligó a vivir en esta espiral sin fin. ¿No estás cansada?

—Ya te dije que sí —murmuró Ukyo juntando las manos sobre la mesa—. Pero no veo otra solución. No puedo matar a todos como tú, no tengo el aplomo de Kodachi para conquistar a Ranma. En el fondo sé que él es de Akane, así como el Ranma de mi realidad es mío.

—Por eso quiero intentar volver a nuestros mundos —insistió Shampoo—, para que encontremos una solución estando allí.

—Es imposible —dijo Ukyo.

—¿Por qué? ¿Por qué esa vieja tonta lo dijo? ¿Solo por eso seguimos atrapadas hace tanto tiempo en este ciclo sin fin?

—¿Y por qué ahora piensas que hay una posibilidad? —preguntó de pronto Ukyo—. Te conozco bien, tú no das ninguno de tus pasos al azar.

Shampoo sonrió despacio.

—A eso quería llegar. Creo que puede haber una manera.

—¿Y por qué no lo dijiste desde el principio?

—Quería ver la reacción de la loca de Kodachi —respondió Shampoo encogiéndose de hombros—. No pienso compartir un plan tan débil con una demente, y tenía razón. Esa mujer es inestable, compadezco al Ranma de su realidad por haber tenido que vivir a su lado.

—Pero, su realidad y las personas que viven en ella…

—Me importan muy poco —dijo Shampoo.

Ukyo tragó saliva y asintió despacio. En los ojos de Shampoo vio la misma locura que brillaba en los de Kodachi.

—Entonces, ¿cuál es… tu plan?

Shampoo se echó hacia adelante.

—Me di cuenta de… de que… —Tosió y se aclaró la garganta—. Me di cuenta…

De pronto, abrió la boca y los ojos desmesuradamente, en un gesto grotesco. Sus pupilas se contrajeron hasta ser dos puntos oscuros. Ukyo se echó hacia atrás, asustada. Shampoo se desplomó sobre la mesa.

—¿Sham… Sahmpoo?... ¡Shampoo!

La puerta del restaurante de Ukyo deslizó. Entró una mujer baja y regordeta, que apartó con el pie los pétalos negros que le estorbaban. Ukyo se la quedó mirando con la boca abierta.

—Usted… —dijo poniéndose de pie.

—No te preocupes por Shampoo —dijo la mujer, ajustándose los grandes anteojos, que por un momento brillaron reflejando la luz del techo—. Está muerta.

—¿Qué…? ¿Qué dijo?

—Les di una única misión —sentenció la mujer alzando el dedo índice—, interponerse entre Ranma y Akane, pero están intentando escapar.

—No —dijo Ukyo—. Solo queríamos…

La mujer la interrumpió moviendo el dedo alzado.

—Nadie escapa de este lugar —anunció—. Solo yo puedo borrar o aniquilar a quién quiera. Si no me crees, piensa en el doctor Ono Tofú.

—Él… Él se fue de viaje —respondió Ukyo, temblorosa.

La mujer sonrió con malicia.

—¿Se creyeron eso? —preguntó. Y soltó una risa que le provocó un escalofrío a la cocinera.

—Recuerda, Ukyo Kuonji, yo lo sé todo —dijo la mujer—. Lo escucho todo y lo manejo todo. Harás todo lo que te diga… o terminarás como Shampoo.

La mujer se dio la vuelta para irse, pero al llegar a la puerta se volvió. Ukyo dio un respingo al ver sus ojos malignos a través de las gafas.

—Te lo repito: tu misión es interponerte entre Ranma y Akane, hasta que yo te diga que es suficiente. Solo entonces volverás a tu realidad.

La mujer se pasó una mano por el cabello castaño y corto, alisándoselo, y salió del restaurante.

Ukyo se desplomó de nuevo sobre la silla, jadeante y temerosa. El corazón le latía tan rápido que parecía a punto de escapársele por la garganta. Se cubrió el rostro con las manos y lloró.

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FIN

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Nota de autora: Hoy pasó algo gracioso, porque con Noham nos dimos palabras opuestas. Yo le di «sombra» y él me dio «luz». ¡Pero que conste que no fue a propósito! Hace tiempo que tenemos escritas las palabras.

En este caso, no tenía ni idea de qué hacer, la palabra es muy amplia y lo único que sabía era que quería escribir algo corto. En el proceso, ¡hasta se me ocurrió una continuación de T & T Casamenteras! Pero al final me imaginé a Ukyo en su restaurante y después me vino lo otro a la mente.

Con el final no sabía qué hacer, estuve tentada de cambiarlo. Pensé que iba a ser demasiado extraño, o estúpido, y que nadie lo iba a entender. Sin embargo, lo escribí así, porque es mi historia después de todo, jeje.

Muchas, muchísimas gracias a todos los que nos leen todos los días y a los que nos comentan y nos apoyan en este proyecto. Sobre todo a: Arianne, Rash, Psicggg, Gatopicaro, Diluanma, Sol y Noham. Disculpen si se me pasa alguien, pero Fanfiction está teniendo problemas y no me muestra todos los comentarios, pero sepan que los aprecio de corazón.

Nos leemos.