Capítulo 3:
El mensajero cabalgó veloz de regreso a la ciudadela. A su paso, se silenciaba la naturaleza. No tardó en llegar hasta las puertas donde los guardias, al verlo llegar tan veloz y alocadamente, mandaron avisar al príncipe. Era más que evidente que aquel mensajero traía malas noticias.
Pasó veloz por la puertas y tomó dirección al lugar donde Legolas residía. Al llegar, Legolas ya estaba allí esperándole, su rostro reflejaba su corazón latiendo de angustia y temor. El mensajero bajó del caballo, hizo una reverencia y aguardó.
- Habla!- exclamó Legolas- ¿Qué ocurre?¿Por qué sólo tú regresas?
- Lo que Eru ha puesto en esa caverna nos ha atacado, Majestad..
- Y bien?- el desasosiego del príncipe crecía por momentos
- Rapidamente salimos de la caverna y hemos acampado a su apuerta esperando órdenes vuestras
Legolas respiró aliviado y sonrió
- ¿Y para eso tanto alboroto? Créeme que pensé que traías en serio malas nuevas de algún nuevo fallecimiento a manos de esa criatura...
- Bueno, mi Señor... no exactamente fallecimieno- susurró el mensajero tristemente
La sonrisa se borró del rostro del príncipe para ser substituida por sorpresa
- Habla pues! ¡¿Qué ha ocurrido?!
- Alguien ha desaparecido en la caverna, Majestad
- ¿Quién?...- preguntó Legolas con dolor en su voz, sabiendo cual era la respuesta
- ... Niltariel...
Legolas sintió que su alrededor se paralizaba un momento. Y poco a poco, trató de digerir aquella noticia. Su temor hecho verdad. Sus ojos brillaron sobría y solemnemente mientras miraba al frente, luego dio la espalda al mensajero
- ¡Traed mi caballo!- dijo con decisión
Demion se hallaba sentado, sanándose sus heridas, cuando el sonido de los cascos de un caballo llamaron su atención.
- ¡Majestad!- exclamó mientras se levantaba apresuradamente
Legolas llegó hasta él y desmontó. Tras él, llegó el mensajero que había sido enviado por Demion.
- Su Majestad cabalgaba tan rápido que creí perderlo en la espesura
- Discúlpame. No volverá a ocurrir.- se volvió a Demion- ¿Alguna noticia sobre el paradero de la elfa?
- No mi Señor... ninguna nueva hasta el momento
- Bien- la preocupación del príncipe era más que notoria en su mirada- Preparad las antorchas, voy a entrar...
- Pero Majestad!- exclamó Demion- Es demasiado arriesgado para vos!!
- Lo sé- asintió- Pero debo hacerlo. Su padre jamás me perdonaría si algo le pasara
- El vuestro tampoco, mi Señor, si algo os llega a suceder a vos también
Legolas miró a Demion. El capitán no necesitó ninguna explicación más
Poco después todo estaba preparado y Legolas se adentró en la caverna, en sus manos las dagas y en su corazón el deseo de encontrarla con vida. Tras él, iban Demion y otro elfo más portando sendas antorchas. Y cuando la oscuridad pareció volverse intensa, algo llamó la atención del príncipe; una figura escondida entre las sombras de la caverna... parecía quieta... o mejor dicho... muerta...
- Niltariel...- exclamó para si dirigiéndose hacia ese lugar apresuradamente
Fue entonces cuando Legolas pudo confirmar sus temores; era Niltariel, mas no estaba muerta. Unicamente inconsciente y atada de brazos y piernas.
- Os lo dije, Niltariel... Os dije que tuviérais extremo cuidado... Cuando aprenderéis a confiar en mí....- susurró tratando de cortarle las cuerdas
Pero entonces, algo se movió a su espalda
- No la toquéis. Vuestra vida será el precio de esa osadía
Legolas se levantó lentamente y se giró, una mujer alta y esbelta lo amenazaba con una daga. La escasa luz no le permitía verla demasiado bien
- ¿Quién sois vos, señora?
- No creo que sea de vuestra incumbencia
- ¿Qué es lo qué queréis?¿Por qué nos atacáis?
- ¿Yo atacaros? Creo que estáis confundido, sois vos los que me habéis atacado a mi!
- Repetiré la pregunta una vez más, dama... ¿Quien sois?
La "mujer" se empezaba a sentir realmente incómoda y no dudó en atacar al príncipe. Una tremenda batalla se libró entre los dos, rápida e igualada. Ligera y veloz. Poco a poco, Legolas comenzó a tomar ventaja sobre su oponente, hasta que consiguió arrebatarle la daga dejando a la "mujer" totalmente desarmada. Apoyó la punta de uno de sus cuchillos en la garganta de la mujer mientras que con el dorso de la otra mano se secaba la sangre que manaba de uno de los cortes que aquel ser le había hecho en la mejilla.
- Ahora- dijo respirando agitadamente- sois prisionera de los elfos de los Bosques de Gondor... Qué será de vos será decidido más tarde... Tenéis muchas preguntas a las que responder y no tendréis opción a guardar silencio...
- Cometéis un error al considerarme culpable... mas quizás os sorprendáis luego de saber quién es el agresor y quién el agredido
- Vuestras palabras no me inspiran confianza... Castigo tendréis, seáis o no una mujer...
Casi al instante, los dos elfos que lo acompañaban agarraron a la mujer por los brazos y se los ataron tras la espalda. A la luz de las antorchas, el rostro de la mujer era mucho más visible: piel blanca y pálida. Cabellos largos y sedosos de color gris. Su rostro, a pesar de la juventud que reflejaba, parecía tener sobre él gran sabiduría. Dos ojos resplandecientes y rojos como rubíes engarzaban su cara y sobre su frente, descansaba una piedra violeta que reflejaba la luz en caprichosas formas. De fina y delicada figura, vestía con un vestido totalmente negro de grandes mangas anchas que no permitían verle las manos.
- Lleváosla- ordenó Legolas- Y no descuidéis su vigilancia!
Los elfos aisntieron y se llevaron a la mujer de allí. Una última mirada de desafío cruzaron ella y el príncipe. Y fue entonces cuando algo llamó la atención de Legolas; la mujer tenía orejas de elfo... Legolas cerró los ojos fuertemente. No podía ser, tenía que estar viendo productos de su imaginación. Cuando volvió a abrirlos, ya no los divisó
- Creo que necesito descansar, y cuanto antes- susurró apra si volviendo al lado de Niltariel
Desató las cuerdas apresuradamente, y el cuerpo de la elfa cayó sin casi vida y sin fuerzas sobre él.
- ... Jamás debí haberos permitido venir...- susurró tristemente tomándola en brazos y sacándola de la caverna.
Se dirigieron a la ciudadela sin más demora. El príncipe del Bosque Negro iba a la cabeza, montado en su corcel blanco que resplandecía a la luz del Sol. La elfa iba con él, sostenida entre los brazos y el cuerpo de Legolas. Su sueño era profundo y distante, y en vano fueron los intentos de Legolas de llamarla en susurros o tratar de traerla de vuelta a la realidad. Tras ellos, la prisionera cabalgaba en un caballo negro, custodiada a ambos lados por dos guerreros elfos.
Pronto llegaron a la ciudadela, y cuando Legolas detuvo su corcel. Todos se dispusieron a descabalgar y ocuparse de sus tareas. Mas el príncipe se volvió a los elfos que guardaban a la mujer.
-Llevaos a la prisionera!- dijo seriamente. Cruzando con ella una mirada muy poco amigable- Y vigiladla bien! Que no pase como con la criatura Gollum!
Luego azotando a su caballo, se encamino rapidamente a la casa de curación, y alli atendieron a la joven elfa, mas no se logró despertarla por más que usaban en ella todos los conocimientos mágicos que poseían los elfos.
El Principe tampoco durmió esa noche. Entraba y salia de la casa de curación en cada momento, con semblante de procupación en su cara. Muchos dijeron que como siguiera así, no tardaría en caer enfermo de cansancio, ya que de otra cosa no podía enfermar.
Con la llegada del sol, el principe tomó la decisión de interrogar a la causante de tanta calamidad. Y escoltado por tres guardias, se encaminó a la celda donde ella estaba. A ambos lados de la puerta, había dos soldados, armados con las lanzas élficas de doble filo.
-Majestad!-dijo uno de los guardias mientras hacian una reverencia al principe
-¿Como ha pasado la noche?¿Ha ocasionado algun altercado?- pregunto Legolas
-No, mi señor, no nos ha causado ningun problema - contesto el guardia - aunque no ha provado bocado, ni ha dormido en toda la noche.
-Abrid la celda, deseo hablar con ella.
El guardia abrio la puerta de la celda, Legolas se encamino hacia ella pero esta ya habia notado la presencia del principe desde hacia bastante tiempo, asi que tan pronto como este cuzaba el umbral la doncella dijo:
- Aiya Arab Meletyalda...
Legolas la miro extrañado ya que ella parecia conocer la lengua elfica
-¿Quien sois?¿Porque atacasteis a mis hombres?- pregunto el principe con desconfianza
Pero la doncella no respondio
-Os hablo a vos! -dijo esta vez mas enojado- Os recuerdo que sois mi prisionera y no tenéis derecho alguno a guardar silencio tras lo que habéis causado
-Se que hablais conmigo, mas no puedo responder a vuestras preguntas y prefiero no contestar antes de mentiros- respondió ella calmadamente, en contraposición a la ira que emanaba de Legolas
-Pues hablad y no mintais! ¿Quien sois?
-¿Deseais saber mi nobre?¿O quizas algo mas?
-Creo que vuestro nombre sería un buen principio
-Thalireg Undomiel
-Ahora decidme ¿porque atacasteis a mis hombres?
-¿O porque vuestros hombres me atacaron a mi?¿ No debo acaso defenderme si alguien me ataca?
-No creo que mis hombres os atacaran sin razón. No fueron enseñados para ser cazadores de seres mortales a no ser orcos
-Atacarme quizás no, pero si me apuntaron con sus arcos, suficiente para sentirme amenazada. Suficiente motivo para defender mi vida
-Veo que no sacare nada en limpio de vos- dijo el principe mientras se diriguia a la salida de la celda, pero antes de salir se volvió a ella - Decidme una cosa más... ¿vos sois un elfo oscuro?
Legolas no obtuvo respuesta alguna mas que el silencio de la mujer. Y viendo que ya no conseguiría mas repuestas en ese momento, abandonó la celda asegurándose de que los guardias no la dejaran de vigilar, ni de día, ni de noche.
Nada más salir del recinto de las prisiones, se volvió a los tres guardias que lo escoltaban.
- Ya podéis iros. Volved a vuestros puestos. Si os necesito seréis llamados
Con una reverencia los tres elfos se alejaron del lugar. Legolas se encamino a la casa de curación con la esperanza de tener alguna nueva sobre el estado de Niltariel. Mas a pesar de lo que él esperaba, se encontro todo igual a como lo habia visto antes de haber partido aquella mañana de allí. Dos doncellas cuidaban exahustivamente a la elfa, y en sus caras se reflejaba la tristeza de no poder dar buenas noticias a su Señor.
- ¿Y bien?- preguntó Legolas acercándose a una de las doncellas que estaba curando las heridas que las cuerdas habían dejado en las muñecas de la joven
- No despierta, mi Señor... Ni siquiera reacciona a las llamadas en nombre de Elbereth... Magia negra ha sido usada contra ella... Y ante eso, nosotras no tenemos poder...
- ¿Estás segura de que nada puedes hacer?
La doncella bajó la mirada al suelo y eso fue respuesta suficiente para Legolas.
- Dejadnos solos, por favor
Las dos mujeres se levantaron y salieron de la habitación silenciosamente. No hubo ruido alguno durante un momento, el silencio reinó sin más oposición que el soplo de la brisa temprana. Legolas caminó hasta el lecho de la elfa y se arrodilló a su lado.
- Sueño dulce ha de ser el vuestro si no queréis abrir los ojos, Niltariel- susurró- ¿Qué es lo que os ha sumido en tal letargo?¿Qué os tiene aprisionada en vuestra alma?
De repente el aire se estremeció. Y Legolas se volvió alarmado
- Demasiadas preocupaciones para vos, majestad- dijo Thalireg, oculta entre las sombras de la habitación
- ¿Qué hacéis aquí?- exclamó Legolas recordando que no iba armado- ¡¡Guardia!!
-Por mucho que griteis, nadie vendrá
-¿Como es posible que hallais escapado?-pregunto Legolas friamente
-Tan facil de hacer pero demasiado complicado para que vos lo entendais-dijo Tharileg mientras se acercaba al Principe-ahora es mi turno, ahora me toca a mi hacer las preguntas y a vos responderlas.
- Desde cuando un prisionero interroga a quien lo aprisiona?
La mujer levantó su mano izquierda y esta resplandeció con una luz negra y mortecia. Casi al instante, esa misma luz, brotó del cuerpo de la elfa. Legolas observó aquello más que sorprendido
- ¡¿Que estáis haciendo?!
- Os lo he dicho, Majestad... Vos sois ahora el prisionero... Responded a mis preguntas ya que no creo que prefiráis que arranque su alma, si no me equivoco
El príncipe la miró con odio. Mas asintió a pesar de que su orgullo casi se lo impide
- Decidme lo que deseáis saber...- murmuró entre dientes
- ¿Cuál es vuestra relación con los orcos y con los Uruk-hai?
- ¿Cómo?- preguntó sorpendido- No tengo nada que ver con esas criaturas, tan solo los cazamos de vez en cuando
-Vuestra respuesta me agrada, pues pensaba que vos tambien estabais bajo las oredenes de Lengua de Serpiente- respondió ella, bajando la mano y desapareciendo aquel fulgor.
-¿Lengua de Serpiernte?
-¿Os suena ese nombre?
-Hacia mucho tiempo que no lo oia- dijo Legolas, Thalireg tenia la vista fija en el principe, lo cual le incomodaba bastante- Mas no creo que este sea el momento y el lugar para tratar esos tema. Ahora decidme que le habeis hecho a ella.
-Nada que no se pueda remediar...
-¡Pues ponedle remedio!
-Pedis demasiado y dais muy poco, señor Elfo... - dijo Thalireg mientras se acercaba al lecho donde descansaba Niltariel- pero supongo que tendre que hacer algo mas por vos, antes de que me deis toda esa información que necesito de Lengua de Serpiente.- Luego acercandose todavia mas a Niltariel dijo- Entuluva i amaren! I aure lómie ú-turuva elye olori... Ranya i mornie celel... Hosta elmelinde!
Mas nada pasaba y Legolas se empezó a sentir decepcionado e inquieto a la vez; si la que formuló el hechizo no era capaz de romperlo... nadie sería capaz... Pero en aquel momento un pequeño movimiento se advirtió en una de las manos de la elfa, y acto seguido sus ojos se entreabrieron y miró confusa a su alrededor. Legolas se agachó a su lado
- ¡Niltariel!¡Niltariel! - llamó inquieto
- ¿Majestad?-dijo Niltariel con dificultad, volviendo su vista a él- Oh, mi Señor... ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacéis aquí?...
- Largo ha sido vuestro sueño-dijo el principe- Gracias a Eru que ya ha pasado todo
- Estaba preocupado por ti- añadió Thalireg que observaba alejada la escena
Legolas se volvió con cara de angustia.
- Pero qué decís?!- exclamó molesto
- Su Majestad no tendría por qué preocuparse por mi...- dijo Niltariel algo apenada- Si acaso estar molesto conmigo por no hacerle caso cuando debí haberlo hecho...
- ... Descansad ahora... Hablaré con vos más tarde, cuando os halláis repuesto mejor... Ahora tengo otros asuntos de los que ocuparme- añadió lanzando una mirada algo agresiva a Thalireg
La mujer no pudo reprimir la irónica sonrisa que asomó en sus labios
- ¿Otros asuntos, mi Señor?- preguntó Niltariel confundida. Mas luego su mirada tropezó con la de Thalireg- Y vos... ¿vos quién sois?
- Vuestro estado no os permitirá asimilar información ahora, joven elfa- le respondió- Ya las preguntas os serán respondidas a su debido tiempo... Mas ahora como bien dice vuestro... señor, debéis descansar. Lamento haberos usado como moneda de cambio, mas no tenía opción...
Niltariel puso cara de aturdimiento pero asintió con una pequeña sonrisa. Luego se volvió a Legolas
- Mi Señor... Lamento lo que ha pasado... yo...
Él hizo un gesto con la mano para hacerla callar
- Descansad ahora, Niltariel... Lisse oloori, inya meldor... Enomentuvalve, Niltariel...
Se levantó y haciéndole una seña a la mujer, ambos abandonaron la estancia. La elfa los siguió con la mirada y luego cerró los ojos... y se durmió
Luego de cerrar la puerta, Legolas se quedó un momento parado y pensativo
- ¿Sabéis que Lengua de Serpiente está muerto, verdad?
- ¿Muerto?
- Sí... al igual que Saruman...- respondió poniéndose en camino a los jardines
- Permitidme deciros, Legolas, que la muerte no existe para aquellos sirvientes del mal cuyo odio sobrepasa los límites de la imaginación
- Mas no entiendo... ¿por qué nombráis a Lengua de Sepiente?
- Algo él busca que es de mi pertenencia. Los orcos que vos matásteis me buscan a mi en realidad
- A vos? Qué poseéis vos que ellos deseen?
- Secretos que no deben ser revelados aún, príncipe del Bosque Negro. Al menos, aún no hasta que llegue su tiempo...
- Si me pedís información sobre el mal he de tener derecho a saber su motivo
- No me pidáis más cosas, Señor Elfo... He liberado de su sueño a esa joven elfa... bastante he hecho ya para vos, no os parece?
Legolas la miró con desconfianza
- Aquí poco podréis encontrar sobre tal sujeto... Debéis ir a Minas Tirith... los sabíos de aquel lugar os podrán ayudar...
- Se conoce en toda la Tierra Media que los sabios de Gondor lo saben todo de lo que ha sido, es y será...
- No os olvidéis que seguís siendo mi prisionera. Iré con vos, mas me gustaría estar de regreso antes del anochecer... Así que el poco tiempo que os sea dado, aprovechadlo al máximo...
Thalireg sonrió con malicia
- Sigo pensando que os preocupáis demasiado, Legolas... ya está plenamente curada, sólo necesita descanso... aunque vos tengo entendido que tampoco dormís mucho ultimamente
- Y a vos que os importa lo que a mi me pase o deje de pasar?- preguntó él molesto
- Oh, no... nada. No os preocupéis... hoy podréis decansar tranquilo...- respondió misteriosamente
Legolas la miró sin entender mientras ella le daba la espalda tratando de ocultar una ligera risa
- ¿Y bien? ¿Cuándo nos vamos?
El mensajero cabalgó veloz de regreso a la ciudadela. A su paso, se silenciaba la naturaleza. No tardó en llegar hasta las puertas donde los guardias, al verlo llegar tan veloz y alocadamente, mandaron avisar al príncipe. Era más que evidente que aquel mensajero traía malas noticias.
Pasó veloz por la puertas y tomó dirección al lugar donde Legolas residía. Al llegar, Legolas ya estaba allí esperándole, su rostro reflejaba su corazón latiendo de angustia y temor. El mensajero bajó del caballo, hizo una reverencia y aguardó.
- Habla!- exclamó Legolas- ¿Qué ocurre?¿Por qué sólo tú regresas?
- Lo que Eru ha puesto en esa caverna nos ha atacado, Majestad..
- Y bien?- el desasosiego del príncipe crecía por momentos
- Rapidamente salimos de la caverna y hemos acampado a su apuerta esperando órdenes vuestras
Legolas respiró aliviado y sonrió
- ¿Y para eso tanto alboroto? Créeme que pensé que traías en serio malas nuevas de algún nuevo fallecimiento a manos de esa criatura...
- Bueno, mi Señor... no exactamente fallecimieno- susurró el mensajero tristemente
La sonrisa se borró del rostro del príncipe para ser substituida por sorpresa
- Habla pues! ¡¿Qué ha ocurrido?!
- Alguien ha desaparecido en la caverna, Majestad
- ¿Quién?...- preguntó Legolas con dolor en su voz, sabiendo cual era la respuesta
- ... Niltariel...
Legolas sintió que su alrededor se paralizaba un momento. Y poco a poco, trató de digerir aquella noticia. Su temor hecho verdad. Sus ojos brillaron sobría y solemnemente mientras miraba al frente, luego dio la espalda al mensajero
- ¡Traed mi caballo!- dijo con decisión
Demion se hallaba sentado, sanándose sus heridas, cuando el sonido de los cascos de un caballo llamaron su atención.
- ¡Majestad!- exclamó mientras se levantaba apresuradamente
Legolas llegó hasta él y desmontó. Tras él, llegó el mensajero que había sido enviado por Demion.
- Su Majestad cabalgaba tan rápido que creí perderlo en la espesura
- Discúlpame. No volverá a ocurrir.- se volvió a Demion- ¿Alguna noticia sobre el paradero de la elfa?
- No mi Señor... ninguna nueva hasta el momento
- Bien- la preocupación del príncipe era más que notoria en su mirada- Preparad las antorchas, voy a entrar...
- Pero Majestad!- exclamó Demion- Es demasiado arriesgado para vos!!
- Lo sé- asintió- Pero debo hacerlo. Su padre jamás me perdonaría si algo le pasara
- El vuestro tampoco, mi Señor, si algo os llega a suceder a vos también
Legolas miró a Demion. El capitán no necesitó ninguna explicación más
Poco después todo estaba preparado y Legolas se adentró en la caverna, en sus manos las dagas y en su corazón el deseo de encontrarla con vida. Tras él, iban Demion y otro elfo más portando sendas antorchas. Y cuando la oscuridad pareció volverse intensa, algo llamó la atención del príncipe; una figura escondida entre las sombras de la caverna... parecía quieta... o mejor dicho... muerta...
- Niltariel...- exclamó para si dirigiéndose hacia ese lugar apresuradamente
Fue entonces cuando Legolas pudo confirmar sus temores; era Niltariel, mas no estaba muerta. Unicamente inconsciente y atada de brazos y piernas.
- Os lo dije, Niltariel... Os dije que tuviérais extremo cuidado... Cuando aprenderéis a confiar en mí....- susurró tratando de cortarle las cuerdas
Pero entonces, algo se movió a su espalda
- No la toquéis. Vuestra vida será el precio de esa osadía
Legolas se levantó lentamente y se giró, una mujer alta y esbelta lo amenazaba con una daga. La escasa luz no le permitía verla demasiado bien
- ¿Quién sois vos, señora?
- No creo que sea de vuestra incumbencia
- ¿Qué es lo qué queréis?¿Por qué nos atacáis?
- ¿Yo atacaros? Creo que estáis confundido, sois vos los que me habéis atacado a mi!
- Repetiré la pregunta una vez más, dama... ¿Quien sois?
La "mujer" se empezaba a sentir realmente incómoda y no dudó en atacar al príncipe. Una tremenda batalla se libró entre los dos, rápida e igualada. Ligera y veloz. Poco a poco, Legolas comenzó a tomar ventaja sobre su oponente, hasta que consiguió arrebatarle la daga dejando a la "mujer" totalmente desarmada. Apoyó la punta de uno de sus cuchillos en la garganta de la mujer mientras que con el dorso de la otra mano se secaba la sangre que manaba de uno de los cortes que aquel ser le había hecho en la mejilla.
- Ahora- dijo respirando agitadamente- sois prisionera de los elfos de los Bosques de Gondor... Qué será de vos será decidido más tarde... Tenéis muchas preguntas a las que responder y no tendréis opción a guardar silencio...
- Cometéis un error al considerarme culpable... mas quizás os sorprendáis luego de saber quién es el agresor y quién el agredido
- Vuestras palabras no me inspiran confianza... Castigo tendréis, seáis o no una mujer...
Casi al instante, los dos elfos que lo acompañaban agarraron a la mujer por los brazos y se los ataron tras la espalda. A la luz de las antorchas, el rostro de la mujer era mucho más visible: piel blanca y pálida. Cabellos largos y sedosos de color gris. Su rostro, a pesar de la juventud que reflejaba, parecía tener sobre él gran sabiduría. Dos ojos resplandecientes y rojos como rubíes engarzaban su cara y sobre su frente, descansaba una piedra violeta que reflejaba la luz en caprichosas formas. De fina y delicada figura, vestía con un vestido totalmente negro de grandes mangas anchas que no permitían verle las manos.
- Lleváosla- ordenó Legolas- Y no descuidéis su vigilancia!
Los elfos aisntieron y se llevaron a la mujer de allí. Una última mirada de desafío cruzaron ella y el príncipe. Y fue entonces cuando algo llamó la atención de Legolas; la mujer tenía orejas de elfo... Legolas cerró los ojos fuertemente. No podía ser, tenía que estar viendo productos de su imaginación. Cuando volvió a abrirlos, ya no los divisó
- Creo que necesito descansar, y cuanto antes- susurró apra si volviendo al lado de Niltariel
Desató las cuerdas apresuradamente, y el cuerpo de la elfa cayó sin casi vida y sin fuerzas sobre él.
- ... Jamás debí haberos permitido venir...- susurró tristemente tomándola en brazos y sacándola de la caverna.
Se dirigieron a la ciudadela sin más demora. El príncipe del Bosque Negro iba a la cabeza, montado en su corcel blanco que resplandecía a la luz del Sol. La elfa iba con él, sostenida entre los brazos y el cuerpo de Legolas. Su sueño era profundo y distante, y en vano fueron los intentos de Legolas de llamarla en susurros o tratar de traerla de vuelta a la realidad. Tras ellos, la prisionera cabalgaba en un caballo negro, custodiada a ambos lados por dos guerreros elfos.
Pronto llegaron a la ciudadela, y cuando Legolas detuvo su corcel. Todos se dispusieron a descabalgar y ocuparse de sus tareas. Mas el príncipe se volvió a los elfos que guardaban a la mujer.
-Llevaos a la prisionera!- dijo seriamente. Cruzando con ella una mirada muy poco amigable- Y vigiladla bien! Que no pase como con la criatura Gollum!
Luego azotando a su caballo, se encamino rapidamente a la casa de curación, y alli atendieron a la joven elfa, mas no se logró despertarla por más que usaban en ella todos los conocimientos mágicos que poseían los elfos.
El Principe tampoco durmió esa noche. Entraba y salia de la casa de curación en cada momento, con semblante de procupación en su cara. Muchos dijeron que como siguiera así, no tardaría en caer enfermo de cansancio, ya que de otra cosa no podía enfermar.
Con la llegada del sol, el principe tomó la decisión de interrogar a la causante de tanta calamidad. Y escoltado por tres guardias, se encaminó a la celda donde ella estaba. A ambos lados de la puerta, había dos soldados, armados con las lanzas élficas de doble filo.
-Majestad!-dijo uno de los guardias mientras hacian una reverencia al principe
-¿Como ha pasado la noche?¿Ha ocasionado algun altercado?- pregunto Legolas
-No, mi señor, no nos ha causado ningun problema - contesto el guardia - aunque no ha provado bocado, ni ha dormido en toda la noche.
-Abrid la celda, deseo hablar con ella.
El guardia abrio la puerta de la celda, Legolas se encamino hacia ella pero esta ya habia notado la presencia del principe desde hacia bastante tiempo, asi que tan pronto como este cuzaba el umbral la doncella dijo:
- Aiya Arab Meletyalda...
Legolas la miro extrañado ya que ella parecia conocer la lengua elfica
-¿Quien sois?¿Porque atacasteis a mis hombres?- pregunto el principe con desconfianza
Pero la doncella no respondio
-Os hablo a vos! -dijo esta vez mas enojado- Os recuerdo que sois mi prisionera y no tenéis derecho alguno a guardar silencio tras lo que habéis causado
-Se que hablais conmigo, mas no puedo responder a vuestras preguntas y prefiero no contestar antes de mentiros- respondió ella calmadamente, en contraposición a la ira que emanaba de Legolas
-Pues hablad y no mintais! ¿Quien sois?
-¿Deseais saber mi nobre?¿O quizas algo mas?
-Creo que vuestro nombre sería un buen principio
-Thalireg Undomiel
-Ahora decidme ¿porque atacasteis a mis hombres?
-¿O porque vuestros hombres me atacaron a mi?¿ No debo acaso defenderme si alguien me ataca?
-No creo que mis hombres os atacaran sin razón. No fueron enseñados para ser cazadores de seres mortales a no ser orcos
-Atacarme quizás no, pero si me apuntaron con sus arcos, suficiente para sentirme amenazada. Suficiente motivo para defender mi vida
-Veo que no sacare nada en limpio de vos- dijo el principe mientras se diriguia a la salida de la celda, pero antes de salir se volvió a ella - Decidme una cosa más... ¿vos sois un elfo oscuro?
Legolas no obtuvo respuesta alguna mas que el silencio de la mujer. Y viendo que ya no conseguiría mas repuestas en ese momento, abandonó la celda asegurándose de que los guardias no la dejaran de vigilar, ni de día, ni de noche.
Nada más salir del recinto de las prisiones, se volvió a los tres guardias que lo escoltaban.
- Ya podéis iros. Volved a vuestros puestos. Si os necesito seréis llamados
Con una reverencia los tres elfos se alejaron del lugar. Legolas se encamino a la casa de curación con la esperanza de tener alguna nueva sobre el estado de Niltariel. Mas a pesar de lo que él esperaba, se encontro todo igual a como lo habia visto antes de haber partido aquella mañana de allí. Dos doncellas cuidaban exahustivamente a la elfa, y en sus caras se reflejaba la tristeza de no poder dar buenas noticias a su Señor.
- ¿Y bien?- preguntó Legolas acercándose a una de las doncellas que estaba curando las heridas que las cuerdas habían dejado en las muñecas de la joven
- No despierta, mi Señor... Ni siquiera reacciona a las llamadas en nombre de Elbereth... Magia negra ha sido usada contra ella... Y ante eso, nosotras no tenemos poder...
- ¿Estás segura de que nada puedes hacer?
La doncella bajó la mirada al suelo y eso fue respuesta suficiente para Legolas.
- Dejadnos solos, por favor
Las dos mujeres se levantaron y salieron de la habitación silenciosamente. No hubo ruido alguno durante un momento, el silencio reinó sin más oposición que el soplo de la brisa temprana. Legolas caminó hasta el lecho de la elfa y se arrodilló a su lado.
- Sueño dulce ha de ser el vuestro si no queréis abrir los ojos, Niltariel- susurró- ¿Qué es lo que os ha sumido en tal letargo?¿Qué os tiene aprisionada en vuestra alma?
De repente el aire se estremeció. Y Legolas se volvió alarmado
- Demasiadas preocupaciones para vos, majestad- dijo Thalireg, oculta entre las sombras de la habitación
- ¿Qué hacéis aquí?- exclamó Legolas recordando que no iba armado- ¡¡Guardia!!
-Por mucho que griteis, nadie vendrá
-¿Como es posible que hallais escapado?-pregunto Legolas friamente
-Tan facil de hacer pero demasiado complicado para que vos lo entendais-dijo Tharileg mientras se acercaba al Principe-ahora es mi turno, ahora me toca a mi hacer las preguntas y a vos responderlas.
- Desde cuando un prisionero interroga a quien lo aprisiona?
La mujer levantó su mano izquierda y esta resplandeció con una luz negra y mortecia. Casi al instante, esa misma luz, brotó del cuerpo de la elfa. Legolas observó aquello más que sorprendido
- ¡¿Que estáis haciendo?!
- Os lo he dicho, Majestad... Vos sois ahora el prisionero... Responded a mis preguntas ya que no creo que prefiráis que arranque su alma, si no me equivoco
El príncipe la miró con odio. Mas asintió a pesar de que su orgullo casi se lo impide
- Decidme lo que deseáis saber...- murmuró entre dientes
- ¿Cuál es vuestra relación con los orcos y con los Uruk-hai?
- ¿Cómo?- preguntó sorpendido- No tengo nada que ver con esas criaturas, tan solo los cazamos de vez en cuando
-Vuestra respuesta me agrada, pues pensaba que vos tambien estabais bajo las oredenes de Lengua de Serpiente- respondió ella, bajando la mano y desapareciendo aquel fulgor.
-¿Lengua de Serpiernte?
-¿Os suena ese nombre?
-Hacia mucho tiempo que no lo oia- dijo Legolas, Thalireg tenia la vista fija en el principe, lo cual le incomodaba bastante- Mas no creo que este sea el momento y el lugar para tratar esos tema. Ahora decidme que le habeis hecho a ella.
-Nada que no se pueda remediar...
-¡Pues ponedle remedio!
-Pedis demasiado y dais muy poco, señor Elfo... - dijo Thalireg mientras se acercaba al lecho donde descansaba Niltariel- pero supongo que tendre que hacer algo mas por vos, antes de que me deis toda esa información que necesito de Lengua de Serpiente.- Luego acercandose todavia mas a Niltariel dijo- Entuluva i amaren! I aure lómie ú-turuva elye olori... Ranya i mornie celel... Hosta elmelinde!
Mas nada pasaba y Legolas se empezó a sentir decepcionado e inquieto a la vez; si la que formuló el hechizo no era capaz de romperlo... nadie sería capaz... Pero en aquel momento un pequeño movimiento se advirtió en una de las manos de la elfa, y acto seguido sus ojos se entreabrieron y miró confusa a su alrededor. Legolas se agachó a su lado
- ¡Niltariel!¡Niltariel! - llamó inquieto
- ¿Majestad?-dijo Niltariel con dificultad, volviendo su vista a él- Oh, mi Señor... ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacéis aquí?...
- Largo ha sido vuestro sueño-dijo el principe- Gracias a Eru que ya ha pasado todo
- Estaba preocupado por ti- añadió Thalireg que observaba alejada la escena
Legolas se volvió con cara de angustia.
- Pero qué decís?!- exclamó molesto
- Su Majestad no tendría por qué preocuparse por mi...- dijo Niltariel algo apenada- Si acaso estar molesto conmigo por no hacerle caso cuando debí haberlo hecho...
- ... Descansad ahora... Hablaré con vos más tarde, cuando os halláis repuesto mejor... Ahora tengo otros asuntos de los que ocuparme- añadió lanzando una mirada algo agresiva a Thalireg
La mujer no pudo reprimir la irónica sonrisa que asomó en sus labios
- ¿Otros asuntos, mi Señor?- preguntó Niltariel confundida. Mas luego su mirada tropezó con la de Thalireg- Y vos... ¿vos quién sois?
- Vuestro estado no os permitirá asimilar información ahora, joven elfa- le respondió- Ya las preguntas os serán respondidas a su debido tiempo... Mas ahora como bien dice vuestro... señor, debéis descansar. Lamento haberos usado como moneda de cambio, mas no tenía opción...
Niltariel puso cara de aturdimiento pero asintió con una pequeña sonrisa. Luego se volvió a Legolas
- Mi Señor... Lamento lo que ha pasado... yo...
Él hizo un gesto con la mano para hacerla callar
- Descansad ahora, Niltariel... Lisse oloori, inya meldor... Enomentuvalve, Niltariel...
Se levantó y haciéndole una seña a la mujer, ambos abandonaron la estancia. La elfa los siguió con la mirada y luego cerró los ojos... y se durmió
Luego de cerrar la puerta, Legolas se quedó un momento parado y pensativo
- ¿Sabéis que Lengua de Serpiente está muerto, verdad?
- ¿Muerto?
- Sí... al igual que Saruman...- respondió poniéndose en camino a los jardines
- Permitidme deciros, Legolas, que la muerte no existe para aquellos sirvientes del mal cuyo odio sobrepasa los límites de la imaginación
- Mas no entiendo... ¿por qué nombráis a Lengua de Sepiente?
- Algo él busca que es de mi pertenencia. Los orcos que vos matásteis me buscan a mi en realidad
- A vos? Qué poseéis vos que ellos deseen?
- Secretos que no deben ser revelados aún, príncipe del Bosque Negro. Al menos, aún no hasta que llegue su tiempo...
- Si me pedís información sobre el mal he de tener derecho a saber su motivo
- No me pidáis más cosas, Señor Elfo... He liberado de su sueño a esa joven elfa... bastante he hecho ya para vos, no os parece?
Legolas la miró con desconfianza
- Aquí poco podréis encontrar sobre tal sujeto... Debéis ir a Minas Tirith... los sabíos de aquel lugar os podrán ayudar...
- Se conoce en toda la Tierra Media que los sabios de Gondor lo saben todo de lo que ha sido, es y será...
- No os olvidéis que seguís siendo mi prisionera. Iré con vos, mas me gustaría estar de regreso antes del anochecer... Así que el poco tiempo que os sea dado, aprovechadlo al máximo...
Thalireg sonrió con malicia
- Sigo pensando que os preocupáis demasiado, Legolas... ya está plenamente curada, sólo necesita descanso... aunque vos tengo entendido que tampoco dormís mucho ultimamente
- Y a vos que os importa lo que a mi me pase o deje de pasar?- preguntó él molesto
- Oh, no... nada. No os preocupéis... hoy podréis decansar tranquilo...- respondió misteriosamente
Legolas la miró sin entender mientras ella le daba la espalda tratando de ocultar una ligera risa
- ¿Y bien? ¿Cuándo nos vamos?
