El sabor de la muerte
La oscuridad inundaba todos y cada uno de los rincones de ese lúgubre lugar. Sólo el incansable sonido de las goteras interrumpía el silencio y el aire era tan cargado y pútrido que no le dejaba apenas respirar. Notaba un ligero ardor en sus dos muñecas, las cuales estaban sujetas con algún tipo de cuerda. Sus rodillas estaban dañadas debido al duro pavimento y sentía la humedad penetrar en sus huesos. Su cuerpo estaba ligeramente entumecido y se resistía a obedecer sus ordenes. Sus pupilas empezaban a captar un poco lo que le rodeaba y sus extremidades empezaban a despertar. El hedor era insoportable, casi insufrible. Darien no podía recordar que había ocurrido. La cabeza le dolía horriblemente, por la cual cosa supuso que esa criatura le golpeó brutalmente dejándole inconsciente.
- ¿Lu... lu...na?- Sus palabras entrecortadas y ahogadas resonaron por todo el lugar, dando una idea al joven de sus pequeñas dimensiones. Empezaba a vislumbrar su alrededor, al principio muy vagamente, pero cada vez le era más nítido. Sus manos y pies estaban sujetos por cuerdas de pescador y sus ropas estaban ligeramente dañadas. El lugar era extremamente pequeño.
- ¿Luna... estas aquí...?... ¿Luna?- Su voz resonaba a su alrededor otorgándole un toque fantasmagórico que asustó al mismo Darien. Forcejeó un poco intentando deshacerse de las ataduras, sin embargo, estas estaban bien sujetas. Su garganta estaba seca, no podía ni gritar. Un escalofrío recorrió todo su ser a la vez que este se estremecía. A pesar de su situación, sólo podía pensar en una cosa, en alguien, en su princesa.
Él se había agachado lentamente a su lado, mientras la abrazaba de forma protectora, casi paternal. Ella restaba inmóvil en el suelo con la mirada perdida en ningún lugar. Su cuerpo temblaba inconscientemente y sus labios pronunciaban sin voz el nombre de su amado. Serena no podía ni pensar. Su mundo se había venido abajo en tan sólo un segundo y el latido de su corazón había casi cesado del todo. Louis acercó su rostro al de ella delicadamente y le pronunció en un susurro:
- Mi querida princesa, debemos partir, no le pasará nada, Lestat es demasiado listo, no le matará.
- Aún. No le matará aún. Pero tienes razón, debemos ir. Si es a mí a quién quiere, a mí me tendrá.
Serena se levantó decidida dejando atrás, en el suelo, a Louis. Miró la luna que relucía hermosa por la ventana y suspiró profundamente. Sus puños se contraían de rabia he impotencia. Fue entonces que giró sensualmente su rostro hacia él, que ya se había incorporado y le sonrió dulcemente.
- ¿Me guías? Yo sola no podría localizarlos.
- Será un honor, alteza.
Ambos corrían por las calles como dos gacelas por el bosque. Su velocidad era extrema y sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad de tal forma que percibían hasta el movimiento de una hoja al ser mecida por el viento. El traje casual de Serena desapareció dejando paso a su resplandeciente armadura, que envolvió su sensual figura rápidamente. Su velocidad y percepción aumentaron debido al cambio y de su espalda salieron dos hermosas alas blancas que envolvieron todo su alrededor de radiantes plumas. Louis quedó prendado de la joven, realmente era un ángel, un ángel blanco y hermoso. Ella se situó enfrente del vampiro y le miró con dulzura, alargando su mano frente a él, que la cogió delicadamente pero con seguridad. Ambos se alzaron entonces del suelo y partieron hasta un cementerio a las afueras de la ciudad. En pocos minutos habían llegado. Serena concentró su energía buscando rastro de Darien. Su marca de media luna en la frente empezó a relucir bajo la luz de la luna, y disparó un rayo de luz pura y blanca hasta una cripta situada a unos metros de ellos. La chica no esperó mucho y se acercó corriendo hasta el lugar. Intentó abrir la puerta, pero esta no cedía. Optó entonces por asegurarse antes de destruirla.
- ¿Darien? ¿Darien estas aquí dentro?
Una voz débil pero nítida se dejó oír en el interior de la cripta, dónde el chico gritaba con todas sus fuerzas el nombre de ella. Una sonrisa se formó en el rostro de esta, a la vez que Louis observaba su alrededor. Todo estaba resultando demasiado fácil, no había duda que era una trampa.
- ¡Te sacaré de aquí Darien!
Serena juntó sus manos con decisión y una luz blanca empezó a formarse entre ellas. La espada de la luna se empezó a dibujar ante sus ojos y la empuñó con fuerza para luego cortar en dos la puerta de la cripta. Sus ojos buscaron en la oscuridad a su amado, que restaba frente a ella con una sonrisa en sus labios. Darien se había quedado sumamente prendado de las alas que ahora poseía su princesa en la espalda. Dos inmensas alas de un plumaje tan blanco y puro como la luz de la luna. Su sonrisa aumentó al verla frente a él, cómo un precioso cuadro. Ella quiso responder de la misma forma e ir en su ayuda, sin embargo permaneció seria y fría, cosa que el joven entendió rápidamente.
- Louis, ¿podríais desatar al príncipe de la tierra?
- Claro princesa.- El chico se acercó a Darien, que no paraba de mirar a Serena. Esta a su vez estaba buscando a su alrededor alguna pista que la condujera hasta Lestat.
- Es curioso que todo haya resultado ser tan fácil. Sin embargo Luna no esta aquí.
- Estoy, Serena. El vampiro no me cogió a mí. He tardado mucho en dar con vosotros. - La gata se lanzó a los brazos de su dueña que la acarició con suavidad.
- Gracias a dios que estas bien Luna. Me tenías preocupada.
- Hermosas alas princesa Serenity.
- Ellas me han llevado hasta aquí. Sin embargo aquí ocurre algo, nos ha traído a su territorio. No hay duda de que esto es una trampa, pero no la entiendo, ¿qué pretende hacer?
Una voz resonó entonces en la cabeza de ella contestando a sus dudas: " Ahora ya conoces una pequeña parte de mi poder y sabes lo vulnerable que eres a mis ataques. Si no accedes a ser mi princesa, mi compañera y guía en este mundo juro que la próxima vez que veas a ese chico lo encontrarás hecho un saco de huesos. Ven, accede a ser mi diosa"
Los ojos de Serena se dilataron de la ira mientras dejaba escapar de sus labios un grito de desesperación ante los atónitos ojos de todos, que no entendían su reacción. Sus alas batieron furiosas a la vez que dejaba fugazmente a la gata en el suelo.
- ¡Jamás! ¡Jamás conseguirás que sea una de vosotros! ¡Juro que haré pedacitos tu pálida cara por intentar dañar a lo que más amo!
En décimas de segundo y antes de que nadie pudiera reaccionar a los desesperados gritos de ella, esta emprendió un veloz vuelo dejando atrás a todos. Louis dejó por un momento las ataduras de Darien y salió de la cripta buscando con la mirada la figura de ella, acto que siguió la gata y que Darien hubiera hecho si no estuviera aún atado por las muñecas.
- Luna, no la veo. Ha desaparecido. No puede enfrentarse sola a Lestat, por mucho que lo desee. Tengo que partir en su ayuda.
- Antes desata a Darien, él debe participar en esta lucha. Sólo ellos dos podrán acabar con él.
- ¿Cómo?
- No lo sé, pero podrán.
Su vuelo era veloz y a la vez hermoso. De sus ojos huían trasparentes lágrimas hijas de la ira y la desgracia. Se sentía culpable de todo lo que estaba pasando e incluso pensó en que vender su alma quizá sería la única solución. Entonces rehusó esa idea agitando la cabeza mientras aumentaba su velocidad. "Si me convirtiera en una de ellos podría seguir matando a los vampiros, incluso mejor, de igual a igual, sin embargo yo también tendría que matar a inocentes para sobrevivir. Y eso en el caso de que la maldad no me controlara y interrumpiera mi misión... además... al final de mi misión debería acabar con mi vida... y no quiero, no ahora que he visto a Darien y que he vuelto a enamorarme, por segunda vez, de la misma persona." Rápidamente había llegado hasta el retiro. La presencia del vampiro se notaba allí, justo detrás de unos arbustos. "¿Por qué me ha dejado notar su aura? Quería que le encontrara... lo quería... además... ¿por qué me llevó hasta el cementerio si luego me hacia venir aquí?"
- Esta claro princesa mía, así mataba dos pájaros de un tiro.- Una voz resonó a su alrededor. Una voz fría y perversa, que a su vez mostraba un aire irónicamente atractivo. Un ser oscuro pero hermoso se vislumbró delante de ella. Su sonrisa era confiada y atrevida. No cabía duda de que el vampiro tenía un perverso plan en su oscura mente. - ¿Quieres que te lo explique preciosa?
- Habla antes de que te quedes sin lengua- Su voz sonó amenazante y fría. No cabía duda de que contenía reproche e ira en su interior, que le resultaba difícil y casi imposible disimular.
- ¿Cómo podría hacer que lo entendieses? A ver...
- ¿Me tratas de ilusa?
- No, indudablemente que no alteza, yo jamás escogería una pareja ilusa o... como decirlo... de pocas luces.
- Entonces escoge las palabras adecuadas y con cautela, ya que podrían ser las últimas.
- Buen uso del vocabulario. Esta bien, prosigamos. Quieres conocer el por qué de mi ataque al príncipe ¿me equivoco?- La chica no se dignó a responder y sólo le contestó con una mirada fría y seca a la cual el vampiro respondió con una picara sonrisa. - Como te he comentado antes, hay dos razones por las cuales he actuado de ese modo. La primera ha sido para demostrar tu vulnerabilidad ante mí- La chica agachó la cabeza mientras apretaba con impotencia sus puños.- La segunda no es quizá tan evidente, sin embargo yo puedo leer tu mente claramente princesa, en eso te llevo una gran ventaja, y sabía como actuarías en cada momento, así que, opté por provocar tu ira y así lograr que vinieras solita hasta mí, y cuando digo solita lo digo en doble sentido ya que has venido por tu propia voluntad y además sola, es decir, sin nadie. Gracias a eso, esta noche te convertirás en una de nosotros.
- ¿Qué te hace estar tan seguro de que podrás hacerlo?- Serena miró fijamente al vampiro. Apenas podía ocultar el miedo en sus ojos, y el vampiro lo identificó tan claramente como podía percibir el olor de la sangre.- Sabes que antes muerta que ser una criatura tan detestable y repugnante.
- ¿Desprecias a mi querido Louis?- La chica se mantuvo firme y fría a pesar de lo incierto de la pregunta.
- ¿Louis? Es tan diferente a ti... tanto... no entiendo cómo pudiste conseguir que fuera uno de vosotros.
- Del mismo modo que aré contigo. Situando su cuerpo y su mente entre la espada y la pared.
- No tengo miedo a las espadas.
- ¿Pero que harás frente un muro?
- Derribarlo con mis propias manos.- La chica estaba sumamente confusa, hablaba confiada y serena, sin embargo temía demasiado a esos ojos. La seducían sobre manera, y la voz del vampiro se adentraba en su mente cautivando todos y cada uno de los rincones de su ser. El vampiro sonreía al notar el interior de la chica. "Ya eres mía"
Darien corría tras Louis con Luna en sus brazos. El ordenador de Mercurio había localizado a Serena en el retiro, tal y como el misterioso vampiro de ojos verdes les había indicado. El príncipe permanecía confuso y alterado. ¿Qué tramaba ese maldito ser? ¿Qué quería conseguir con todo aquello? O mejor ¿Qué había conseguido con todo esto? Ante sus preocupados ojos apareció la entrada al retiro, la cual fue saltada sin ningún esfuerzo por ambos.
- La princesa esta tras estos arbustos
- ¿Estas segura Luna?
- Así lo indica el ordenador Darien.
- Yo no puedo notar el aura de su alteza, esta débil, no cabe duda de que esta muy débil.
Los tres saltaron el último obstáculo adentrándose en un pequeño claro del parque. Louis intentaba localizar la presencia de la princesa o de su creador, sin embargo la primera era demasiado débil para ser identificada y el último podía ocultarla muy bien.
- Embajadora de la Luna, ¿Dónde la localiza el ordenador?
- Aquí, debería estar aquí mismo... no lo entiendo.
Los ojos de Darien se dilataron enormemente a la vez que su corazón se aceleraba. Una figura restaba inmóvil frente a él, tirada en el suelo y sin indicios de vida. Sus pies se movieron débilmente hasta quedar frente a ella. Se acercó pausadamente, mientras intentaba vislumbrar el rostro de esa figura. Una mancha de sangre inundaba el suelo y la piel de esta restaba tan pálida como la muerte. Su cuerpo estaba rígido e inerte y sus ojos abiertos de un color azul sin vida. De sus pálidos y fríos labios caía un hilo de sangre, tan roja como el más exquisito vino, y sus cabellos, antes tan rubios como los rayos del sol, parecían apagados y mates. Se agachó frente a la mirada de desconcierto de todos y giró la faz de la joven con una lágrima en su rostro.
- No... por favor Louis, dime que no la ha matado, que esto es normal y que se pondrá bien.
Louis se acercó en un rápido y feroz movimiento, arrebatando a la joven de sus brazos. Apartó el cabello de ella con delicadeza, observando dos enormes mordeduras en su cuello. Entonces se percató del hilo que salía de su boca y de sus ojos, tan fríos y muertos como los suyos.
- Dios... no puede ser verdad... no puede serlo...
- ¡¿Que le ocurre?! ¿Esta... esta... muerta?- Luna se mantenía a una distancia prudencial, sin embargo su preocupación era superior y no podía evitar que un par de lágrimas bajaran por su rostro.
- De cuerpo sí.
- ¿Eso que significa Louis? ¡Habla!
- Darien... eso quiere decir, que Serena se esta muriendo, pero sólo será muerte mortal. Una nueva vida de oscuridad y de penumbra ocupará el lugar de la que había tenido hasta ahora. Una vida inmortal, no... una condena eterna.
Los ojos de Luna y el príncipe aumentaron increíblemente de tamaño, a la vez que sus labios empezaban a temblar. Darien se acercó a Serena y la estrechó entre sus brazos fuertemente.
- ¿No puedes hacer nada? ¿No puedes evitarlo? ¡Por favor, dime que puedes salvar a lo que más amo en este mundo!- Dos gotas saladas bajaron por el rostro de Darien, que esperaba con impotencia una luz de esperanza salir de los labios de esa oscura criatura que ahora lloraba igual que él.
- Lo siento. No puedo hacer más que mirar cómo se transforma y en intentar evitar que Lestat se la lleve.
- ¡No! Me niego a creerlo, no puede ser, debe haber un modo, ¡debe de haberlo!
- Lo siento.
Louis agachó la cabeza mientras dejaba fluir sus penas de sus inmortales y salvajes ojos, esos ojos que lloraban por tercera vez en toda la eternidad. Darien estaba abrazado a Serena, no podía soltarla, no quería soltarla. Luna estaba llorando desconsoladamente a la vez que repetía una y otra vez que no había logrado proteger a su princesa.
- Que escena más tierna.
Una voz resonó por todo su alrededor, poniendo en guardia a todos y cada uno de los presentes, que casi por instinto se levantaron de sus posiciones. Darien seguía con Serena en sus brazos.
- Os dije que lo lograría, ¿no es cierto?
- ¿Cómo has osado? ¿Cómo has osado? ¡¿Cómo has osado?!
- Cálmate querido Louis, yo no he hecho nada aún.
Los tres se quedaron estáticos ante tal respuesta. Sus rostros de ira y desolación se habían convertido en una luz de esperanza. Esperanza que se fue con la sonrisa malévola de Lestat. Louis se giró entonces y se acercó hasta Serena, separándola de Darien delicadamente, aunque este se negaba a ceder a un vampiro su más preciado tesoro, no tenía otra opción que confiar en Louis. El inmortal ser se apresuró a tomar el pulso de la joven. Un débil latido se dejó notar ante sus asombrados ojos.
- No puede ser... esta... ¿esta viva?
- Se podría decir así. La he desangrado. Ha caído en mi trampa como un ratón asustado. Sólo existen dos maneras de desorientar a tu presa. Primera, hacerla dudar de su capacidad hasta el punto de sentir su miedo a kilómetros de distancia, y segunda, haciendo salir su ira a la superficie en un ataque desenfrenado. Yo logré ambas y ese ha sido su mayor error.
- ¿Qué le has hecho?- Darien se situó imprudentemente frente el vampiro que sonrió irónico al acto del joven príncipe.
- Tú eres un claro ejemplo de mi teoría. Te he asustado claramente al atacar al ser amado y he despertado la ira más profunda y oculta de tu corazón, y por eso ahora estas enfrente de un ser que posee mucho más poder que tú, sin protecciones y sin un plan. Simplemente te has avanzado hasta mí de forma imprudente y nada meditada, exactamente lo mismo que hizo ella. Y ahora se encuentra así. A pesar de todo, sigue hermosa ¿verdad?
Los ojos de Darien se dilataron sobremanera a la vez que hacía crujir sus dientes de la ira intentando en vano controlar sus ganas de lanzarse contra ese tipejo, algo que hubiera hecho de no ser por Louis, que lo detuvo con un movimiento imperceptible para el ojo humano y sin apartar de sus brazos a Serena. Sin embargo, Lestat era más rápido, y poseía una gran ventaja, podía manejar la mente de sus creaciones hasta el punto de adivinar sus actos, por lo cual no le costó demasiado arrebatar de los seguros brazos de Louis a Serena. Darien se alarmó sobre manera y miró desesperado el cuerpo inerte de su amada en manos de ese despreciable ser.
- La amas, ¿verdad Louis?
- Sí. La amo. Más que a mi vida mortal o inmortal, más que a mi salvación o mi condena. La amo sobre todas las cosas y jamás permitiré que le hagas daño.
Su respuesta sorprendió tanto a Luna cómo a Darien, que le miraban extremadamente sorprendidos. Luna ya se había imaginado que el joven vampiro sentía algo por su princesa, pero jamás podría haber adivinado tales sentimientos en una criatura condenada a la oscuridad. Sin embargo ahora las cosas empezaban a cuadrar en su cabeza. El por qué Serena confiaba en él, por qué le cedió su sangre, y sobretodo, por qué quería sobre todas las cosas que volviera a ser humano. No cabía duda, de que el alma de aquel ser permanecía intacta, era todavía, en mente, un mortal. Pero Darien lucía algo diferente a la gata. Sus sentimientos se habían vuelto contradictorios y los celos y el desprecio luchaban contra la necesidad de confiar en ese ser, que decía amar a la misma mujer que él. Su corazón latía cada vez más fuerte y volvió su mirada hacia Lestat, que mantenía su sonrisa perversa y calculadora.
- Hay algo que quiero que hagas por mí, Louis.
- ¿Sí? Siento curiosidad, que puedo hacer por ti. - Su tono fue desmesuradamente irónico y frío, a la vez que mantenía un camuflado temor.
- Hace tiempo que necesito algo que te una a mí. Algo que nos una a ambos y que pueda relacionar nuestras mentes.
- Ja, eso es imposible, no tenemos nada en común.- Lestat acercó entonces el rostro de Serena y beso sus pálidos labios de forma sensual y seductora. Tanto Louis como Darien hicieron indicios de saltar en su contra, pero no podían hacer nada. Era demasiado para ellos.
- Esta joven. Ambos la deseamos.
- ¿Quieres hacer lo mismo con ella que con Claudia?
- No, no hay duda de que con esa niña me equivoque, pero que más da, ahora esta muerta. Se creía más lista que yo he intentó matarme. Ella es un claro ejemplo de que todo aquel que me reta, muere. Pero esta dulce princesa no será un error. Me aseguraré de ello, y aquí, querido amigo es dónde entras tú.
- ¿Qué quieres de mí? ¡Habla!
- Cómo puedes observar esta joven esta sostenida por un fino hilo. Un hilo que no aguantará mucho tiempo y que se romperá con gran facilidad.- Ante esas frías pero acertadas y verdaderas palabras todos sintieron como algo se rompía en su interior.- Nada más que una vida nueva puede salvarla. Cómo ves, por el delgado hilo de sangre que sale de sus hermosos labios, esta joven puede permanecer con vida por mi sangre. Le he otorgado un poco de mi maldad. Pero he medido inteligentemente la porción. Esto sólo logrará que tarde más en morir, pero... si se le da un poco más de este líquido bendecido por los mismísimos diablos, ella vivirá, junto a ti y junto a mí para el resto de la eternidad.
- ¿Pretendes que te dé mi permiso? ¿Quieres que te diga que la transformes en una criatura tan fría y despreciable como tú o como yo?
- No.
La respuesta no hizo más que aumentar la tensión en el ambiente. Darien observaba y escuchaba todo la conversación con miedo y impotencia. Prácticamente les habían aislado a él, y a Luna, del asunto. La conversación que antes existía, se había convertido en un dialogo entre esas oscuras y calculadoras criaturas, y él sentía que no podía confiar en nadie más que en sí mismo y en la gata, que parecía tan confusa y desesperada como él. La vida de su amada estaba en juego, y no podía hacer nada para evitarlo, para solucionarlo, o tan siquiera para dar su vida por ella. Sólo era un espectador que observaba los terribles acontecimientos que se estaban llevando a cabo. Pero ahora si que estaba desconcertado del todo. "No". Esa había sido la respuesta seca y rotunda. Pero ¿qué quería entonces? ¿Qué malvado plan se había formado en la mente de tan perverso ser?
- Entonces ¿qué? ¿Dime de una vez que quieres que haga?
- Louis, Louis, Louis, amigo. ¿ Acaso no es obvio?
- No. Para mí no lo es, perdona si no tengo tu mente fría y calculadora. ¡Así que habla de una maldita vez!
- Jamás te había visto tan alterado amigo, no cabe duda que te juegas mucho en esto- Su sonrisa era la de un ser que ha logrado lo que se proponía. Sus ojos se reían de Louis en su cara a la vez que su irritante carcajada resonaba en todo el retiro.- ¿Quieres saber cómo puedes salvar a esta joven?
- Tus juegos me aburren. Dime de una vez que es lo que pretendes.
- Esta bien, esta bien. No voy a alargar más la situación, aunque me hubiera gustado verte sufrir más. Pero no puedo permitirme ese lujo, esta bella criatura, esta hermosa y frágil flor, se está marchitando entre mis brazos y sólo tú puedes impedir que eso ocurra.
- ¡Habla!
- Dale tú el aliento que necesita.
- ¿Qué?- La voz de Louis, normalmente calmada y seductora se había tornado histérica y aguda. Había perdido completamente la compostura y su nerviosismo era obvio ante todos. - ¿Qué quieres decir?
- El único modo de que haya un lazo con esta chica por parte de ambos, es que la creemos los dos. Yo ya he hecho mi parte, pero por desgracia es insuficiente. Si deseas que no muera, dale tu sangre Louis. Dale parte de tu ser y otórgale el don oscuro.
- ¡Jamás!
- Bien... entonces dejémosla morir. - Louis no podía evitar que de sus puños saliera un hilo de sangre, causado por la ira y la impotencia que inundaba todo su ser. Darien miraba al vampiro con desprecio y gran temor. Tenía en sus terribles y sedientos brazos a lo que más amaba en este mundo y no podía hacer nada para evitarlo.- Dime Louis... ¿dejarás que muera? El ser que más amas, que tanto anhelas y con el cual desearías pasar el resto de tu vida? ¿Le matarás? Su vida esta en tus manos. ¿ Que harás?
Louis cayó de rodillas en el suelo. Cerraba sus ojos por la ira a la vez que golpeaba el frío pavimento. La sonrisa de Lestat no tardó en salir a flote. Una sonrisa que resultó más fría aún que antes y que había perforado los oídos de todos. Luna seguía llorando desesperadamente la indeseable suerte de su ama y Darien... Darien estaba a escasos metros de Louis, con la mirada perdida en ningún lugar, mientras dos saladas lágrimas brotaban de sus azulados ojos. Entonces, la hermosa criatura de ojos tan fieros y verdes como los de un guepardo, se levantó con decisión a la vez que miraba a Lestat, que instantáneamente dejó de reír.
- Esta bien. Tú ganas.
Continuara...
Notas: Socorro, estoy de los nervios, he escrito 4 paginas de golpe y aún así no me veo con fuerzas de continuar. ¡Que nervios! ¿Qué pasará ahora? ¿Louis se ha vuelto loco? ¿Lo va a hacer? O por lo contrario ¿prefiere la muerte de su amada a verla vivir en una condena? Pues no te pierdas el próximo capitulo. Jejje, que mala soy. '
La oscuridad inundaba todos y cada uno de los rincones de ese lúgubre lugar. Sólo el incansable sonido de las goteras interrumpía el silencio y el aire era tan cargado y pútrido que no le dejaba apenas respirar. Notaba un ligero ardor en sus dos muñecas, las cuales estaban sujetas con algún tipo de cuerda. Sus rodillas estaban dañadas debido al duro pavimento y sentía la humedad penetrar en sus huesos. Su cuerpo estaba ligeramente entumecido y se resistía a obedecer sus ordenes. Sus pupilas empezaban a captar un poco lo que le rodeaba y sus extremidades empezaban a despertar. El hedor era insoportable, casi insufrible. Darien no podía recordar que había ocurrido. La cabeza le dolía horriblemente, por la cual cosa supuso que esa criatura le golpeó brutalmente dejándole inconsciente.
- ¿Lu... lu...na?- Sus palabras entrecortadas y ahogadas resonaron por todo el lugar, dando una idea al joven de sus pequeñas dimensiones. Empezaba a vislumbrar su alrededor, al principio muy vagamente, pero cada vez le era más nítido. Sus manos y pies estaban sujetos por cuerdas de pescador y sus ropas estaban ligeramente dañadas. El lugar era extremamente pequeño.
- ¿Luna... estas aquí...?... ¿Luna?- Su voz resonaba a su alrededor otorgándole un toque fantasmagórico que asustó al mismo Darien. Forcejeó un poco intentando deshacerse de las ataduras, sin embargo, estas estaban bien sujetas. Su garganta estaba seca, no podía ni gritar. Un escalofrío recorrió todo su ser a la vez que este se estremecía. A pesar de su situación, sólo podía pensar en una cosa, en alguien, en su princesa.
Él se había agachado lentamente a su lado, mientras la abrazaba de forma protectora, casi paternal. Ella restaba inmóvil en el suelo con la mirada perdida en ningún lugar. Su cuerpo temblaba inconscientemente y sus labios pronunciaban sin voz el nombre de su amado. Serena no podía ni pensar. Su mundo se había venido abajo en tan sólo un segundo y el latido de su corazón había casi cesado del todo. Louis acercó su rostro al de ella delicadamente y le pronunció en un susurro:
- Mi querida princesa, debemos partir, no le pasará nada, Lestat es demasiado listo, no le matará.
- Aún. No le matará aún. Pero tienes razón, debemos ir. Si es a mí a quién quiere, a mí me tendrá.
Serena se levantó decidida dejando atrás, en el suelo, a Louis. Miró la luna que relucía hermosa por la ventana y suspiró profundamente. Sus puños se contraían de rabia he impotencia. Fue entonces que giró sensualmente su rostro hacia él, que ya se había incorporado y le sonrió dulcemente.
- ¿Me guías? Yo sola no podría localizarlos.
- Será un honor, alteza.
Ambos corrían por las calles como dos gacelas por el bosque. Su velocidad era extrema y sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad de tal forma que percibían hasta el movimiento de una hoja al ser mecida por el viento. El traje casual de Serena desapareció dejando paso a su resplandeciente armadura, que envolvió su sensual figura rápidamente. Su velocidad y percepción aumentaron debido al cambio y de su espalda salieron dos hermosas alas blancas que envolvieron todo su alrededor de radiantes plumas. Louis quedó prendado de la joven, realmente era un ángel, un ángel blanco y hermoso. Ella se situó enfrente del vampiro y le miró con dulzura, alargando su mano frente a él, que la cogió delicadamente pero con seguridad. Ambos se alzaron entonces del suelo y partieron hasta un cementerio a las afueras de la ciudad. En pocos minutos habían llegado. Serena concentró su energía buscando rastro de Darien. Su marca de media luna en la frente empezó a relucir bajo la luz de la luna, y disparó un rayo de luz pura y blanca hasta una cripta situada a unos metros de ellos. La chica no esperó mucho y se acercó corriendo hasta el lugar. Intentó abrir la puerta, pero esta no cedía. Optó entonces por asegurarse antes de destruirla.
- ¿Darien? ¿Darien estas aquí dentro?
Una voz débil pero nítida se dejó oír en el interior de la cripta, dónde el chico gritaba con todas sus fuerzas el nombre de ella. Una sonrisa se formó en el rostro de esta, a la vez que Louis observaba su alrededor. Todo estaba resultando demasiado fácil, no había duda que era una trampa.
- ¡Te sacaré de aquí Darien!
Serena juntó sus manos con decisión y una luz blanca empezó a formarse entre ellas. La espada de la luna se empezó a dibujar ante sus ojos y la empuñó con fuerza para luego cortar en dos la puerta de la cripta. Sus ojos buscaron en la oscuridad a su amado, que restaba frente a ella con una sonrisa en sus labios. Darien se había quedado sumamente prendado de las alas que ahora poseía su princesa en la espalda. Dos inmensas alas de un plumaje tan blanco y puro como la luz de la luna. Su sonrisa aumentó al verla frente a él, cómo un precioso cuadro. Ella quiso responder de la misma forma e ir en su ayuda, sin embargo permaneció seria y fría, cosa que el joven entendió rápidamente.
- Louis, ¿podríais desatar al príncipe de la tierra?
- Claro princesa.- El chico se acercó a Darien, que no paraba de mirar a Serena. Esta a su vez estaba buscando a su alrededor alguna pista que la condujera hasta Lestat.
- Es curioso que todo haya resultado ser tan fácil. Sin embargo Luna no esta aquí.
- Estoy, Serena. El vampiro no me cogió a mí. He tardado mucho en dar con vosotros. - La gata se lanzó a los brazos de su dueña que la acarició con suavidad.
- Gracias a dios que estas bien Luna. Me tenías preocupada.
- Hermosas alas princesa Serenity.
- Ellas me han llevado hasta aquí. Sin embargo aquí ocurre algo, nos ha traído a su territorio. No hay duda de que esto es una trampa, pero no la entiendo, ¿qué pretende hacer?
Una voz resonó entonces en la cabeza de ella contestando a sus dudas: " Ahora ya conoces una pequeña parte de mi poder y sabes lo vulnerable que eres a mis ataques. Si no accedes a ser mi princesa, mi compañera y guía en este mundo juro que la próxima vez que veas a ese chico lo encontrarás hecho un saco de huesos. Ven, accede a ser mi diosa"
Los ojos de Serena se dilataron de la ira mientras dejaba escapar de sus labios un grito de desesperación ante los atónitos ojos de todos, que no entendían su reacción. Sus alas batieron furiosas a la vez que dejaba fugazmente a la gata en el suelo.
- ¡Jamás! ¡Jamás conseguirás que sea una de vosotros! ¡Juro que haré pedacitos tu pálida cara por intentar dañar a lo que más amo!
En décimas de segundo y antes de que nadie pudiera reaccionar a los desesperados gritos de ella, esta emprendió un veloz vuelo dejando atrás a todos. Louis dejó por un momento las ataduras de Darien y salió de la cripta buscando con la mirada la figura de ella, acto que siguió la gata y que Darien hubiera hecho si no estuviera aún atado por las muñecas.
- Luna, no la veo. Ha desaparecido. No puede enfrentarse sola a Lestat, por mucho que lo desee. Tengo que partir en su ayuda.
- Antes desata a Darien, él debe participar en esta lucha. Sólo ellos dos podrán acabar con él.
- ¿Cómo?
- No lo sé, pero podrán.
Su vuelo era veloz y a la vez hermoso. De sus ojos huían trasparentes lágrimas hijas de la ira y la desgracia. Se sentía culpable de todo lo que estaba pasando e incluso pensó en que vender su alma quizá sería la única solución. Entonces rehusó esa idea agitando la cabeza mientras aumentaba su velocidad. "Si me convirtiera en una de ellos podría seguir matando a los vampiros, incluso mejor, de igual a igual, sin embargo yo también tendría que matar a inocentes para sobrevivir. Y eso en el caso de que la maldad no me controlara y interrumpiera mi misión... además... al final de mi misión debería acabar con mi vida... y no quiero, no ahora que he visto a Darien y que he vuelto a enamorarme, por segunda vez, de la misma persona." Rápidamente había llegado hasta el retiro. La presencia del vampiro se notaba allí, justo detrás de unos arbustos. "¿Por qué me ha dejado notar su aura? Quería que le encontrara... lo quería... además... ¿por qué me llevó hasta el cementerio si luego me hacia venir aquí?"
- Esta claro princesa mía, así mataba dos pájaros de un tiro.- Una voz resonó a su alrededor. Una voz fría y perversa, que a su vez mostraba un aire irónicamente atractivo. Un ser oscuro pero hermoso se vislumbró delante de ella. Su sonrisa era confiada y atrevida. No cabía duda de que el vampiro tenía un perverso plan en su oscura mente. - ¿Quieres que te lo explique preciosa?
- Habla antes de que te quedes sin lengua- Su voz sonó amenazante y fría. No cabía duda de que contenía reproche e ira en su interior, que le resultaba difícil y casi imposible disimular.
- ¿Cómo podría hacer que lo entendieses? A ver...
- ¿Me tratas de ilusa?
- No, indudablemente que no alteza, yo jamás escogería una pareja ilusa o... como decirlo... de pocas luces.
- Entonces escoge las palabras adecuadas y con cautela, ya que podrían ser las últimas.
- Buen uso del vocabulario. Esta bien, prosigamos. Quieres conocer el por qué de mi ataque al príncipe ¿me equivoco?- La chica no se dignó a responder y sólo le contestó con una mirada fría y seca a la cual el vampiro respondió con una picara sonrisa. - Como te he comentado antes, hay dos razones por las cuales he actuado de ese modo. La primera ha sido para demostrar tu vulnerabilidad ante mí- La chica agachó la cabeza mientras apretaba con impotencia sus puños.- La segunda no es quizá tan evidente, sin embargo yo puedo leer tu mente claramente princesa, en eso te llevo una gran ventaja, y sabía como actuarías en cada momento, así que, opté por provocar tu ira y así lograr que vinieras solita hasta mí, y cuando digo solita lo digo en doble sentido ya que has venido por tu propia voluntad y además sola, es decir, sin nadie. Gracias a eso, esta noche te convertirás en una de nosotros.
- ¿Qué te hace estar tan seguro de que podrás hacerlo?- Serena miró fijamente al vampiro. Apenas podía ocultar el miedo en sus ojos, y el vampiro lo identificó tan claramente como podía percibir el olor de la sangre.- Sabes que antes muerta que ser una criatura tan detestable y repugnante.
- ¿Desprecias a mi querido Louis?- La chica se mantuvo firme y fría a pesar de lo incierto de la pregunta.
- ¿Louis? Es tan diferente a ti... tanto... no entiendo cómo pudiste conseguir que fuera uno de vosotros.
- Del mismo modo que aré contigo. Situando su cuerpo y su mente entre la espada y la pared.
- No tengo miedo a las espadas.
- ¿Pero que harás frente un muro?
- Derribarlo con mis propias manos.- La chica estaba sumamente confusa, hablaba confiada y serena, sin embargo temía demasiado a esos ojos. La seducían sobre manera, y la voz del vampiro se adentraba en su mente cautivando todos y cada uno de los rincones de su ser. El vampiro sonreía al notar el interior de la chica. "Ya eres mía"
Darien corría tras Louis con Luna en sus brazos. El ordenador de Mercurio había localizado a Serena en el retiro, tal y como el misterioso vampiro de ojos verdes les había indicado. El príncipe permanecía confuso y alterado. ¿Qué tramaba ese maldito ser? ¿Qué quería conseguir con todo aquello? O mejor ¿Qué había conseguido con todo esto? Ante sus preocupados ojos apareció la entrada al retiro, la cual fue saltada sin ningún esfuerzo por ambos.
- La princesa esta tras estos arbustos
- ¿Estas segura Luna?
- Así lo indica el ordenador Darien.
- Yo no puedo notar el aura de su alteza, esta débil, no cabe duda de que esta muy débil.
Los tres saltaron el último obstáculo adentrándose en un pequeño claro del parque. Louis intentaba localizar la presencia de la princesa o de su creador, sin embargo la primera era demasiado débil para ser identificada y el último podía ocultarla muy bien.
- Embajadora de la Luna, ¿Dónde la localiza el ordenador?
- Aquí, debería estar aquí mismo... no lo entiendo.
Los ojos de Darien se dilataron enormemente a la vez que su corazón se aceleraba. Una figura restaba inmóvil frente a él, tirada en el suelo y sin indicios de vida. Sus pies se movieron débilmente hasta quedar frente a ella. Se acercó pausadamente, mientras intentaba vislumbrar el rostro de esa figura. Una mancha de sangre inundaba el suelo y la piel de esta restaba tan pálida como la muerte. Su cuerpo estaba rígido e inerte y sus ojos abiertos de un color azul sin vida. De sus pálidos y fríos labios caía un hilo de sangre, tan roja como el más exquisito vino, y sus cabellos, antes tan rubios como los rayos del sol, parecían apagados y mates. Se agachó frente a la mirada de desconcierto de todos y giró la faz de la joven con una lágrima en su rostro.
- No... por favor Louis, dime que no la ha matado, que esto es normal y que se pondrá bien.
Louis se acercó en un rápido y feroz movimiento, arrebatando a la joven de sus brazos. Apartó el cabello de ella con delicadeza, observando dos enormes mordeduras en su cuello. Entonces se percató del hilo que salía de su boca y de sus ojos, tan fríos y muertos como los suyos.
- Dios... no puede ser verdad... no puede serlo...
- ¡¿Que le ocurre?! ¿Esta... esta... muerta?- Luna se mantenía a una distancia prudencial, sin embargo su preocupación era superior y no podía evitar que un par de lágrimas bajaran por su rostro.
- De cuerpo sí.
- ¿Eso que significa Louis? ¡Habla!
- Darien... eso quiere decir, que Serena se esta muriendo, pero sólo será muerte mortal. Una nueva vida de oscuridad y de penumbra ocupará el lugar de la que había tenido hasta ahora. Una vida inmortal, no... una condena eterna.
Los ojos de Luna y el príncipe aumentaron increíblemente de tamaño, a la vez que sus labios empezaban a temblar. Darien se acercó a Serena y la estrechó entre sus brazos fuertemente.
- ¿No puedes hacer nada? ¿No puedes evitarlo? ¡Por favor, dime que puedes salvar a lo que más amo en este mundo!- Dos gotas saladas bajaron por el rostro de Darien, que esperaba con impotencia una luz de esperanza salir de los labios de esa oscura criatura que ahora lloraba igual que él.
- Lo siento. No puedo hacer más que mirar cómo se transforma y en intentar evitar que Lestat se la lleve.
- ¡No! Me niego a creerlo, no puede ser, debe haber un modo, ¡debe de haberlo!
- Lo siento.
Louis agachó la cabeza mientras dejaba fluir sus penas de sus inmortales y salvajes ojos, esos ojos que lloraban por tercera vez en toda la eternidad. Darien estaba abrazado a Serena, no podía soltarla, no quería soltarla. Luna estaba llorando desconsoladamente a la vez que repetía una y otra vez que no había logrado proteger a su princesa.
- Que escena más tierna.
Una voz resonó por todo su alrededor, poniendo en guardia a todos y cada uno de los presentes, que casi por instinto se levantaron de sus posiciones. Darien seguía con Serena en sus brazos.
- Os dije que lo lograría, ¿no es cierto?
- ¿Cómo has osado? ¿Cómo has osado? ¡¿Cómo has osado?!
- Cálmate querido Louis, yo no he hecho nada aún.
Los tres se quedaron estáticos ante tal respuesta. Sus rostros de ira y desolación se habían convertido en una luz de esperanza. Esperanza que se fue con la sonrisa malévola de Lestat. Louis se giró entonces y se acercó hasta Serena, separándola de Darien delicadamente, aunque este se negaba a ceder a un vampiro su más preciado tesoro, no tenía otra opción que confiar en Louis. El inmortal ser se apresuró a tomar el pulso de la joven. Un débil latido se dejó notar ante sus asombrados ojos.
- No puede ser... esta... ¿esta viva?
- Se podría decir así. La he desangrado. Ha caído en mi trampa como un ratón asustado. Sólo existen dos maneras de desorientar a tu presa. Primera, hacerla dudar de su capacidad hasta el punto de sentir su miedo a kilómetros de distancia, y segunda, haciendo salir su ira a la superficie en un ataque desenfrenado. Yo logré ambas y ese ha sido su mayor error.
- ¿Qué le has hecho?- Darien se situó imprudentemente frente el vampiro que sonrió irónico al acto del joven príncipe.
- Tú eres un claro ejemplo de mi teoría. Te he asustado claramente al atacar al ser amado y he despertado la ira más profunda y oculta de tu corazón, y por eso ahora estas enfrente de un ser que posee mucho más poder que tú, sin protecciones y sin un plan. Simplemente te has avanzado hasta mí de forma imprudente y nada meditada, exactamente lo mismo que hizo ella. Y ahora se encuentra así. A pesar de todo, sigue hermosa ¿verdad?
Los ojos de Darien se dilataron sobremanera a la vez que hacía crujir sus dientes de la ira intentando en vano controlar sus ganas de lanzarse contra ese tipejo, algo que hubiera hecho de no ser por Louis, que lo detuvo con un movimiento imperceptible para el ojo humano y sin apartar de sus brazos a Serena. Sin embargo, Lestat era más rápido, y poseía una gran ventaja, podía manejar la mente de sus creaciones hasta el punto de adivinar sus actos, por lo cual no le costó demasiado arrebatar de los seguros brazos de Louis a Serena. Darien se alarmó sobre manera y miró desesperado el cuerpo inerte de su amada en manos de ese despreciable ser.
- La amas, ¿verdad Louis?
- Sí. La amo. Más que a mi vida mortal o inmortal, más que a mi salvación o mi condena. La amo sobre todas las cosas y jamás permitiré que le hagas daño.
Su respuesta sorprendió tanto a Luna cómo a Darien, que le miraban extremadamente sorprendidos. Luna ya se había imaginado que el joven vampiro sentía algo por su princesa, pero jamás podría haber adivinado tales sentimientos en una criatura condenada a la oscuridad. Sin embargo ahora las cosas empezaban a cuadrar en su cabeza. El por qué Serena confiaba en él, por qué le cedió su sangre, y sobretodo, por qué quería sobre todas las cosas que volviera a ser humano. No cabía duda, de que el alma de aquel ser permanecía intacta, era todavía, en mente, un mortal. Pero Darien lucía algo diferente a la gata. Sus sentimientos se habían vuelto contradictorios y los celos y el desprecio luchaban contra la necesidad de confiar en ese ser, que decía amar a la misma mujer que él. Su corazón latía cada vez más fuerte y volvió su mirada hacia Lestat, que mantenía su sonrisa perversa y calculadora.
- Hay algo que quiero que hagas por mí, Louis.
- ¿Sí? Siento curiosidad, que puedo hacer por ti. - Su tono fue desmesuradamente irónico y frío, a la vez que mantenía un camuflado temor.
- Hace tiempo que necesito algo que te una a mí. Algo que nos una a ambos y que pueda relacionar nuestras mentes.
- Ja, eso es imposible, no tenemos nada en común.- Lestat acercó entonces el rostro de Serena y beso sus pálidos labios de forma sensual y seductora. Tanto Louis como Darien hicieron indicios de saltar en su contra, pero no podían hacer nada. Era demasiado para ellos.
- Esta joven. Ambos la deseamos.
- ¿Quieres hacer lo mismo con ella que con Claudia?
- No, no hay duda de que con esa niña me equivoque, pero que más da, ahora esta muerta. Se creía más lista que yo he intentó matarme. Ella es un claro ejemplo de que todo aquel que me reta, muere. Pero esta dulce princesa no será un error. Me aseguraré de ello, y aquí, querido amigo es dónde entras tú.
- ¿Qué quieres de mí? ¡Habla!
- Cómo puedes observar esta joven esta sostenida por un fino hilo. Un hilo que no aguantará mucho tiempo y que se romperá con gran facilidad.- Ante esas frías pero acertadas y verdaderas palabras todos sintieron como algo se rompía en su interior.- Nada más que una vida nueva puede salvarla. Cómo ves, por el delgado hilo de sangre que sale de sus hermosos labios, esta joven puede permanecer con vida por mi sangre. Le he otorgado un poco de mi maldad. Pero he medido inteligentemente la porción. Esto sólo logrará que tarde más en morir, pero... si se le da un poco más de este líquido bendecido por los mismísimos diablos, ella vivirá, junto a ti y junto a mí para el resto de la eternidad.
- ¿Pretendes que te dé mi permiso? ¿Quieres que te diga que la transformes en una criatura tan fría y despreciable como tú o como yo?
- No.
La respuesta no hizo más que aumentar la tensión en el ambiente. Darien observaba y escuchaba todo la conversación con miedo y impotencia. Prácticamente les habían aislado a él, y a Luna, del asunto. La conversación que antes existía, se había convertido en un dialogo entre esas oscuras y calculadoras criaturas, y él sentía que no podía confiar en nadie más que en sí mismo y en la gata, que parecía tan confusa y desesperada como él. La vida de su amada estaba en juego, y no podía hacer nada para evitarlo, para solucionarlo, o tan siquiera para dar su vida por ella. Sólo era un espectador que observaba los terribles acontecimientos que se estaban llevando a cabo. Pero ahora si que estaba desconcertado del todo. "No". Esa había sido la respuesta seca y rotunda. Pero ¿qué quería entonces? ¿Qué malvado plan se había formado en la mente de tan perverso ser?
- Entonces ¿qué? ¿Dime de una vez que quieres que haga?
- Louis, Louis, Louis, amigo. ¿ Acaso no es obvio?
- No. Para mí no lo es, perdona si no tengo tu mente fría y calculadora. ¡Así que habla de una maldita vez!
- Jamás te había visto tan alterado amigo, no cabe duda que te juegas mucho en esto- Su sonrisa era la de un ser que ha logrado lo que se proponía. Sus ojos se reían de Louis en su cara a la vez que su irritante carcajada resonaba en todo el retiro.- ¿Quieres saber cómo puedes salvar a esta joven?
- Tus juegos me aburren. Dime de una vez que es lo que pretendes.
- Esta bien, esta bien. No voy a alargar más la situación, aunque me hubiera gustado verte sufrir más. Pero no puedo permitirme ese lujo, esta bella criatura, esta hermosa y frágil flor, se está marchitando entre mis brazos y sólo tú puedes impedir que eso ocurra.
- ¡Habla!
- Dale tú el aliento que necesita.
- ¿Qué?- La voz de Louis, normalmente calmada y seductora se había tornado histérica y aguda. Había perdido completamente la compostura y su nerviosismo era obvio ante todos. - ¿Qué quieres decir?
- El único modo de que haya un lazo con esta chica por parte de ambos, es que la creemos los dos. Yo ya he hecho mi parte, pero por desgracia es insuficiente. Si deseas que no muera, dale tu sangre Louis. Dale parte de tu ser y otórgale el don oscuro.
- ¡Jamás!
- Bien... entonces dejémosla morir. - Louis no podía evitar que de sus puños saliera un hilo de sangre, causado por la ira y la impotencia que inundaba todo su ser. Darien miraba al vampiro con desprecio y gran temor. Tenía en sus terribles y sedientos brazos a lo que más amaba en este mundo y no podía hacer nada para evitarlo.- Dime Louis... ¿dejarás que muera? El ser que más amas, que tanto anhelas y con el cual desearías pasar el resto de tu vida? ¿Le matarás? Su vida esta en tus manos. ¿ Que harás?
Louis cayó de rodillas en el suelo. Cerraba sus ojos por la ira a la vez que golpeaba el frío pavimento. La sonrisa de Lestat no tardó en salir a flote. Una sonrisa que resultó más fría aún que antes y que había perforado los oídos de todos. Luna seguía llorando desesperadamente la indeseable suerte de su ama y Darien... Darien estaba a escasos metros de Louis, con la mirada perdida en ningún lugar, mientras dos saladas lágrimas brotaban de sus azulados ojos. Entonces, la hermosa criatura de ojos tan fieros y verdes como los de un guepardo, se levantó con decisión a la vez que miraba a Lestat, que instantáneamente dejó de reír.
- Esta bien. Tú ganas.
Continuara...
Notas: Socorro, estoy de los nervios, he escrito 4 paginas de golpe y aún así no me veo con fuerzas de continuar. ¡Que nervios! ¿Qué pasará ahora? ¿Louis se ha vuelto loco? ¿Lo va a hacer? O por lo contrario ¿prefiere la muerte de su amada a verla vivir en una condena? Pues no te pierdas el próximo capitulo. Jejje, que mala soy. '
