¿Cómo se construyó nuestro destino? Written by: Lore-chan.







3º Capítulo:







Taichi y Hikari esperaban impacientes a que la puerta de entrada a su casa fuese abierta, estaban sentados con los ojos clavados en ella. Su madre los miraba graciosa desde el sillón mirando las noticias de la noche.

No podía creer que un simple computador les trajese tanta felicidad. Aunque dudó muchas veces en comprarlo junto a su esposo, pensó, tal vez, que sus hijos se transformarían desde hoy en unos sedentarios, pasarían el día entero en el computador, con largas cuentas de luz.

Se exaltó, no era buena idea traer un aparato de esos a la casa, tenía a dos niños en pleno crecimiento, Taichi amaba el football, pero ¿y si cambiaba?, Hikari amaba jugar con sus amigas, pero ¿y si ya no quería jugar nunca más?. Se levantó del sillón preocupada, dando vueltas en círculos, por supuesto que era una preocupación normal, era madre, las madres son las encargadas de preocuparse y proteger a sus hijos de agentes externos que puedan distorsionarlos.

No pensó más en ello, tanto Taichi como Hikari no eran así. Se sentó tranquila y trató de olvidar los ficticios problemas que había formado.

La puerta de la casa se abrió y su esposo le indicó a unos extraños sujetos entrar unas cajas.

-wow! -exclamó Taichi.

El pequeño se acercaba a las cajas interrumpiendo y molestando a los ayudantes que su padre había traído para instalar el computador.



-mamá - Hikari jaló del delantal de cocinar a su madre - ¿quiénes son todos ellos?.



-unos amigos de tu papá.



-¿vienen a poner el computador nuevo?



-sí.



Taichi, por su parte, era el encargado de estorbar y hacer preguntas.



-y, ¿para qué es ese cable? - preguntaba apuntado uno color negro.



-es el que va puesto a la toma de energía eléctrica.



-vaya, y esos dos blancos de allí abajo.



-en ellos se instala un cable que proporciona internet.



-wow!, ¿puedo ayudarle a conectarlos?.



-no, hijo, gracias, puedo yo solo.



-¿en serio?, se ve muy difícil, oiga, ¿puedo jugar con el teclado?, puedo escribir mi nombre ya, tengo 7 años.



-fantástico.



-¿ese es el mouse?, cool!, ¿puedo tomarlo?.



El hombre que instalaba el computador estaba comenzando perder la poca paciencia que tenía, Taichi preguntaba sin cesar, una y otra vez las mismas cosas.

Ya cansado le pasó el teclado y el mouse, para que lo dejase tranquilo al fin.

La madre de los pequeños se dispuso a servir la cena, cuando ya todo había quedado instalado en un cuarto aparte, era algo así como la habitación- oficina del papá de Hikari. Ambos 'hombres' de la casa miraban satisfechos la nueva adquisición de los Yagami. Se veían bastante gracioso uno al lado del otro, con la misma mirada, la misma forma de estar parados observando el computador.









Entre tanto, en una casa completamente diferente, 'exótica' por describirla de alguna manera. Se encontraban dos de sus integrantes cenando una comida bastante particular, con mucho colorido y poca forma. Parecían muy alegres, una alegría salida de una nada.

-¡Mimi! - llamó la atención la única mujer sentada en la mesa.

No hubo respuesta, ambos adultos se miraron mutuamente.

Mimi Tachikawa, estaba sentada en su cama abrazada de un peluche con forma de mariposa, color rosa. En realidad ese color estaba por toda la habitación. Es por ello mismo que no era muy difícil adivinar que ese tono era su color favorito.

Lanzó aire por su boca y levantó con él la cinta que adornaba su cabello marrón ondulado largo. Parecía enfadada con algo. Y en verdad que lo estaba, por tercera vez en el transcurso del año, la habían llevado a entrevistarse en una primaria y era la misma en donde asistía un amigo suyo, Jou Kido. El niño vivía en el departamento de arriba y al parecer le gustaba a Mimi y eso no le agradaba para nada. No le gustaba ponerse colorada en cuanto lo veía asomarse por los ascensores o que él fuera a su casa durante algunas tardes, ya que sus padres eran muy amigos.

Era la primera vez que sentía algo así, al parecer era el primer niño que le gustaba y no sabía como comportarse frente a él. Además, Kido, era muy simpático con ella, le sonreía y hacía de todo para complacerla.

-¡Mimi! - escuchó otra vez y la pequeña apretó más fuerte el peluche.



No quería salir de su dormitorio, él iba a venir, prefería hacerse la dormida.

Sólo tenía cinco años y sentía que atravesaba por la peor prueba de su vida, ella siempre tan dramática.



-¡Mimi!

No iba a salir, estaba decidido. Se levantó de la cama y arrojó el oso de felpa lejos a una esquina, se sacó su vestido rosa (para variar), y lo cambió por su pijama.

Ya se imaginaba al tener 13 años, sería mucho peor todo esto. Las primeras veces en todo son un problema y Mimi odiaba los problemas, le encantaban que las cosas se le dieran fáciles.

La puerta de su dormitorio se abrió y su madre, una mujer de cabello anaranjado y ojos graciosos, apareció colocando una sombra sobre el cuerpo de la niña.

-¿tienes sueño? - preguntó ella.



-sí, estoy cansada.



-pero, ¿no quieres estar con nosotros luego?, vendrá Jou y ustedes se llevan tan bien - sonrió su madre y Mimi se tapó con los cobertores completamente para que no la viese colorada como un tomate.

-no.



-está bien, preciosa. Duerme, luego vendré a darte tu beso.



-sí.

La sra. Tachikawa cerró la puerta.

Mimi sintió en parte alivio, al menos se había librado esta vez de no verlo, aunque sí quería verlo. Pero era sólo una niña y sus sentimientos tan confusos, como quisiese ella ya ser una adolescente y creyó que esa etapa era fácil, que equivocada estaba.



* ~ * ~ *







¡Sábado!, pensó Sora estirando sus brazos sobre el futón. Los sábados eran geniales, no habían clases, pero eso no significaba que no jugaría football. Llamaría a Taichi para ver si éste iba a ir a jugar a la plaza donde se juntaban casi siempre.

Se colocó su ropa con entusiasmo y descubrió un gorro con al forma particular de un tamborcillo colocado sobre una mesita. Lo tomó y modeló su nueva prenda frente al espejo del living.

-te ves muy bella.

A sus espaldas y también reflejada en el espejo, apareció su madre con un kimono puesto. Ella siempre se lo colocaba cuando iba a salir a dar clases de ikebana.

-¿vas a salir? - preguntó Sora.



-vamos a salir - corrigió.



-pero, yo hoy iré a jugar con Tai, mamá.



El entrecejo de su madre se cerró mostrándose molesta con eso. Y Sora se preparó para un nuevo 'sermón' .

-el football no es un deporte muy femenino, Sora. Eres una niña y muy linda. Debes entretenerte en algo relacionado contigo, como niña. Tus piernas están desarrollándose y a como sigas en eso, tus delgadas piernas adquirirán una forma ruda y masculina. Vendrás conmigo a clases de ikebana.



-pero, mamá yo.



-lo he dicho, ve a ponerte un kimono.



La pequeña pelirroja aguantó los sollozos que tenía atrapados en la garganta y con la misma pena se colocó el kimono que su madre le había ordenado.

¿Por qué ella no le comprendía?, a Sora no le agradaba el ikebana, no era algo que le apasionara, lo era el football por muy masculino que fuese. Arrojó su nueva gorra al futón que aún no ordenaba.

El sonido del teléfono retumbó por todo el lugar, más aún en los oídos de la niña que sabía de quién se trataba.

-buenos días, familia Takenouchi.



-buenos días, ¿se encuentra Sora?.



-¿de parte de quién?



-Yagami Taichi.



-un momento.



La madre de la pelirroja caminó lento hasta encontrarse con su hija en la puerta de la habitación de la última.

-tu amigo, el chico Yagami.



-¿aló? - contestó Sora conteniendo las lágrimas.



-¡vamos Sora! - dijo con ánimo el moreno desde el otro lado del teléfono - ¡mi padre nos llevará al parque!, pide permiso.



-no iré hoy, Tai.



-mh?, y eso, ¿por qué?.



-iré con mi madre a clases de ikebana.



-¿en serio?



-sí.



-entonces, nos vemos el lunes en clases.



-sí. Adiós.



-adiós.



Sora comenzó a alejar el auricular despacio de su oreja. Sintió un cierto vacío de ánimo y la mirada de su madre clavada sobre su espalda.

"No era justo", pensó.



-¡Sora!

La voz de su amigo continuaba ahí, tras el teléfono. Devolvió éste a su oído.



-cuídate y no estés triste. - y colgó dejando una pequeña sonrisa en la pelirroja.



A su vez, el Yagami, colocó su mano frías en sus mejillas para bajarlas de temperatura.

Su hermana se acercaba con camisón frotando sus ojos, caminaba dando tumbos, el sueño aún estaba.



-buenos días.



-buenos días, Kari.



-¿qué quieren de desayuno?



La madre de los chicos apareció en el living alegre, subía las mangas de su blusa. El Sr. Yagami, mientras; hablaba por teléfono celular y ordenaba apurado su maletín.

-¿saldrás querido?



-sí, se presentó un desbarajuste en los horarios y debo asistir sin falta.



Taichi escuchó aquello y se acercó a su padre pidiendo una explicación más detallada. Después de todo, sólo se levantaba los fines de semana temprano para ir a jugar football.

Y lo único que consiguió fueron unas escasas palabras que no lograba entender, lo siguió por cada rincón esperando que le explicara mejor, pero no. Su padre se fue rápido y él se sentó enojado en el sillón mirando la televisión que estaba puesta en el noticiario de la mañana.

Hikari se acercó nuevamente a su hermano, ésta vez, tosiendo. Parecía algo afiebrada. Tomó asiento al lado de Tai y se apoyó cansada en su hombro.



-vamos, Kari, ve donde mamá - decía él que no estaba de muy buen humor.



-no.



-Kari.



-no.



Y movía su hombro hacía arriba esperando que la pequeña se retirara.



-mamá - alegó Taichi - dile a Hikari que me deje tranquilo.



-no te está haciendo nada, hijo.



-pero, me molesta.



-¿por qué no eres cariñoso con tu hermana?. Ella te quiere.



-mamá.



-Hikari, ven para acá.



Se levantó a pausas, al parecer la fiebre no la dejaba mantenerse en pie.

Su madre que hasta ese tiempo no la había mirado, volteó preocupada por el semblante de ella.



-¿te sientes bien, Kari? - le preguntó tocando su frente.



-no, me duele el cuerpo completo.



-¿por qué no me dijiste antes?.



-no te quería preocupar.



La tomó en brazos y la llevó hasta su cama. Luego de algunos minutos Taichi se asomó curioso por la puerta para ver qué tan grave era lo que tenía su hermana.

La Sra. Yagami le tomaba la temperatura en esos momentos.



-¿qué le pasa a Hikari, mamá? - preguntó Tai.



-al parecer está resfriada.



-¿es grave?.



-no por ahora, luego iré al médico con ella.



El chico se sintió mal al haber rechazado a Kari instantes atrás. Al parecer no era muy cariñoso tal y como lo había dicho su madre hace poco.

-¿por qué no vas a jugar al computador, Tai?. Luego te llamo para que tomes desayuno.



-sí. Voy.

Echó una última miradita a su hermana tirada en la cama con sudor en la frente.

Abrió la puerta del cuarto en donde habían instalado el computador días atrás. Realmente no lo usaba mucho, sólo fue ese primer día por la emoción de encontrarse tan de frente con un aparato de ese estilo, ya que en la primaria, no lo dejaban usar la sala de computación. Sólo podían entrar los de 3º grado en adelante.

Se sentó en la silla esperando a que la pantalla prendiera. Y en cuanto lo hizo se dirigió a "Paint", le esperaba un algo nuevo que dibujar. Desde que tenía el ordenador, que no sobrepasaban los dos días, se había entretenido dibujando cuanto extraño animal se atravesase por su cabeza, pero por sobre todo dinosaurios. Le encantaba la forma de aquellos animales prehistóricos. Pero él siempre concluía con un pequeño dinosaurio color naranjo, sus manos siempre lo formaban y no entendía porqué.









* ~ * ~ * ~ *







-Yamato, ¿estás despierto?.



La misma mujer que lo recogió aquel día en la primaria, se acercaba hacia su cama donde el rubio dormía tranquilo. No era muy tarde todavía, lo dejaría dormir algún tiempo más.

Cerró la puerta del dormitorio de su hijo y enseguida un pequeño niño igual de rubio que Yamato se abrazó a las piernas de ella.

-hola, mamá - saludó él con energía.



-hola - sonrió a su vez - ¿te sirvo el desayuno?



-está bien, ¡iré a lavarme la cara!



Y se fue corriendo hasta el baño de la casa.



-¡los dientes también, Takeru! - dijo su madre.



-¡sí!

A los minutos después apareció nuevamente, limpió, pero con el cabello aún desordenado.



-ese cabello, lo voy a cortar, nunca está ordenado.



-a mi me gusta.



-ojalá lo tuvieras como tu hermano.



-¿está dormido?



-sí.



El pequeño rubio se sentó a la mesa y comenzó a beber su taza de leche. Miró a la cabecera y por quinta vez en seis días su padre no estaba en la mañana.

-¿mi papá?

El rostro de su madre no pudo evitar entristecerse, su esposo había salido el día anterior en la noche y no había vuelto, sólo llamado y a través del teléfono habían discutido.



-trabajando - respondió.

Takeru siempre escuchaba la misma palabra y no lo lograba entender. Se supone que eran una familia, pero estaban separados, extraña vez veía a su padre y eso que vivían juntos.

Mordió su pan y observó, por el vidrió frente a él, la mañana de otoño.

Yamato se presentó vestido cuando ya todo el desayuno había sido "devorado" por su hermano menor.

-¿dormiste bien? - preguntó su mamá mirando su rostro con sueño.



-más o menos.



-te serviré algo para que comas.



-no es necesario, no tengo hambre.



-¿seguro?.



-aja.



-Yamato, ¿ocurre algo?.



La mujer de ojos azules presintió que algo le molestaba a su hijo. Hace días, semanas, que él no hablaba mucho con ella, menos con su padre. Porqué creía saber que Matt estaba enterado de su problema.

Ella esperó con paciencia una respuesta. Pero el rubio amigo de Taichi no dijo nada.

Se sintió triste, más aquel día en que lo fue a recoger a la primaria, no estaba contento con eso. Estaba acostumbrado a que su padre lo fuese a buscar.

Llegando a casa ninguno de los dos se habló, su relación decaía cada día y Natsuko, su madre, no sabía como estrechar sus lazos. Yamato se parecía tanto a Masaharu.

-iré a comprar algo al supermercado, ¿me acompañas con Takeru?.



-no, me quedo.



-hijo, si no me dices lo que ocurre contigo, no podré ayudarte.



-tampoco ayudarás a Takeru.



-¿por qué?



-porque sé que se van separar y yo me iré con mi padre y tú te quedarás con T.k. ¿por qué mamá? - le preguntó mirándola a los ojos como acusándola.

-¿cómo lo sabes? - preguntó Natsuko mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.



-anoche los escuché - y Matt se mantenía frío, quieto frente a su madre.



-no lo podemos seguir sosteniendo, Yamato. No somos una familia lo hemos intentado.



-¿por qué se casaron si no se amaban?



-yo lo amaba.



-y ¿mi papá?.



-también.



-¡¿por qué no permanecen juntos entonces?! - gritó llamando la atención de su hermano menor.



-no lo sé - lo abrazó llorando, pero él no cedió.



-se casaron por mi culpa, porque yo nací.



-no digas eso, Matt.



-¿por qué sólo te llevarás a Takeru?



-porque no puedo llevarte conmigo también. Aunque quisiera.



-¡entonces váyanse! Y llévate la armónica que me diste.



-Matt.



Él se fue corriendo a encerrarse a su dormitorio, Takeru permaneció en la entrada de la cocina unos momentos.



-¿mamá?, ¿por qué mi hermano estaba enojado?.







En el departamento de al lado, La madre de Koushirou se arreglaba para salir, había conversado con su esposo durante la noche e iría a ver ese tan ansiado computador. Si estaba al alcance de su presupuesto se lo regalaría y si no, pues juntaría para dárselo.

El pelirrojo estaba en su cuarto, leyendo unos libros que ni ella entendía.



-¡Izzy! - le llamó - ¡Izzy!



-¿qué? - el chico se asomó.



-iré a comprar algunas cosas para el almuerzo, voy a tardar. No le abras la puerta a nadie que no conozcas, ¿bien?.



-sí.



Lo quedó mirando unos minutos, ¿cómo decírselo cuando creciera?.

Le sonrió y salió del departamento.

Koushirou estaba creciendo, de a poco, los años pasaban rápidos, y no sabía como afrontaría él la verdad.











CONTINUARÁ.









Notas: Hi!!, aquí está el tercer capítulo, este fic si que me inspira cuando lo escribo no paro hasta terminarlo. Al menos para mí no está quedando tan mal.

Bueno, los problemas ya comenzaron. Como ya saben la madre de Sora siempre pelea con ella y el computador llegó hasta la casa de los Yagami, que de donde más tarde se supone saldrá un Agumon. Y Taichi ya lo dibuja!!. Aparte de esto Yamato ya sabe sobre los problemas de su padres y la mamá de Koushirou preocupada como siempre. Para los que no saben (siempre los hay), el futón es la cama típica japonesa, es un colchón que se estira en el suelo, en el día se retira enrollándose y en la noche se coloca. ¿sí?.

Ojalá les siga gustando. Reviews!!! please!! ^______________^



L O R E - C H A N