Una batalla por la supervivencia

La sangre corría por el suelo más densa que la culpa. Dos ojos antes fieros y vivaces restaban ocultos tras dos pálidos párpados. Un grito antes agudo se había convertido en un llanto sordo y una fría desesperación. Su cuerpo permanecía inmóvil en el piso y sus cabellos ondeaban en el viento de un modo salvaje. El hermoso rostro de ella estaba horrorizado por la escena y dos cálidas lágrimas bajaban mejillas abajo. Sus manos temblaban por el nerviosismo y su respiración, antes agitada, se había parado en seco. Su cuerpo no respondía y la impresión la hacia permanecer exánime por la despiadada imagen. Louis estaba a escasos metros de ella. Su hermosa sonrisa había desaparecido y sus gestos varoniles habían sido sustituidos por la inmovilidad. Serena lo miraba con fijeza. Sus ojos no podían asimilar tal imagen y aún no enviaban ningún tipo de reacción hacia su cerebro. Por un momento el tiempo se paró.

Lestat no podía creer lo que presenciaban sus fieros ojos. El ser que más amaba en la faz de la tierra, su creación, su alumno, su Louis, permanecía inerte a sus pies. Su cuerpo estaba muy dañado por todas las heridas de la lucha y una sombra oscura había hecho palidecer todavía más su bella faz. Entonces una flecha se clavó en su frío corazón. Él había causado la muerte de Louis. Habían sido sus manos las que lanzaron un despiadado ataque tan peligroso como la propia inmortalidad. Dos lágrimas rojas cómo el vino brotaron de sus ojos a la vez que los puños, antes contraídos por la adrenalina, se soltaban dejando la mano inanimada.

- Louis... no... no puede ser... !no es verdad!... ¡¡¡Louis!!!

Las palabras nacieron en los labios de Serena tan débiles como el hilo que sostenía la vida de Louis, pero creciendo hasta convertirse en un grito ensordecedor. Por fin su cuerpo reaccionó y corrió hasta el encuentro con él. Se paró a su lado, casi temiendo tocar su debilitado cuerpo y lentamente acurrucó la cabeza del vampiro en su pecho. Sus párpados estaban cerrados y su color había disminuido aún más. Un charco de sangre nacido del pecho de Louis ensuciaba el traje de la chica. Una sangre espesa, fría y sin vida. Un líquido falso, muerto, que había dado supervivencia a esa criatura condenada. Serena miró desolada al joven, que no daba señales de recuperación. Una vez más no pudo controlar el llanto y, tumbándose sobre el pecho de él, descargó su pena.

A varios metros del suceso el joven príncipe de la tierra miraba fijamente la situación. Serena había olvidado que el enemigo estaba muy cerca y se había lanzado al lado de Louis, que seguía inmóvil en el suelo. Estaba expuesta al peligro. Sin embargo Lestat también estaba sumido en un duro trance. Su carácter pasivo había cambiado drásticamente por uno de culpa y preocupación y sus rasgos antes fieros ahora eran casi humanos. Darien no podía olvidar que ese monstruo estaba a apenas unos metros de su princesa, cosa que no podía dejar de preocuparle. Sin embargo permanecía mirando la escena. Por alguna razón no entendía la preocupación de Serena. Louis era un vampiro, y si bien este les ayudaba, al fin y al cabo debe ser destruido. "¿Qué habrá pasado entre ambos para que Serena este tan perturbada?"

- Louis... por favor... perdóname... debería ser yo la herida... no tú...

Las manos de Serena se entrelazaron dulcemente entre los castaños cabellos del vampiro que reposaba en sus brazos. Sus lagrimas mojaban el rostro de Louis, que a pesar de estar tan pálido como la propia muerte permanecía sereno y hermoso. Las palabras de Serena calaron hondo en Lestat, que borró inmediatamente su expresión de preocupación, culpa y desconcierto por una de ira.

- ¡Maldita! ¡Tú has sido la causante de todo! Tú le has matado y tú morirás ahora por ello!

Lestat saltó bruscamente encima de la joven separándola de Louis. Sus desgarradoras zarpas agarraron el delicado cuello de la princesa a la vez que lo apretaba con firmeza. Serena no pudo hacer más que agarrar sus manos con fuerza intentando despegarlas de ella. Tenía la mente nublada por la situación y las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos sin dejar de mirar a la enfurecida criatura. Toda la hermosura de Lestat se había vuelto fría y cruel dejando lejos el encanto de sus ojos azules. Ambos se alzaron en el cielo, para auténtica sorpresa de la princesa que miraba estupefacta la gran distancia que les separaba del suelo. Vio a Darien corriendo hacia ella y parándose para mirar hacia el nocturno cielo mientras sus labios gritaban desesperadamente su nombre. Serena jamás hubiera pensado que un vampiro pudiera volar, pero mucho menos que pudieran hacerlo sin alas!

Hilos de sangre empezaban a correr por su cuello y cada vez su respiración era más entrecortada. El vampiro tenía la fuerza necesaria para romperle todos los huesos en un instante, sin embargo solo la agarraba del cuello, haciendo su sufrimiento más amargo y lento. Serena no podía más. Estaba exhausta, y las manos que antes luchaban por librarse de las garras que la aprisionaban dejaron de aplicar fuerza cayendo pesadamente. Sus fuerzas estaban al límite y su espíritu de lucha se había dado por vencido esperando una inminente muerte. Una sonrisa maléfica se dibujó en el rostro de Lestat.

- ¡Pagarás por todo lo que has hecho!

Darien observaba horrorizado la situación. Serena había dejado de luchar, estaba totalmente expuesta a la voluntad de esa horrible criatura. Por más que le gritaba que reaccionase esta no podía oírle desde tan lejos. Se sentía inútil una vez más. Sus puños se contraían de la rabia y sus dientes crujían de impotencia. Luna estaba a su lado gritando el nombre de su princesa y el cuerpo de Louis seguía sin vida tirado en el frío asfalto. Las rodillas de Darien cedieron y cayó pesadamente chocando ruidosamente contra el suelo. Luna dejó su desesperada llamada y miró al príncipe de la Tierra.

- Una vez más ella esta luchando y yo no puedo hacer nada para protegerla. ¡¿Por qué?! ¡¡¿¿Por qué??!!

De repente y para el infarto de todos una luz dorada envolvió a Darien. Dos hermosas alas color canela salieron de su fuerte espalda rompiendo la armadura de Endimión. Su torso quedó al desnudo a la vez que sus ojos azul marino, totalmente abiertos por la sorpresa, analizaban sus nuevas alas. Una luz interrumpió al príncipe. Su espada estaba también envuelta por una luz cálida. Su filo se había convertido en oro puro y desprendía una potente luz roja. Darien no salía de su asombro y agarró con sus fuertes manos el mango de esta. Una fuerza recorrió su cuerpo y su frente empezó a quemarle. Una insignia se estaba formando en ella. Era un carácter chino. "Tierra".

- ¡Darien! Te ha salido una marca en la frente... Tierra... no hay duda... ¡Es el símbolo de la realeza terrestre!

Luna miraba al chico con una fugaz sonrisa. La insignia de Darien era de un hermoso color verde. Una sonrisa se dibujó en su rostro y ,alzándose hacia el nocturno cielo, fue a proteger a su amada. Ahora estaba listo para luchar. Por fin su autentico poder había despertado. Era el príncipe de la tierra.

El vampiro había dejado de apretar con tanta fuerza el cuello de Serena. Una extraña fuerza había florecido a escasos metros de su paradero. La sorpresa no tardó en salir a flote al ver a una figura halada volando hasta él. Serena había perdido el conocimiento en sus brazos y lentamente la dejó caer al vacío. El príncipe no tardó en correr en su ayuda y al sentir su aliento contra su pecho un sentimiento de profundo consuelo le invadió. Darien miró el rostro de su contrincante, en el cual crecía la ira, y sin perderlo de vista descendió hasta tocar el suelo y seguidamente depositando suavemente a Serena junto a Luna.

- ¿Da... Darien?- Serena notó una cálida luz que la envolvía y un placentero calorcito que la hacia sentir increíblemente segura entre esos brazos.
- Shh.... no te preocupes amor. Todo esta bien.
- Esa marca en tu frente... yo ya la había visto alguna vez... hace mucho tiempo... en la luna... mi príncipe... Endimión. - Serena se abrazó fuertemente a él a la vez que caía en llanto. Su delicada y suave figura estaba protegida ahora por dos fuertes brazos. Un sorprendido Darien respondió tal caricia a la vez que sus ojos buscaban una vez más el paradero del enemigo. Lestat miraba la escena desde lejos con una mirada de falsa paciencia y recelo.
- Serena...- Un dedo interrumpió su intento de hablar para ser sustituido posteriormente por los labios de ella.
- Debemos luchar juntos. Tú y yo. Así lo quiere la reina y así ha de ser. Jamás permitiré que mueras Darien, tú no. ¡Jamás! Yo te protegeré.
- Siento lo mismo, nunca más estarás sola.

Ambos se sonrieron placidamente. Sentían todo de sentimientos contradictorios recorrer por sus estómagos. Felicidad por poder expresar por fin sus sentimientos y ser del todo correspondidos por el otro. Agradecimiento por el afortunado día en que se conocieron, hace tanto tiempo, en otra época, en otra situación. Esperanzas por un futuro lleno de felicidad junto a esa persona y el autoconvencimiento de que están juntos en esto, y que pase lo que pase siempre tendrán un recuerdo perfecto. Miedo a perder todo lo que les hace seguir en pie para enfrontar a Lestat. Cansancio por la repetida situación de peligro en sus vidas y por la gran carga que siempre han llevado en sus espaldas. Resignación por el destino de luchas que les ha sido marcado. Ira por las criaturas que matan y atormentan con el único propósito de satisfacer sus sádicos deseos. Repugnancia por el ser que tienen delante y odio a la vez por haber lastimado a la persona amada.

Ambos se levantaron al mismo tiempo y alzaron su vista hacia el estrellado cielo. Sus ojos, decididos, fijaron su objetivo en Lestat. Este permanecía en el mismo lugar, con su ya típica expresión. Dos hermosas alas blancas aparecieron en la espalda de la princesa y una luz formó la espada de plata en una de sus manos. Serena separó el cristal de plata de su cuerpo y levantando la espada hacia el cielo gritó "¡Cristal de plata. Luz de lucha!" La espada brilló con más intensidad y un poder sincero y puro invadió todo su ser.

Bastaron un par de miradas entre ambos para entenderse. Simultáneamente alzaron en vuelo y empuñando sus espadas se acercaron cautelosamente al enemigo. Serena a un lado y Darien al otro. Lestat empezó a desconcertarse. Intentó leer sus mentes pero una barrera invisible se lo impedía. Algo en ellos había cambiado. Ahora los tenía a uno o dos metros de distancia y no sabía cual de los dos atacaría primero. Ambos parecían entenderse sin utilizar palabra y sus ataques podían ser peligrosos.

Sin embargo fue Darien el que atacó primero. Empuñando firmemente su espada se abalanzó contra Lestat hiriendo levemente su torso y rompiendo su atuendo. Lestat fingió una fría sonrisa. Seguidamente, tal como Darien había supuesto, su herida cicatrizó. Una sonrisa se dibujó entonces en el rostro de Serena, que avisando con un gesto a su príncipe, invocó el poder de su espada.

- Cristal de plata ¡ARDE!

Una luz cegadora envolvió el cuerpo de Lestat que gritó de dolor. Su piel le quemaba y sus fuerzas parecían abandonar su ser. No podía escapar de esa luz tan dañina como el mismo sol. Pero pronto empezó a notar que sus heridas y quemaduras eran superficiales y que el dolor que sentía era el mismo que sentiría un humano al tocar agua hirviendo. Sin embargo los daños que su cuerpo sufriría serían insignificantes comparados con los que padecería un mortal.

Finalmente la luz cesó dejando a una exhausta Serena ante el vampiro. Rápidamente y sin dar tiempo de recuperarse a Lestat, Darien clavó su espada en el vientre de la desconcertada criatura. Esta se retorció de dolor y sin poder aguantarse en el cielo se precipitó hasta chocar violentamente contra el suelo. Los príncipes de la Tierra y de la Luna se quedaron en lo alto mirando fijamente a Lestat. Para sorpresa de ambos el cuerpo empezó a moverse hasta enderezarse por completo y con una maléfica sonrisa inició su recuperación. Serena y Darien se lanzaron entonces en su contra intentando por todos los medios impedir que se reanimase. Pero no llegaron a tiempo. Para cuando sus pies tocaron tierra firme el vampiro ya había curado sus quemaduras. Sin embargo una herida permanecía en su torso. El corte que había atravesado su cuerpo anteriormente no se había curado del todo dejando una herida bastante pronunciada y que no había cesado de sangrar. Los ánimos de Serena se vinieron abajo en cuestión de segundos.

- El cristal de plata no debilita suficientemente su piel... si lo usara en su totalidad quizá...
- ¡No! Si hicieras eso quizá le destruiríamos, pero tú también morirías. Debe haber otro modo de...
- ¡Darien! ¡Tu espada! El símbolo que protege a tú planeta es el sol. Así pues... tú poder se rige en la fuerza del cristal dorado. ¡Un cristal que utiliza como energía el sol!
- ¿Adónde quieres llegar con eso?

Anticipándose a un posible ataque calculado por sus enemigos, Lestat se abalanzó en contra de Serena sin poder dar tiempo a una reacción. Ambos forcejeaban en el suelo rodando precipitadamente por este. La fuerza del vampiro era demasiado poderosa. Serena estaba en desventaja y a su vez había perdido mucha energía al utilizar su cristal. Darien corrió en su auxilio logrando separar a Serena de ese monstruo y recibiendo un fiero golpe en su lado izquierdo.

- " Darien... ¿me oyes?"- Una voz resonó en la mente de Darien. Una voz inconfundible. Mientras interceptaba los múltiples golpes de Lestat buscó el rostro de su amada. - " ¿Me oyes?"- Darien asintió con un golpe de cabeza a la vez que se protegía de un feroz ataque. - "Debemos utilizar nuestros cristales a la vez. La combinación de mi cristal de plata, que recibe la fuerza de la luna y de la plata, con la del cristal de oro, que recibe el poder del sol y el oro, podemos vencerle. Tanto la plata como el sol destruyen estas criaturas. Quizá por separado no nos sirvan de mucho, pero unidas... puede funcionar."

Los ojos de Darien se iluminaron en un deje de esperanza. Se concentró en la lucha y propinó un fuerte golpe a Lestat que le permitió alejarse momentáneamente de él.

- Por el poder del cristal de plata, yo su princesa y guardiana, te castigo.
- Por el poder del cristal de oro, yo su príncipe y guardián, te castigo.
- ¡"Crisis Power"!

Una luz cegadora se lanzó en contra de Lestat sin dar a este mucho tiempo a reaccionar. Los dos poderes se unieron formando una hermosa luz canela que convirtió la oscura noche en día. Ambas espadas se unieron en el centro, justo encima del vampiro. Los cristales habían dejado de funcionar sobre ellas y ahora estaban en manos de sus guardianes.

"Debo seguir adelante. Todo saldrá bien. Lo sé. Pronto estaremos juntos Darien, mi amor. No te rindas. Hazlo por mí, no puedes morirte, júrame mi amor que no morirás"

"Serena... mi amor...Mis fuerzas apenas sostienen mi cuerpo. El cristal esta exprimiendo de mi ser hasta la última gota de poder... pero te lo prometo, viviré. Tengo muchas razones para vivir. Tú, Chibiusa, nuestro futuro... amor... ¡viviré!"

Una sonrisa se formó en el rostro de ambos. No podían verse. La luz cubría todo a su alrededor y su corazón era el único que les guiaba por aquel peligroso y desconocido sendero. Los horribles gritos del vampiro distrajeron momentáneamente la atención de Serena, que por un momento sintió compasión. Aquel ser era un asesino, no cabía duda, sin embargo amaba a Louis, incluso un ser como él podía amar... ¿Era ella alguien para juzgar su suerte? Sus fuerzas iban flaqueando por momentos. Se sentía desvanecer cada vez que mataba. No podía soportar la culpa por las noches y las lágrimas volvieron involuntariamente a sus cristalinos ojos azules. Su cristal estaba flaqueando y el de Darien luchaba por ambos, con más ferocidad y separando más poder de su guardián. Serena notó el aumento del cristal dorado y seguidamente el descenso del suyo. Rápidamente imagino a su príncipe. Luchando ferozmente en el otro lado por su futuro. Ese mágico futuro que les esperaba. No iba a permitir que Darien muriese. Su fuerza volvió a crecer, esta vez desmesuradamente y sin control. Una explosión causada por la inesperada unión de ambos poderes golpeó sus cuerpos lanzándolos en direcciones contrarias y alejando aún más a la pareja. Un estruendo y un golpe seco fue lo último que ambos pudieron oír. Un mismo pensamiento pasó en la mente de ambos cuando se hicieron a la idea de que todo había terminado. Buscar al ser amado.

- ¡Darien! ¡Darien, por favor, ¿dónde estas? ¡¡DARIEN!!
- ¡Serena! ¡Estoy aquí!

Los dos corrieron con una sonrisa en sus labios en dirección a la voz de su pareja. Serena corría emocionada y buscaba entre los restos de luz a su príncipe. Podía oír sus rápidos pasos corriendo hacia ella. Lentamente se fue dibujando su silueta y su sonrisa se amplió todavía más.

- Darien....

Un golpe y un grito desconcertaron a Darien. Sus pasos se detuvieron en seco por un momento. Ya no la veía, había perdido de vista a su princesa.

- ¿Serena?... ¡SERENA!

Darien corría una vez más. Su desesperación crecía por momentos. Buscaba y buscaba, pero no la podía hallar. Su corazón latía precipitadamente y las ansias que sentía apenas le dejaban respirar. La luz ya casi se había disipado del todo pero sus ojos no podían verla en ningún lugar.

- Darien...

El príncipe se giró rápidamente y su corazón volvió a latir apresuradamente, esta vez de gozo. Serena estaba frente a él con una sonrisa melancólica en sus labios. Darien desvió su mirada y pudo distinguir una espada en el brazo de Serena. El filo estaba cubierto de sangre. Una sangre negra y espesa que goteaba en los pies de la joven. Tanto las piernas como los brazos de la chica estaban llenos de rasguños y múltiples morados empezaban a aparecer en su blanca piel. Un hilo de sangre brotaba de sus perfectos labios. Sin dar tiempo a Darien de reaccionar, Serena corrió hasta sus brazos y soltando su espada se lanzó con fuerza hasta él.

- Lo he matado... lo he matado... no debí... no debí...- Serena lloraba amargamente en brazos de su amado. En sus ojos no paraban de brotar lágrimas y su cuerpo temblaba entre el de él.
- Serena... mi amor... hiciste lo que debías. Ahora él es libre. Su alma puede descansar. Le has salvado.- Darien acarició suavemente el pelo de su princesa mientras suspiraba aliviado. La tenía allí, sana y salva. Todo había terminado por fin.

Ambos se giraron buscando el cuerpo de Lestat. Este restaba a unos metros de ellos. Su piel estaba completamente quemada y un profundo corte, causado por la mortal espada de Serena, cruzaba su vientre de lado a lado. Serena se apretó todavía más contra Darien y resguardó su rostro en el fuerte pecho del príncipe. Él se sentía el hombre más dichoso que había pisado jamás la tierra. Por fin estaban juntos y ya nada ni nadie les separaría jamás. Por fin podían amarse.

Un grito de luna disipó por un momento la perfecta esfera de paz que ambos se habían construido, alterando a la joven. Un reflejo de esperanza se dibujó en el rostro de ella.

- ¡Serena! ¡Louis está reaccionando. ¡Todavía esta vivo!

Continuará...


Notas de la autora: Primero de todo daros las gracias por vuestros amables comentarios. Me siento muy feliz cada vez que veo uno nuevo. Sois mi punto de apoyo. Gracias a todas/os. (Aunque chicos creo que no hay). En fin. Un besazo y hasta el próximo capítulo. Chiao!

PST: Para los interesados en Card Captor Sakura, tengo un fanfic llamado Magicville en esta página web. Si les gusta léanlo por favor. Gracias.