La promesa eterna

Draco estaba sentado en el suelo mirándolo esperando que él le diera respuestas que no le llegaban; Ron estaba sentado en el piso también junto con Harry.   Ron miraba a Draco y no podía creer que alguien como Malfoy estuviera tan preocupado por su hermana, tal vez lo que sentía Draco por Ginny era real y no un capricho como Harry le había dicho momentos antes.   Harry no dejaba de verse las manos, en su cabeza solamente existía una pregunta, ¿cómo había sido posible que la pequeña Ginny Weasley se le escapara de las manos?, ¿cómo fue que se enamoró de ella cuando sabía que ya la había perdido?...

Draco miró por enésima vez la puerta de la enfermería, rogando y suplicando a todos los cielos que alguien saliera para informarles del estado de Ginny, sin embargo, los minutos corrían convirtiéndose en horas y cada una de ellas pesaba más y más sobre los hombros del joven Slytherin.. Draco estaba convencido de que daría lo que fuera por que  Ginny le sonriera de nuevo, por poderla tener entre sus brazos y por poder compartir toda la vida con ella... porque por ella estaba dispuesto a renunciar a su nombre y a todo lo que él había conocido hasta el momento, para convertirse en un hombre nuevo y diferente, digno de su amor y su cariño.   La puerta de la enfermería seguía sin movimiento alguno y la desesperación se apoderaba cada momento más y más de Draco Malfoy, que empezaba a recordar en esos momentos, lo que había acontecido después del desmayo de Ginny....

Una vez que Draco se había llevado a Ginny a la enfermería cuando la chica se desmayó, pasaron solo unos cuantos minutos y aparecieron Madame Pomfrey, Dumbledore y Hermione con un paquete lleno de medicinas.   Todos entraron a la enfermería y la visión que tuvieron fue sumamente conmovedora: Draco Malfoy le limpiaba las gruesas gotas de sudor que le corrían por la frente a Ginny Weasley y la miraba con los ojos cristalinos a punto de romper en llanto sin saber que hacer para que la pelirroja recobrara la conciencia.   Draco estaba desesperado.

- Profesor Dumbledore – dijo Draco con la voz entrecortada – yo... no se que puedo hacer.. ella no... bueno, solo se desmayó y la fiebre... no se que puedo hacer...

Draco derramaba lágrimas provenientes de la más sinceras de las preocupaciones.  El trío maravilla se había quedado sin habla, Madame Pomfrey derramaba algunas lágrimas conmovida por el dolor de Draco y Dumbledore sonreía con un dejo de tristeza en la mirada.  Estaba feliz por que al fin el joven Malfoy había podido vencer esa imagen de arrogancia que le habían impuesto desde el seno materno... pero no sabía si Ginny iba a lograrlo, no después del desmayo.   Dumbledore se acercó al joven Slytherin que no podía reprimir el llanto surgido del dolor por pensar que podía perderla en cualquier momento.

- Draco – le dijo Dumbledore mientras lo tomaba del hombro – tenemos una cura muggle para la enfermedad de la señorita Weasley, no sabemos que tan efectiva puede ser porque su enfermedad ya ha avanzado bastante, pero no podemos perder la fe... la fe es el motor de los milagros y si tenemos la suficiente confianza en que los milagros existen, uno de ellos se presentará frente de nosotros... No pierda la esperanza señor Malfoy... ella se pondrá bien si usted confía que así será

- Yo se que ella saldrá bien de todo esto Señor – respondió Draco sin dejar de llorar

- Entonces, permítanos unos momentos para poder ayudarla – sonrió Dumbledore

- Si señor, como usted diga.

Por segunda vez, Draco tuvo que abandonar la enfermería.   Pasó a un lado de Madame Pomfrey quien no dejaba de llorar; a un lado de Harry que lo miraba sumamente confundido, no podía creer que los sentimientos de Draco por Ginny fueran realmente sinceros... era demasiado para un Malfoy aceptar que amaba a alguien; a un lado de Ron que lo miraba sorprendido y halagado... era increíble que un Malfoy estuviera sufriendo tanto por un Weasley, pero como Dumbledore había dicho, los milagros existían si confiamos en ellos.  A un lado de Hermione, quien no se quedó con las ganas de abrazar muy fuerte a Draco asegurándole que no se preocupara, que todo iba a salir bien.

Draco salió de la enfermería y segundos después, Ron y Harry hacían lo mismo.   El joven Slytherin se sentó en el suelo, recargado en la pared justo frente a la puerta de la enfermería.   Harry y Ron lo imitaron, pero ellos tomaron su lugar junto a la puerta y así se inició la eterna espera de la que seguían siendo presos, sin noticias del progreso de Ginny y sin saber absolutamente nada de ella.   Ron y Harry hablaban sobre lo que Hermione, Madame Pomfrey y Dumbledore hacían dentro de la enfermería, pero Draco, solo tenía una imagen en la cabeza: Ginny.

La noche había cubierto con su negro manto todo Hogwarts... habían sido horas de eterna espera y desesperación, de preguntas sin respuestas, de sentimientos de amor y de confusión... horas de angustia infinita solo de pensar en la pérdida de un ser amado... definitivamente, los tres chicos estaban apunto de perder la paciencia cuando la puerta de la enfermería se abrió.   Madame Pomfrey salió de la habitación llorando, son poder decirles a los chicos, que ya estaban frente a la puerta de pie y expectantes.   Draco imaginó lo peor, ella no podía...

El Slytherin entró en la habitación y vio a Dumbledore al pie de la cama de Ginny, observándola.   La cama de Ginny no odía verse por completo, una sortina blanca la cubría por la mitad.   Hermione estaba sentada en uno de los bancos de la enfermería con la mirada agachada, se notaba que la joven había estado haciendo un gran esfuerzo.   Atrás de Draco, entraron Ron y Harry y cuando Hermione vió a Ron, corrió a los brazos del chico y solo lloraba, sin poder articular palabra alguna.   Los tres jóvenes imaginaban lo peor, ella....

- Profesor ... ella... – fueron las únicas palabras que pudo articular Draco, las lágrimas le habían formado un nudo en la garganta, un nudo que no lo dejaban hablar.

- Profesor, Hermione, por favor, ¿qué paso? – dijo con voz más segura Ron -  mi hermana está....

- ¿Qué le ocurre a Ginny Profesor? – preguntó Harry

- La señorita Weasley descansa en estos momentos jóvenes.

- Ginny... ella está...

- Draco....

La voz trémula de Ginny hizo que Draco dejara de hablar de golpe.   El joven Slytherin caminó hasta donde estaba Dumbledore y la vió.   Ginny tenía los ojos abiertos, se notaba cansada, sumamente agotada, pero viva. Estaba viva.   Draco sonrió.   Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios y corrió a abrazarla.  Ginny sonreía también y se sentía más aliviada ahora que Draco estaba con ella.

- Creo que lo mejor será que los dejemos solos señores, señorita...

- Si profesor – respondieron los tres

Aunque Harry no estaba muy de acuerdo en dejar a Ginny con Malfoy, tuvo que hacer lo que el profesor le pedía.    Una vez afuera, Hermione seguía sin poder contener el llanto.

- ¿Qué sucede Hermione?, Ginny está bien, está viva... ¿por qué continuas llorando? – preguntó Ron

- Ron... – dijo la chica limpiándose las lágrimas del rostro y viendo directamente a los ojos al dueño de su corazón – Ginny estuvo a punto de morir, ella casi no lo logra... casi la perdemos...

- Pero ya está bien – interrumpió Harry

- Si, pero fue gracias a Draco

- ¿Qué estas diciendo Hermione? . preguntó muy confundido Harry

- Lo que dice la señorita Granger es la verdad señor Potter – dijo tranquilamente Dumbledore que miraba a los tres jóvenes – Ginny reaccionó solo cuando Hermione le dijo al oído "Hazlo por Draco"

- ¿Qué tu hiciste qué Hermione? – preguntó más sorprendido Harry

- Si Harry, ella lo hizo por Draco, ella sobrevivió por que Draco iba a estar con ella.

- ¿Cómo fue que se te ocurrió eso Hermione? – preguntó Ron sin dejarla de abrazar ni un solo instante

- Bueno, lo supuse... además, también lo intenté con otro nombre primero – y los ojos de Hermione se posaron directamente en el ojiverde dueño del cabello negro más rebelde del que se tenga memoria – pero no funcionó y fue entonces cuando recordé que Draco había estado mucho tiempo con ella cuando se enteró que Ginny estaba enferma, así que solo dije el nombre... y ella regresó... lo siento Harry

- Es mi culpa Hermione, no tienes que lamentar nada.

- Bueno jóvenes, esto les tiene que dejar una gran lección – dijo Dumbledore – no importa de donde sean, ni como sean, ni mucho menos las apariencias... el amor lo puede todo.

Dumbledore se fue y dejó al trío maravilla fuera de la habitación. 

- Lo mejor será que mañana vengan a verla jóvenes – dijo Madame Pomfrey – ahorita no creo que puedan pasar a verla.   Está muy cansada y el joven Malfoy ya está allá adentro así que les recomiendo que vengan mañana.

El trío maravilla partió rumbo a la sala común de Gryffindor.  Ninguno de los tres habló palabra alguna durante el camino.  Hermione y Ron no sabían que decir y Harry estaba en una lucha interna de sentimientos encontrados... ¿Cómo se enamoró de Ginny?, y ¿Cuándo ella había dejado de amarlo?... pero de algo estaba seguro, Malfoy no tendría el camino libre con Ginny, a pesar de que la pelirroja lo había elegido... Harry había decidido luchar por ella y por su amor... por que ahora que había descubierto que la amaba, no la iba a perder sin iniciar una batalla por ella. 

Mientras tanto, en la enfermería las cosas no eran muy alentadoras para Harry.   Desde que el trío maravilla y Dumbledore habían salido de la habitación, Draco no hallaba la forma en dejar de llorar. La emoción lo embriagaba por completo... Ginny estaba bien y viva.   Una vez que Dumbledore cerró la puerta, Draco se acercó hasta la pequeña pelirroja que le sonreía.   Se sentó al borde de la cama y le dio un pequeño beso en la frente.

- Ginny – inició Draco – yo.. creí que...  bueno... me da gusto que estés bien

- Y a mi estar contigo de nuevo Draco – le respondió Ginny es voz baja porque aún seguía muy débil – pero por favor, deja de llorar no me gusta verte así

- Está bien – sonrió Draco limpiándose las lágrimas – ya dejo de llorar, pero prométeme que jamás saldrás en las noches de lluvia a dar un paseo

- Te lo prometo Draco... Sabes, hay algo que tengo que decirte

- Dime...

- Durante mi pesadilla cuando nadie podía bajarme la fiebre... bueno, soñé algo.   Me vi caminando a las orillas de un río y llegó un momento en el que tenía que elegir por dos caminos.   En frente de un camino apareciste tú y en el otro....

- Potter

- Si – dijo Ginny un poco apenada – yo no sabía que hacer, ni a quien elegir... pero una voz, una voz muy dulce me dijo algo, pero solo pude escuchar"...Draco" y fue cuando abrí los ojos... tú me hiciste despertar,  es por ti que estoy aquí Draco

EL Slytherin sonrió en señal de agradecimiento por lo que la chica le acababa de confesar.   Draco le acarició con delicadeza el rostro y Ginny cerró los ojos.   A ella le gustaba sentir las caricias de ese chico, la hacían soñar y volar a lugares lejanos, fuera de su cruda realidad.... Draco miraba con ternura a la chica Weasley, sabía el poder de sus manos sobre la piel de otro ser humano, pero le gustaba ver las reacciones que tenían cuando el utilizaba esas manos.   Draco exploró con la punta de los dedos todo el rostro de Ginny deteniéndose justo en los labios.   Ginny abrió los ojos y le sonrió nuevamente... la sonrisa parecía un gesto aprobatorio y fue cuando Draco se acercó poco a poco al rostro de la chica.  Sus labios hicieron contacto y se fundieron en un dulce y tierno beso lleno de amor y confianza.   Cuando Draco lo terminó, miró a la chica se acercó despacio a su oreja.   Ginny sentía la respiración de Draco y eso la hizo estremecer... pero ninguna experiencia corporal que hubiera sentido antes se comparaba con la que sintió cuando el joven Slytherin susurró a su oído "Te amo Gin".    Draco regresó a su posición original y le robó otro pequeño beso en los labios a Ginny que seguía escuchando las palabras en su cabeza.

- Draco... yo...

- No me digas nada, no es necesario que respondas ahora.  Déjame hablar.   Se que has sufrido mucho por culpa de alguien que no te ama tanto como lo hago yo y sé que a pesar de todo, tienes miedo de volver a enamorarte... pero si me lo permites, si me dejas estar cerca de ti... si me dejas  a tu lado... yo te enseñaré que el amor es el sentimiento más noble, puro y tierno que puede tener el ser humano, que nos hace sacar lo mejor de nosotros y que nos hace vivir.... quiero hacerte vivir esa experiencia Ginny... Déjame amarte....

- Draco... yo también te amo.

Las palabras de la chica hicieron que la vida de Draco se iluminara de pronto.   Ya no importaba que su familia lo desterraría de su casa y que se iba a encontrar con un sin fin de enemigos... no importaba que los demás Slytherin lo tacharan de traidor y que lo señalaran por los pasillos, no importaba que tuviera que enfrentarse a la furia de la familia Weasley en cuanto se enteraran de lo que había entre ellos... lo único que importaba eran las palabras que la chica que amaba la había dicho en ese momento... en ese justo y mágico momento...

- ¿Es verdad lo queme estas diciendo Gin? – preguntó aún incrédulo Draco Malfoy

- Si, es verdad – sonrió segura de sus palabras la menor de los Weasley

- Entonces, aquí y ahora, tenemos que hacer una promesa.   Prométeme Gin, que pase lo que pase en el mundo mágico y en el universo en si, vamos a luchar contra todas las dificultades que se nos presenten por amarnos de esta forma

- Te juro Draco, que siempre voy a estar contigo... Siempre

Draco besó de nuevo a Ginny y la abrazó.  Sin imaginar si quiera, que en la sala común  de Gryffindor, un chico frente a la chimenea también se hacía una promesa a si mismo.

- Juro que Malfoy no se quedará con Ginny, el no la merece y aunque tal vez yo sea el menos indicado para decirlo, Gin es digna de un hombre de calidad, no alguien como nosotros... aún así, Draco no se quedará con ella, o me dejó de llamar Harry Potter