EL ELIXIR DE LA VIDA

El viento flotaba cada vez más fuerte a su alrededor, meciendo bruscamente el hermoso pelo dorado de ella. Su faz seguía exánime en brazos de ese despreciable ser. Sus ojos estaban sin vida, mirando hacia la nada mientras sus labios parecían cada vez más y más pálidos. Su dorada armadura había desaparecido dando paso a las ropas que anteriormente llevaba. Sus brazos antes firmes y suaves permanecían rígidos mientras eran balanceados por el viento que ahora todavía soplaba con más intensidad. Los ojos pardos y felinos de Lestat la miraban con una sonrisa ruin. Sus frías e impasibles manos la sujetaban firmemente como si no pesara lo más mínimo. El vampiro miró una vez más al suelo, en dirección a Louis, que todavía estaba arrodillado, sufriendo por su cruel destino. Destino que había labrado Lestat con sus propias manos y al que no estaba dispuesto a renunciar.

- Está bien. Tú ganas.

Dos cortas frases, tan simples, tan secas. Sin embargo esas pocas palabras produjeron una de las mejores sensaciones que Lestat podía sentir. La victoria. Sentía correr por todas sus venas una vez más el sabor amargo pero a la vez dulce del triunfo. Sus ojos mostraron un poco de brillo por primera vez en la noche mientras saboreaba el momento.

- Entonces tómala Louis. Haz de ella una de nosotros y ya nunca más estarás sólo. Ni tú, ni yo. Volveremos a ser una familia Louis.

El vampiro se levantó débilmente. Sentía sus fuerzas reducidas a cero y miles de sensaciones contradictorias retumbaban en su mente. Un solo instante podía cambiar drásticamente el rumbo de su vida. No tenía muchas opciones. Sus ojos permanecían en el suelo a la vez que empezaba a moverse en dirección a Lestat, que permanecía al acecho. " Que debo hacer... querida mía, si tan solo pudieras decirme tú que hacer... ¿Debo permitir que mueras? ¿Tú? ¿El ser que más amo?. No, claro que no. Sin embargo, ¿serás feliz en una vida condenada? ¿Podré yo compensar la culpa de las muchas muertes que dañaran tu conciencia? Si tan sólo me amaras como yo a ti... mi amor...Dime tú que hacer." Sus pasos eran pesados y lánguidos y su respiración tremendamente agitada. Cada vez estaba más cerca de la chica, y por consiguiente, de Lestat.

- ¡Quieto Louis! ¿En que estas pensando? ¡No lo hagas! ¿Estas loco? ¡No conviertas a Serena en lo que tanto aborrece! Si en verdad la amas como yo no lo hagas.
- ¡¿Prefieres que muera Darien?! ¡¿Quieres que la deje morir?! Jamás podría vivir con eso. ¡¿No lo entiendes?!- Dos lágrimas descendían de sus felinas esmeraldas a la vez que apretaba el puño con impotencia. Darien se había colocado frente el vampiro que le miraba alterado.- Aparta Darien. - Sin embargo el chico no se movió ni un centímetro. Él permanecía igual de desorientado que el vampiro, pero se negaba a ver a su amada convertida en aquello que tanto odia.- ¡Sal de mi camino!

Louis empujó sin ningún miramiento a Darien, que salió despedido sin poder apenas defenderse de dicho ataque. Luna corrió en busca de él y rápidamente se aseguró que el joven no hubiera sufrido ningún daño. Darien se vio una vez más impotente y se maldijo a sí mismo por no poder ayudar a su amada, que seguía ajena a la situación, rozando cada vez de más cerca la pálida muerte. Louis saltó hacia Lestat elegantemente. A escasos centímetros de Serena el vampiro clavó su mirada en aquellos ojos. Ojos que anteriormente brillaban dando celos a las más hermosas estrellas. Ojos que tantas veces le habían hecho recordar su vida cómo mortal y ojos que le habían seducido hasta guiar todos y cada uno de sus suspiros. Aquella chica que descansaba en brazos de aquel monstruoso ser no era su amada, y jamás lo volvería a ser si él la condenaba a la más fría eternidad. Miró sus cabellos, a pesar de la poca luz todavía lucían de un rubio espléndido, pero que no podía luchar contra el brillo que antaño tenían esos dorados mechones de vida. Lestat la cedió gustoso a los brazos del joven, siempre atento a cada movimiento y leyendo en su mente interceptando así todo posible plan de escape. Louis la abrazó con fuerza contra su pecho. Aquella frágil figura que mantenía en sus fuertes brazos podía ser eternamente suya. Viajarían todas las noches por lugares a los cuales siempre había querido ir. Le enseñaría todos y cada unos de los rincones del mundo sin preocupación por el mañana, pues para ellos, seres inmortales, siempre había un mañana esperando tras el hoy. Acarició dulcemente el pelo, aún sedoso de ella y besó sus pálidos labios ante la atónita mirada de Darien. Louis fijó entonces la vista en Lestat,, que sonreía gustoso. No había la menor duda de que estaba leyendo su mente, eso lo sabía. Este le sonrió a la vez que con un elegante golpe de muñeca le indicaba que procediera. Louis miró una vez más a Darien. Que sufría en silencio en la distancia a la vez que pensaba desolado la manera de detener esa horrible situación. Louis se compadeció del chico. Había sufrido mucho él también y ahora sufría indescriptiblemente al no poder ayudar al ser que más ha amado y que amará en toda su vida. Louis se acercó el rostro impávido de la muchacha mientras cerraba los ojos lentamente. Beso el cuello de Serena a la vez que dos colmillos aparecían en su boca. Lestat veía ya la tan deseada victoria, el momento en que Louis y él volverían a estar juntos y además al lado de tal belleza que ambos compartían.

- ¡No lo hagas Louis! ¡Detente por lo que más quieras!

La voz de Darien resonó por todo el retiro distrayendo una vez más las intenciones del vampiro que se separó un instante de ella. Dos rebeldes lágrimas escapaban de sus azules ojos mientras apretaba los dientes con impotencia.

- Louis... por favor... no condenes a lo que más amo... te lo pido... por favor...

Los ojos de Louis se abrieron como nunca antes lo habían hecho y siguiendo un impulso desesperado arrojó a Serena en brazos de Darien, sin dar tiempo de reaccionar a Lestat, que se lanzaba ya contra él indefenso chico. Sin embargo Louis se interpuso en su trayectoria dificultando sus planes.

- Maldito Louis, te pongo la felicidad en bandeja y la tiras en manos de un simple mortal. ¿Quieres que muera? ¡Sin sangre ella lo hará!
- Estás furioso ¿verdad? No has podido prever mis pensamientos, ni mis intenciones. ¿Sabes por qué? ¿Sabes por qué ahora puedo evitar que leas mi mente?

Darien recibió dificultosamente a Serena en sus brazos. La apretó contra su pecho en un suspiro de alivio, sin poder percatarse de que los dos vampiros estaban ya a escasos metros de él. Su corazón latía rápidamente a la vez que llamaba a la joven que permanecía inconsciente. Serena no reaccionaba a sus llamadas y cada vez su rostro palidecía más.

- Siento curiosidad - Lestat permanecía serio, inexpresivo, pero sus ojos buscaban a la joven y su mente intentaba maquinar un plan B.
- La joven que buscan tus ojos me otorgó unos poderes que jamás hubiera imaginado.
- ¿Qué?- El rostro inexpresivo de Lestat había cambiado por uno de asombro causando una pícara sonrisa por parte de Louis.
- Serena había caído gravemente herida el día que la atacaste. Hubiera muerto de no ser porqué yo estaba cerca y uniendo mi poder con el de ella logramos salvar su vida. No sabia como ni por qué mis poderes la habían curado, sólo sabia que todo mi ser me ordenaba hacerlo y lo logramos. A la vez esa unión me otorgó algo que jamás hubiera pensado. Poderes distintos, más poderosos y perspicaces. Ella no lo sabe, jamás se lo dije, pero gracias a mi amor por ella ahora me he separado de ti, los poderes que ahora poseo no son solo un obsequio tuyo y por eso, la unión que compartíamos se ha desecho. Si yo quiero puedo hacer que no descifres nada de lo que pienso. ¿Crees todavía posible tú plan?
- Buena explicación. Lo tendré en cuenta. Pero si no te importa preferiría que te apartases de mi camino, mato a ese condenado mortal y luego convierto a esa belleza en una de nosotros. ¿O prefieres que muera?
- ¡Darien! Yo contengo a este despreciable ser. Tú hazte un corte en la muñeca y dale tu sangre a Serena, ella tiene que beberla de algún modo.
- Maldito, tu plan no funcionará, la sangre de un mortal no la va a despertar y por tanto, no podrá beber.
- Eso ya lo veremos.

Lestat se lanzó encima de Louis que luchaba lo más ferozmente posible. Sabía que su poder no se podía comparar al de su maestro, sin embargo no tenia otra opción, por el amor que sentía por Serena que lograría que se pusiera bien. Mientras la batalla se llevaba a cabo ante los ojos de Darien, este no perdía el tiempo como espectador. Darien, convertido en Principe Endimión, cogió su espada y se hizo un corte superficial en la muñeca, sin llegar a tocar ningún órgano vital. Agarró la cabeza de Serena entre sus manos y abriendo la boca de la muchacha le ofreció su muñeca.

- Vamos Serena, mi amor por lo que más quieras... bebe... debes reaccionar...

A escasos metros de ellos los vampiros habían empezado una lucha a sangre fría. Sus miradas penetraban en la mente del otro sin éxito y sus frías sonrisas buscaban significado en el rostro del rival. Era una batalla silenciosa, ambos intentaban predecir los movimientos que efectuaría el otro. Louis llevaba todas las de perder, y él lo sabia, al fin y al cabo Lestat era su maestro y siempre había ocultado mil y una verdades en su mente que jamás se dignó a compartir. Louis no había podido presenciar jamás el verdadero poder de su creador y un profundo miedo calaba todos sus huesos. Por otro lado Lestat se sentía humillado. Su criatura, Louis, se enfrentaba a él por una mortal. ¿Podría Louis traicionarle una vez más como lo hizo con Claudia? Aquella niña vampiro... una de sus creaciones, que hacia ya una eternidad tuvo la osadía de intentar matarle a él, su maestro, su creador... niña insolente... jamás tendría que haber creado a un vampiro tan joven para hacer que Louis se quedara con él y no se apartara de su lado. Pero aquella joven era diferente. Era de sangre noble, hermosa y ya mayor de edad. Perfecta para sus planes de reconciliación con Louis. Sin embargo su plan parecía caer nuevamente ante sus ojos. El amor de Louis volvía a girarse en su contra intentando evitar que esa joven forme parte de ellos. ¿Por qué se negaba a hacerla una de ellos? Así podría tener de nuevo una amante, una amante de la cual el también se beneficiaría. Los tres podrían recorrer los valles de la muerte y ser los dioses de la noche. Una nueva idea le apareció casi por arte de magia a la vez que se dibujaba una maléfica sonrisa en su rostro.

- Deseas saber la verdad de los vampiros ¿verdad Louis? Te gustaría saber todos los secretos que se te han negado... yo puedo ofrecer las respuestas a tus preguntas. Yo saciaré tu sed ante lo desconocido pues he aprendido mucho en mis viajes y he descubierto toda la verdad.
- Yo también Lestat. Publicaste el libro ¿recuerdas?
- Hay muchas otras cosas que jamás han sido contadas en ese libro. Secretos que pondrían en peligro nuestra existencia. Cosas que jamás se han revelado a los vampiros condenados a morir, sólo a los auténticos inmortales. ¿No deseas saberlas?
- ¿De tu sucia boca? Díos sabe que no.- La ira apareció en los labios de Lestat que ahora apretaba sus puños con impotencia. Una sonrisa se vislumbró en los finos labios de Louis.- Saldrían de ella más mentiras que verdades, no envenenarás mi alma de nuevo con ellas.
- No eres más que un desagradecido, como lo fue Claudia. Sois una panda de irresponsables sin modales ni honor. Yo os hice como sois, yo os otorgué el don oscuro que tantos anhelan, y así que me lo pagas... jamás debí convertirte en lo que eres.
- Ojalá nunca lo hubieras hecho. Tal vez hubiera sido más feliz muriendo en tus brazos que viviendo en ellos.

Los ojos de Lestat mostraron una vez más la furia que dormía en su alma. Sin embargó luchó con todas sus fuerzas para calmarla, logrando permanecer impasible ante los ojos de su ahora rival. Dos garras feroces se lanzaron contra Louis que las esquivó a duras penas. Ambos se enzarzaron en una lucha feroz. Sus fieros ojos libraban una batalla silenciosa a la vez que sus cuerpos se movían por instinto intentando herir al contrario sin obtener resultados.

Bajo los bruscos movimientos de ambos Darien empezaba a impacientarse. Serena no reaccionaba en absoluto y la sangre brotaba inútilmente de él, pues esta no llegaba a beber ni una sola gota.

- Por favor... mi amor reacciona... Serena... despierta, por lo que más quieras... - A pesar de sus constantes llamadas Serena permanecía inmóvil. Su piel era ya más pálida que la propia muerte pero la sangre del vampiro parecía sostener duramente el hilo de su vida. - ¡Serena!

Los ojos de Darien se humedecieron mientras sacudía el cuerpo inerte de la chica, que respiraba cada vez con más dificultad. Luna estaba al lado, sin poder hacer otra cosa que llorar la suerte de su ama. Darien dejó caer levemente su muñeca ya rindiéndose a lo inevitable ante los atónitos ojos de la gata. Apretó con fuerza sus dientes en señal de impotencia a la vez que apretaba sus puños. Dos lágrimas brotaron de sus profundos ojos y un hilo de sangre roja escapó de sus labios causada por un corte nacido de la misma rabia que sentía. Luna se agachó al lado de su ama a la vez que con su peluda mejilla acariciaba el rostro de su princesa. Darien cayó en un llanto sordo a la vez que abrazó el cuerpo de la chica contra su cuerpo. Levantó entonces el rostro de la joven mientras saboreaba en sus labios el metálico sabor de su propia sangre que fluía libremente por su boca. Una idea despertó entonces al chico de su doloroso letargo. Acercando más el rostro de Serena hacia él dejó escapar una sonrisa de esperanza y besó sus labios dulcemente introduciéndose lo más que pudo en ellos. Poco a poco la sangre que brotaba de sus labios iba siendo saboreada inconscientemente por la chica, que sin darse cuenta empezaba a responder entre sueños ese beso. La sangre fluía por sus venas a la vez que el color acrecentaba en sus mejillas. Darien siguió prolongando el beso feliz de notar una débil pero propicia reacción en ella. Sus besos eran cada vez más profundos y su lengua buscaba llegar al fondo de ella. Notaba el sabor de su sangre aún y esta brotaba libremente en la boca de la joven que la bebía cada vez más rápidamente. Poco a poco ella empezó a mover ligeramente su cuerpo y a los pocos minutos movió sus párpados dulcemente mientras despertaba sin apenas fuerzas de su profundo sueño. Unos ojos azules recibieron los suyos con una tierna sonrisa y dos lágrimas salieron al notar la presencia de su amado tan cerca. Su cuerpo estaba muy débil y apenas tenía fuerzas para incorporarse. Darien no cabía en sí de gozo a la vez que recordaba las palabras de Louis.

- Serena debes beber de mi sangre para reponerte- Darien ofreció su muñeca a la chica que la miró confundida. Un profundo corte llamó su atención.
- Da... Darien... quién te ha hecho semejante corte... ¿eh?- La voz de Serena sonó completamente apagada. Le costaba respirar y pronunciar correctamente. - ¿Dónde...es.. esta Louis?
- Ahora no pienses en eso Serena, bebe por favor. Necesitas sangre para vivir. Sin ella no podrás luchar. - Darien incorporó a la desconcertada chica a la vez que situaba su corte en la boca de ella. Esta inconscientemente tomó la mano del joven a la vez que sorbía de su muñeca una gran cantidad de Sangre. A los pocos minutos se dio cuenta de lo que su cuerpo hacía y se distanció repentinamente de él. Por alguna razón ya no se sentía cansada. Su cuerpo había recuperado gran parte de sus fuerzas y su armadura lució brillante una vez más. Miró desconcertada a su alrededor y lo que vio heló su sangre. - ¡Darien! ¡Márchate de aquí! Luna acompaña a Darien hasta un lugar seguro, yo me quedaré aquí luchando con Louis, parece que tiene todas las de perder.
- ¡No me pienso ir de aquí Serena! Ya sé todo lo que hay que saber aquí. No pienso dejarte sola por qué te amo más que a mí vida y tú sientes lo mismo por mí. Así que deja de protegerme de una vez. Luna me lo ha contado todo... no tienes por qué fingir.
- No tengo ni idea de lo que te ha contado Luna, ¡pero yo no estoy fingiendo!
- Entonces rechaza esto

Darien agarró secamente a Serena y la besó sin darle tiempo a reaccionar. Sus brazos la apretaban fuertemente contra él a la vez que sus labios besaban ardientemente los de la joven que intentó permanecer fría ante tal acto. Su cuerpo se estremecía por el placer a la vez que sus rodillas, apoyadas contra el suelo, temblaban descontroladamente. Sentía todas y cada una de las caricias de Darien en su piel y se veía incapaz de rechazarle. Sus ojos, antes abiertos por la impresión cedían ante tal maravillosa sensación y sus manos buscaron instintivamente el rostro del chico. Darien se separó entonces con una sonrisa en sus labios mientras la desconcertada Serena miraba sus dos océanos con desconcierto.

- La reina Serenity provocó todos tus sueños. No son realidad, sólo eran fantasías creadas por ella.
- ¿Por qué haría la reina algo así?
- Para hacer de ti una guerrera fuerte- La voz de Luna llamó la atención de ambos que seguían sujetos en los cálidos brazos del otro.- La reina quería que enfrentaras esta lucha sola. Sin tus amigas y ,por supuesto, sin tu príncipe. Superando todas sus expectativas tú lograste convertirte en una digna guerrera, fuerte, atrevida e independiente. A la vez que habías adquirido extrema experiencia y sabiduría, eso sin tener en cuenta los elegantes modales que ahora posees. Has madurado, tal y cómo ella quería. Pero la aparición de Darien no estaba en sus planes ni tampoco un vampiro tan poderoso. Las leyendas jamás hablaron de un poder tan inmenso y destructivo.
- Ella reveló a Luna que el único modo de vencer era con el amor que nos procesamos. Que sólo uniendo nuestras fuerzas podremos vencer a Lestat. Ahora que te has recuperado bebiendo mi sangre podemos enfrentarnos a él.
- ¿Qué yo he hecho qué? - Los atónitos ojos de Serena al escuchar tal confesión por parte de su madre fueron súbitamente cambiados por unos de confusión. - ¿ Yo he bebido tu sangre? ¿Pero que broma es esta? - Ahora los sorprendidos eran Darien y Luna que se miraron con signos invisibles de interrogación.
- ¿Acaso no recuerdas nada?
- Lo último que mi mente puede recordar son los feroces movimientos de Lestat y sus colmillos aferrados en mi cuello. De aquí hasta vuestra narración todo esta borroso.

El sonido causado por un cuerpo caído pesadamente en el suelo distrajo la atención de todos. Louis había caído semiinconsciente en el duro pavimento y un sonriente Lestat les observaba desde el nocturno cielo. Serena no tardó en salir en busca de Louis, que apenas podía mover su cuerpo del frío empedrado.

- ¿Louis? Por favor contéstame Louis...
- Tú has sido la causante de su desgracia preciosa. Ha renunciado una vida de plena felicidad sólo por tu seguridad. Eres una plaga, un virus, como un cáncer. - Serena hizo caso omiso a las insultantes palabras de su enemigo que sólo pretendía alterarla.
- Louis... di algo... sé que todavía puedes oír mi voz.

La mano débil de Louis rozó la mejilla de su princesa a la vez que abría débilmente sus ojos. Una cálida sonrisa escapó de sus fríos labios y una lágrima brotó de sus cristalinos ojos.

- Darien lo ha logrado. Estáis bien... mi princesa... - Una reconfortante sonrisa escapó de Serena a la vez que se abrazaba al vampiro. - Debéis huir... Lestat es demasiado poderoso para vos.
- Jamás huiré. No te preocupes Louis, podremos vencerle, te lo prometo.
- Pero... mi princesa...
- Shhhhh, calla Louis. ¡Luna! Cuida de él.

Serena se incorporó ante la maléfica sonrisa de Lestat, que a pesar de todo había salido victorioso. Serena miró con recelo al vampiro y no pudo evitar que un escalofrío recorriera todo su ser. Había permanecido como dormida durante varios minutos y no recordaba en absoluto lo que había ocurrido... pero las heridas de Louis explicaban lo que ese ser había hecho. Darien se incorporó a su lado a la vez que sujetaba su mano con firmeza, intentando dar un poco de seguridad a la chica. Serena se sintió desfallecer. En vez de seguridad, el chico había transmitido un gran temor en ella. Sentía pánico de perder a los seres que más amaba, en especial a él. Su príncipe. Ella agitó la cabeza intentando borrar tales pensamientos y agarró con fuerza la mano del joven. Este le sonrió para clavar seguidamente su mirada en su contrincante.

- Bonita escena. Juntos de nuevo y por última vez. Creo que te dejaré con vida para que puedas disfrutar de la muerte de tu amada, Príncipe.
- No volverás a tocar ni uno sólo de sus dorados cabellos.
- Intenta impedirlo si puedes.

Luna estaba al lado de Louis cuando empezó la lucha. Lestat se había abalanzado en contra de Darien despiadadamente y Serena en un ataque de ira le había propinado un golpe con su espada. El vampiro sonrió al ver a la indefensa chica intentar defender a su amor. El combate pasó entonces a ser una fiera lucha por la supervivencia. Lestat no se andaba con rodeos pero a la vez disfrutaba de la inseguridad que acompañaba cada uno de los golpes de sus contrincantes. Estaba siendo un combate ridículo para él, sin lucha, sin complicaciones y en cierto modo eso lo aburría. Un golpe en toda la mandíbula hizo retroceder a Darien que estaba ya exhausto. No era justo que recibieran tantos golpes por parte de Lestat y este siguiera intacto. El chico estaba apoyado contra un muro cuando oyó un grito desgarrador por parte de Serena. Esta estaba siendo golpeada constantemente por las garras del vampiro que sujetaba su cabeza con fuerza. Darien se levantó de golpe y corrió lo máximo que sus fuerzas le permitieron hacia la chica, que gritaba de dolor. Empuñó su espada y se dispuso a atravesar el pecho de Lestat. El vampiro estaba de espaldas, era perfecto. Sin embargo un movimiento por parte de este le arrebató sin ningún tipo de esfuerzo la pesada espada y con una sonrisa maléfica y su mano libre golpeo ferozmente al chico que salió despedido chocando contra un muro.

- ¡Darien!- Serena se retorcía de dolor. Tenía muchas magulladuras en el rostro, un corte profundo en una pierna y un gran número de morados por todo su cuerpo. Un hilo de sangre fluía por su rostro. Entonces cayó en la cuenta. Darien estaba tan débil por que le había ofrecido su sangre! El sentido de culpa la invadió a la vez que miraba con desesperación a Darien, que hacía grandes esfuerzos para levantarse. - ¡No! ¡No te levantes! ¡Yo me ocuparé de él! Debes recuperarte, me has dado mucha sangre ¡no te acerques Darien!

El grito desesperado de Serena caló hondo en el corazón de Darien, que no había pensado en el hecho de que sus fuerzas estaban reducidas por lo sucedido anteriormente. Se sintió débil. No podía ayudar a la mujer que ama pero le daba igual. No se iba a quedar parado viendo como ese monstruo hería una y otra vez a Serena.

- Sabes que por más que lo pidas no lo aré. ¡TE AMO!. ¡Jamás te dejaré!- Dos lágrimas bajaron por el rostro de Serena.
- Que escena más conmovedora ¿no creen? Lástima que no podrás hacer nada por ella, por qué voy a hacerla pedazos.

Lestat lanzó a Serena a unos cuantos metros de distancia. Su cuerpo cayó pesadamente en el suelo, muy cerca del paradero de Louis y Luna. Sus brazos apenas tenían fuerzas para sujetar su propio cuerpo y no podían levantarla del suelo. Un hilo de sangre nacido de su frente caía por su hermoso rostro y un dolor agudo en su tobillo estaba haciendo la lucha aún más desigual. El vampiro la miró de frente, con una sonrisa perversa ante los atónitos ojos de Darien que corría en contra de Lestat. La sonrisa pasó a ser una carcajada cuando con un solo empujón lanzó al príncipe lejos de nuevo.

- Puedes sentirte afortunada, princesa. Vas a morir con un ataque secreto, que nadie, excepto los vampiros más poderosos, ha conocido jamás. - Una sombra negra escapó de las zarpas de Lestat dirigiéndose sin piedad en contra del cuerpo cansado de la joven, que no pudo hacer más que cerrar los ojos esperando el terrible impacto. La masa negra se acercaba peligrosamente y a gran velocidad en contra de Serena y esta no podía hacer nada, se sentía inútil, incapaz de esquivarla. Lo último que pasó por su cabeza en ese momento fue un nombre. Un nombre que se repetía constantemente en su cabeza y que a pesar de las circunstancias seguía en su mente. " Darien"

Los ojos del chico se dilataron a más no poder. Un ataque descomunal se dirigía hacia su princesa y no podía hacer nada para impedirlo. Estaba demasiado lejos para interceptar el ataque y su cuerpo no le permitía el más mínimo movimiento. Sus ojos parecieron mostrarle el momento a cámara lenta y podía ver el rostro de desesperación de Serena. Ella cerró sus ojos resignándose a recibir el golpe y lo único que su cuerpo le permitió hacer fue gritar.

- ¡SERENA!

Él estaba a escasos metros. Jamás había visto semejante ataque. Era un vampiro de sangre pura, sin embargo jamás había sentido tal poder en uno de su especie. Su corazón latía a mil por hora admirado por la fuerza de su creador. Sin embargo tal asombro pasó a ser un profundo miedo. La princesa estaba indefensa a tal ataque que se acercaba peligrosamente a la velocidad de la luz. Ella se había quedado quieta, con los ojos cerrados, resignada a ser ferozmente golpeada y a morir en consecuencia. El príncipe Endimión estaba a larga distancia, con un rostro pálido por la impresión y pudo oír el desesperado grito que salió de su garganta anunciando lo inevitable.

Lo que ocurrió después fue confuso para él. Se dejó mover por el instinto y casi sin ser consciente de lo que hacia. Sólo tenía un deseo en su mente, y aunque quizá ya era demasiado tarde, aunque quizá no llegaría, aunque se dejara la vida en ello, debía hacerlo. Debía salvar al ser que más amaba.

Un estruendo de grandes dimensiones dañó el silencio del Retiro. Una profunda oscuridad reinó después del ataque y seguidamente un silencio de confusión. La oscuridad era muy espesa y nadie podía distinguir que ocurría a unos metros. El aire, frío como el hielo, calaba todos los huesos y la confusión y el pánico tenían parados a todos los presentes. Lentamente la oscuridad producida por el ataque se fue disipando. Un cuerpo empezaba a vislumbrarse en el suelo. Dos lágrimas de profundo dolor brotaron de sus hermosos ojos azules y un grito se ahogó en su garganta. Cubrió sus labios con sus manos y lloró desesperadamente.

Darien empezaba a distinguir figuras en la oscuridad. Su temor creció indudablemente ante una figura inmóvil en el suelo. Esta empezó a hacerse más clara cada vez. El corazón de Darien estaba oprimido y el pánico no le dejaba pronunciar palabra. Sin embargo no pudo evitar sorprenderse al descubrir su identidad. Un llanto seguido de un grito desesperado fue lo siguiente que atrajo su atención mientras el vampiro quedaba horrorizado por lo sucedido.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡LOUIS!!!!!!!!!!!!!!!!

Continuará....