Saito miró al joven quien con tanto autocontrol y serenidad le había contestado. Sus ojos oscuros miraban al frente, serenos, con un brillo que parecía decir que había más en él de lo que dejaba aparentar
Saito: ¿Querría batirse en duelo conmigo, Shiruma kun?
Shiruma: Por qué yo, señor? Tiene 499 candidatos más para elegir -le contestó casi sin parpadear siquiera
Saito: ¿Y por qué no? Vamos, desenvaine su espada, es una orden - el policía se alejó unos pasos de donde estaba él y sacó la katana de su funda, quedándose parado a una distancia prudencial de todos los cadetes. Miró al muchacho moverse lentamente, como si le diera pereza moverse, y sonrió para sí a sus maneras altaneras Espero que sea fundada... Pensó viendo que, por fin, el cadete se disponía a luchar
El comisario Kawaji agitó la cabeza y se echó a un lado para dejarles terreno libre, parándose junto a Cho, que ya se había preparado para ver el combate. Entre las filas de muchachos se sentía la expectación ante el inminente combate, pero ni un solo murmullo se dejó oír, tal era la eficacia de su formación. Shiruma se acercó al Inspector y desenvainó su sable, colocándose en la posición reglamentaria de kendo al igual que su retador.
Shiruma: No estamos en igualdad de condiciones. Usted lleva una nihontou y yo un sable, su espada es mucho mejor que la mía - Le dijo con una pequeña sonrisa arrogante
Saito: ¿Está seguro de vencerme si cambiamos nuestras espadas? -le preguntó a su vez. Estaba comenzando a divertirle en extremo el nuevo recluta, y eso le hacía plantearse el pedirle bajo su mando - Cho, dale tu katana
Cho: Qué está diciendo? Mi katana? Se ha vuelto loco de remate?- exclamó indignado y se cruzó de brazos- Jamás!
Kawaji: Dásela. Ahora. -ordenó con una mirada fulminante, y al ver que Saito se estaba impacientando fue a cumplir no sin gruñir por el camino que si algo le ocurría a su espada haría retales de todos ellos
Saito: ¿Necesita algo más o podemos comenzar ya, Shiruma kun? -Le dijo con sorna, y el cadete frunció el ceño molesto, pero sonrió intentando no parecerlo. Se colocó de nuevo en posición de guardia y al fin el combate pudo empezar.
Shiruma comenzó a moverse lentamente, sin perder al Lobo de vista, intentando averiguar qué es lo que tramaba, pero él no dejaba entrever sus intenciones; había luchado demasiado como para cometer errores como aquellos. Observaba al cadete con curiosidad por lo que haría, si atacaría, si esperaría, cómo lo haría... Decidió dar él el primer paso.
Saito se lanzó a la carga contra el joven y lanzó un mandoble contra su pechó. Pronto sus espadas chocaron, y el repicar de los metales se escuchó por todo el patio de armas. Shiruma se defendía bien, después de todo, ya que después de un minuto aun no había sido derrotado por el inspector. Saito lanzo un sablazo horizontal que fue detenido apenas por el joven. La respuesta del chico fue tremendo golpe con la mano izquierda al rostro del miburo.
La lucha se hacia muy violenta pero nada cambiaba la impasible actitud de Saito, quien estaba muy emocionado por la habilidad del chico; pero ya era hora de hacer otra cosa que jugar. Nada hendió entonces el silencio salvo la respiración entrecortada del cadete, que tenía la punta de la espada apuntándole al cuello. Una estocada horizontal con la mano izquierda que se detuvo junto a la garganta y era el fin de la lucha.
Entonces Kawaji comenzó a aplaudir
Kawaji: Bravo. Ha sido todo un espectáculo, señores -comentó mientras se acercaba a ellos. Saito retiró la espada y la guardó en la funda, y el Comisario le tendió una mano al derrotado- Ha luchado muy bien cadete, no hay vergüenza en perder contra Fujita san. Después de todo él fue instructor de kendo durante muchos años y sin duda podría derrotarnos a cualquiera de los que estamos aquí
Saito se inclinó ligeramente como saludo; no todos los días se recibían méritos de los superiores... menos aún de alguien tan puntilloso como el Comisario.
Shiruma: No hay cuidado, señor -se giró hacia el Miburo guardando su espada- pero... -el joven cadete se colocó prontamente en una posición de kendo un tanto peculiar, con la pierna izquierda adelantada y con un rápido movimiento de su brazó desenfundó, lanzando un fuerte mandoble contra el Inspector. Instintivamente, Saito agarró la empuñadura de su katana y sus reflejos hicieron el resto. Los dos aceros entrechocaron fieramente a poca distancia del pecho del policía, haciendo que alguna chispa saltara por el roce de los filos
El silencio hendió en el patio como un rayo mientras ambos combatientes se miraban a los ojos. Saito estaba gratamente soprendido con el chico, era muy bueno... y había sido capaz de ejecutar la base del battojutsu en muy pocos segundos, casi pillándole desprevenido. Casi. Se sonrió ladino y separó su katana de la del muchacho
Saito:Buen movimiento -le concedió- pero sólo conozco una persona capaz de realizar la técnica batto con la pierna izquierda sin cortarse -Todas las miradas se concentraron entonces en la pierna del muchacho, que tenía un buen corte que sangraba bastante, empapando su pantalón azulado - Mejor será que adelante la derecha la próxima vez
Shiruma: Ni hablar. Mi padre... - Comenzó a decir herido en su orgullo, pero el policía le cortó con un movimiento de su mano
Saito: Lo dudo mucho -le dijo con sorna mientras empezaba a retirarse
Cho se acercó al cadete y le arrebató la katana de las manos con un movimiento grosero y se la volvió a colgar del cinturón. Shirume apretó los puños
Shiruma: Mi padre habría sido el mejor kendoka del país de no haber sido asesinado por una panda de cobardes! No permitiré que se burle de su forma de pelear! -le gritó
El Inspector volvió la cabeza para mirarle y vio que Shiruma admiraba a su padre totalmente en serio. Por los años del muchacho supuso que habría muerto durante la guerra, siendo él bastante pequeño. Eso explicaría su ferviente admiración y el error de ejecutar la técnica que, según decía, conocía su padre
Saito: Cuando aprenda a pelear, Shiruma kun, venga a verme, pero asegúrese de aprender bien - con un movimiento del Gatotsu, el policía arremetió contra una de las paredes del patio de armas, que acabó destrozada - porque la proxima vez que peleemos lo haré en serio, está de acuerdo?
El cadete herido y todos sus compañeros abrieron los ojos y las bocas sin poderse creer lo que acababan de ver. Cho anduvo hasta uno de los lados de su jefe mientras agitba su cabeza de escoba, y Kawaji frunció el ceño, enfadado
Kawaji: Por qué ha tenido que hacer eso? Acaso piensa que el Gobierno tiene dinero de sobra para ir arreglando sus destrozos, Fujita! Que sea uno de mis mejores agentes no le da derecho a tomarse estas licencias me ha oído?
Saito: Quiero al chico bajo mi mando
Kawaji: Qué? Encima que va destrozando las instalaciones quiere al mejor cadete! Menudo ejemplar está usted hecho...! -exclamó el bajito comisario, pero Saito no le estaba escuchando. Parecía sumido en sus pensamientos, porque iba sonriendo solo...
Ya por la noche era hora de volver a casa; Saito deseaba estar tranquilo en casa lejos del ajetreo de la oficina. En la vía a su hogar encendió un cigarrillo el cual fumo con toda calma para luego encender otro casi inmediatamente. Solía ir a pie a la casa para admirar la ciudad; se sorprendía de pensar que solo hace unos 13 años esas calles eran un infierno en la tierra. Por aquél entonces todo era sangre y destrucción, pero su trabajo era el mismo... Todo y nada había cambiado realmente para él...
Al llegar, Saito encontró lo de siempre. Su hogar, siempre tranquilo, sólo se alborotaba cuando sus hijos correteaban por los pasillos... a pesar de que les había dicho mil veces que no lo hicieran. Se dirigió a su habitación, demasiado cansado como para reprenderles, y soltó un largo suspiro mientras se tendía en el suelo. Si por él fuera se dormía dos días, pero las obligaciones estaban por delante...
Escuchó pasos menudos acercándose, y al momento la corredera de la habitación se abrió con un suave sonido. Tokio anduvo hasta su marido y se arrodillo a su lado, colocando su cabeza sobre la suya. Hajime apartó la suave melena de la mujer, que le hacía cosquillas en la cara, y abrió los ojos
Tokio: Buenas noches, eh? No vengas a saludarme, no... -le dijo un poco enfurruñada
Saito: ... Perdona. Estoy cansado, se me olvidó... - contestó encogiéndose ligeramente de hombros, sabiendo que no era una excusa demasiado creible
Tokio tomó su pelo y se lo puso de nuevo sobre el rostro para molestarle
Tokio: Se me olvidó, se me olvidó... -dijo agitando la cabeza con desaprobación y colocando su melena tras las orejas- Qué es lo que te preocupa pues, anata?
A Saito se le hacia difícil creerlo pero para Tokio él era un libro abierto y no había nada que no supiera; o mejor dicho casi nada.
Saito: bueno, pensaba en un muchacho que vi hoy y en un informe que me pasó la Escoba de algo que sucedió hace muchos años
Tokio: Y de qué sirve que te abstraigas recordando esas cosas del pasado? Se vive mucho mejor ahora que las guerras han terminado, por nada del mundo querría retroceder 13 o 14 años... -agitó la cabeza levemente
Saito: Un shinsengumi siempre es un shinsengumi... -se encogió levemente de hombros él, y su esposa se puso seria y trató de imitarle
Tokio: Y un Hitokiri es siempre un Hitokiri, verdad que sí?
Saito se incorporó riéndose entre dientes
Saito: Eso es. Por eso nunca podré olvidar ciertas cosas...
Tokio: Ni siquiera si te digo que está la cena esperándonos en la mesa? Hice carne en salsa de terayaki, tofu y té de hiervas para el final
Saito: No me hiciste soba...? Hmpf... Me consuela que tu carne es deliciosa...
Tokio: Pareces un chiquillo -sonrió revolviéndole el flequillo, que al momento se había recolocado- Y hablando de ellos... Niños la cena esta servida! - gritó por una de las ventanas
Los niños a coro: ya vamos mamá!
Los pequeños se descalzaron a la entrada de la casa a toda velocidad, otra típica noche familiar de los Fujita. Para Saito un hombre de armas, esto era un verdadero aliciente, la vida pacifica le sentaba muy bien al viejo lobo solitario. ¿Y que dirían quienes conocieron al implacable Saito en su época del Shinsengumi si lo vieran en casa? Pase lo que pase eso demuestra que nadie es inmune al amor. Tokio Takagi, esa señorita de Aizu, atrapo al hombre y le dio otro motivo para vivir distinto a la espada y la masacre; fue por ella que dejo de beber entrada la era Meiji y fue por ella que al fin encontrara algo de paz...
Diciembre de 1880, dos meses han transcurrido desde su duelo con Shiruma Kanji. Ahora el muchacho esta a su cargo y esta haciendo labores de espionaje, además esta siendo duramente entrenado día a día por Fujita Goro. El joven progresaba rápidamente en el manejo de la espada y Saito estaba implantando en su mente las bases morales de todo un samurai; claro que esto era algo inherente a la personalidad del chico.
El jóven se acercó a la puerta del despacho de su superior, dispuesto a comunicarle el fruto de sus investigaciones cuando se dio cuenta de que Cho y él estaban hablando. Fue a llamar a la puerta cuando el oír un nombre le hizo detenerse en seco y escuchar...
Dentro, Cho se reía entre dientes mientras daba lustro a su katana
Cho:Jajaja Saito san, parece que le ha tomado cariño al muchacho.
Saito: ¿de que diablos hablas? - Le preguntó levantando la vista de un par de informes que le habían llegado aquella mañana
Cho: Bueno, quizá son imaginaciones mías, pero le reprende como si fuera su padre, incluso le está adiestrando como tal. De aquí a poco le enseñará eso del Aku Soku Zan y tendremos a otro Saito como usted correteando por la comisaría -se carcajeó el solo ante su ocurrencia
Saito: Si continuas interrumpiéndome con esas estupideces te arrancare la lengua, cabeza de escoba, has entendido? -espetó dirigiéndole una severa mirada antes de volver a lo que estaba haciendo
Cho: está bien jefe, calma -Se sonrió aún
Un momento después entraba a la oficina de Saito el joven Kanji. Estaba pálido, y apretaba la mano sobre la empuñadura de su katana para que no le temblara
Shiruma: Fujita san ya... ya lleve a cabo su encargo -carraspeó ligeramente y se obligó a respirar profundamente para controlarse
Saito: Estas bien, chico? -le preguntó, ya que a su ojo crítico pocas cosas escapan
Shiruma: No es nada, señor, estoy un poco mareado, nada más... -tomó aire y comenzó a relatarle el informe -Los contrabandistas de opio están en el muelle y planean embarcarse hacia Hokkaido y de allí al continente. Su barco saldrá esta tarde, a las 6 como más tardar
Cho: vaya vaya, así que contrabandearan en China.
Shiruma: específicamente a Shangai señor Cho.
Saito: Muy bien. En ese caso a las 3 partiremos de aquí para tomarles con tiempo. Márchate a casa, chico, y asegúrate de tener tu katana a punto para luego -Con un movimiento de la mano le despidió y volvió a sus quehaceres. Kanji arqueó las cejas un poco desconcertado pero no dijo nada. De ese modo podría hablar con su hermana para contarle todo
Una vez se escuchó la puerta cerrarse, Cho suspiró ruidosamente y miró a Saito de soslayo con una sonrisita
Cho: Vaya, jamás ha hecho algo así por nadie... Lo cual prueba mi teoría... -entonces se cruzó de brazos, molesto- Demonios...! Yo quería ir ahora a pelear!
Saito: Ya deja de quejarte como un mocoso malcriado, luego tendrás toda la acción que te dé la gana. Y te advierto que no te repetiré más que olvides ese tema -dijo señalando su katana
Cho: Ahh de acuerdo, de acuerdo... Hay que ver cuánta cantidad de bordería cabe en una persona tan flaca... En fin. Iré a dar parte de que a las 3 estén dispuestos unos cuantos soldados de apoyo...
Saito: Pero diles que vayan más tarde. Quiero que nosotros lleguemos allí primero
Cho: Está bien, como diga... -se encogió de hombros y salió del despacho también, dejando al Miburo solo con su trabajo
Shiruma: Nadia, Nadia! -le gritó a su hermana entrando por la puerta de su casa como un huracán. La muchacha dio un respingo ante tanta brutalidad y cási dejó caer el jarrón que estaba limpiando
Nadia: Qué sucede, Kanji? Cómo es que estás aquí? Me asustaste! - Y aún se inquietó más al ver la expresión de ansiedad que el joven llevaba pintado en la cara
Shiruma: Recuerdas el hombre al que te presenté hace dos semanas, Fujita san?
Flashback dos semanas atrás...
Era la hora del almuerzo, y todos los que podían estaban yéndose a sus casas a comer. Kanji y Saito salieron casi a la vez, con lo que el joven aprovechó la ocasión para presentarle a alguien muy especial que estaba esperándole en la entrada. Era una muchachita morena, vestida con un kimono de radiantes colores y el pelo recogido en una alta coleta
Shiruma: señor le presento a mi hermana, Nadia
Nadia: mucho gusto Fujita san, Shiruma Nadia -se presentó inclinándose levemente como manda la cortesía
Saito: oh mucho gusto Nadia dono -dijo tomando de nuevo la actitud de Goro Fujita, nombre que tiene desde la guerra de Seinan y como es conocido dentro de la policía excepto para los altos cargos.
Shiruma: Hoy la traje conmigo pues la acompañaré a almorzar por su cumpleaños señor, espero que no haa ningún inconveniente -sonrió
Saito: En absoluto, pero no olvides volver temprano pues las obligaciones son primero
Nadia: no se preocupe, Fujita san, no le apartaré mucho rato de su trabajo -sonrió ella también
Shiruma: hasta luego Fujita san
Nadia: un placer Fujita san
Saito: Feliz día, Nadia dono -tocó ligeramente el canto de su gorra y se marchó
Nadia: Así que ese es el oficial que te supervisa... Parece simpático -se rió mientras echaban a andar calle abajo, ella apoyándose en el brazo de su hermano
Shiruma: Simpático? Se nota que no le conoces bien... -agitó la cabeza, con una sonrisa de orgullo en el rostro- Es implacable, el mejor policía que he visto nunca! Te conté que sirvió en la guerra?
Nadia?: Sí, muchas veces, Kanji -se rió ella suavemente- Seguro que algún día podrás igualar sus proezas y las de padre, tenlo por seguro
Shiruma: Si es él quien me enseña, seguro que sí...
Fin del flashback...
Nadia: Claro... por qué no iba a recordarle, si me hablas mucho de él?
Shiruma: Escúchame...
Entonces su hermano le refirió todo lo que había escuchado... La chica tragó aire al oír semejantes noticias
Nadia: Entonces... es él... El Shinsengumi sanbantai kumichou... -cuando se hubo repuesto de la sorpresa, continuó hablando- Quien iba a decirnos que al unirte a la policía al fin tendríamos la oportunidad de hacer justicia...
Shiruma: Sí... Él no sabe quién soy yo, quizás ni siquiera se acuerde ya... No sé cómo no fui capaz de reconocerle antes... Quizás porque... qué mas da -agitó la cabeza y sonrió ágriamente, escuchándose a sí mismo hablarle a su hermana maravillas de su superior, al que admiraba- Recuerdas lo que dijo, Aku Soku Zan? Es lo que me enseña mientras luchamos, aunque yo no había caído en ello
Nadia: Y eso qué significa, niichan?
Shiruma: Es la ley del Shinsengumi y podría decirse que de todos los samuráis. Consiste en hacer justicia, acabar con todos aquellos que estén en contra de tus ideales, el "mal".
Nadia: Sólo que, como prueba que aún esté con vida, con él no la cumple...
Shiruma: Exacto. Ha llegado la hora de que el hijo de un verdadero samurai la haga respetar y al fin cumplir nuestro sueño de dar paz al alma de nuestro padre... Pero por el momento tranquilidad. Llevamos muchos años planeando cómo acabaríamos con ellos dos cuando los encontremos, y no quiero dar ningún paso en falso que nos impida lograrlo...
Al fin, después que el tiempo de la mañana se fuera deshaciendo lentamente -o eso le pareció al menos a Cho, que estaba aburrido de su ociosidad- llegaron las tres. Puntual como un clavo, aunque con la expresión algo sombría, se presentó Kanji, dispuesto a cumplir con su trabajo.
Ya en camino Saito charlaba con Cho dentro del carruaje y Kanji iba adelante junto al conductor
Saito: Cho-dijo un poco dubitativo-¿qué piensas del chico?
Cho: bueno-visiblemente sorprendido por la pregunta-creo que será un buen elemento señor... Es fuerte y ágil y tiene mucha destreza con la espada
Saito: Así es, en cierto modo me recuerda a mí cuando era joven -comentó con la mirada algo perdida encendiéndose un cigarro
Cho: ¿eso cree?
Saito: Sí, y la verdad me encantaría que él fuera mi sucesor. Quiero decir quien continué con mi doctrina cuando me retire
Cho: ¿se refiere a lo del Aku Soku Zan?
Saito: Exactamente. Es una suerte que encontrara alguien digno de ello. Hubiera sido una lástima tener que hacer de ti mi sucesor-dijo mirando ladinamente a su compañero
Cho le miró con cara de odio y decidió dar por zanjada la conversación sacando la cabeza por la ventanilla para aliviarse del aire viciado por el humo
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Notas de Agot: He aqui el segundo capitulo, se ha avanzado un poco en cuanto a la trama y ya saben quien es el misterioso joven. Comenzare por aclarar algo "Sanbatai Komichou" quiere decir Capitan de la tercera tropa. Ese era el rango de Saito dentro del Shinsengumi, ademas de ser el ayudante del Vicecomandante Hijikata Toshizou y espia dentro del mismo grupo Shinsen. ¿Como era eso? Pues era el encargadode despachar a quienes no cumplian con las reglas. En este episodio se ve la primera contribución de mi socia y amiga Nyaar sama, que con su gran experiencia en este mundillo de los fanfics hace las delicias de los lectores y le salvara la vida a este escritor fracasado (jajaja, mentira en realidad soy un genio*). En el proximo capitulo les prometo mucha accion y masacre al estilo del Saito que todos aman, correra la sangre y todo lo demas eso no lo duden. Por otra parte, a los que les interese la historia del grupo Shinsen escribanme un email y les pasare buena informacion al respecto, asi como tambien sobre los verdaderos y originales 4 grandes Hitokiris del Bakumatsu.
(* Disculpen mi falta de modestia jejejeje es broma)
