Capítulo 2:
El silencio se había adueñado de los alrededores... Ningún pájaro cantaba... ningún viento soplaba... La sangre derramada de los orcos quemaba la hierba sobre la que yacían. De entre la oscuridad de la caverna emergió Legolas, sosteniendo el cuerpo agonizante de Ashtael. Niltariel le seguía, armada y vigilante...
La luz incidió en el rostro del elfo, y una agradable sensación recorrió el cuerpo de Legolas al volver a sentirse al aire libre... Incluso Ashtael respiraba ahora con menos dificultad.
Breve fue el camino de regreso hacía donde los elfos de los Bosques de Gondor tenían su asentamiento. Los vigías fueron los primeros en advertir su regreso, y la alegría de ver regresar a su príncipe, se volvió tristeza al ver que sólo tres de los cinco que partieran regresaban, y que uno de ellos, yacía casi muerto en los brazos de Legolas.
La noticia corrió veloz entre la comunidad élfica, y varias sanadoras y soldados se acercaron a ellos alarmados nada más sus pies entraron en el territorio.
- Majestad, permitidnos- susurró uno de los vigías tomando el cuerpo de Ashtael de los brazos del príncipe
- Llevaoslo, rápido. Y mirad por su vida y sanad sus heridas- dijo Legolas a las sanadoras que allí estaban
- Haremos todo lo que nuestra magia nos permita, Señor- dijeron. Y con una reverencia, ellas y el vigía que llevaba a Ashtael, fueron rapidamente hacia las casas de curación.
Legolas observó como se alejaban. Y luego se volvió a los otros vigías; estaban hablando con Niltariel
- Metgorn y Anduion han fallecido. El segundo a manos de un Uruk-hai. Su cuerpo sigue en el bosque. No pudimos traerlo... a Metgorn tampoco- susurró ella apenada. Claramente, estaba conteniendo las lágrimas
- Hoy es un día triste para todos nosotros- intervino Legolas- Dos de nuestros mejores arqueros han perecido en combate... dos de nuestros mejores amigos...- añadió con pena
La elfa se encontraba demasiado incómoda allí. Se volvió al príncipe con la mirada baja
- Mi señor... Pido permiso para retirarme. Estoy algo cansada
- Vete y descansa, Niltariel.- asintió Legolas
- Con la venia, Majestad...- susurró ella con una reverencia. Y se alejó de aquel lugar
Se dijo, que esa noche, el príncipe del Bosque Negro no descansó. Y que su mirada se quedó perdida en el horizonte durante muchas horas. Hasta que salió el sol, y la galería donde él se hallaba, se llenó de luz dorada.
Tras haber pasado por sus aposentos, y haberse refrescado un poco con agua recogida del rocío, se dirigió a las Casas de Curación. Mas que evidente era su inquietud por hablar con Ashtael. Entornó la puerta silenciosamente y entró en la habitación. Y cual no fue su sorpresa al ver a Niltariel sentada al lado de la ventana, dormida. Se dirigió primeramente al lado de Ashtael, ya su rostro no reflejaba sufrimiento, pero dormía también apaciblemente; no era momento de despertarlo ahora. Se acercó a la ventana, y sentándose frente a Niltariel, permaneció allí en silencio un momento. Luego, apoyando su mano en el hombro de la joven, la zarandeó un poco
- ... Niltariel... despierta... El sol ya ha salido...- le dijo en voz baja para no despertar a Ashtael
La joven se revolvió un poco y entreabrió los ojos.
- Majestad...- susurró cerrando sus ojos de nuevo. Que luego, cuando se dio cuenta de la situación los abrió rapidamente y se levantó apresurada- Majestad!!!... Bu-buenos días, mi señor... Me quedé dormida... lo lamento... no volverá a ocurrir... - susurró avergonzada
Legolas sonrió y caminó hasta el lado de Ashtael
- ¿Qué tal ha pasado la noche?- preguntó
- Bien... Aunque, a mi parecer ha tenido alguna pesadilla. Hablaba en sueños.
- Malos recuerdos quizás
- Probablemente, mi señor
En ese momento, Ashtael entreabrió los ojos despacio.
- Majestad...- dijo dificultosamente al ver a Legolas- Lamento que tengáis que verme en este estado, príncipe...
- No es ninguna molestia, Ashtael... Dime... te encuentras en condiciones de hablar? Quisiera hacerte unas preguntas... mas puedo volver un poco más tarde si no te encuentras con muchas fuerzas aún...
- No, no. Majestad... decidme
- Que ocurrió ayer, Ashtael?- preguntó Legolas con gravedad
Ashtael cerró los ojos y respiró profundamente. Hizo un pequeño gesto de negación con la cabeza mientras volvía de nuevo su mirada al príncipe
- No estoy seguro, Majestad... todo ocurrió demasiado... rápido
- Ni siquieras tienes un vago recuerdo, Ashtael?
- Hasta donde mi consciencia alcanza, sé que vimos algo moverse entre la oscuridad de la caverna, mas pensamos que posiblemente érais vos, o Niltariel... Pero luego nos dimos cuenta de que aquello nos estaba observando, que nuestra presencia la incomodaba... Después, ya poco recuerdo con claridad... Sé que Metgorn trató de disparar... mas ya no recuerdo nada más... Lo lamento, mi Señor... No os puedo ser de gran ayuda...- añadió con tristeza
- Es suficiente, Ashtael, no te preocupes... Ahora descansa...
- No, esperad!- añadió la elfa, quien se había mantenido al margen de todo
Se acercó hasta Ashtael y se agachó a su lado
- Dime... no recuerdas... no tienes un vago recuerdo que al menos nos indique si la criatura era un orco o un humano?...- dijo con suavidad
Ashtael cerró los ojos, en un gesto de tratar de recordar no sin dificultad. Niltariel acarició el cabello del elfo. Legolas observó aquel gesto algo confundido.
- Si no recuerdas, no pasa nada... Ya has respondido a las preguntas del príncipe... no tienes obligación de responder a las mías... No si te es tan difícil recordar...
- No, espera... Estoy seguro de que no era un orco... ni un uruk-hai... tampoco un enano... Un elfo, o un hombre, de eso no cabe la menor duda... Quizás de algo te pueda servir, que tiene una gran habilidad con la daga, casi posee una técnica tan igualada a la nuestra
Niltariel le miró con preocupación, y se volvió a Legolas. Pudo ver que en su rostro se dibujó el mismo sentimiento que el de ella.
- Muchas gracias, Ashtael...- dijo la elfa a la vez que se levantaba
Mas Ashtael la agarró fuertemente del brazo y no la dejó levantarse. Niltariel le miró sorprendida y en los ojos del elfo pudo ver lo que él deseaba saber. Ella volvió la cabeza a un lado con la vista baja. Ashtael no necesitó respuesta. Soltó el brazo de la elfa para dejar que esta se levantara.
- Nil... - susurró Ashtael con tristeza
- No te preocupes, yo me encargo- susurró ella- Tú no estás en condiciones de decírselo...
Se volvió a Legolas he hizo una reverencia
- Si no me necesitáis más, mi Señor, pido permiso para retirarme... he de terminar un pequeño asunto antes de relevar a la guardia...
El príncipe asintió y la siguió con la mirada hasta que salió de la habitación. Luego se volvió a Ashtael, su rostro reflejaba agotamiento.
- Descansa, Ashtael... Descansa y recupérate...
- Así lo haré, mi Señor...
Y con esas, Legolas salió de la habitación apresuradamente y salió corriendo de las Casas de curación. Observó atento a su alrededor, hasta que vislumbró a Niltariel. La elfa se dirigía hacia las cuadras. Legolas la siguió en silencio y tan pronto como ella hubo salido galopando en su caballo pardo, él se acercó al joven que cuidaba a los caballos.
- ¿Hacia donde se dirige?- preguntó
- ¿Quién?¿Niltariel, mi Señor?
- Sí
El joven le miró pensativo y agachó la cabeza
- A la ciudad de Minas Tirith, mi Señor
- ¿A Minas Tirith?¿Qué va a hacer allí?
- No lo sé, Majestad
Legolas vio como el caballo pardo de Niltariel se confundía con la espesura del bosque al salir de la ciudadela. Luego se volvió al joven
- ¿En serio que no sabes que asuntos la llevan allí?
- Señor... Quizás será mejor que ella misma os lo diga a su regreso, no creéis?
- Sí, tienes razón... Perdona las molestias. Sigue con tu tarea
Legolas se volvió de nuevo hacia la salida con un gesto de preocupación en su cara. Luego, se encaminó hacia sus aposentos. Durante el resto del día, se encargó él mismo de preparar los funerales que esa misma noche se habrían de celebrar en honor de los dos guerreros caidos en combate.
Al atardecer, toda la comunidad élfica se vistió de blanco y bajo las caprichosas formas que los árboles daban a la luz, sus ropas parecían doradas en aquel jardín rodeado de columnas de piedra gris en la que se habían reunido. El aire se sentía distante y frío. Un cántico se levantó entonces, que hablaba de los viajes al Oeste y del Mar, y de que Ilúvatar recogería en su pecho a todos sus hijos, para la dicha eterna... Largo tiempo duraron los cánticos, hasta que el sol se puso, y Eärendil brilló con fuerza en el cielo. Hubo silencio entonces, mientras el blanco se volvía de plata y azul. Entonces, la voz de Legolas se oyó grave y seria
- Nuestros hermanos se han ido, mas no estéis tristes. Su recuerdo quedará entre nosotros para siempre. Y ellos nos recordarán desde las dichas que Ilúvatar dará a sus hijos... Descansad ahora... Vanta Maare...
Poco a poco, todo el mundo salió de aquel lugar, en silencio y pensativos. Cuando todo quedó vacío y en silencio, Legolas también se dispuso a retirarse a descansar, mas algo llamó su atención. Allí aún quedaba alguien
- Niltariel- llamó
La elfa se hallaba arrodillada ante el altar de piedra y plata que se alzaba en el medio del jardín. En sus manos sostenía algo, que escondió rapidamente al oir a Legolas pronunciar su nombre. Se levantó al instante, sacudiendo su vestido blanco de un inexistente polvo.
- Majestad...- susurró haciendo una reverencia
Legolas la miró seriamente. Y le hizo un gesto para que le siguiera, mientras le daba la espalda y se encaminaba hacia uno de los tantos caminos que poseía aquel lugar. La elfa le miró con preocupación, y se soltó la cinta plateada con la llevaba sujeto el cabello. Y luego caminó detrás él, sin saber qué decir, ni qué hacer. Pero tenía la sensación de que algo había hecho que había molestado al príncipe.
- Mi Señor... ¿ocurre algo?- preguntó en voz baja y con miedo
Legolas se paró y se volvió a ella. La miró a los ojos, mas Niltariel agachó la mirada, aún sin saber muy bien por qué.
- ¿Qué fuiste a hacer a Minas Tirith? Sabes que no debes ni puedes ir allí tú sola...
Niltariel le miró sorprendida. Su rostro se tiñó de rubor y nerviosismo.
- Yo... veréis, Majestad... Tenía asuntos pendientes allí...
- Por esos asuntos te estoy preguntando yo
La joven bajó la mirada y no respondió. Legolas se acercó a ella y tomando su cara por el mentón, se la levantó y la miró a los ojos
- ¿Qué hacías en Minas Tirith?
- Mi Señor...- Niltariel suspiró y apartó su mirada a un lado- Supongo que ya no serviría de nada ocultároslo, después de todo...
- Ocultarme lo qué
- Metgorn... - ella vaciló un segundo y caminó hasta un lado del sendero- Metgorn... pues... él... oh, mi Señor... perdonadle... Es sabido por todos que no podemos... con los humanos...
- Niltariel, habla claro, por Eru... no entiendo qué quieres decir...
Ella se volvió a Legolas y sacó lo que antes había mantenido en sus manos. Un anillo plateado con una esmeralda engarzada en él. Legolas miró el objeto sin entender nada
- Metgorn... Estaba prometido con una mortal... De hecho... hace una semana, mi Señor, que Metgorn había renunciado a su inmortalidad...- terminó ella en voz baja- Este anillo... me lo ha dado hoy la que era su prometida... Por eso fui hasta Minas Tirith, para darle la noticia... Me rogó que pusiera este anillo entre las manos de Metgorn cuando fuera incinerado... no pude decirle que no habíamos podido recuperar su cuerpo, mi Señor... La vi tan apenada que incluso me dio miedo dejarla sola temiendo que pudiera terminar con su vida...
Las lágrimas comenzaron a resbalar por el rostro de Niltariel
- Sé, mi Señor, que vós mismo nos ordenásteis no establecer relación sentimental alguna con los mortales... Por eso os ocultamos esto... Ruego que me disculpéis, mi Señor... Entended que nada se podía hacer ante algo así...
Legolas le dio la espalda
- Veo que mi pueblo no confía en mi
- No Majestad, no digáis eso!- exclamó ella, sorprendida con esa respuesta
- Decidme si no, Niltariel, el por qué me habéis ocultado algo así. Jamás me habría opuesto a ello. ¿Acaso creéis que luego de haber sido testigo del amor entre los Reyes de Gondor sería tan severo?
- Majestad... Yo...
- Dejadme solo, dama...- la cortó él secamente
Niltariel se acercó a él y apoyó su mano en el hombro de Legolas. Él se apartó al instante
- Mi Señor...
- He dicho que me dejéis solo, Niltariel, por favor...
Un halo de tristeza veló la mirada de la joven y con la cabeza baja, emprendió el camino de vuelta. Legolas se volvió y la siguió hasta que su blanca silueta desaparecio del alzance de su vista.
- Mas no es sólo Metgorn quien me preocupa, Niltariel... no sólo él...- dijo para si y siguió caminando por el sendero, sumido en sus pensamientos.
La noche pasó tranquila, sin que nada perturbara aquellos parajes. Ningún ataque de orcos ni ningún elfo saliendo a hurtadillas a encontrarse con su amada en los límites del bosque, lejos de las miradas furtivas. Fue una noche de recogimiento, de recuerdos y de pena. Más para algunos que para otros... Segunda noche que Legolas no pudo conciliar el sueño y decansar... demasiadas preocupaciones en su cabeza... y todas girando en torno a un mismo eje... Los guardias nocturnos lo observaban entristecidos mientras lo veían caminar por los senderos bañados por la luz de la luna. Con sus cabellos rubios entretejidos con el fulgor de la plata de las estrellas... Cualquiera que lo viera pasar, tan serio, tan distante... vestido de un blanco tan puro... diría de él que parecía más ausente que presente... Niltariel estaba de guardia esa noche y lo vio pasar a su lado, pensativo y cabizbajo... Mas no le dirigió palabra alguna; él quería estar solo...
Con la salida del sol, el bosque pareció llenarse de una nueva vida. Los pájaros cantaron alegremente y volaban entre las ramas tapando con sus alas los rayos del sol. Mas una pequeña agitación existía entre la comunidad élfica: Legolas había convocado a sus mejores guerreros en torno a él.
- Una compañía debe partir...- anunció-... quisiera saber que clase de criatura atacó a Ashtael. Partid cuanto antes y cuanto antes tambien traedme nuevas. Tengo un mal presentimiento acerca de lo que habita en esa caverna maldita... Sed cuidadosos y no os separéis bajo ningún concepto... Y recordad que es una galería algo estrecha, vuestros arcos allí no servirían mas que para dañaros los unos a los otros... Id en paz, y que Eru os guarde de peligros mayores...
Legolas se alejó mientras la compañía preparaba los caballos para partir
- Majestad! Majestad!- le llamó una voz a su espalda
Volviéndose, vio que Niltariel se acercaba a él, corriendo rapidamente.
- ¿Qué ocurre?- preguntó casi con indiferencia y en un tono algo... secante
Tal tono intimidó un poco a la joven, que agachó la cabeza sintiéndose increiblemente inferior a él.
- ... Me preguntaba...- susurró-... Quería saber si...
- Hablad de una vez! No tengo todo el día sólo para vos!
- Quisiera acompañar a la compañía, mi Señor...
Legolas la miró sorprendido y casi a la vez, un gesto severo se dibujó en su cara
- No! Sois demasiado inexperta y el peligro es de gran calibre
- Pero son vuestros mejores hombres los que parten, no molestaré y trataré de servir de ayuda, majestad...
- Os he dicho que no, dama. Acatad las órdenes de vuestro príncipe si aún seguís respetando mi autoridad en algo
- Pero...
- Escuchadme bien Niltariel!- le dijo el duramente agarrándola fuertemente por los hombros y mirándola a los ojos- No sé que hay allí, y no quisiera perder a nadie más!
- Os lo suplico, mi Señor... dejadme ir...- susurró ella suavemente sosteniendo su mirada, sabedora de que él podría ver en sus ojos lo que ella no era capaz de expresar con palabras
Legolas la soltó y respiró pesadamente
- ¿He de suponer que fuertes son los motivos que os mueven a hacer esto, Niltariel?
- ¿Mis motivos, mi Señor?- dijo ella confundida- ¿Cuan fuerte vos creéis que puede ser el sentimiento de vengar a un amigo?¿Cuan fuerte es el odio hacia el ser que ha destrozado dos vidas?
El príncipe se volvió a ella con tristeza en la mirada
- Es de suponer que ante tal pasión me es inútil oponerme... De acuerdo!- dijo volviendo al mismo tono duro de antes- Podéis ir! Pero tened cuidado, Niltariel, tened mucho cuidado!!
Y sin dar tiempo a que Niltariel pudiera agradecerle nada, Legolas le dio la espalda y se alejó de ella a paso ligero. La elfa se quedó mirando un rato como él se alejaba hacia las altas galerías que reposaban en los árboles.
Poco después, la compañía partió bajo la atenta mirada del príncipe que los observaba desde sus aposentos. Se sentó pesadamente y cerró sus ojos mientras sostenía la cabeza con las manos
- Eru quiera que mis temores no se hagan realidad...- susurró
Al mediodía, la compañia llegaba al claro del bosque. Entre los pestilentes olores que desprendían los cuerpos de los orcos, descabalgaron y con Demion, capitán de la compañía, al frente, penetraron en la caverna con las dagas fuertemente agarradas en sus manos.
Nada se veía en aquella oscuridad, nada escepto las tenebrosas sombras que dibujaban las paredes. Mas algo pareció moverse sigilosamente... una presencia que los acechaba sin descanso. Todos pararon inquietos
- ¿Quién anda ahí? Mostraros a la luz del fuego!- gritó Demion
No hubo respuesta mas que silencio, todo permaneció calmado y tranquilo... Mas de repente, algo atacó a Demion por la espalda y acto seguido todos los demás fueron a ayudarle. Pero cuando se acercaron a la criatura, ésta desapareció y sólo quedó Demion tendido en el suelo y levemente herido
- Es rápida- dijo con dificultad el capitán- Mientras permanezcamos aquí, nada podremos hacer contra esta criatura. Salgamos de aqui
Con gran inquietud y desasosiego, se dirigieron de nuevo a la luz clara y limpia del sol. Y una vez en el claro, se dieron cuenta de que allí faltaba alguien. Demion miró confuso a todos lados
- ¿¿Dónde está Niltariel??
El silencio se había adueñado de los alrededores... Ningún pájaro cantaba... ningún viento soplaba... La sangre derramada de los orcos quemaba la hierba sobre la que yacían. De entre la oscuridad de la caverna emergió Legolas, sosteniendo el cuerpo agonizante de Ashtael. Niltariel le seguía, armada y vigilante...
La luz incidió en el rostro del elfo, y una agradable sensación recorrió el cuerpo de Legolas al volver a sentirse al aire libre... Incluso Ashtael respiraba ahora con menos dificultad.
Breve fue el camino de regreso hacía donde los elfos de los Bosques de Gondor tenían su asentamiento. Los vigías fueron los primeros en advertir su regreso, y la alegría de ver regresar a su príncipe, se volvió tristeza al ver que sólo tres de los cinco que partieran regresaban, y que uno de ellos, yacía casi muerto en los brazos de Legolas.
La noticia corrió veloz entre la comunidad élfica, y varias sanadoras y soldados se acercaron a ellos alarmados nada más sus pies entraron en el territorio.
- Majestad, permitidnos- susurró uno de los vigías tomando el cuerpo de Ashtael de los brazos del príncipe
- Llevaoslo, rápido. Y mirad por su vida y sanad sus heridas- dijo Legolas a las sanadoras que allí estaban
- Haremos todo lo que nuestra magia nos permita, Señor- dijeron. Y con una reverencia, ellas y el vigía que llevaba a Ashtael, fueron rapidamente hacia las casas de curación.
Legolas observó como se alejaban. Y luego se volvió a los otros vigías; estaban hablando con Niltariel
- Metgorn y Anduion han fallecido. El segundo a manos de un Uruk-hai. Su cuerpo sigue en el bosque. No pudimos traerlo... a Metgorn tampoco- susurró ella apenada. Claramente, estaba conteniendo las lágrimas
- Hoy es un día triste para todos nosotros- intervino Legolas- Dos de nuestros mejores arqueros han perecido en combate... dos de nuestros mejores amigos...- añadió con pena
La elfa se encontraba demasiado incómoda allí. Se volvió al príncipe con la mirada baja
- Mi señor... Pido permiso para retirarme. Estoy algo cansada
- Vete y descansa, Niltariel.- asintió Legolas
- Con la venia, Majestad...- susurró ella con una reverencia. Y se alejó de aquel lugar
Se dijo, que esa noche, el príncipe del Bosque Negro no descansó. Y que su mirada se quedó perdida en el horizonte durante muchas horas. Hasta que salió el sol, y la galería donde él se hallaba, se llenó de luz dorada.
Tras haber pasado por sus aposentos, y haberse refrescado un poco con agua recogida del rocío, se dirigió a las Casas de Curación. Mas que evidente era su inquietud por hablar con Ashtael. Entornó la puerta silenciosamente y entró en la habitación. Y cual no fue su sorpresa al ver a Niltariel sentada al lado de la ventana, dormida. Se dirigió primeramente al lado de Ashtael, ya su rostro no reflejaba sufrimiento, pero dormía también apaciblemente; no era momento de despertarlo ahora. Se acercó a la ventana, y sentándose frente a Niltariel, permaneció allí en silencio un momento. Luego, apoyando su mano en el hombro de la joven, la zarandeó un poco
- ... Niltariel... despierta... El sol ya ha salido...- le dijo en voz baja para no despertar a Ashtael
La joven se revolvió un poco y entreabrió los ojos.
- Majestad...- susurró cerrando sus ojos de nuevo. Que luego, cuando se dio cuenta de la situación los abrió rapidamente y se levantó apresurada- Majestad!!!... Bu-buenos días, mi señor... Me quedé dormida... lo lamento... no volverá a ocurrir... - susurró avergonzada
Legolas sonrió y caminó hasta el lado de Ashtael
- ¿Qué tal ha pasado la noche?- preguntó
- Bien... Aunque, a mi parecer ha tenido alguna pesadilla. Hablaba en sueños.
- Malos recuerdos quizás
- Probablemente, mi señor
En ese momento, Ashtael entreabrió los ojos despacio.
- Majestad...- dijo dificultosamente al ver a Legolas- Lamento que tengáis que verme en este estado, príncipe...
- No es ninguna molestia, Ashtael... Dime... te encuentras en condiciones de hablar? Quisiera hacerte unas preguntas... mas puedo volver un poco más tarde si no te encuentras con muchas fuerzas aún...
- No, no. Majestad... decidme
- Que ocurrió ayer, Ashtael?- preguntó Legolas con gravedad
Ashtael cerró los ojos y respiró profundamente. Hizo un pequeño gesto de negación con la cabeza mientras volvía de nuevo su mirada al príncipe
- No estoy seguro, Majestad... todo ocurrió demasiado... rápido
- Ni siquieras tienes un vago recuerdo, Ashtael?
- Hasta donde mi consciencia alcanza, sé que vimos algo moverse entre la oscuridad de la caverna, mas pensamos que posiblemente érais vos, o Niltariel... Pero luego nos dimos cuenta de que aquello nos estaba observando, que nuestra presencia la incomodaba... Después, ya poco recuerdo con claridad... Sé que Metgorn trató de disparar... mas ya no recuerdo nada más... Lo lamento, mi Señor... No os puedo ser de gran ayuda...- añadió con tristeza
- Es suficiente, Ashtael, no te preocupes... Ahora descansa...
- No, esperad!- añadió la elfa, quien se había mantenido al margen de todo
Se acercó hasta Ashtael y se agachó a su lado
- Dime... no recuerdas... no tienes un vago recuerdo que al menos nos indique si la criatura era un orco o un humano?...- dijo con suavidad
Ashtael cerró los ojos, en un gesto de tratar de recordar no sin dificultad. Niltariel acarició el cabello del elfo. Legolas observó aquel gesto algo confundido.
- Si no recuerdas, no pasa nada... Ya has respondido a las preguntas del príncipe... no tienes obligación de responder a las mías... No si te es tan difícil recordar...
- No, espera... Estoy seguro de que no era un orco... ni un uruk-hai... tampoco un enano... Un elfo, o un hombre, de eso no cabe la menor duda... Quizás de algo te pueda servir, que tiene una gran habilidad con la daga, casi posee una técnica tan igualada a la nuestra
Niltariel le miró con preocupación, y se volvió a Legolas. Pudo ver que en su rostro se dibujó el mismo sentimiento que el de ella.
- Muchas gracias, Ashtael...- dijo la elfa a la vez que se levantaba
Mas Ashtael la agarró fuertemente del brazo y no la dejó levantarse. Niltariel le miró sorprendida y en los ojos del elfo pudo ver lo que él deseaba saber. Ella volvió la cabeza a un lado con la vista baja. Ashtael no necesitó respuesta. Soltó el brazo de la elfa para dejar que esta se levantara.
- Nil... - susurró Ashtael con tristeza
- No te preocupes, yo me encargo- susurró ella- Tú no estás en condiciones de decírselo...
Se volvió a Legolas he hizo una reverencia
- Si no me necesitáis más, mi Señor, pido permiso para retirarme... he de terminar un pequeño asunto antes de relevar a la guardia...
El príncipe asintió y la siguió con la mirada hasta que salió de la habitación. Luego se volvió a Ashtael, su rostro reflejaba agotamiento.
- Descansa, Ashtael... Descansa y recupérate...
- Así lo haré, mi Señor...
Y con esas, Legolas salió de la habitación apresuradamente y salió corriendo de las Casas de curación. Observó atento a su alrededor, hasta que vislumbró a Niltariel. La elfa se dirigía hacia las cuadras. Legolas la siguió en silencio y tan pronto como ella hubo salido galopando en su caballo pardo, él se acercó al joven que cuidaba a los caballos.
- ¿Hacia donde se dirige?- preguntó
- ¿Quién?¿Niltariel, mi Señor?
- Sí
El joven le miró pensativo y agachó la cabeza
- A la ciudad de Minas Tirith, mi Señor
- ¿A Minas Tirith?¿Qué va a hacer allí?
- No lo sé, Majestad
Legolas vio como el caballo pardo de Niltariel se confundía con la espesura del bosque al salir de la ciudadela. Luego se volvió al joven
- ¿En serio que no sabes que asuntos la llevan allí?
- Señor... Quizás será mejor que ella misma os lo diga a su regreso, no creéis?
- Sí, tienes razón... Perdona las molestias. Sigue con tu tarea
Legolas se volvió de nuevo hacia la salida con un gesto de preocupación en su cara. Luego, se encaminó hacia sus aposentos. Durante el resto del día, se encargó él mismo de preparar los funerales que esa misma noche se habrían de celebrar en honor de los dos guerreros caidos en combate.
Al atardecer, toda la comunidad élfica se vistió de blanco y bajo las caprichosas formas que los árboles daban a la luz, sus ropas parecían doradas en aquel jardín rodeado de columnas de piedra gris en la que se habían reunido. El aire se sentía distante y frío. Un cántico se levantó entonces, que hablaba de los viajes al Oeste y del Mar, y de que Ilúvatar recogería en su pecho a todos sus hijos, para la dicha eterna... Largo tiempo duraron los cánticos, hasta que el sol se puso, y Eärendil brilló con fuerza en el cielo. Hubo silencio entonces, mientras el blanco se volvía de plata y azul. Entonces, la voz de Legolas se oyó grave y seria
- Nuestros hermanos se han ido, mas no estéis tristes. Su recuerdo quedará entre nosotros para siempre. Y ellos nos recordarán desde las dichas que Ilúvatar dará a sus hijos... Descansad ahora... Vanta Maare...
Poco a poco, todo el mundo salió de aquel lugar, en silencio y pensativos. Cuando todo quedó vacío y en silencio, Legolas también se dispuso a retirarse a descansar, mas algo llamó su atención. Allí aún quedaba alguien
- Niltariel- llamó
La elfa se hallaba arrodillada ante el altar de piedra y plata que se alzaba en el medio del jardín. En sus manos sostenía algo, que escondió rapidamente al oir a Legolas pronunciar su nombre. Se levantó al instante, sacudiendo su vestido blanco de un inexistente polvo.
- Majestad...- susurró haciendo una reverencia
Legolas la miró seriamente. Y le hizo un gesto para que le siguiera, mientras le daba la espalda y se encaminaba hacia uno de los tantos caminos que poseía aquel lugar. La elfa le miró con preocupación, y se soltó la cinta plateada con la llevaba sujeto el cabello. Y luego caminó detrás él, sin saber qué decir, ni qué hacer. Pero tenía la sensación de que algo había hecho que había molestado al príncipe.
- Mi Señor... ¿ocurre algo?- preguntó en voz baja y con miedo
Legolas se paró y se volvió a ella. La miró a los ojos, mas Niltariel agachó la mirada, aún sin saber muy bien por qué.
- ¿Qué fuiste a hacer a Minas Tirith? Sabes que no debes ni puedes ir allí tú sola...
Niltariel le miró sorprendida. Su rostro se tiñó de rubor y nerviosismo.
- Yo... veréis, Majestad... Tenía asuntos pendientes allí...
- Por esos asuntos te estoy preguntando yo
La joven bajó la mirada y no respondió. Legolas se acercó a ella y tomando su cara por el mentón, se la levantó y la miró a los ojos
- ¿Qué hacías en Minas Tirith?
- Mi Señor...- Niltariel suspiró y apartó su mirada a un lado- Supongo que ya no serviría de nada ocultároslo, después de todo...
- Ocultarme lo qué
- Metgorn... - ella vaciló un segundo y caminó hasta un lado del sendero- Metgorn... pues... él... oh, mi Señor... perdonadle... Es sabido por todos que no podemos... con los humanos...
- Niltariel, habla claro, por Eru... no entiendo qué quieres decir...
Ella se volvió a Legolas y sacó lo que antes había mantenido en sus manos. Un anillo plateado con una esmeralda engarzada en él. Legolas miró el objeto sin entender nada
- Metgorn... Estaba prometido con una mortal... De hecho... hace una semana, mi Señor, que Metgorn había renunciado a su inmortalidad...- terminó ella en voz baja- Este anillo... me lo ha dado hoy la que era su prometida... Por eso fui hasta Minas Tirith, para darle la noticia... Me rogó que pusiera este anillo entre las manos de Metgorn cuando fuera incinerado... no pude decirle que no habíamos podido recuperar su cuerpo, mi Señor... La vi tan apenada que incluso me dio miedo dejarla sola temiendo que pudiera terminar con su vida...
Las lágrimas comenzaron a resbalar por el rostro de Niltariel
- Sé, mi Señor, que vós mismo nos ordenásteis no establecer relación sentimental alguna con los mortales... Por eso os ocultamos esto... Ruego que me disculpéis, mi Señor... Entended que nada se podía hacer ante algo así...
Legolas le dio la espalda
- Veo que mi pueblo no confía en mi
- No Majestad, no digáis eso!- exclamó ella, sorprendida con esa respuesta
- Decidme si no, Niltariel, el por qué me habéis ocultado algo así. Jamás me habría opuesto a ello. ¿Acaso creéis que luego de haber sido testigo del amor entre los Reyes de Gondor sería tan severo?
- Majestad... Yo...
- Dejadme solo, dama...- la cortó él secamente
Niltariel se acercó a él y apoyó su mano en el hombro de Legolas. Él se apartó al instante
- Mi Señor...
- He dicho que me dejéis solo, Niltariel, por favor...
Un halo de tristeza veló la mirada de la joven y con la cabeza baja, emprendió el camino de vuelta. Legolas se volvió y la siguió hasta que su blanca silueta desaparecio del alzance de su vista.
- Mas no es sólo Metgorn quien me preocupa, Niltariel... no sólo él...- dijo para si y siguió caminando por el sendero, sumido en sus pensamientos.
La noche pasó tranquila, sin que nada perturbara aquellos parajes. Ningún ataque de orcos ni ningún elfo saliendo a hurtadillas a encontrarse con su amada en los límites del bosque, lejos de las miradas furtivas. Fue una noche de recogimiento, de recuerdos y de pena. Más para algunos que para otros... Segunda noche que Legolas no pudo conciliar el sueño y decansar... demasiadas preocupaciones en su cabeza... y todas girando en torno a un mismo eje... Los guardias nocturnos lo observaban entristecidos mientras lo veían caminar por los senderos bañados por la luz de la luna. Con sus cabellos rubios entretejidos con el fulgor de la plata de las estrellas... Cualquiera que lo viera pasar, tan serio, tan distante... vestido de un blanco tan puro... diría de él que parecía más ausente que presente... Niltariel estaba de guardia esa noche y lo vio pasar a su lado, pensativo y cabizbajo... Mas no le dirigió palabra alguna; él quería estar solo...
Con la salida del sol, el bosque pareció llenarse de una nueva vida. Los pájaros cantaron alegremente y volaban entre las ramas tapando con sus alas los rayos del sol. Mas una pequeña agitación existía entre la comunidad élfica: Legolas había convocado a sus mejores guerreros en torno a él.
- Una compañía debe partir...- anunció-... quisiera saber que clase de criatura atacó a Ashtael. Partid cuanto antes y cuanto antes tambien traedme nuevas. Tengo un mal presentimiento acerca de lo que habita en esa caverna maldita... Sed cuidadosos y no os separéis bajo ningún concepto... Y recordad que es una galería algo estrecha, vuestros arcos allí no servirían mas que para dañaros los unos a los otros... Id en paz, y que Eru os guarde de peligros mayores...
Legolas se alejó mientras la compañía preparaba los caballos para partir
- Majestad! Majestad!- le llamó una voz a su espalda
Volviéndose, vio que Niltariel se acercaba a él, corriendo rapidamente.
- ¿Qué ocurre?- preguntó casi con indiferencia y en un tono algo... secante
Tal tono intimidó un poco a la joven, que agachó la cabeza sintiéndose increiblemente inferior a él.
- ... Me preguntaba...- susurró-... Quería saber si...
- Hablad de una vez! No tengo todo el día sólo para vos!
- Quisiera acompañar a la compañía, mi Señor...
Legolas la miró sorprendido y casi a la vez, un gesto severo se dibujó en su cara
- No! Sois demasiado inexperta y el peligro es de gran calibre
- Pero son vuestros mejores hombres los que parten, no molestaré y trataré de servir de ayuda, majestad...
- Os he dicho que no, dama. Acatad las órdenes de vuestro príncipe si aún seguís respetando mi autoridad en algo
- Pero...
- Escuchadme bien Niltariel!- le dijo el duramente agarrándola fuertemente por los hombros y mirándola a los ojos- No sé que hay allí, y no quisiera perder a nadie más!
- Os lo suplico, mi Señor... dejadme ir...- susurró ella suavemente sosteniendo su mirada, sabedora de que él podría ver en sus ojos lo que ella no era capaz de expresar con palabras
Legolas la soltó y respiró pesadamente
- ¿He de suponer que fuertes son los motivos que os mueven a hacer esto, Niltariel?
- ¿Mis motivos, mi Señor?- dijo ella confundida- ¿Cuan fuerte vos creéis que puede ser el sentimiento de vengar a un amigo?¿Cuan fuerte es el odio hacia el ser que ha destrozado dos vidas?
El príncipe se volvió a ella con tristeza en la mirada
- Es de suponer que ante tal pasión me es inútil oponerme... De acuerdo!- dijo volviendo al mismo tono duro de antes- Podéis ir! Pero tened cuidado, Niltariel, tened mucho cuidado!!
Y sin dar tiempo a que Niltariel pudiera agradecerle nada, Legolas le dio la espalda y se alejó de ella a paso ligero. La elfa se quedó mirando un rato como él se alejaba hacia las altas galerías que reposaban en los árboles.
Poco después, la compañía partió bajo la atenta mirada del príncipe que los observaba desde sus aposentos. Se sentó pesadamente y cerró sus ojos mientras sostenía la cabeza con las manos
- Eru quiera que mis temores no se hagan realidad...- susurró
Al mediodía, la compañia llegaba al claro del bosque. Entre los pestilentes olores que desprendían los cuerpos de los orcos, descabalgaron y con Demion, capitán de la compañía, al frente, penetraron en la caverna con las dagas fuertemente agarradas en sus manos.
Nada se veía en aquella oscuridad, nada escepto las tenebrosas sombras que dibujaban las paredes. Mas algo pareció moverse sigilosamente... una presencia que los acechaba sin descanso. Todos pararon inquietos
- ¿Quién anda ahí? Mostraros a la luz del fuego!- gritó Demion
No hubo respuesta mas que silencio, todo permaneció calmado y tranquilo... Mas de repente, algo atacó a Demion por la espalda y acto seguido todos los demás fueron a ayudarle. Pero cuando se acercaron a la criatura, ésta desapareció y sólo quedó Demion tendido en el suelo y levemente herido
- Es rápida- dijo con dificultad el capitán- Mientras permanezcamos aquí, nada podremos hacer contra esta criatura. Salgamos de aqui
Con gran inquietud y desasosiego, se dirigieron de nuevo a la luz clara y limpia del sol. Y una vez en el claro, se dieron cuenta de que allí faltaba alguien. Demion miró confuso a todos lados
- ¿¿Dónde está Niltariel??
