CAPÍTULO 6: EDWARD AND THE TRUTH

      Realmente yo había descartado desde el principio a Edward Whity, y encontrarlo allí rompía todos mis esquemas. El chico titubeó un poco antes de avanzar, y se quedó a dos metros de mí.

-No entiendo nada-dije.-¿Es esto una trampa? ¿Estás compinchado con él?

-¡No, nada de eso!-dijo él, avanzando un poco más, con una timidez que yo nunca le había notado.-Narcissa, déjame explicártelo.

-Mira, esto es un lío-dije llevándome una mano a la cabeza.-Yo pensé que tú, con lo que me dijiste aquel día…Por favor, háblame claro.

-Escucha. Ese día sólo intenté prevenirte, porque yo ya sabía por propia experiencia cómo era Lucius. Yo le odiaba-le odio-con toda mi alma, pero también le necesitaba, me atraía muchísimo. Cuando supe que se había comprometido con una chica, me entró curiosidad por saber si se portaría con ella igual que con todos los demás.

      Suspiró y se apoyó en una mesa, sin dejar de mirarme, y siguió hablando.

-En algún momento que no tengo identificado empezaste a gustarme, y el día que apareciste con aquellas señales, y supe lo que había pasado…Y pensar que yo estaba durmiendo en la misma habitación y no pude oír nada por culpa del hechizo ése…Si lo hubiera sabido, habría intentado sacarte de allí. Debiste de pasarlo muy mal.

-No tuve escapatoria, ni la tengo ahora. Y tampoco he podido contárselo a nadie.

-Oye, sé que esto es absurdo. Que prácticamente le perteneces y que tendrás que casarte con él, pero…pero el amor va aparte.

      Sonreí un poco, pensando que él tenía razón. Sentí que me había estado enamorando poco a poco, libremente y sin presiones, y que ni Lucius Malfoy podría cambiar eso. Él también sonrió, me acerqué un poco más y vi sinceridad en sus grandes ojos marrones.

-No es absurdo-dije.-Está bien. Me has animado mucho con tantas flores.

      Él tomó mi mano entre las suyas y permanecimos así un rato.

-Ojalá las cosas fueran de otra manera-dije.-Que él no tuviera el poder para dominarnos a voluntad. Pero lo tiene, y no es posible quitárselo.

-Él no puede entrar en nuestras mentes. Ésa es la escapatoria posible.

-Creo que vale la pena intentarlo.

-Estoy de acuerdo.

-¿Aunque de noche tengamos que olvidarnos el uno del otro?

-Yo no podría olvidarte…de día ni de noche-sonrió, llevando una de sus manos a mi mejilla.

      Le dije que sería buena idea salir de allí por separado, encontrarnos en momentos escogidos en los que nadie pudiera vernos juntos, o notar nuestra ausencia simultánea y dar paso a las conjeturas. Eso era difícil en Hogwarts, y sin embargo, se presentaba ante mí como un pequeño remanso de felicidad en medio de mi pesadilla.

* * *

      La forma de mantener mis sentimientos en secreto pasaba por tener los pies en la tierra y no dejarme llevar en absurdas ensoñaciones. Así, me mostraba atenta y casi encantadora con Lucius cuando me tocaba citarme con él, y creo que eso lo desconcertó bastante. Y mientras él pensaba que ya me tenía totalmente en el bote, yo lograba escabullirme e ir al encuentro de Edward en algunas ocasiones.

      El hecho de que yo actuara tan bien con mi "prometido" nunca llevaba como consecuencia el que él se mostrara más amable o cuidadoso conmigo, pero al menos pareció bajar la guardia, y yo me sentía más tranquila. Tampoco abandonó a sus otros amantes, sino que, por lo que pude percibir en sus palabras, el número de visitas nocturnas aumentaba sonadamente. Y me daba lo mismo, en verdad.

      Como dato curioso, Severus Snape y yo nos hicimos bastante amigos, aunque él no era una persona a la que le gustara estar rodeada de gente, y normalmente prefería sentarse en un rincón con sus libros. En la casa de Slytherin, todos le respetaban y algunos le temían, por su habilidad para las pociones que le convertía en un peligroso "envenenador" potencial de cualquiera que le molestara demasiado. Los de Gryffindor no parecían pensar lo mismo, y habitualmente se metían con él. Para mí era, en todo caso, una buena compañía intelectual que nunca trataba de investigar sobre mi vida (como hacían todos los demás); y yo tampoco hacía demasiadas preguntas.

      Una tarde, cuando estaba con él en la bilioteca, estudiando para los exámenes parciales, la pandilla de Gryffindor se sentó en un extremo de la misma mesa, presumiblemente para molestarle un rato, aprovechando que no había más Slytherins por allí.

-Vaya, Snape. ¿De dónde has sacado una guardaespaldas tan guapa?-dijo Sirius Black, un chico bastante popular en el colegio.-Parece increíble que pueda soportar tu olor.

      Snape apretó los dientes, pero yo levanté la cabeza de mi libro y le eché una mirada glaciar al chico. Sus tres amigos se me quedaron mirando, con los ojos muy abiertos.

-Ten cuidado, es la novia de Lucius Malfoy-oí que le decía al oído un muchacho que llevaba el pelo castaño recogido en una coleta.

-Pero aún así sé defenderme solita, ¿sabes?-le dije con una nota claramente slytheriana en mi voz.

-No pretendía ofenderte-el chico se puso rojo.

-Tal vez deberíais poneros a estudiar-dije, más tranquila.

-O ahogaros en el lago-añadió Snape, ligeramente entusiasmado con la idea.

-Más quisieras-dijo Black, abriendo su libro y hundiendo la cabeza en él.

      Sus amigos hicieron lo mismo, aunque al rato noté que Snape no estaba mirando precisamente a su tomo de Transformaciones. Con disimulo pude ver que Potter, el buscador de Gryffindor, tenía la vista perdida en un punto indeterminado de la sala. Luego miró a Snape con una expresión rara en las pupilas azules; él le respondió de la misma manera, pero al segundo ya estaban inmersos en la lectura de nuevo.