Capítulo 8:


La noche paso tranquila, sin más incidentes, y una nueva jornada de camino dio comieno

Legolas iba al frente seguido por Niltariel y Thalireg, niguno articulaba palabra, pasando asi gran parte de la mañana. Y hubiera segudio así de no ser porque Thalireg, no pudiendo reprimir más su curiosidad se adelanto un poco, hasta ponerse a la par del principe

-Uh... Legolas, sé que es algo que no me incumbe pero... Averiguásteis algo ayer?- pregunto entre susurros

Legolas volvió su mirada a ella por un instante y luego la volvió al frente. Parecía como... frustrado, preocupado por algo...

- Lamento deciros que no, dama

El rostro de Thalireg se lleno de tristeza, la misma tristeza que habitaba en su corazon

- Y no sospechais nada?
- No. O por lo menos, no soy capaz... Es como si escondiera algo, como si tratara de reprimir no me preguntéis lo qué. Antes de la noche pasada, creí que era porque su corazón residía aún en Ithilien, pero esa posibilidad ya está descartada. Ahora no dejo de preguntarme qué es lo que la mantiene tan encerrada en si misma...
- Cuando la conocí, ví en su espíritu alegría y ganas de vivir... y poco a poco, veo como esa llama se apaga...
- .... no os entristezcais, seguro que pronto volvera a ser la de siempre.
- Aplicaros el cuento, alteza. Sé que no soy la que más se preocupa por ella.

Legolas la miró de reojo, ignorando sus palabras y adelanto un poco su caballo. Y entonces, cuando se hubo alejado bastante, Thalireg notó unos cascos golpeando el suelo al lado suya.

- Lamento como me comporte ayer contigo... - susurró la elfa escondida bajo la capucha
- No tiene la menor importancia
- ...

Silencio. Vasto y demoledor silencio. Thalireg no entendía aquella tendencia de la gente de comerse sus problemas, de ahogarse en ellos hasta que sus vidas se apagaban. Jamás entendió por qué nadie aliviaba las penas de su corazón buscando ayuda... Normalmente, había respetado esa manera de ser. Sobre todo a partir de que su vida se había vuelto turbulenta y caótica. Pero no estaba dispuesta a dejar caer a aquel ser una vez tan vivo en la oscuridad y en la soledad.

- Que te ocurre Nil?

La elfa guardó silencio

- ¿Qué te ocurre?- volvió a preguntar la dama con menos dulzura
- Nada que pueda importar a los demás

La dama se armó de paciencia: la elfa estaba cerrada en banda. No iba a ser fácil sacarle las palabras

- Te preocupa algo. Lo puedo ver en tus ojos...
- En serio, Thalireg. No...
- Llevas unos dias muy extraña. No sólo conmigo, además.
- ¿Extraña? Sigo siendo...
- ¿...la de siempre?- le cortó la dama- Ja! A quien pretendes engañar? Mírate: te conocí dulce y ahora eres de hielo. Pero es un hielo aparente... Sé que sufres
- No sufro por nada, dama!
- Ni siquiera tú sabes lo que te pasa, verdad?
- Eso crees? Pues entonces dime tú que es lo que me atormenta
- No me lo preguntes a mí si ni siquiera tú lo sabes. Puedo leer la mente, Niltariel, pero no el corazón de la gente. Desde que estuvimos con eomer, te comportas de una forma que no es habitual en ti. He hecho algo que te haya molestado?
- No... tu no
- Legolas, quizas?
- Thalireg, ya basta de interrogatorios. Lo único que necesito es tiempo para pensar en mí. Hace tiempo que no hago eso... En Ithilien sólo soy una arquera, y eso es lo que soy para los demás. Nadie parece ver más allá de una simple apariencia... Pues si eso es lo que quiere ver la gente, será lo que verá. Una arquera y nada más.
- ¿Apariencia?- preguntó la dama extrañada
- No preguntes más. Ya he hablado bastante
- Pero...
- Se acabó, de acuerdo?

Y Niltariel separó su corcel del de la dama y no habló más

En todo aquel dia no articularon más palabras, quizas fuera porque el viaje era duro o quizás por que ninguno tenia nada interesante que decir. O quizas sus mentes estuviesen demadiado ocupadas. Fuera como fuese, el silencio reinó sin más altercados.

Con la llegada de la noche, los viajeros desmontaron y las palabras aparecieron de nuevo

- Descansaremos un rato- dijo Legolas acariciando las crines de su caballo- Estos caballos necesitan un respiro... y nosotros también.

Las dos damas asintieron y prepararon un fuego y se colocaron a su alrededor, ya que la noche habia enfriado. Despues comieron y bebieron un poco.

- Dos jornadas nos separan aún de LothLorien....- susurro Niltairel tratando de iniciar una conversacion- Nueve de Rivendel, si no nos entretenemos en Kazad-dûm
- Pon diez jornadas entonces- intervino Legolas- Es mi deseo visitar Moria, y recordar el pasado- susurro con nostalgica sonrrisa
- Creía que la empresa que nos ocupaba era urgente- respondió Niltariel n un tono un poco agresivo
- Nos llevará tiempo atravesar Moria, arquera- contestó Legolas en el mismo tono
- Aun no puedo creer que un elfo sea amigo de un enano- dijo Thalireg al príncipe, evitando que ambos elfos mantuvieran demasiada tensión entre ellos
- Os sorprenderiais de los extraños lazos de amistad que se forjaron entre la comunidad del anillo y todos aquellos pueblos que nos recibieron.
- Debió ser un viaje apasionante
- Y peligroso tam... ¡¿A dónde váis?!- preguntó Legolas apartando su atención de la dama y viendo que Niltariel se había levantado dirigiéndose hacia la espesura del bosque
- A buscar un arroyo donde pueda beber un poco- respondio la elfa ya desde la lejania.

Automaticamente, Legolas y Thalireg se volvieron al pequeño arroyo que pasaba a sus espaldas

- Vaya una escusa...- murmuró Legolas molesto

Thalireg no respondió y se levantó lentamente

- Permitidme- le dijo al príncipe haciendo una reverencia- Voy a buscarla

Legolas asintió y Thalireg comenzó a caminar sobre los pasos de Niltariel, escondida entre las sombras. Y durante un rato la fue siguiendo entre los árboles, pasando inadvertida a los sentidos de la elfa, hasta que esta se paró y la vio arrodillarse en el suelo. Thalireg se acercó más y la vio ante dos pequeños árboles; dos retoños de sauces que crecían enlazados uno en el otro. La elfa se inclinó ante ellos y acarició los troncos con sutileza

- Crecéis juntos... Apoyados el uno en el otro...- la elfa guardó un momento de silencio mientras a sus ojos asomaba la tristeza- No sabéis cuánto os envidio... Vosotros podéis vivir siempre así, y vosotros elegís en qué piedra apoyaréis vuestra siguiente raiz... Mas yo no he podido elegir...

Apartó su mano de los pequeños árboles y cerró los ojos

- Y yo nada puedo hacer, sabéis?... El es tan distinto a mi... Cómo dos mundos separados... Nunca se fijará en mí, nunca lograré que me vea como algo más que una guerrera... Una guerrera...- suspiró con pesadez- Esto es en lo que me he convertido. Un artilugio de guerra. Un soldado... Casi ni recuerdo la última vez que... Pero fue mi decisión. Yo quise este camino. Y sé que me voy a arrepentir el resto de mi vida... Rivendel... Padre...

De repente, una melancólica sonrisa asomó en los labios de la elfa, mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos

- Véis, padre?... no sirvió de nada. Sigo siendo la misma niña de antes... No he cambiado... Y lo peor de todo es, que si antes era alguien, ahora ya no soy nada... nada... Una más de entre tantos...

Al oir esto, Thalireg no quiso seguir allí. Esas palabras la estaban preocupando demasiado. Sabía que la elfa no estaba bien. Pero atormentada hasta ese punto?. Aturdida por semejante reflexión, dio media vuelta y regresó a donde habían instalado aquel provisional campamento. Legolas se levantó al instante, inquieto, esperando que ella le dijera algo del paradero de la elfa, mas la dama no habló, y él se vio obligado a preguntar para obtener respuestas.

- La habéis encontrado?

Thalireg negó con la cabeza mientras se volvía a sentar

- Entonces iré yo a buscarla. Es peligroso que esté sola
- Esperad un rato, Majestad. Quizás sólo quiera estar sóla un rato, y pensar

Legolas la miró con preocupación, Thalireg le ocultaba algo. Aquel comentario sólo denotaba que la había visto, y un presentimiento de que alguien sufría en silencio se encendió en él subitamente

- Vos creéis que...
- Dejadla... no le ocurrirá nada

El príncipe volvió a sentarse y miró la fogata ensimismado. Al poco rato, los pasos de la elfa fueron audibles para ellos y los dos se levantaron al instante. La elfa volvía con paso lento, sus ojos estaban rojos. Era evidente que había estado llorando

- Dónde has estado?- le dijo Legolas, traduciendo toda aquella preocupación que le llenaba en un enfado repentino
- Dando una vuelta, Majestad...- susurró sorprendida- Necesitaba despejarme un rato...

Legolas ni respondió, dio media vuelta y se acostó debajo de un gran árbol, dejando a la elfa más que confusa. Miró a Thalireg sin entender

- ¿Qué le pasa?
- Nada, ya se le pasará... No le hagas caso. Ven siéntate.

Ambas se sentaron ante el resplandor del fuego y Thalireg esperó pacientemente; sabía que la elfa se iba a desahogar.

- Thalireg...- comenzó Niltariel en susurros
- ¿Si?
- ... Tú... tú te has enamorado alguna vez?

La mujer miró sorprendida a la joven. No era esa la pregunta que esperaba.

- Por qué preguntas eso?
- ... por saber algo más de ti... Pero alguna vez...
- No, nunca- le cortó ella con suavidad- Pero dime... acaso preguntas eso por que tú sí estás enamorada?
- Yo?... ah, no... Yo tampoco sé qué es eso del "amor"

La dama sonrió con dulzura. Quería respuestas, pero era evidente que ese no era el momento de preguntar

- Vayamos a descansar, es tarde y nos esperan aún dos largos días de viaje hasta Lothlórien