PRELUDIO. UNA MENTIRA PIADOSA
El viento era insoportablemente frío y parecía rasgarle la cara con cada soplo. Los árboles se azotaban violentamente y numerosas nubes se formaban en el oscuro cielo nocturno. Sus ojos permanecían inexpresivos en la inmensa oscuridad de la noche y su cuerpo restaba inmóvil, apoyado contra una pared de un callejón oscuro de la ciudad. La mente estaba en blanco y a la vez daba mil vueltas al mismo asunto. Su rostro se vislumbraba realmente cansado y el tiempo no parecía pasar para él. Ya llevaba más de 2 horas en esa posición y su cuerpo empezaba a resentirse. Por primera vez en largos minutos se movió y empezó el camino hacia su residencia. Sin apenas parar atención al trayecto, sin salir del mundo al que se había sumido, sin tan siquiera percatarse de que una sombra le observaba de cerca, con una sonrisa malévola en sus labios y ,en la mente, un perverso plan.
El espectro de la reina permanecía silencioso ante la fiel gata. Sus ojos estaban entrecerrados y sus manos jugueteaban nerviosas sobre la suave tela que cubría su casi desnudez. La Reina Serenity alzó el rostro con elegancia y seguridad a la vez que miraba directamente a Luna. Sus hermosos ojos de un azul tan profundo como los de su hija permanecían tristes y parecían ser castigados por el sentido de culpa.
- Querida Luna. Por dónde empezar...
- Por el principio alteza. Por favor, dígame lo que la tiene tan preocupada, quiero saber toda la verdad, necesito saberla.
- Luna, las visiones que visteis mi hija y tú hace ya casi 2 años no eran visiones del futuro. Estas habían sido creadas por mí.
- ¿Que?
- Sí, era un daño necesario. Ambas conocemos a mi hija. Tenía que provocar de alguna manera su atención. Se había despistado y realmente no trabajaba su forma de luchar, su técnica ni sus modales como princesa. Yo sabía que muy pronto se desatarían revueltas en Madrid. Los vampiros se están multiplicando y necesitan alimentarse en las grandes ciudades. Mi hija debía llevar a cabo esta misión sola. No puede depender de las chicas y de su príncipe todo el tiempo.
- Pero mi señora... ¿no había otra forma? Ha sufrido mucho la soledad. Serena es una persona activa y feliz. Sin embargo ahora se la ve triste, desolada. ¿Era necesario que mintiera a Darien también? Ambos están sufriendo.
- Lo sé. La aparición de Darien fue algo imprevisto. Había una antigua dicha en la luna que decía " si el amor es verdadero, las coincidencias del destino jamás permitirán vuestra separación" No hay duda que es el caso de mi hija.
- Entonces... la vida de Darien ¿no corre peligro?
- Sí. La vida de Darien corre peligro. No es ni la mitad de poderoso que mi hija. Realmente Serena se ha convertido en toda una princesa. Es educada, poderosa, elegante y de muy buen corazón. Pero esta misión... creo que será demasiado para mi hija. Ella necesita el apoyo de todos sus amigos, sin embargo ellas no están ni preparadas, ni cerca. Darien es el único que puede hacerlo. No hay duda de que el amor es lo único que siempre vence. Por eso quiero que le cuentes a él todo. El por qué Serena le ha dicho que no le ama. Darien debe saber toda la historia y cuento contigo para ello. Luna, debes revelar toda la verdad a ambos. Ahora debo irme. Te confío a ti el destino de mi hija.
La reina se acercó a la sorprendida gata y acarició suavemente su mentón, tal y como solía hacerlo en la Luna. Seguidamente se acercó y beso la insignia que relucía hermosa en la frente de su fiel servidora. Sonrío por última vez a Luna y se despidió suavemente con la mano para desaparecer entre el aroma de las rosas. El sabio animal permanecía inmóvil. Finalmente sonrío feliz y salió en busca de Darien, al cual había visto hace unos minutos. La universidad estaba repleta de estudiantes y le fue del todo imposible seguir el rastro del joven. Tampoco vio a Serena, así que optó por salir en busca de Darien. Creía saber dónde encontrar al muchacho.
Los gritos de los universitarios aún se oían a través de la puerta. Ella se mantenía apoyada en una de las paredes, mientras evitaba a duras penas que las lágrimas no escaparan de sus azulados ojos. No había ninguna duda, era él el que estaba tras la multitud. Sus ojos se habían clavado fríamente y duramente en su memoria, y miles de recuerdos dulces pasaban ahora por su mente. Recuerdos vividos en la Luna, antes de la aparición de Beryl, recuerdos de su vida en Tokio, cuando era esa niña despistada y llorona que discutía por todo. Pero sobretodo, los recuerdos vividos últimamente. Su corazón se aceleró una vez más y ya no pudo contener las lágrimas. Se dejó abatir resbalando por la pared y cayó rendida al suelo en un llanto sordo. Le dolía terriblemente estar separada de él, y lo peor de todo era que no sabía cuanto tiempo permanecería sin él, ni tan sólo si sobreviviría a la dura lucha. Temía por su vida, pero sobre todo, por la de su amado Darien. Necesitaba estar absolutamente segura de que este no corría peligro alguno. Le había resultado una pesadilla tener que fingir indeferencia al verle tras toda la muchedumbre y casi se había tenido que sujetar a si misma para no acudir a sus brazos al ver su dolido rostro. Sin embargo no tenía otro remedio, debía fingir que no le amaba, que le era indiferente, y sobre todo, que era feliz sin su compañía. Sabía que a corto plazo le estaba haciendo sufrir, pero a la larga, esa sería precisamente su salvación. Muchas veces pensó que hubiera sido de Darien si ella no hubiera aparecido. Esa sola idea hizo que su corazón diera de nuevo un vuelco y se sintió terriblemente culpable. Si ella no hubiera aparecido en su vida, él no se habría visto implicado en tales batallas. Seguramente habría llevado una vida de lo más normal, una vida sin guerras, luchas y dolorosas separaciones. Darien hubiera sido feliz al lado de otra mujer, pues él era demasiado maravilloso, seguro que una mujer mucho más digna que ella le habría robado el corazón y ahora le estaría haciendo inmensamente feliz. Dos lágrimas más resbalaron por su hermoso rostro, que ahora permanecía igual de suave a pesar de las saladas gotas que fluían en él. Abrazó su cuerpo con fuerza mientras un grito se ahogaba en su corazón. Seguramente ella era la causante de todo el sufrimiento que Darien, su príncipe adorado, había tenido que soportar y que todavía seguía consumiéndole.
Unos minutos habían pasado. Su rostro restaba mucha más clamado, y su respiración ya no era tan agitada. Sus mejillas permanecían sonrosadas a la vez que sus labios habían dejado de temblar. Sus ojos, brillantes y tan profundos como el más puro océano estaban aún demacrados por su anterior llanto y sus manos seguían apretadas fuertemente contra su pecho, en el cual descansaba su corazón que ya no latía tan agitadamente. El silencio se formó a su alrededor y poco a poco sus párpados fueron cediendo. Su cuerpo se sentía cada vez más pesado y un intenso sueño se estaba apoderando de ella. Casi sin poder evitarlo, Serena se quedó profundamente dormida en el suelo de la habitación, acurrucada contra la pared que tan pacientemente había acompañado su pena. Ningún sueño o pesadilla la perturbaba, simplemente descansaba, su mente necesitaba unas horas de absoluto reposo.
El viento era cada vez más y más violento, dificultando así su interminable búsqueda. Ya llevaba más de dos horas tambaleándose sin rumbo fijo por el retiro. El cielo se había cubierto de espesas nubes y algunos truenos empezaban a oírse a su alrededor. Luna había recorrido gran parte del retiro sin éxito alguno y sus fuerzas y ánimo estaban decayendo por minutos. Sus felinos ojos marrones relucían en la oscuridad que se había formado en tan pocos segundos, pero estos no lograban hallarle por más que lo desearan. El cielo empezó a ceder y plateadas lágrimas se precipitaban al suelo, mojando el negro pelaje de ella, que ahora corría hasta un callejón situado frente sus ojos. Se adentró en él suspirando. Aquel estrecho rincón la protegía del violento aire y a su vez, de las cristalinas aguas que escapaban furiosas de la tremenda tormenta que ahora amenazaba toda la ciudad de Madrid. La noche había caído.
Un sonido despertó los nervios de la gata que se puso instintivamente en defensiva. La figura de un joven viril se formó ante sus ojos. Este no se había percatado de la presencia del animal, que ahora lo observaba tristemente con camuflada curiosidad. El chico no se movía en absoluto, parecía estar sumiso en sus pensamientos, y en sus inexpresivos ojos dos lágrimas luchaban por permanecer en ellos. Luna observó claramente la faz del chico y una sonrisa melancólica se formó en su rostro. Se acercó lentamente, sin hacer ruido alguno. La gata se percató entonces de que un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del joven que se movió por primera vez desde que le observaba. Su mirada brilló por un instante y su atractivo cuerpo se empezó a deslizar, separándose de la pared en la que estaba apoyado. Darien empezó a dirigirse hacia la salida del callejón, no parecía importarle en absoluto que el cielo estuviera llorando gotas de plata. La gata no esperó mucho y antes de que el joven se alejara más llamó su atención interrumpiendo su marcha.
- Espera un momento Darien.
Él se paró desganado y giró el rostro lentamente hasta hallar en la oscuridad a Luna. Esta le miraba con una tierna sonrisa y se estaba acercando cuidadosamente hasta él. La gata dio un salto hasta acabar en brazos de Darien, que la acarició casi por instinto mientras la apretaba en sus fuertes brazos. Luna le agradeció el gesto y le miró de frente.
- Quería hablar contigo. Es muy importante.
- Me quieres hablar de Serena, ¿verdad?- La voz de Darien permanecía fría y entrecortada. Era una voz que deseaba ocultar su pena, pero no parecía lograr su cometido.
- Sí. En realidad he venido para aclarar unos puntos que quizá podrán ayudarte y ayudarla también a ella. Darien, hay muchas cosas que desconoces. Cosas que ni yo sabía hasta hoy. Debes escucharme.
- Luna... ahora no me siento con fuerzas. Quizá más adelante.
- ¡No! Debe ser ahora. Esto no puede esperar- Los ojos de Luna se clavaron suplicantes en los de él, que luchaban para contener el dolor.
- De veras Luna, ahora no puedo.- Dejó suavemente al animal en el suelo y se giró ante los desconcertados ojos de la gata que no sabía que hacer para que reaccionara. Jamás había visto a Darien tan abatido. Incluso él había cambiado. Casi tanto cómo su querida Serena. Ahora era mucho más abierto a sus sentimientos y mucho más honesto. Su rostro seguía siendo tan sabio y hermoso como antaño, pero en esos días era un espejo. Se podía ver claramente su dolor en aquellos preciosos ojos azul marino.
- Serena te ama con locura Darien, de eso puedes estar seguro.- El joven paró en seco. Se giró lentamente de nuevo y observó a Luna que permanecía seria y decidida. - Serena te ama Darien, no lo dudes. Ha sufrido mucho, sufre mucho y seguirá sufriendo mientras tú no te decidas a escucharme.
- No te entiendo Luna, no te entiendo en absoluto.- Darien permanecía desconcertado y deseoso de que la gata siguiera con su explicación.
- Dios, realmente después de todo lo que has vivido con ella estos días, después de luchar por vuestro amor a pesar de que ambos engañabais a alguien y de compartir mucho más de lo que jamás habíais compartido...realmente después de todo eso... ¿has podido dudar de que te amaba? Jamás creí que estuvieras tan ciego Darien. ¿Acaso mientras duró la mentira que has vivido estos días no has recordado los ojos de Serena al mirarte? El tono de su voz, sus palabras y sus reacciones inesperadas que eran producto del estallido de sus verdaderos sentimientos, las lágrimas derramadas en cuanto te veía en peligro o simplemente la mirada enamorada que le aparecía en el rostro cada vez que te veía. ¿Acaso no te dabas cuenta de todos esos gestos incapaces de ser ocultados?
Darien permanecía más que desconcertado. Su corazón empezó a latir rápidamente y sus pupilas se dilataron excesivamente.
- ¿Que me estas intentando decir Luna? ¿Qué Serena me ama? Me mintió, no me dijo que era ella. Todo este tiempo he pensado que la estaba traicionando, me sentía realmente culpable por mis sentimientos, ella lo sabía, y aún así no me lo confesó. ¿Por qué he de creer entonces que no ha jugado conmigo? ¿ Por qué he de pensar que todo lo que hacía no era para intentar volver a sentir lo de antaño sin éxito? Ahora entiendo las mil veces que intentó distanciarse de mí. Ella no quería tener que fingir, por eso no me reveló su identidad, para poder mantenerse alejada. Pero seguramente la culpa la inundó e intentó esforzarse por amarme de nuevo. ¿ Por qué tengo que creerte? ¿ Por qué debo confiar en ella?
- ¡Tu no tienes ni idea de lo que ella ha sufrido! ¡Sabes de sobra que Serena jamás ha sido así!- Luna se alteró hasta el punto de gritar a Darien. De sus ojos fluían dos lágrimas rebeldes y luchaba con todas sus fuerzas para no acusar a Darien de insensible. Se calmó como pudo ante el atónito rostro de Darien que tomó asiento casi sin quererlo y agachó la cabeza mirando fijamente al suelo. - Serena ha sufrido mucho. Ella te ha amado siempre, te ama y te amará toda la vida. La única razón por la que se alejó de vosotros, de las chicas, de su familia y de ti, fue para protegeros. - Darien observó entonces a Luna asombrado e indeciso. Se agachó al suelo y miró a la gata a los ojos suplicando una explicación.- Te lo contaré todo, pero debes oír mi explicación hasta el final. Debes conocer toda la verdad desde que te fuiste a los Estados Unidos.
- Claro. Ahora me siento mucho más calmado. Perdona Luna, ya sé que siempre puedo confiar en ti.
"Después de derrotar a Galaxia y de que el caos fuera devuelto a su lugar de origen, la calma se apoderó de la ciudad. Tú volviste a Estados Unidos a los pocos meses del final de la lucha. Serena se resignó a esperarte y se conformó en hablar de vez en cuando contigo y en escribir todos los días. Sin embargo su rostro alegre y dulce se había vuelto melancólico y había perdido el entusiasmo de antes. Las chicas intentaban animarla sin éxito y la escuela empezaba a irle todavía peor. Siempre estaba con la cabeza en las nubes y no hacía nada más que mirar la tele y comer pasteles. Todos estábamos desesperados. Una noche nos reunimos las chicas, Artemís y yo para hablar del asunto. Unánimemente decidimos que Ray te llamaría para explicártelo todo e intentar que volvieras. Sin embargo Serena, que permanecía en la puerta, lo había escuchado todo y se acercó silenciosamente.
- No os voy a dejar que lo hagáis.
Nos pilló a todos por sorpresa. Ella se puso a llorar silenciosamente y nos dijo que jamás se perdonaría ser la culpable de que tus sueños no se hicieran realidad. Nos explicó que no quería ser una carga para ti y que si tus deseos eran estudiar allí nada debía alterar tu concentración. Lo que menos deseaba era que tu te sintieras culpable. Entonces nos dedicó una sonrisa sincera y, todavía con lágrimas en los ojos, nos agradeció el detalle de preocuparnos por ella y nos prometió esforzarse más en ser la de siempre. A partir de ese momento Serena empezó a comportarse como antes, o a intentarlo, ya que aunque hacia vida normal sus ojos y su sonrisa mostraban melancolía. Unas semanas después de todo aquello, a Serena y a mi se nos reveló un sueño. Una pesadilla que nos mostró un futuro reinado por el caos y la destrucción y en el cual ustedes habían dejado de existir. Serena se asustó muchísimo. Seguidamente, y aún dentro del sueño, apareció ante su presencia la Reina Serenity, que nos reveló la verdad de ese futuro. Le dijo a Serena que debía prepararse para una nueva lucha. Una mucho más peligrosa y dura, y que debía enfrentarse a ella sola, pues de no ser así las imágenes que había contemplado en ese sueño se harían realidad. Le dijo que entrenara su forma de luchar, que se formará como princesa y que cuidara su belleza, pues muy pronto debería enfrentarse a un dolor mayor que el vivido anteriormente. Sin embargo también le advirtió de que una sola intervención tuya, provocaría un desastre, pues tú jamás podrías sobrevivir a la batalla, y sin ti ella jamás podría vivir. Besó su frente y la animó a seguir adelante diciéndole que mientras hiciera eso, nada saldría mal y podría volver a vuestro lado convertida en una auténtica princesa digna de ser poseedora del cristal de plata."
Darien escuchaba a Luna con los ojos dilatados y sorprendidos. Su mente estaba de lo más confusa y su corazón palpitaba velozmente. Luna le miró a los ojos y entendió que debía proseguir. Así que devolvió su vista al suelo y siguió con su relato.
"A partir de ese día, Serena se esforzó muchísimo en todo lo referente a mejorar. Pidió a Amy ayuda en los estudios, quedaban todas las tardes después de clase y pasaban horas repasando y estudiando. Amy se portó muy bien con ella, a pesar de que perdía tiempo para su estudio libre y avanzado. Serena salía muy temprano a correr y luego preparaba el desayuno a su familia, así se mantenía en forma y aprendió a cocinar divinamente. Después de las clases con Amy, iba a ver a Makoto, quien le enseñaba artes marciales junto a Urano, que siempre que su trabajo se lo permitía, participaba en los combates. A la vez que Makoto perfeccionaba su cocina y enseñaba las labores del hogar a Serena. Los sábados por la mañana ayudaba a Rey en el templo, desde barrer hasta vender amuletos o predicciones. A la vez aprendió algunas artes referidas al fuego que Rey le enseñó por orden mía. El resto del día lo pasaba con Michiru y Minako, asistiendo a clases de canto y danza. El domingo lo pasaba con Setsuna, que trabajaba en una empresa administrativa. Así, junto con el trabajo en el templo y los domingos con Setsuna pudo reunir el dinero suficiente para venir aquí. En los ratos que le sobraban, que eran pocos, Hotaru le hacia clase de historia, pero no de historia terrestre, sino de los días en que existió el milenio de plata.
Este ajetreado entrenamiento duró poco más de un año, en el cual Serena perfeccionó increíblemente sus técnicas de combate, espirituales y sus conocimientos en estudios, educación, canto y danza. Las chicas no entendían el sorprendente afán de Serena por aprender y progresar, y lo que más impresionó a las chicas es que aguantara tanto tiempo, sin una sola queja, sin un solo despiste. Sin embargo yo sabía que si se había puesto tan en serio era por ellas, por ellas y por ti. Pues sabía que cualquier descuido en la lucha que se avecinaba sería fatal y acabaría fácilmente con vuestras vidas.
Muchas noches podía oír su llanto en el silencio de la habitación. Serena estaba trabajando muy duro y por si fuera poco apenas podía dormir por las noches. El sueño la torturaba una vez por semana más o menos y además presentía que el enemigo estaba ya cerca. Una mañana me levanté temprano y vi a Serena que estaba mirando fijamente por la ventana, sin estar triste, sin llorar, simplemente miraba el paisaje con rostro decidido. En cuanto se percató de mi presencia se giró y seriamente me dijo: Ya tengo los billetes, el lunes partimos hacia España, dónde nos espera nuestro nuevo enemigo. He reunido a las chicas a las 11, hablaré con ellas y les diré que he decidido partir a una universidad Española, al fin y al cabo he logrado una beca y una de las opciones era esa. No te preocupes por nada Luna, yo me encargaré de todo.
Después de eso se acercó a mí, que todavía permanecía sin habla y me beso en la frente, tal y como su madre solía hacer. Me sonrió dulcemente y salió a correr, como todas las mañanas.
Todo transcurrió muy rápido para mí. En dos días Serena había comunicado a las chicas su partida, llamó a la Universidad y se dio de alta. Consiguió la habitación en la residencia y se aseguró de todos y cada uno de los detalles de los paquetes de mudanza, que llevarían sus cosas allí por transporte aéreo. Tanto sus padres como las chicas se sentían terriblemente afligidas por su marcha, no entendían su cambio repentino, ni su madurez. En un esfuerzo conjunto y con mi ayuda hicieron una fiesta de despedida a Serena, que lloró de la emoción. Dos días después estábamos en Madrid.
Pasó un mes y todavía no había rastros de los enemigos. Pensé que Serena se había equivocado, que se había dejado llevar por sus emociones y que realmente el enemigo no había aparecido. Pero una noche Serena fue atacada en una calle oscura. Se transformó rápidamente en Sailor Moon, sin embargo con su poder no podía convertir al nuevo enemigo en una persona corriente, ni tampoco podía destruirlo. Recuerdo perfectamente esa noche. Serena estaba sujeta por la fuerte mano de un vampiro que estaba a punto de alimentarse de ella. Esta no paraba de llorar a la vez que gritaba que no había servido de nada todo su esfuerzo. Estaba dispuesta a abandonar y dejarse matar por ese extraño ser, sin embargo el monstruo dijo algo que la hizo reaccionar "dudo que tu familia te eche de menos, niña llorona" Ella reaccionó violentamente y golpeó con una precisa patada el estomago de su oponente. El símbolo de la luna apareció en su frente y sus ropas empezaron a cambiar hasta formarse las que ahora lleva. Una espada se formó en sus manos y con una fuerza digna de Makoto clavó la espada en el corazón de ese horrible ser, que se estremeció de dolor. Yo salí corriendo hasta ella y me disponía a felicitarla por su nueva transformación, pero ella se había quedado firme, rígida. De sus ojos brotaban numerosas lágrimas y sus manos temblaban por la ira. Yo me acerqué lentamente mencionando su nombre. Ella cerró los ojos con impotencia y me chilló: ¡Le he matado! ¿Cómo he sido capaz de matar a un ser vivo? ¿Cómo? Mis manos están manchadas con su sangre y la culpa se ha apoderado de mí. ¡Soy una miserable!
Seguidamente se desplomó en el suelo y cayó de rodillas mientras lloraba dolorosas lágrimas. Yo no sabía como consolarla. Cada vez lloraba más y más fuerte y apenas podía acercarme a ella. Pero la voz de la reina Serenity se oyó entonces en nuestras cabezas: Querida hija, no debes sentirte culpable. Tú has salvado el alma de ese ser, de otra forma al morir su cuerpo, su alma habría desaparecido entre los gritos de la oscuridad, y jamás hubiera podido descansar. No se puede salvar una vida condenada, pero sí su alma. Estoy segura de que te lo agradece profundamente y que era la única y mejor forma de solucionar este conflicto. Estoy muy orgullosa de ti, mi niña, y a partir de ahora tu misión es salvar a todas esas almas. Destruye su vida condenada con tu espada de plata y daña sus cuerpos con la luz de tu cristal. Esa es la única forma de salvarles. Cuídate amor.
Serena se calmó entonces, sin embargo sus ojos todavía lloraban y su ánimo no había subido gran cosa. Me miró a los ojos y se levantó lentamente. Su transformación desapareció y entonces me dijo sin ningún sentido ni viniendo al caso: Estoy harta de mi pelo, mañana creo que iré a cortármelo. Llevo todo el día pensándolo y es lo mejor. ¿No crees? Además, me irá perfecto para luchar. ¿Vamos a casa?
El resto fueron batallas diarias. El enemigo empezaba a atacar en serio, y algunas noches debía destruir a 2 o 3 vampiros. La mayoría luchan en solitario, pero de vez en cuando algunos grupos se acercaron hasta nosotros. El primer año fue de lo más duro. Serena podía notar ataques y aparecía a tiempo, pero en algunas ocasiones, muchas en realidad, atacaban al mismo tiempo en lugares diferentes, por lo cual Serena no podía acudir a salvar a ambos. A medida que pasaba el tiempo íbamos aprendiendo más cosas de ellos, y cada vez resultaba más fácil predecir sus movimientos. Sin embargo, cuando llevábamos unos 6 meses, y Serena empezaba a estar menos afligida por las muertes de esas personas que no podía llegar a salvar y por la impotencia de no poder dar una vida humana a esas criaturas, apareció un enemigo mucho más poderoso. Una noche la princesa notó un increíble poder que nos seguía. Se escondió en el primer callejón que observó y se transformó. La criatura que nos acechaba no se hizo esperar y sin dar tiempo a Serena se lanzó a sus espaldas provocando una profunda herida en su delicada piel. Serena cayó al suelo sudorosa y dolorida. Recuerdo que yo intenté hacer algo, pero el vampiro me golpeo con tanta fuerza que no me dejó inconsciente de milagro, aunque creo, que simplemente lo quiso así. Serena se levantó con un gran esfuerzo, pero antes de que pudiera empuñar de nuevo su espada ya estaba en los aires debido a un golpe en el estomago. Todavía me dan escalofríos cada vez que recuerdo el sonido de su cuerpo al caer. Pude oír su brazo crujir, a pesar de la distancia que nos separaba. El vampiro se acercó a su cuerpo inconsciente y la cogió sin ningún tipo de delicadeza por el cuello. Se lo acercó velozmente y se dispuso a clavar sus dientes en él. Sin embargo Serena, que había fingido estar inconsciente, apuñaló con su espada el corazón de la criatura, que se había confiado demasiado. Esta rugió de dolor, pero seguía en pie. Se sacó la espada y su herida empezaba a curarse, Serena palideció. Su cristal empezó a brillar entonces y se disparó un rayo de luz plateada hasta perforar el corazón del vampiro. Este cayó al suelo inerte y se convirtió en polvo. Yo me levanté dolorosamente con una sonrisa en mis labios, pero esta desapareció al instante, pues Serena se desplomó en el suelo, casi sin aliento. Sus ojos perdieron el brillo y su respiración era realmente agitada. Le grité e intenté hacerla reaccionar, pero no lo hacía. A los pocos minutos llamé una ambulancia que vino rápidamente. Entró en estado de coma. Me asusté hasta el punto de querer llamaros a vosotros. Sin embargo cuando me disponía a hacerlo Serena despertó, cómo si hubiera presentido lo que iba a hacer. Me sonrió dulcemente y me dijo que a partir de ahora ya sabía como debía eliminar a esas criaturas con su cristal, que sería duro, y que posiblemente quedaría exhausta los primeros días, pero que era su deber y así lo haría, pues así se lo había pedido su madre, la Reina.
El resto del año, antes de que aparecieras tú, nos dedicamos a destruir a vampiros solitarios y a derrumbar los locales de concentración. Los vampiros son criaturas de la noche, y se reúnen en numerosos locales de las ciudades. Hemos destruido 5 guaridas, y todas y cada una de ellas estaban abarrotadas. Sin embargo calculamos que nos quedan unas 20 por destruir. Realmente el trabajo acaba de empezar. Pero las guaridas son centros de reuniones para los vampiros débiles, los fuertes, cómo Armand, Dimitri, Louis o Lestat no suelen concentrarse en esos lugares, y si lo hicieran, no serían destruidos. Pero entonces, llegaste tú."
Darien salió de su trance por un momento al oír la última frase del relato. Realmente Serena había sufrido mucho hasta entonces. Quería preguntarle el por qué de toda esa mentira. Quería saber sobre todas las cosas por qué Serena le dijo que no le amaba. Sin embargo observó que la gata no había terminado y cargándose de paciencia la dejó continuar.
" Serena se alarmó mucho en cuanto te vio en la cocina. Se cambió el color de los ojos, confiando en que su cambio, tanto físico como mental, hicieran que no la reconocieras. Y funcionó muy bien, o habría funcionado muy bien, de no ser porqué ambos se atraían tanto que no podía distanciarse de ti. Yo la veía consumirse en su mentira, y también comprendía tu sufrimiento, pues creías estar engañando a Serena. Al ver tus ojos por primera vez después de todo, vi que te habías enamorado profundamente de ella, otra vez. E incluso más que antes, pues ahora Serena es la princesa de antaño, la princesa que amaste. Ella estaba desesperada pues se sentía tremendamente culpable. Te estaba mintiendo, a la vez que te estaba acercando cada vez más a la batalla. Quería protegerte sobre todas las cosas, pero a la vez le costaba demasiado distanciarse o fingir ante ti. La noche en que te dijo que no te amaba lo hizo con el único objetivo de protegerte, tal y cómo tu hiciste hace ya unos años, cuando tuviste aquellos sueños. Yo le seguí el juego para que no te pusieras en peligro, aún sabiendo que ahora sufriría todavía más, y tu también. Pero esa es toda la verdad Darien. Serena te ama, igual o más que nunca. Te ama."
Dos lágrimas caían por el rostro de Darien, que miraba a Luna con una sonrisa, la cual le correspondía del mismo modo. Él la cogió en sus brazos y la abrazó con fuerza.
- Gracias Luna, ahora lo entiendo todo. He sido un estúpido.
- No, sólo te has comportado cómo un tonto enamorado, lo mismo que ella. Bien parece que el amor mata neuronas.
Ambos sonrieron, sin embargo Darien se separó por unos momentos dejando de nuevo a Luna en el suelo.
- Pero un momento, si le seguiste entonces el juego a Serena para protegerme....¿ por qué me lo cuentas ahora?
- Pues verás, la reina se ha revelado ante mí y me ha confesado que los sueños que ambas hemos tenido, habían sido provocados por ella, para hacer despertar a Serena de su niñez. Todos sabemos que Serena no lo habría hecho por voluntad propia, y no puede depender de vosotros. Sin embargo la reina no contaba con tu aparición, realmente eso lo ha cambiado todo. Aunque tampoco hubiera imaginado nunca tener a un enemigo como Lestat. Me ha confesado que el único modo de vencer es con el amor que Serena y tú os profesáis, y también es ella quién me ha pedido que te confesara todo. Ahora debes cuidar de Serena, y ella de ti. Estáis hechos el uno para el otro.
- Ahora todo tiene sentido.
Darien se levantó repentinamente y dándole las gracias a Luna quiso partir en busca de ella. Sin embargo una sombra le barro el paso. Una carcajada resonó en todo el callejón y la gata corrió al lado de Darien que intentaba vislumbrar a su oponente.
- Interesante historia. Eso aún me convence más de que mi plan no puede fallar.
- ¿Lestat?
- Un simple mortal cómo tu no tiene derecho a pronunciar mi nombre.
El aire era fresco y el cielo había dejado de llorar. Entre las oscuras nubes, que empezaban a disiparse, se empezaban a vislumbrar las estrellas. Serena dormía en el suelo, acurrucada, abrazada a sí misma buscando protección. Pero un fuerte sonido interrumpió bruscamente su sueño. Parpadeó ligeramente y abrió sus párpados algo alterada. Una figura estaba frente a la ventana. Se levantó instintivamente y se puso en guardia.
- Soy yo princesa.
- ¿Louis? ¿Qué haces aquí?
- Seguidme, Lestat trama algo muy grabe.
- ¿Qué? Debo avisar a Luna.
- No os molestéis, Luna lo sabe.
- ¿Pero cómo podría...?
- Lestat la tiene capturada, junto con vuestro príncipe.
Los ojos de Serena se dilataron horriblemente, a la vez que su cuerpo palidecía y se derrumbaba en el piso. Sus labios temblaban y la vista se le había nublado. Un susurro salió de sus pálidos labios a la vez que su corazón se paraba en seco.
- Darien...
Continuará...
Notas autora: Al fin!! Perdón si este capítulo se les hace pesado, pero era muy importante dejar claro el pasado de Serena para que entiendan esta historia a la perfección. No se pierdan el próximo capítulo. Va a ser... cómo decirlo... emocionante!!!
El viento era insoportablemente frío y parecía rasgarle la cara con cada soplo. Los árboles se azotaban violentamente y numerosas nubes se formaban en el oscuro cielo nocturno. Sus ojos permanecían inexpresivos en la inmensa oscuridad de la noche y su cuerpo restaba inmóvil, apoyado contra una pared de un callejón oscuro de la ciudad. La mente estaba en blanco y a la vez daba mil vueltas al mismo asunto. Su rostro se vislumbraba realmente cansado y el tiempo no parecía pasar para él. Ya llevaba más de 2 horas en esa posición y su cuerpo empezaba a resentirse. Por primera vez en largos minutos se movió y empezó el camino hacia su residencia. Sin apenas parar atención al trayecto, sin salir del mundo al que se había sumido, sin tan siquiera percatarse de que una sombra le observaba de cerca, con una sonrisa malévola en sus labios y ,en la mente, un perverso plan.
El espectro de la reina permanecía silencioso ante la fiel gata. Sus ojos estaban entrecerrados y sus manos jugueteaban nerviosas sobre la suave tela que cubría su casi desnudez. La Reina Serenity alzó el rostro con elegancia y seguridad a la vez que miraba directamente a Luna. Sus hermosos ojos de un azul tan profundo como los de su hija permanecían tristes y parecían ser castigados por el sentido de culpa.
- Querida Luna. Por dónde empezar...
- Por el principio alteza. Por favor, dígame lo que la tiene tan preocupada, quiero saber toda la verdad, necesito saberla.
- Luna, las visiones que visteis mi hija y tú hace ya casi 2 años no eran visiones del futuro. Estas habían sido creadas por mí.
- ¿Que?
- Sí, era un daño necesario. Ambas conocemos a mi hija. Tenía que provocar de alguna manera su atención. Se había despistado y realmente no trabajaba su forma de luchar, su técnica ni sus modales como princesa. Yo sabía que muy pronto se desatarían revueltas en Madrid. Los vampiros se están multiplicando y necesitan alimentarse en las grandes ciudades. Mi hija debía llevar a cabo esta misión sola. No puede depender de las chicas y de su príncipe todo el tiempo.
- Pero mi señora... ¿no había otra forma? Ha sufrido mucho la soledad. Serena es una persona activa y feliz. Sin embargo ahora se la ve triste, desolada. ¿Era necesario que mintiera a Darien también? Ambos están sufriendo.
- Lo sé. La aparición de Darien fue algo imprevisto. Había una antigua dicha en la luna que decía " si el amor es verdadero, las coincidencias del destino jamás permitirán vuestra separación" No hay duda que es el caso de mi hija.
- Entonces... la vida de Darien ¿no corre peligro?
- Sí. La vida de Darien corre peligro. No es ni la mitad de poderoso que mi hija. Realmente Serena se ha convertido en toda una princesa. Es educada, poderosa, elegante y de muy buen corazón. Pero esta misión... creo que será demasiado para mi hija. Ella necesita el apoyo de todos sus amigos, sin embargo ellas no están ni preparadas, ni cerca. Darien es el único que puede hacerlo. No hay duda de que el amor es lo único que siempre vence. Por eso quiero que le cuentes a él todo. El por qué Serena le ha dicho que no le ama. Darien debe saber toda la historia y cuento contigo para ello. Luna, debes revelar toda la verdad a ambos. Ahora debo irme. Te confío a ti el destino de mi hija.
La reina se acercó a la sorprendida gata y acarició suavemente su mentón, tal y como solía hacerlo en la Luna. Seguidamente se acercó y beso la insignia que relucía hermosa en la frente de su fiel servidora. Sonrío por última vez a Luna y se despidió suavemente con la mano para desaparecer entre el aroma de las rosas. El sabio animal permanecía inmóvil. Finalmente sonrío feliz y salió en busca de Darien, al cual había visto hace unos minutos. La universidad estaba repleta de estudiantes y le fue del todo imposible seguir el rastro del joven. Tampoco vio a Serena, así que optó por salir en busca de Darien. Creía saber dónde encontrar al muchacho.
Los gritos de los universitarios aún se oían a través de la puerta. Ella se mantenía apoyada en una de las paredes, mientras evitaba a duras penas que las lágrimas no escaparan de sus azulados ojos. No había ninguna duda, era él el que estaba tras la multitud. Sus ojos se habían clavado fríamente y duramente en su memoria, y miles de recuerdos dulces pasaban ahora por su mente. Recuerdos vividos en la Luna, antes de la aparición de Beryl, recuerdos de su vida en Tokio, cuando era esa niña despistada y llorona que discutía por todo. Pero sobretodo, los recuerdos vividos últimamente. Su corazón se aceleró una vez más y ya no pudo contener las lágrimas. Se dejó abatir resbalando por la pared y cayó rendida al suelo en un llanto sordo. Le dolía terriblemente estar separada de él, y lo peor de todo era que no sabía cuanto tiempo permanecería sin él, ni tan sólo si sobreviviría a la dura lucha. Temía por su vida, pero sobre todo, por la de su amado Darien. Necesitaba estar absolutamente segura de que este no corría peligro alguno. Le había resultado una pesadilla tener que fingir indeferencia al verle tras toda la muchedumbre y casi se había tenido que sujetar a si misma para no acudir a sus brazos al ver su dolido rostro. Sin embargo no tenía otro remedio, debía fingir que no le amaba, que le era indiferente, y sobre todo, que era feliz sin su compañía. Sabía que a corto plazo le estaba haciendo sufrir, pero a la larga, esa sería precisamente su salvación. Muchas veces pensó que hubiera sido de Darien si ella no hubiera aparecido. Esa sola idea hizo que su corazón diera de nuevo un vuelco y se sintió terriblemente culpable. Si ella no hubiera aparecido en su vida, él no se habría visto implicado en tales batallas. Seguramente habría llevado una vida de lo más normal, una vida sin guerras, luchas y dolorosas separaciones. Darien hubiera sido feliz al lado de otra mujer, pues él era demasiado maravilloso, seguro que una mujer mucho más digna que ella le habría robado el corazón y ahora le estaría haciendo inmensamente feliz. Dos lágrimas más resbalaron por su hermoso rostro, que ahora permanecía igual de suave a pesar de las saladas gotas que fluían en él. Abrazó su cuerpo con fuerza mientras un grito se ahogaba en su corazón. Seguramente ella era la causante de todo el sufrimiento que Darien, su príncipe adorado, había tenido que soportar y que todavía seguía consumiéndole.
Unos minutos habían pasado. Su rostro restaba mucha más clamado, y su respiración ya no era tan agitada. Sus mejillas permanecían sonrosadas a la vez que sus labios habían dejado de temblar. Sus ojos, brillantes y tan profundos como el más puro océano estaban aún demacrados por su anterior llanto y sus manos seguían apretadas fuertemente contra su pecho, en el cual descansaba su corazón que ya no latía tan agitadamente. El silencio se formó a su alrededor y poco a poco sus párpados fueron cediendo. Su cuerpo se sentía cada vez más pesado y un intenso sueño se estaba apoderando de ella. Casi sin poder evitarlo, Serena se quedó profundamente dormida en el suelo de la habitación, acurrucada contra la pared que tan pacientemente había acompañado su pena. Ningún sueño o pesadilla la perturbaba, simplemente descansaba, su mente necesitaba unas horas de absoluto reposo.
El viento era cada vez más y más violento, dificultando así su interminable búsqueda. Ya llevaba más de dos horas tambaleándose sin rumbo fijo por el retiro. El cielo se había cubierto de espesas nubes y algunos truenos empezaban a oírse a su alrededor. Luna había recorrido gran parte del retiro sin éxito alguno y sus fuerzas y ánimo estaban decayendo por minutos. Sus felinos ojos marrones relucían en la oscuridad que se había formado en tan pocos segundos, pero estos no lograban hallarle por más que lo desearan. El cielo empezó a ceder y plateadas lágrimas se precipitaban al suelo, mojando el negro pelaje de ella, que ahora corría hasta un callejón situado frente sus ojos. Se adentró en él suspirando. Aquel estrecho rincón la protegía del violento aire y a su vez, de las cristalinas aguas que escapaban furiosas de la tremenda tormenta que ahora amenazaba toda la ciudad de Madrid. La noche había caído.
Un sonido despertó los nervios de la gata que se puso instintivamente en defensiva. La figura de un joven viril se formó ante sus ojos. Este no se había percatado de la presencia del animal, que ahora lo observaba tristemente con camuflada curiosidad. El chico no se movía en absoluto, parecía estar sumiso en sus pensamientos, y en sus inexpresivos ojos dos lágrimas luchaban por permanecer en ellos. Luna observó claramente la faz del chico y una sonrisa melancólica se formó en su rostro. Se acercó lentamente, sin hacer ruido alguno. La gata se percató entonces de que un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del joven que se movió por primera vez desde que le observaba. Su mirada brilló por un instante y su atractivo cuerpo se empezó a deslizar, separándose de la pared en la que estaba apoyado. Darien empezó a dirigirse hacia la salida del callejón, no parecía importarle en absoluto que el cielo estuviera llorando gotas de plata. La gata no esperó mucho y antes de que el joven se alejara más llamó su atención interrumpiendo su marcha.
- Espera un momento Darien.
Él se paró desganado y giró el rostro lentamente hasta hallar en la oscuridad a Luna. Esta le miraba con una tierna sonrisa y se estaba acercando cuidadosamente hasta él. La gata dio un salto hasta acabar en brazos de Darien, que la acarició casi por instinto mientras la apretaba en sus fuertes brazos. Luna le agradeció el gesto y le miró de frente.
- Quería hablar contigo. Es muy importante.
- Me quieres hablar de Serena, ¿verdad?- La voz de Darien permanecía fría y entrecortada. Era una voz que deseaba ocultar su pena, pero no parecía lograr su cometido.
- Sí. En realidad he venido para aclarar unos puntos que quizá podrán ayudarte y ayudarla también a ella. Darien, hay muchas cosas que desconoces. Cosas que ni yo sabía hasta hoy. Debes escucharme.
- Luna... ahora no me siento con fuerzas. Quizá más adelante.
- ¡No! Debe ser ahora. Esto no puede esperar- Los ojos de Luna se clavaron suplicantes en los de él, que luchaban para contener el dolor.
- De veras Luna, ahora no puedo.- Dejó suavemente al animal en el suelo y se giró ante los desconcertados ojos de la gata que no sabía que hacer para que reaccionara. Jamás había visto a Darien tan abatido. Incluso él había cambiado. Casi tanto cómo su querida Serena. Ahora era mucho más abierto a sus sentimientos y mucho más honesto. Su rostro seguía siendo tan sabio y hermoso como antaño, pero en esos días era un espejo. Se podía ver claramente su dolor en aquellos preciosos ojos azul marino.
- Serena te ama con locura Darien, de eso puedes estar seguro.- El joven paró en seco. Se giró lentamente de nuevo y observó a Luna que permanecía seria y decidida. - Serena te ama Darien, no lo dudes. Ha sufrido mucho, sufre mucho y seguirá sufriendo mientras tú no te decidas a escucharme.
- No te entiendo Luna, no te entiendo en absoluto.- Darien permanecía desconcertado y deseoso de que la gata siguiera con su explicación.
- Dios, realmente después de todo lo que has vivido con ella estos días, después de luchar por vuestro amor a pesar de que ambos engañabais a alguien y de compartir mucho más de lo que jamás habíais compartido...realmente después de todo eso... ¿has podido dudar de que te amaba? Jamás creí que estuvieras tan ciego Darien. ¿Acaso mientras duró la mentira que has vivido estos días no has recordado los ojos de Serena al mirarte? El tono de su voz, sus palabras y sus reacciones inesperadas que eran producto del estallido de sus verdaderos sentimientos, las lágrimas derramadas en cuanto te veía en peligro o simplemente la mirada enamorada que le aparecía en el rostro cada vez que te veía. ¿Acaso no te dabas cuenta de todos esos gestos incapaces de ser ocultados?
Darien permanecía más que desconcertado. Su corazón empezó a latir rápidamente y sus pupilas se dilataron excesivamente.
- ¿Que me estas intentando decir Luna? ¿Qué Serena me ama? Me mintió, no me dijo que era ella. Todo este tiempo he pensado que la estaba traicionando, me sentía realmente culpable por mis sentimientos, ella lo sabía, y aún así no me lo confesó. ¿Por qué he de creer entonces que no ha jugado conmigo? ¿ Por qué he de pensar que todo lo que hacía no era para intentar volver a sentir lo de antaño sin éxito? Ahora entiendo las mil veces que intentó distanciarse de mí. Ella no quería tener que fingir, por eso no me reveló su identidad, para poder mantenerse alejada. Pero seguramente la culpa la inundó e intentó esforzarse por amarme de nuevo. ¿ Por qué tengo que creerte? ¿ Por qué debo confiar en ella?
- ¡Tu no tienes ni idea de lo que ella ha sufrido! ¡Sabes de sobra que Serena jamás ha sido así!- Luna se alteró hasta el punto de gritar a Darien. De sus ojos fluían dos lágrimas rebeldes y luchaba con todas sus fuerzas para no acusar a Darien de insensible. Se calmó como pudo ante el atónito rostro de Darien que tomó asiento casi sin quererlo y agachó la cabeza mirando fijamente al suelo. - Serena ha sufrido mucho. Ella te ha amado siempre, te ama y te amará toda la vida. La única razón por la que se alejó de vosotros, de las chicas, de su familia y de ti, fue para protegeros. - Darien observó entonces a Luna asombrado e indeciso. Se agachó al suelo y miró a la gata a los ojos suplicando una explicación.- Te lo contaré todo, pero debes oír mi explicación hasta el final. Debes conocer toda la verdad desde que te fuiste a los Estados Unidos.
- Claro. Ahora me siento mucho más calmado. Perdona Luna, ya sé que siempre puedo confiar en ti.
"Después de derrotar a Galaxia y de que el caos fuera devuelto a su lugar de origen, la calma se apoderó de la ciudad. Tú volviste a Estados Unidos a los pocos meses del final de la lucha. Serena se resignó a esperarte y se conformó en hablar de vez en cuando contigo y en escribir todos los días. Sin embargo su rostro alegre y dulce se había vuelto melancólico y había perdido el entusiasmo de antes. Las chicas intentaban animarla sin éxito y la escuela empezaba a irle todavía peor. Siempre estaba con la cabeza en las nubes y no hacía nada más que mirar la tele y comer pasteles. Todos estábamos desesperados. Una noche nos reunimos las chicas, Artemís y yo para hablar del asunto. Unánimemente decidimos que Ray te llamaría para explicártelo todo e intentar que volvieras. Sin embargo Serena, que permanecía en la puerta, lo había escuchado todo y se acercó silenciosamente.
- No os voy a dejar que lo hagáis.
Nos pilló a todos por sorpresa. Ella se puso a llorar silenciosamente y nos dijo que jamás se perdonaría ser la culpable de que tus sueños no se hicieran realidad. Nos explicó que no quería ser una carga para ti y que si tus deseos eran estudiar allí nada debía alterar tu concentración. Lo que menos deseaba era que tu te sintieras culpable. Entonces nos dedicó una sonrisa sincera y, todavía con lágrimas en los ojos, nos agradeció el detalle de preocuparnos por ella y nos prometió esforzarse más en ser la de siempre. A partir de ese momento Serena empezó a comportarse como antes, o a intentarlo, ya que aunque hacia vida normal sus ojos y su sonrisa mostraban melancolía. Unas semanas después de todo aquello, a Serena y a mi se nos reveló un sueño. Una pesadilla que nos mostró un futuro reinado por el caos y la destrucción y en el cual ustedes habían dejado de existir. Serena se asustó muchísimo. Seguidamente, y aún dentro del sueño, apareció ante su presencia la Reina Serenity, que nos reveló la verdad de ese futuro. Le dijo a Serena que debía prepararse para una nueva lucha. Una mucho más peligrosa y dura, y que debía enfrentarse a ella sola, pues de no ser así las imágenes que había contemplado en ese sueño se harían realidad. Le dijo que entrenara su forma de luchar, que se formará como princesa y que cuidara su belleza, pues muy pronto debería enfrentarse a un dolor mayor que el vivido anteriormente. Sin embargo también le advirtió de que una sola intervención tuya, provocaría un desastre, pues tú jamás podrías sobrevivir a la batalla, y sin ti ella jamás podría vivir. Besó su frente y la animó a seguir adelante diciéndole que mientras hiciera eso, nada saldría mal y podría volver a vuestro lado convertida en una auténtica princesa digna de ser poseedora del cristal de plata."
Darien escuchaba a Luna con los ojos dilatados y sorprendidos. Su mente estaba de lo más confusa y su corazón palpitaba velozmente. Luna le miró a los ojos y entendió que debía proseguir. Así que devolvió su vista al suelo y siguió con su relato.
"A partir de ese día, Serena se esforzó muchísimo en todo lo referente a mejorar. Pidió a Amy ayuda en los estudios, quedaban todas las tardes después de clase y pasaban horas repasando y estudiando. Amy se portó muy bien con ella, a pesar de que perdía tiempo para su estudio libre y avanzado. Serena salía muy temprano a correr y luego preparaba el desayuno a su familia, así se mantenía en forma y aprendió a cocinar divinamente. Después de las clases con Amy, iba a ver a Makoto, quien le enseñaba artes marciales junto a Urano, que siempre que su trabajo se lo permitía, participaba en los combates. A la vez que Makoto perfeccionaba su cocina y enseñaba las labores del hogar a Serena. Los sábados por la mañana ayudaba a Rey en el templo, desde barrer hasta vender amuletos o predicciones. A la vez aprendió algunas artes referidas al fuego que Rey le enseñó por orden mía. El resto del día lo pasaba con Michiru y Minako, asistiendo a clases de canto y danza. El domingo lo pasaba con Setsuna, que trabajaba en una empresa administrativa. Así, junto con el trabajo en el templo y los domingos con Setsuna pudo reunir el dinero suficiente para venir aquí. En los ratos que le sobraban, que eran pocos, Hotaru le hacia clase de historia, pero no de historia terrestre, sino de los días en que existió el milenio de plata.
Este ajetreado entrenamiento duró poco más de un año, en el cual Serena perfeccionó increíblemente sus técnicas de combate, espirituales y sus conocimientos en estudios, educación, canto y danza. Las chicas no entendían el sorprendente afán de Serena por aprender y progresar, y lo que más impresionó a las chicas es que aguantara tanto tiempo, sin una sola queja, sin un solo despiste. Sin embargo yo sabía que si se había puesto tan en serio era por ellas, por ellas y por ti. Pues sabía que cualquier descuido en la lucha que se avecinaba sería fatal y acabaría fácilmente con vuestras vidas.
Muchas noches podía oír su llanto en el silencio de la habitación. Serena estaba trabajando muy duro y por si fuera poco apenas podía dormir por las noches. El sueño la torturaba una vez por semana más o menos y además presentía que el enemigo estaba ya cerca. Una mañana me levanté temprano y vi a Serena que estaba mirando fijamente por la ventana, sin estar triste, sin llorar, simplemente miraba el paisaje con rostro decidido. En cuanto se percató de mi presencia se giró y seriamente me dijo: Ya tengo los billetes, el lunes partimos hacia España, dónde nos espera nuestro nuevo enemigo. He reunido a las chicas a las 11, hablaré con ellas y les diré que he decidido partir a una universidad Española, al fin y al cabo he logrado una beca y una de las opciones era esa. No te preocupes por nada Luna, yo me encargaré de todo.
Después de eso se acercó a mí, que todavía permanecía sin habla y me beso en la frente, tal y como su madre solía hacer. Me sonrió dulcemente y salió a correr, como todas las mañanas.
Todo transcurrió muy rápido para mí. En dos días Serena había comunicado a las chicas su partida, llamó a la Universidad y se dio de alta. Consiguió la habitación en la residencia y se aseguró de todos y cada uno de los detalles de los paquetes de mudanza, que llevarían sus cosas allí por transporte aéreo. Tanto sus padres como las chicas se sentían terriblemente afligidas por su marcha, no entendían su cambio repentino, ni su madurez. En un esfuerzo conjunto y con mi ayuda hicieron una fiesta de despedida a Serena, que lloró de la emoción. Dos días después estábamos en Madrid.
Pasó un mes y todavía no había rastros de los enemigos. Pensé que Serena se había equivocado, que se había dejado llevar por sus emociones y que realmente el enemigo no había aparecido. Pero una noche Serena fue atacada en una calle oscura. Se transformó rápidamente en Sailor Moon, sin embargo con su poder no podía convertir al nuevo enemigo en una persona corriente, ni tampoco podía destruirlo. Recuerdo perfectamente esa noche. Serena estaba sujeta por la fuerte mano de un vampiro que estaba a punto de alimentarse de ella. Esta no paraba de llorar a la vez que gritaba que no había servido de nada todo su esfuerzo. Estaba dispuesta a abandonar y dejarse matar por ese extraño ser, sin embargo el monstruo dijo algo que la hizo reaccionar "dudo que tu familia te eche de menos, niña llorona" Ella reaccionó violentamente y golpeó con una precisa patada el estomago de su oponente. El símbolo de la luna apareció en su frente y sus ropas empezaron a cambiar hasta formarse las que ahora lleva. Una espada se formó en sus manos y con una fuerza digna de Makoto clavó la espada en el corazón de ese horrible ser, que se estremeció de dolor. Yo salí corriendo hasta ella y me disponía a felicitarla por su nueva transformación, pero ella se había quedado firme, rígida. De sus ojos brotaban numerosas lágrimas y sus manos temblaban por la ira. Yo me acerqué lentamente mencionando su nombre. Ella cerró los ojos con impotencia y me chilló: ¡Le he matado! ¿Cómo he sido capaz de matar a un ser vivo? ¿Cómo? Mis manos están manchadas con su sangre y la culpa se ha apoderado de mí. ¡Soy una miserable!
Seguidamente se desplomó en el suelo y cayó de rodillas mientras lloraba dolorosas lágrimas. Yo no sabía como consolarla. Cada vez lloraba más y más fuerte y apenas podía acercarme a ella. Pero la voz de la reina Serenity se oyó entonces en nuestras cabezas: Querida hija, no debes sentirte culpable. Tú has salvado el alma de ese ser, de otra forma al morir su cuerpo, su alma habría desaparecido entre los gritos de la oscuridad, y jamás hubiera podido descansar. No se puede salvar una vida condenada, pero sí su alma. Estoy segura de que te lo agradece profundamente y que era la única y mejor forma de solucionar este conflicto. Estoy muy orgullosa de ti, mi niña, y a partir de ahora tu misión es salvar a todas esas almas. Destruye su vida condenada con tu espada de plata y daña sus cuerpos con la luz de tu cristal. Esa es la única forma de salvarles. Cuídate amor.
Serena se calmó entonces, sin embargo sus ojos todavía lloraban y su ánimo no había subido gran cosa. Me miró a los ojos y se levantó lentamente. Su transformación desapareció y entonces me dijo sin ningún sentido ni viniendo al caso: Estoy harta de mi pelo, mañana creo que iré a cortármelo. Llevo todo el día pensándolo y es lo mejor. ¿No crees? Además, me irá perfecto para luchar. ¿Vamos a casa?
El resto fueron batallas diarias. El enemigo empezaba a atacar en serio, y algunas noches debía destruir a 2 o 3 vampiros. La mayoría luchan en solitario, pero de vez en cuando algunos grupos se acercaron hasta nosotros. El primer año fue de lo más duro. Serena podía notar ataques y aparecía a tiempo, pero en algunas ocasiones, muchas en realidad, atacaban al mismo tiempo en lugares diferentes, por lo cual Serena no podía acudir a salvar a ambos. A medida que pasaba el tiempo íbamos aprendiendo más cosas de ellos, y cada vez resultaba más fácil predecir sus movimientos. Sin embargo, cuando llevábamos unos 6 meses, y Serena empezaba a estar menos afligida por las muertes de esas personas que no podía llegar a salvar y por la impotencia de no poder dar una vida humana a esas criaturas, apareció un enemigo mucho más poderoso. Una noche la princesa notó un increíble poder que nos seguía. Se escondió en el primer callejón que observó y se transformó. La criatura que nos acechaba no se hizo esperar y sin dar tiempo a Serena se lanzó a sus espaldas provocando una profunda herida en su delicada piel. Serena cayó al suelo sudorosa y dolorida. Recuerdo que yo intenté hacer algo, pero el vampiro me golpeo con tanta fuerza que no me dejó inconsciente de milagro, aunque creo, que simplemente lo quiso así. Serena se levantó con un gran esfuerzo, pero antes de que pudiera empuñar de nuevo su espada ya estaba en los aires debido a un golpe en el estomago. Todavía me dan escalofríos cada vez que recuerdo el sonido de su cuerpo al caer. Pude oír su brazo crujir, a pesar de la distancia que nos separaba. El vampiro se acercó a su cuerpo inconsciente y la cogió sin ningún tipo de delicadeza por el cuello. Se lo acercó velozmente y se dispuso a clavar sus dientes en él. Sin embargo Serena, que había fingido estar inconsciente, apuñaló con su espada el corazón de la criatura, que se había confiado demasiado. Esta rugió de dolor, pero seguía en pie. Se sacó la espada y su herida empezaba a curarse, Serena palideció. Su cristal empezó a brillar entonces y se disparó un rayo de luz plateada hasta perforar el corazón del vampiro. Este cayó al suelo inerte y se convirtió en polvo. Yo me levanté dolorosamente con una sonrisa en mis labios, pero esta desapareció al instante, pues Serena se desplomó en el suelo, casi sin aliento. Sus ojos perdieron el brillo y su respiración era realmente agitada. Le grité e intenté hacerla reaccionar, pero no lo hacía. A los pocos minutos llamé una ambulancia que vino rápidamente. Entró en estado de coma. Me asusté hasta el punto de querer llamaros a vosotros. Sin embargo cuando me disponía a hacerlo Serena despertó, cómo si hubiera presentido lo que iba a hacer. Me sonrió dulcemente y me dijo que a partir de ahora ya sabía como debía eliminar a esas criaturas con su cristal, que sería duro, y que posiblemente quedaría exhausta los primeros días, pero que era su deber y así lo haría, pues así se lo había pedido su madre, la Reina.
El resto del año, antes de que aparecieras tú, nos dedicamos a destruir a vampiros solitarios y a derrumbar los locales de concentración. Los vampiros son criaturas de la noche, y se reúnen en numerosos locales de las ciudades. Hemos destruido 5 guaridas, y todas y cada una de ellas estaban abarrotadas. Sin embargo calculamos que nos quedan unas 20 por destruir. Realmente el trabajo acaba de empezar. Pero las guaridas son centros de reuniones para los vampiros débiles, los fuertes, cómo Armand, Dimitri, Louis o Lestat no suelen concentrarse en esos lugares, y si lo hicieran, no serían destruidos. Pero entonces, llegaste tú."
Darien salió de su trance por un momento al oír la última frase del relato. Realmente Serena había sufrido mucho hasta entonces. Quería preguntarle el por qué de toda esa mentira. Quería saber sobre todas las cosas por qué Serena le dijo que no le amaba. Sin embargo observó que la gata no había terminado y cargándose de paciencia la dejó continuar.
" Serena se alarmó mucho en cuanto te vio en la cocina. Se cambió el color de los ojos, confiando en que su cambio, tanto físico como mental, hicieran que no la reconocieras. Y funcionó muy bien, o habría funcionado muy bien, de no ser porqué ambos se atraían tanto que no podía distanciarse de ti. Yo la veía consumirse en su mentira, y también comprendía tu sufrimiento, pues creías estar engañando a Serena. Al ver tus ojos por primera vez después de todo, vi que te habías enamorado profundamente de ella, otra vez. E incluso más que antes, pues ahora Serena es la princesa de antaño, la princesa que amaste. Ella estaba desesperada pues se sentía tremendamente culpable. Te estaba mintiendo, a la vez que te estaba acercando cada vez más a la batalla. Quería protegerte sobre todas las cosas, pero a la vez le costaba demasiado distanciarse o fingir ante ti. La noche en que te dijo que no te amaba lo hizo con el único objetivo de protegerte, tal y cómo tu hiciste hace ya unos años, cuando tuviste aquellos sueños. Yo le seguí el juego para que no te pusieras en peligro, aún sabiendo que ahora sufriría todavía más, y tu también. Pero esa es toda la verdad Darien. Serena te ama, igual o más que nunca. Te ama."
Dos lágrimas caían por el rostro de Darien, que miraba a Luna con una sonrisa, la cual le correspondía del mismo modo. Él la cogió en sus brazos y la abrazó con fuerza.
- Gracias Luna, ahora lo entiendo todo. He sido un estúpido.
- No, sólo te has comportado cómo un tonto enamorado, lo mismo que ella. Bien parece que el amor mata neuronas.
Ambos sonrieron, sin embargo Darien se separó por unos momentos dejando de nuevo a Luna en el suelo.
- Pero un momento, si le seguiste entonces el juego a Serena para protegerme....¿ por qué me lo cuentas ahora?
- Pues verás, la reina se ha revelado ante mí y me ha confesado que los sueños que ambas hemos tenido, habían sido provocados por ella, para hacer despertar a Serena de su niñez. Todos sabemos que Serena no lo habría hecho por voluntad propia, y no puede depender de vosotros. Sin embargo la reina no contaba con tu aparición, realmente eso lo ha cambiado todo. Aunque tampoco hubiera imaginado nunca tener a un enemigo como Lestat. Me ha confesado que el único modo de vencer es con el amor que Serena y tú os profesáis, y también es ella quién me ha pedido que te confesara todo. Ahora debes cuidar de Serena, y ella de ti. Estáis hechos el uno para el otro.
- Ahora todo tiene sentido.
Darien se levantó repentinamente y dándole las gracias a Luna quiso partir en busca de ella. Sin embargo una sombra le barro el paso. Una carcajada resonó en todo el callejón y la gata corrió al lado de Darien que intentaba vislumbrar a su oponente.
- Interesante historia. Eso aún me convence más de que mi plan no puede fallar.
- ¿Lestat?
- Un simple mortal cómo tu no tiene derecho a pronunciar mi nombre.
El aire era fresco y el cielo había dejado de llorar. Entre las oscuras nubes, que empezaban a disiparse, se empezaban a vislumbrar las estrellas. Serena dormía en el suelo, acurrucada, abrazada a sí misma buscando protección. Pero un fuerte sonido interrumpió bruscamente su sueño. Parpadeó ligeramente y abrió sus párpados algo alterada. Una figura estaba frente a la ventana. Se levantó instintivamente y se puso en guardia.
- Soy yo princesa.
- ¿Louis? ¿Qué haces aquí?
- Seguidme, Lestat trama algo muy grabe.
- ¿Qué? Debo avisar a Luna.
- No os molestéis, Luna lo sabe.
- ¿Pero cómo podría...?
- Lestat la tiene capturada, junto con vuestro príncipe.
Los ojos de Serena se dilataron horriblemente, a la vez que su cuerpo palidecía y se derrumbaba en el piso. Sus labios temblaban y la vista se le había nublado. Un susurro salió de sus pálidos labios a la vez que su corazón se paraba en seco.
- Darien...
Continuará...
Notas autora: Al fin!! Perdón si este capítulo se les hace pesado, pero era muy importante dejar claro el pasado de Serena para que entiendan esta historia a la perfección. No se pierdan el próximo capítulo. Va a ser... cómo decirlo... emocionante!!!
