¿Cómo se construyó nuestro destino?

Written by: Lore-chan.

5º Capítulo:

Sora notó en clases de deporte el extraño distanciamiento que tenía Yamato para con ella y Taichi. Se trató de acercar a él, pero le rehuyó en todo momento, escondiéndose arriba de un árbol que dividía la zona de césped que tenía una inmensa fuente de agua en el centro, y la cancha de deportes.

Tras el primer descanso, prefirió dejarlo tranquilo, pues podían ser molestias de cualquier tipo y esperó hasta el segundo intervalo para aproximarse a hablar con él.

No dejó de mirar su extraño comportamiento durante toda la siguiente clase, Yamato estaba triste, no escribió absolutamente nada y un suspiro de cansancio y resignación se le escapó de entre el pecho mientras apoyaba la cabeza en sus brazos que se situaban cruzados en la mesa.

Y en el segundo descanso y como lo había pensado, rehusó una invitación de Taichi a jugar football con unos chicos de año mayor, y trató de buscar al chico de los ojos azules entre tantos otros.

Se topó con él, dándole la espalda apoyado en un pared alejado del alboroto colectivo que se formaba en cada recreo. Dudó en acercarse, pero quizá una charla de amigos le haría bien.

-hola, Matt.

El chico se sobresaltó de pronto, al parecer fue interrumpido en pensamientos muy profundos e importantes.

-¿estás bien?.

-sí.

-¿seguro?, es que te he visto tan raro durante la mañana.

-sí, Sora.

-¿quieres jugar a algo?, lo que sea.

-no, quiero estar solo.

-yo…

Yamato se levantó, la miró por última vez y con los azules ojos se mostraba con agradecimiento hacia la pelirroja por sentirse preocupada por él; hecho esto, se fue con las manos en los bolsillos y se perdió nuevamente en los problemas que le atormentaban.

La futura portadora del emblema del amor se mantuvo de pie, ahí, con los pies clavados en el pasto húmedo y pensando. Y así, pensando, comenzó a dirigirse camino a la cancha de football para distraerse un poco, para sacarse de la cabeza a ese rubio que últimamente era de su gran interés. Pero, no un interés más allá de la débil amistad nacida entre ambos; sino un interés animado por la misteriosa personalidad del aquel Ishida, ese encanto fascinante que dejaba escapar con sólo escasas palabras. Ése era de su interés.

Y estando repasando las cualidades resaltables y las no de Yamato, el pie de Sora chocó de pronto contra algo 'tirado' en el césped y sin más explicación cayó de bruces contra el suelo, saboreando la maleza.

-lo lamento – se escuchó enseguida. Y alguien la ayudó a levantarse mientras sentía el hierba dentro de sus ojos, su boca, pegoteada alrededor de toda la cara. Ese alguien la levantó tiernamente con sus brazos, limpiándole la ropa y pidiendo una y otra vez perdón, llegando a ser molesto.

-¿Jou? – dijo ella saliendo del bochorno de la caída.

-¿Sora?, Hola.

-hola, es extraño toparme contigo – alzó una sonrisa.

-ya lo creo.

Takeru se había despertado temprano.

Extrajo debajo de la almohada de la cama la armónica que muy cuidadosamente había limpiado. Abrió la puerta del dormitorio y fue directo a dos puertas más a la izquierda. Practicó unos segundos una buena sonrisa y se introdujo alegre a la habitación vacía.

¿Vacía?, el pequeño rubio circundó cada rincón de los pocos metros cuadrados y notó la ausencia de toda pertenencia de su hermano mayor. Abría cada clóset y buscaba por bajo la cama algo que lo llevara con algún recuerdo de Yamato. Pero nada. Comenzó a angustiarse luego de quince minutos y sus lágrimas se escapaban entre la desesperación de encontrarse ante el cuarto completamente vacío.

Pensaba que lo dicho por su madre era mentira, que Yamato se iría sólo por la noche. ¿Cómo podía entender?. ¿Cómo podía entender que cada sentimiento de desasosiego no sería calmado por el sonido de esa armónica apretada con sus dedos?. ¿Cómo era posible que lo que creyó unas cuantas horas se transformaban en una eternidad?. Ya quería ver a su hermano, ya quería abrazar a su padre y ya quería que todo fuese como lo era antes. 

Natsuko al escuchar sonidos pausados, se sentó en la cama preguntándose que qué podría ser. A su lado los cobertores estaban revueltos y el sitio ocupado por su hijo menor estaba hundido aún. Sacó los pies encontrándose con el frío matutino que se detuvo cuando se colocó las pantuflas para ir a buscar a Takeru.

Caminó por el pasillo, topándose en el living con el desorden que todavía no arreglaba desde el día de ayer, y sus ojos se desviaron tristes hasta la puerta entreabierta del dormitorio de su hijo mayor que no estaba.

Se acercó a ella y la puerta se abrió sola por el efecto de una ventana abierta en el interior del cuarto que le sacudió los cabellos rubios y el delgado pijama de seda claro. Y acurrucado en la cama deshecha de Yamato, Takeru abrazaba con extrema delicadeza la armónica de su hermano.

¿Cómo podía estarle haciendo ello a su hijo?, se preguntó mientras sentía en la garganta un nudo inmenso. Se acercó lentamente y rozó con la yema de los dedos las sábanas de Yamato doblada en un esquina de la cama que se habían quedado en el día de ayer.

-¿Takeru? – se sentó a su lado despacio.

Y el rubio abrió los ojos un poco, mirando una muralla en blanco.

-¿dónde está mi hermano, mamá?.

-te lo expliqué ayer, hijo.

-pero no entendí – susurró – mi hermano sólo se va por el día, ¿verdad?.

-tu hermano está viviendo con tu papá.

-¿dónde?, ¿por qué no me llevaron con ellos?, ¿no me aman?.

-claro que sí…

Recordó a Yamato días atrás que también se había quejado contra ella el porqué no podía quedarse, el porqué no podía vivir junto a Takeru.

Natsuko se acurrucó junto a Takeru con la cabeza apegada con la de él, revolviendo su cabello rubio con el de su hijo. Y en esos momentos, quizá para olvidar su conflicto emocional, pensó en que sería bueno cortarse el cabello y pintárselo en algún tono más oscuro. Ya que por muy difícil que era la etapa por la cual se pasaba, se debía mirar hacia delante y, afrontarla y superarla lo mejor posible.

-pero – suspiró el pequeño - ¿van a volver?.

-quizá… - sonrió tratando de ser convincente.

-quiero verlos.

-ellos van a venir.

-mh – pensó - ¿cuándo?.

-quizá hoy.

-¿lo prometes?.

-sí… - suspiró.

* ~ * ~ * ~ *

-y, ¿qué hacías tirado ahí en el césped? – preguntó Sora.

Ambos chicos estaban sentados uno al lado del otro en una banca, pero con algunos centímetros apropiados de separación.

-estaba pensando – de detuvo y pensó en algo – sabes, tengo una amiga, va a estar de cumpleaños en algunos días más y…

Sora sonrió por inercia.

-no, no es lo que piensas – dijo en seguida Jou al verse en esa situación. – somos amigos desde hace mucho y no sé muy bien qué regalarle, pues tú que eres una niña…¿qué opinas?.

-mh, no lo sé, ¿qué le gusta?.

-pues…todo.

-entonces no es tan difícil.

-es que ella lo tiene todo, eso es lo que quise decir.

-si es así…

-Sora, Sora, te estaba buscando. 

Taichi se acercó a la pequeña pelirroja.

Su cabeza tomó un signo de pregunta al ver a ese chico de cabello azul. ¿Dónde lo vio anteriormente?.

-mira Tai, él es Jou Kido, va en segundo de primaria – presentó la única chica.

-mucho gusto – respondió él. Y Jou hizo lo mismo.

Taichi llegó ese mismo día a su casa más temprano que lo de costumbre. Luego de conocer a Jou se enteró que el profesor de matemáticas estaba enfermo y por ello subía antes de los acostumbrado por las escaleras del edificio en donde vivía. Y entre tanto subía recordó que su hermana pequeña, Hikari, estaba enferma aún y que el computador de su padre continuaba encubando 'algo' y que debía eliminar eso de cualquier forma antes de que alguien lo notase.

Abrió la puerta de su casa y notó en seguida a su hermana pequeña sentada en el sofá mirando la televisión.

-hola Kari, veo que estás mejor – sonrió botando el bolsón por allí.

Ella no respondió, pero el Yagami lo tomó como un sí.

-¡mamá!, ¡ya llegué! – exclamó ahora, pero no recibió nada - ¿dónde está mamá, Kari?.

-salió – fue lo que dijo la morena despacio.

-y, ¿cómo a qué hora va a llegar?.

-no lo sé.

-hey! – se le ocurrió una idea a Taichi al ver a un costado de la cocina el balón de football – ya sé, te llevaré al parque, quizá te sientas mejor jugando un poco, yo siempre me siento mejor si juego, ¿vamos?.

Hikari permanecía en su sitio. Tai se acercó y la tomó de la mano mientras de la otra abrazaba la pelota. Caminaron por cuadra y media llegando a un parque pequeño de tierra y algunos juegos repartidos desordenados por el lugar. Dejó a su hermana a unos poco metros de él, pero ni siquiera en el trayecto hacia el parque notaba la fiebre de Hikari que comenzaba a subir cada vez más, ni la mirada cansada y turbada que no la dejaba estar en pie sin tambalearse algunas veces, ni ver bien.

Taichi colocó el balón en el suelo, pero el viento helado que comenzó a correr de pronto, lo movía de sitio. Lo dejó quieto con la manos y le dio una patada leve que llegó a un costado de las piernas de su hermana que con los ojos revueltos en una calentura que ya estaba muy subida, la seguía sin razón.

-vamos, Kari, devuélvemela.

Ante la petición de su hermano, se agachó con dificultad, colocando el balón frente a ella. Lo miró enervando los ojos y al tratar de darle una patada su cuerpo de dobló de la nada dejándola caer abrupta y pesadamente contra la tierra que el viento frío levantaba casual. Taichi la miró, pero por algunos segundos no logró decir nada, estaba pasmado, viendo a su hermana en el suelo y el balón corriendo en son del soplo.

Algo le apretó el corazón, y cayó en cuenta de que Hikari todavía no mejoraba del fin de semana.

Miró a su alrededor y divisó a una mujer de cabello oscuro jugando con su bebé debajo de un árbol. Se acercó tambaleante, con las manos sudando.

-mi hermana se desmayó – le dijo asustado.

La mujer miró a la dirección de los juegos y vio a la pequeña hermana del Yagami.

Taichi escuchó en menos de diez minutos el sonido de una sirena entremezclada con la voz angustiada de los transeúntes que observaban la escena. Camino al hospital, dentro de la ambulancia, sus ojos llorosos pensaban cómo explicarle a sus padres lo ocurrido.

La tarde para Koushirou estaba pasando lenta, su madre conversaba por teléfono con unas amigas y su mente vagaba cansada en ese computador amarillo.

Quisiera él ya estar en la primaria para poder distraerse en otras cosas y no pensar una y otra vez en los mismo. Además esos encuentros a altas horas de la noche de sus padres en el living lo estaban volviendo muy nervioso e inseguro. ¿qué podía ser tan importante para dejarlo de lado?.

-Izzy…

-sí, ¿mamá?.

-¿me quieres acompañar a comprar algunas cosas?.

Dudó unos segundos antes de responder. Pero salir de su habitación y distraerse en otra cosa, era mejor idea. Así que después de pensarlo un poco salió con ella.

-el próximo año ya vas a estar en primaria… - sonrió orgullosa su madre.

-aja.

-y, vas a necesitar muchas cosas, vamos a comprarte todo lo necesario…

Él sólo escuchaba, no parecía muy atento en el tema, a pesar de que le entusiasmaba en sí.

Y ¿si le preguntaba a su madre que eran aquellas conversaciones que tanto comenzaban a angustiarle?, pero si se reunían solos, tan entrada en la noche…debía ser por algo.

Pero, ¿Por qué hablaban de él?, ¿Por qué tan misteriosamente?, ¿intrigantes?. Con miedo de ser escuchados, ese día admiró la destreza de los ojos de su mamá para poder hablar tan despacio y vigilar preocupada los espacios, especulando imaginarias personas que oían el delicado tema.

Algo le decía que preguntando no llegaría a ninguna parte, tanto ella como él no dirían nada. Y si ¿los espiaba?, ¿detrás de la puerta?. Aquello lo asustaba, un sentimiento muy profundo le decía que lo que escuchara no sería muy bueno. Pero prefería ya saberlo que continuar con la duda.

A Mimi le había dolido toda la mañana el estómago, pensó que podría ser el desayuno extravagante que le preparó su mamá: huevos con soya fermentada. Era la primera vez que lo comía y a pesar de haberlo encontrado exquisito su estómago no opinaba lo mismo.

Estaba en la sala de espera de un concurrido hospital, tenía hora a las seis y media y aún le quedaban quince minutos para que la llamaran, estaba sentada tranquila en una fila de asientos blancos vacía, observando pasar de un lado a otro delantales blancos, doctores con sus estetoscopios alrededor del cuello luciéndoles de maravilla y enfermeras con carpetas de todos los colores llevando pacientes para allá y para acá.

Miró a su madre discutiendo mentalmente con una máquina de bebidas que no quería devolverle una moneda atascada. Con tanta distracción hasta olvidaba el dolor en el vientre.

De pronto hubo un alboroto y una camilla con cuatro paramédicos a su alrededor pedía permiso para pasar, más atrás una enfermera traía de la mano a un chico moreno: Taichi. Él estaba completamente asustado, abstraído en horribles penurias, imaginando cualquier cosa.

Lo hicieron sentarse al un lado de la trigueña que lo miraba curiosa.

-¿me das el número de teléfono de tu casa para llamar a tus padres? – preguntó cariñosa la mujer arrodillada frente al Yagami.

-es que no hay nadie.

-¿están trabajando?.

-mi padre.

-¿me puedes dar el teléfono de su trabajo?.

El chico asintió y la mujer anotó rápido los dígitos.

-¿cómo se llama tu hermana?, ¿Kari?.

-Hikari.

-Hikari, ¿cuánto?.

-Yagami, Hikari Yagami.

-está bien, Taichi espera aquí, trata de calmarte tu hermana va a estar bien.

Mimi miró a Tai y se acercó en un momento tímida de preguntarle algo, lo vio tan triste.

-hola – sonrió ella.

El chico la miró con los ojos perdidos, aún así la saludó de vuelta.

-¿qué te pasa?.

-mi hermana está enferma – respondió casi quebrando la voz.

-yo no tengo hermanos – se dijo para sí - ¿cuántos años tienes?.

-siete.

-yo tengo cinco, pero pasado mañana voy a cumplir los seis. Me llamo Mimi. – sonrió.

-yo Taichi.

-a mi me duele el estómago, por eso vine al doctor…todavía no me atienden.

Taichi se levantó de repente al ver que sus padres venían entrando nerviosos. El moreno ni siquiera se despidió de Mimi, demasiado ocupado en otros asuntos como para tomarse el tiempo en eso. Se acercó, su madre lo vio con los ojos llorosos.

-¿dónde está Hikari? – le cuestionó.

Pero él no dijo nada.

Entre la desesperación de ninguna respuesta y al no saber la gravedad de su hija, la llenó una rabia el cuerpo y una bofetada fue a dar a la mejilla de Taichi ante algunos.

-te dije que Hikari estaba enferma…

CONTINUARÁ…

Notas:

Bueno esto se veía venir, porque aparece en la serie los recuerdos de Taichi y el desmayo de Hikari, fue por eso que lo coloqué, porque si estoy narrando un fic antes de la season 01 debo incluir episodios y recuerdos. Bueno el que Mimi y Taichi se hayan conocido en el hospital lo incluí yo, por ende no es verdad.

Lo demás (las opiniones) corre por cuenta de ustedes.

¿algún review?, please!

L o r e – c h a n