Capítulo 6:
Legolas se levantó con el alba y tras refrescarse con el agua recogida del rocío, se dispuso a ir a preparar a su caballo. Mas grande fue su sorpresa al ver que Thalireg ya se hallaba allí, ensillando el caballo negro. La dama de la blanca piel se volvió a él
- Buenos días, majestad... veo que habéis madrugado
- Alassea Ree, Antafanende...- respondió y viendo que Thalireg se alejaba añadió- ¿A dónde vais?
- A despertar a Niltariel, si vos no tenéis nada en contra de que ella nos acompañe- dijo calmadamente volviéndose a él
- No... id y despertadle, mas apresuraos. Deseo salir cuanto antes
- Así lo haré, Majestad- dijo la mujer haciendo un reverencia
Tal gesto extrañó a Legolas, mas no le dio importancia y procedió a buscar a su blanco corcel. Mientras tanto, Thalireg se dirigió a la residencia de la elfo y la encontró ya preparada para el viaje, sentada en el borde de la ventana, pensativa
- Buenos días, Niltariel
- Alassea Ree, Thalireg...- respondió ella sin volver su vista a la dama
- ¿Estáis lista? Vuestro Señor desea partir cuanto antes
Niltariel cerró los ojos y luego, abriéndolos se levantó y sonrió a la mujer
- Siempre estoy lista. Soy una guerrera élfica, lo olvidáis?- dijo alegremente.
Mas la sonrisa se borró de su cara al ver tristeza en el rostro de la doncella de la blanca piel
- ¿Estáis bien, doncella?- preguntó con preocupación
- Sí, estoy bien...- respondió con una sonrisa forzada- No te preocupes por mi... Vamos, debemos partir ya...
Ambas caminaron hasta las puertas de la ciudadela donde las esperaba Legolas en su corcel. Thalireg montó silenciosa en su caballo y no pronunció palabra alguna. Niltariel la miró extraña mas prefirió guardar silencio y esperar para hablar con ella. Y los tres partieron rumbo a Rivendel en silencio y con pena en el corazón: los elfos porque abandonaban su hogar sabiendo que se enfrentaban a un largo viaje... y la dama... no se sabía por qué, pero en sus ojos había angustia y tristeza...
Y el silencio siguió patente durante un largo tiempo, hasta que los corazones de los elfos asumieron que se alejaban de sus tierras y respiraron tranquilos.
- Hoy habéis madrugado mucho, Thalireg- dijo Legolas, quien iba a la cabeza
- ... Eso parece...- respondió secamente
El elfo se volvió algo confuso
- ¿Estáis molesta por algo?
- No...
El príncipe se volvió de nuevo hacia delante sin entender, y la verdad, tampoco le preocupaba demasiado el no conocer las causas del extraño carácter que había adoptado la doncella.
- No estáis muy habladora esta mañana... - dijo mientras se adelantaba un poco para comprobar que iban por el sendero correcto
Niltariel aprovechó ese instante para poner su caballo a la par del corcel negro de Thalireg
- ¿Qué pasa?- preguntó- Y no aceptaré un "nada" por respuesta porque a mis ojos es visible que algo te está perturbando...
- Únicamente he dormido mal...
- ¿Estás segura?
La dama de la blanca piel la miró y sonrió tristemente
- Eres lista, joven elfa... Pero no te he mentido. No he dormido bien, no te preocupes por mi.
- Desearía no hacerlo mas no puedo evitarlo... Si en algo os puedo ayudar, contad conmigo
Thalireg asintió con agradecimiento y perdió su mirada en el horizonte, mientras la elfa espoleó a su caballo pardo y se colocó a la altura de el de Legolas. El príncipe se volvió a ella un poco sorprendido
- ¿Ocurre algo, Niltariel?
- Majestad...- comenzó ella en susurros- Me preocupa la doncella de la blanca piel; no parece estar demasiado bien
- ¿Os ha contado algo acaso?
- Nada más que había dormido mal... mas... oh, mi señor; tengo la extraña sensación de que sus sueños fueron perturbados- agregó la elfa en voz baja acariciando las crines de su caballo
- Por Erü, dama... No digáis incoherencias!
- Pero majestad, si ella está siendo perseguida por Saruman... ¿por qué no habría de ser el mago capaz de entrar en ella?
Legolas la miró con gravedad
- De ser así, ¿sabéis lo que ocurriría, mi joven guerrera?
- Me temo que sí- respondió ella con tristeza- Sería una terrible arma en contra de si misma... o contra el Rey de Gondor... o contra vos, mi Señor...
- Escuchadme, dama: sabemos que ella utiliza la magia negra e ignoramos si es conocedora de la blanca también, pero a juzgar por su apariencia yo casi aseguraría que sí... Decidme, Niltariel, de gente que pueda manejar ambas magias...
- Vos, la dama Arwen... nosotros los elfos podemos, mas he de decir que nuestro poder reside más en la curación que en las artes de la lucha...
- Yo la he visto usar su magia... y creedme, Niltariel, que se escapa a todo conocimiento élfico habido y por haber
- Pero tan grande es su poder para que vos la temáis tanto?- dijo la elfa al ver tanta preocupación en los ojos de Legolas
El príncipe agachó la cabeza y cerrando los ojos, respiró pesadamente. Luego miró al frente pensativo y la elfa le miró a él. En verdad el rostro del príncipe era hermoso cuando se hallaba en aquella presencia-ausencia tan común en él últimamente
- Mientras vos dormíais- comenzó Legolas calmadamente- apresó vuestra alma con un simple gesto de su mano. Agarró vuestro ser tan fácilmente, Niltariel, que de no haber cedido a su petición, puedo asegurar que habrías muerto
- ¿Cuál fue su petición, mi Señor?
- Quería que respondiera a unas preguntas mas en un principio me negué y para obligarme a ello os usó a vos como arma en mi contra... Evidentemente, cedí... No podía permitir que os hiciese nada... El cazador se convirtió en presa... Mas luego, cuando mis respuestas fueron suficientes para ella, fue cuando os despertó
Niltariel permaneció en silencio, pensativa... Legolas le rozó la mejilla con el dorso de sus dedos para traerla de vuelta a la realidad. La joven elfa se sobresaltó ligeramente y al instante sus mejillas se sonrojaron muy ligeramente. El príncipe sonrió
- No temáis... Estáis viva y despierta ya. No le deis más vueltas, no merece la pena...
- Os haré caso esta vez, mi Señor- asintió ella- Mas decidme una cosa si no es molestia para vos... ¿No os habéis fijado que la doncella de la blanca piel es fría por fuera y en apariencia?
- Esa es una parte de ella que no me agrada. Por fuera es tan inaccesible que nunca se pueden entrever sus pensamientos
- Me alegra oír eso, mi Señor... Creía ser producto de mi imaginación esa frialdad
- Mas no emitamos juicios prematuros... Realmente, no la conocemos y veo que ello será difícil. Pero dejemos ese tema por ahora, dama, os lo agradecería
- Como vos ordenéis, mi Señor- asintió la elfa
Legolas se volvió a ella dándose cuenta de algo que ahora se le hacía extraño. Una agradable sonrisa se dibujó en su rostro
- Decidme, Niltariel... ¿por qué ahora seguís tratándome de cortesía?
- Me temo que no os entiendo, mi Señor...- susurró la elfa sorprendida
- A eso me estoy refiriendo, dama... vos siempre me tratáis de "mi Señor" o "Majestad" mas ya no nos encontramos en las tierras en las cuales ostento un cargo
- Pero seguís siendo mi príncipe y...
- ... y nada, Niltariel... Vos no acatáis órdenes de un príncipe ya. ¿O debo recordaros que poseéis una iniciativa propia muy poco racional?- le dijo Legolas con ironía
- Pero vos también... de aquí a un tiempo también me tratáis así...
- Vos sois una dama
- ¡Y vos un príncipe!
- Mas entonces si seguís acatando mis órdenes aún fuera de mi poder, os ordeno que dejéis de llamarme así, y que cuando os refiráis a mi, me tratéis como a uno más, y me llaméis por mi nombre
- Pero majestad...
- Nil... por favor...- le dijo él mirándola a los ojos
La elfa apartó su mirada y jugueteó nerviosa con las crines de su caballo
- No será sencillo, mas si vos... tú lo ordenas, así será... Legolas
Una pequeña sonrisa se creó en los labios de Niltariel: era la primera vez que pronunciaba el nombre del príncipe en mucho tiempo. Realmente, ya casi había olvidado cuando esa palabra cruzó sus labios por última vez. Pero sí se acordaba de cual había sido el motivo...
- Y te lo advierto, pequeña- amenazó Legolas con alegría en sus palabras- Me vuelves a llamar "mi señor" y vas de vuelta a los bosques
- Está bien... Permitidme, Legolas. Es mi deseo hablar con Thalireg
- ¿Qué te he dicho?- dijo el elfo mirándola severamente
La elfa sonrió con malicia y volvió al lado de Thalireg.
Al final de la jornada habían alcanzado ya el extremo oeste de los Bosques de Drúadan. Descabalgaron en un claro, bajo un alto y majestuoso roble. La luna, símbolo élfico, brillaba hermosa en lo más alto del cielo entre su corona de estrellas.
- Alguien debería vigilar- dijo Legolas- Haremos turnos mientras los demás descansan. No podemos bajar la guardia ni un sólo instante, sería nuestra perdición
Niltariel asintió, pero la dama de la blanca piel estaba mas ausente que presente
- Thalireg!- la llamó Legolas empezando a preocuparse de verdad por esas "idas" de la mujer- ¿Me habéis oído?
- Uh?... Si, Majestad... Os he oido... ¿Quién hará el primer turno?
- Yo lo haré- dijo Niltariel- No tengo demasiado sueño aún... y dudo que pueda descansar algo esta noche...
- No- dijo Thalireg volviéndose a ella- Seré yo la que haga el primer turno... Si a vos no os importa, Legolas...
- No, no me importa. Yo haré el siguiente y tú, Niltariel harás el último
- Como vos... tu digas, Legolas...
"Oh, demonios! Esto es más difícil que conseguir que un Ent vaya a paso rápido!!!" pensó Niltariel "Siempre tengo la sensación de que se me escapa lo de "mi Señor"!!!"
- Pues procura que no se te escape, Nil...- le dijo Legolas
La elfa le miró perpleja y luego un gesto de enfado cruzó su cara
- Hazme el favor de no leerme el pensamiento
- No te lo he leído, simplemente has puesto cara de eso... Bien, vayamos a descansar. Thalireg, ocurra lo que ocurra, despiértanos al instante
- Así lo haré, majestad
Y Thalireg se sentó en el suelo mientras los elfos se recostaban sobre la hierba, mirando la luna. La luna que tanto han amado siempre los elfos. Y la noche fue pasando tranquila y silenciosa, sólo perturbada por los susurros del viento... Pero de pronto, un ruido hizo que todo el bosque s estremeciera alarmantemente. Thalireg se levantó al instante, y pudo comprobar que los elfos se habían despertado rápidamente y ya estaban con sus arcos cargados, mirando a su alrededor, vigilantes, agudizando su vista de águila
- Majestad, no quisiera ser pájaro de mal agüero- comenzó Thalireg caminando hacia ellos- pero...
- Sí, ya sé, doncella...- dijo Legolas con gravedad- Orcos
Thalireg desenvainó sus dagas, y casi al instante surgieron de entre la maleza lo que antaño fueran elfos. Y miles de cadáveres empezaron a caer entonces con rapidez y contundencia. Las flechas silbaron en el aire y mortíferas avanzaron hacia sus objetivos; mas los orcos eran demasiado numerosos y los elfos se vieron en la obligación de sacar las dagas y romper los cuerpos que trataban de oponerse a ellos. La danza de la muerte dio comienzo y las dos esbeltas criaturas bailaron a su compás. Y reinó la sangre y brotó de entre las manos de los tres asesinos.
Y entre los cadáveres, la luna se vistió de negro, y un grito de ira y oscuridad se levantó entre los árboles. El candor de un fuego se levantó con violencia extrema, derribando y quemando. El bosque se estremeció y el viento corrió atemorizado. Los orcos mutilados que quedaban con vida huyeron de sus verdugos.
Niltariel observó incrédula la retirada, mientras el clamor del fuego se acercaba más y más. Legolas observaba con preocupación el follaje. Sólo Thalireg se mantuvo altiva y distante; mirando al frente, esperando a que aquellas llamas que se alzaban ante ellos llegaran al claro de una vez. Un sonido sordo seguido de un brutal temblor, se fueron alternando
La elfa sintió como un escalofrío recorría su espalda
- ¿Qué es eso?
Legolas miraba en la misma dirección que Thalireg, había tensión en sus ojos. Se acercó a él
- Legolas... ¿qué es?
Mas el príncipe no respondió y sacó su arco lentamente. Parecía sumido en si mismo y terriblemente concentrado
- Algo que realmente se escapa a vuestro poder...- respondió Thalireg guardando las dagas y esperando
- Vete de aquí- dijo de repente Legolas mientras volvía su mirada a la elfa- Esto no será un lugar seguro en breve tiempo. Ponte a cubierto
- Ah, no! De eso nada!- exclamó Niltariel- Yo me quedo aquí!!
- HACED LO QUE OS DIGO, NILTARIEL!!!!!
La elfa se separó asustada de él, y las lágrimas se asomaron a sus ojos. Mas bajó la cabeza resignada y se alejó de allí corriendo. Thalireg se volvió a él con frialdad en su mirada
- No era necesario que le gritaras
- De otra manera no me habría hecho caso
- De todas formas, id con ella... Aquí corréis peligro
- Ya me he enfrentado a uno una vez y perdí a un amigo en el encuentro... Amigo que luego recuperé... Pero nada habría pasado de no haber huido... Y no pienso huir ahora, no hasta que salde cuentas con él...
Y mientras Legolas pronunciaba estas palabras, dos flamígeras alas de fuego se levantaron y la sombra y la llama surgió de la espesura bramando. El Balrog rugió con furia. Y casi al instante, otro grito se escapó entre el Bosque proveniente del lugar donde Niltariel se había ido a proteger. Legolas se volvió nervioso.
- ¡Id, Legolas!- gritó Thalireg condensando una extraña luz en sus manos- De este me encargo yo...
Legolas asintió y corrió hacia la espesura. Mas antes de entrar se volvió y recordó una escena ya vivida. El Balrog se hallaba ante Thalireg, encorvado y expulsando fuego por los poros de su oscura y petrificad piel. Y la dama de la blanca piel se alzaba majestuosamente ante él. Sus manos en lo alto resplandeciendo con una potente y blanquecina luz.
- Gandalf...- susurró el elfo para si, al ver que esa escena ya la había visto en otro lugar
Mas un nuevo grito lo devolvió a la realidad y se internó en el Bosque. Y así como avanzaba fue encontrando orcos que fue matando con rapidez. Así, hasta llegar a un gran árbol, bajo el cual se congregaban los corruptos elfos. Legolas atacó con rapidez no dando tiempo a ninguno de ellos a ni siquiera gritar. Y cual no fue la sorpresa del príncipe al ver el cuerpo de Niltariel postrado boca abajo ante aquel árbol.
- Niltariel!!- llamó mientras la desesperación se adueñaba de él y corría hacia ella
Se agachó a su lado y la volvió cara arriba. La elfa le miró sin expresión en sus ojos, pequeños ríos de sangre corrían por la comisura de sus labios y Legolas halló la oxidada espada de un orco clavada en el vientre de la elfa. La ira se apoderó de él y maldijo a los orcos en todas las lenguas que conocía, mientras tomaba en sus manos la empuñadura rota de la espada y se la sacaba a la elfa. Niltariel ni gritó a pesar de que su cuerpo se convulsionó con el dolor. Y acto seguido el príncipe la tomó en sus brazos y corrió en busca de Thalireg.
- No puedes vencer contra mi, y tú lo sabes- le dijo Thalireg al Balrog
La respuesta fue un bramido ensordecedor que hizo temblar de miedo al viento. El descomunal espectro se irguió y brilló con doloroso en incandescente rojo y dorado. La doncella de la blanca piel cerró los ojos y la luz de sus manos se volvió más intensa.
- Vete y regresa a tu guarida- le advirtió
Mas el Balrog ni hizo caso y en su mano surgió una espada creada de fuego incandescente
- No seas precipitado- dijo la dama solemnemente- Mira por el bien de tu propia vida
La espada fue alzada, y con un grito la descargó sobre la mujer. Thalireg abrió los ojos con fuerza y la claridad cegó la noche; todo fue blanco... Y cuando la luz se disipó, de Balrog sólo restaba una gigantesca estatua de piedra volcánica
En ese instante, Legolas entró en el claro y sin repara en el Balrog petrificado corrió al lado de la doncella tan rápido como le permitía cargar con la elfa.
- ¡¡Thalireg!!- llamó
- ¿Qué ocurr... ¡¿Qué ha pasado?!- exclamó la mujer al ver el cuerpo ensangrentado de la elfa entre los brazos de Legolas
- Está herida... y muy gravemente- trató de explicar Legolas entre jadeos mientras la tendía en el suelo.
La doncella comenzó a examinar la herida de la elfa y un gesto de preocupación grave cruzó su mirada. Se volvió a Legolas y pudo ver en su mirada ira, dolor y odio
- Prometisteis protegerla! Pues hacedlo!!!!- exclamó el príncipe
- Tranquilizaros, Legolas... Y dejadme que os explique... Puedo curarla, pero correríamos el riesgo de que...
- ¡No me importa el riesgo!¡Curadle esa herida antes de que sea demasiado tarde!
Thalireg colocó sus manos sobre la herida de la elfa y recitó palabras en una lengua desconocida para Legolas. El cuerpo casi sin vida se cubrió de un aura azul y al poco tiempo, la herida dejó de sangrar y comenzó a cicatrizar. La doncella de la blanca piel suspiró pesadamente y se levantó, mientras Legolas cogía a Niltariel y la dejó descansado al pie de las grandes raíces del roble. Se sentó a su lado y esperó a Thalireg llegara hasta ellos. La mujer se quedó de pie, parecía intranquila
- ¿Qué ocurre, doncella?- preguntó Legolas
- Os dije que usar esa magia conllevaba un riesgo...
- Decidme qué esperáis que ocurra. Y decidme si...- Legolas se silenció mientras miraba en dirección a Thalireg con consternación en los ojos.
Al instante se levantó y sacó su arco. La doncella se volvió a su espalda y sus temores fueron confirmados. Una gran nube negra se acercó por el Norte hasta que cubrió por completo las luces del cielo. Y entonces, ante ellos apareció un anciano, con eterna sabiduría en su rostro... Thalireg lo reconoció al instante, a pesar de que desde la última vez que lo había conocido había envejecido bastante
- Thalireg... ¿Quién...?
- Es Saruman, Legolas...- respondió ella con frialdad mirando al anciano
- Buenas noches, dama oscura- saludó el hombre
La doncella de la blanca piel no respondió, mas en su rostro era visible todo aquel odio que el mago despertaba en ella. Saruman miró a Legolas después.
- Buenas noches a vos también, Príncipe del Bosque Negro...- su mirada se volvió nuevamente a la mujer- Creo que no le habéis explicado a vuestro amigo que ese arco no le servirá de nada
Thalireg miró al príncipe y con un gesto le pidió que bajase el arco. Notó en él nerviosismo y una gran preocupación, mas se mantuvo esbelto y solemne.
- Así es mucho mejor...- prosiguió Saruman y luego reparó en la estatua que se levantaba al oeste, la ironía era patente en sus palabras- Uy! Eso es un Balrog!... Veo que desde que no nos vemos habéis mejorado mucho... Mas ahora explícame una cosa que aún no entiendo... ¿Cómo es que Legolas, uno de los miembros de la compañía que destruyó a Sauron, ayuda a una seguidora del Señor Oscuro?
Legolas se impactó con aquellas palabras y miró sin entender a la mujer; había hecho muchas suposiciones sobre la doncella, pero ninguna de ese calibre. Saruman se rió ante el asombro del elfo
- Veo que no sabíais nada... Lamento que tengáis que enteraros así...
- ¿Qué es lo que queréis?- interrumpió con dureza la voz de Thalireg
- Vos lo sabéis... entregádmelo y viviréis... negaros y la muerte más oscura será vuestro camino elegido
- Sabes que ni a costa de mi vida te lo entregaría
- Entonces, así tendrá que ser... que tal si empezamos por esa doncella élfica?- dijo clavando su mirada venenosa en Niltariel- Demasiado joven para morir, hay demasiada vida en ella... Mas esa es tu elección, Thalireg
Y con esas palabras levantó la mano izquierda que empezó a brillar con una luz negra. Legolas comenzó a desesperarse a pesar de que hasta ahora se había mantenido imperturbable; conocía ese hechizo y su efecto y poder. Miró a Thalireg pidiéndole con la mirada que hiciera algo. Mas la mujer cuando vio la luz mortecina sobre el cuerpo de la elfa, levantó su mano derecha, donde surgió una luz blanca que contrarrestó el hechizo de Saruman. El anciano pareció sorprendido
- No esperaba que supierais usar tan bien la magia blanca- dijo él entre dientes mirándola con desafío
- Conoces muy poco a cerca de mí, Saruman... No me juzgues por parecer débil en apariencia...
- Juzgaré como yo quiera... ahora he de irme... Pero volveremos a vernos, no os preocupéis
La figura del anciano se desvaneció con rapidez en el aire.
- Necesitamos llegar a Rivendel cuanto antes...- dijo Legolas inquieto- Esto es más grave de lo que parece... Por Erü... Saruman aún vive! No me lo puedo creer...
- No era Saruman exactamente, majestad... Si no su espíritu. Aún no ha tomado forma verdadera, por eso sólo nos ha atacado con magia y bastante débil en comparación con los poderes que él posee...
- El viaje aún será más peligroso de lo que pensaba con él siguiéndonos...
- Nos dejará tranquilos durante un tiempo, el suficiente para que lleguemos a Rivendel sin muchos más altercados... Respirad tranquilo, Legolas...
Legolas la miró y luego se encaminó hacia el árbol, quedándose de pie ante la elfa.
- Despertará en breve...- susurró la mujer- Mas me preocupa; como siga así va a tener que atar su corazón y su alma a ella con cadenas
- ¿Por qué decís eso?- preguntó el príncipe agachándose y rozando con sus dedos la cicatriz de la elfa
- Dos han intentado arrancarle el alma y un tercero le está arrancando el corazón
- Entiendo...- susurró Legolas con algo de tristeza, no pudiendo evitar que el nombre de Ashtael viniera a su mente y la escena de cuando los había visto en aquella raíz junto al camino
Cerró los ojos y respiró pesadamente
- Legolas, por qué os escondéis?
- No me escondo, dama...
- Sí que lo hacéis... no escondáis tantas cosas... y muchos menos esa...
- Qué sabréis vos de lo que yo pienso...
- Nada. Mas dejadme que os diga que tal vez os estéis equivocando
- ¿Equivocando en qué?
- Preguntádselo a ella. Ya está despertando
Niltariel se revolvió un poco y abrió los ojos. Y su cuerpo se estremeció mientras se sentaba
- Oh, vaya!...
- Qué tal te encuentras?- preguntó la dama viendo como la joven trataba de despejarse
- He estado mejor... bufff... A mi me pasa de todo, eh?- dijo la elfa tratando de poner un poco de humor a la situación
- Me parece que me vas a traer más de un problema- le respondió Legolas con resignación
Niltariel le miró con tristeza
- Lo siento...- susurró bajando su cabeza
- No la culpéis, majestad- intervino la mujer. A fin de cuentas, la atacaron cuando obedeció órdenes vuestras
Legolas la miró de soslayo y no respondió
- Bueno...- susurró Niltariel- Se supone que yo debía saber defenderme sola de unos simple orcos...
- No lo defiendas...
- Pero... entiéndelo Thalireg... es mi príncipe... si el dice que es culpa mía, lo es...
- Yo no he dicho que fuera tu culpa!- exclamó Legolas
- Es lo que le habéis dado a entender- dijo la mujer cruzándose de brazos
- ¿Y acaso no es verdad que fue culpa mía?- preguntó la elfa mirando al príncipe a los ojos
Legolas agachó la mirada y tras un momento de silencio se levantó y se fue a recoger las flechas que aún estaban desperdigadas por el campo de batalla. La elfa lo siguió con la mirad mientras Thalireg se acercaba a ella
- Creo que la próxima vez consentirá que no acates sus órdenes- le dijo a la elfa
- Me duele el pensar que me ve como un problema añadido a este viaje...
- No es verdad eso, créeme...
- ¿Y tú cómo lo sabes?... Yo nunca soy capaz de intuir lo que piensa...
- Pues yo sí, y observando los hechos puedo adivinar muchas cosas. Además de que a veces una sola pregunta puede desencadenar toda una reacción.
- Entiendo... Mas pienso que está molesto conmigo...
- ¿Por qué, según tú?
- NO sé... Se ha ido sin responder... ese hecho no significa eso?
Thalireg rió ligeramente
- Niltariel, Niltariel... Yo sabía que tu príncipe era un poco ingenuo a la hora de descifrar apariencias. Pero no sabía que te lo había pegado a ti también!
- Creo que ya no te entiendo- le dijo confusa
- Tampoco es necesario que me entiendas ahora... él mismo te lo dará a entender... solo que espero que no sea con su habitual sequedad...
- No te entiendo, pero en fin! Ven, he de recoger algunas flechas y...- su mirada reparó de repente en la estatua del Balrog- ¡¿Qué es eso?!
- ¿Eso? Nada... algo que tenía ganas de jugar... Vamos y busquemos esas flechas- dijo la mujer alejándose de allí
Niltariel miró al Balrog y luego a Thalireg. Una sonrisa se dibujó en sus labios y corrió tras la doncella de la blanca piel
Legolas se levantó con el alba y tras refrescarse con el agua recogida del rocío, se dispuso a ir a preparar a su caballo. Mas grande fue su sorpresa al ver que Thalireg ya se hallaba allí, ensillando el caballo negro. La dama de la blanca piel se volvió a él
- Buenos días, majestad... veo que habéis madrugado
- Alassea Ree, Antafanende...- respondió y viendo que Thalireg se alejaba añadió- ¿A dónde vais?
- A despertar a Niltariel, si vos no tenéis nada en contra de que ella nos acompañe- dijo calmadamente volviéndose a él
- No... id y despertadle, mas apresuraos. Deseo salir cuanto antes
- Así lo haré, Majestad- dijo la mujer haciendo un reverencia
Tal gesto extrañó a Legolas, mas no le dio importancia y procedió a buscar a su blanco corcel. Mientras tanto, Thalireg se dirigió a la residencia de la elfo y la encontró ya preparada para el viaje, sentada en el borde de la ventana, pensativa
- Buenos días, Niltariel
- Alassea Ree, Thalireg...- respondió ella sin volver su vista a la dama
- ¿Estáis lista? Vuestro Señor desea partir cuanto antes
Niltariel cerró los ojos y luego, abriéndolos se levantó y sonrió a la mujer
- Siempre estoy lista. Soy una guerrera élfica, lo olvidáis?- dijo alegremente.
Mas la sonrisa se borró de su cara al ver tristeza en el rostro de la doncella de la blanca piel
- ¿Estáis bien, doncella?- preguntó con preocupación
- Sí, estoy bien...- respondió con una sonrisa forzada- No te preocupes por mi... Vamos, debemos partir ya...
Ambas caminaron hasta las puertas de la ciudadela donde las esperaba Legolas en su corcel. Thalireg montó silenciosa en su caballo y no pronunció palabra alguna. Niltariel la miró extraña mas prefirió guardar silencio y esperar para hablar con ella. Y los tres partieron rumbo a Rivendel en silencio y con pena en el corazón: los elfos porque abandonaban su hogar sabiendo que se enfrentaban a un largo viaje... y la dama... no se sabía por qué, pero en sus ojos había angustia y tristeza...
Y el silencio siguió patente durante un largo tiempo, hasta que los corazones de los elfos asumieron que se alejaban de sus tierras y respiraron tranquilos.
- Hoy habéis madrugado mucho, Thalireg- dijo Legolas, quien iba a la cabeza
- ... Eso parece...- respondió secamente
El elfo se volvió algo confuso
- ¿Estáis molesta por algo?
- No...
El príncipe se volvió de nuevo hacia delante sin entender, y la verdad, tampoco le preocupaba demasiado el no conocer las causas del extraño carácter que había adoptado la doncella.
- No estáis muy habladora esta mañana... - dijo mientras se adelantaba un poco para comprobar que iban por el sendero correcto
Niltariel aprovechó ese instante para poner su caballo a la par del corcel negro de Thalireg
- ¿Qué pasa?- preguntó- Y no aceptaré un "nada" por respuesta porque a mis ojos es visible que algo te está perturbando...
- Únicamente he dormido mal...
- ¿Estás segura?
La dama de la blanca piel la miró y sonrió tristemente
- Eres lista, joven elfa... Pero no te he mentido. No he dormido bien, no te preocupes por mi.
- Desearía no hacerlo mas no puedo evitarlo... Si en algo os puedo ayudar, contad conmigo
Thalireg asintió con agradecimiento y perdió su mirada en el horizonte, mientras la elfa espoleó a su caballo pardo y se colocó a la altura de el de Legolas. El príncipe se volvió a ella un poco sorprendido
- ¿Ocurre algo, Niltariel?
- Majestad...- comenzó ella en susurros- Me preocupa la doncella de la blanca piel; no parece estar demasiado bien
- ¿Os ha contado algo acaso?
- Nada más que había dormido mal... mas... oh, mi señor; tengo la extraña sensación de que sus sueños fueron perturbados- agregó la elfa en voz baja acariciando las crines de su caballo
- Por Erü, dama... No digáis incoherencias!
- Pero majestad, si ella está siendo perseguida por Saruman... ¿por qué no habría de ser el mago capaz de entrar en ella?
Legolas la miró con gravedad
- De ser así, ¿sabéis lo que ocurriría, mi joven guerrera?
- Me temo que sí- respondió ella con tristeza- Sería una terrible arma en contra de si misma... o contra el Rey de Gondor... o contra vos, mi Señor...
- Escuchadme, dama: sabemos que ella utiliza la magia negra e ignoramos si es conocedora de la blanca también, pero a juzgar por su apariencia yo casi aseguraría que sí... Decidme, Niltariel, de gente que pueda manejar ambas magias...
- Vos, la dama Arwen... nosotros los elfos podemos, mas he de decir que nuestro poder reside más en la curación que en las artes de la lucha...
- Yo la he visto usar su magia... y creedme, Niltariel, que se escapa a todo conocimiento élfico habido y por haber
- Pero tan grande es su poder para que vos la temáis tanto?- dijo la elfa al ver tanta preocupación en los ojos de Legolas
El príncipe agachó la cabeza y cerrando los ojos, respiró pesadamente. Luego miró al frente pensativo y la elfa le miró a él. En verdad el rostro del príncipe era hermoso cuando se hallaba en aquella presencia-ausencia tan común en él últimamente
- Mientras vos dormíais- comenzó Legolas calmadamente- apresó vuestra alma con un simple gesto de su mano. Agarró vuestro ser tan fácilmente, Niltariel, que de no haber cedido a su petición, puedo asegurar que habrías muerto
- ¿Cuál fue su petición, mi Señor?
- Quería que respondiera a unas preguntas mas en un principio me negué y para obligarme a ello os usó a vos como arma en mi contra... Evidentemente, cedí... No podía permitir que os hiciese nada... El cazador se convirtió en presa... Mas luego, cuando mis respuestas fueron suficientes para ella, fue cuando os despertó
Niltariel permaneció en silencio, pensativa... Legolas le rozó la mejilla con el dorso de sus dedos para traerla de vuelta a la realidad. La joven elfa se sobresaltó ligeramente y al instante sus mejillas se sonrojaron muy ligeramente. El príncipe sonrió
- No temáis... Estáis viva y despierta ya. No le deis más vueltas, no merece la pena...
- Os haré caso esta vez, mi Señor- asintió ella- Mas decidme una cosa si no es molestia para vos... ¿No os habéis fijado que la doncella de la blanca piel es fría por fuera y en apariencia?
- Esa es una parte de ella que no me agrada. Por fuera es tan inaccesible que nunca se pueden entrever sus pensamientos
- Me alegra oír eso, mi Señor... Creía ser producto de mi imaginación esa frialdad
- Mas no emitamos juicios prematuros... Realmente, no la conocemos y veo que ello será difícil. Pero dejemos ese tema por ahora, dama, os lo agradecería
- Como vos ordenéis, mi Señor- asintió la elfa
Legolas se volvió a ella dándose cuenta de algo que ahora se le hacía extraño. Una agradable sonrisa se dibujó en su rostro
- Decidme, Niltariel... ¿por qué ahora seguís tratándome de cortesía?
- Me temo que no os entiendo, mi Señor...- susurró la elfa sorprendida
- A eso me estoy refiriendo, dama... vos siempre me tratáis de "mi Señor" o "Majestad" mas ya no nos encontramos en las tierras en las cuales ostento un cargo
- Pero seguís siendo mi príncipe y...
- ... y nada, Niltariel... Vos no acatáis órdenes de un príncipe ya. ¿O debo recordaros que poseéis una iniciativa propia muy poco racional?- le dijo Legolas con ironía
- Pero vos también... de aquí a un tiempo también me tratáis así...
- Vos sois una dama
- ¡Y vos un príncipe!
- Mas entonces si seguís acatando mis órdenes aún fuera de mi poder, os ordeno que dejéis de llamarme así, y que cuando os refiráis a mi, me tratéis como a uno más, y me llaméis por mi nombre
- Pero majestad...
- Nil... por favor...- le dijo él mirándola a los ojos
La elfa apartó su mirada y jugueteó nerviosa con las crines de su caballo
- No será sencillo, mas si vos... tú lo ordenas, así será... Legolas
Una pequeña sonrisa se creó en los labios de Niltariel: era la primera vez que pronunciaba el nombre del príncipe en mucho tiempo. Realmente, ya casi había olvidado cuando esa palabra cruzó sus labios por última vez. Pero sí se acordaba de cual había sido el motivo...
- Y te lo advierto, pequeña- amenazó Legolas con alegría en sus palabras- Me vuelves a llamar "mi señor" y vas de vuelta a los bosques
- Está bien... Permitidme, Legolas. Es mi deseo hablar con Thalireg
- ¿Qué te he dicho?- dijo el elfo mirándola severamente
La elfa sonrió con malicia y volvió al lado de Thalireg.
Al final de la jornada habían alcanzado ya el extremo oeste de los Bosques de Drúadan. Descabalgaron en un claro, bajo un alto y majestuoso roble. La luna, símbolo élfico, brillaba hermosa en lo más alto del cielo entre su corona de estrellas.
- Alguien debería vigilar- dijo Legolas- Haremos turnos mientras los demás descansan. No podemos bajar la guardia ni un sólo instante, sería nuestra perdición
Niltariel asintió, pero la dama de la blanca piel estaba mas ausente que presente
- Thalireg!- la llamó Legolas empezando a preocuparse de verdad por esas "idas" de la mujer- ¿Me habéis oído?
- Uh?... Si, Majestad... Os he oido... ¿Quién hará el primer turno?
- Yo lo haré- dijo Niltariel- No tengo demasiado sueño aún... y dudo que pueda descansar algo esta noche...
- No- dijo Thalireg volviéndose a ella- Seré yo la que haga el primer turno... Si a vos no os importa, Legolas...
- No, no me importa. Yo haré el siguiente y tú, Niltariel harás el último
- Como vos... tu digas, Legolas...
"Oh, demonios! Esto es más difícil que conseguir que un Ent vaya a paso rápido!!!" pensó Niltariel "Siempre tengo la sensación de que se me escapa lo de "mi Señor"!!!"
- Pues procura que no se te escape, Nil...- le dijo Legolas
La elfa le miró perpleja y luego un gesto de enfado cruzó su cara
- Hazme el favor de no leerme el pensamiento
- No te lo he leído, simplemente has puesto cara de eso... Bien, vayamos a descansar. Thalireg, ocurra lo que ocurra, despiértanos al instante
- Así lo haré, majestad
Y Thalireg se sentó en el suelo mientras los elfos se recostaban sobre la hierba, mirando la luna. La luna que tanto han amado siempre los elfos. Y la noche fue pasando tranquila y silenciosa, sólo perturbada por los susurros del viento... Pero de pronto, un ruido hizo que todo el bosque s estremeciera alarmantemente. Thalireg se levantó al instante, y pudo comprobar que los elfos se habían despertado rápidamente y ya estaban con sus arcos cargados, mirando a su alrededor, vigilantes, agudizando su vista de águila
- Majestad, no quisiera ser pájaro de mal agüero- comenzó Thalireg caminando hacia ellos- pero...
- Sí, ya sé, doncella...- dijo Legolas con gravedad- Orcos
Thalireg desenvainó sus dagas, y casi al instante surgieron de entre la maleza lo que antaño fueran elfos. Y miles de cadáveres empezaron a caer entonces con rapidez y contundencia. Las flechas silbaron en el aire y mortíferas avanzaron hacia sus objetivos; mas los orcos eran demasiado numerosos y los elfos se vieron en la obligación de sacar las dagas y romper los cuerpos que trataban de oponerse a ellos. La danza de la muerte dio comienzo y las dos esbeltas criaturas bailaron a su compás. Y reinó la sangre y brotó de entre las manos de los tres asesinos.
Y entre los cadáveres, la luna se vistió de negro, y un grito de ira y oscuridad se levantó entre los árboles. El candor de un fuego se levantó con violencia extrema, derribando y quemando. El bosque se estremeció y el viento corrió atemorizado. Los orcos mutilados que quedaban con vida huyeron de sus verdugos.
Niltariel observó incrédula la retirada, mientras el clamor del fuego se acercaba más y más. Legolas observaba con preocupación el follaje. Sólo Thalireg se mantuvo altiva y distante; mirando al frente, esperando a que aquellas llamas que se alzaban ante ellos llegaran al claro de una vez. Un sonido sordo seguido de un brutal temblor, se fueron alternando
La elfa sintió como un escalofrío recorría su espalda
- ¿Qué es eso?
Legolas miraba en la misma dirección que Thalireg, había tensión en sus ojos. Se acercó a él
- Legolas... ¿qué es?
Mas el príncipe no respondió y sacó su arco lentamente. Parecía sumido en si mismo y terriblemente concentrado
- Algo que realmente se escapa a vuestro poder...- respondió Thalireg guardando las dagas y esperando
- Vete de aquí- dijo de repente Legolas mientras volvía su mirada a la elfa- Esto no será un lugar seguro en breve tiempo. Ponte a cubierto
- Ah, no! De eso nada!- exclamó Niltariel- Yo me quedo aquí!!
- HACED LO QUE OS DIGO, NILTARIEL!!!!!
La elfa se separó asustada de él, y las lágrimas se asomaron a sus ojos. Mas bajó la cabeza resignada y se alejó de allí corriendo. Thalireg se volvió a él con frialdad en su mirada
- No era necesario que le gritaras
- De otra manera no me habría hecho caso
- De todas formas, id con ella... Aquí corréis peligro
- Ya me he enfrentado a uno una vez y perdí a un amigo en el encuentro... Amigo que luego recuperé... Pero nada habría pasado de no haber huido... Y no pienso huir ahora, no hasta que salde cuentas con él...
Y mientras Legolas pronunciaba estas palabras, dos flamígeras alas de fuego se levantaron y la sombra y la llama surgió de la espesura bramando. El Balrog rugió con furia. Y casi al instante, otro grito se escapó entre el Bosque proveniente del lugar donde Niltariel se había ido a proteger. Legolas se volvió nervioso.
- ¡Id, Legolas!- gritó Thalireg condensando una extraña luz en sus manos- De este me encargo yo...
Legolas asintió y corrió hacia la espesura. Mas antes de entrar se volvió y recordó una escena ya vivida. El Balrog se hallaba ante Thalireg, encorvado y expulsando fuego por los poros de su oscura y petrificad piel. Y la dama de la blanca piel se alzaba majestuosamente ante él. Sus manos en lo alto resplandeciendo con una potente y blanquecina luz.
- Gandalf...- susurró el elfo para si, al ver que esa escena ya la había visto en otro lugar
Mas un nuevo grito lo devolvió a la realidad y se internó en el Bosque. Y así como avanzaba fue encontrando orcos que fue matando con rapidez. Así, hasta llegar a un gran árbol, bajo el cual se congregaban los corruptos elfos. Legolas atacó con rapidez no dando tiempo a ninguno de ellos a ni siquiera gritar. Y cual no fue la sorpresa del príncipe al ver el cuerpo de Niltariel postrado boca abajo ante aquel árbol.
- Niltariel!!- llamó mientras la desesperación se adueñaba de él y corría hacia ella
Se agachó a su lado y la volvió cara arriba. La elfa le miró sin expresión en sus ojos, pequeños ríos de sangre corrían por la comisura de sus labios y Legolas halló la oxidada espada de un orco clavada en el vientre de la elfa. La ira se apoderó de él y maldijo a los orcos en todas las lenguas que conocía, mientras tomaba en sus manos la empuñadura rota de la espada y se la sacaba a la elfa. Niltariel ni gritó a pesar de que su cuerpo se convulsionó con el dolor. Y acto seguido el príncipe la tomó en sus brazos y corrió en busca de Thalireg.
- No puedes vencer contra mi, y tú lo sabes- le dijo Thalireg al Balrog
La respuesta fue un bramido ensordecedor que hizo temblar de miedo al viento. El descomunal espectro se irguió y brilló con doloroso en incandescente rojo y dorado. La doncella de la blanca piel cerró los ojos y la luz de sus manos se volvió más intensa.
- Vete y regresa a tu guarida- le advirtió
Mas el Balrog ni hizo caso y en su mano surgió una espada creada de fuego incandescente
- No seas precipitado- dijo la dama solemnemente- Mira por el bien de tu propia vida
La espada fue alzada, y con un grito la descargó sobre la mujer. Thalireg abrió los ojos con fuerza y la claridad cegó la noche; todo fue blanco... Y cuando la luz se disipó, de Balrog sólo restaba una gigantesca estatua de piedra volcánica
En ese instante, Legolas entró en el claro y sin repara en el Balrog petrificado corrió al lado de la doncella tan rápido como le permitía cargar con la elfa.
- ¡¡Thalireg!!- llamó
- ¿Qué ocurr... ¡¿Qué ha pasado?!- exclamó la mujer al ver el cuerpo ensangrentado de la elfa entre los brazos de Legolas
- Está herida... y muy gravemente- trató de explicar Legolas entre jadeos mientras la tendía en el suelo.
La doncella comenzó a examinar la herida de la elfa y un gesto de preocupación grave cruzó su mirada. Se volvió a Legolas y pudo ver en su mirada ira, dolor y odio
- Prometisteis protegerla! Pues hacedlo!!!!- exclamó el príncipe
- Tranquilizaros, Legolas... Y dejadme que os explique... Puedo curarla, pero correríamos el riesgo de que...
- ¡No me importa el riesgo!¡Curadle esa herida antes de que sea demasiado tarde!
Thalireg colocó sus manos sobre la herida de la elfa y recitó palabras en una lengua desconocida para Legolas. El cuerpo casi sin vida se cubrió de un aura azul y al poco tiempo, la herida dejó de sangrar y comenzó a cicatrizar. La doncella de la blanca piel suspiró pesadamente y se levantó, mientras Legolas cogía a Niltariel y la dejó descansado al pie de las grandes raíces del roble. Se sentó a su lado y esperó a Thalireg llegara hasta ellos. La mujer se quedó de pie, parecía intranquila
- ¿Qué ocurre, doncella?- preguntó Legolas
- Os dije que usar esa magia conllevaba un riesgo...
- Decidme qué esperáis que ocurra. Y decidme si...- Legolas se silenció mientras miraba en dirección a Thalireg con consternación en los ojos.
Al instante se levantó y sacó su arco. La doncella se volvió a su espalda y sus temores fueron confirmados. Una gran nube negra se acercó por el Norte hasta que cubrió por completo las luces del cielo. Y entonces, ante ellos apareció un anciano, con eterna sabiduría en su rostro... Thalireg lo reconoció al instante, a pesar de que desde la última vez que lo había conocido había envejecido bastante
- Thalireg... ¿Quién...?
- Es Saruman, Legolas...- respondió ella con frialdad mirando al anciano
- Buenas noches, dama oscura- saludó el hombre
La doncella de la blanca piel no respondió, mas en su rostro era visible todo aquel odio que el mago despertaba en ella. Saruman miró a Legolas después.
- Buenas noches a vos también, Príncipe del Bosque Negro...- su mirada se volvió nuevamente a la mujer- Creo que no le habéis explicado a vuestro amigo que ese arco no le servirá de nada
Thalireg miró al príncipe y con un gesto le pidió que bajase el arco. Notó en él nerviosismo y una gran preocupación, mas se mantuvo esbelto y solemne.
- Así es mucho mejor...- prosiguió Saruman y luego reparó en la estatua que se levantaba al oeste, la ironía era patente en sus palabras- Uy! Eso es un Balrog!... Veo que desde que no nos vemos habéis mejorado mucho... Mas ahora explícame una cosa que aún no entiendo... ¿Cómo es que Legolas, uno de los miembros de la compañía que destruyó a Sauron, ayuda a una seguidora del Señor Oscuro?
Legolas se impactó con aquellas palabras y miró sin entender a la mujer; había hecho muchas suposiciones sobre la doncella, pero ninguna de ese calibre. Saruman se rió ante el asombro del elfo
- Veo que no sabíais nada... Lamento que tengáis que enteraros así...
- ¿Qué es lo que queréis?- interrumpió con dureza la voz de Thalireg
- Vos lo sabéis... entregádmelo y viviréis... negaros y la muerte más oscura será vuestro camino elegido
- Sabes que ni a costa de mi vida te lo entregaría
- Entonces, así tendrá que ser... que tal si empezamos por esa doncella élfica?- dijo clavando su mirada venenosa en Niltariel- Demasiado joven para morir, hay demasiada vida en ella... Mas esa es tu elección, Thalireg
Y con esas palabras levantó la mano izquierda que empezó a brillar con una luz negra. Legolas comenzó a desesperarse a pesar de que hasta ahora se había mantenido imperturbable; conocía ese hechizo y su efecto y poder. Miró a Thalireg pidiéndole con la mirada que hiciera algo. Mas la mujer cuando vio la luz mortecina sobre el cuerpo de la elfa, levantó su mano derecha, donde surgió una luz blanca que contrarrestó el hechizo de Saruman. El anciano pareció sorprendido
- No esperaba que supierais usar tan bien la magia blanca- dijo él entre dientes mirándola con desafío
- Conoces muy poco a cerca de mí, Saruman... No me juzgues por parecer débil en apariencia...
- Juzgaré como yo quiera... ahora he de irme... Pero volveremos a vernos, no os preocupéis
La figura del anciano se desvaneció con rapidez en el aire.
- Necesitamos llegar a Rivendel cuanto antes...- dijo Legolas inquieto- Esto es más grave de lo que parece... Por Erü... Saruman aún vive! No me lo puedo creer...
- No era Saruman exactamente, majestad... Si no su espíritu. Aún no ha tomado forma verdadera, por eso sólo nos ha atacado con magia y bastante débil en comparación con los poderes que él posee...
- El viaje aún será más peligroso de lo que pensaba con él siguiéndonos...
- Nos dejará tranquilos durante un tiempo, el suficiente para que lleguemos a Rivendel sin muchos más altercados... Respirad tranquilo, Legolas...
Legolas la miró y luego se encaminó hacia el árbol, quedándose de pie ante la elfa.
- Despertará en breve...- susurró la mujer- Mas me preocupa; como siga así va a tener que atar su corazón y su alma a ella con cadenas
- ¿Por qué decís eso?- preguntó el príncipe agachándose y rozando con sus dedos la cicatriz de la elfa
- Dos han intentado arrancarle el alma y un tercero le está arrancando el corazón
- Entiendo...- susurró Legolas con algo de tristeza, no pudiendo evitar que el nombre de Ashtael viniera a su mente y la escena de cuando los había visto en aquella raíz junto al camino
Cerró los ojos y respiró pesadamente
- Legolas, por qué os escondéis?
- No me escondo, dama...
- Sí que lo hacéis... no escondáis tantas cosas... y muchos menos esa...
- Qué sabréis vos de lo que yo pienso...
- Nada. Mas dejadme que os diga que tal vez os estéis equivocando
- ¿Equivocando en qué?
- Preguntádselo a ella. Ya está despertando
Niltariel se revolvió un poco y abrió los ojos. Y su cuerpo se estremeció mientras se sentaba
- Oh, vaya!...
- Qué tal te encuentras?- preguntó la dama viendo como la joven trataba de despejarse
- He estado mejor... bufff... A mi me pasa de todo, eh?- dijo la elfa tratando de poner un poco de humor a la situación
- Me parece que me vas a traer más de un problema- le respondió Legolas con resignación
Niltariel le miró con tristeza
- Lo siento...- susurró bajando su cabeza
- No la culpéis, majestad- intervino la mujer. A fin de cuentas, la atacaron cuando obedeció órdenes vuestras
Legolas la miró de soslayo y no respondió
- Bueno...- susurró Niltariel- Se supone que yo debía saber defenderme sola de unos simple orcos...
- No lo defiendas...
- Pero... entiéndelo Thalireg... es mi príncipe... si el dice que es culpa mía, lo es...
- Yo no he dicho que fuera tu culpa!- exclamó Legolas
- Es lo que le habéis dado a entender- dijo la mujer cruzándose de brazos
- ¿Y acaso no es verdad que fue culpa mía?- preguntó la elfa mirando al príncipe a los ojos
Legolas agachó la mirada y tras un momento de silencio se levantó y se fue a recoger las flechas que aún estaban desperdigadas por el campo de batalla. La elfa lo siguió con la mirad mientras Thalireg se acercaba a ella
- Creo que la próxima vez consentirá que no acates sus órdenes- le dijo a la elfa
- Me duele el pensar que me ve como un problema añadido a este viaje...
- No es verdad eso, créeme...
- ¿Y tú cómo lo sabes?... Yo nunca soy capaz de intuir lo que piensa...
- Pues yo sí, y observando los hechos puedo adivinar muchas cosas. Además de que a veces una sola pregunta puede desencadenar toda una reacción.
- Entiendo... Mas pienso que está molesto conmigo...
- ¿Por qué, según tú?
- NO sé... Se ha ido sin responder... ese hecho no significa eso?
Thalireg rió ligeramente
- Niltariel, Niltariel... Yo sabía que tu príncipe era un poco ingenuo a la hora de descifrar apariencias. Pero no sabía que te lo había pegado a ti también!
- Creo que ya no te entiendo- le dijo confusa
- Tampoco es necesario que me entiendas ahora... él mismo te lo dará a entender... solo que espero que no sea con su habitual sequedad...
- No te entiendo, pero en fin! Ven, he de recoger algunas flechas y...- su mirada reparó de repente en la estatua del Balrog- ¡¿Qué es eso?!
- ¿Eso? Nada... algo que tenía ganas de jugar... Vamos y busquemos esas flechas- dijo la mujer alejándose de allí
Niltariel miró al Balrog y luego a Thalireg. Una sonrisa se dibujó en sus labios y corrió tras la doncella de la blanca piel
