Noche prohibida
Las escaleras no habían sido jamás tan largas. Cada peldaño le costaba más que el anterior. Su respiración era agitada y sus ojos estaban tremendamente dilatados a causa del esfuerzo. Estaba apoyada en la barandilla mientras intentaba subir uno más. "¿Por qué no hay ascensor en esta maldita residencia?" Su cuerpo ya no podía más, así que optó por sentarse en un escalón y descansar unos minutos. Unos pasos la alertaron mientras una sombra salía de la oscuridad, ni había encendido la luz con las prisas. Una figura masculina alteró a la joven que se levantó con gran esfuerzo mientras apretaba con sus manos el broche del pecho. Su respiración se apresuró aún más y sus ojos buscaban con desespero poder definir las facciones de su rostro.
- Tranquila, soy yo.
- ¿Da…? ¡Darien!
El chico encendió la luz deslumbrando a Serena que le miraba desconcertada. Darien llevaba un precioso jersey de hilo color azul celeste y unos téjanos que le quedaban perfectos. Su pelo negro brillaba con la luz amarilla y sus ojos estaban tristes y resplandecientes.
- ¿Otro enemigo?
- Más o menos. Debo irme. Adiós
Serena se giró rápidamente, pero un inoportuno mareo hizo que perdiera el equilibrio y evitó caerse por los pelos, cogiéndose de la barandilla como pudo. Darien la observaba muy preocupado. Dudaba en acercarse, en ayudarla. Sabia que ella le había pedido que se separaran, pero él no podía soportar un día más sin verla. Subió los pocos peldaños que les separaban y agarró los hombros de la chica. Ella se separó bruscamente y volteó su rostro hacia él.
- Estoy bien. Ya te dije que te alejaras de mí. No necesito tu ayuda.
Serena subió un peldaño notando cómo el mareo volvía de nuevo a ella y perdiendo la conciencia en cuestión de segundos. Darien alarmado la cogió en brazos como pudo.
- ¿Princesa?
La chica estaba profundamente dormida en sus brazos. Era hermosa. La apretó contra su pecho mientras besaba sus labios con delicadeza. La llevaría a su cuarto. Debía hablar con ella y no podía dejarla inconsciente en las escaleras. Así que subió los pocos escalones que quedaban y la colocó en su cama, tapándola suavemente y acariciando su rostro. Su pelo flotaba con la brisa que se introducía por la ventana y su rostro estaba relajado y calmado, parecía un ángel, su ángel. Él se sentó a su lado observando su faz con detenimiento mientras se formaba una sonrisa en sus labios. Acarició sus cabellos apartando el flequillo de su rostro. Sus ojos se habían dulcificado increíblemente, no podía evitarlo, no quería evitarlo. Se acercó a ella una vez más y robó otro beso de sus pálidos labios. Casi sin darse cuenta y en sueños Serena devolvió el beso al chico mientras susurraba en su cabeza un nombre "Darien".
Las ruinas eran lo único que quedaba del local. Las cenizas de los cuerpos carbonizados inundaban el suelo mientras bailaban al son de la brisa. Restos de sangre se divisaban en las paredes. Era la sangre de las víctimas. Habían servido de alimento a esas despreciables criaturas y ahora restaban en paz. Sin embargo muchos de ellos sufrieron antes de morir. Muchos soportaron la tortura de esos despiadados asesinos que ahora restaban reducidos a escombros. Los ojos del vampiro se dilataron mientras una sonrisa se formaba en su atractivo rostro. Sus colmillos relucieron a la luz de la luna y su largo cabello rubio se deslizaba cubriendo levemente sus hermosos y cristalinos ojos azules. El espectáculo no podía ser más idóneo para él. Odiaba las multitudes y las discotecas vampiricas. Sin embargo aquel hermoso ser quería destruir a todos los de su raza, la cual cosa también lo incluía en la lucha. Esa chica guerrera sería un perfecto trofeo añadido a su colección. Había creado criaturas asombrosas, primero fue Gabriel le, luego Louis y esa hermosa pero destructiva niña que murió por su desfachatez, esa Claudia que se atrevió a desafiarle. Esa tal "Bunny" sería perfecta para acompañar su inmortalidad, estaba dispuesto a cautivarla y a seducirla. Esa chica sería suya para el resto de la eternidad y la convertiría en uno de esos seres que tanto odia, mostrándole una realidad distinta a la que ven sus hermosos ojos verdes. Ahora que sabía la identidad de la seductora guerrera no habría problemas para atraerla hacia él.
- Voy a convertir un ángel blanco en un ángel negro, es un reto que debo cumplir.
Una cálida luz la envolvía y la estaba despertando de su largo sueño. Un hermoso campo de flores se extendía a su alrededor dejando un aroma delicado y perfecto. Cubrió sus ojos con sus manos a la vez que evitaba los rayos del sol entrecerrándolos. El sonido de unas aguas cercanas la distrajo por unos momentos. Se podía oír el fluir del río muy cerca de ella y los cantos de los pájaros eran rítmicos y simultáneos a su alrededor. Una tela de un blanco tan puro como las alas de un ángel cubría su sedosa piel de la suave brisa y dos moños recogían su largo pelo tan dorado como el oro. Sus ojos azules se empezaban a acostumbrar a la luz que adornaba divinamente las copas de los árboles. Poco a poco se levantó observando todo su alrededor con una sonrisa infantil. Todo era hermoso. Se acarició el pelo largo hasta el suelo mientras reía satisfecha. Divisó a pocos metros una cascada y debajo de ella un precioso río de aguas tan cristalinas que relucían como espejos. Se acercó a la orilla y se sentó sobre sus pies desnudos observando su bella faz. Sus ojos eran una vez más azules y su pelo volvía a ser largo como antaño y estaba adornado con una corona de flores. No pudo evitar el deseo de acariciar sus pies con las frías aguas del río, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Se levanto manteniendo sus pies en las aguas cristalinas mientras jugaba con una mariposa rosada que se había posado en su nariz. Miró a su alrededor de un modo inocente, cómo un niño que mira su juguete predilecto y corrió hacía el prado de flores rodando por las colinas. Aterrizó sobre un campo de manzanilla mientras, boca a bajo, respiraba el aroma. Una vez más observó a su alrededor, sin embargo sus ojos fueron atraídos por una flor. Una hermosa rosa roja estaba justo delante de ella, mojada por la humedad y roja cómo la sangre brillaba sola bajo los rayos del sol. Se acercó curiosa hasta la flor y acercó sus manos hasta tocar sus delicados pétalos. Esa flor tan hermosa debía ser para ella. Acarició su tallo con suavidad y se dispuso a arrancarla, sin embargo algo la detuvo, una de sus espinas se había clavado en su dedo que sangraba levemente. Con un débil quejido lo acercó hacia sus hermosos labios bebiendo la sangre que salía de la yema de su dedo corazón. En ese mismo instante la brisa dejó de fluir, las aguas del río cesaron su camino y todo a su alrededor oscureció. Una nube de lluvia cubrió el hermoso sol y lloró a la vez que un estruendo se apoderaba del lugar apagando los cantos de los pájaros. Lo que antes había sido el delicado aroma de las plantas ahora se había convertido en el putrefacto hedor de la muerte. Las ropas blancas y sedosas de serena se volvieron negras y su pelo dorado y largo como los rayos del sol había desaparecido adoptando la media melena y volviéndose de un gris tan pálido como la propia muerte. Una desconcertada Serena se levantó casi por instinto y se acercó corriendo a lo que antes eran unas aguas cristalinas y que ahora parecían barro. Sin embargo pudo divisar su rostro. Sus ojos eran negros y casi sin vida y su pelo era el de un cadáver. Acarició su rostro con sus manos y quedó estática por el miedo al observarlas. Sus dedos estaban contraídos y arrugados, parecía artritis y sus uñas eran negras. Se tiró para atrás cayendo precipitadamente al suelo y estallando en llanto. Una voz resonó en su cabeza, una voz grabe y monstruosa que se repetía una y otra vez dentro de sus sienes. " Lo que antes fue la vida será muerte. Aquello que lucía hermoso en tu vida será lo que te destruya. Una rosa que antes te protegía te ha dañado al quererla sólo para ti, el egoísmo, la posesión, la codicia, son sensaciones que no te servirán. Aprende a pensar más que en ti y podrás eludir este futuro de incertidumbre y soledad. Todo lo bueno se convierte en malo si lo usas en exceso, aprende a renunciar y a ser paciente, pues lo único que estas logrando es crear más caos a tu alrededor. Protege la rosa, cuida de ella. Riega sus pétalos y cúbrela del frío, pero no la ates a ti, una rosa vive en un jardín y muere en un jarrón. No la hagas cautiva, que viva libre." El silencio envolvió una vez más su cabeza y ante sus humedecidos ojos apareció una vez más la rosa roja. Era perfecta y inundaba la oscuridad con su luz. Pero los pétalos de un rojo ardiente se volvieron negros y uno a uno fueron cediendo aterrando en el piso. Uno de ellos, el último, voló hasta ella rozando una de sus mejillas. El pétalo estaba helado, tan frío y áspero como la muerte. Otra lagrima bajo por sus negros ojos hasta tocar el desierto pavimento y convirtiendo todo su alrededor en oscuridad. No podía divisar nada, todo era negrura. "Si el último pétalo de la rosa cae, el mundo caerá con él. Una muerte, un sacrificio, no importa como, pero la rosa debe vivir. Muere por ella y el mundo se salvará. El egoísmo no tiene lugar en esta misión. Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes, pero recuerda, puede ser demasiado tarde".
Un gritó ahogado salió de sus labios a la vez que se incorporaba torpemente. Un sudor frío bajaba por su rostro y sus ojos se habían desorbitado. Fue entonces, con su cuerpo contraído por el dolor, que se dio cuenta de dónde estaba. Una sabana la cubría de la fría noche y la oscuridad era disipada por los plateados reflejos de la luna. Notó una calidez en su mano derecha y bajó el rostro hacia ella. Una mano masculina estaba posada encima de la suya. Siguió el recorrido del brazo lentamente, encontrándose entonces ante su poseedor. El chico se había quedado profundamente dormido a su lado. Tenía la cabeza recostada en uno de sus brazos y su sedoso cabello caía irresistiblemente por su frente. Una visión tan hermosa y atractiva. Sintió deseos de abrazarlo contra su pecho, de sentir su calidez una vez más. Se acercó levemente para acariciar su rostro, su mano estaba a escasos centímetros de él cuando una visión cruzó su mente como un destello. Una rosa roja, una mano que la acariciaba y súbitamente se volvía negra hasta perder su último pétalo. En un acto reflejo Serena se apartó de Darien y apretó contra su pecho sus dos manos. Recordó entonces aquellas garras frías y contraídas, con uñas negras y enfermizas. El miedo se reflejó en su rostro a la vez que se apartaba del chico. Lo hizo delicadamente, a pesar de que sentía la necesidad de alejarse. Todo era tan confuso… quería estar cerca de él, sentirlo apretado contra su cuerpo, pero a la vez deseaba escapar de allí, que todo terminara y que el dolor que sentía su corazón y la culpa la abandonaran de una vez. Se levantó suavemente y se dirigió al espejo. Su rostro volvía a ser el de siempre. Su pelo era otra vez rubio y sedoso, su piel tersa y suave y sus labios rosados. Sin embargo sus ojos… eran una mentira. Esos ojos esmeralda que habían engañado a quién más amaba y que ahora sufría por su culpa. Volvió su rostro una vez más hacia el chico y en un susurro dijo "Te amo amor". Se acercó a la puerta y acarició el picaporte. Miró por última vez a Darien y lo giró delicadamente. El picaporte soltó un leve quejido despertando al chico que antes dormía placidamente. Serena se alteró al ver moverse a Darien y apresuradamente intentó salir de la habitación. Darien levantó su rostro justo a tiempo de observar a la joven que huía de su lado.
- Espera un momento donde estas.
- Darien, debo irme.
- ¿No vas a agradecerme lo que he hecho por ti?
- Gracias. Ahora me voy.
- No te lo voy a permitir.- El joven se levantó lentamente observando fijamente el rostro de la chica que parecía desconcertada ante las palabras del chico.
- Ya te he dicho que no debes permanecer cerca de mí. ¿Cómo tendré que decírtelo?
- Podrías decirlo en todos los idiomas que de todos modos no haría caso a tus suplicas.
- Darien, tú jamás te habías comportado de esa forma…
- Jamás me había visto obligado a hacerlo.- El chico se acercó a ella suavemente y acercó su mano al rostro de ella. Su voz era calmada y al revés de sus palabras no mostraba ningún tipo de violencia o descaro. Serena se apartó bruscamente, al ver tan cerca la mano de Darien, recordó su sueño y sintió temor de condenar a su amor con sólo tocarlo.
- Sabes que jamás te forzaría a hacer algo que no quieras. ¿ Por qué me temes entonces?
- No te temo. Lo que haces no esta bien y lo sabes.
- Sólo escucho lo que dicta mi corazón y ahora me pide tocar tu rostro…
- ¿Sabes? Eres demasiado perfecto para ser real.
- No soy perfecto y la situación en la que nos encontramos lo demuestra claramente. Yo estoy prometido y tú eres una guerrera más que protege a mi princesa. Pero sólo puedo pensar en el ahora y TÚ eres mi ahora.
El corazón de Serena latía más rápido a cada palabra del futuro rey Endimión. Sus ojos se habían dilatado y su respiración volvía a ser agitada. Pero otro inoportuno mareo la envolvió entonces perdiendo el equilibrio y aterrizando una vez más en los brazos de Darien que la abrazó preocupado. Serena reaccionó al instante y se separó bruscamente dándose un golpe en toda la espalda contra la pared y ahogando un grito de dolor en sus labios. Había sentido temor de que Darien se deshiciera en ese mismo instante, ante sus ojos, sólo por el contacto con su piel. El chico estaba frente a ella, mirando sus ojos esmeralda con desespero. Ella le devolvió la mirada y su faz antes atemorizada se había calmado y ahora se dibujaba una reconfortable sonrisa en sus labios. Entonces recordó una vez más las palabras que había soñado. "Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes" Su corazón le pedía a gritos un abrazo, una caricia, un beso, le ordenaba que se acercará a él, no era todavía el momento de alejarse. Lo deseaba junto a ella y debía hacerle caso. Dos lágrimas brotaron de los ojos de Serena que acercó tímidamente sus dedos al rostro del chico, estaba cada vez más y más cerca y las miradas de ambos se cruzaron decididas. Tocó por un instante el rostro de Darien y separó sus manos a gran velocidad, sentía miedo, la imagen de la rosa no abandonaba su cabeza, sin embargo Darien permanecía ahí, no lo había dañado, moviéndose en un impulso se abrazó a él resguardando su corazón del frío. Debían separarse, pero ahora no. Ahora no. Darien la abrazó casi con jubilo y resguardó su cara en el cabello de la chica. Se sentía dichoso al tener a la persona amada cerca. Serena estaba apretada con fuerza entre los brazos del joven que parecía no querer soltarla. Sin embargo lo hizo, se alejó de ella por unos instantes mirando sus ojos esmeralda. Ella se sorprendió por el gesto, a la vez que mostraba una cálida sonrisa.
- Me encantan tus ojos. Es como si hablaran.- Esas palabras enmudecieron a Serena que agachó la cabeza.
- ¿Te gusta el color de mis ojos?- Su voz era entrecortada y esperaba una respuesta.
- Sí, pero no me refería a eso. Tu mirada... me gusta tu forma de mirar. Lo dice todo de ti, se puede saber que piensas con sólo mirar tus ojos. Son como dos espejos.
Serena sonrió mientras se acercaba más al joven y apoyaba su frente en la de él mirando fijamente los ojos de Darien.
- ¿Y que te dicen ahora?
- Que esta vez no te me vas a escapar
Darien abrazó a la chica contra su cuerpo mientras besaba sus labios con deseo. Serena acunó la cabeza del chico entre sus brazos mientras se situaba de puntillas para responderle mejor. Sus cuerpos se atraían como dos imanes de polos contrarios y sus bocas se exploraban como si fuera la primera vez. Darien la tenía agarrada por la cintura y poco a poco sus manos subieron por la espalda hasta llegar al cuello de ella. Sus labios abandonaron los de la chica y se deslizaron por el cuello de esta que suspiraba de placer. El chico disfrutaba recorriendo la espada de la joven, la acariciaba delicadamente, rozando su sedosa piel que se estremecía al entrar en contacto con la de su amado. Darien bajó una vez más sus manos hasta la cintura de ella y agarró el suéter que esta llevaba despojándola de él. Un ligero rubor cubrió el rostro de Serena al encontrarse con los ojos de Darien que la miraban palpitantes. Trago saliva y se dejó llevar por los sentimientos y por sus deseos. Ahora era su turno. Rodeó al chico situándose detrás de él y empezó a acariciar su espalda con las yemas de los dedos y a masajear sus hombros. Cogió ambos brazos del chico levantándolos y dejándolo así. Deslizó sus manos hasta la cintura de él y lentamente subió su camisa celeste hasta que esta abandonó su cuerpo. Deslizó una vez más sus suaves y cálidas manos por la espalda del chico mientras la besaba dulcemente. Darien estaba en el cielo. Se giró lentamente agarrando el rostro de la chica en sus manos y atrayéndola hacia él. Besó sus labios tiernamente y ella lo abrazó por instinto. Las manos de Darien se deslizaron por sus hombros y descendieron acariciando su espalda y parándose en el cierre del sujetador. Se separó un poco de ella y la miró a los ojos buscando permiso. Esta, algo nerviosa, le sonrió y beso nuevamente sus labios. Darien siguió con su tarea y despojó a la chica del sujetador. Sus ojos recorrieron casi involuntariamente el torso desnudo de la chica, que ruborizada por el gesto levantó con su mano la faz de él. Este sonrió y la apretó contra si, levantándola del suelo y besando ardientemente sus labios. Serena acariciaba el rostro de su pareja mientras lo besaba desesperadamente. Darien la recostó en la cama en un dulce movimiento y se situó enfrente de ella con suavidad. Su cuerpo se contraía de deseo y su corazón estaba exprimido hasta el límite. Necesitaba seguir, quería llegar hasta el final. Las manos de Serena se deslizaron llegando a la cremallera de los téjanos del chico. Este se sorprendió un poco ante la iniciativa de la chica, pero facilitó la tarea a la sonrojada Serena ayudándola a desabrocharse el pantalón. Esta se sentía como una pervertida por lo que acababa de hacer y escondió su rostro en el pecho de él. Darien no pudo evitar sonreír mientras se disponía a hacer lo mismo con el cierre de la falda. Ambos tenían una sola prenda de ropa puesta y se miraban nerviosamente. Darien se situó encima de Serena uniendo nuevamente sus labios. Un suspiro salió de la boca de ella y el chico se separó un momento.
- ¿Te sientes preparada?- El rostro de él se tiñó de rojo mientras aguardaba la respuesta de ella.
- Sí, si es contigo sí.- Ella volvió a besarlo y acarició su espalda.
La luz de la luna se filtraba esa noche por la ventana y una suave brisa acunaba a los amantes. Ambos suspiraban y temblaban bajo el cuerpo de su pareja, hasta culminar así la unión. Sus cuerpos permanecían unidos bajo la luz de la luna que era el único testigo de la prohibida noche. Ambos respiraban agitados y sus corazones aún latían apresuradamente. Finalmente se separaron quedando uno enfrente del otro. El rostro de Serena estaba rojo, al igual que el de Darien. Sus miradas se habían encontrado una vez más esa noche y no querían separarse. Él acarició su rostro con una mano mientras ella sonreía tímidamente. Lentamente se acercó un poco más a ella y acarició sus labios con la yema de sus dedos para luego besarlos dulcemente. Serena recostó su cabeza en el pecho de su acompañante y lo abrazó con fuerza. Darien la rodeó con sus fuertes brazos, acto que dio gran seguridad y protección a Serena. Un susurro salió de sus labios.
- Te amo Bunny- esas palabras causaron un extraño sentimiento en Serena, que sentía como si hubiera traicionado a Darien, pues él creía que la chica que tenía en sus brazos era otra persona, sin embargo, era ella, Serena. La misma con la que estaba prometida, y a la que él creía estar engañando.
- Yo también te amo, Darien.
Ambos se quedaron dormidos bajo las blancas sabanas, agotados por la agitada noche. En ambos rostros se podía apreciar una sonrisa y estaban abrazados cómo si temieran perder a la persona que tenían al lado. Se amaban, pero ambos tenían una carga en sus conciencias. Ambos engañaban al ser amado, por lo tanto, ambos eran infieles. Serena abrió los ojos en la oscura noche y las palabras de un sueño inundaron una vez más su cabeza terminando la frase que antes la impulsó a seguir "Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes, pero recuerda, puede ser demasiado tarde". Una lagrima solitaria bajó por su suave rostro mientras pensaba en que esa había sido la primera y última vez, al menos, hasta que la batalla llegara a su fin y pudiera confesar la verdad a Darien, que ahora permanecía dormido en el mismo lecho. Así sus ojos cedieron una vez más cerrándose e iniciando lo que sería un placentero sueño.
Los primeros rayos del sol se abrían paso entre las cortinas de la ventana. La luz cálida envolvía toda la habitación y los primeros pájaros iniciaban su canto. Sus ojos se abrieron lentamente, con algunos parpadeos y suaves gemidos Serena empezó a despertar. Ya se podía oler el aroma a humedad y el olor a pasteles, que venía de la pastelería de enfrente la residencia. Serena se levantó algo confusa al principio y miró a su alrededor. Un suspiro salió de sus labios al ver que se encontraba en la habitación de Darien. Lentamente se volteó. A su lado el chico restaba absolutamente dormido. Estaba boca a bajo, con la cabeza ladeada hacia ella. Respiraba profundamente. La sabana dejaba al descubierto media espalda del joven y el color blanco de la tela resaltaba con el perfecto bronceado de su piel. Serena acarició levemente y con delicadeza el rostro del chico, apartando los negros cabellos de su hermoso rostro. Una sonrisa se dibujó en los labios de Darien que no salía de su sueño. Serena se incorporó algo dolorida y buscó su ropa. Sus heridas estaban vendadas, seguramente Darien las había curado la noche anterior, cuando se desmayó en las escaleras. La verdad es que no se había dado cuenta hasta ahora... Realmente tenía demasiadas cosas en la cabeza. Se vistió con cuidado y soportando bien el dolor que las heridas le causaban y retocó su cabello en el espejo. "Si el último pétalo de la rosa cae, el mundo caerá con él" Una vez más las palabras de ese sueño resonaban en su cabeza. Se quedó parada unos minutos mirando fijamente su rostro, pero algo distrajo sus pensamientos. Un jarrón de rosas estaba en la mesilla de Darien, justo al lado del espejo. Rosas rojas adornaban el precioso jarrón, frescas como el rocío de la mañana. Sin embargo algo más la sorprendió, en el centro, una rosa blanca destacaba del resto. Acarició suavemente los pétalos de esta y la agarró con cuidado. Aspiró su aroma y beso sus pétalos. Serena volvió la mirada hacia donde reposaba Darien y se acercó sin hacer ruido depositando la flor en el lecho, justo donde ella había restado toda la noche. Observó el rostro de Darien por última vez y se alejó de allí, sin siquiera estorbar el silencio. Se deslizó levemente y abrió el picaporte, que esta vez no hizo ruido al girar, y sin mirar atrás y susurrando un "te amo" cerró la puerta tras de si. Una lagrima cayó al piso, justo antes de que esta se cerrara y por un momento la suave brisa que antes entraba se paró.
Un niño jugaba en su habitación. Sus padres le habían comprado un parking de maicromachin para sus coches y desde hacia horas que no podía dejar de jugar con él. Sus ojos azules brillaban de felicidad mientras hacía subir y bajar los coches por la trampilla. Su madre lo observaba feliz desde el sofá y su padre leía el diario con un café en su mano. El niño tiraba los coches sin cesar mirando el recorrido que estos hacían. Su coche preferido se deslizaba por la trampilla a gran velocidad, ese le encantaba, porque era igual al de su padre, sólo que en miniatura. El coche bajaba cada vez más rápido, pero a pocos centímetros del final perdió el equilibrio y tumbó justo en una curva precipitándose al suelo desde una gran altura. El niño se quedó mirando seriamente el coche. La madre se acercó a él y lo agarró en brazos.
- ¿Ocurre algo cariño?
- Mi coche... se ha caído.
- Oh, ¿se ha roto?
- No. Esta bien.
- Entonces no te preocupes cielo, son cosas que pasan. ¿Que te parece si nos vamos todos a dar una vuelta en coche?
- ¡¡Sí!!
- Querido, ¿nos vamos?
Su marido le sonrió dejando el diario y acabando su café. Luego se levantó y cogiendo a su hijo de los brazos de su mujer salieron felices a dar una vuelta en coche.
El niño miraba por la ventana con los ojos abiertos como platos. Un precioso lago estaba debajo de ellos. La carretera era muy inestable, por lo que daban botes de vez en cuando haciéndole reír. Pero la imagen de su coche de juguete le vino de golpe a la cabeza helando su sonrisa. Vio una vez más su pequeño juguete descendiendo y perdiendo la estabilidad a pocos centímetros de un barranco.
- ¡Cariño cuidado, hay un gato en la carretera!
- ¡Dios!
Sus ojos se abrieron lentamente. Estaba en una habitación desconocida para él y no lograba recordar nada. Un hombre se le acercó y colocando las manos sobre su cabeza le dijo:
- Pequeño, has tenido mucha suerte de sobrevivir. Es un milagro.
El doctor se dirigió hacia unos hombres.
- Es una suerte que este vivo, pero no hemos podido hacer nada para ayudar a sus padres.- devolviendo la mirada al chico- Tu nombre es Darien, Darien Chiva.
La noche había caído a su alrededor. La habitación estaba completamente vacía y el silencio se había apoderado del lugar. Dos lagrimas solitarias bajaban por su rostro a la vez que con una de sus manitas se estrujaba la cabeza.
- Papa...mama...No logro recordar nada...¿Estoy solo?
La figura de una hermosa joven rubia con dos moños y de ojos azules se formaba entonces delante del niño que no paraba de llorar. Una sonrisa se dibujó en los labios de la preciosa chica que alargó su mano hasta tocar el rostro del niño, y secando sus lagrimas con las yemas de los dedos beso una de sus mejillas
- No estas sólo, yo estoy contigo. Siempre cuidaré de ti. Yo soy tu familia.
Darien se levantó sudoroso en la cama. Su respiración era agitada y el corazón le latía a mil. Recordó entonces el sueño y apretó sus puños con impotencia.
- Serena....
Entonces recordó lo sucedido la noche anterior y miró a su lado. Una rosa blanca restaba a su lado. La cogió delicadamente y besó sus pétalos con cuidado.
- Bunny...- "¿Pero que me pasa? ¿A quién amo realmente?"
Darien observó a su alrededor, ninguna nota, nada, simplemente esa rosa blanca a su lado. Dejó escapar una sonrisa melancólica de sus labios. "Se ha ido, sin despedirse, sin dejar ningún recado, simplemente se ha ido... me pregunto si se arrepiente.... al fin y al cabo, ambos traicionamos a alguien, y ella traiciona a su novio y a su princesa..." Ese día era domingo, no tenía nada que hacer. Se levantó y se vistió. Necesitaba aclarar sus ideas de una vez por todas. Ese sueño le había traído a la cabeza tantos recuerdos... pero sobretodo, a Serena y su bondadoso corazón. Necesitaba hablar con ella, quería hablar con Serena, quería verla una vez más y así aclarar su corazón. Le dolía demasiado desde que conoció a Bunny. Esa chica de mirada esmeralda, tan pura y sincera como la de su Serena. Su dorado cabello corto y sedoso que ondeaba al viento y su hermosa sonrisa, equivalente a la del más bello ángel. Responsable, madura, juguetona y risueña. Era todo aquello que siempre había deseado, y más. Pero estaba Serena, la amaba, eso lo sabía, pero en muchos aspectos ella seguía siendo una cría. Sin embargo seguro que ella también había cambiado, quizá ya no era la niña inocente, despreocupada y llorona que dejó en Japón. Quien sabe... decididamente estaba hecho un lío, y necesitaba calmar sus nervios. Cogió su cartera y las llaves y salió de la residencia a toda prisa. Necesitaba tomar el aire y pasear. Había pasado la mejor noche de su vida, pero esta ya había acabado y debía pensar en que haría a partir de ahora, si todo había sido un sueño y ahora debía despertar o... si por otro lado lo que debía hacer era seguir ese sueño que le hacia feliz.
La noche había caído una vez más en la ciudad de Madrid. Las luces adornaban el hermoso teatro y una moqueta de terciopelo roja guiaba sus pasos hasta la entrada. Había recogido su invitación a nombre de Celena y ahora se disponía a entrar. Llevaba un hermoso vestido color azul celeste y una preciosa cinta que recogía su cabello. Un gran numero de parejas se dirigían al ballet vestidas de etiqueta. Estaba nerviosa, no quería estar allí sola... se sentía tremendamente abandonada, triste, no había nadie que la apoyara esta vez, y eso hacia que a su corazón le faltaran fuerzas. Por fin llegó a uno de los palcos. Miró el numero que había apuntado en su invitación y comprobó que concordaran. Una vez segura de que era el correcto se adentró en él. Era muy lujoso. Un par de sillas revestidas de terciopelo azul esperaban ser ocupadas y había dos copas y una botella de champán en hielo esperando para ella. Antes de sentarse miró curiosa todo el teatro. Era realmente grande y lujoso y el escenario estaba tapado por dos inmensas cortinas de terciopelo rojo. Sus ojos se dilataron de asombro a la vez que se sentaba en una de las sillas. Miró una vez mas a su alrededor y sonrió para si misma. La música que se oía de fondo era suave y cálida y el aroma era embriagador. Un par de golpes en la puerta del palco alteraron a la chica. Esta se abrió y por ella se adentró al lugar un joven muy apuesto y elegante. Serena le reconoció de inmediato y cambió su actitud algo curiosa e infantil por la de una verdadera princesa. Louis se acercó lentamente e hizo una reverencia a los pies de ella, cosa que hizo ruborizar exageradamente a la joven.
- Sois demasiado atento conmigo M.Louis. Este lugar es hermoso.
- Es digno de una dama, y vos lo sois, ¿no es cierto?
- Gracias. Es mi primer ballet.
- Pues espero que no sea el ultimo madame.
- Yo también lo espero. Y bien... dígame, ¿cuándo deleitará mis oídos con su explicación M.Louis?
- Paciencia princesa. Una vez acabado el ballet hablaremos de nuestra historia. Ahora es preferible prestar atención al espectáculo. No tardará en empezar.
- Entonces, ¿porque me habéis reunido en el teatro?
- Para que os deleitéis con una de las mejores actuaciones que se han visto. ¿Acaso es malo divertirse?
- Sois terrible. ¿Os lo habían dicho alguna vez?
- Posiblemente.
Ambos sonrieron levemente. Las luces se apagaron y las cortinas del escenario fueron retiradas. El ballet dio comienzo en pocos segundos. Los ojos de Serena brillaban de emoción a cada movimiento de los artistas. La danza era suave y la historia muy hermosa. Louis la observaba dulcemente mientras sonreía para sus adentros. Realmente esa chica era ingenua e inocente como un ángel. Necesitaba su ayuda, o esa hermosa mujer acabaría derrotada debido a su exceso de confianza en la buena voluntad de las personas.
- ¿Sabéis el titulo de la obra princesa?
- En realidad no.
- Han llamado a esta obra "El imperio lunar" Es perfecta para vos.
- Hermoso título.
El resto de la obra pasó en silencio. Serena no podía dejar de mirar con entusiasmo el escenario y a cada minuto le gustaba más el maravilloso espectáculo que estaba teniendo lugar ante sus ojos. Finalmente se cerró el telón y los bailarines fueron a saludar. Serena aplaudía extasiada mientras limpiaba las lagrimas que habían huido de sus ojos debido a la emoción que le había causado la escena final. Louis sonreía profundamente al observar la inocente alegría de la joven.
- Es la hora princesa. ¿Os parece correcto dar un paseo hasta el retiro? Os contaré la historia de principio a fin.
- Que así sea.
La actitud risueña de la joven cambió radicalmente, cosa que sorprendió al chico. Este extendió su brazo con delicadeza y se lo prestó a Serena que lo aceptó amablemente. Salieron del teatro sin levantar sospechas y empezaron el paseo.
- Por donde empezar... Vos conocéis el inicio de los vampiros, ¿me equivoco?
- Se dice que los vampiros nacieron todos de un mismo origen, los poderosos, los débiles, los inmortales y los que no lo son. Todos nacidos de los mismos padres. El rey y la reina de los condenados.
- Exacto. ¿Sabéis la diferencia entre un vampiro puro y uno que no lo es?
- En realidad...no.
- Un vampiro puro es aquel que ha sido creado por otro vampiro puro. Estos son aquellos que poseen la inmortalidad. Tiene grandes poderes y pueden crear a otros vampiros que sean como ellos. Los vampiros que no son puros son los que has llamado débiles. Poseen poder, pero comparado con el de un verdadero vampiro es ínfimo y además jamás acostumbran a vivir más de 200 años. Los vampiros a que te has enfrentado eran mayoritariamente no puros. Sólo algunos, cómo Armand o Dimitri lo eran. Sin embargo estos tampoco lo eran del todo, pues no podían crear a más de un vampiro puro.
- Entiendo. Dime Louis, ¿vos sois puro?
- Sí. Mi creador lo quiso así.
- ¿Cómo se crea un vampiro puro?
- Cómo sabrás los vampiros no puros convierten a sus víctimas en uno de ellos al morderlos y dejarlos con vida. Si un no puro te muerde y no acaba con tu vida en dos o tres días te conviertes en uno de ellos. Sin embargo los vampiros puros no son creados así. Si uno puro te mordiera y te dejara con vida no te convertirías en vampiro.
- Esto es nuevo.
- A los vampiros puros los llamamos creadores. Mi creador, Lestat, es posiblemente uno de los más poderosos. Para crear a uno de su mismo rango te dejan desangrado, en un punto entre la vida y la muerte, cortan una de sus muñecas y te dejan beber su sangre. Sólo así sobrevives y también así se crean otros vampiros. Pero a medida que se crean vampiros estos van siendo más débiles. El creador de mi creador era más poderoso que este, al igual que yo soy más débil que Lestat. Sin embargo él podía elegir el poder que tendrían sus creaciones. Así mismo creo una vampiro, una compañera para mí a sus ojos, que no tenía la capacidad de crear vampiros puros. Quizá por su corta edad al ser creada, aunque yo creo que no fue por eso, sino porque él lo quiso así.
- Entonces tu elegiste beber su sangre, ¿en vez de morir?
- Así es, mi cobardía a la muerte fue lo que me condenó. Aunque la mayoría de los vampiros no pueden elegir. Mi creador no tubo esa oportunidad, lo hicieron, eso es todo.
- Y la madre y el padre de los condenados, ¿quién los creo a ellos?
- Desconozco esa respuesta, quizá no la tenga, al igual que el origen de la vida.
- Bien, ahora conozco el origen de los vampiros. Así mismo lo que en verdad deseo saber es el modo de destruir a un vampiro inmortal. ¿Es eso posible?
- Claro que se puede destruir a un vampiro inmortal, yo lo soy y puedes y debes destruirme.
- ¿No es eso una contradicción? No es la inmortalidad un sinónimo de invencibilidad?
- Ser inmortal significa no enfermar, recuperarse de las heridas, por graves que estas sean y disponer de una resistencia sobrenatural. Sin embargo se nos puede destruir. Al menos a mí y a Lestat, mi creador. El sol nos destruye, al igual que la plata. Tú has acabado con muchos de nosotros con tu espada de plata, incluso con Dimitri, que era un creador. Sin embargo a Lestat o a mí no podrás vencernos con la luz que emana de tu cristal de plata, no con la luz que has utilizado.
- El cristal de plata jamás ha sido utilizado en su totalidad.
- Entonces es muy posible que la luz de esa gema nos destruya usada en su totalidad, pues esta claro que combina el poder de la plata con los rayos de una luz pura. Aún así, con el filo de tu espada clavada en el corazón y la cabeza seccionada es imposible una recuperación. El vampiro moriría.
- Entonces, ¿cuál es el inconveniente?
- La piel de un vampiro puro es muy dura y difícil de penetrar, a menos que esta haya sido debilitada.
- ¿Cómo se debilita a un creador?
- Pues haciendo que este beba sangre muerta o quemando antes con tu luz su piel.
- Entonces no sois invencibles, eso es un alivio.
- Pero será arduo trabajo acabar con el rey y la reina de los condenados. Se dice que tienen más de 1000 años, la cual cosa significa que sus poderes son colosales. También se comenta que la luz del sol no los destruye y que su piel es dura como el diamante.
- En ese caso, creo que la batalla final será muy dura.
- Debéis acabar con la raza, y para hacerlo debéis matar a la raíz, es decir, al padre y a la madre.
- Louis, me pregunto si deberé acabar con tu vida, no sería nada agradable, ni para ti ni para mí.
- Es vuestro deber hacerlo.
- ¿No podéis vivir sin la sangre humana?
- Podemos sobrevivir con la sangre de los animales, pero el instinto es el instinto y no podemos resistir sin la sangre humana.
- ¿Ni siquiera tú? Podrías vivir bebiendo sangre, pero sin matar a la persona.
- Lo intenté durante un tiempo, al principio de ser creado, sin embargo nuestra sed sólo se queda satisfecha con un ser humano. Es prácticamente imposible resistir más de un año con animales. Y no puedo dejar vivas a las victimas, en poco tiempo se rumorearía sobre la existencia de los vampiros y estallaría una guerra.
- No os quiero matar ahora. Os prometo que vos seréis la última de mis víctimas.
- No deseo vivir más tiempo. Prometedme que me matareis cuando os lo pida. Es un favor que os pido a cambio.
- Así lo aré.
Ambos habían llegado ya al retiro. Serena no había soltado al chico en todo el trayecto y ahora tampoco quería hacerlo. Se puso de puntillas y besó una de las mejillas del joven.
- Sois demasiado maravilloso para vivir condenado. Gracias por todo Louis. Jamás os podré agradecer cuanto habéis hecho.
- Destruid mi raza, así seré compensado.
Louis se agachó suavemente y besó los labios de Serena sorprendiendo a la chica. Se separó del mismo modo y acarició con sus frías manos su rostro. La joven se quedó observando la faz del vampiro sin mover ni un músculo, sin intentar soltarse, simplemente se quedó allí.
- Decidme, ¿qué diferencia habéis notado al besar a un vampiro?
- Vuestros labios son fríos M.Louis, sin embargo he podido notar la calidez de vuestros sentimientos y la ternura que habéis puesto en ello.
- ¿Acaso es pecado amar a un mortal? ¿A una princesa?
- Vos no me amáis, pues apenas me conocéis. Es un engaño a vuestros ojos. Vuestro corazón busca la calidez del amor y ha creído, desesperado como esta, que lo que sentís por mí es amor.
- Os conozco desde hace 1 año. Os he seguido y admirado desde que os conocí princesa. Mi admiración por vos creció convirtiéndose en afecto, el afecto en cariño y el cariño en amor. Os amo por lo que sois y por como sois, sin embargo sé que jamás seréis mía, pues vuestro destino ya esta marcado y jamás os condenaría a la vida de un vampiro, pero juro que os protegeré todo lo que pueda y que cuidaré de vos. Y ante todo deseo, que sea mi amor el que acabe con mi sufrimiento. Se podría decir que ansío vuestra felicidad, sabiendo que jamás seré suyo para compartirla.
Serena besó nuevamente la mejilla de Louis y deleitó al joven con una de sus sonrisas. Este, conmovido por la acción de la joven se arrodilló nuevamente y besó su mano caballerosamente.
- Juro que a partir de ahora confiaré siempre en vos. Gracias por todo Louis, el mundo guarda la esperanza en personas como tú.
- Vos sois la luz de mi esperanza princesa, es a vos que debo agradeceros vuestra confianza.
Louis sonrió a Serena y desapareció en un suspiro ante ella.
- Realmente los poderes de un vampiro puro son excepcionales. Su velocidad, agilidad, destreza y sangre fría les permite hacer prácticamente de todo. Todo, menos volar. En eso, os llevo ventaja.
Serena sonrió una vez más con la mirada fija en el lugar en que antes estaba Louis. Se sentó en un banco del retiro, en la más absoluta oscuridad, mientras pensaba en todo lo que le había ocurrido ese día. Darien, el teatro, la historia de Louis... realmente tenía mucho en que pensar y ninguna solución aparente para todos sus problemas.
Dos golpes en la puerta anunciaban que alguien aguardaba tras esta. Sin embargo nadie oía sus reclamos. En el interior de la habitación no había nadie. Estaba vacía sin duda. Ningún sonido, ninguna luz, sólo el más absoluto silencio y la oscuridad. Darien se desalentó una vez más. Llevaba toda la noche intentando ubicar a Bunny. Estaba realmente preocupado, ¿y si había aparecido otro enemigo? ¿Y si Bunny estaba gravemente herida o peor...? Estaba al borde de un ataque de nervios.
La luz de la escalera se abrió. Unos pasos anunciaban que alguien estaba subiendo hasta el tercer piso. Una sombra de una mujer empezaba a vislumbrarse en el suelo del pasadizo. El corazón de Darien se aceleró, deseaba con todas sus fuerzas que fuera ella. Su pelo rubio y sus preciosos ojos se dejaron ver en el lugar y una sonrisa se formó en el rostro de Darien. Serena se quedó quieta al ver al chico justo enfrente de su puerta. Estaba tan guapo como siempre y una sonrisa de alivio decoraba su faz. Ella trago saliva y reinició su marcha de nuevo parando justo enfrente del chico. Este se la quedó mirando fijamente y en un ataque de desesperación abrió la puerta de su habitación, cogió a Serena del brazo, la hizo entrar en ella y cerró la pureta con fuerza a la vez que besaba desesperadamente a la desconcertada chica.
- ¡Me tenías muy preocupado! ¿Dónde estabas? ¿eh? - el rostro de la chica paso de desconcierto a estar completamente serio.
- Trabajando. Tengo una misión y debo llevarla a cabo.
- Te he buscado toda la noche, no estabas y creí que te podía haber pasado algo... no me vuelvas a meter un susto así.
- ¡Darien! ¡Esto tiene que acabar! Ya te dije que no te puedes involucrar en esto... lo sabes, no te preocupes, yo estaré bien. ¡Ya no soporto más esto!- El chico se quedó completamente serio, mirando a Serena que respiraba agitadamente y apretaba sus puños con fuerza.- No soporto más este sentido de culpabilidad que tengo en mi conciencia, ¿acaso tu no te sientes culpable? ¿Te da todo igual?- las lagrimas empezaban a fluir por el rostro de la chica.
- ¿Sabes? Me he pasado todo el día dando vueltas, solo, pensando. Tengo la cabeza hecha un lío y me siento tremendamente mal por lo que le estoy haciendo a Serena. ¡La noche de ayer fue la mejor de mi vida! Me sentí mejor que nunca y no me importaba en absoluto el mañana. Sin embargo, hoy es ese mañana, y me siento perdido. - la chica lo escuchaba estupefacta, sus lagrimas seguían fluyendo por su rostro y sus brazos querían abrazarlo contra su pecho, era la primera vez que veía a Darien tan vulnerable- Pero me da miedo... siento miedo de que todo fuera un sueño, un maravilloso sueño del que fui despertado demasiado pronto, y también temo no volver a sentirme como anoche. No poder hacer feliz a Serena... ella se lo merece todo, se merece a alguien que la ame profundamente, alguien que jamás pueda serle infiel, que no pueda respirar sin ella. Yo pude dejarla sola e irme a los estados unidos, la hecho de menos es cierto, pero al estar lejos de ella no me falta el aire. Sin embargo no puedo estar feliz si no te veo, no puedo estar tranquilo si no estas a mi lado y lo que más me preocupa, no puedo ni pensar en que voy a hacer cuando tenga que volver a Japón y despedirme de ti. Lo siento... te amo... no puedo hacer más que decírtelo.
El cuerpo de Darien temblaba de la rabia y sus puños estaban contraídos. Serena quería correr a abrazarlo, decirle de una vez quien es y que le ama con todo su ser. Pero en vez de eso, recordó una vez más la imagen de su sueño y vio de nuevo la rosa deshojada en él. Calmó como pudo sus lagrimas y armándose de valor se dirigió hacia la puerta, sin decir nada, sin mirar a Darien (que por cierto este la miraba sin saber que hacer). Abrió la puerta con cuidado y sin girarse dijo:
- Tus sentimientos, ahora desbordados, deben permanecer en ti. Lo nuestro es imposible.
- ¿Te arrepientes verdad?
- ¿De?
- De lo de anoche.
- Al igual que tú me da miedo que algún día necesite verte de nuevo.
Serena cerró la puerta tras de si dejando a un Darien a punto de estallar. Entró en su habitación, donde una ansiosa gata esperaba su regreso. Acarició la cabeza de Luna y se tumbó en la cama.
- Mañana te cuento Luna, ahora estoy cansada. Sólo te diré que lo de Louis ha ido muy bien.
- Serena... -
- ¿Mmm?
- Estas condenando a Darien, tú, con tu egoísmo le estas llevando a las garras de la muerte.- Las palabras de su fiel gata fueron frías y duras esta vez. Luna salió por la ventana una vez más, como muchas noches. Bien parecía que dejaba sola a Serena expresamente, para que pudiera desahogarse libremente y recapacitar.
Serena cerró fuertemente los ojos, no se había cambiado, no se había duchado, pero le daba igual, lo único que deseaba hacer era llorar. Llorar por todo. Por estar sin sus amigas, por Darien, por Louis, por las almas que debía arrebatar, por su misión... por todo. Sentía un dolor inmenso y ni con lagrimas salía de su interior. Estaba tumbada bocabajo en la cama, con el rostro hundido en el cojín. Sentía deseos de gritar y odiaba no poder hacerlo. Una vez más se quedó allí, sin poder hacer otra cosa que desahogarse. Simplemente podía llorar. Simplemente eso...
En otra habitación un joven miraba por la ventana. La noche estaba ya muy tardía y sus ojos estaban brillantes, aguantando las ganas de llorar. Tenía la cabeza a punto de explotar, no había duda que esa sería otra noche más sin dormir.
Un ruido de cristales rotos, un grito y un golpe alertaron a Darien que salió rápidamente de su habitación. Ese ruido provenía del cuarto de Bunny y no se lo pensó dos veces antes de acudir. Abrió la puerta de un golpe y lo que se encontró le helo la sangre. Los cristales estaban rotos, la luz de la luna se filtraba por la ventana y la oscuridad invadía la habitación. No había nadie, nada, simplemente la soledad.
Continuara...
Notas de Autora: ¡Dios! No puedo más, tengo los dedos hechos pedazos... en realidad este es un capítulo bastante largo, pero lo tenía que ser más, no ha podido ser, prefiero dividirlo en dos. Sino es mucha información de golpe, no creen? Jejeje Ala pues, un beso y espero que les esté gustando. Adiós!!!
Las escaleras no habían sido jamás tan largas. Cada peldaño le costaba más que el anterior. Su respiración era agitada y sus ojos estaban tremendamente dilatados a causa del esfuerzo. Estaba apoyada en la barandilla mientras intentaba subir uno más. "¿Por qué no hay ascensor en esta maldita residencia?" Su cuerpo ya no podía más, así que optó por sentarse en un escalón y descansar unos minutos. Unos pasos la alertaron mientras una sombra salía de la oscuridad, ni había encendido la luz con las prisas. Una figura masculina alteró a la joven que se levantó con gran esfuerzo mientras apretaba con sus manos el broche del pecho. Su respiración se apresuró aún más y sus ojos buscaban con desespero poder definir las facciones de su rostro.
- Tranquila, soy yo.
- ¿Da…? ¡Darien!
El chico encendió la luz deslumbrando a Serena que le miraba desconcertada. Darien llevaba un precioso jersey de hilo color azul celeste y unos téjanos que le quedaban perfectos. Su pelo negro brillaba con la luz amarilla y sus ojos estaban tristes y resplandecientes.
- ¿Otro enemigo?
- Más o menos. Debo irme. Adiós
Serena se giró rápidamente, pero un inoportuno mareo hizo que perdiera el equilibrio y evitó caerse por los pelos, cogiéndose de la barandilla como pudo. Darien la observaba muy preocupado. Dudaba en acercarse, en ayudarla. Sabia que ella le había pedido que se separaran, pero él no podía soportar un día más sin verla. Subió los pocos peldaños que les separaban y agarró los hombros de la chica. Ella se separó bruscamente y volteó su rostro hacia él.
- Estoy bien. Ya te dije que te alejaras de mí. No necesito tu ayuda.
Serena subió un peldaño notando cómo el mareo volvía de nuevo a ella y perdiendo la conciencia en cuestión de segundos. Darien alarmado la cogió en brazos como pudo.
- ¿Princesa?
La chica estaba profundamente dormida en sus brazos. Era hermosa. La apretó contra su pecho mientras besaba sus labios con delicadeza. La llevaría a su cuarto. Debía hablar con ella y no podía dejarla inconsciente en las escaleras. Así que subió los pocos escalones que quedaban y la colocó en su cama, tapándola suavemente y acariciando su rostro. Su pelo flotaba con la brisa que se introducía por la ventana y su rostro estaba relajado y calmado, parecía un ángel, su ángel. Él se sentó a su lado observando su faz con detenimiento mientras se formaba una sonrisa en sus labios. Acarició sus cabellos apartando el flequillo de su rostro. Sus ojos se habían dulcificado increíblemente, no podía evitarlo, no quería evitarlo. Se acercó a ella una vez más y robó otro beso de sus pálidos labios. Casi sin darse cuenta y en sueños Serena devolvió el beso al chico mientras susurraba en su cabeza un nombre "Darien".
Las ruinas eran lo único que quedaba del local. Las cenizas de los cuerpos carbonizados inundaban el suelo mientras bailaban al son de la brisa. Restos de sangre se divisaban en las paredes. Era la sangre de las víctimas. Habían servido de alimento a esas despreciables criaturas y ahora restaban en paz. Sin embargo muchos de ellos sufrieron antes de morir. Muchos soportaron la tortura de esos despiadados asesinos que ahora restaban reducidos a escombros. Los ojos del vampiro se dilataron mientras una sonrisa se formaba en su atractivo rostro. Sus colmillos relucieron a la luz de la luna y su largo cabello rubio se deslizaba cubriendo levemente sus hermosos y cristalinos ojos azules. El espectáculo no podía ser más idóneo para él. Odiaba las multitudes y las discotecas vampiricas. Sin embargo aquel hermoso ser quería destruir a todos los de su raza, la cual cosa también lo incluía en la lucha. Esa chica guerrera sería un perfecto trofeo añadido a su colección. Había creado criaturas asombrosas, primero fue Gabriel le, luego Louis y esa hermosa pero destructiva niña que murió por su desfachatez, esa Claudia que se atrevió a desafiarle. Esa tal "Bunny" sería perfecta para acompañar su inmortalidad, estaba dispuesto a cautivarla y a seducirla. Esa chica sería suya para el resto de la eternidad y la convertiría en uno de esos seres que tanto odia, mostrándole una realidad distinta a la que ven sus hermosos ojos verdes. Ahora que sabía la identidad de la seductora guerrera no habría problemas para atraerla hacia él.
- Voy a convertir un ángel blanco en un ángel negro, es un reto que debo cumplir.
Una cálida luz la envolvía y la estaba despertando de su largo sueño. Un hermoso campo de flores se extendía a su alrededor dejando un aroma delicado y perfecto. Cubrió sus ojos con sus manos a la vez que evitaba los rayos del sol entrecerrándolos. El sonido de unas aguas cercanas la distrajo por unos momentos. Se podía oír el fluir del río muy cerca de ella y los cantos de los pájaros eran rítmicos y simultáneos a su alrededor. Una tela de un blanco tan puro como las alas de un ángel cubría su sedosa piel de la suave brisa y dos moños recogían su largo pelo tan dorado como el oro. Sus ojos azules se empezaban a acostumbrar a la luz que adornaba divinamente las copas de los árboles. Poco a poco se levantó observando todo su alrededor con una sonrisa infantil. Todo era hermoso. Se acarició el pelo largo hasta el suelo mientras reía satisfecha. Divisó a pocos metros una cascada y debajo de ella un precioso río de aguas tan cristalinas que relucían como espejos. Se acercó a la orilla y se sentó sobre sus pies desnudos observando su bella faz. Sus ojos eran una vez más azules y su pelo volvía a ser largo como antaño y estaba adornado con una corona de flores. No pudo evitar el deseo de acariciar sus pies con las frías aguas del río, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Se levanto manteniendo sus pies en las aguas cristalinas mientras jugaba con una mariposa rosada que se había posado en su nariz. Miró a su alrededor de un modo inocente, cómo un niño que mira su juguete predilecto y corrió hacía el prado de flores rodando por las colinas. Aterrizó sobre un campo de manzanilla mientras, boca a bajo, respiraba el aroma. Una vez más observó a su alrededor, sin embargo sus ojos fueron atraídos por una flor. Una hermosa rosa roja estaba justo delante de ella, mojada por la humedad y roja cómo la sangre brillaba sola bajo los rayos del sol. Se acercó curiosa hasta la flor y acercó sus manos hasta tocar sus delicados pétalos. Esa flor tan hermosa debía ser para ella. Acarició su tallo con suavidad y se dispuso a arrancarla, sin embargo algo la detuvo, una de sus espinas se había clavado en su dedo que sangraba levemente. Con un débil quejido lo acercó hacia sus hermosos labios bebiendo la sangre que salía de la yema de su dedo corazón. En ese mismo instante la brisa dejó de fluir, las aguas del río cesaron su camino y todo a su alrededor oscureció. Una nube de lluvia cubrió el hermoso sol y lloró a la vez que un estruendo se apoderaba del lugar apagando los cantos de los pájaros. Lo que antes había sido el delicado aroma de las plantas ahora se había convertido en el putrefacto hedor de la muerte. Las ropas blancas y sedosas de serena se volvieron negras y su pelo dorado y largo como los rayos del sol había desaparecido adoptando la media melena y volviéndose de un gris tan pálido como la propia muerte. Una desconcertada Serena se levantó casi por instinto y se acercó corriendo a lo que antes eran unas aguas cristalinas y que ahora parecían barro. Sin embargo pudo divisar su rostro. Sus ojos eran negros y casi sin vida y su pelo era el de un cadáver. Acarició su rostro con sus manos y quedó estática por el miedo al observarlas. Sus dedos estaban contraídos y arrugados, parecía artritis y sus uñas eran negras. Se tiró para atrás cayendo precipitadamente al suelo y estallando en llanto. Una voz resonó en su cabeza, una voz grabe y monstruosa que se repetía una y otra vez dentro de sus sienes. " Lo que antes fue la vida será muerte. Aquello que lucía hermoso en tu vida será lo que te destruya. Una rosa que antes te protegía te ha dañado al quererla sólo para ti, el egoísmo, la posesión, la codicia, son sensaciones que no te servirán. Aprende a pensar más que en ti y podrás eludir este futuro de incertidumbre y soledad. Todo lo bueno se convierte en malo si lo usas en exceso, aprende a renunciar y a ser paciente, pues lo único que estas logrando es crear más caos a tu alrededor. Protege la rosa, cuida de ella. Riega sus pétalos y cúbrela del frío, pero no la ates a ti, una rosa vive en un jardín y muere en un jarrón. No la hagas cautiva, que viva libre." El silencio envolvió una vez más su cabeza y ante sus humedecidos ojos apareció una vez más la rosa roja. Era perfecta y inundaba la oscuridad con su luz. Pero los pétalos de un rojo ardiente se volvieron negros y uno a uno fueron cediendo aterrando en el piso. Uno de ellos, el último, voló hasta ella rozando una de sus mejillas. El pétalo estaba helado, tan frío y áspero como la muerte. Otra lagrima bajo por sus negros ojos hasta tocar el desierto pavimento y convirtiendo todo su alrededor en oscuridad. No podía divisar nada, todo era negrura. "Si el último pétalo de la rosa cae, el mundo caerá con él. Una muerte, un sacrificio, no importa como, pero la rosa debe vivir. Muere por ella y el mundo se salvará. El egoísmo no tiene lugar en esta misión. Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes, pero recuerda, puede ser demasiado tarde".
Un gritó ahogado salió de sus labios a la vez que se incorporaba torpemente. Un sudor frío bajaba por su rostro y sus ojos se habían desorbitado. Fue entonces, con su cuerpo contraído por el dolor, que se dio cuenta de dónde estaba. Una sabana la cubría de la fría noche y la oscuridad era disipada por los plateados reflejos de la luna. Notó una calidez en su mano derecha y bajó el rostro hacia ella. Una mano masculina estaba posada encima de la suya. Siguió el recorrido del brazo lentamente, encontrándose entonces ante su poseedor. El chico se había quedado profundamente dormido a su lado. Tenía la cabeza recostada en uno de sus brazos y su sedoso cabello caía irresistiblemente por su frente. Una visión tan hermosa y atractiva. Sintió deseos de abrazarlo contra su pecho, de sentir su calidez una vez más. Se acercó levemente para acariciar su rostro, su mano estaba a escasos centímetros de él cuando una visión cruzó su mente como un destello. Una rosa roja, una mano que la acariciaba y súbitamente se volvía negra hasta perder su último pétalo. En un acto reflejo Serena se apartó de Darien y apretó contra su pecho sus dos manos. Recordó entonces aquellas garras frías y contraídas, con uñas negras y enfermizas. El miedo se reflejó en su rostro a la vez que se apartaba del chico. Lo hizo delicadamente, a pesar de que sentía la necesidad de alejarse. Todo era tan confuso… quería estar cerca de él, sentirlo apretado contra su cuerpo, pero a la vez deseaba escapar de allí, que todo terminara y que el dolor que sentía su corazón y la culpa la abandonaran de una vez. Se levantó suavemente y se dirigió al espejo. Su rostro volvía a ser el de siempre. Su pelo era otra vez rubio y sedoso, su piel tersa y suave y sus labios rosados. Sin embargo sus ojos… eran una mentira. Esos ojos esmeralda que habían engañado a quién más amaba y que ahora sufría por su culpa. Volvió su rostro una vez más hacia el chico y en un susurro dijo "Te amo amor". Se acercó a la puerta y acarició el picaporte. Miró por última vez a Darien y lo giró delicadamente. El picaporte soltó un leve quejido despertando al chico que antes dormía placidamente. Serena se alteró al ver moverse a Darien y apresuradamente intentó salir de la habitación. Darien levantó su rostro justo a tiempo de observar a la joven que huía de su lado.
- Espera un momento donde estas.
- Darien, debo irme.
- ¿No vas a agradecerme lo que he hecho por ti?
- Gracias. Ahora me voy.
- No te lo voy a permitir.- El joven se levantó lentamente observando fijamente el rostro de la chica que parecía desconcertada ante las palabras del chico.
- Ya te he dicho que no debes permanecer cerca de mí. ¿Cómo tendré que decírtelo?
- Podrías decirlo en todos los idiomas que de todos modos no haría caso a tus suplicas.
- Darien, tú jamás te habías comportado de esa forma…
- Jamás me había visto obligado a hacerlo.- El chico se acercó a ella suavemente y acercó su mano al rostro de ella. Su voz era calmada y al revés de sus palabras no mostraba ningún tipo de violencia o descaro. Serena se apartó bruscamente, al ver tan cerca la mano de Darien, recordó su sueño y sintió temor de condenar a su amor con sólo tocarlo.
- Sabes que jamás te forzaría a hacer algo que no quieras. ¿ Por qué me temes entonces?
- No te temo. Lo que haces no esta bien y lo sabes.
- Sólo escucho lo que dicta mi corazón y ahora me pide tocar tu rostro…
- ¿Sabes? Eres demasiado perfecto para ser real.
- No soy perfecto y la situación en la que nos encontramos lo demuestra claramente. Yo estoy prometido y tú eres una guerrera más que protege a mi princesa. Pero sólo puedo pensar en el ahora y TÚ eres mi ahora.
El corazón de Serena latía más rápido a cada palabra del futuro rey Endimión. Sus ojos se habían dilatado y su respiración volvía a ser agitada. Pero otro inoportuno mareo la envolvió entonces perdiendo el equilibrio y aterrizando una vez más en los brazos de Darien que la abrazó preocupado. Serena reaccionó al instante y se separó bruscamente dándose un golpe en toda la espalda contra la pared y ahogando un grito de dolor en sus labios. Había sentido temor de que Darien se deshiciera en ese mismo instante, ante sus ojos, sólo por el contacto con su piel. El chico estaba frente a ella, mirando sus ojos esmeralda con desespero. Ella le devolvió la mirada y su faz antes atemorizada se había calmado y ahora se dibujaba una reconfortable sonrisa en sus labios. Entonces recordó una vez más las palabras que había soñado. "Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes" Su corazón le pedía a gritos un abrazo, una caricia, un beso, le ordenaba que se acercará a él, no era todavía el momento de alejarse. Lo deseaba junto a ella y debía hacerle caso. Dos lágrimas brotaron de los ojos de Serena que acercó tímidamente sus dedos al rostro del chico, estaba cada vez más y más cerca y las miradas de ambos se cruzaron decididas. Tocó por un instante el rostro de Darien y separó sus manos a gran velocidad, sentía miedo, la imagen de la rosa no abandonaba su cabeza, sin embargo Darien permanecía ahí, no lo había dañado, moviéndose en un impulso se abrazó a él resguardando su corazón del frío. Debían separarse, pero ahora no. Ahora no. Darien la abrazó casi con jubilo y resguardó su cara en el cabello de la chica. Se sentía dichoso al tener a la persona amada cerca. Serena estaba apretada con fuerza entre los brazos del joven que parecía no querer soltarla. Sin embargo lo hizo, se alejó de ella por unos instantes mirando sus ojos esmeralda. Ella se sorprendió por el gesto, a la vez que mostraba una cálida sonrisa.
- Me encantan tus ojos. Es como si hablaran.- Esas palabras enmudecieron a Serena que agachó la cabeza.
- ¿Te gusta el color de mis ojos?- Su voz era entrecortada y esperaba una respuesta.
- Sí, pero no me refería a eso. Tu mirada... me gusta tu forma de mirar. Lo dice todo de ti, se puede saber que piensas con sólo mirar tus ojos. Son como dos espejos.
Serena sonrió mientras se acercaba más al joven y apoyaba su frente en la de él mirando fijamente los ojos de Darien.
- ¿Y que te dicen ahora?
- Que esta vez no te me vas a escapar
Darien abrazó a la chica contra su cuerpo mientras besaba sus labios con deseo. Serena acunó la cabeza del chico entre sus brazos mientras se situaba de puntillas para responderle mejor. Sus cuerpos se atraían como dos imanes de polos contrarios y sus bocas se exploraban como si fuera la primera vez. Darien la tenía agarrada por la cintura y poco a poco sus manos subieron por la espalda hasta llegar al cuello de ella. Sus labios abandonaron los de la chica y se deslizaron por el cuello de esta que suspiraba de placer. El chico disfrutaba recorriendo la espada de la joven, la acariciaba delicadamente, rozando su sedosa piel que se estremecía al entrar en contacto con la de su amado. Darien bajó una vez más sus manos hasta la cintura de ella y agarró el suéter que esta llevaba despojándola de él. Un ligero rubor cubrió el rostro de Serena al encontrarse con los ojos de Darien que la miraban palpitantes. Trago saliva y se dejó llevar por los sentimientos y por sus deseos. Ahora era su turno. Rodeó al chico situándose detrás de él y empezó a acariciar su espalda con las yemas de los dedos y a masajear sus hombros. Cogió ambos brazos del chico levantándolos y dejándolo así. Deslizó sus manos hasta la cintura de él y lentamente subió su camisa celeste hasta que esta abandonó su cuerpo. Deslizó una vez más sus suaves y cálidas manos por la espalda del chico mientras la besaba dulcemente. Darien estaba en el cielo. Se giró lentamente agarrando el rostro de la chica en sus manos y atrayéndola hacia él. Besó sus labios tiernamente y ella lo abrazó por instinto. Las manos de Darien se deslizaron por sus hombros y descendieron acariciando su espalda y parándose en el cierre del sujetador. Se separó un poco de ella y la miró a los ojos buscando permiso. Esta, algo nerviosa, le sonrió y beso nuevamente sus labios. Darien siguió con su tarea y despojó a la chica del sujetador. Sus ojos recorrieron casi involuntariamente el torso desnudo de la chica, que ruborizada por el gesto levantó con su mano la faz de él. Este sonrió y la apretó contra si, levantándola del suelo y besando ardientemente sus labios. Serena acariciaba el rostro de su pareja mientras lo besaba desesperadamente. Darien la recostó en la cama en un dulce movimiento y se situó enfrente de ella con suavidad. Su cuerpo se contraía de deseo y su corazón estaba exprimido hasta el límite. Necesitaba seguir, quería llegar hasta el final. Las manos de Serena se deslizaron llegando a la cremallera de los téjanos del chico. Este se sorprendió un poco ante la iniciativa de la chica, pero facilitó la tarea a la sonrojada Serena ayudándola a desabrocharse el pantalón. Esta se sentía como una pervertida por lo que acababa de hacer y escondió su rostro en el pecho de él. Darien no pudo evitar sonreír mientras se disponía a hacer lo mismo con el cierre de la falda. Ambos tenían una sola prenda de ropa puesta y se miraban nerviosamente. Darien se situó encima de Serena uniendo nuevamente sus labios. Un suspiro salió de la boca de ella y el chico se separó un momento.
- ¿Te sientes preparada?- El rostro de él se tiñó de rojo mientras aguardaba la respuesta de ella.
- Sí, si es contigo sí.- Ella volvió a besarlo y acarició su espalda.
La luz de la luna se filtraba esa noche por la ventana y una suave brisa acunaba a los amantes. Ambos suspiraban y temblaban bajo el cuerpo de su pareja, hasta culminar así la unión. Sus cuerpos permanecían unidos bajo la luz de la luna que era el único testigo de la prohibida noche. Ambos respiraban agitados y sus corazones aún latían apresuradamente. Finalmente se separaron quedando uno enfrente del otro. El rostro de Serena estaba rojo, al igual que el de Darien. Sus miradas se habían encontrado una vez más esa noche y no querían separarse. Él acarició su rostro con una mano mientras ella sonreía tímidamente. Lentamente se acercó un poco más a ella y acarició sus labios con la yema de sus dedos para luego besarlos dulcemente. Serena recostó su cabeza en el pecho de su acompañante y lo abrazó con fuerza. Darien la rodeó con sus fuertes brazos, acto que dio gran seguridad y protección a Serena. Un susurro salió de sus labios.
- Te amo Bunny- esas palabras causaron un extraño sentimiento en Serena, que sentía como si hubiera traicionado a Darien, pues él creía que la chica que tenía en sus brazos era otra persona, sin embargo, era ella, Serena. La misma con la que estaba prometida, y a la que él creía estar engañando.
- Yo también te amo, Darien.
Ambos se quedaron dormidos bajo las blancas sabanas, agotados por la agitada noche. En ambos rostros se podía apreciar una sonrisa y estaban abrazados cómo si temieran perder a la persona que tenían al lado. Se amaban, pero ambos tenían una carga en sus conciencias. Ambos engañaban al ser amado, por lo tanto, ambos eran infieles. Serena abrió los ojos en la oscura noche y las palabras de un sueño inundaron una vez más su cabeza terminando la frase que antes la impulsó a seguir "Protege lo que amas. Aléjate cuando te lo dicte el corazón. No antes, pero recuerda, puede ser demasiado tarde". Una lagrima solitaria bajó por su suave rostro mientras pensaba en que esa había sido la primera y última vez, al menos, hasta que la batalla llegara a su fin y pudiera confesar la verdad a Darien, que ahora permanecía dormido en el mismo lecho. Así sus ojos cedieron una vez más cerrándose e iniciando lo que sería un placentero sueño.
Los primeros rayos del sol se abrían paso entre las cortinas de la ventana. La luz cálida envolvía toda la habitación y los primeros pájaros iniciaban su canto. Sus ojos se abrieron lentamente, con algunos parpadeos y suaves gemidos Serena empezó a despertar. Ya se podía oler el aroma a humedad y el olor a pasteles, que venía de la pastelería de enfrente la residencia. Serena se levantó algo confusa al principio y miró a su alrededor. Un suspiro salió de sus labios al ver que se encontraba en la habitación de Darien. Lentamente se volteó. A su lado el chico restaba absolutamente dormido. Estaba boca a bajo, con la cabeza ladeada hacia ella. Respiraba profundamente. La sabana dejaba al descubierto media espalda del joven y el color blanco de la tela resaltaba con el perfecto bronceado de su piel. Serena acarició levemente y con delicadeza el rostro del chico, apartando los negros cabellos de su hermoso rostro. Una sonrisa se dibujó en los labios de Darien que no salía de su sueño. Serena se incorporó algo dolorida y buscó su ropa. Sus heridas estaban vendadas, seguramente Darien las había curado la noche anterior, cuando se desmayó en las escaleras. La verdad es que no se había dado cuenta hasta ahora... Realmente tenía demasiadas cosas en la cabeza. Se vistió con cuidado y soportando bien el dolor que las heridas le causaban y retocó su cabello en el espejo. "Si el último pétalo de la rosa cae, el mundo caerá con él" Una vez más las palabras de ese sueño resonaban en su cabeza. Se quedó parada unos minutos mirando fijamente su rostro, pero algo distrajo sus pensamientos. Un jarrón de rosas estaba en la mesilla de Darien, justo al lado del espejo. Rosas rojas adornaban el precioso jarrón, frescas como el rocío de la mañana. Sin embargo algo más la sorprendió, en el centro, una rosa blanca destacaba del resto. Acarició suavemente los pétalos de esta y la agarró con cuidado. Aspiró su aroma y beso sus pétalos. Serena volvió la mirada hacia donde reposaba Darien y se acercó sin hacer ruido depositando la flor en el lecho, justo donde ella había restado toda la noche. Observó el rostro de Darien por última vez y se alejó de allí, sin siquiera estorbar el silencio. Se deslizó levemente y abrió el picaporte, que esta vez no hizo ruido al girar, y sin mirar atrás y susurrando un "te amo" cerró la puerta tras de si. Una lagrima cayó al piso, justo antes de que esta se cerrara y por un momento la suave brisa que antes entraba se paró.
Un niño jugaba en su habitación. Sus padres le habían comprado un parking de maicromachin para sus coches y desde hacia horas que no podía dejar de jugar con él. Sus ojos azules brillaban de felicidad mientras hacía subir y bajar los coches por la trampilla. Su madre lo observaba feliz desde el sofá y su padre leía el diario con un café en su mano. El niño tiraba los coches sin cesar mirando el recorrido que estos hacían. Su coche preferido se deslizaba por la trampilla a gran velocidad, ese le encantaba, porque era igual al de su padre, sólo que en miniatura. El coche bajaba cada vez más rápido, pero a pocos centímetros del final perdió el equilibrio y tumbó justo en una curva precipitándose al suelo desde una gran altura. El niño se quedó mirando seriamente el coche. La madre se acercó a él y lo agarró en brazos.
- ¿Ocurre algo cariño?
- Mi coche... se ha caído.
- Oh, ¿se ha roto?
- No. Esta bien.
- Entonces no te preocupes cielo, son cosas que pasan. ¿Que te parece si nos vamos todos a dar una vuelta en coche?
- ¡¡Sí!!
- Querido, ¿nos vamos?
Su marido le sonrió dejando el diario y acabando su café. Luego se levantó y cogiendo a su hijo de los brazos de su mujer salieron felices a dar una vuelta en coche.
El niño miraba por la ventana con los ojos abiertos como platos. Un precioso lago estaba debajo de ellos. La carretera era muy inestable, por lo que daban botes de vez en cuando haciéndole reír. Pero la imagen de su coche de juguete le vino de golpe a la cabeza helando su sonrisa. Vio una vez más su pequeño juguete descendiendo y perdiendo la estabilidad a pocos centímetros de un barranco.
- ¡Cariño cuidado, hay un gato en la carretera!
- ¡Dios!
Sus ojos se abrieron lentamente. Estaba en una habitación desconocida para él y no lograba recordar nada. Un hombre se le acercó y colocando las manos sobre su cabeza le dijo:
- Pequeño, has tenido mucha suerte de sobrevivir. Es un milagro.
El doctor se dirigió hacia unos hombres.
- Es una suerte que este vivo, pero no hemos podido hacer nada para ayudar a sus padres.- devolviendo la mirada al chico- Tu nombre es Darien, Darien Chiva.
La noche había caído a su alrededor. La habitación estaba completamente vacía y el silencio se había apoderado del lugar. Dos lagrimas solitarias bajaban por su rostro a la vez que con una de sus manitas se estrujaba la cabeza.
- Papa...mama...No logro recordar nada...¿Estoy solo?
La figura de una hermosa joven rubia con dos moños y de ojos azules se formaba entonces delante del niño que no paraba de llorar. Una sonrisa se dibujó en los labios de la preciosa chica que alargó su mano hasta tocar el rostro del niño, y secando sus lagrimas con las yemas de los dedos beso una de sus mejillas
- No estas sólo, yo estoy contigo. Siempre cuidaré de ti. Yo soy tu familia.
Darien se levantó sudoroso en la cama. Su respiración era agitada y el corazón le latía a mil. Recordó entonces el sueño y apretó sus puños con impotencia.
- Serena....
Entonces recordó lo sucedido la noche anterior y miró a su lado. Una rosa blanca restaba a su lado. La cogió delicadamente y besó sus pétalos con cuidado.
- Bunny...- "¿Pero que me pasa? ¿A quién amo realmente?"
Darien observó a su alrededor, ninguna nota, nada, simplemente esa rosa blanca a su lado. Dejó escapar una sonrisa melancólica de sus labios. "Se ha ido, sin despedirse, sin dejar ningún recado, simplemente se ha ido... me pregunto si se arrepiente.... al fin y al cabo, ambos traicionamos a alguien, y ella traiciona a su novio y a su princesa..." Ese día era domingo, no tenía nada que hacer. Se levantó y se vistió. Necesitaba aclarar sus ideas de una vez por todas. Ese sueño le había traído a la cabeza tantos recuerdos... pero sobretodo, a Serena y su bondadoso corazón. Necesitaba hablar con ella, quería hablar con Serena, quería verla una vez más y así aclarar su corazón. Le dolía demasiado desde que conoció a Bunny. Esa chica de mirada esmeralda, tan pura y sincera como la de su Serena. Su dorado cabello corto y sedoso que ondeaba al viento y su hermosa sonrisa, equivalente a la del más bello ángel. Responsable, madura, juguetona y risueña. Era todo aquello que siempre había deseado, y más. Pero estaba Serena, la amaba, eso lo sabía, pero en muchos aspectos ella seguía siendo una cría. Sin embargo seguro que ella también había cambiado, quizá ya no era la niña inocente, despreocupada y llorona que dejó en Japón. Quien sabe... decididamente estaba hecho un lío, y necesitaba calmar sus nervios. Cogió su cartera y las llaves y salió de la residencia a toda prisa. Necesitaba tomar el aire y pasear. Había pasado la mejor noche de su vida, pero esta ya había acabado y debía pensar en que haría a partir de ahora, si todo había sido un sueño y ahora debía despertar o... si por otro lado lo que debía hacer era seguir ese sueño que le hacia feliz.
La noche había caído una vez más en la ciudad de Madrid. Las luces adornaban el hermoso teatro y una moqueta de terciopelo roja guiaba sus pasos hasta la entrada. Había recogido su invitación a nombre de Celena y ahora se disponía a entrar. Llevaba un hermoso vestido color azul celeste y una preciosa cinta que recogía su cabello. Un gran numero de parejas se dirigían al ballet vestidas de etiqueta. Estaba nerviosa, no quería estar allí sola... se sentía tremendamente abandonada, triste, no había nadie que la apoyara esta vez, y eso hacia que a su corazón le faltaran fuerzas. Por fin llegó a uno de los palcos. Miró el numero que había apuntado en su invitación y comprobó que concordaran. Una vez segura de que era el correcto se adentró en él. Era muy lujoso. Un par de sillas revestidas de terciopelo azul esperaban ser ocupadas y había dos copas y una botella de champán en hielo esperando para ella. Antes de sentarse miró curiosa todo el teatro. Era realmente grande y lujoso y el escenario estaba tapado por dos inmensas cortinas de terciopelo rojo. Sus ojos se dilataron de asombro a la vez que se sentaba en una de las sillas. Miró una vez mas a su alrededor y sonrió para si misma. La música que se oía de fondo era suave y cálida y el aroma era embriagador. Un par de golpes en la puerta del palco alteraron a la chica. Esta se abrió y por ella se adentró al lugar un joven muy apuesto y elegante. Serena le reconoció de inmediato y cambió su actitud algo curiosa e infantil por la de una verdadera princesa. Louis se acercó lentamente e hizo una reverencia a los pies de ella, cosa que hizo ruborizar exageradamente a la joven.
- Sois demasiado atento conmigo M.Louis. Este lugar es hermoso.
- Es digno de una dama, y vos lo sois, ¿no es cierto?
- Gracias. Es mi primer ballet.
- Pues espero que no sea el ultimo madame.
- Yo también lo espero. Y bien... dígame, ¿cuándo deleitará mis oídos con su explicación M.Louis?
- Paciencia princesa. Una vez acabado el ballet hablaremos de nuestra historia. Ahora es preferible prestar atención al espectáculo. No tardará en empezar.
- Entonces, ¿porque me habéis reunido en el teatro?
- Para que os deleitéis con una de las mejores actuaciones que se han visto. ¿Acaso es malo divertirse?
- Sois terrible. ¿Os lo habían dicho alguna vez?
- Posiblemente.
Ambos sonrieron levemente. Las luces se apagaron y las cortinas del escenario fueron retiradas. El ballet dio comienzo en pocos segundos. Los ojos de Serena brillaban de emoción a cada movimiento de los artistas. La danza era suave y la historia muy hermosa. Louis la observaba dulcemente mientras sonreía para sus adentros. Realmente esa chica era ingenua e inocente como un ángel. Necesitaba su ayuda, o esa hermosa mujer acabaría derrotada debido a su exceso de confianza en la buena voluntad de las personas.
- ¿Sabéis el titulo de la obra princesa?
- En realidad no.
- Han llamado a esta obra "El imperio lunar" Es perfecta para vos.
- Hermoso título.
El resto de la obra pasó en silencio. Serena no podía dejar de mirar con entusiasmo el escenario y a cada minuto le gustaba más el maravilloso espectáculo que estaba teniendo lugar ante sus ojos. Finalmente se cerró el telón y los bailarines fueron a saludar. Serena aplaudía extasiada mientras limpiaba las lagrimas que habían huido de sus ojos debido a la emoción que le había causado la escena final. Louis sonreía profundamente al observar la inocente alegría de la joven.
- Es la hora princesa. ¿Os parece correcto dar un paseo hasta el retiro? Os contaré la historia de principio a fin.
- Que así sea.
La actitud risueña de la joven cambió radicalmente, cosa que sorprendió al chico. Este extendió su brazo con delicadeza y se lo prestó a Serena que lo aceptó amablemente. Salieron del teatro sin levantar sospechas y empezaron el paseo.
- Por donde empezar... Vos conocéis el inicio de los vampiros, ¿me equivoco?
- Se dice que los vampiros nacieron todos de un mismo origen, los poderosos, los débiles, los inmortales y los que no lo son. Todos nacidos de los mismos padres. El rey y la reina de los condenados.
- Exacto. ¿Sabéis la diferencia entre un vampiro puro y uno que no lo es?
- En realidad...no.
- Un vampiro puro es aquel que ha sido creado por otro vampiro puro. Estos son aquellos que poseen la inmortalidad. Tiene grandes poderes y pueden crear a otros vampiros que sean como ellos. Los vampiros que no son puros son los que has llamado débiles. Poseen poder, pero comparado con el de un verdadero vampiro es ínfimo y además jamás acostumbran a vivir más de 200 años. Los vampiros a que te has enfrentado eran mayoritariamente no puros. Sólo algunos, cómo Armand o Dimitri lo eran. Sin embargo estos tampoco lo eran del todo, pues no podían crear a más de un vampiro puro.
- Entiendo. Dime Louis, ¿vos sois puro?
- Sí. Mi creador lo quiso así.
- ¿Cómo se crea un vampiro puro?
- Cómo sabrás los vampiros no puros convierten a sus víctimas en uno de ellos al morderlos y dejarlos con vida. Si un no puro te muerde y no acaba con tu vida en dos o tres días te conviertes en uno de ellos. Sin embargo los vampiros puros no son creados así. Si uno puro te mordiera y te dejara con vida no te convertirías en vampiro.
- Esto es nuevo.
- A los vampiros puros los llamamos creadores. Mi creador, Lestat, es posiblemente uno de los más poderosos. Para crear a uno de su mismo rango te dejan desangrado, en un punto entre la vida y la muerte, cortan una de sus muñecas y te dejan beber su sangre. Sólo así sobrevives y también así se crean otros vampiros. Pero a medida que se crean vampiros estos van siendo más débiles. El creador de mi creador era más poderoso que este, al igual que yo soy más débil que Lestat. Sin embargo él podía elegir el poder que tendrían sus creaciones. Así mismo creo una vampiro, una compañera para mí a sus ojos, que no tenía la capacidad de crear vampiros puros. Quizá por su corta edad al ser creada, aunque yo creo que no fue por eso, sino porque él lo quiso así.
- Entonces tu elegiste beber su sangre, ¿en vez de morir?
- Así es, mi cobardía a la muerte fue lo que me condenó. Aunque la mayoría de los vampiros no pueden elegir. Mi creador no tubo esa oportunidad, lo hicieron, eso es todo.
- Y la madre y el padre de los condenados, ¿quién los creo a ellos?
- Desconozco esa respuesta, quizá no la tenga, al igual que el origen de la vida.
- Bien, ahora conozco el origen de los vampiros. Así mismo lo que en verdad deseo saber es el modo de destruir a un vampiro inmortal. ¿Es eso posible?
- Claro que se puede destruir a un vampiro inmortal, yo lo soy y puedes y debes destruirme.
- ¿No es eso una contradicción? No es la inmortalidad un sinónimo de invencibilidad?
- Ser inmortal significa no enfermar, recuperarse de las heridas, por graves que estas sean y disponer de una resistencia sobrenatural. Sin embargo se nos puede destruir. Al menos a mí y a Lestat, mi creador. El sol nos destruye, al igual que la plata. Tú has acabado con muchos de nosotros con tu espada de plata, incluso con Dimitri, que era un creador. Sin embargo a Lestat o a mí no podrás vencernos con la luz que emana de tu cristal de plata, no con la luz que has utilizado.
- El cristal de plata jamás ha sido utilizado en su totalidad.
- Entonces es muy posible que la luz de esa gema nos destruya usada en su totalidad, pues esta claro que combina el poder de la plata con los rayos de una luz pura. Aún así, con el filo de tu espada clavada en el corazón y la cabeza seccionada es imposible una recuperación. El vampiro moriría.
- Entonces, ¿cuál es el inconveniente?
- La piel de un vampiro puro es muy dura y difícil de penetrar, a menos que esta haya sido debilitada.
- ¿Cómo se debilita a un creador?
- Pues haciendo que este beba sangre muerta o quemando antes con tu luz su piel.
- Entonces no sois invencibles, eso es un alivio.
- Pero será arduo trabajo acabar con el rey y la reina de los condenados. Se dice que tienen más de 1000 años, la cual cosa significa que sus poderes son colosales. También se comenta que la luz del sol no los destruye y que su piel es dura como el diamante.
- En ese caso, creo que la batalla final será muy dura.
- Debéis acabar con la raza, y para hacerlo debéis matar a la raíz, es decir, al padre y a la madre.
- Louis, me pregunto si deberé acabar con tu vida, no sería nada agradable, ni para ti ni para mí.
- Es vuestro deber hacerlo.
- ¿No podéis vivir sin la sangre humana?
- Podemos sobrevivir con la sangre de los animales, pero el instinto es el instinto y no podemos resistir sin la sangre humana.
- ¿Ni siquiera tú? Podrías vivir bebiendo sangre, pero sin matar a la persona.
- Lo intenté durante un tiempo, al principio de ser creado, sin embargo nuestra sed sólo se queda satisfecha con un ser humano. Es prácticamente imposible resistir más de un año con animales. Y no puedo dejar vivas a las victimas, en poco tiempo se rumorearía sobre la existencia de los vampiros y estallaría una guerra.
- No os quiero matar ahora. Os prometo que vos seréis la última de mis víctimas.
- No deseo vivir más tiempo. Prometedme que me matareis cuando os lo pida. Es un favor que os pido a cambio.
- Así lo aré.
Ambos habían llegado ya al retiro. Serena no había soltado al chico en todo el trayecto y ahora tampoco quería hacerlo. Se puso de puntillas y besó una de las mejillas del joven.
- Sois demasiado maravilloso para vivir condenado. Gracias por todo Louis. Jamás os podré agradecer cuanto habéis hecho.
- Destruid mi raza, así seré compensado.
Louis se agachó suavemente y besó los labios de Serena sorprendiendo a la chica. Se separó del mismo modo y acarició con sus frías manos su rostro. La joven se quedó observando la faz del vampiro sin mover ni un músculo, sin intentar soltarse, simplemente se quedó allí.
- Decidme, ¿qué diferencia habéis notado al besar a un vampiro?
- Vuestros labios son fríos M.Louis, sin embargo he podido notar la calidez de vuestros sentimientos y la ternura que habéis puesto en ello.
- ¿Acaso es pecado amar a un mortal? ¿A una princesa?
- Vos no me amáis, pues apenas me conocéis. Es un engaño a vuestros ojos. Vuestro corazón busca la calidez del amor y ha creído, desesperado como esta, que lo que sentís por mí es amor.
- Os conozco desde hace 1 año. Os he seguido y admirado desde que os conocí princesa. Mi admiración por vos creció convirtiéndose en afecto, el afecto en cariño y el cariño en amor. Os amo por lo que sois y por como sois, sin embargo sé que jamás seréis mía, pues vuestro destino ya esta marcado y jamás os condenaría a la vida de un vampiro, pero juro que os protegeré todo lo que pueda y que cuidaré de vos. Y ante todo deseo, que sea mi amor el que acabe con mi sufrimiento. Se podría decir que ansío vuestra felicidad, sabiendo que jamás seré suyo para compartirla.
Serena besó nuevamente la mejilla de Louis y deleitó al joven con una de sus sonrisas. Este, conmovido por la acción de la joven se arrodilló nuevamente y besó su mano caballerosamente.
- Juro que a partir de ahora confiaré siempre en vos. Gracias por todo Louis, el mundo guarda la esperanza en personas como tú.
- Vos sois la luz de mi esperanza princesa, es a vos que debo agradeceros vuestra confianza.
Louis sonrió a Serena y desapareció en un suspiro ante ella.
- Realmente los poderes de un vampiro puro son excepcionales. Su velocidad, agilidad, destreza y sangre fría les permite hacer prácticamente de todo. Todo, menos volar. En eso, os llevo ventaja.
Serena sonrió una vez más con la mirada fija en el lugar en que antes estaba Louis. Se sentó en un banco del retiro, en la más absoluta oscuridad, mientras pensaba en todo lo que le había ocurrido ese día. Darien, el teatro, la historia de Louis... realmente tenía mucho en que pensar y ninguna solución aparente para todos sus problemas.
Dos golpes en la puerta anunciaban que alguien aguardaba tras esta. Sin embargo nadie oía sus reclamos. En el interior de la habitación no había nadie. Estaba vacía sin duda. Ningún sonido, ninguna luz, sólo el más absoluto silencio y la oscuridad. Darien se desalentó una vez más. Llevaba toda la noche intentando ubicar a Bunny. Estaba realmente preocupado, ¿y si había aparecido otro enemigo? ¿Y si Bunny estaba gravemente herida o peor...? Estaba al borde de un ataque de nervios.
La luz de la escalera se abrió. Unos pasos anunciaban que alguien estaba subiendo hasta el tercer piso. Una sombra de una mujer empezaba a vislumbrarse en el suelo del pasadizo. El corazón de Darien se aceleró, deseaba con todas sus fuerzas que fuera ella. Su pelo rubio y sus preciosos ojos se dejaron ver en el lugar y una sonrisa se formó en el rostro de Darien. Serena se quedó quieta al ver al chico justo enfrente de su puerta. Estaba tan guapo como siempre y una sonrisa de alivio decoraba su faz. Ella trago saliva y reinició su marcha de nuevo parando justo enfrente del chico. Este se la quedó mirando fijamente y en un ataque de desesperación abrió la puerta de su habitación, cogió a Serena del brazo, la hizo entrar en ella y cerró la pureta con fuerza a la vez que besaba desesperadamente a la desconcertada chica.
- ¡Me tenías muy preocupado! ¿Dónde estabas? ¿eh? - el rostro de la chica paso de desconcierto a estar completamente serio.
- Trabajando. Tengo una misión y debo llevarla a cabo.
- Te he buscado toda la noche, no estabas y creí que te podía haber pasado algo... no me vuelvas a meter un susto así.
- ¡Darien! ¡Esto tiene que acabar! Ya te dije que no te puedes involucrar en esto... lo sabes, no te preocupes, yo estaré bien. ¡Ya no soporto más esto!- El chico se quedó completamente serio, mirando a Serena que respiraba agitadamente y apretaba sus puños con fuerza.- No soporto más este sentido de culpabilidad que tengo en mi conciencia, ¿acaso tu no te sientes culpable? ¿Te da todo igual?- las lagrimas empezaban a fluir por el rostro de la chica.
- ¿Sabes? Me he pasado todo el día dando vueltas, solo, pensando. Tengo la cabeza hecha un lío y me siento tremendamente mal por lo que le estoy haciendo a Serena. ¡La noche de ayer fue la mejor de mi vida! Me sentí mejor que nunca y no me importaba en absoluto el mañana. Sin embargo, hoy es ese mañana, y me siento perdido. - la chica lo escuchaba estupefacta, sus lagrimas seguían fluyendo por su rostro y sus brazos querían abrazarlo contra su pecho, era la primera vez que veía a Darien tan vulnerable- Pero me da miedo... siento miedo de que todo fuera un sueño, un maravilloso sueño del que fui despertado demasiado pronto, y también temo no volver a sentirme como anoche. No poder hacer feliz a Serena... ella se lo merece todo, se merece a alguien que la ame profundamente, alguien que jamás pueda serle infiel, que no pueda respirar sin ella. Yo pude dejarla sola e irme a los estados unidos, la hecho de menos es cierto, pero al estar lejos de ella no me falta el aire. Sin embargo no puedo estar feliz si no te veo, no puedo estar tranquilo si no estas a mi lado y lo que más me preocupa, no puedo ni pensar en que voy a hacer cuando tenga que volver a Japón y despedirme de ti. Lo siento... te amo... no puedo hacer más que decírtelo.
El cuerpo de Darien temblaba de la rabia y sus puños estaban contraídos. Serena quería correr a abrazarlo, decirle de una vez quien es y que le ama con todo su ser. Pero en vez de eso, recordó una vez más la imagen de su sueño y vio de nuevo la rosa deshojada en él. Calmó como pudo sus lagrimas y armándose de valor se dirigió hacia la puerta, sin decir nada, sin mirar a Darien (que por cierto este la miraba sin saber que hacer). Abrió la puerta con cuidado y sin girarse dijo:
- Tus sentimientos, ahora desbordados, deben permanecer en ti. Lo nuestro es imposible.
- ¿Te arrepientes verdad?
- ¿De?
- De lo de anoche.
- Al igual que tú me da miedo que algún día necesite verte de nuevo.
Serena cerró la puerta tras de si dejando a un Darien a punto de estallar. Entró en su habitación, donde una ansiosa gata esperaba su regreso. Acarició la cabeza de Luna y se tumbó en la cama.
- Mañana te cuento Luna, ahora estoy cansada. Sólo te diré que lo de Louis ha ido muy bien.
- Serena... -
- ¿Mmm?
- Estas condenando a Darien, tú, con tu egoísmo le estas llevando a las garras de la muerte.- Las palabras de su fiel gata fueron frías y duras esta vez. Luna salió por la ventana una vez más, como muchas noches. Bien parecía que dejaba sola a Serena expresamente, para que pudiera desahogarse libremente y recapacitar.
Serena cerró fuertemente los ojos, no se había cambiado, no se había duchado, pero le daba igual, lo único que deseaba hacer era llorar. Llorar por todo. Por estar sin sus amigas, por Darien, por Louis, por las almas que debía arrebatar, por su misión... por todo. Sentía un dolor inmenso y ni con lagrimas salía de su interior. Estaba tumbada bocabajo en la cama, con el rostro hundido en el cojín. Sentía deseos de gritar y odiaba no poder hacerlo. Una vez más se quedó allí, sin poder hacer otra cosa que desahogarse. Simplemente podía llorar. Simplemente eso...
En otra habitación un joven miraba por la ventana. La noche estaba ya muy tardía y sus ojos estaban brillantes, aguantando las ganas de llorar. Tenía la cabeza a punto de explotar, no había duda que esa sería otra noche más sin dormir.
Un ruido de cristales rotos, un grito y un golpe alertaron a Darien que salió rápidamente de su habitación. Ese ruido provenía del cuarto de Bunny y no se lo pensó dos veces antes de acudir. Abrió la puerta de un golpe y lo que se encontró le helo la sangre. Los cristales estaban rotos, la luz de la luna se filtraba por la ventana y la oscuridad invadía la habitación. No había nadie, nada, simplemente la soledad.
Continuara...
Notas de Autora: ¡Dios! No puedo más, tengo los dedos hechos pedazos... en realidad este es un capítulo bastante largo, pero lo tenía que ser más, no ha podido ser, prefiero dividirlo en dos. Sino es mucha información de golpe, no creen? Jejeje Ala pues, un beso y espero que les esté gustando. Adiós!!!
