Capítulo 11: Verdad

Sumergida en la luz para sostener el túnel, formas y colores danzaban tras sus párpados cerrados. La Fuerza la urgía a ver mientras huían, y Rue cayó por una eternidad confiando en que sería atrapada.

- Es su orden... –susurró Mara, formándose en el ojo de su mente-. Ha vuelto. Justo como antes.

Se veía conflictuada. Apuntaba con un blaster a un joven Luke Skywalker, y sus manos temblaban.

- Estás asustada... pero lo vi morir, Mara, lo sentí –sin dejar de mirarla, él se acercó gentilmente a desviar el blaster con su mano mecánica-. Ya pasamos por esto una vez, déjame ayudarte...

Un disparo rozó su cadera, derribándolo. Viendo su arma en horror, Mara retrocedió y echó a correr.

La imagen se deshizo y recompuso, mostrando a un chiss y un humano en el puente de una nave.

- Eres un peón en su tablero, Ezra Bridger... –el chiss llevaba un ysalamir-. Dependemos de ello.

- Haré lo que tenga que hacer –la voz de Ezra destilaba amargor-. En cuanto tú cumplas tu parte.

En una nueva danza de colores y formas, Mara volvió a aparecer, esta vez al interior de una celda. Activando un sable de luz magenta, apuntó a una persona que le daba la espalda tendida en una litera.

- ¿Está vivo? –siseó entre dientes, mientras la persona se levantaba con lentitud-. ¡Di la verdad!

- Lo está... –una versión más vieja de Bridger giró a verla-. Y solo el poder de dos podrá vencerlo.

- ¿Cómo maestro y aprendiz? –Mara bufó escéptica-. No me hagas reír, ya pasé por todo eso.

- Tentador, pero no... -sus ojos azules relampaguearon-. Para su derrota, tendremos que morir...

La escena volvió a desdibujarse y cambiar, esta vez a un lugar que Rue reconocía a la perfección.

- ¡Rüya sigue en tierra, bastardo! ¡Da vuelta la nave...! –su madre se precipitó furiosa a la cabina, donde Nazzer manipulaba un radio. Su rostro se crispó de horror al verlo-. ¡NO SE LA DARÁS!

Comprimió el equipo con la Fuerza. Nazzer saltó de la silla del piloto a verla con ojos desorbitados.

- ¡Eres como ellos! –rugió tras instantes, apuntándola con su blaster- ¡Te cazará a ti también...!

Le disparó. Mara se arrojó al suelo, atrajo su sable desde debajo del tablero. Nazzer se le abalanzó, y pateado de vuelta a la silla, golpeó el yugo de control. La nave se invirtió lanzándolos al parabrisas.

- ¡Déjala en paz...! –Rue exclamó angustiada.

Se forzó a abrir los ojos, y saltó a pararse al estar en el sitio de los portales. Algo iba mal, la Fuerza ahí era puro caos. Todo alrededor vibraba como sometido a una enorme presión. Algo iba muy mal...

Mara la miraba boquiabierta a través de uno, el reconocimiento suavizó su expresión y Rue supo lo que iba a pasar. Tropezó hacia ella por el sendero cargado de estática, pero su madre activó la hoja magenta y la arrojó fuera de la cabina. Ésta se clavó en el depósito de combustible, haciéndolo estallar.

El sobresalto la hizo despertar de verdad. Se incorporó jadeando por aire, con el corazón oprimido.

- Estás a salvo, en el Halcón. Salimos... -al sentirla, Ben cruzó el cuarto de tripulación-. ¿Rue?

Su madre la vio, la escuchó en aquel sitio. Fue lo que ocurrió en Jedha. Rue la hizo estallar la nave. Se cubrió el rostro para disimular las lágrimas, pero el temblor en sus manos era demasiado evidente.

- ¿Qué ocurre? –él sonaba ansioso mientras lo sentía sentarse al borde de su litera- ¿Viste algo?

Demasiado. Incapaz de hablar sin romper en llanto, resolvió mostrarle. Tomó aire para soportarlo.

- Velo tú mismo... –su voz falló al tomar sus manos y llevarlas a sus sienes-. Pero hazlo rápido.

Su piel se sintió tibia, y no-repulsiva, para su alivio. Sin alzar la vista percibió su hesitación a través del vínculo, por lo que se esforzó en traer las visiones a su mente para él. Lo escuchó inhalar suave. Sin espinas, reconfortándola con oleadas de paz, Ben fluyó a través de ella, y vio lo que Rue le enseñó.

- Ya veo... –susurró en breve, dejando caer las manos con suavidad-. Ella averiguó demasiado, y priorizó protegerte. Están todos conectados... y aquel lugar parece ser la clave para entender.

Rue odiaba aquel sitio. No tenía sentido, y le mostraba cosas que le dolía ver. Pero él tenía razón.

- Se sentía corrupto... –se secó el rostro para observarlo-. Es obra del Emperador, debe serlo.

- Y el impostor escapó –de súbito su mirada se endureció-. Sin decirnos nada sobre sus planes.

- Pero ya lo tenías cuando me fui... –ella protestó incrédula-. ¿Qué pasó?

La suavidad con la que Ben la acogió segundos atrás fue reemplazada por una creciente irritación.

- Atacó a Finn, pero está ileso –resopló-. ¿Por qué lo seguiste? ¿Tienes idea de lo imprudente...?

- Fue un error, lo sé –lo atajó, tensándose-. Debí ir a abrir el túnel. Gente murió esperando salir.

Y no estaba de humor para que él, de todas las personas, la regañara cuando ella ya se culpaba por aquello. Suspirando entre dientes para serenarse, reparó en que Ben hacía exactamente lo mismo.

- Y yo, debí capturarlo en Mustafar... –concedió, moderando su tono. Tras momentos de ceñuda reflexión, volvió a suspirar-. Creo que es mejor que lo sepas ahora, Rue. Mientras peleábamos, él quería alterarme. Y pudo ser una mentira pero... sugirió que el Emperador envió a los espías.

Su estómago se revolvió al pensarlo. Porque tenía sentido. Traumatizar a una niña para empujarla al lado oscuro, justo como hizo con Ben... Rue cerró los ojos mientras aceptaba y dejaba ir su malestar. Estaban muertos, habían fallado. Ahora debía atender el presente, no el pasado. Pero algo no calzaba.

- ¿Por qué te mencionó los espías a ti? –buscó sus ojos, en vano- ¿Por qué te alteraría eso?

Esa díada los hacía experimentar las emociones del otro. A Ben lo hacía sentir responsable de ella, más de lo que Rue toleraba, pero el impostor no tenía cómo saberlo. Razonando esto, él alzó la vista.

- El Emperador debe saber sobre nosotros –murmuró sombrío-. Y te herirá para atormentarme...

- No irás a enfrentarlo solo –se le adelantó, intuyendo a lo que iba-. Ni siquiera sabemos donde...

Voltearon a la puerta, sintiendo a alguien familiar acercarse. A los segundos Finn entró al camarote.

- Estamos por abordar el Valentía en Corellia. ¿Cómo se encuentran? ¿Jacen sigue dormido?

Estaba ansioso, su tono era demasiado casual. Cerrando tras él para evitar curiosos, fue a remecer al peliverde en la otra litera. Rue no reparó en él hasta entonces, ni tampoco en lo agotada que estaba.

- ¿Qué...? –graznó Jacen, incorporándose a mirar desorientado alrededor-. ¿De qué me perdí?

- Ni siquiera sé por dónde empezar –Finn exhaló, paseando su mirada por los tres aprendices.


- ¿Cómo puede desaparecer un crucero estelar completo? –Syndulla repitió incrédulo.

No cualquier crucero. Se trataba del asignado a Poe, y Finn tenía un mal presentimiento sobre ello. Bajando por la rampa del Halcón, se esforzó por reducir el paso y girarse a Jacen. Éste, Ben y Rue lo seguían de cerca, pero apenas podían disimular su cansancio tras la desastrosa evacuación de Goji.

- Esperemos averiguarlo en la reunión, comenzará en unos minutos en el centro de comand...

Volteando brusco al frente alcanzó a esquivar un deslizador cargando heridos, y reparó en el ánimo derrotado del hangar. Cabizbajas, las tropas salían de sus transportes a recibir primeros auxilios en un rincón improvisado. Los más graves eran llevados al ala médica. Se esforzó en mantener la calma.

- ¡Nix...! –Jacen jadeó de alivio.

De súbito repuesto al verla bajar de un X-Wing, salió corriendo hacia el fondo del concurrido hangar. Removiéndose incómodos, Finn, Rue y Ben lo vieron atravesar el ajetreo para besarla frente a todos.

- Bueno... –afligido por la falta de Poe, él meneó la cabeza-. Ya no es un secreto. Nos esperan...

Gruñendo algo sobre elegir batallas, Rue caminó a la pareja. Tras mirarse, Finn y Ben la siguieron. La joven aclaró su garganta al llegar, y como recordando en dónde estaban, los novios se apartaron.

- Me alivia verte a salvo, Nix –ella sonrió a la cohibida piloto-. Pero tenemos mucho que discutir.

- ¿Qué pasó con el otro Kylo? –desafiante, Jacen aún la abrazaba-. ¿Está muerto, capturado...?

Notando que el rostro de Ben se ensombrecía, Finn se estremeció. Resolvió intervenir en su favor.

- Me tomó por sorpresa y me hirió con su sable –ante la alarma de sus amigos, les mostró la piel intacta bajo su ropa quemada-. Pero Ben eligió salvarme a ir por él. Era Mycah, pero sus ojos...

- ¿¡Mycah...!? –las chicas lo interrumpieron al unísono.

- Si, el desertor –frunció el ceño-. Salvo que sus ojos estaban distintos... Amarillos, pero fríos...

- Eran los ojos de un Sith –precisó Ben con amargura, cruzándose de brazos-. Y logró escapar.

- ¿No es conveniente? –los ojos de Jacen relampaguearon- ¿Logró escapar, o tú lo dejaste ir?

Por un segundo nadie respiró. Ben abrió la boca, pero una sutil mirada de Rue lo hizo reconsiderar.

- Ya oíste a Finn –respondió secamente.

Confiando demasiado en su suerte, Jacen soltó una risa irónica. Finn rogó a la Fuerza por sosiego.

- Los vi pelear en la azotea –Nix terció, sus lekkus temblando de inquietud-. Ocurrió tan rápido...

- ¿Antes o después de que tu nave estallara...? –la mirada de Jacen se endureció al posarse en Rue- ¿De dónde sacó una nave Kylo-Ben? ¿O un sable de luz? ¿Qué hacían allá arriba cuando debías estar en el túnel? ¿Y cómo es que los Caballeros llegan a Goji días después que él...?

- Las cosas se complicaron, nada de eso es su culpa –Rue sostuvo su mirada-. Deja de atacarlo.

- Deja de defenderme... –Ben masculló entre dientes-. Hay temas más importantes que discutir.

- Sí, exacto, gracias Ben –intentando conciliar, Finn gesticuló para que avanzaran-. La reunión...

- Sí, ¿por qué lo defiendes? –presionó Jacen, entornando los ojos- ¿Planeaban huír juntos...?

Pese a que el hangar seguía igual de agitado alrededor, el silencio que cayó sobre ellos fue brutal. Lenta, casi imperceptiblemente Finn volvía a sentir que la Fuerza perdía foco, y observando a los dos acusados, consideró que tal vez, solo tal vez, Syndulla no estaba tan desquiciado como lo que sugería.

Ben era un muro inescrutable, pero los expresivos ojos de Rue mostraban algo más que confusión.

- ¿A qué se refiere, Rue? –a través de la Fuerza, percibió culpa en la aprendiz.

- Oí su charla del Halcón -Jacen asintió-. Del Emperador sabiendo de lo suyo, y de unos espías...

- ¿¡QUÉ!? –exclamó Nix de súbito, mirando incrédula a su amiga- ¿Ben sabe sobre los espías?

- ¿ sabes de los espías? –Syndulla giró bruscamente a su novia-. ¿Y nunca me lo contaste?

- ¿Espías...? –el corazón de Finn dio un vuelco al ver que Nix se cubría la boca- ¿Qué espías?

- No me corresponde hablar de ello... –la twi'lek retrocedió, visiblemente arrepentida-. Lo siento.

- ¿Por qué no? –los ojos de Jacen se alternaban entre las dos chicas-. ¿Qué están ocultando?

Detectó en la Fuerza las mismas interferencias de Goji, mientras la tensión de los presentes crecía.

- Deberíamos al menos ir a un lugar menos público... –siseó Ben mirando sutilmente alrededor.

- Asumo que tampoco sabes de las voces, Finn... –prosiguió Jacen, ignorándolo completamente.

- ¿Voces...? –su propia voz se agudizó al notar que la joven palidecía- ¿Qué voces, Rue?

- Chicos –Nix les mostró las palmas en gesto apaciguador-. De seguro esto puede esperar a...

- ¡Ya esperamos suficiente! –Jacen le gritó en un arrebato.

- ¡No te atrevas a gritarle! –estalló Rue, interponiéndose.

Discusiones indistintas se desataron en el grupo, las interferencias aumentaron. Percibiendo cómo las tropas pasando a su lado se alteraban por ello, Finn lo entendió todo. Tomó una bocanada de aire.

- ¡Sileeeeeeenciooooo...!

Nix, Jacen, Ben y Rue enmudecieron al oírlo. Algunos rebeldes también se detuvieron a observar.

- Todo este malentendido ha llegado demasiado lejos... –anunció, lo suficientemente alto como para que ellos también oyeran-. Ahora, los cinco de nosotros, volveremos al Halcón a aclararlo.

Las interferencias se arremolinaban sobre ellos, lo que significaba que les urgía una intervención.


El silencio en la bodega del Halcón podía cortarse con un cuchillo mientras paseando de un lado a otro, Finn ordenaba sus ideas para iniciar su charla. Una diminuta parte de Jacen lo sabía razonable tras el alboroto del hangar. El resto de él, sin embargo, solo quería acabar eso rápido, saber la verdad.

- Creí que las interferencias en Goji las hacían nuestros rivales -frenó a verlos-. Pero ahora veo que también fuimos nosotros. Pasamos meses guardando secretos, y nos alejamos de la luz. Eso debe cambiar ya. Como amigos y Jedi, debemos ser sinceros. La galaxia depende de ello.

Sentados muy separados entre sí, su público de cuatro mostraba distintos grados de auto-reflexión.

- Tiene sentido... –Jacen concedió, sin dejar de mover una pierna-. Por la galaxia, entonces, que Rue sea la primera. Empieza por los espías, y continúa con las voces... Te escuchamos.

¿Debía acaso sentir compasión al notar que sus manos temblaban...? Probablemente. Pero estuvo tan cerca de perder a Nix que ya no le quedaba mucho de eso. La voz de Rue salió un tanto apagada.

- Eran espías de la Primera Orden. Se infiltraron en el castillo de Maz años atrás y me atacaron...

- ¿Por qué? –Jacen ladeó la cabeza, sintiendo que ocultaba algo a propósito- ¿Qué querían?

- Violarme –soltó ella, endureciendo el rostro-. ¿Quieres los detalles de eso también, idiota?

Él enmudeció buscando la mirada de Finn. Se veía igual de desorientado. Nix sacudió la cabeza.

- No es necesario que les cuentes de aquello –terció con gentil firmeza-. Pero por favor, continúa.

Rue suspiró por calma mientras él observaba a Nix de reojo. ¿Desde cuándo le ocultaba cosas...?

- Volviendo al punto, los maté usando el lado oscuro... –giró sorprendido a Rue, pero ahora ella veía a Nix-. Oí una voz fría entonces, y suprimí el recuerdo hasta volver a oírla en la Starkiller. Fue lo que me convenció de buscar la ayuda de un Jedi. Ben sabe de los espías, porque... la Fuerza unió nuestras mentes, básicamente. Es la razón por la que me salvó en el Supremacy.

- Yo oía esas voces todo el tiempo cuando niño... –Kylo añadió tras un tenso silencio-. Me hacían desconfiar de todos los que amaba. Era el Emperador, usando a Snoke y mi relación con Vader para convencerme de pertenecer al lado oscuro. El vínculo con Rue me ayudó a ver el engaño.

La intuición de Jacen le decía que era posible. Las piezas encajaban, pero aquello no lo satisfacía. Una molesta sensación lo invadía al repudiar los métodos del Emperador, mas el contrabandista en él aún buscaba responsables, y no olvidaba el dolor de saber que su maestro había caído al lado oscuro.

- Habría sido útil saber cómo manipuló sus mentes antes de Exegol... –bufó-. O incluso después.

- Quería pensar que solo era el kyber... –Rue bajó la vista-. Estaba asustada, aún lo estoy. Creí que para guiarlos debía mostrarme fuerte, y enfrentar esos problemas sola. Pero gente muere mientras el Emperador juega con nuestras mentes. Hoy Nix pudo ser una de ellos y lo siento... debí enfocarme en abrir el túnel, y debí contarles todo esto antes para alejarlos de la oscuridad.

Jacen estaba lejos de perdonarla, pero leyendo el ambiente notó que los otros ya se disponían a dejarlo ir. Recordando su propio entrenamiento, suspiró resignado para imitarlos. Sería hipócrita de su parte juzgar a Rue por usar el lado oscuro, justo tras matar a cuatro Caballeros de Ren en un arrebato.

Significaría que él no estaba pensando con claridad. Y eso, lo asustaba aún más que el Emperador.

- Entiendo tus miedos, Rue... –exhalando, Nix fue a sentarse junto a ella-. Pero todos aquí fuimos agraviados por el Emperador, de una u otra forma. Eso no nos define. Somos más que nuestras heridas y como amigos podemos recordárnoslo... siempre que tengamos la misma información.

- Lo siento, Nix –ella musitó, apoyando la cabeza en su hombro-. En serio me alivia verte a salvo.

Jacen vio con reprobación como su novia la rodeaba con un brazo en respuesta. Rue no la merecía.

- ¿Todo bien, Jacen? –Finn preguntó con tacto-. Escuché que enfrentaste solo a los Caballeros.

El recuerdo lo hizo temblar. Se había sentido bien, pero no tanto como tener a Nix en sus brazos...

- Perdí el control allá... –sin ánimos de hablarlo aún, él sacudió la cabeza-. Debo trabajar en ello.

- ¿Cómo los enfrentaste? –la preocupación de Nix solo lo hizo sentir peor-. Eran demasiados...

- ¿Necesitas ayuda? –intervino Kylo, un tanto aparte del resto-. Creo que eso es lo más urgente.

- Necesito tiempo –Jacen respondió entre dientes, levemente irritado-. Para procesar todo esto.

- Dudo que tengamos mucho ahora –terció Finn, viéndolos a todos-. No me alivia haber ignorado todo esto por un año, pero debió ser duro para ustedes. Yo también seré sincero, hoy una voz cálida me llevó a Mycah. No parecía recordarme, o a sí mismo. Ben, ¿acaso así se siente...?

Vaciló al decir esto último, girándose a mirar a Kylo. Éste sacudió la cabeza en actitud pensativa.

- Yo no era un Sith. Pero sé que para comprometerse al lado oscuro los sacrificios son grandes...

Calló abruptamente, y aunque nadie dijo nada por eternos segundos, todos pensaron en su padre.

- Hay algo más... –Rue rompió el silencio con una mueca-. Mara, Thrawn y Ezra trabajaron juntos de algún modo. Tuve visiones mientras dormía, existe un sitio en donde puedes ver... eventos...

- Un reino de la Fuerza –precisó Kylo al ver que la miraban en confusión-. Uno vasto e intangible.

- Tendrán que ser más específicos que eso... –Jacen se inclinó adelante-. ¿Qué clase de sitio?

Rue tomaba aire para lo que parecía una larga explicación cuando sus ojos se dirigieron a la puerta.

- Leia los necesita en el concejo –Emmie anunció entrando a la bodega-. Es de suma urgencia.


La ansiedad de Finn crecía de camino al centro de comando, pensando en que Poe ya se las habría ingeniado para contactar a la UAL. Suspirando, el aprendiz se esforzó por despejar su mente. , le asustaba sentirlo en peligro. Pero con todo lo que habían oído minutos atrás, su miedo debía esperar.

- Te siento distinto y me preocupa... –pese a solo susurrar, la voz de Nix tras él llamó su atención.

- Dije que estoy trabajando en ello –Jacen replicó cortante junto a ella-. No sé qué más decir.

Inseguro de intervenir, Finn fijó la vista al frente. Junto a Ben, Rue giraba sutilmente la cabeza para oír. Pero cualfuese la respuesta que Nix estaba por dar, se la guardó. Kaydel esperaba en la entrada.

- Él no puede entrar –miró seriamente a Ben-. Ayr'lar ordenó llevarlo a un camarote resguardado.

De reojo, Finn lo vio asentir igual de inexpresivo. En la Fuerza, sin embargo, sintió su impaciencia.

- A una celda, te refieres –la de Rue en cambio, era visible-. No fue su culpa que los Caballeros...

- No debes convencerme a mí, si no al concejo allá adentro... –Connix negó agotada-. Y estará difícil. Nix lo siento, tampoco puedes pasar. Oí que te estrellaste, deberías hacerte un chequeo.

- Oh... –sutilmente decepcionada, Nix se masajeó la nuca-. Bueno, tienes razón en eso. Chicos...

Despidiéndose con un gesto, volvió sobre sus pasos mientras Kaydel susurraba a un comunicador.

- ¿Hay noticias del Templanza? –Finn preguntó inquieto en cuanto lo guardó-. Lo que sea.

- Nada aún –Connix suspiró, abriendo la puerta-. Chewie se llevará a Solo, el resto puede entrar.

- Supongo que revisaré los textos Jedi en el intertanto –Ben exhaló viendo a Rue-. Estaré cerca.

El wookiee salió del centro de comando, y tras gruñirle apremiante, ambos se alejaron por el pasillo.

- ¿Puedes ponernos al día, comandante? –inquirió Jacen mientras atravesaban el umbral.

- Calrissian avisó que el Esperanza, Aurora y Templanza llegarían con desertores y prisioneros. Los dos primeros lo hicieron, contando que antes del salto un caza aliado les pidió socorro para la misión de la antena. El Templanza partió a reforzarlos. Hace doce horas. Nadie vuelve aún.

Al entrar a la silenciosa habitación, Leia, Casterfo, Sunrider, los generales Ayr'lar y Archer, y los hologramas de Erin y Ackbar miraban sombríos una proyección con el símbolo de la Primera Orden.

- Sentimos el retraso –Finn se disculpó a modo de saludo-. Emmie nos dijo que era urgente...

- Transmitirán a todos los sectores a su alcance -explicó Casterfo al verlos-. Desde Coruscant.

Un escalofrío lo recorrió al acercarse a la holomesa. Todos intuían lo que la Primera Orden iba a transmitir, pero cuando la proyección inició les mostró algo mucho peor. Su corazón se agitó inquieto.

- Nunca habían puesto a tantos... –Ayr'lar se sacudió hostil.

Cinco personas con lonas en la cabeza eran arrodillados por stormtroopers sobre una plataforma. Un estrado se alzaba al fondo, con holoproyecciones reflejando a cientos de seres forzados a colmar la plaza de los monumentos. Con el pulso en los oídos, distinguió la figura de Aaggo entre los cautivos.

- Son los líderes a bordo del Templanza –Jacen confirmó con voz muerta-. Hera es la del medio.

Y Poe estaba junto a ella. Controlando su terror, vio al general Pryde subir regiamente al estrado.

- Ciudadanos de la galaxia... –sus ojos tenían un brillo triunfal-. Días críticos han pasado desde el brutal ataque a la cabeza de nuestro gobierno. La anarquía que mató a miles de soldados y secuestró a cientos de niños inocentes en Jakku continúa avanzando a los planetas del núcleo, y ante sus recientes intentos de destruírnos desde adentro, es mi deber comunicar la verdad...

Una imagen de lo que parecía ser un cadáver fue proyectada tras él. Magullado y cubierto de polvo era difícil de identificar, pero el lujoso atuendo y el tipo de quemadura en su vientre eran inconfundibles.

- Fue el impostor –Rue se apuró a aclarar-. Hux huyó en la evacuación y éste salió para matarlo...

- Reportes del frente enemigo han confirmado el vil asesinato del Líder Supremo Hux, prisionero de la UAL, bajo el arma de un Jedi. Olvidado en una de sus bases en ruinas, la hipocresía de este acto... -su rostro se endureció- será recordada. Como su nuevo líder, les aseguro hoy que la Primera Orden permanecerá fuerte, organizada y bajo control. Seguiremos luchando contra los rebeldes, y cuando intenten invadirnos, les ofreceremos el mismo destino que a sus héroes.

A un gesto de su mano, los stormtroopers arrancaron las lonas de las cabezas de sus prisioneros. Gawat, Poe, Hera, Aaggo y Jannah estaban heridos, pero determinados mirando al frente. Finn inhaló brusco al caer en cuenta de lo que estaba por pasar, y la mano de Rue se posó inútil sobre su hombro.

Paralizado por el frío tanto afuera como adentro, él no podía no mirar. Dispararon a Gawat primero. Pero antes de que éste se desplomase sobre el suelo la transmisión parpadeó, y se cortó con un siseo.

- No... –Finn trastabilló hacia la holomesa buscando frenético el error del aparato-. ¿Qué...?

No podía estar pasando. Rodeado como estaba de amigos y aliados, todo lo que sentía era vacío.

- La época de los falsos líderes llega a su fin... –de súbito, y a través de una saturada proyección negra, una voz de ultratumba resonó en todo el centro de comando-. El día del Sith se acerca...

Batallando contra ese vacío, Finn reparó en que Rue también se precipitaba a la mesa. Movimiento alrededor le indicó que no eran los únicos. La canciller, pálida, se volteó a la estación de comunicación.

- De dónde viene esa transmisión –comandó a C-3PO, quien monitoreaba el aparato.

- Debe haber un error –enderezándose, él sonaba confuso-. Viene exactamente del mismo sitio.

El video de Pryde se reanudó con un siseo, y al verlo, Finn exhaló. Los otros prisioneros seguían vivos y los troopers giraban vacilantes al nuevo Líder Supremo. Estaba lívido. En las holoproyecciones a su espalda, su público empezaba a huír. A una orden por su comunicador, cancelaron la transmisión.

En el desolador silencio que se hizo en el centro de comando, el aprendiz se forzó a pensar en la Fuerza para no desesperar. Todo alrededor era caos y terror. Pero había luz, si buscaba lo suficiente...

- Es la voz del Emperador –la canciller resolvió quedamente-. Está usando la antena de Sunrider.

- No de nuevo... -como a punto de desmayarse, éste cayó en una silla cercana.

- Significa que se alía con la Primera Orden... –razonó el holograma de Erin-. Siempre lo estuvo.

- ¿Vieron el terror en Pryde...? –Rue terció-. Fue real. Y el Emperador quería que lo sintiéramos.

- El pánico se esparcirá velozmente –la voz de Archer se quebró-. Debemos contactar a Pryde.

- Y ofrecer una tregua para evaluar este mensaje –añadió Casterfo-. Intercambiar prisioneros...

- No aceptaron en Jakku –el holograma de Ackbar se removió disconforme-. No lo harán ahora.

- El escenario cambió. Drásticamente –una sombra cruzó la mirada de Jacen-. Y si la vida de valiosos rebeldes están en juego... si es posible rescatarlos, hay que hacerlo sin importar qué.

Dividido entre su deseo de actuar como un Jedi, y el de tomar una nave para salvar a Poe mientras aún vivía, el aprendiz buscó la mirada de su amiga. Al percibir su conflicto, ella lo miró con impotencia.

- Podríamos enviar un equipo a Coruscant –sugirió a Leia-. Para asegurar a los prisioneros y...

- ¡Necesitamos asegurar todo el planeta! –Ayr'lar exclamó-. Antes de que el Emperador lo haga.

Voces indistintas se manifestaron a favor y en contra mientras la canciller los recorría con la vista.

- No podemos enfrentar a dos armadas con nuestros recursos –negó cautelosa-. Necesitamos tiempo para entender el panorama completo, y reunir más aliados. Ya perdimos demasiados...

- ¿Y quién fue responsable de ello...? –el bothan gruñó erizándose-. ¡Nadie menos que su hijo!

- Ben Solo es un aliado –saltó Rue-. Uno que conoce el tipo de poder que usa el Emperador...

- ¡Kylo Ren es una amenaza! ¡Y ustedes los Jedi, son un estorbo para las Alianzas Libres!

Alzando la barbilla, Rue no replicó. Nadie lo hizo en el salón. Ayr'lar decía lo que varios pensaban y afligido, Finn sopesó sus palabras. Tal vez no eran lo suficientemente buenos, pero sintiendo el dolor bajo el impasible rostro de Leia, lo dejó ir. Solo una persona ganaba al separarlos, y era el Emperador.

- Buscar culpables es perder tiempo ahora –Finn señaló la holomesa-. Inclúyannos o no en ello, pero la UAL tiene cosas más urgentes que decidir, partiendo con qué se hará con este mensaje.

- Puedo ir a Coruscant –pálido, el secretario dio un paso al frente-. Y ofrecerle a sus generales para ganar tiempo. Nos guste o no, tendremos que hacer concesiones. ¿Alguien se opone...?

A su pregunta siguió un silencio tenso e insatisfecho. Lo cierto era que no tenían muchas opciones.

- Entonces contactaremos a la Primera Orden –asintió Leia observando al concejo-. Suponiendo que Pryde no sabe más que nosotros, ofreceremos una tregua sin comprometer los territorios liberados, enviaremos a Coruscant una delegación con sus generales para explicar la situación y exigiremos un intercambio justo. Finn irá con ellos. Si las negociaciones fallan, o si el Líder Supremo sirve al Emperador, rescatarán a todos los prisioneros que encuentren y los traerán.

- Me comunicaré de inmediato, para asegurar sus vidas... –Casterfo se alejó de la holomesa.

- Es arriesgado –Erin cruzó los brazos-. Confiar en la Primera Orden, luego de toda esta guerra...

- Nadie confía en ellos –suspiró Connix-. Pero su flota es una amenaza que podemos calcular.

- Gracias a la colaboración de Ben Solo –Rue masculló mirando fijo a Ayr'lar-. Nuestro aliado.

- Yo iré también... –Jacen estaba rígido junto a él-. Pryde ya hizo sus amenazas. Las cumplirá.

- No, Jacen –el tono de Leia era suave, pero final-. Debes convencer a los chiss de involucrarse, dialogar con ellos en persona. Eres el único que puede arriesgarse a aparecer en su territorio.

- No intervendrán sin la ubicación y un plan concreto para eliminar al Emperador... –su voz sonó contenida-. No tenemos ni lo uno ni lo otro, y el viaje será en vano. En Coruscant seré útil...

- Sé que te estoy pidiendo demasiado –ella suspiró entre dientes-. Pero necesitamos insistir...

- Tiene razón, canciller. Me está pidiendo demasiado.

Con un escalofrío, Finn volteó a mirarlo. Sin decir otra palabra, Jacen salió del centro de comando.

- No tenemos tiempo para esto –el holograma de Ackbar rompió el cargado silencio-. Tenemos mundos que proteger y una antena que recuperar... o destruír. Nuestros aliados corren peligro.

- Ve con él, a mí no me escuchará –bisbiseó Rue a su lado-. Ben y yo iremos por el Emperador.

- Pryde cree que la UAL envió la transmisión -Casterfo terció desde la estación de comunicación-. Negociará solo con la canciller en Coruscant. Tenemos un día para decidir, o la ejecución irá.

Suspirando de alivio al oírlo, Finn intercambió una última mirada con Rue antes de salir del salón.


¿A cuánta más gente perderían antes de ganar...? La superficie de Corellia cambiaba de textura a medida que probaban el escudo planetario, cruceros ligeros se alineaban a través del ventanal de un desierto corredor, y cada segundo que gastaba viendo el vacío del espacio eran vidas desperdiciadas.

Su madre era más valiosa, pero solo para sus ojos. Notando sus puños cerrados, resopló frustrado.

El deber de un Jedi era liberarse de sus apegos por un bien mayor. Jacen había elegido esa senda, pero para ser sincero, lo hizo cuando aún creía en su maestro. Ahora que sabía dónde había acabado, no quería seguir sus pasos. No quería caer al lado oscuro, pero necesitaba una familia a la cual volver.

Había perdido a tantos ya...

Pasándose las manos por el rostro, suspiró y volvió a mirar al frente. Su opaco reflejo en el ventanal era la viva imagen de su padre, uno que él solo conoció en retratos. Él también fue un Jedi. Él también entendió lo que era dejar ir: un sacrificio. Uno necesario para hacer de esa galaxia un lugar más justo.

- ¿Qué elegirías tú en mi lugar? –murmuró.

Era retórico, claro. Jacen ya sabía la respuesta. Hera le había contado esa historia muchas veces. Tras mirar a ambos lados del corredor, se sentó a despejar su mente. Dejó ir la urgencia del momento, su miedo a perder a sus seres queridos, su enfado hacia sus guías en la Fuerza, y sus propias dudas.

Cerró los ojos para ver con claridad. La luz le susurró tímidamente que para cumplir su deber, debía ver la imagen completa. En el peor escenario, la flota de la UAL no bastaría para protegerlos a todos...

- Pryde ha pospuesto la ejecución, a cambio de que Leia vaya a negociar con él en Coruscant.

La voz de Finn le hizo abrir los ojos, mitad intrigado, mitad avergonzado. Realmente había salido dramáticamente del concejo, faltándole el respeto a Leia y a todos. Pedazos de Jedi estaban hechos.

- Debe ser una trampa... –repuso, sin permitirse sentir alivio-. ¿Y Leia piensa ir de todos modos?

- Será la única forma de pasar rebeldes por su escudo planetario, mientras Rue y Ben se enfocan en rastrear al Emperador. No sé si te has dado cuenta, pero estamos algo cortos de opciones.

- Iré a Csilla a convencer a los chiss –culpable, suspiró y se levantó-. Siento haberme ido así.

- No fue apropiado, pero lo entiendo –el aprendiz asintió comprensivo-. Tu madre está en peligro.

- Así como tus amigos... –tragándose el nudo en su garganta, Jacen desvió la mirada a las naves flotando afuera-. Confío en que harás todo lo que esté a tu alcance para rescatarlos a todos.

- Lo haré... –él vaciló al acercarse-. Sabes que nos preocupamos por ti, ¿cierto...? Nix, Rue y yo te encontramos por una razón. Lo que quiero decir es... que ésta también es tu familia, Jacen...

Mientras más tenía, más arriesgaba perder. Eso era lo que el contrabandista en él temía. Lo cierto era que había confiado demasiado en la presencia de Nix para evadirse de aquello y seguir en la luz. ¿Seguiría siendo bueno si perdía todo lo que amaba? ¿Habría caído Ezra al lado oscuro por algo así?

- Vamos hombre, me harás llorar y ni para eso tenemos tiempo... –soltó, viéndolo de reojo-. Pero gracias, Finn. Que la Fuerza te acompañe... y dile a Nix que volveré, tras cumplir con mi deber.

Antes de que Finn lo frenase, echó a andar a los hangares. Si veía a Nix, corría el riesgo de rogarle que se fuera con él y abandonaran la UAL mientras podían. Ella nunca lo perdonaría si le pedía dejar de volar, y él jamás se perdonaría a sí mismo si cedía a sus miedos y apegos. Ya conocía su oscuridad. Ahora debía enfrentarla como un Jedi.


El rumor de una transmisión del Emperador se expandió por la atestada ala médica mientras Nix terminaba de ser revisada por un droide. Inquieta por las repentinas exclamaciones de dos pilotos tras ella, decidió ahorrarse toda especulación e ir directo a la fuente. En el corredor, se encontró con Finn.

- ¿Es cierto lo de la transmisión...? –sus ojos vagaron por el vacío tras él- ¿Dónde está Jacen?

Debía estar cerca, si ya habían salido. Pero algo en su rostro le dijo que no le gustaría la respuesta.

- Tuvo que volar a Csilla para convencer a los chiss. Dijo que volvería tras cumplir con su deber.

- ¿Se fue así sin más...?

Las palabras huyeron de sus labios. Le constaba que no los abandonaba como hizo en Kafrene, pero algo se sentía raro en él desde Csilla. En honor al contexto, disimuló su pesar y sacudió la cabeza.

- Supongo que era urgente –notando que las tropas de paso los oían, bajó la voz-. ¿Qué ocurrió?

- La Primera Orden capturó el Templanza. Transmitían la ejecución de sus líderes en Coruscant, cuando los cortó un mensaje aludiendo el regreso del Sith. Rue y Ben tendrán que rastrearlo.

- Hera y Poe estaban en esa nave... –el pánico la inundó-. ¿Cómo puedes estar tan calmado?

- No lo estoy... –ceñudo, parecía luchar con una idea-. Lo intento, pero Poe es mi... mejor amigo. Casterfo logró aplazar la ejecución para ir a negociar con Pryde. Partiremos en unas horas.

- Veo el fruto de tu entrenamiento –suspiró, abrazándose a sí misma-. ¿Cómo reaccionó Jacen?

Finn la miró serio y una cruel sospecha la asaltó. La distancia e impaciencia de Jacen cobraba más sentido si se sumaba a su descontrol con los Caballeros de Ren. Y si había escuchado al Emperador...

- ¿Ha vuelto a perder el control? –la idea la hizo estremecer- ¿Está cayendo al lado oscuro...?

- ¡Nix! –Kaz pasó junto a ellos con expresión urgente-. Están llamando a los pilotos al hangar 3.

- ¡Iré enseguida...! –gritó a su espalda, para mirar apremiante al joven-. Necesito saberlo, Finn.

Si el hombre que amaba se debatía entre la luz y la oscuridad, ella quería estar al tanto de aquello. Quería saber cómo ayudar. Pero si se volvía como Travis, o peor... cerró los ojos. No podía ni pensarlo.

- Ha estado conflictuado –él replicó en voz baja-. Pero confío en que su corazón está en la luz.

Nix asintió, deseando creerlo con todo el suyo. El futuro parecía incierto y aterrador, particularmente tras los últimos eventos. Pero angustiarse no la llevaría a ningún sitio y solo había dos cosas que podía hacer: confiar en la Fuerza, y seguir en marcha. Si su destino la conducía a Jacen, lo haría. Si no...

No quería ni pensarlo.


Ben escuchó lo ocurrido en el centro de comando, tan lívido que por instantes Rue consideró dejar el dormitorio. Si bien sabía por experiencia lo difícil que era cultivar el temple de un Jedi, una parte de sí aún se tensaba al sentirlo frustrarse. Respirando hondo razonó que era entendible, pero innecesario.

Atenta a como acompasaba su respirar, aguardó en silencio mientras sentado asimilaba la noticia. Su ira se tiñó de culpa al verla junto a la puerta, y tras unos instantes, suspiró dejando ir su emoción.

- Pues no perdamos tiempo –su voz fue deliberadamente suave-. Encontré el sitio de tus sueños.

Su mano se extendió con lentitud sobre los sables de luz, el holomapa y los textos desparramados a lo largo de la litera. Tomó el libro que ya estaba abierto, y lo depositó en su regazo mientras Rue iba a sentarse junto a él. La página mostraba un mapa estelar. Uno que ya habían revisado y descartado.

- Nix ya buscó esos planetas e hiperrutas –suspiró decepcionada-. No están en ningún sistema.

- Tiene sentido, porque no es un mapa estelar... –al suspenso, ella buscó sus ojos-. También lo creí así, pero la nota al pie menciona una representación simple de un reino de la Fuerza. Uno que conecta tiempo y espacio a través de arcáicos... portales. Le dicen Mundo entre Mundos.

Intrigada, Rue se inclinó a examinar nuevamente el diagrama de círculos interconectados en red.

- Ridículamente simple –bufó pese a su asombro-. Y esos portales arcáicos, ¿son sitios físicos?

- Sí y no... –acercándose, él apartó su trenza a un lado para despejar una inscripción-. Dice que son vergencias, lugares intensos en la Fuerza, pero tú estuviste ahí sin necesidad de una...

- ¿Dice ahí dónde están esas vergencias? –lo apremió-. El Emperador podría estar usando una.

- Si me dejas terminar... –alzó una ceja-. No todas las vergencias son portales, y los conocidos fueron destruidos hace milenios por los Jedi. Lo que me hace creer que alguien les dio un mal uso. Si tu madre pudo verte ahí, si es posible influir en el pasado... ¿sería posible cambiarlo...?

Su voz se fue desvaneciendo a medida que desarrollaba la idea. Con un escalofrío Rue la continuó.

- Y si así es posible delimitar el futuro, si controlas el Mundo entre Mundos... controlas el destino.


Sintiendo el peso de la responsabilidad ante ellos, Rue se levantó a caminar por el estrecho cuarto. Con emociones encontradas Ben supo que ya no les quedaba tiempo para averiguar cómo prevenirlo.

- Esto nos supera a ambos. Y Anakin no me guiará hasta que enfrente mi verdadero destino...

Ben no tenía idea de qué hacer ahora, y su emoción le impedía ver con claridad. ¿Cuál destino, si no vencer al Emperador? Abrumado en su sentir, no notó a Rue acercársele hasta tenerla frente a si.

- Mira alrededor, Ben... –inclinándose para verlo, habló con decisión-. Lo que tenemos es lo que hay: nuestra díada y el Mundo entre Mundos. El destino tendrá que alcanzarnos en el camino.

Se sentía tan perdida como él, pero Ben podía prácticamente ver la idea formándose en su mente.

- ¿Cuántas veces debo decirlo? –la sola idea lo hizo estremecer-. No saldré contigo a buscarlo.

- Partiremos en las ruinas en Tython –insistió mirándolo fijo-. Enfrentar Sith es parte del trabajo.

- No al Emperador –Ben replicó entre dientes-. No así. No tienes idea de lo peligroso que es...

El aprendiz se admitió que sentía miedo, pero no por él. Leyéndolo en su mirada, Rue se enderezó.

- ¿Por qué te importa tanto? –sacudiendo la cabeza dio unos pasos atrás-. Ni siquiera te agrado.

Reparó sorprendido en que Rue lo creía así. Era cínica, obstinada e imprudente, lo irritaba, pero solo porque merecía un futuro sin el Emperador e insistía en correr a su encuentro. Él, en cambio, no tenía otro salvo matarlo. Ese era su destino, y luego... nada. Tal vez Ben aún tenían cosas que aclarar.

- Sabes la respuesta, pero no la aceptas. Me mostraste tus visiones. ¿Puedo mostrarte algo yo?

Ella entornó los ojos suspicaz. Tranquilamente, él se levantó a ofrecerle sus manos. Vio como las ideas cruzaban su mirada antes de ceder a la curiosidad. Acercándose a tocar sus palmas, el roce de su piel se sintió cálido. Al sentir la resuelta presencia de Rue fluir a través de él, Ben suspiró y decidió mostrarle todo. Sostuvo sus dedos sobre sus sienes y cerró los ojos. Sin visiones, le mostró emoción.

Sus remordimientos por el daño que causó bajo la máscara de Kylo Ren. La culpa que lo carcomía por romper a su familia. Su miedo a no vencer al Emperador, a no enmendar sus errores. La terrible soledad que sintió por años, y ahora, la esperanza de que su díada no sufriese todo aquello. Su vínculo lo hacía sentir parte de algo bueno, para variar. Quería que al menos ella se sintiera protegida por él...

Rue inhaló brusco. Abrió los ojos al sentirla disolverse de su mente, los de ella lo recorrían distinto esta vez. Ben se había acercado demasiado, y ahora, consciente de la agitación en ambos, la soltó asumiendo que se apartaría. No lo hizo, sus manos dejaron su rostro para posarse sobre sus hombros.

- Debió sentirse así desde el inicio... –Rue bajó la vista, frunciendo el ceño-. Como un refugio.

El corazón de Ben se aceleró. Ecos de su unión aún flotaban en la Fuerza, recordándole que no estaban solos. Era reconfortante. Era un alivio. Pero también, aterrador. Hizo que su voz se agravase.

- Ahora lo sientes. No quiero perder... –considerando sus palabras, buscó sus ojos-. Esta díada.

- No soy tuya como para que me pierdas –ella le gruñó, pero fue casi gentil-. Odio tu barba.

¿Era un insulto? Él se llevó una mano al rostro sin afeitar. No sonaba como uno. Rue alzó la vista.

- Parece que te estuvieras ocultando –soltó enrojeciendo-. No deberías. Fuiste valiente al volver.

Parpadeó en confusión al verla girar brusco a tomar el sable de Kylo sobre la litera. La empuñadura apenas lograba contener el inestable cristal en su interior, pero notó que lo examinaba con delicadeza.

- Skywalker me enseñó a purificar Kyber, puedo mostrarte –pese a lo repentino de aquella idea, ella lo traspasó con una intensa mirada-. Deja que vean lo que yo veo... Muéstrales a Ben Solo.

Algo se aquietó dentro de sí al oírla pronunciar su nombre, lo llenó con una sensación de propósito. Pero al depositar el frío sable en sus manos, a él acudió el desolador recuerdo de la última vez que lo sostuvo así. Con un estremecimiento, se forzó a seguir aquel primer instinto. Su padre siempre tuvo razón. Ben Solo vivía, pese a estar lejos del perdón. Asintiendo, siguió a Rue a sentarse frente a frente.

Despejó su mente de ideas. Tras desmontar la empuñadura con la Fuerza y dejar las piezas aparte, tomó el trizado kyber rojo. Gritos de agonía en el cristal le recorrieron el cuerpo, lo hicieron sisear. Se revolvió en su interior su propia oscuridad, recordándole que existía más allá del poder del Emperador.

Que fue Ben quien eligió corromperse a sí mismo, intimidando, hiriendo y matando a tantos seres...

Rue acunó su mano entre las suyas, y su cálida presencia fluyó a través de él trayéndolo de vuelta al presente. Ben ya no era esa persona, ella había visto su bondad. Lo llevó a aceptar el miedo, ira, odio y sufrimiento del cristal. Aceptando esta oscuridad con compasión, lo guió a transformarla en luz.

La cálida corriente del lado luminoso los recorrió. Los gritos del kyber se armonizaron en sus manos hasta volverse un suave arrullo, y en aquel instante de paz reunido con su díada y su propia esencia, la Fuerza los llamó con tal intensidad que inundó todos sus sentidos. Les mostró donde debían estar.

Fractales de rayos iluminaban el contorno de una ciudad.

Un laberinto de túneles rezumaba presencias en agonía.

Humo se arremolinaba bajo luces rojas y azules.

Antorchas descansaban en muros de roca húmeda.

Un fuego azul aguardaba al final, y luego...

Su cristal cayó al suelo, purificado.

La Fuerza fluía a través de Ben y Rue como un torrente, todo cansancio en ellos disuelto. Mirándose en una mezcla de asombro e inquietud, las visiones solo les permitieron llegar a una única conclusión.

El Emperador estaba en Coruscant.


N/A: siento la demora y gracias por leer :3