Un mes entero pasó con la rapidez de una cuantas horas. En Hogwarts, la
vida había vuelto al ritmo cotidiano, para los alumnos, maestros y demás
habitantes del castillo.
Aunque no del todo para Hermione Granger..
Ni para Draco Malfoy...
En las primeras clases de la mañana, sobre todo las que compartía con los alumnos de Slytherin, Hermione se sentía siempre algo deprimida, aunque la sensación iba desapareciendo a medida que avanzaba el día, no dejaba de preocuparla el que su cuerpo reaccionara de manera discordante con su cerebro.
De los sucesos pasados apenas si recordaba haber salido del Gran Salón, y cuando abrió los ojos en la enfermería, encontrándose con las miradas preocupadas de sus amigos, no pudo salir de su asombro, principalmente porque se sentía estupendamente.
Después habló con el Prof. Dumbledore, a quien no pudo contestarle ninguna de las preguntas; ni siquiera cuando este le dijo que no había podido dormir; y es que en realidad, ella no recordaba absolutamente algo de las veces en que según Parvati y Lavender había despertado asustada en mitad de la noche.
Se sentía fuerte, tranquila y segura...
Con una sola excepción:
Cuando sus ojos se encontraba con otros de un frío azul grisáceo.
Era entonces que una terrible sensación de nostalgia la invadía. Había algo en aquellos ojos que le decía que todo era diferente. Primero que nada, porque ya no la veían con ironía o desprecio, sino con una mezcla de asombro y tristeza.
Y cuando se cruzaban sus miradas, ella podía sentir como su cuerpo se tensaba en una dolorosa expectación de algo que no entendía.
La única manera de definir aquella sensación era compararla con la ansiedad que venía al aguantar la respiración durante un buen rato...
Si, sentía lo mismo que cuando le faltaba el aire..era como si su cuerpo y todos sus sentidos le advirtieran que algo realmente necesario para sobrevivir le estuviera fallando.
Por otro lado, el dueño de aquellos ojos, uno de los muchachos más codiciados del colegio, y más reconocidos por ser no sólo altanero, millonario, sangre pura y bastante apuesto, sino también frío como un témpano y con una inteligencia aguda especialmente para los sarcasmos vivía en un tormento constante.
Draco Malfoy ya no había vuelto a tener pesadillas; aunque a diferencia de Hermione, recordaba haberlas tenido, le era imposible saber de que trataron.
Lo que tampoco podía remembrar era el motivo por el que había despertado en la enfermería, justo al lado de ella.
Pero eso no hubiera sido gran causa de preocupación realmente, porque últimamente conciliaba el sueño sin algún problema, y ya no sentía temor o ansiedad; ni se sentía amenazado o diferente..
Con una misma excepción:
Hermione Granger y sus enormes ojos castaños.
Y es que ya no sabía como dejar de buscar su mirada, como dejar de esperar su presencia o como volver a tratarla con el mismo tono de antes.
Simplemente le era imposible hasta hablar de los sangre sucia que toda su vida había despreciado.
Y es que algo en la mirada de la joven le atormentaba más que nada en el mundo.
La sensación de que ella formaba parte de su ser, lo martirizaba constantemente.
¿Cómo, por todos los diablos, tenía que ser precisamente ella la que le hiciera dejar hasta de hablar, cuando pasaba a su lado?
No es que la amara; por Merlín, eso no; ni siquiera le gustaba, jamás la tocaría...
Sencillamente no podía sacársela de la cabeza; ni tenía la fuerza para resistir su mirada.
Pero tampoco resistía estar mucho tiempo sin verla; y ella ya lo había notado. Pero no se había burlado o enojado, sino que le devolvía el gesto con otro idéntico donde se leía el desconcierto.
Y aquello se estaba volviendo casi intolerable...
Sobre todo cuando Potter y Weasley, sus dos estúpidos guardaespaldas le miraban retándole, como indicándole que ni se le acercara.
No tenía idea de cuanto tiempo iba a tolerar aquella situación.
Pero la respuesta le llegó un martes cualquiera. Después del almuerzo; el Director lo citó en su oficina.
Se encaminó hacia el lugar, seguido de sus "fieles amigos", y poco antes de llegar se detuvo en seco, asombrado con la escena que tenía enfrente.
Justo enfrente de la gárgola que guardaba el despacho de Dumbledore, se encontraba el trío fantástico.
Por un momento, decidió ignorarlos, pero algo hubo en la mirada que Ron Weasley le dedicó a Hermione Granger, que logró que su sangre, de ordinario fría, empezara a hervir...
Albus Dumbledore había pasado casi toda la noche de la misma manera en que lo había venido haciendo desde hace un mes: Investigando, buscando. ¿El qué? No lo sabía a ciencia cierta, y por primera vez en mucho tiempo sentía temor a algo desconocido.
Una fuerza extraña; diferente a lo que habría conocido hasta ese momento se había manifestado. Y así como apareció, se esfumó; dejando a dos alumnos heridos.
Dos alumnos que no tenía absolutamente algo en común: un hombre y una mujer de personalidades, casas, familias y situaciones diferentes. Que además, no recordaban algo en absoluto.
Trató de tranquilizarlos y asumió secretamente, junto con Snape solamente, la búsqueda de la explicación a aquella preocupante circunstancia.
Pero todo un mes pasó y ellos aún no encontraban la respuesta.
Hasta aquella madrugada.
Albus se encontraba repasando por décima vez un antiquísimo libro de magia. Todo iba como de costumbre; hasta que sintió de repente un escalofrío recorrer su cuerpo.
Inmediatamente se levantó, apoderándose de su varita, y al darse la vuelta quedó congelado en el mismo lugar que se encontraba.
Frente a él, de pie y mirándole sin expresión alguna estaba la mujer más hermosa que él hubiera visto en toda su larga vida.
Sus cabellos azules le caían con gracia hasta los talones, sus rasgos eran de una exquisitez irreal, y destacaban los preciosos ojos color rubí que quemaban tan sólo de lo frío de su mirar.
Vestía una túnica que parecía escurrírsele por las suaves curvas de su cuerpo perfecto, y llevaba un símbolo extraño tatuado en la altiva frente.
-Albus Dumbledore...¿cierto?- Y cuando habló, el hombre supo que lo había hecho directo a su cerebro, porque sus finos labios jamás se despegaron.
Miles de preguntas cruzaron entonces por su cabeza ¿Cómo había entrado? ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Cuáles eran sus intenciones?
Pero antes de siquiera formular alguna, ella dibujó una mueca que podría parecerse a una sonrisa, y empezó su presentación.
- Soy Nimue, mensajera del Otro Mundo. No existe lugar físico o espiritual al que no pueda entrar en mi calidad de emisaria. No tengo intención alguna de perturbar la tranquilidad de esta dimensión. He venido para hacerte saber, que tu escuela ha sido privilegiada por la presencia de dos "Guardianes"; y que debo llevarlos conmigo para que empiecen su entrenamiento.-
Ante la cara de Dumbledore, Nimue pareció suavizarse, haciéndose aún más hermosa .
- Debes saber, que esta no es la única dimensión existente, y que existen miles de planos en la realidad tangible y aún en la espiritual. También debes conocer, que el orden y equilibrio de todas las dimensiones depende de seres predestinados a desarrollarse plenamente y a convertirse en guardianes. Hace siglos que en este plano físico, al que pertenece la Tierra, no habían nacido estos seres. Pero ahora, el Oráculo nos ha advertido de su presencia y las estrellas nos han confirmado su nacimiento. Y en este lugar, se encuentran dos de los elegidos. Supongo, que por tu poder y tu inteligencia ya habrás adivinado a quienes me refiero.-
Albus movió silenciosamente la boca, formando dos nombres, aún impresionado ante la aparición.
-Exacto- Confirmó Nimue - Los sucesos recientes no son sino un aviso de que los "Devoradores" de mundos también han advertido su presencia.es por eso, Lord Dumbledore, que es necesario adelantar el inicio de su entrenamiento y trasladar a los elegidos al plano astral más seguro, al lugar de origen de la magia, donde estos seres malignos no tienen poder..- La hermosa mujer volvió a adquirir la actitud solemne y distante con que se presentó.
-Pero..- Por fin, la voz volvió al asombrado anciano - ¿Qué pasará con ellos?-
-Seguirán el destino para el que nacieron. Un destino muy superior a cualquiera que les hubiera esperado en esta mundo.-
Dumbledore tuvo que sentarse de nuevo, fatigado de repente ante la extensión de aquella revelación.
Nimue miró entonces de una manera diferente al Director, más fría que antes y con una velada amenaza que inundó la habitación.
-Espero que no vaya a rehusarse...-
Y aunque no lo expresó, Dumbledore supo perfectamente que podría matarlo por interferir.
-Necesito hablar con ellos-
-Tiene un día- Fue lo último que escuchó antes de que el ambiente volviera a la normalidad; y dejando solamente como evidencia de que no había soñado un aroma diferente a todo cuanto hubiera sentido, y que le llenaba los pulmones de algo parecido al gozo.
Su sorpresa fue mayor, al darse cuenta que el viejo reloj mágico le indicaba que era casi hora del almuerzo. Entonces comprendió que por un segundo había compartido un pedazo de tiempo del Otro Mundo, donde un segundo, se traducía en horas en la Tierra.
Y de inmediato, llamó a Snape, y citó a los dos alumnos en su despacho.
N/A.
OK..
Creo que parece que fume algo..= P
En serio, me elevé demasiado. En fin...espero que les haya gustado.
Perdón por la tardanza. Aunque ahora que lo pienso; cada vez se me sale más de las manos este bendito fic..pero en fin, a ver que ideas salen ahora de mi pobre cabeza.
Con agradecimiento por sus alentadores reviews; y esperando que al menos le entiendan, nos estamos leyendo.
Aislinn
Aunque no del todo para Hermione Granger..
Ni para Draco Malfoy...
En las primeras clases de la mañana, sobre todo las que compartía con los alumnos de Slytherin, Hermione se sentía siempre algo deprimida, aunque la sensación iba desapareciendo a medida que avanzaba el día, no dejaba de preocuparla el que su cuerpo reaccionara de manera discordante con su cerebro.
De los sucesos pasados apenas si recordaba haber salido del Gran Salón, y cuando abrió los ojos en la enfermería, encontrándose con las miradas preocupadas de sus amigos, no pudo salir de su asombro, principalmente porque se sentía estupendamente.
Después habló con el Prof. Dumbledore, a quien no pudo contestarle ninguna de las preguntas; ni siquiera cuando este le dijo que no había podido dormir; y es que en realidad, ella no recordaba absolutamente algo de las veces en que según Parvati y Lavender había despertado asustada en mitad de la noche.
Se sentía fuerte, tranquila y segura...
Con una sola excepción:
Cuando sus ojos se encontraba con otros de un frío azul grisáceo.
Era entonces que una terrible sensación de nostalgia la invadía. Había algo en aquellos ojos que le decía que todo era diferente. Primero que nada, porque ya no la veían con ironía o desprecio, sino con una mezcla de asombro y tristeza.
Y cuando se cruzaban sus miradas, ella podía sentir como su cuerpo se tensaba en una dolorosa expectación de algo que no entendía.
La única manera de definir aquella sensación era compararla con la ansiedad que venía al aguantar la respiración durante un buen rato...
Si, sentía lo mismo que cuando le faltaba el aire..era como si su cuerpo y todos sus sentidos le advirtieran que algo realmente necesario para sobrevivir le estuviera fallando.
Por otro lado, el dueño de aquellos ojos, uno de los muchachos más codiciados del colegio, y más reconocidos por ser no sólo altanero, millonario, sangre pura y bastante apuesto, sino también frío como un témpano y con una inteligencia aguda especialmente para los sarcasmos vivía en un tormento constante.
Draco Malfoy ya no había vuelto a tener pesadillas; aunque a diferencia de Hermione, recordaba haberlas tenido, le era imposible saber de que trataron.
Lo que tampoco podía remembrar era el motivo por el que había despertado en la enfermería, justo al lado de ella.
Pero eso no hubiera sido gran causa de preocupación realmente, porque últimamente conciliaba el sueño sin algún problema, y ya no sentía temor o ansiedad; ni se sentía amenazado o diferente..
Con una misma excepción:
Hermione Granger y sus enormes ojos castaños.
Y es que ya no sabía como dejar de buscar su mirada, como dejar de esperar su presencia o como volver a tratarla con el mismo tono de antes.
Simplemente le era imposible hasta hablar de los sangre sucia que toda su vida había despreciado.
Y es que algo en la mirada de la joven le atormentaba más que nada en el mundo.
La sensación de que ella formaba parte de su ser, lo martirizaba constantemente.
¿Cómo, por todos los diablos, tenía que ser precisamente ella la que le hiciera dejar hasta de hablar, cuando pasaba a su lado?
No es que la amara; por Merlín, eso no; ni siquiera le gustaba, jamás la tocaría...
Sencillamente no podía sacársela de la cabeza; ni tenía la fuerza para resistir su mirada.
Pero tampoco resistía estar mucho tiempo sin verla; y ella ya lo había notado. Pero no se había burlado o enojado, sino que le devolvía el gesto con otro idéntico donde se leía el desconcierto.
Y aquello se estaba volviendo casi intolerable...
Sobre todo cuando Potter y Weasley, sus dos estúpidos guardaespaldas le miraban retándole, como indicándole que ni se le acercara.
No tenía idea de cuanto tiempo iba a tolerar aquella situación.
Pero la respuesta le llegó un martes cualquiera. Después del almuerzo; el Director lo citó en su oficina.
Se encaminó hacia el lugar, seguido de sus "fieles amigos", y poco antes de llegar se detuvo en seco, asombrado con la escena que tenía enfrente.
Justo enfrente de la gárgola que guardaba el despacho de Dumbledore, se encontraba el trío fantástico.
Por un momento, decidió ignorarlos, pero algo hubo en la mirada que Ron Weasley le dedicó a Hermione Granger, que logró que su sangre, de ordinario fría, empezara a hervir...
Albus Dumbledore había pasado casi toda la noche de la misma manera en que lo había venido haciendo desde hace un mes: Investigando, buscando. ¿El qué? No lo sabía a ciencia cierta, y por primera vez en mucho tiempo sentía temor a algo desconocido.
Una fuerza extraña; diferente a lo que habría conocido hasta ese momento se había manifestado. Y así como apareció, se esfumó; dejando a dos alumnos heridos.
Dos alumnos que no tenía absolutamente algo en común: un hombre y una mujer de personalidades, casas, familias y situaciones diferentes. Que además, no recordaban algo en absoluto.
Trató de tranquilizarlos y asumió secretamente, junto con Snape solamente, la búsqueda de la explicación a aquella preocupante circunstancia.
Pero todo un mes pasó y ellos aún no encontraban la respuesta.
Hasta aquella madrugada.
Albus se encontraba repasando por décima vez un antiquísimo libro de magia. Todo iba como de costumbre; hasta que sintió de repente un escalofrío recorrer su cuerpo.
Inmediatamente se levantó, apoderándose de su varita, y al darse la vuelta quedó congelado en el mismo lugar que se encontraba.
Frente a él, de pie y mirándole sin expresión alguna estaba la mujer más hermosa que él hubiera visto en toda su larga vida.
Sus cabellos azules le caían con gracia hasta los talones, sus rasgos eran de una exquisitez irreal, y destacaban los preciosos ojos color rubí que quemaban tan sólo de lo frío de su mirar.
Vestía una túnica que parecía escurrírsele por las suaves curvas de su cuerpo perfecto, y llevaba un símbolo extraño tatuado en la altiva frente.
-Albus Dumbledore...¿cierto?- Y cuando habló, el hombre supo que lo había hecho directo a su cerebro, porque sus finos labios jamás se despegaron.
Miles de preguntas cruzaron entonces por su cabeza ¿Cómo había entrado? ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Cuáles eran sus intenciones?
Pero antes de siquiera formular alguna, ella dibujó una mueca que podría parecerse a una sonrisa, y empezó su presentación.
- Soy Nimue, mensajera del Otro Mundo. No existe lugar físico o espiritual al que no pueda entrar en mi calidad de emisaria. No tengo intención alguna de perturbar la tranquilidad de esta dimensión. He venido para hacerte saber, que tu escuela ha sido privilegiada por la presencia de dos "Guardianes"; y que debo llevarlos conmigo para que empiecen su entrenamiento.-
Ante la cara de Dumbledore, Nimue pareció suavizarse, haciéndose aún más hermosa .
- Debes saber, que esta no es la única dimensión existente, y que existen miles de planos en la realidad tangible y aún en la espiritual. También debes conocer, que el orden y equilibrio de todas las dimensiones depende de seres predestinados a desarrollarse plenamente y a convertirse en guardianes. Hace siglos que en este plano físico, al que pertenece la Tierra, no habían nacido estos seres. Pero ahora, el Oráculo nos ha advertido de su presencia y las estrellas nos han confirmado su nacimiento. Y en este lugar, se encuentran dos de los elegidos. Supongo, que por tu poder y tu inteligencia ya habrás adivinado a quienes me refiero.-
Albus movió silenciosamente la boca, formando dos nombres, aún impresionado ante la aparición.
-Exacto- Confirmó Nimue - Los sucesos recientes no son sino un aviso de que los "Devoradores" de mundos también han advertido su presencia.es por eso, Lord Dumbledore, que es necesario adelantar el inicio de su entrenamiento y trasladar a los elegidos al plano astral más seguro, al lugar de origen de la magia, donde estos seres malignos no tienen poder..- La hermosa mujer volvió a adquirir la actitud solemne y distante con que se presentó.
-Pero..- Por fin, la voz volvió al asombrado anciano - ¿Qué pasará con ellos?-
-Seguirán el destino para el que nacieron. Un destino muy superior a cualquiera que les hubiera esperado en esta mundo.-
Dumbledore tuvo que sentarse de nuevo, fatigado de repente ante la extensión de aquella revelación.
Nimue miró entonces de una manera diferente al Director, más fría que antes y con una velada amenaza que inundó la habitación.
-Espero que no vaya a rehusarse...-
Y aunque no lo expresó, Dumbledore supo perfectamente que podría matarlo por interferir.
-Necesito hablar con ellos-
-Tiene un día- Fue lo último que escuchó antes de que el ambiente volviera a la normalidad; y dejando solamente como evidencia de que no había soñado un aroma diferente a todo cuanto hubiera sentido, y que le llenaba los pulmones de algo parecido al gozo.
Su sorpresa fue mayor, al darse cuenta que el viejo reloj mágico le indicaba que era casi hora del almuerzo. Entonces comprendió que por un segundo había compartido un pedazo de tiempo del Otro Mundo, donde un segundo, se traducía en horas en la Tierra.
Y de inmediato, llamó a Snape, y citó a los dos alumnos en su despacho.
N/A.
OK..
Creo que parece que fume algo..= P
En serio, me elevé demasiado. En fin...espero que les haya gustado.
Perdón por la tardanza. Aunque ahora que lo pienso; cada vez se me sale más de las manos este bendito fic..pero en fin, a ver que ideas salen ahora de mi pobre cabeza.
Con agradecimiento por sus alentadores reviews; y esperando que al menos le entiendan, nos estamos leyendo.
Aislinn
