CAPÍTULO 12: FLOWER OF LIFE

      Esa noche fue una gran excepción porque no volvimos a dormir juntos en los días sucesivos. De hecho no lo veía a menudo, pues se ausentaba mucho de la casa, a veces durante días, en compañía de su padre. Asuntos oscuros, pensaba yo, de los que prefería no tener noticias. Cuando volvía actuaba como si nada, como si le fuera extremadamente fácil cambiar el chip y pasar de un *interrogatorio* a una víctima potencial, al papel de recién casado que disfruta de los papeles de la vida doméstica.

      Mientras tanto, yo colaboraba con mi suegra en la organización de las tareas domésticas, y llegué a tenerle cierta estima. Me di cuenta de que, desde la sombra, trataba de impedir que Theseus me molestara.

-¿Te gusta la herbología?-me preguntó una mañana.

-Más o menos.

-Mira por esta ventana, Narcissa-dijo haciéndome una seña para que me acercara.

      Obedecí y me asomé al alféizar. Abajo, rodeando toda la casa en algunos kilómetros a la redonda, había un jardín verde y frondoso pero algo triste porque apenas tenía flores; lo único que resaltaba era un estanque situado entre varios árboles.

-Antes había flores-dijo sin apartar los ojos de él.-Pero en cierto momento perdí el entusiasmo por ellas y todas desaparecieron. Si a ti te gustan, no hay ningún problema en que vuelvas a plantarlas cuando yo no esté.

-¿Cómo?-murmuré asombrada.-¿Cuando usted…no esté?

      Ante mi gesto de preocupación, se limitó a mirarme y sonreír.

-Veo que eres fuerte-dijo.-Sabía que tenías que ser tú.

      Entonces no comprendí ni una sola de sus palabras, pero el tiempo me lo explicaría todo.

* * *

      Un año y pocos meses más tarde, me había acostumbrado perfectamente a la vida en la mansión, aunque a veces me sentía un poco sola. Supe que Lucius escondía de vez en cuando a alguna de sus aventuras en sus habitaciones, pero nunca me dejó de prestar atención, aunque yo no la pidiese, y las cosas no iban demasiado mal. Una de mis distracciones era consultar la enorme biblioteca de la casa, y perfeccioné mi habilidad con las pociones, aunque no sentía curiosidad por los misteriosos objetos del sótano.

      Precisamente estaba leyendo una tarde en el jardín cuando me desmayé sin causa aparente, y me desperté en mi habitación; mi marido y su madre me miraban fijamente, y ella sonreía.

-No te preocupes, querida-dijo.-Es lo normal.

      El heredero de la familia ya estaba en mi interior, y de golpe me entraron unas ganas enormes de tenerlo, de verlo…cosa en la que nunca había pensado seriamente hasta entonces. Un hijo aliviaría mi soledad, pensé, y me haría feliz. Sería lo único agradable que me habría pasado en mucho tiempo.

      Fue un niño, como todos querían, y Lucius parecía estar muy contento con el pequeño Draco, aunque cada vez parecía más disgustado con su pertenencia a los mortífagos. Daba la impresión de que quería hacer las cosas a su manera, y no bajo las órdenes de nadie. Mi suegro, sin embargo, seguía sin discusión al Señor Tenebroso, y apenas lo veíamos ya en casa.

      Pendiente de mi hijo, el tiempo empezó a volar para mí; pasaron los meses, un año, y llegó el día que lo cambió todo. Por primera vez en mucho tiempo, volví a oír el nombre de James Potter. Voldemort había caído tras intentar matar al hijo de éste y recibir de lleno su propia maldición. Lucius llegó a casa asustado.

-El Ministerio está haciendo una redada para atrapar a todos los mortífagos y llevarlos a juicio. Se han llevado a mi padre.

      Aunque en el fondo no me apenaba, comprendí la gravedad de la situación.

-¿Vas a dejarte coger?-Diane se acercó.

-Eso nunca-sonrió él.-Sólo me preocupa que vengan aquí a hacer una inspección, porque encontrarían cosas.

      Los funcionarios aparecieron justo un día en el que Lucius estaba en casa. Le exigieron acudir a juicio después de presentarle los cargos: tortura de muggles, participación en asesinatos planeados por Voldemort, posesión de artículos relacionados con las Artes Oscuras…Él alegó haber sido controlado mentalmente por los mortífagos, y representó su papel bastante bien.

      Yo sabía que todos los cargos eran ciertos, que esas canalladas se sumaban a las que me hizo a mí hacía tiempo, y que aquél podía ser el momento de la revancha. pero no lo hice. Había descubierto en uno de los libros de la familia un método mágico para ocultar el sótano de la casa y hacerlo inaccesible, y mientras Lucius preparaba su defensa para un posible juicio, yo lo puse en práctica. Así que no encontraron nada raro en la mansión, ni pruebas sólidas con las que inculpar a Lucius. Resultó absuelto en el juicio.