Capítulo 4:

La alta torre blanca se alzaba solemne ante las montañas de Mordor. Altiva y reluciente, como la implacable vencedora de una guerra finalizada hace dos décadas. A sus pies, los siete anillos de la ciudad la rodeaban, ensalzando su belleza ondeante a las alas del viento. El sol brillaba en ella como las olas del mar reflejan las estrellas... La Blanca Torre de Minas Tirith...

- ¡Príncipe Legolas!- exclamó el guardián de la puerta Oeste al verlo llegar, cabalgando en su caballo blanco

Mas su vista reparó con sorpresa, que al caballo de la mañana, le seguía el de la noche... Una dama vestida de negro y pálida como la luz de la luna cabalgaba sobre un oscuro equino, tras el fulgor celestial del elfo.

- ¿Podría saber quién es esa mujer?- preguntó el guardia acercándose al príncipe
- Mi prisionera- respondió Legolas- Avisad al rey Elessar, he de hablar con él... Decidle que es urgente...
- El Rey estará encantado de veros, Legolas hijo de Thranduil del Bosque Negro...- una reverencia hizo el guardia mientras pronunciaba estas palabras- Mas decidme antes de partir si necesitáis escolta para esa mujer...
- No será necesario... Yo mismo me encargo de su vigilancia... Id! Y avisad al rey!

Y Legolas entró cabalgando rapidamente en la blanca ciudad. Pasaron rápidos entre las estrechas y luminosas calles adornadas con hermosos arcos de piedra. Ya pocos signos quedaban de aquella batalla donde fue acosada por Mordor... y en la que príncipes elfos y hombres combatieron juntos nuevamente. La población los veía sorprendidos al verlos pasar: una mañana clara y luminosa y la noche lúgubre fría y distante detrás... Mas a pesar del enmarañado laberinto de calles que representaban los anillos, no tardaron mas que pocos minutos en alcanzar el pie de la Blanca Torre... Allí dos figuras los esperaban: un hombre de porte noble y una elfa esbelta y solemne. Una gran emoción invadió el corazón de Legolas al verlos, mas desmontó despacio e hizo una profunda reverencia al Rey y besó la mano de la Reina. Thalireg observó la escena, mas no desmontó.

- Largo tiempo ha pasado, Legolas Hijo de Thranduil, desde que nos vimos por última vez- dijo el rey pausadamente, con esa sobriedad que caracteriza a todos los reyes

Mas pronto una sonrisa se dibujó en los labios del hombre... y Legolas, que hasta el momento se había mantenido serio, también sonrió con alegría y nostalgia en los ojos. La mujer de la blanca piel empezó a no entender que ocurría allí, y mayor fue su sorpresa al ver al Rey y al Elfo abrazarse cordialmente a lo que también se sumió la elfa

- ¡Oh, Legolas!- exclamó la doncella- Cuan he desado ver a uno de los míos! Feliz soy por tu llegada, hermano!
- Serías siempre bienvenida entre mi gente, Arwen- respondió Legolas cortesmente y sonriendo- Mas he de suponer que una grandiosa Reina como vos, no ha de tener tiempo para viajar...
- En eso tienes razón, Legolas- continuó Aragorn- Largo y árduo ha sido el trabajo de reconstruir Minas Tirith, mas como has podido ver, no imposible.
- No os excuséis, Aragorn... Yo también sé lo duro que es guiar un pueblo... Y he de añadir que vuestras responsabilidades duplican y triplican las mías... A pesar de que...- Legolas no terminó, y un halo de tristeza veló su mirada

Aragorn y Arwen lo miraron con preocupación. La dama élfica tomó una de las manos de Legolas entre las suyas.

- ¿Què ocurre, Legolas?- susurró

Legolas miró a Arwen y luego a Aragorn para después volverse al caballo negro. Se acercó a él y le tendió a la dama de la blanca piel su mano, para ayudarla a bajar

- Bajad, Thalireg. Mi parte del trato se verá cumplida. Espero que la sabiduría de los Reyes de Gondor os sea suficiente en vuestro cometido.

La mujer desmontó he hizo una reverencia. El hombre y la elfa la miraron a ella sin entender, y luego a Legolas, buscando al menos una explicación en su mirada

- Es mi prisionera... Mas... su situación posiblemente sea un mal presagio...
- ¿Mal presagio?- preguntó Arwen más extrañada aún
- Arwen, esperad...- intervino Aragorn- Algo me dice que este será una larga explicación. Entremos. Y sentados escucharemos a esta dama.

Toda la mañana y toda la tarde la pasaron conversando. Thalireg explicó que estaba siendo perseguida por orcos y uruk-hai, perseguida por un secreto que Lengua de Serpiente anhelaba. Mas Aragorn no era capaz de creer las medias palabras

- Aragorn, Rey de Gondor... Confiad en mis palabras...
- Entiendo lo que decís. Mas sin saber quién sois vos, no puedo sacar nada en claro... Habláis de que Lengua de Serpiente aun vive y que como consecuencia, Saruman tambien! Os dáis cuenta de lo que estáis diciendo?
- Me doy cuenta perfectamente, Majestad... Pero debéis creer...
- No me pidáis algo así, sin conocer nada más...

Thalireg respiró pesadamente. Y miró a Aragorn con gravedad

- Si tanto ansiáis las respuestas, os las daré, pero únicamente a vos. Y de vos no podrán salir. Debéis guardarlas hasta que el momento de ser reveladas llegue.
- Así se hará entonces.

Arwen y Legolas no necesitaron más que oir y abandonaron la sala. Arwen se sentó en uno de los bancos de aquella galería mientras Legolas se acercaba a una ventana y observaba como asomaban entre la oscuridad las primeras estrellas de la noche. La dama élfica lo observó detenidamente y pudo descubrir en él una pequeña aura llena de inquietud.

- ¿Os preocupa algo, Legolas?

El elfo volvió su mirada a la dama un momento, para luego volver a fijarla en el firmamento

- Era mi deseo regresar antes del anochecer... Tenía algo que hacer, mas veo que no será posible...
- ¿Qué asuntos urgentes son los que os llaman?
- Nada que deba ser antepuesto, Arwen... No os preocupéis... Otro día podré terminarlos...
- Mas en vuestros ojos veo que vuestro corazón y vuestra mente ya hace tiempo que han partido hacia donde se halla vuestro pueblo... - dijo la elfa caminando hasta la misma ventana que Legolas
- Quizás no os equivoquéis, Reina de Gondor...

Arwen miró a Legolas detenidamente a los ojos. Sólo fue un momento, pero al cabo de ese rato, la elfa sonrió y se volvió también a ver el cielo

- Numerosas son las estrellas que nos observan, verdad Legolas? Mas nosotros no podemos ver y tener noticias de todo lo que queremos como ellas pueden con una sola mirada a aquí abajo... Id y regresad a vuestro bosque, Legolas... Poco podréis hacer vos y poco podré hacer yo por ahora...
- Pero Arwen...
- Deja aquí a tu prisionera, mi propia escolta se encargará de vigilarla en tu ausencia... Aunque en ella no veo deseos de escapar... Mañana regresa cuando despunte del alba, y yo te pondré al corriente sobre las decisiones de mi Señor...

Legolas miró a Arwen y sonrió agradecido. Tomó la mano de la elfa, y la besó

- Grande es vuestra Gracia, Reina de Gondor... Y Grande también lo es vuestro corazón... Como vos me indicais, regresaré con el alba...
- Cabalga veloz, Legolas... Y que vuestro corazón inquieto halle reposo esta noche...

Con una nueva reverencia, Legolas abandonó corriendo la Torre Blanca y tomando su caballo de plata ahora a la luz de las estrellas, se dirigió al Bosque... Raudo y veloz como el viento pasó entre los árboles y las hojas y los rayos plateados de la luna...

Poco tardó en llegar a la ciudadela... y aún menos tardó en llegar a la Casa de Curación. Sin prestar casi atención a nada, caminó aporadamente hasta la habitación donde Niltariel descansaba. Se quedó parado ante la puerta, dudando si debía entrar o no... Mas abrió la puerta sigilosamente y su mirada se volvió hacia el lecho, mas lo encontró vacío.

- ¿Majestad?- susurró sorprendida la voz de Niltariel desde la ventana

Legolas volvió su mirada a ella. La luz de la luna se reflejaba contra la piel de la elfa y dibujaba místicas formas en la sábana blanca que ella llevaba puesta sobre los hombros.

- ¡Niltariel!...¿Qué... qué hacéis a pie?... Deberíais estar descansando...- dijo sorprendido sin moverse de su sitio
- Llevo todo el día en cama, mi Señor- repondió ella mientras caminaba hacia el lecho y se sentaba en él- Ya mis piernas añoraban el caminar...

Su mirada se cruzó con la de Legolas momentaneamente

- Además, ya me encuentro mucho mejor...- dijo alegremente desviando la mirada
- Esas palabras alegran mis oidos- respondió él, y casi sin darse cuenta, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Se dirigió a una cercana mesa y apartó una de las sillas- Pero venid; sentémonos y comamos algo

Niltariel se dirigió hacia la mesa, y se sentó en la silla que Legolas había dispuesto para ella, mientras el príncipe salía de la habitación a ordenar que les llevaran algo para cenar.

- He de suponer que estáis hambrienta, verdad?- dijo él sentándose enfrente de ella
- ¡Más que nunca, mi Señor! A pesar de que estar postrada no es ejercicio alguno, me siento coo si hubiese realizado el trayecto de aquí a Rohan a paso veloz!
- Eso es una buena señal...
- Mi Señor...- comenzó ella bajando la mirada- Desearía pediros...
- ... perdón por los problemas que me habéis causado, quizás?- la interrumpió él- Olvidadlo, Niltariel... todo queda perdonado... Mas la próxima vez, confiad en mí más que en vuestro instinto aventurero...
- ¡Así será, mi Señor!- asintió ella agradecida

En ese instante, dos doncellas dispusieron sobre la mesa diversos manjares élficos, mas eran ligeros, dado que los elfos no acostumbraban a tomar comidas demasiado pesadas a esas horas de la noche.

- Mi Señor... ¿quién era la mujer que os acompañaba esta mañana?- preguntó Niltariel sirviéndose un poco de hidromiel en su copa
- Esa mujer... - susurró Legolas con preocupación- Esa mujer era... vuestra agresora...

La elfa levantó la vista al instante, claramente confusa

- ¿Mi agresora, Majestad?... mas si no recuerdo mal, no había guardia alguno con ella... no estaba vigilada...- hizo una pequeña pausa- Me siento confundida, mi Señor...
- No sois la única, Niltariel... Esa mujer me confunde muchas de las cosas que yo daba por ciertas... es extraña... Me trae lejanos recuerdos a Gandalf... Mas aparentemente parece una elfa... una elfa oscura... pero hasta el momento, nunca he visto un elfo oscuro manejando la magia negra como ella lo ha hecho
- ¿Magia Negra, mi Señor?- preguntó Niltariel sorprendida- ¿Con qué propósito la usó?

En el rostro del príncipe se reflejo preocupación y un miedo que antes había vivido... El silencio se levantó entre los dos, mas fue la voz de la elfa quien lo rompió

- Majetad...- susurró
- Decidme, Niltariel
- Sería mi deseo ir a estirar un poco mis piernas por los jardines...
- Permitidme que os acompañe - dijo el principe

La joven asintio, poco despues se encontraban caminando por los jardines, por debajo de aquellos bellos arboles que dejaban atravesar la luz de la luna envolviendolo todo en un misterioso alo de misticismo. La noche era hermosa, sin duda alguna

- Niltariel... - comenzó diciendo el príncipe para tratar de romper el silencioa que se había levantado entre ellos- Si os encontrais con suficientes fuerzas... me gustaria que me contaseis lo que ocurrio en la gruta.
- ... Si no recuerdo mal ... algo ataco a Demion, todos fuimos en su ayuda, pero aquel que lo habia era demasiado ... bueno, demasiada rapida para nosotros... Demion dio la orden de ir hacia la entrada de la gruta ... yo corria detras del grupo ... lo siguiente que recuerdo es esta mañana cuando me desperte en la casa de curación... Lamento no poder seros de mas ayuda.
- Es mas de lo que esperaba
- Majestad... -preguntó la elfa con miedo- ¿que ha sido de ella?...¿donde se encuentra en estos momentos?
- En Minas Tirith...
- ... ¿En Minas Tirith?- dijo sorprendida- Mas... decidme, si vos la escoltábais por qué habéis vuelto sin ella? No será peligroso dejarla sola, mi Señor?...
- Tenia asuntos que resolver aqui...- respondió él pensativo
- Mi Señor, yo... podría... ¿puedo acompañaros a Minas Tirith, alteza?
- ¿Acompañarme? Oh, Niltariel, me temo que aún estáis demasiado débil para viajar
- pero el camino a Minas Tirith es corto...
- ... pero dificil
- Supongo que nada hara que cambieis de idea despues de lo que ocurrio la ultima vez... y ademas supongo que no quereis llevar cargas con vos...- dijo Niltariel mientras agachaba su rostro para ocultar su tristeza
- No os entristezcais Niltariel... me encantaria que me acompañaseis...- susurró el principe mientras levantaba el rostro de Niltariel con su mano y la miraba a los ojos - ... aun estais debil ... debeis descansar...
- Perdonad que me entrometa donde nadie me ha llamado pero... - dijo una voz que se acercaba lentamente, aquella voz pertenecia a Thalireg-...no creo que Niltariel necesite descansar mas que vos, pues si no me equivoco llevais tres noches sin dormir.
- Si necesito descansar es asunto mio,- dijo Legolas con tono duro volviéndose a ella- mas ¿que haceis aqui? ¿ y como habeis llegado?
- Como os dije en una ocasión... es muy sencillo... pero demasiado complicado para ser explicado ... y para que vos lo entendais.. ademas hay ciertos misterios que aún no deben ser descubiertos... aunque el motivo de mi visita no sois vos, Majestad.
- Entonces...¿ que deseais? - dijo Niltariel
- Queria saber como te encontrabas... me preocupa vuestro estado... y ademas yo soy la causante de vuestro... malestar.
- Gracias por vuestra preocupación ... aunque no fuese necesaria
- No... no es necesaria... mas queria disculparme contigo por haberte usado como moneda de cambio... aunque si no lo hubiese hecho no creo que vuestro principe me hubiese cedido a ciertas cosas.

Legolas le lanzo una mirada amenazante a Thalirg, y esta no pudo ocultar la sonrisa que se dibujo en sus labios

- ... ahora he de regresar a Minas Tirith ya que podrian notar mi ausencia y no quisiera provocar mas altercados... - dijo Thalireg, luego aparto la vista de Legolas posandola en Niltariel-... ahora descansad joven elfa, descansad toda la noche... presiento que mañana sera un dia muy largo- luego se dio media vuelta y empezo a alejarse, pero antes de desaparecer de la vista de los dos elfos se detuvo y añadio- Y vos principe descansad también ... mas no tardeis en salir con el alba.- Luego se alejo hasta que su figura desaparecio entre los arboles.

Legolas se quedo en silencio e inmovil. Asi paso varios intantes hasta que la joven elfa rompio aquel silencio.

- Majestad, si me dais vuestro permiso... desearia volver a mis aposentos...
- No hace falta que me pidais permiso si os encontrais cansada ... ahora volver a vuestros aposentos ... buenas noches.
- Buenas Noches, mi Señor...- susurró ella con una reverencia, mas antes de alejarse, se volvio a él nuevamente- ... Una cosa mas, alteza... con respecto a vuestro viaje a Minas Tirith.. puedo...
- Sera mejor que os quedeis y descanseis...- la interrumpió- no desearia que cayeseis enferma ... ahora retiraos y descansad