CAPÍTULO 7:


Tres jornadas les llevó atravesar el Folde Este de Anórien. Y pronto divisaron el Río Nublado y Edoras, la ciudad que albergaba el castillo de Oro de Rohan, Meduseld. La hierba que sus caballos pisaban era verde y mullida y el aire era limpio y claro. Legolas respiró hondo, recordando la vez que llegaran a Edoras cuando tras seguir la pista de Merry y de Pippin, se encontraron con Gandalf nuevamente. Qué feliz encuentro fue aquel para él...

Pronto llegaron a las puertas, donde dos guardias vestidos en oro les cerraron el paso.

- ¡¿Quién sois?!- preguntó uno de ellos
- Soy Legolas, hijo de Thranduil, Rey del Bosque Negro...

Los dos guardias se miraron sorprendidos y uno de ellos entró corriendo en la ciudad. El otro hizo una reverencia avergonzado

- Disculpadme, alteza... Podéis pasar

Los tres jinetes atravesaron las enormes puertas y al instante se vieron inmersos en todo un mundo de gentío. Niltariel nunca había visto tal movimiento y ruido y pareció asustada.

- Venid- dijo Legolas encaminando su caballo por una de las calles menos concurridas- Vayamos a ver a Éomer, Rey de la Marca.

No pudieron cabalgar rápido e incluso se vieron en la obligación de desmontar y caminar guiando a sus caballos a través de aquella enmarañada y superpoblada red de calles. Mas la gente se apartaba a su paso, sorprendidos, al igual que los había mirado la gente de Gondor cuando Legolas y Thalireg acudieron en presencia de los Reyes de Gondor. Muchos temieron a Legolas al verlo pasar solemne y distante... pero aún más temieron al ver a la doncella de la piel blanca como la luz de la mañana y de ojos rojos ardientes como la luz del atardecer. Niltariel se había encasquetado la capucha de su capa y trataba de mantenerse oculta; no estaba acostumbrada a estar entre hombres.

Meduseld se alzaba al pie de la montaña, grande y glorioso, bañado en oro blanco al amanecer y de oro rojo con el ocaso. Eso decían de él. Mas lo único que Legolas pudo comprobar es que la luz de la tarde temprana incidente en él, lo envolvía en un brillo no dañino para la vista, pero si deslumbrante.

Dejaron sus caballos al cuidado de los mozos de cuadras sin preocuparse demasiado. En otras ocasiones, habrían velado ellos mismos por el cuidado de los equinos, mas era sabido en toda la Tierra Media que los caballos de Rohan eran inigualables al este del Gran Mar. Sombragrís, el esplendoroso caballo de Gandalf, había sido propiedad una vez del Rey Théoden, antecesor de Éomer, caído en la batalla por la liberación de Gondor del asedio de Sauron.

Las puertas de Meduseld también eran del oro más brillante que jamás habían visto en sus tierras. Y abrumados por tanta belleza entraron en el castillo. Mas lo que en su interior esperaba aún era más sorprendente. Tapices de lienzo rojo bordados en oro y blanco colgaban de las paredes; las piedras de su hechura se diría que también eran de oro por su brillantez y colorido. Grandes alfombras rojas adornaban los suelos...

Caminaron entre columnas solemnes y majestuosas a lo largo de una gran y alargada alfombra de terciopelo rojo hasta el pie de unas escaleras. Allí, en lo alto de ellas, estaba Éomer, Rey de la Marca, a su lado su esposa Lothíriel, hija de Imrahil, Señor de Dol Amroth.

Los tres viajeros hicieron una reverencia y agacharon sus cabezas en señal de respeto.

- Largo tiempo hace que ningún elfo ha pisado Edoras- comenzó diciendo Éomer- Mas me alegra saber que sois vos, Legolas, el que habéis venido hasta aquí. Decidme que asuntos son los que os traen aquí acompañado de esa dama...- dijo refiriéndose a Thalireg. Luego reparó en Niltariel quien aún tenía la capucha puesta y por lo tanto, su rostro no era visible a los ojos de Éomer mas él no dijo nada.

Bajó las escaleras solemnemente, y Lothíriel esperó por él arriba.

- Hemos partido de Gondor hacia Rivendel. Graves asuntos son los que nos llevan allí.
- ¿Tan graves como para que un Señor Elfo abandone a su pueblo?- preguntó extrañado el Rey
- Tan graves como para que Aragorn Elessar sea el que nos envíe a Rivendel.

Un gesto de preocupación se dibujó en la cara de Éomer mas luego se dulcificó.

- Estaréis cansados de tan largo viaje. Descansad ahora y en la cena hablaremos, Legolas. Celebraremos un gran festín. No todos los días el pueblo de Rohan recibe entre los suyos a uno de los Nueve de la Compañía del Anillo!- exclamó alegremente estrechando la mano del elfo

Legolas sonrió agradecido e hizo una nueva reverencia. La frialdad inicial que Éomer había demostrado, ya se había disipado por completo.

- Mas... no piensas presentarme a los que te acompañan?...
- La dama es Thalireg, un...
- Una elfa oscura, Rey de Rohan.- le cortó la dama haciéndole una reverencia al Rey
- ¿Una elfa oscura?- dijo Éomer sorprendido- Extraña es vuestra compañía, Legolas... Que ha de hacer una elfa oscura en Rivendel?
- Disculpadme la osadía, Majestad... mas vos habéis dicho que las preguntas serían durante la cena...- respondió Thalireg
- Oh, sí, sí... Disculpadme vos a mí. No creo que estéis en condiciones para responder a toda mi curiosidad.

Luego se volvió a la "encapuchada"

- ¿Y él quién es?
- ¿Él?- preguntó Niltariel sin entender.

Y al instante se dio cuenta de que no se había quitado la capucha.

- Oh, demonios de Mordor!- se dijo a si misma echándose para atrás la capucha y haciendo una reverencia después- Disculpadme Rey de Rohan, no era mi intención ocultar mi rostro de vos... Perdonadme...
- No os preocupéis. Y decidme... vos que sois? Una embajadora de algún pueblo élfico? o...- de repente se rió ligeramente y se volvió a Legolas- No me digas que es tu...
- No!!!!!- exclamó Niltariel sabiendo como iba a terminar Éomer aquella frase- ... emmm... Digo... No, Majestad...
- Es mi guardia.- terminó Legolas
- ¿Tu guardia?¿Sólo uno y además mujer y tan joven?- preguntó sorprendido- Y mas vos creéis jovenzuela que uno de los antiguos miembros de la Compañía del Anillo necesita protección?
- Nos acompaña porque así ha sido mi deseo, Rey Éomer- intervino Thalireg viendo que aquello se estaba volviendo un poco bochornoso para la elfa- Está bajo mi responsabilidad, no bajo la del Príncipe.
- Mas una elfa tan joven...
- Es mi discípula- comenzó a decir tajantemente- Mi alumna. Soy hechicera de magia negra y blanca y le estoy enseñando mi saber. Ni que decir tiene que con sus habilidades para la lucha y los conocimientos que de mi adquiere son suficientes para hacer ella sola de escolta del Príncipe del Bosque Negro.

Éomer no se quedó muy convencido con esa respuesta pero cedió y no siguió insistiendo en el tema. Dio una palmada y al instante, dos sirvientes aparecieron por una de las puertas laterales.

- Ellos os llevarán a vuestras habitaciones y podréis descansar. Se os avisará cuando llegue el momento de la cena celebrada en vuestro honor Legolas... No podéis rechazar la invitación- luego se volvió a Thalireg- Y vos dama, también sería un honor teneros entre nosotros, ahora, retiraos y descansad.

Y con esas palabras el Rey Éomer volvió a subir las escaleras a junto de su esposa, mientras los tres viajeros seguían a los sirvientes hacia una de las torres.

En poco tiempo se encontraron en sus habitaciones. Thalireg y Nil estaban en la misma. La dama de la blanca piel se echó sobre la cama cansada.

- Largo tiempo he deseado volver a descansar sobre un lecho mullido...- susurró cerrando los ojos.

Nil se sentó en la otra cama y se tumbó. Poco tardó en quedarse dormida.



Lentos y perezosos caían los últimos rayos del Sol cuando un golpe en la puerta hizo que Thalireg despertara.

- Despertad, dama- dijo una voz desde el otro lado- Éomer os ha mandado llamar para que bajéis a la cena
- Decidle a su Majestad que no tardaré. Que estaré abajo en la mayor brevedad posible

Oyó los pasos de aquel que había hablado alejándose, y se levantó a apresurada. Abrió uno de los armarios que allí había y se quedó sorprendida con la enorme cantidad de vestidos que estaban guardados allí.

- Difícil es la elección...- susurró para si

Y luego de estar un rato decidiendo, tomó uno de terciopelo granate, ceñido al torso, que se abría en una esplendorosa caída a partir de la cintura. Se peinó el largo pelo blanco y salió apresurada de la habitación.

A cada peldaño que bajaba e las escaleras, el bullicio se hacía más y más fuerte... Guiada por el sonido, salió por la parte de atrás del castillo, hacia los jardines.

Guirnaldas de plata adornaban e iban de columna en columna que había allí, refugiando las grandes mesas colocadas para los invitados. Al frente de todas ellas, una mesa engalanada con las más ricas telas que ella había visto jamás. En ella estaba sentado Éomer y su esposa. A la derecha del Rey, Legolas y a la izquierda de la Reina, un sitio vacío, que, supuso, sería para ella.

Caminó entre la gente y al llegar ante la mesa, hizo una reverencia y tomó asiento al lado de la Reina de Rohan. En ése momento, Éomer se levantó y su voz se alzó entre el bullicio de los cortesanos y sus damas

- Hoy se encuentra entre nosotros un príncipe del Norte; Legolas del Bosque Negro. Uno de los nueve de la Compañía del Anillo- Alzó su copa y todos lo imitaron- Propongo un brindis por los elfos, grandes aliados y amigos de nuestro pueblo!!

Éomer bebió de su copa y acto seguido se sentó, mientras daba comienzo el banquete y los músicos tocaban melodías alegres y danzantes

- ¿Qué es lo que os lleva a Rivendel?- preguntó Éomer a Legolas después de un rato de silencio
- ... no es mi intención alarmaros, majestad... Pero...- intervino Thalireg-... lo que nos lleva a Rivendel es Saruman
- Saruman?!... Saruman el Blanco?!... pero si está...
- ... muerto?- terminó Legolas- No Éomer; yo mismo le he visto. Hace poco tampoco yo creía posible su existencia, pero ahora...
- Ya veo... Vuestros asuntos son serios, mas no creo que sea el momento, ni el lugar donde se deban tratar estos temas... Ahora contadme, que tal se halla mi querido Rey Elessar?

La cena prosiguió tranquila y sin sobresaltos, algunos cortesanos danzaban alegres y en más de una ocasión, Legolas se vio en la obligación de sacar a más de una dama a bailar por insistencia de Éomer. Thalireg, simplemente miró aquello con risa en sus ojos, rechazando amablemente las invitaciones de todos aquellos que se acercaban a ella. Y el tiempo fue pasando, y poco a poco, el cansancio los fue consumiendo a todos.

Cuando ya casi todo el mundo se había retirado a descansar, Éomer volvió a hablar con Legolas y la dama de la blanca piel

- He de suponer que partiréis con el alba
- Si... Es urgente que lleguemos a Rivendel. El tiempo no juega a nuestro favor
- Entonces id a descansar... Me he alegrado de haberte vuelto a ver, Legolas. Y también me alegro de haberos conocido a vos, Thalireg... Sabed que si algún día volvéis por estas Tierras, seréis bien recibida.
- Gracias Majestad- respondió ella con una sutil reverencia
- Buenas Noches- se despidió Éomer mientras se retiraba

Legolas y Thalireg fueron los únicos que quedaron en aquel lugar

- Gracias, Legolas...- susurró Thalireg de repente
- Gracias?? Por qué??
- Por no decirle nada de... mi magia negra, por llamarlo e algún modo
- No tenéis por qué darme las gracias. No me pareció lícito alarmar al Rey... Ahora id a descansar, mañana saldremos temprano... Lisse Oloori

Y Legolas también se fue. Y Thalireg se encaminó hacia la habitación. Ahora bien, en su camino de regreso por los jardines, algo llamó su atención: sonidos de flechas cruzando el aire. Y siguiendo tales susurros, halló a Niltariel entre unos árboles, con un traje blanco

- ¿Qué hacéis aquí, Niltariel?... Deberíais estar descansando ya que mañana saldremos temprano...
- Solo... solo estaba entrenándome un poco... ¿Qué tal la cena?- preguntó sin volverse a ella y tensando en su arco otra flecha
- Bien, aunque demasiado cargante, para mi parecer

Otra flecha silbó en el aire

- Veo que os habéis cambiado de ropa, dama
- Si... Mi viejo traje negro no era adecuado para tales formalidades
- Y...- musitó dejando de disparar y volviéndose a ella- y él qué tal está?
- Bien, supongo... antes de encontrarte estaba con él. Parecía cansado. Vaya! Nunca pensé que las doncellas de estos lugares le tuvieran en tal alta estima...- dijo la dama más para si misma que para la elfa
- Oh, entiendo...- susurró Niltariel volviéndole de nuevo al espalda y sacando otra flecha para disparar a la diana que tenía al frente
- ¿Te pasa algo, Nil?- preguntó Thalireg no muy convencida de que todo estuviera normal
- No, nada
- ¿Segura?... Por que yo diría que algo te está rondando por la cabeza
- No... estoy bien, en serio
- Y por eso estás aquí sola?... Venga... vayamos a dormir un rato, nos hará bien a las dos...
- No, gracias, Thalireg... No me apetece dormir aún. Vete tú. Debes estar cansada con todo eso de la cena... Yo preferiría quedarme aquí un rato más.

Niltariel miró al cielo

- Hace tiempo que no observaba la luna y las estrellas...- luego se volvió a la doncella de la blanca piel con una melancólica sonrisa- Vete a descansar, amiga mía... Yo pronto iré, no te preocupes por mi.

Thalireg la miró no muy convencida, pero asintió y se encaminó nuevamente hacia sus aposentos oyendo como las flechas de Niltariel silbaban en el viento.



El alba llegó de nuevo, y los primeros rayos del Sol acariciaron el rostro de Thalireg despertándola suavemente, casi al mismo instante en que alguien llamó a la puerta y alguien habló desde el otro lado

- Despertad, señoras!! Hemos de partir ya!!- dijo Legolas- Os esperaré fuera. Antes de partir he de hablar con Éomer.
- Está bien, majestad...- respondió Thalireg haciéndose la remolona y mirando como el sol salía por el este.- Niltariel, despierta... hemos de ir-

Mas sus palabras se silenciaron al ver que Niltariel no estaba allí. Y que su lecho estaba tan perfectamente igual a como ella lo había dejado el día anterior. Se levantó rápidamente y miró por la ventana que daba a los jardines, mas allí tampoco la vio.

- ¿Dónde demonios estará esta niña?- se preguntó a si misma sin entender nada de lo que estaba pasando.

Se aseó y se vistió de nuevo con aquel traje negro que tanto la caracterizaba y salió rápidamente de la habitación. Bajó las escaleras y allí, donde habían conocido a Éomer el día anterior, vio a Legolas hablando animadamente con el Rey de Rohan. Se acercó a ellos he hizo una reverencia

- Disculpad que me entrometa ahora, pero... Legolas, vos sabéis dónde está Niltariel?
- Pero no estaba en la misma habitación que vos?- exclamó el elfo sorprendido
- No ha estado en la habitación desde antes de que yo bajara a la cena. Ya cuando me despertó la doncella para avisarme de que bajara, ella ya no estaba.
- Disculpad la intromisión mas...- intervino Éomer- ¿Quién es esa tal Niltariel de la que habláis?
- Mi guardia- respondió el príncipe
- Ah! ¿La jovenzuela de ayer? Se presentó ante mí esta mañana y me pidió permiso para abandonar mi hospitalidad antes que vosotros. Era su deseo ir a comprar algunos víveres a la ciudad. Muy cortés se presentó eso si, y rechazó todos mis ofrecimientos de que mi pueblo la proveyera de lo que necesitaba. Partió hace poco, cuando aún había estrellas en el cielo

Thalireg y Legolas se miraron con preocupación. Luego el príncipe se volvió a Éomer e hizo una reverencia

- Gracias por tu hospitalidad, Éomer. Lamento partir con tanta prisa, mas grave es la encomendación del Rey de Gondor.
- Os entiendo, Legolas. Mas prometed que pasaréis por aquí nuevamente cuando volváis de Rivendel
- Así será, Majestad

Y Legolas y Thalireg salieron de Meduseld y montando en sus caballos que ya se mostraban esplendorosos y enérgicos nuevamente, atravesaron las calles de Edoras con rapidez, aprovechando que nadie había salido aún de sus casa con los primeros rayos del alba. En las puertas de la ciudad los esperaba Niltariel, montada en su corcel pardo, vestida de gris, con una capa azul sobre sus hombros, y con la cara oculta con la capucha. En su mano llevaba una lanza élfica de filo encorvado de media luna.

- Niltariel, y vuestro arco?- preguntó Legolas al llegar hasta ella

La elfa no respondió e hizo que su caballo se ladeara un poco, el arco estaba colgado de la silla, junto con el carcaj.

- ¿Estás bien?- le dijo Thalireg acercándose a ella y tratando de sacarle la capucha

Mas la elfa rehusó a ello haciendo un gesto con su cara y apartando su corcel de el de la doncella de la blanca piel.

- Nunca he estado mejor.- dijo con gravedad- Ahora partamos, debemos llegar a Lórien en los próximos cinco días, de lo contrario, nos demoraríamos demasiado en llegar a Rivendel, y el tiempo juega en nuestra contra

El príncipe y la dama la miraron sin entender nada de lo que pasaba

- De acuerdo, pongámonos en marcha- ordenó Legolas azuzando a su caballo

Y los tres viajeros salieron de Edoras, dejando atrás el castillo de Oro y a los Reyes de la Marca

Ya habían pasado dos jornadas de viaje sin incidentes, sin más amenaza que algunos lobos solitarios. Cabalgaban rumbo al Norte, hacia los Bosques de Lothlorien con Legolas siempre a la cabeza, seguido de Thalireg y siempre de última y vigilante, la elfa, quien no había dejado aquella actitud huidiza que la había tomado en Edoras. Y por más y más preguntas que el príncipe o la dama trataban de hacerle, sus respuestas eran cortas y a veces incluso difíciles de descifrar. Incluso Legolas trató de penetrar en su mente mientras ella dormía con ayuda de Thalireg para tratar de adivinar qué es lo que pasaba, mas la elfa se despertó y a partir de aquello, no volvió a dormir cerca de ellos.

- Thalireg- dijo el príncipe acercando su corcel al de la dama- Vos que sois mujer como ella, deberíais saber lo que le pasa, no?

La dama lo miró con decepción en sus ojos

- Temo tener que responderos que no, Majestad. La noche de la cena, la encontré en los jardines, tirando con arco y esa noche no durmió porque ni se apareció por la habitación. Tampoco sé de donde ha sacado esas ropas ni nada
- Comprendo- susurró

Un pequeño silencio se hizo entre ellos, mientras seguían cabalgando

- Majestad... Me preocupa. Nunca la había visto así... Sé que hace poco que la conozco pero...
- ¿Vos os preocupáis por ella?- la interrumpió Legolas- ¿Acaso mi sentido me engaña, o la dama de hielo tiene corazón?
- No. Significa que la dama de hielo se preocupa por aquella que se preocupa por mi...-respondió ella, y tras un instante de duda, añadió- Hablad con ella, Majestad...
- ¿Yo?- exclamó sorprendido el príncipe
- Si, vos...
- ¿Y qué os hace pensar que me contará lo que le pasa?
- Vos sois su príncipe... su señor... su...
- No sigáis, Thalireg- la cortó Legolas con algo de dureza- Me ha quedado claro... porque soy a quien debe obediencia. ¿Es lo que tratáis de decirme?
- Sí y no... Hablad con ella. Creedme que nadie mejor que vos podría llegar hasta su dolor...
- Quizás más tarde, Thalireg...- respondió mientras se adelantaba un poco- Además, después de lo de la otra noche sé que no seré yo quién pueda ver su alma...

Thalireg frenó un poco su caballo suavemente, y aguardó a que Niltariel la alcanzara para cabalgar a la par de ella. La elfa la miró sin sacarse la capucha

- ¿Ocurre algo?- preguntó volviendo su vista al frente
- Te parecerá bonito, no?
- ¿Bonito?¿Lo qué?- preguntó sin entender volviéndose a ella
- Preocupar a tu señor de esa manera
- Preocupar a Legolas?

Thalireg asintió

- Dime por qué ha de estarlo... No le he causado ningún problema desde que salimos de Edoras
- Por tu extraña actitud... y no me mires de ese modo
- ¿Que extraña actitud? Temo haberte perdido los pasos ya.
- Primero en Edoras no dormiste, ni siquiera te pasaste por la habitación. Estuviste durante la cena tirando con arco, aislada y temo que así pasaste toda la noche. Después vuestras extrañas ropas... Y por último...- Thalireg hizo una breve pausa y la miró a los ojos-... ocultas algo.
- Y vosotros intentasteis penetrar en mis sueños
- Es que acaso ya no confías en mi?... es eso?

La elfa no contestó y bajó la mirada a las crines de su caballo

- ... es eso... ya no confías en mí...- susurró Thalireg para si mientras adelantaba su caballo e inconscientemente se colocaba a la par de Legolas
- ¿Habéis averiguado algo, Thalireg?- preguntó Legolas

Mas la dama no respondió y a Legolas le pareció verla ausente nuevamente

- ¡Thalireg!- la llamó haciendo que ella se sobresaltara
- ¿Uh?... oh, disculpad Majestad... No. No he averiguado nada. Tendréis que ser vos quién la interrogue y trate de llegar a ella. A mi ya no me contará nada más
- ¿Acaso ocurrió algo grave?
- Ya no confía en mí- añadió Thalireg en voz baja

Legolas calló un segundo bajando su mirada, sin entender qué demonios estaba pasando.

- No os preocupéis, Thalireg. Yo hablaré con ella, mas no os puedo asegurar nada. No soy yo quien más podría llegar hasta el fondo del problema
- Algo la perturba por dentro y se ha escondido bajo una apariencia frígida
- Quizás extrañe a alguien lejano...
- O a alguien que esté tan cerca pero tan lejos a la vez para ella...- susurró Thalireg para si
- ¿Cómo?
- Pensamientos míos, Majestad, no me hagáis demasiado caso...
- Entonces, despreocuparos. Se le pasará pronto, no sé el motivo que la ha llevado a esto pero si algo le sobra a esa chica es fuerza de voluntad. Así que sigamos el camino tranquilos. Cuando paremos a descansar trataré de hablar con ella
- De acuerdo, Príncipe...

Siguieron cabalgando todo el día y al atardecer, dieron alcance al límite sur de Fangorn. Allí, al borde del Entaguas, decidieron pararse para dar un descanso a sus corceles y descansar un poco. Bajo los verdes y espesos árboles, Thalireg y Legolas tomaron asiento. Mas no así Niltariel, la cual permaneció de pie.

- Nil... Siéntate con nosotros- le dijo Legolas

La elfa se volvió a él y ató la lanza a su espalda

- Permitidme, mi Señor... Iré a buscar un poco de leña para hacer un fuego. Esta noche promete ser fría y larga. Y mis piernas están demasiado entumecidas como para quedarme sentada.

Y sin dar tiempo a que Legolas respondiera, se internó en el bosque y se perdió en la espesura. El príncipe miró al río con preocupación. Y tras un pequeño silencio se levantó

- Thalireg, cuando llegue decidle que deseo hablar con ella. Estaré allí- dijo mirando una gran roca que se alzaba a la orilla del río, al cobijo de varios árboles- Mas aún no sé qué le voy a decir
- Simplemente, preguntadle, Majestad- le respondió la dama- El resto vendrá solo. Ella misma se desahogará cuando halla dicho la primera palabra.
- Esperemos que así sea, doncella... esperemos que así sea...

Legolas se encaminó hacia la roca, dejando sola a Thalireg. La dama se levantó y caminó hacia su corcel. Y de él sacó un pequeño libro de papel de pergamino, y volviendo a sentarse bajo el árbol, se dispuso a leer.

Al cabo de un rato, la elfa volvió con leños entre sus brazos y los depositó en el suelo poniendo a su alrededor un círculo de piedras. Se volvió a Thalireg

- Creo que encender el fuego es cosa vuestra, dama... Yo no sé encenderlo con magia
- Déjame a mí.- respondió ella chasqueando los dedos

Y al instante, la pila de leña comenzó a arder. Y a la luz del fuego, Niltariel se dio cuenta de que la dama estaba sola. Miró en todas direcciones y halló a Legolas a lo lejos, sentado en aquella roca a unos 10 metros de ellas. La luz de la luna caía sobre él envolviéndolo en un aura blanca.

- Te está esperando- dijo Thalireg cuando se dio cuenta de en qué dirección miraba la elfa.
- ¿Perdón?- preguntó la elfa mientras volvía su vista a la dama
- Legolas quiere hablar contigo. No le hagas esperar.

Niltariel no respondió y con duda en su mirada, comenzó a caminar hasta la roca. A cada paso que daba, la invadía un extraño temor. Y cuando estuvo a su lado, se encontró a si misma asustada como una huidiza cría de gacela y acalorada. Legolas se volvió a ella, y se apartó un poco para dejarle sitio para que se sentara a su lado. Niltariel sin embargo se quedó de pie, con la mirada baja.

- Siéntate, Nil...- le susurró el príncipe
- Majestad, preferiría...- comenzó ella en voz baja
- Por favor...

La elfa se encontró con no saber qué hacer. Mas una orden era una orden, y se sentó al lado de Legolas, escondiendo su acalorado rostro bajo la capucha. El silencio levantó su a veces infranqueable manto, y los envolvió a los dos. Y así estuvieron un rato hasta que Legolas se dio cuenta de que si no era él el que daba el primer paso, ella jamás diría nada...

- Nil...- susurró- ¿Qué es lo que te ocurre?
- Nada, majestad
- ¿Nada? Entonces.... ¿Por qué ese cambio de actitud?

Niltariel no respondió.

- ¿Acaso extrañáis algo?
- No... no "algo" exactamente...
- ¿Alguien, quizás?

La elfa asintió, escondiéndose aún más bajo la capucha. Legolas volvió su vista a las aguas del Entaguas, que reflejaban la luz de las estrellas en suaves ondas...

- Si extrañas a Ashtael, Nil... Puedes regresar a los Bosques de Gondor si así lo deseas...

Niltariel se volvió a él sorprendida. ¿Qué tenía que ver Ashtael en aquel amago de conversación?

- Perdón, mi Señor... Pero temo que no os entiendo...
- Habéis venido por voluntad propia... y por voluntad propia podéis regresar cuando lo deseéis. Sabed que nada os tiene que retener aquí si vuestro pensamiento está en otro lado. A fin de cuentas, no tienes por qué implicarte en este cometido...
- Mas ha sido así mi voluntad, no mi Señor? Ir con vos...
- En contra de lo que vuestro corazón os dicta, según vuestra actitud
- Perdonadme mi Señor... Pero vos no sabéis qué es lo que mi corazón indica o quiere... Y permitidme deciros, que entre Ashtael y yo no...
- No me escondas más cosas, Nil... Escondiste lo de Metgorn y ahora niegas tu romance con Ashtael...
- Pero Majestad, es que no existe tal romance...
- No trates de negar lo que mis ojos vieron la noche antes de partir de nuestro hogar.

Niltariel lo miró más que sorprendida.

- Vos... vos nos visteis esa noche?

Legolas asintió en señal de respuesta sin volver la mirada a ella

- Y... y también... también escuchasteis lo que él me dijo?
- No. Pero tampoco te voy a preguntar por ello. Es tu vida personal, y no es asunto mío
- Ashtael sólo me estaba contando algunos rumores que corrían entre la población...
- No hace falta que te excuses, Nil
- Pero mi Señor, dejad que os explique...
- Que te he dicho que no hace falta que me expliques nada...

Niltariel le miró y se echó la capucha hacia atrás.

- Tengo la extraña sensación de que estás confundiendo algo, Legolas...- susurró mientras encogía las rodillas contra su pecho y apoyaba su cara en ellas, abrazando las piernas con sus brazos
- No he confundido, sólo analicé los hechos... lo que vi.
- ¿Qué fue lo que viste?- preguntó ella volviendo sus ojos azules a él
- Le vi tomándote en sus brazos, tú reías, parecías feliz... algo poco común en ti desde que lo habían herido en la caverna

La elfa dejó escapar una pequeña risa y devolvió su mirada al frente sonriendo

- Corrígeme si me equivoco, si? Lo que tú viste fue que Ashtael me besó la mano, que me hizo una reverencia, que luego me tomó en brazos y me sostuvo entre ellos cuando estábamos sentados... Y esos hechos son los que te llevan a pensar que entre él y yo hay algo?
- Tu tono de voz cambia cuando hablas con él, te vuelves más dulce y más... "dama", si cabe decirlo. Estuviste siempre con él mientras estuvo herido...
- Legolas...
- Vi dulzura en tus ojos mientras acariciabas su cabello esa mañana... Vi...
- Legolas!
- Vi tanto calor en ellos... tanta ternura...- se volvió a ella e hizo una pausa para luego continuar- Y aún la veo... tanto le añoras?

Niltariel se quedó un poco pasmada con la pregunta y luego rió ligeramente. El príncipe la miró confuso

- ¿Qué ocurre?

No obtuvo respuesta, mas Niltariel se calmó un poco y se sentó de cara a él, tomando una de sus manos entre las suyas.

- ¿Sabes, Legolas?- dijo sonriendo y mirándole a los ojos- No te parece un poco ridículo que todo un príncipe como tú se preocupe por una simple guerrera como yo?
- Me preocupo por mi gente, eso es acaso algo malo?- susurró mirando la mano que ella le había cogido y colocando la otra sobra las de la elfa- Dime si tan mal ves el que me preocupe por...
- Si tanto te preocupa tu gente, Legolas- le interrumpió- Permíteme que te diga que deberías conocer algo más de su pasado antes de juzgar algunos hechos

La elfa hizo una pausa y sonrió tristemente bajando la mirada

- Ashtael es... es mi primo, Legolas...

Aquello fue una sorpresa inmensa para el príncipe. Y sus ojos se llenaron de confusión

- ¿Tu... tu primo?
- Aja... Y lo que viste esa noche no fue más que una cómica representación teatral de un rumor que había llegado a sus oídos...
- Y cual era ese rumor, si se me permite saberlo.
- Sobre eso te quería preguntar yo...

Niltariel le miró no muy segura de lo que estaba haciendo, y Legolas le apretó las manos con suavidad indicándole que podía seguir. La elfa bajó la mirada y habló casi en susurros.

- Corren rumores de que vos en persona me fuisteis a rescatar a la cueva... que regresé a la ciudad montada en vuestro caballo, inconsciente, sentada entre vuestros brazos... se dice también, que estuvisteis conmigo mientras mi sueño no se levantaba... Es eso cierto, mi Señor?- terminó ella mirándole a los ojos

Legolas se quedó sin habla aunque intentó responder algo. La respuesta que salió de sus labios no fue la más correcta

- ¿Qué te hace pensar que es eso cierto?- dijo con frialdad mirando a un lado, evitando la mirada de la elfa

Mas luego la miró de reojo y vio decepción en su mirada, una esperanza dormida, un sentimiento apagado. Y entonces notó como la elfa murmuraba un casi inaudible "Perdonad. No debí haber preguntado eso..." mientras bajaba la cabeza; Legolas notó como las manos de Niltariel se escapaban de entre las suyas, y las agarró fuertemente en un acto reflejo volviendo su mirada a ella.

- Es...- comenzó, mas luego bajó su mirada y respiró con pesadez- Es cierto, Nil...

Ni se atrevió a levantar la cabeza y ver la mirada de la chica. Sólo notó el silencio y que una de las manos de Niltariel se escapó de las suyas.

- En ese caso, Legolas- susurró- Os debo mi vida... Eterna será mi gratitud por tan honorable gesto...

Niltariel apoyó la mano que tenía libre en la nuca del príncipe, y depositó un dulce beso en su frente. Y Legolas aflojó la presión que ejercía sobre la mano de la elfa ante aquello tan inesperado, momento que ella aprovechó para liberar su mano y bajarse de la roca

- Lisse Oloori, Legolas- susurró con suavidad

Y acto seguido, caminó de vuelta al árbol donde reposaba Thalireg, dejando a Legolas confuso y aturdido. El lugar donde ella había depositado su beso quemaba ahora, y también sus manos, que habían rozado las de ella. Levantó su mirada sólo para ver como ella se alejaba.

- Lisse Oloori, Nil...