Un sentimiento que nace lentamente
Por primera vez en su vida le resultaba del todo inútil ese seminario. Nada de lo que decía ese doctor le resultaba nuevo o didáctico y cada una de las diapositivas que ponía ya las había visto mil veces en sus libros de texto o en la biblioteca. Sin embargo los demás estudiantes parecían estar emocionados y hacían apuntes como si lo que contase fuese nuevo para ellos. Darien pensó que quizá los alumnos españoles no habían tenido un estudio tan profundo como el suyo y que realmente sí era algo nuevo para ellos.
A la salida Darien suspiraba de resignación. Una hora y media perdida, aunque le había servido como repaso eso sí. Al salir un grupo de 3 chicos se le acercaron. Uno de ellos era muy alto y de pelo rubio. Sus ojos eran verdes y su mirada muy tranquilizadora. El segundo era de estatura también considerable, ojos marrones y pelo negro mientras que el último era muy bajito, pelirrojo y con unos ojos azules muy profundos.
- Buenas. Mi nombre es José y esos son Alex (señalando al bajito) y Adrián ( dijo señalando al más alto de todos )
- Mucho gusto. Mi nombre es Darien.
- ¿Darien? Que nombre más curioso. ¿Eres chino?- dijo Alex
- No, Japonés.
- Aish…. Cuesta tanto distinguirlos. Perdona. ¿ Y que te trae por España ?
- He venido para hacer un master.
- Oh, nosotros nos vamos a tomar algo, ¿te vienes?- Dijo Adrián con una de sus mejores sonrisas.
Los chicos conversaban animadamente en el café de la facultad y así Darien empezó a conocerlos mejor y empezaron a caerle bien. Adrián era un chico amable y cariñoso que jugaba al fútbol. Alex era un loco de la informática y la música heavy y José era un romántico.
- Vamos José, deja de estar en las nubes. Sabes que jamás la conseguirás, Bunny es una chica inalcanzable.
Darien se despertó de golpe al oír la mención de la joven y dejó de tomar su café para prestar toda su atención a la charla que tenían Alex y José.
- Para ti es fácil decirlo porque la única chica que te ha gustado es Madona.
- Oye, ¿y quién no esta loco por madona eh? Bunny es una chica que esta en otro mundo. Preciosa, inteligente, amable, divertida y vete tu a saber cuantos adjetivos positivos más.
- Ya lo sé, es por eso por lo que no dejo de pensar en ella.
- Claro, porque es como mi Madona.
- (todos) ¡Déjalo ya!
- Perdón…
- ¿ Y por qué no le dices a esa chica que te gusta? Quién sabe… - Darien decidió participar en la conversación. Adrián soltó una carcajada que fue seguida por Alex.
- ¡Pero si ni tan solo ha hablado con ella! Este tío es un tímido y jamás ha podido presentarse ante ella sin tartamudear.
- Vale que Bunny es hermosa pero de eso a no poder ni hablar con ella…- dijo Darien entre risas.
Bunny llegó a la cafetería en esos momentos y se dirigió a la barra sin percatarse de la presencia de Darien. Saludó al camarero efusivamente mientras le pedía un zumo de manzana. Llevaba unos téjanos negros y una camisa verde de manga corta. Últimamente el tiempo empezaba a poner-se algo frío. Entonces dio una ojeada y vio a Darien sentado con un grupo de chicos. Esta le sonrió y le saludó con la mano.
- Ahhhhhhh, ¿esta saludando hacia nosotros?- José estaba de los nervios por la mirada de Bunny hacia su mesa. Entonces Darien la saludó también, acaparando así la atención de todos los chicos.
- Conoces a Bunny, ¿Darien ? - Preguntó José algo celoso.
- Sí. Voy a saludar, ahora vuelvo.
- ¿¿Eh?? ¡Traidor! Snif!!- todos lo consolaban como podías mientras este pataleaba en la mesa.
Darien se acercó a ella y se sentó en la barra un momento. Ambos hablaban mientras eran observados muy de cerca por los chicos. Entonces Bunny miró hacia la mesa y luego a Darien asintiendo. Se levantaron, Bunny cogió su zumo y tomaron rumbo a la mesa.
- José, creo que vienen hacia aquí. Respira hondo.
- Hola. Me llamo Bunny encantada de conoceros.
- Hola, mi nombre es Adrián, este de aquí es Alex y este José.
- Ho… ho… hola.
- Jejeje, mucho gusto. Me alegro de que conozcáis a Darien. Cómo acaba de llegar…
Estuvieron charlando animadamente durante una hora aproximadamente. José no podía creer que estuviera delante de sus ojos un ser tan maravilloso como ella. Se pasó todo el rato anonado y casi sin decir nada, sólo mirando a la chica que conversaba con el resto de los chicos. Era un sueño… un sueño hecho realidad.
Serena estaba en su habitación observando como se hacia de noche una vez más. Sus ojos estaban tristes y melancólicos. Luna ya se estaba acostumbrando a verla así, sobretodo ahora que Darien estaba en España. Ella miraba a su princesa con la misma tristeza reflejada en sus ojos. Serena giró el rostro y miró directa a la gata que tenía los ojos clavados en ella. Pudo ver que Luna estaba triste y sabía que era por su culpa así que forzó una sonrisa, no quería preocupar a Luna, aunque no sirvió de mucho.
- Me tienes preocupada Serena, desde que Darien llegó que no sonríes muy a menudo.
- No te preocupes más por mí Luna. Debemos pensar en el enemigo.
- El vampiro que te atacó era Armand. Un vampiro realmente conocido y apreciado por muchos de su especie. Al parecer era el jefe de un grupo según mis averiguaciones.
- Eso significa que…. ¡Hay Dios!
- Significa que el próximo ataque será en grupo, seguramente su clan querrá la venganza y ya tendrán un nuevo jefe.
- ¿Pero eso significa que me tendré que enfrentar a unos 20 vampiros cabreados?
- ¿20? Unos 40 diría yo.
- Eso sí es un problema.- En ese mismo instante el broche que contenía el cristal de plata empezó a brillar con insistencia lo cual quería decir que el enemigo estaba en acción en alguna parte de la ciudad.
- ¡Serena! Debes coger el ordenador de Ami y comprobar donde y cuantos hay.
- Son unos 30 Luna y están cerca del retiro. Voy corriendo para allá.
- Ten mucho cuidado Serena. Son débiles pero muchos.
- Al fin y al cabo soy Sailor Moon ¿no?
- Suerte.
Serena salió corriendo de su cuarto con el ordenador en la mano. Bajó las escaleras a toda prisa. En su rostro había ademanes de ira y recelo. Llegó a la recepción y abrió la puerta sin decir nada a nadie mientras corría en dirección al retiro. Darien estaba con los demás chicos en la entrada y la vieron pasar a toda prisa mientras chocaba con algunos de los peatones. Darien, igual de sorprendido que los demás, vio un mini ordenador en la mano de la chica que le resultó muy familiar.
Serena siguió corriendo desesperadamente hasta llegar a un callejón desierto. Allí se apoyó en la pared mientras recuperaba el aliento y usando su broche con decisión se transformó y utilizando el transporte de guerreros se presentó en el retiro. Su ahora armadura dorada apareció cubriendo su cuerpo y la espada surgió en su mano desprendiendo una brillante luz. Serena miró a su alrededor buscando a los vampiros en la oscura noche. Su ordenador los ubicó con rapidez. Estaba completamente rodeada. La lucha daría comienzo.
En la habitación de Darien se respiraba mucha tranquilidad. La única luz encendida era la del escritorio y el único sonido era el de la música clásica de la mini cadena. En la mesa de escritorio había un libro de medicina abierto junto a una libreta de apuntes. Darien estaba recostado en la cama completamente exhausto después de 3 horas de estudio. Desde que había visto a Bunny en la entrada que estaba estudiando y ya no podía más así que se levantó y se dispuso a salir a tomar algo en la cafetería. Apagó la música, la luz y abrió la puerta mientras cogía las llaves. Abrió la luz del pasadizo y empezó a caminar en dirección a las escaleras. Pero algo lo detuvo. Alguien venía subiendo y no estaba en sus mejores condiciones. Serena estaba apoyada en la barandilla y respiraba agitadamente. Tenía varios cortes en las muñecas y brazos, y varios morados en las piernas. Eso sin tener en cuenta el corte de la cabeza que sangraba abundantemente. Darien se asustó al verla así y corrió a toda prisa sorprendiendo a la chica.
- ¿Pero que…? ¡Bunny! ¿Estas bien? ¿Qué te ha pasado?
- ¿Darien?- Su voz era débil y sus labios temblaban levemente.- Estoy bien…no te preocupes no me pasó nada grave.
- Ven te curaré en mi habitación.
- No hace falta de verdad… yo…- En ese momento perdió el equilibrio cayendo así en brazos de Darien que la miraba muy preocupado. La cogió en brazos y sin darle tiempo a protestar la llevó hasta su cuarto dejándola suavemente en la cama.
- Tienes muchos cortes y ese de la cabeza no se ve nada bien. No necesita puntos pero aún así…
Darien cogió su botiquín y se puso a curar las heridas. Fue entonces cuando notó otra herida. Bunny tenía un zarpazo en toda la espalda, bastante profundo. Ella se había hecho una cura rápida para poder pasar desapercibida entre la gente y por suerte la hemorragia se había detenido. Darien miraba con asombro y espanto las heridas de la preciosa joven que gemía débilmente por el dolor.
- ¿ Cómo te has podido hacer algo así ? Dime…
- No es tan grave. Fui a un edificio viejo para comprobar una cosa y se derrumbó el suelo. Pero no es nada grave. El rasguño de la espalda me lo hice con una madera al caer y rozar con ella.
- ¿ Qué no es tan grave ? Estas heridas no requieren puntos pero si son graves princesa. Tengo que vendarte la espalda… así que tendrás que quitarte la camisa y…
Ambos se pusieron cómo un tomate al pensar la situación. Serena agachó la cabeza mirando al suelo y Darien miró hacia un lado intentando hacer desaparecer su rubor.
- No te preocupes no será necesario que lo hagas. No creo que sea para tanto. Ya me lo curaré yo.
- ¡No seas cría!- Darien entró en el lavabo y cogió una toalla limpia lanzándosela a Serena que la cogió con dificultad.- Yo ahora voy a buscar unas vendas abajo. Quítate la camisa y la ropa interior y cúbrete con la toalla. Esas heridas no son un chiste y si no te las desinfecto ahora mismo vas a coger una infección. Así que en cuando suba espero que estés lista.
Darien cerró la puerta tras de si. Se oyeron sus pasos alejarse por el pasadizo. El corazón de Serena latía apresuradamente. Tenía que curar sus heridas y Darien lo sabría hacer a la perfección pues oficialmente ya era médico. Pero le daba mucha vergüenza que su Darien la viera sin camisa.
El chico llamó antes de entrar a la habitación. Cuando se adentró se ruborizó a más no poder intentando en vano contener los latidos de su corazón. Ella estaba sentada en la cama con el rostro todo sonrojado y el pelo que le caía abundantemente en su hermoso rostro. La única prenda de ropa que cubría su cuerpo era la toalla y los téjanos que llevaba puestos. La toalla cubría sus senos pero dejaba entrever su perfecta figura. Darien tragó saliva y cerro la puerta con suavidad. Se acercó a la chica y se situó detrás de ella con el alcohol y las vendas.
- Se ve realmente mal… esto te va a doler un poco princesa pero iré lo más rápido que pueda.- Darien pasó un algodón empapado de alcohol por la espalda de ella. Él observó su espalda, era perfecta, suave, tersa, preciosa (de no ser por la herida). La respiración de ambos era agitada y el rubor de Serena se acentuaba a la vez que el dolor que sentía.
- Esto duele ¿sabes?
- No seas quejica que ya casi estoy. Ahora te pondré las vendas…- Una vez más el rubor se dejó ver en el rostro del chico y su voz se volvió algo entrecortada.- Sé que esto no te va a gustar… nada… pero debes apartar la toalla, tengo que vendarte la espalda así que también te cubrirá…bueno… el pecho. Te prometo que no miraré. Soy medico y sé lo que me hago.
En contra de lo que se esperaba el joven ella no opuso resistencia alguna y se despojó de la única prenda que cubría su pecho. Darien cumplió su palabra y desde la espalda empezó a vendarla mirando lo menos posible a la joven. Su rubor aumentó con rapidez al rozar con una de sus manos los senos de ella. No veía nada más que su espalda pero el solo contacto con su piel ya lo hacía estremecer. Una vez acabado el vendaje y curadas el resto de las heridas Darien se levantó y empezó a guardar las cosas en el botiquín. Miró hacía Serena que no había movido ni un músculo. Su piel era tersa y perfecta. Sus rostro estaba levemente ruborizado y sus manos estaban apoyadas en sus rodillas débilmente. Las vendas eran lo único que cubría su pecho. Se veía tan débil y desamparada…
- ¿Te encuentras bien princesa?
- Sí.- Su respuesta fue seca y corta. No se había movido ni un centímetro. Darien se acercó a ella y le levantó suavemente el rostro mientras con su otra mano apretaba las suyas. La miró directa a los ojos. Esos ojos tan hermosos, esa mirada tan cálida y dulce que no había desaparecido a pesar de todo lo que estaba pasando.
- Gracias Darien.
- De nada. Ya te puedes poner la camisa princesa. Espero no haberte hecho mucho daño.
Serena se levantó y se puso la camisa sin decir nada más. Luego miró a Darien que la miraba dulcemente con una sonrisa. No pudo contenerse y lo abrazó. Darien se quedó estático. Quería devolverle el abrazo, quería sentirla en sus brazos y besarla … pero la imagen de Serena pasó por sus ojos y no pudo más que acariciar la cabeza de ella con suavidad, de igual modo que lo haría un hermano. Serena se separó lentamente y se dirigió a la puerta.
- Princesa espera. ¿Seguro que ya estas bien? Te acompaño hasta tu cuarto.
- No hace falta. Estoy bien. Gracias y siento haberte preocupado.
- No es nada. Pero no me des un susto así nunca más ¿vale? No vuelvas a ir a ese edificio. ¿Me lo prometes?
Ella sonrió dulcemente y asintió con la cabeza. Luego se fue sin hacer ruido. Darien se quedó un momento parado en la puerta. " Me ha asustado tanto… hacia mucho tiempo que no sentía esa ansiedad. ¿Por qué siento esto por ella? ¿ Por qué he sentido el impulso de abrazarla y de besarla? No se me permite tener estos sentimientos. ¡Yo amo a Serena! Pero entonces ¿por qué me duele tanto el pecho con sólo mirarla? Me dan unas ganas de protegerla cada vez que la veo… Creo que empiezo a sentir más que amistad por esa chica… pero entonces ¿qué pasa con Serena? ¿Con nuestro futuro juntos? Yo aún la amo. Supongo que lo que estoy sintiendo no es más que el reflejo de la distancia que nos separa… sí… debe ser eso. Yo amo a Serena. A Serena y a nadie más.
Serena entró en su cuarto sin hacer ruido pero no le sirvió de nada pues su fiel gata estaba observándola con impaciencia y desespero encima de la cama.
- Al fin Serena, me tenias tremendamente preocupada.
- Ya te dije que estaba bien con el transmisor Luna
- Sí, pero tu voz decía lo contrario. Y por los vendajes y curas que traes ya veo que no me equivocaba. ¿Has ido al hospital?
- No, no son heridas de gravedad. Me las quería curar yo misma… pero…- la voz de Serena era apagada y sus ojos estaban de nuevo melancólicos. Sailor Moon seguía sufriendo.
- ¿Quién te ha curado las heridas Serena?
- Darien.
- ¿Has ido con Darien para que te curara? ¿Estas loca o que? ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te puedes acercar a él? ¿Quieres matarlo?
- Lo siento, me lo encontré en la escalera y no pude evitarlo. Pero me ha curado bien. Ahora si me disculpas estoy muy cansada y necesito dormir.
- Sí… si claro… pero mañana me contarás los detalles de la lucha.
Serena dormía en su habitación. Una sabana era lo único que la protegía del frío de la noche. Su fiel gata luna la miraba desde la ventana con preocupación. " Serena… ya sé que amas a tu príncipe y que no puedes separarte de él… pero debes hacerlo… y lo sabes… o serás la causante de su muerte y de la tuya"
Serena soñaba… soñaba con lo sucedido esa noche. La batalla… había sido una dura lucha.
El rostro de Serena pasó de la ira al miedo en un instante. Estaba completamente rodeada de vampiros. El ordenador marcaba que unos 5 eran más poderosos de lo esperado. El resto serían fáciles de abatir… pero eran tantos… si la atacaban a la vez estaba perdida. Uno de los vampiros, el de más poder, se acercó al centro y miró a Serena.
- Vas a pagar por la muerte de Armand… ¡vas a pagar lo hecho muy caro!
- Ustedes son seres despreciables que roban vidas desmesuradamente. Juro que acabaré con ustedes, uno a uno.
Eso hizo enfurecer al vampiro pues se tiró hacia ella sin darle tiempo a reaccionar apenas y haciendo un leve corte en un brazo de la chica. El olor de la sangre no hizo más que acentuar las ganas de atacarla y los demás se unieron a la lucha. Serena no podía hacer nada más que defenderse como podía de los ataques pero al menos la estaban atacando unos 25 a la vez. 5 figuras permanecían en la sombra observando la lucha con una sonrisa diabólica. Serena se elevó hasta posarse en un árbol. Con el filo de su espada había matado a unos 15 pero 10 vampiros seguían mirándola con recelo. Los débiles habían sido los primeros en caer. Estos diez eran más poderosos. Los vampiros se lanzaron sin más dilación. Serena escapó por los pelos mientras una de las zarpas rozaba otro de sus brazos. Sólo podía hacer una cosa. Se alejó lo más que pudo e invocó el poder del cristal de plata para que actuase sobre la espada. Esta brilló como nunca. La luz que desprendía dañaba los ojos de los vampiros mientras chillaban ahogadamente. Serena se lanzó a los ahora indefensos vampiros y uno a uno fue atravesando sus corazones hasta convertirlos en polvo. Al fin derrotó al último de los 10 y paró en seco recuperando el aliento. Estaba agotada y el sudor empezaba a bajar por su hermoso rostro. Estaba en el centro de la plaza de nuevo, apoyada en su espada. Según sus cálculos quedaban 5 vampiros. Todos muy poderosos. Su ordenador estaba demasiado lejos, jamás lo alcanzaría a tiempo. Su enfrentamiento sería a ciegas. Miraba a su alrededor con desespero buscando algún rastro de ellos cuando notó un desgarrante zarpazo en su espalda. Se giró con torpeza pues la herida le dolía y lo último que vio antes de caer al suelo fue la mano de uno de esos seres dirigiéndose hacia su frente.
Serena estaba indefensa en el suelo. 5 vampiros la rodeaban y eran realmente poderosos. Uno de ellos, el que se había acercado al principio declarando sus intenciones, el líder, se acercó a ella con una velocidad inhumana y se agachó. De la frente de Serena escapaba un hilo de sangre roja como el vino.
- Mi nombre es Dimitri y soy el líder. Tú has destruido mi grupo y yo acabaré contigo.
- No… no podrás…- Su voz era muy débil y sus esfuerzos por levantarse hicieron reír a los vampiros que ya veían su victoria.
- Prepárate a morir.-
Los cuatro vampiros se lanzaron a su cuello. Ella se lo protegió como pudo mientras hacía iluminar su espada de nuevo. Para su sorpresa los ojos de los vampiros no fueron dañados en absoluto. Estos se movían a tal velocidad que a Serena le resultaba imposible seguirlos con la mirada. Los esquivaba como podía pero le resultaba una lucha desigual. Apretó con una de sus manos el cristal de plata pidiendo ayuda. Uno de los vampiros se había acercado lo suficiente como para hundir sus zarpas en el pecho de ella. Serena no pudo hacer más que cerrar los ojos esperando el golpe. Pero una luz detuvo al vampiro. El pecho de Serena empezó a Brillar con un resplandor comparable al de los rayos del sol y convirtiendo en cenizas a los vampiros que la acechaban. Serena cayó exhausta al suelo y su broche dejó de brillar. Su corazón latía rápidamente y su respiración era muy agitada. Levantó la vista para comprobar su victoria. Una sombra quedaba en pie delante de ella. Era Dimitri. Seguía vivo pero en muy mal estado. Su piel estaba quemada por el impacto de la luz, aunque esta no le mató. Eso demostraba su fortaleza y su poder. Este la miró con odio y desprecio.
- Juro que morirás, lo juro. Yo acabaré con tu miserable vida.
- No me dejaré ganar por un cobarde que no hace nada mientras ve morir a los componentes de su grupo.
Dimitri sonrió amargamente y se esfumó literalmente del lugar. Serena cayó de rodillas al suelo. Le dolía todo el cuerpo y el liberar parte de la fuerza del cristal de plata había sido demasiado duro. Llamó con el intercomunicador a luna diciéndole que estaba bien y que el peligro había pasado. Se levantó con dificultad y recogió su ordenador y lo guardó en su bolso. La transformación ya había desaparecido. Levantó la vista hacia el cielo nocturno mientras una lagrima de dolor descendía por sus sonrosadas mejillas. Una débil palabra escapaba de sus labios mientras la aterciopelaba con su voz.
- Darien…
La noche pasaba lentamente para unos, rápida para otros. Pero en un teatro, en el centro de Madrid, una sombra oscura temblaba de ira en la oscuridad de la noche, jurando derrotar al ser que le hizo perder su dignidad. Jurando matar a esa guerrera de cabellos dorados y convertirla luego en un vampiro, sólo para que sufra lo mismo que ellos.
- Pronto serás un alma en pena. Pronto sabrás lo que se siente al estar muerto.
Continuará….
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Por primera vez en su vida le resultaba del todo inútil ese seminario. Nada de lo que decía ese doctor le resultaba nuevo o didáctico y cada una de las diapositivas que ponía ya las había visto mil veces en sus libros de texto o en la biblioteca. Sin embargo los demás estudiantes parecían estar emocionados y hacían apuntes como si lo que contase fuese nuevo para ellos. Darien pensó que quizá los alumnos españoles no habían tenido un estudio tan profundo como el suyo y que realmente sí era algo nuevo para ellos.
A la salida Darien suspiraba de resignación. Una hora y media perdida, aunque le había servido como repaso eso sí. Al salir un grupo de 3 chicos se le acercaron. Uno de ellos era muy alto y de pelo rubio. Sus ojos eran verdes y su mirada muy tranquilizadora. El segundo era de estatura también considerable, ojos marrones y pelo negro mientras que el último era muy bajito, pelirrojo y con unos ojos azules muy profundos.
- Buenas. Mi nombre es José y esos son Alex (señalando al bajito) y Adrián ( dijo señalando al más alto de todos )
- Mucho gusto. Mi nombre es Darien.
- ¿Darien? Que nombre más curioso. ¿Eres chino?- dijo Alex
- No, Japonés.
- Aish…. Cuesta tanto distinguirlos. Perdona. ¿ Y que te trae por España ?
- He venido para hacer un master.
- Oh, nosotros nos vamos a tomar algo, ¿te vienes?- Dijo Adrián con una de sus mejores sonrisas.
Los chicos conversaban animadamente en el café de la facultad y así Darien empezó a conocerlos mejor y empezaron a caerle bien. Adrián era un chico amable y cariñoso que jugaba al fútbol. Alex era un loco de la informática y la música heavy y José era un romántico.
- Vamos José, deja de estar en las nubes. Sabes que jamás la conseguirás, Bunny es una chica inalcanzable.
Darien se despertó de golpe al oír la mención de la joven y dejó de tomar su café para prestar toda su atención a la charla que tenían Alex y José.
- Para ti es fácil decirlo porque la única chica que te ha gustado es Madona.
- Oye, ¿y quién no esta loco por madona eh? Bunny es una chica que esta en otro mundo. Preciosa, inteligente, amable, divertida y vete tu a saber cuantos adjetivos positivos más.
- Ya lo sé, es por eso por lo que no dejo de pensar en ella.
- Claro, porque es como mi Madona.
- (todos) ¡Déjalo ya!
- Perdón…
- ¿ Y por qué no le dices a esa chica que te gusta? Quién sabe… - Darien decidió participar en la conversación. Adrián soltó una carcajada que fue seguida por Alex.
- ¡Pero si ni tan solo ha hablado con ella! Este tío es un tímido y jamás ha podido presentarse ante ella sin tartamudear.
- Vale que Bunny es hermosa pero de eso a no poder ni hablar con ella…- dijo Darien entre risas.
Bunny llegó a la cafetería en esos momentos y se dirigió a la barra sin percatarse de la presencia de Darien. Saludó al camarero efusivamente mientras le pedía un zumo de manzana. Llevaba unos téjanos negros y una camisa verde de manga corta. Últimamente el tiempo empezaba a poner-se algo frío. Entonces dio una ojeada y vio a Darien sentado con un grupo de chicos. Esta le sonrió y le saludó con la mano.
- Ahhhhhhh, ¿esta saludando hacia nosotros?- José estaba de los nervios por la mirada de Bunny hacia su mesa. Entonces Darien la saludó también, acaparando así la atención de todos los chicos.
- Conoces a Bunny, ¿Darien ? - Preguntó José algo celoso.
- Sí. Voy a saludar, ahora vuelvo.
- ¿¿Eh?? ¡Traidor! Snif!!- todos lo consolaban como podías mientras este pataleaba en la mesa.
Darien se acercó a ella y se sentó en la barra un momento. Ambos hablaban mientras eran observados muy de cerca por los chicos. Entonces Bunny miró hacia la mesa y luego a Darien asintiendo. Se levantaron, Bunny cogió su zumo y tomaron rumbo a la mesa.
- José, creo que vienen hacia aquí. Respira hondo.
- Hola. Me llamo Bunny encantada de conoceros.
- Hola, mi nombre es Adrián, este de aquí es Alex y este José.
- Ho… ho… hola.
- Jejeje, mucho gusto. Me alegro de que conozcáis a Darien. Cómo acaba de llegar…
Estuvieron charlando animadamente durante una hora aproximadamente. José no podía creer que estuviera delante de sus ojos un ser tan maravilloso como ella. Se pasó todo el rato anonado y casi sin decir nada, sólo mirando a la chica que conversaba con el resto de los chicos. Era un sueño… un sueño hecho realidad.
Serena estaba en su habitación observando como se hacia de noche una vez más. Sus ojos estaban tristes y melancólicos. Luna ya se estaba acostumbrando a verla así, sobretodo ahora que Darien estaba en España. Ella miraba a su princesa con la misma tristeza reflejada en sus ojos. Serena giró el rostro y miró directa a la gata que tenía los ojos clavados en ella. Pudo ver que Luna estaba triste y sabía que era por su culpa así que forzó una sonrisa, no quería preocupar a Luna, aunque no sirvió de mucho.
- Me tienes preocupada Serena, desde que Darien llegó que no sonríes muy a menudo.
- No te preocupes más por mí Luna. Debemos pensar en el enemigo.
- El vampiro que te atacó era Armand. Un vampiro realmente conocido y apreciado por muchos de su especie. Al parecer era el jefe de un grupo según mis averiguaciones.
- Eso significa que…. ¡Hay Dios!
- Significa que el próximo ataque será en grupo, seguramente su clan querrá la venganza y ya tendrán un nuevo jefe.
- ¿Pero eso significa que me tendré que enfrentar a unos 20 vampiros cabreados?
- ¿20? Unos 40 diría yo.
- Eso sí es un problema.- En ese mismo instante el broche que contenía el cristal de plata empezó a brillar con insistencia lo cual quería decir que el enemigo estaba en acción en alguna parte de la ciudad.
- ¡Serena! Debes coger el ordenador de Ami y comprobar donde y cuantos hay.
- Son unos 30 Luna y están cerca del retiro. Voy corriendo para allá.
- Ten mucho cuidado Serena. Son débiles pero muchos.
- Al fin y al cabo soy Sailor Moon ¿no?
- Suerte.
Serena salió corriendo de su cuarto con el ordenador en la mano. Bajó las escaleras a toda prisa. En su rostro había ademanes de ira y recelo. Llegó a la recepción y abrió la puerta sin decir nada a nadie mientras corría en dirección al retiro. Darien estaba con los demás chicos en la entrada y la vieron pasar a toda prisa mientras chocaba con algunos de los peatones. Darien, igual de sorprendido que los demás, vio un mini ordenador en la mano de la chica que le resultó muy familiar.
Serena siguió corriendo desesperadamente hasta llegar a un callejón desierto. Allí se apoyó en la pared mientras recuperaba el aliento y usando su broche con decisión se transformó y utilizando el transporte de guerreros se presentó en el retiro. Su ahora armadura dorada apareció cubriendo su cuerpo y la espada surgió en su mano desprendiendo una brillante luz. Serena miró a su alrededor buscando a los vampiros en la oscura noche. Su ordenador los ubicó con rapidez. Estaba completamente rodeada. La lucha daría comienzo.
En la habitación de Darien se respiraba mucha tranquilidad. La única luz encendida era la del escritorio y el único sonido era el de la música clásica de la mini cadena. En la mesa de escritorio había un libro de medicina abierto junto a una libreta de apuntes. Darien estaba recostado en la cama completamente exhausto después de 3 horas de estudio. Desde que había visto a Bunny en la entrada que estaba estudiando y ya no podía más así que se levantó y se dispuso a salir a tomar algo en la cafetería. Apagó la música, la luz y abrió la puerta mientras cogía las llaves. Abrió la luz del pasadizo y empezó a caminar en dirección a las escaleras. Pero algo lo detuvo. Alguien venía subiendo y no estaba en sus mejores condiciones. Serena estaba apoyada en la barandilla y respiraba agitadamente. Tenía varios cortes en las muñecas y brazos, y varios morados en las piernas. Eso sin tener en cuenta el corte de la cabeza que sangraba abundantemente. Darien se asustó al verla así y corrió a toda prisa sorprendiendo a la chica.
- ¿Pero que…? ¡Bunny! ¿Estas bien? ¿Qué te ha pasado?
- ¿Darien?- Su voz era débil y sus labios temblaban levemente.- Estoy bien…no te preocupes no me pasó nada grave.
- Ven te curaré en mi habitación.
- No hace falta de verdad… yo…- En ese momento perdió el equilibrio cayendo así en brazos de Darien que la miraba muy preocupado. La cogió en brazos y sin darle tiempo a protestar la llevó hasta su cuarto dejándola suavemente en la cama.
- Tienes muchos cortes y ese de la cabeza no se ve nada bien. No necesita puntos pero aún así…
Darien cogió su botiquín y se puso a curar las heridas. Fue entonces cuando notó otra herida. Bunny tenía un zarpazo en toda la espalda, bastante profundo. Ella se había hecho una cura rápida para poder pasar desapercibida entre la gente y por suerte la hemorragia se había detenido. Darien miraba con asombro y espanto las heridas de la preciosa joven que gemía débilmente por el dolor.
- ¿ Cómo te has podido hacer algo así ? Dime…
- No es tan grave. Fui a un edificio viejo para comprobar una cosa y se derrumbó el suelo. Pero no es nada grave. El rasguño de la espalda me lo hice con una madera al caer y rozar con ella.
- ¿ Qué no es tan grave ? Estas heridas no requieren puntos pero si son graves princesa. Tengo que vendarte la espalda… así que tendrás que quitarte la camisa y…
Ambos se pusieron cómo un tomate al pensar la situación. Serena agachó la cabeza mirando al suelo y Darien miró hacia un lado intentando hacer desaparecer su rubor.
- No te preocupes no será necesario que lo hagas. No creo que sea para tanto. Ya me lo curaré yo.
- ¡No seas cría!- Darien entró en el lavabo y cogió una toalla limpia lanzándosela a Serena que la cogió con dificultad.- Yo ahora voy a buscar unas vendas abajo. Quítate la camisa y la ropa interior y cúbrete con la toalla. Esas heridas no son un chiste y si no te las desinfecto ahora mismo vas a coger una infección. Así que en cuando suba espero que estés lista.
Darien cerró la puerta tras de si. Se oyeron sus pasos alejarse por el pasadizo. El corazón de Serena latía apresuradamente. Tenía que curar sus heridas y Darien lo sabría hacer a la perfección pues oficialmente ya era médico. Pero le daba mucha vergüenza que su Darien la viera sin camisa.
El chico llamó antes de entrar a la habitación. Cuando se adentró se ruborizó a más no poder intentando en vano contener los latidos de su corazón. Ella estaba sentada en la cama con el rostro todo sonrojado y el pelo que le caía abundantemente en su hermoso rostro. La única prenda de ropa que cubría su cuerpo era la toalla y los téjanos que llevaba puestos. La toalla cubría sus senos pero dejaba entrever su perfecta figura. Darien tragó saliva y cerro la puerta con suavidad. Se acercó a la chica y se situó detrás de ella con el alcohol y las vendas.
- Se ve realmente mal… esto te va a doler un poco princesa pero iré lo más rápido que pueda.- Darien pasó un algodón empapado de alcohol por la espalda de ella. Él observó su espalda, era perfecta, suave, tersa, preciosa (de no ser por la herida). La respiración de ambos era agitada y el rubor de Serena se acentuaba a la vez que el dolor que sentía.
- Esto duele ¿sabes?
- No seas quejica que ya casi estoy. Ahora te pondré las vendas…- Una vez más el rubor se dejó ver en el rostro del chico y su voz se volvió algo entrecortada.- Sé que esto no te va a gustar… nada… pero debes apartar la toalla, tengo que vendarte la espalda así que también te cubrirá…bueno… el pecho. Te prometo que no miraré. Soy medico y sé lo que me hago.
En contra de lo que se esperaba el joven ella no opuso resistencia alguna y se despojó de la única prenda que cubría su pecho. Darien cumplió su palabra y desde la espalda empezó a vendarla mirando lo menos posible a la joven. Su rubor aumentó con rapidez al rozar con una de sus manos los senos de ella. No veía nada más que su espalda pero el solo contacto con su piel ya lo hacía estremecer. Una vez acabado el vendaje y curadas el resto de las heridas Darien se levantó y empezó a guardar las cosas en el botiquín. Miró hacía Serena que no había movido ni un músculo. Su piel era tersa y perfecta. Sus rostro estaba levemente ruborizado y sus manos estaban apoyadas en sus rodillas débilmente. Las vendas eran lo único que cubría su pecho. Se veía tan débil y desamparada…
- ¿Te encuentras bien princesa?
- Sí.- Su respuesta fue seca y corta. No se había movido ni un centímetro. Darien se acercó a ella y le levantó suavemente el rostro mientras con su otra mano apretaba las suyas. La miró directa a los ojos. Esos ojos tan hermosos, esa mirada tan cálida y dulce que no había desaparecido a pesar de todo lo que estaba pasando.
- Gracias Darien.
- De nada. Ya te puedes poner la camisa princesa. Espero no haberte hecho mucho daño.
Serena se levantó y se puso la camisa sin decir nada más. Luego miró a Darien que la miraba dulcemente con una sonrisa. No pudo contenerse y lo abrazó. Darien se quedó estático. Quería devolverle el abrazo, quería sentirla en sus brazos y besarla … pero la imagen de Serena pasó por sus ojos y no pudo más que acariciar la cabeza de ella con suavidad, de igual modo que lo haría un hermano. Serena se separó lentamente y se dirigió a la puerta.
- Princesa espera. ¿Seguro que ya estas bien? Te acompaño hasta tu cuarto.
- No hace falta. Estoy bien. Gracias y siento haberte preocupado.
- No es nada. Pero no me des un susto así nunca más ¿vale? No vuelvas a ir a ese edificio. ¿Me lo prometes?
Ella sonrió dulcemente y asintió con la cabeza. Luego se fue sin hacer ruido. Darien se quedó un momento parado en la puerta. " Me ha asustado tanto… hacia mucho tiempo que no sentía esa ansiedad. ¿Por qué siento esto por ella? ¿ Por qué he sentido el impulso de abrazarla y de besarla? No se me permite tener estos sentimientos. ¡Yo amo a Serena! Pero entonces ¿por qué me duele tanto el pecho con sólo mirarla? Me dan unas ganas de protegerla cada vez que la veo… Creo que empiezo a sentir más que amistad por esa chica… pero entonces ¿qué pasa con Serena? ¿Con nuestro futuro juntos? Yo aún la amo. Supongo que lo que estoy sintiendo no es más que el reflejo de la distancia que nos separa… sí… debe ser eso. Yo amo a Serena. A Serena y a nadie más.
Serena entró en su cuarto sin hacer ruido pero no le sirvió de nada pues su fiel gata estaba observándola con impaciencia y desespero encima de la cama.
- Al fin Serena, me tenias tremendamente preocupada.
- Ya te dije que estaba bien con el transmisor Luna
- Sí, pero tu voz decía lo contrario. Y por los vendajes y curas que traes ya veo que no me equivocaba. ¿Has ido al hospital?
- No, no son heridas de gravedad. Me las quería curar yo misma… pero…- la voz de Serena era apagada y sus ojos estaban de nuevo melancólicos. Sailor Moon seguía sufriendo.
- ¿Quién te ha curado las heridas Serena?
- Darien.
- ¿Has ido con Darien para que te curara? ¿Estas loca o que? ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te puedes acercar a él? ¿Quieres matarlo?
- Lo siento, me lo encontré en la escalera y no pude evitarlo. Pero me ha curado bien. Ahora si me disculpas estoy muy cansada y necesito dormir.
- Sí… si claro… pero mañana me contarás los detalles de la lucha.
Serena dormía en su habitación. Una sabana era lo único que la protegía del frío de la noche. Su fiel gata luna la miraba desde la ventana con preocupación. " Serena… ya sé que amas a tu príncipe y que no puedes separarte de él… pero debes hacerlo… y lo sabes… o serás la causante de su muerte y de la tuya"
Serena soñaba… soñaba con lo sucedido esa noche. La batalla… había sido una dura lucha.
El rostro de Serena pasó de la ira al miedo en un instante. Estaba completamente rodeada de vampiros. El ordenador marcaba que unos 5 eran más poderosos de lo esperado. El resto serían fáciles de abatir… pero eran tantos… si la atacaban a la vez estaba perdida. Uno de los vampiros, el de más poder, se acercó al centro y miró a Serena.
- Vas a pagar por la muerte de Armand… ¡vas a pagar lo hecho muy caro!
- Ustedes son seres despreciables que roban vidas desmesuradamente. Juro que acabaré con ustedes, uno a uno.
Eso hizo enfurecer al vampiro pues se tiró hacia ella sin darle tiempo a reaccionar apenas y haciendo un leve corte en un brazo de la chica. El olor de la sangre no hizo más que acentuar las ganas de atacarla y los demás se unieron a la lucha. Serena no podía hacer nada más que defenderse como podía de los ataques pero al menos la estaban atacando unos 25 a la vez. 5 figuras permanecían en la sombra observando la lucha con una sonrisa diabólica. Serena se elevó hasta posarse en un árbol. Con el filo de su espada había matado a unos 15 pero 10 vampiros seguían mirándola con recelo. Los débiles habían sido los primeros en caer. Estos diez eran más poderosos. Los vampiros se lanzaron sin más dilación. Serena escapó por los pelos mientras una de las zarpas rozaba otro de sus brazos. Sólo podía hacer una cosa. Se alejó lo más que pudo e invocó el poder del cristal de plata para que actuase sobre la espada. Esta brilló como nunca. La luz que desprendía dañaba los ojos de los vampiros mientras chillaban ahogadamente. Serena se lanzó a los ahora indefensos vampiros y uno a uno fue atravesando sus corazones hasta convertirlos en polvo. Al fin derrotó al último de los 10 y paró en seco recuperando el aliento. Estaba agotada y el sudor empezaba a bajar por su hermoso rostro. Estaba en el centro de la plaza de nuevo, apoyada en su espada. Según sus cálculos quedaban 5 vampiros. Todos muy poderosos. Su ordenador estaba demasiado lejos, jamás lo alcanzaría a tiempo. Su enfrentamiento sería a ciegas. Miraba a su alrededor con desespero buscando algún rastro de ellos cuando notó un desgarrante zarpazo en su espalda. Se giró con torpeza pues la herida le dolía y lo último que vio antes de caer al suelo fue la mano de uno de esos seres dirigiéndose hacia su frente.
Serena estaba indefensa en el suelo. 5 vampiros la rodeaban y eran realmente poderosos. Uno de ellos, el que se había acercado al principio declarando sus intenciones, el líder, se acercó a ella con una velocidad inhumana y se agachó. De la frente de Serena escapaba un hilo de sangre roja como el vino.
- Mi nombre es Dimitri y soy el líder. Tú has destruido mi grupo y yo acabaré contigo.
- No… no podrás…- Su voz era muy débil y sus esfuerzos por levantarse hicieron reír a los vampiros que ya veían su victoria.
- Prepárate a morir.-
Los cuatro vampiros se lanzaron a su cuello. Ella se lo protegió como pudo mientras hacía iluminar su espada de nuevo. Para su sorpresa los ojos de los vampiros no fueron dañados en absoluto. Estos se movían a tal velocidad que a Serena le resultaba imposible seguirlos con la mirada. Los esquivaba como podía pero le resultaba una lucha desigual. Apretó con una de sus manos el cristal de plata pidiendo ayuda. Uno de los vampiros se había acercado lo suficiente como para hundir sus zarpas en el pecho de ella. Serena no pudo hacer más que cerrar los ojos esperando el golpe. Pero una luz detuvo al vampiro. El pecho de Serena empezó a Brillar con un resplandor comparable al de los rayos del sol y convirtiendo en cenizas a los vampiros que la acechaban. Serena cayó exhausta al suelo y su broche dejó de brillar. Su corazón latía rápidamente y su respiración era muy agitada. Levantó la vista para comprobar su victoria. Una sombra quedaba en pie delante de ella. Era Dimitri. Seguía vivo pero en muy mal estado. Su piel estaba quemada por el impacto de la luz, aunque esta no le mató. Eso demostraba su fortaleza y su poder. Este la miró con odio y desprecio.
- Juro que morirás, lo juro. Yo acabaré con tu miserable vida.
- No me dejaré ganar por un cobarde que no hace nada mientras ve morir a los componentes de su grupo.
Dimitri sonrió amargamente y se esfumó literalmente del lugar. Serena cayó de rodillas al suelo. Le dolía todo el cuerpo y el liberar parte de la fuerza del cristal de plata había sido demasiado duro. Llamó con el intercomunicador a luna diciéndole que estaba bien y que el peligro había pasado. Se levantó con dificultad y recogió su ordenador y lo guardó en su bolso. La transformación ya había desaparecido. Levantó la vista hacia el cielo nocturno mientras una lagrima de dolor descendía por sus sonrosadas mejillas. Una débil palabra escapaba de sus labios mientras la aterciopelaba con su voz.
- Darien…
La noche pasaba lentamente para unos, rápida para otros. Pero en un teatro, en el centro de Madrid, una sombra oscura temblaba de ira en la oscuridad de la noche, jurando derrotar al ser que le hizo perder su dignidad. Jurando matar a esa guerrera de cabellos dorados y convertirla luego en un vampiro, sólo para que sufra lo mismo que ellos.
- Pronto serás un alma en pena. Pronto sabrás lo que se siente al estar muerto.
Continuará….
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