No puedo evitar acercarme

Darien había bajado al comedor a desayunar. El ruido de la bajilla, los camareros arriba y abajo. Los estudiantes comiendo y la cocinera gritando. Todo era igual al día anterior, y al anterior a ese. Sin embargo había algo distinto. Bunny no estaba. Quedaba sólo media hora para cerrar el comedor pero ella no había llegado. Vio a los chicos sentados en una mesa que le hacían señas. Cogió un café y un croasan y se dirigió hacía ellos.
- Hola chicos. ¿Han visto a Bunny por aquí?
- No- contesto José- ¿pero para que quieres a mi Bunny?
- Ya, no te pongas celoso.
- No estoy celoso.
El resto del desayuno pasó entre risas. Bunny no apareció. Los camareros empezaban a recoger la comida y ella no había aparecido. Darien se levantó rápidamente y se disculpó ante los chicos. Sabía que los camareros no le dejarían llevarse la comida así que decidió salir a fuera. Tenía la sensación de que Bunny no asistiría a clases hoy. Seguramente sus heridas le habían hecho tener fiebre durante la noche y quizá todavía tenía secuelas. Fue a un bar cercano y compró un zumo de manzana y un bocata de queso (recordaba haber visto a la chica comiendo eso para desayunar). Entonces subió las escaleras. Tenía una clase a primera hora pero decidió ir a ver a la joven y saltársela. No podía evitar estar preocupado por la chica. Llegó a la puerta. Le costó un poco decidirse pero al final llamó. Nadie respondía. Estaba preocupado. Volvió a llamar. Unos pasos se oyeron en el interior. Luego un golpe y por último un suspiro. La puerta empezó a abrirse y una mareada Bunny apareció ante sus ojos.
- Vaya te ves peor de lo que imaginaba.
- ¿Darien? ¿Qué quieres? No me encuentro muy bien así que…
- Lo sé. Por eso he venido. Toma, te he comprado algo para desayunar. Necesitas recuperar fuerzas.
- No hacía falta, pero gracias. Ahora si me disculpas regreso a la cama.
- Ah, no, no. No me harás fuera de aquí. Debo revisar tus heridas y mirar tu temperatura y presión. ¿Creías que iba a irme sin más?
- Darien gracias por preocuparte por mí pero estoy bien. Adiós.
- ¿Cómo tengo que decir que no me echarás tan fácilmente? Me he saltado la clase para venir a curarte y no me voy a ir.- mientras intentaba entrar en la habitación de la chica con una pícara sonrisa y bromeando.
- ¡ Darien déjame tranquila de una vez! ¡Estoy bien! ¡Ahora vete y déjame dormir!
Darien se quedó helado por la actitud de la chica. Ella reaccionó rápidamente al ver la cara de asombro y desilusión en el joven.
- Lo… lo siento… es que no me encuentro nada bien, en serio, no te preocupes. Gracias por preocuparte.
- No quería molestar… Perdona si te he despertado.- La actitud bromista del chico desapareció en un instante. Darien se veía ofendido y dolido. Serena se sentía fatal por ello. El joven empezó a girarse. Iba a irse, al fin y al cavo ella no lo necesitaba. Había sido un tonto por preocuparse tanto. Pero no podía evitar sentirse dolido por sus palabras.
- Mmmmmmmmmmmmmm!¡Un bocata de queso! Me encanta, gracias.- La chica sonrió al joven cómo pudo y le miró a los ojos.- realmente eres un sol. Anda pasa. Espero que no nos pillen. ¡Jeje!
Darien sólo pudo devolver la sonrisa a la chica. Era tan dulce después de todo. Ella lo condujo a la habitación y le dijo que se sentará en una silla. Estaba intacta, muy bien ordenada y limpia. Lo único que se veía imperfecto era la cama sin hacer y una silla que estaba tumbada en el suelo.
- Ahora entiendo el golpe. Te has dado con la silla ¿verdad?
- Bueno… es que por las mañanas estoy muy dormida. Voy a cambiarme, ahora vuelvo.
Darien observó a la chica que entró en el cuarto de baño. La ducha se encendió y se podía oír a Bunny moverse por el baño. Caminó hacia la ventana y miró el paisaje. El mismo que veía él desde su habitación. " ¿Por qué ha reaccionado así? ¿Acaso la molesto? Me confunde tanto… a veces es tan tierna y cariñosa conmigo… otras en cambio parece que me evite… no sé que pensar" Darien observó la vista durante un rato, viendo a la gente pasar por el parque. Los pájaros en los árboles y las parejas. Serena salió del baño y lo vio ahí sentado. Sus ojos estaban serios y perdidos en el paisaje de la ventana. Su rostro era perfecto y su cuerpo la hacía estremecer. Darien se giró sorprendiéndola en ese momento. Ella llevaba un pantalón corto de gimnasia y una camisa de tiras blanca. Su pelo estaba mojado y se lo secaba con una toalla.
- Apenas he podido ducharme a gusto con tantas vendas en el pecho y la espalda.
- Ya me lo imagino. Vamos a ver esas heridas ¿ok?
- Va… vale. Gracias una vez más por preocuparte.
- No es nada.

Darien volvió a desinfectar las heridas de las muñecas y puso vendajes nuevos. Los morados de las piernas de ella ya estaban despareciendo, señal de que no eran graves. Ya sólo quedaba la herida de la espalda.
- Dime princesa, ¿has tenido fiebre esta noche?
- ¿Fiebre? ¡Oh por Dios, sí! Fiebre, mareos, nauseas, estoy hecha un asco. ¿Me has traído una aspirina? ¿Gelocatil? ¿O algo así?
- Jajajaja, vale, vale. No, no te he traído nada de eso porque no sabía los síntomas que tenías.
- ¿Aish? ¿Y que clase de medico eres tú? Muchos vendajes, muchas tiritas pero no me traes una simple aspirina. Joooooooooo….- Serena estaba con la cabeza en alto y con piernas y brazos cruzados mientras fingía un berrinche. Darien sólo pudo sonreír ante tal acto de cría por parte de la chica y acariciarle la cabeza como si fuera un perrito abandonado.
- Vale, vale. ¿Sabes lo que haremos? Te cambiaré las vendas de la espalda…
- Ah, pero…
- Shhhhh, tu no rechistaras y entonces saldremos AMBOS a buscar tus aspirinas. Te las tomarás y asistirás a tus clases.
- Joooooo, eres un dictador. - Su ceño de enfado aumentó a la vez que la sonrisa de Darien se acentuaba.- Vale… pero quiero un helado. :P
- ¿Un helado? Ah…. No sé que voy ha hacer contigo. En fin, ya sabes lo que te toca. Venga que te curaré esa espalda.
- ****U . U****… vale…- Luna estaba bajo la cama escuchando toda la conversación. Era la primera vez que veía a Darien en España. Pero no se alegró de verlo, sabía que su presencia no podría traer nada bueno.
Darien y Serena bajaban ya las escaleras principales. Ella estaba algo mareada y su faz se veía algo pálida. Pero eso no preocupaba al joven. En realidad la chica se encontraba mucho mejor de lo que esperaba. El día era radiante y el sol se filtraba por entre los ventanales. Darien miró en ese instante a Serena que se esforzaba en no perder el equilibrio y caerse de bruces. Estaba hermosa. Incluso en una situación como esa se veía realmente bella. Su mirada era preciosa… esa mirada cálida y suave. Capaz de enamorar hasta las plantas. Su sonrisa dulce y cariñosa. "¿Pero en que estoy pensando? Ya lo he decidido, nada de pensar en esa chica de ese modo, no pienses, no pienses, ¡no pienses!
- Darien…
- ¿Eh?
- No… sólo quería darte otra vez las gracias. Estas ayudándome mucho y yo no he hecho más que ponerte pegas. Lo siento.
- No te preocupes princesa.
- ¿Cómo podría pagártelo?
- Con una sonrisa me conformo. Anda corre, que sino no llegarás a tus clases ni yo a las mías.
Ambos bajaron a la farmacia. Estaba a sólo dos manzanas de allí. Compraron las deseadas aspirinas y una pomada que le recomendó Darien para la espalda. Luego se dirigieron a la habitación de nuevo. Darien y Serena se quedaron un momento en la puerta.
- Bueno, me tomo la aspirina y me voy pitando a mi clase de Inglés.
- Serena, sobretodo usa la pomada… ¿te la podrá poner alguien? - el rostro de Darien se volvió por milésima vez del color de la grana.
- ¡Sí! Sí… claro. No te preocupes. Gracias. Nos vemos.
- Un momento princesa. ¿Recuerdas que antes me has dicho que querías pagarme el favor?
- Sí, ¿hay algo que pueda hacer por ti?
- Pues en realidad sí. Verás… esta noche hay un baile en honor a la facultad de Estados Unidos a la cual yo pertenecía y… bueno… yo tengo que asistir pues debo hacer un discurso… pero el baile es en pareja y… pensaba si tu…
- ¿Eh? No… no sé Darien… en realidad no me encuentro muy bien y soy fatal para las fiestas. Creo que deberías invitar a otra chica… seguro que encuentras una. Ya me he enterado del gran éxito que tienes y…
- Pero yo no quiero a una chica cualquiera yo te quiero a ti- el rostro de ambos se volvió de color carmesí - como pareja de baile claro…
- Ya pero… no puedo…
- Vamos, me harías un gran favor…- Serena miró a los ojos del joven "Luna me matará, y yo no debería hacer esto… pero esos ojos… no puedo evitar decir que sí a todo con esos ojos mirándome…"
- Esta bien.
- Perfecto. Gracias. Espero que se te dé bien el Inglés.
- Aish Dios, hace un tiempo esa habría sido mi preocupación pero ahora es otra.
- ¿Cuál?
- ¿Que vestido me voy a poner sin que se vean las heridas de mi espalda y de los brazos?

El día había transcurrido con normalidad. Por suerte Luna le había dicho que no estaría en toda la noche ya que tenía que hacer unas investigaciones. Sin embargo su nueva misión ya estaba en curso. El plan empezaría ese mismo sábado ( para los que estén perdidos, al igual que yo, ese día era martes ). Serena estaba en su habitación arreglando su vestido. Por suerte había encontrado uno que le iría perfecto. Además era hermoso ( dio gracias a su bolígrafo mágico que le permitía cambiarse ). Con un poco de laca y gomina había podido recoger su pelo, a pesar de que era bastante corto gracias a una diadema de diamantes, también proporcionada por el bolígrafo, pudo peinar cómodamente su hermoso pelo. Se sentó en el tocador ya con el vestido puesto y miró su reflejo maquillado y arreglado. "No debería hacer esto… algo me dice que estoy actuando mal, pero no puedo evitar volverme loca al mirar sus hermosos ojos" se tomó una aspirina más y se puso unas gotas de perfume. El reloj marcaba las nueve, Darien no tardaría en recogerla.
No pasaron dos minutos y ya Darien había llamado a su puerta. Ella tomó su bolso y respiró hondo. Giró el paño con delicadeza asomando su cabeza tímidamente. Sus ojos se abrieron de par en par. Ese traje… le parecía estar viendo una vez más al señor del antifaz. Sólo que ahora el traje le sentaba aún mejor. Su porte era de lo más atractivo y su blanca sonrisa resplandecía con fuerza. Llevaba las manos cubiertas por unos delicados guantes blancos.
- Estas… ejem…elegante… sí, muy elegante.
- Ya, gracias. Pero si no sacas más que tu cabeza por la puerta no llegaremos.
- Es que me da pena…
- Vamos, no seas tímida. Seguro que el vestido que has escogido es muy apropiado y te debe sentar de maravilla.
Serena suspiro una vez más. Cogió impulso y salió de su escondite. Los ojos de Darien se dilataron tanto o más a los de Serena. Su vestido era perfecto y relucía de un modo exquisito su belleza. Era un hermoso vestido de gasa de color esmeralda, igual al de sus ojos. El escote era en forma de barco, dejando sus hombros al descubierto. Su esbelto cuello estaba cubierto por un colgante de brillantes igual al de su diadema. Sus hermosos brazos estaban cubiertos por un par de guantes de color blanco que le llegaban hasta la altura del pecho y la falda del vestido era ceñida a su cintura y con una atractiva raja que descubría gran parte de su pierna derecha. Los zapatos eran del mismo color que el vestido, al igual que el bolso.
- Estas perfecta, preciosa.
- Gra…gracias.
- ¿Pero no se te ve la herida de la espalda con ese vestido?
- Un poco, pero yo hago milagros
- ¿A sí? ¿ Y cómo solucionará la señorita milagros tal inconveniente?
- Con esto- Serena cogió de su recamara un precioso fular de seda de color esmeralda y se lo puso cubriendo sus hombros.- Evita el frío y además cubrirá mi preciosa pero dañada espalda.
- Mujeres. Tenéis soluciones a todo. Pues adelante.- le ofrece su brazo caballerosamente- El coche nos debe estar esperando en la puerta.
- ¿Nos vienen a recoger?
- Por supuesto.
- Que emocionante.
Ambos salieron por la puerta principal, no sin tener que aguantar las bromas de Clara, la recepcionista, que les prometió hacerles una foto a su vuelta. ( aunque lo que ella quería era tener pruebas para poder contar por toda la facultad el chisme). Una limusina negra estaba esperando a los jóvenes. Serena simplemente alucinó. El chofer les abrió la puerta y ambos entraron en la lujosa y amplia limusina. Todo estaba revestido de cuero y la música de dentro era clásica. Dos copas de champán estaban allí servidas para ellos.
- Que lujo. Creo que debo cambiar el chip y comportarme como una auténtica princesa, o te aré quedar mal.
- No te preocupes. Mientras sepas hablar inglés… tu belleza se ocupará del resto.
- Me encanta esta música. Mi novio siempre la tenía puesta. Le encanta la música clásica.
- ¿En serio? No me habías dicho que tuvieras novio. - Notando que había metido la pata hasta el fondo la chica no tardó en contestar.
- Pues… sí. Lo tengo en Japón. (mentira). Es un chico muy dulce, lo quiero mucho.
- Ya…- Por alguna razón eso no gustó nada a Darien. Se había sentido amenazado, angustiado y… ¿celoso? ¿Estaba celoso?- Es normal que una chica como tú tenga novio.
- En fin, no importa. No te preocupes mi inglés es correcto y no voy a causar ningún alboroto, sé comportarme.
- Eso me alivia. No me gustaría tener que hacer ver que no te conozco.
- Siempre tan simpático…
El coche se estacionó delante de una preciosa mansión. Una puerta de grandes dimensiones y muy elegante se abría ante ellos dejando paso a un precioso jardín. Todo el trayecto hacia la casa estaba iluminado por preciosas fuentes y luces de jardín. Serena no podía contener su asombro ante tal belleza. Le recordaba el pasado, los tiempos vividos en el milenio de plata. Tanta abundancia, tanta harmonía y elegancia. Darien le cedió su brazo caballerosamente y ella lo cogió con una hermosa sonrisa que tubo el don de embelesar al chico. Ambos empezaron el recorrido que les llevaría hasta la hermosa mansión.
- Dime una cosa Darien…¿aquí están todos tus compañeros de la facultad?
- No todos princesa, pero casi. Estoy seguro de que se han ocupado de la asistencia de una gran mayoría.
- Ellos saben que tienes novia ¿verdad?
- Vaya… pues no había pensado en eso…
- Será mejor que te evites explicaciones. Yo me aré pasar por ella sino te importa. Dudo que vuelvas a ver a uno de ellos por aquí y así ambos nos evitamos dar explicaciones. ¿Te parece lo correcto?
- Pues… la verdad es que me ahorraría muchos dolores de cabeza. Son demasiadas personas y la verdad es que no quedaría muy bien en una facultad de tan prestigiosos alumnos que me presentará con una dama que no fuera mi novia.
- Vaya… debe ser una facultad muy importante. Ya veo que eres un genio. Pues a partir de ahora soy Se…- Oh, casi meto la pata, yo no debo saber el nombre- ¿Y como se llama tu novia?
- Serena, Serena Tsukino.
- Precioso nombre. A partir de ahora me llamaré así.- ¿Y cuando no me he llamado así? Jejeje
- ¿Seguro que no te importa? Me sabe mal…
- En absoluto. Es un favor de amigos ¿no?
- Gracias princesa. Ya llegamos. ¿ Estas lista?
- Pues… me da miedo pasarme toda la velada hablando en inglés, pero me irá bien para practicar…
- Tranquila, las mesas son por parejas. Todos han venido con acompañante. Durante la cena sólo estaremos tu y yo, así que no tendrás que hablar en inglés todo el tiempo.
- Que alivio…
- Pues adelante.
Dos mayordomos estaban a la puerta. Uno de ellos era realmente joven y atractivo. Serena no pudo evitar mirarlo. El joven mayordomo también se fijó en la hermosa joven y le sonrió mientras Darien mostraba la invitación al otro mayordomo.
- Welcome to the "La Lola" Madame.
- Thank you. It is a pleasure - (Gracias. Es un placer.)
Darien sonrió al oír a la joven hablando inglés. Su acento era perfecto. El chico la tomó del brazo de nuevo y ambos se adentraron en la preciosa mansión.
- ¿Esta hermosa mansión se llama "La Lola"?
- Así es.
- Pues vaya nombre.
- El director y fundador de la facultad quería un nombre español para esta casa
- Pues tubo un pésimo gusto.
- Goodnight Darien, Madame.
- Goodnight Mt. Hook. ¿How are you?
- Oh, I'm perfect. - si no os importa a partir de ahora escribiré en Español, se me da mucho mejor que el inglés- Esta ciudad es preciosa, al igual que las jovencitas. Mi nombre es Mt. Hook, encantado de conocer a una dama tan bella y distinguida como vos.
- El gusto es mío. Mi nombre es Serena Tsukino. Permítame decirle que tiene una hermosa mansión y su gusto para decorarla ha sido exquisito.
- Es usted muy amable, además de educada, no podría ser de otra forma siendo la pareja de Darien. Pero por favor, pasen y acomódense, la cena esta a punto de empezar.
- Gracias señor. Espero verle luego.
- Por supuesto Darien, tu y yo tenemos que hablar de cosas serias, pero claro eso será después de bailar con esta hermosa joven. ¿Me permitiría luego un baile con usted señorita Tsukino?
- Será un placer.
- Disfruten de la velada tortolitos. Hasta más tarde.
- Uff, que alivio, pensaba que no se iría nunca, que nervios…
- Has estado brillante. Tu inglés es perfecto, al igual que tus modales. ¿Cómo puedes cambiar así de personalidad?
- Pues porque soy una princesa :P
- Claro… lo olvidaba.- Sólo espero que nadie se entere de que no es Serena. Dios, si ella se enterará de esto…
Un camarero les guió hasta la mesa. El joven retiró la silla de Serena para que esta pudiera acomodarse. Ella le agradeció el gesto con una sonrisa y el camarero no pudo evitar un rubor. Darien observaba la escena algo receloso. Una vez acomodados en la mesa Serena fijó sus ojos en el espacioso salón.
- Hay mucha gente…¿ no conoces a nadie Darien?
- A la mayoría, pero es de mala educación levantarse a hablar antes de cenar.
- uiss… yo hubiera metido la pata. Suerte que no conozco a nadie.
- Relájate, nadie te va a comer.
- ¡Es cierto! ¿Qué habrá de comer?- la sonrisa educada de la chica pasó a ser la de siempre. Una joven intrépida y curiosa.
- No hacía falta que te relajaras tanto…
La cena transcurrió sin ningún inconveniente. Los ventanales estaban protegidos por hermosas cortinas de seda blanca que se mecían al compás de la brisa. La música era cálida y suave. El precioso suelo estaba enmoquetado por unas alfombras granates que denotaban grandeza y buen gusto. Las mesas eran cuadradas pero perfectamente talladas, en cada una de sus esquinas se apreciaba un perfecto talle redondo. Estas estaban cubiertas por preciosos manteles que hacían juego con el suelo, de un granate oscuro y acabadas con un filo dorado que hacían de la tela una maravilla que además era suave al tacto. Esta estaba cubierta a la vez por un fino mantel de un blanco tan puro como las nubes de un día claro. El centro de la mesa estaba adornado con un precioso ramo de rosas rojas y al lado un candelabro de oro puro con una vela. Esa era toda la luz que había en la sala, la de los candelabros que decoraban las mesas de todos los invitados, eso causaba que hubiera un toque romántico en el ambiente. El primer plato en servirse fue una deliciosa crema de marisco adornada con un par de hojas de perejil. El segundo plato que se sirvió era igual de exquisito y suave, un rape a la plancha con un toque de limón, acompañado de un surtido de gambas frescas. De postre se sirvió helado de menta con nueces.
- Todo ha sido delicioso.
- Sí. Realmente se nota el gusto inglés.
- Sí. Pero la paella… nadie me quita la paella. - La chica sonrió satisfecha. Se lo estaba pasando muy bien esa noche. Sus ojos brillaban con intensidad al mirar al chico y este tenía el mismo mirar en los suyos. La música era perfecta, la conversación era agradable y la luz los acogía como si se tratará de una manta. Realmente era como un sueño, un sueño del que Serena no quería despertar. Sin embargo las batallas volvieron a su mente, el dolor, el sufrimiento y no pudo evitar que también hubieran aparecido las premoniciones que tenía últimamente sobre el desastre que se avecinaba. Bajó el rostro mientras con sus manos apretaba con fuerza la servilleta. Darien notó algo en la chica. Se había puesto seria de golpe y sus ojos reflejaban dolor.
- ¿Quieres bailar princesa?
- ¿Ba…bailar? Pero si no hay nadie bailando en la sala. Quedaremos cómo un par de maleducados.
- En estas fiestas el primero en sacar su pareja a bailar es el más elegante.
- ¿Sí?
- Claro.- Es tan inocente…
Darien se levantó sin ningún titubeo y extendió el brazo a la joven que le miraba con el rostro cubierto por un leve rubor. Sus ojos brillaban mientras observaba su propio rostro reflejados en los de su pareja. Darien la tomó del brazo y la llevó delicadamente hasta el centro de la pista. La cogió elegantemente por la cintura y con su otra manó cogió la de ella. Serena tenía la mirada baja y temblaba como una hoja.
- No te preocupes princesa, nadie excepto yo te mirará.
- Claro, como estamos solos…
Darien colocó suavemente su mano en la barbilla de ella levantando así su rostro. Ella no pudo evitar su mirada y una vez más se quedó perdida en ella. Darien la miraba serio pero con ese brillo en sus ojos.
- Nadie excepto yo te mirará.- Repitió seriamente como tratando de convencer y dar coraje a la joven.
Volvió a tomar su mano y la guió suavemente al compás de la música. Ella no despegó sus ojos de los de él y sus miradas se dulcificaban lentamente hasta llegar al punto de tener los ojos entrecerrados. Serena apoyó su cabeza en el pecho de Darien mientras notaba el latido de su corazón que se fusionaba con el de ella. Su corazón latía a mil por hora. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música y por aquel mágico momento. Todo a su alrededor desapareció, sólo estaban él y ella, tal y como Darien le había dicho. Sólo él la miraba pues para ellos dos no existía en ese momento nada más que la compañía y el perfume del otro.
Las otras mesas se habían sorprendido al principio al ver a los jóvenes dirigiéndose a la pista. Pero la escena les pareció tan dulce, tan romántica, que no tardaron mucho en seguirlos. Cuando Serena abrió los ojos y observó a su alrededor parpadeo con sorpresa. Toda la pista estaba llena. Realmente había perdido el mundo de vista por unos minutos. Darien cogió su mano fuertemente y ella levantó el rostro mirando una vez más el de él.
- ¿Lo ves princesa? Hemos quedado como los más elegantes.
- ¿De verdad crees que me he creído ese cuento tuyo?
- Entonces…¿qué te ha impulsado a bailar?
- Tú.- Serena se sorprendió al oír el eco de su propia voz. No podía creer que hubiera dicho eso. Sin embargo el rostro sereno de Darien la tranquilizó. El chico la miraba dulcemente.
- Ahora tengo que ir a hablar con Mt. Hook. El patio esta precioso, si quieres ir a dar una vuelta, yo te seguiré en cuanto pueda.
- No te preocupes. Creo que me sentaré y tomaré un poco más de champán.
- No tardaré.
Darien salió en busca de Mt. Hook y Serena se quedó ahí sentada, mirando por la ventana el precioso jardín. Sus ojos brillantes volvieron a ser melancólicos y su sonrisa antes dulce y alegre se había vuelto seria hasta el punto de desaparecer. Sabía que no debía estar allí. Que Darien podría correr peligro si seguía en contacto con ella. Recordó entonces lo que el cristal de plata les reveló, a Luna y a ella.


El cristal de Plata brilló con más intensidad que nunca. Mil imágenes pasaron por sus ojos. Imágenes de guerra, de dolor y desesperación. Unos seres vestidos con capas negras y de tez más blanca y fría que la porcelana se estaban apoderando de vidas inocentes para alimentar su sed de sangre. Sus colmillos brillaban a la luz de la Luna mientras la sangre resbalaba aún caliente por ellos. Entonces vio a Darien tumbado en su falda con una herida en el pecho. Sus ojos estaban llorosos al igual que los de ella, solo podía oírse el desgarrante sonido de sus gritos al suplicar por la vida de Darien. Este sonreía por última vez mientras su mano caía inerte en el suelo. Un grito y un llanto sordo se apoderarón de la visión, que ahora sólo permitía ver la más negra oscuridad. Las visiones se fueron acelerando mostrando a todas y cada una de las guerreras muertas a su alrededor y por último una garra delante de su rostro avecinando su propia muerte. Al final de todo, cuando Serena había caído al suelo mientras lloraba desconsoladamente, una luz de esperanza apareció ante sus ojos. Y la voz de la reina Serenity, su madre, se oyó por todo su alrededor.
- Hija mía, no debes perder jamás la esperanza
- Ma…¿madre?
- Las imágenes que te muestra el cristal de plata no tienen porqué ser la realidad. El futuro se puede cambiar ya que nuestro destino en realidad es buscar nuestro camino.
- No…no te entiendo
- Hija mía. Los seres humanos siempre han buscado una respuesta a la pregunta de la existencia de un destino o si por el contrario estamos aquí por azar. Sin embargo desconocen que en realidad son ambas cosas, pues estamos destinados a buscar un destino prospero dentro de un juego de azar llamado vida. Hija mía, cada uno se forja su destino. Se puede luchar contra él si tienes las armas apropiadas, y tú, hija mía, eres la elegida para cambiar un destino pobre y miserable por uno de próspero y rico en amor.
- ¿Cómo debo hacerlo madre? Dime, ¿qué puedo hacer yo?
- El cristal de plata te ha rebelado un posible futuro. Esta batalla es contra unos seres despiadados que sólo buscan alimentar su sed. No tienen principios ni mucho menos escrúpulos. Utilizarán a todos los que amas con tal de atraparte a ti.
- ¿Por qué hacer daño a los que amo? Sí me quieren a mí aquí estaré.
- Ese es el pensamiento de una persona noble. Pero esas criaturas han sido abandonadas por Dios, no tienen sentido del honor, ni nobleza, simplemente buscan su deseo más primitivo.
- ¿Y cuál es?
- Alimentarse. Hija mía si no quieres involucrar a tus amigos y así arrastrarlos a una muerte segura debes partir sola. Tu misión a partir de ahora debe ser la exterminación de esos seres y sólo Luna te podrá ayudar.
- Pero yo sola… ¿qué podré hacer? Soy débil, no tengo ningún poder de ataque cómo las chicas… y…
- Hija mía tienes un año para hacerte fuerte, un año. Luego deberás partir allá donde te dicte el corazón. El te dirá donde está el enemigo.
- Pero madre… ¿podré curar a esas criaturas con mi cetro?
- No, hija. Esas criaturas están condenadas, malditas, ya no puedes hacer nada por ellas. El único modo de acabar con su sufrimiento y su soledad es con su propia muerte.
- Pero no puedo matar así a una criatura. Sea cual sea. Va contra mis principios y contra los de la Luna.
- Hija. Escucha a tu corazón. Sus almas serán liberadas al morir, de otro modo seguirían sufriendo. Haz lo que debas, pero recuerda que sólo con la muerte los liberaras.
- ¿Madre? No te vayas aún madre, no me dejes así. ¡Madre!

Había despertado en su habitación, toda sudorosa mientras su fiel gata Luna la miraba con decisión. Esta había visto exactamente lo mismo que Serena y estaba decidida a acompañar y ayudar a su princesa.
- A partir de mañana explicaremos a las chicas que quieres hacer tus estudios en otro país. Pedirás a Amy que te ayude en los estudios para poder entrar en una universidad, a Makoto le pediremos que te enseñe a cocinar y a luchar. A Ray que te deje ayudarla en el templo, dónde trabajarás y ganarás algo de dinero para tu viaje y a Minako que te dé clases de música y danza. En un año mejorarás mucho. La princesa era perfecta, bella, educada, atenta, estudiosa y muy dulce. Era una perfecta espadachina y una maravillosa guerrera. Sólo debes recordar, el resto lo llevas en tu interior.
- Luna… yo no se…- entre lloriqueos y arcadas.
- No quiero oír ni una palabra. Debes ser fuerte. Ahora vete a dormir. A partir de mañana tu vida dará un giro de 360º


Serena volvió a la realidad. De sus ojos brotaban un par de lagrimas. Había luchado mucho para llegar hasta allí, lo había hecho. Todas y cada una de las chicas la ayudaron y gracias a ellas recuperó todas las habilidades perdidas. Ahora era toda una princesa. Sin embargo no estaba haciendo más que meter la pata. Sabía que la lucha debía ser sólo entre ella y esas criaturas, sin embargo estaba exponiendo a Darien en eso. Jamás se perdonaría la muerte de él. Le amaba. Jamás lo permitiría, moriría ella mil veces antes que exponer la vida de su amado. Apretó los puños con fuerza mientras posaba su vista en el suelo.
- Goodnight madame.
- Oh… Buenas noches ( recordad que representa que están hablando en inglés)
- ¿Me permitiría un baile señorita?
- Con mucho gusto.
El joven que estaba frente a Serena era sumamente atractivo. Sus cabellos eran largos y de un castaño muy claro. Sus ojos eran de un verde tan cristalino que parecían poseídos y su tez realmente pálida. Sin embargo le hacían realmente hermoso. Llevaba un traje muy elegante de color negro que todavía hacia resaltar más su palidez. El joven le cedió el brazo y ella lo tomó con una sonrisa algo nerviosa. Se situaron en el centro de la pista y siguieron el ritmo de la música con gran elegancia. Sus pasos estaban muy bien sincronizados y su belleza era notoria. Una vez más Serena, ahora con otro acompañante, había acaparado la atención de los invitados.

Darien estaba al fondo de la sala manteniendo una conversación con su antes director y maestro de universidad. Ambos tenían un gran aprecio por el otro. Los ojos del joven estaban más dulcificados de lo normal al mirar al señor Hook. Se podía percibir un ambiente casi familiar. El señor Hook fue avisado un momento y dejó a Darien sólo unos instantes. Fue entonces cuando se percató de que su joven pareja de baile estaba en la pista, con otro caballero. Sus celos no tardaron en salir a la superficie mientras contemplaba la hermosa pareja que hacían ambos. No comprendía sus sentimientos. Todo era de lo más confuso. Apretó sus puños con impotencia y miró hacia otro lado para evitar la situación.

El joven que bailaba con Serena ahora estaba perdido en los ojos de ella. La tenue luz de las velas apenas dejaban ver el rostro de ambos claramente. Este paró el baile por un momento.
- ¿Me acompañaría al jardín un segundo? Desearía hablar con usted.
- Por supuesto.
Ambos salieron al jardín sin decir ni una palabra y ante el asombro general. Salieron a una de las terrazas y descendieron por unas hermosas escaleras de piedra. Llegaron a una fuente preciosa. Su forma era clásica, recordaba a la de una copa de vino y en su interior nadaban peces de hermosos colores. Estatuas en forma de pájaros, hechas en una escala similar a la real, estaban situadas alrededor mientras de sus picos bien tallados fluía el agua cristalina. Serena se sentó en ella mientras observaba la belleza de ese jardín.
- Es hermoso… ¿no cree?
- Lo es. Sin embargo no tanto como usted.
- Oh…es muy amable.
- No pretendo ser amable princesa
- ¿Princesa?
- Así es. Usted es la princesa de la Luna, la princesa Serenity.
Serena intentó guardar la compostura. Aún así no pudo evitar que sus ojos se abrieran más de lo normal ante tales palabras.
- Conozco la leyenda de la Luna, es realmente triste, a la vez que muy hermosa. Pero ¿cree usted que tengo algún parecido con esa princesa?
- No me tome el pelo. No logrará confundirme. Sé que es usted y también sé que esta luchando por vencer a los condenados a la noche.
- ¿ Le importaría decirme quién es usted? No puedo ver claramente sus facciones aquí fuera, sin embargo mientras bailábamos pude apreciar su extrema palidez y sus vidriosos y feroces ojos. Usted no es humano. ¿Me equivoco?
- Lo fui. Hace mucho, mucho tiempo, antes de recibir el don oscuro.
- ¿Don? ¿Cómo llamar a una condena "don"?
- Así mencionaba mi creador a los poderes que recibimos los de mi especie.
- Sin embargo no veo la maldad de ellos en vos. Vos sois diferente, parece que conserváis parte de vuestra humanidad. Seguís amando a los seres humanos y morís cada vez que debéis acabar con una vida.
- Sois realmente sabia alteza. ¿ Cómo adivináis todo eso?
- Poseo el don de ver la pureza de los corazones, y el tuyo aún conserva un poco de la que tuvo antaño. Decidme… ¿cómo os llamáis?
- Mi nombre es Louis.
- ¿De donde procedeis Louis?
- Soy de Nueva Orleáns. Pero eso fue hace mucho tiempo.
- No creo que hayas venido para matarme o para amenazarme. ¿ Me equivoco?
- No os equivocáis señora. He venido para ayudarla.
- ¿Ayudarme?
- Si yo he podido conocer vuestra identidad, no hay duda de que otros lo harán. Debéis ser más cautelosa y buscar el momento apropiado para transformaros. Yo os vi por casualidad mientras trataba de avisar a Armand de que iba a ser atacado.
- ¿Armand? ¿Vos conocisteis a Armand?
- Sí. Sin embargo tenía esa maldad y egoísmo en su ser. Cómo todos los vampiros.
- Vos no la tenéis.
- Sin embargo no he venido a hablar de mí. Quiero contarle la historia. Quiero que sepa cómo y porque nos han creado. Debe acabar con nuestra especie.
- ¿Por qué deseas ayudarme Louis?
- Porque el único modo de descansar es la muerte y yo ansío el descanso con todo mi ser. Yo ya estoy muerto, sin embargo mi alma no. Debéis acabar con nuestra maldad, sólo así la bondad de los corazones humanos podrá prosperar.
- Sin embargo no me contareis la historia hoy, ¿verdad?
- El domingo acudid al ballet en el teatro central de Madrid. Pedid una entrada a nombre de Celena. El resto ya lo veréis.
- Confiaré en vos, y así lo haré. Mi corazón me dicta que es lo correcto.

Louis se arrodilló y beso la mano de la joven. Esta no mostró miedo en absoluto sino que confió plenamente en él. La miró una vez más y le sonrió dulcemente, acto que ella jamás había observado en un vampiro. Así pues este desapareció tal y cómo había venido, dejando una suave brisa causada por su extrema velocidad. " Tu alma debe ser muy fuerte si ha superado la tentación del poder oscuro. Hubieras sido infeliz también cómo humano pues sois demasiado especial"


Continuara….

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