CAPÍTULO 16: DON'T EVER TOUCH ME

      Recuerdo como me sentí a la hora del desayuno, al encontrarme con Lucius y con mi hijo en la cocina. Le devolví la sonrisa al primero, sin el más mínimo remordimiento. Me senté a comer y no dejé de preguntarle a Draco cosas sobre Hogwarts, bajo la resentida mirada de Lucius, que aún se sentía humillado tras su expulsión del equipo de gobierno del colegio. Sonreí para mis adentros. No todo iba a salirle tan bien siempre.

      Durante las tres semanas siguientes no recibí ni un mensaje de Snape, pero eso no me inquietó porque sabía que no quería meterme en líos. Tal vez lo nuestro hubiera sido sólo una noche, pero estaba segura de sentir por él algo que mi marido jamás me inspiraría. Aunque se me diera bien disimular, no me porté de un modo convincente con Lucius, y él se percató. pareció esperar a que Draco hubiera vuelto a Hogwarts para empezar tercero, para enfrentárseme.

-Estás de lo más rara últimamente-dijo, cerrando la puerta de la habitación tras nosotros.

-Déjame, Lucius. No pasa nada que no haya pasado siempre.

      Traté de salir, pero se interpuso en mi camino.

-Espero que no estés al borde de una de tus temeridades-sonrió malévolamente.-Hace tiempo que no me diviertes con ninguna.

-No tienes que tener nada de mí. Pero si yo fuera tú cuidaría de que ninguno de los jovencitos se fuera de la lengua. Oh, y espero que nuestro hijo no descubra nunca la clase de padre que tiene.

      Sus ojos claros brillaban de furia, y logré esquivar por poco el hechizo que me lanzó. Saqué mi varita.

-No te hagas la fuerte, Narcissa. Sabes que no puedes irte de aquí-siseó.

-Accio varita-dije, y lo desarmé sin mucha dificultad.

      Era la primera vez que me peleaba con él de aquella manera. Sacó algo de su bolsillo, y cuando lo lanzó al suelo se formó una humareda negra que nos envolvió.

-Es hora de que entres en razón-dijo, aunque no podía verle.

-¡Dissolve!-exclamé, tratando de disipar la niebla sin éxito.

      Me desconcertó el sentir sus labios sobre los míos. Nunca me besaba. Me aparté rápidamente, pues nada de lo que él pudiera hacer cambiaría mis sentimientos.

-Amor-dijo.-Ni siquiera tienes en cuenta el que mantenga mi interés por ti.

-Pues no tienes esa obligación-gruñí, alejándome en medio de la oscuridad.-Además lo único que te interesa de mí es mi cuerpo.

-Puedo apañármelas sin ti-dijo.-De hecho lo hago a menudo.

-Entonces olvídame. No quiero que me toques, Lucius, no te lo pienso permitir más.

-¿Qué amante habrá conseguido que caigas en viejos errores?

      Alterada como estaba, conseguí alumbrar la estancia y zafarme de él.

-Que te quede claro. Nunca más.

      Salí dejándolo allí y me fui a mi habitación. A partir de entonces me cerré en banda y no le permití que se acercara demasiado. Ardía en deseos de contactar con Snape, pero no podía. Lucius me estaba vigilando. Cómo deseaba irme.

* * *

      El tiempo pasó muy despacio. Gran parte de las flores se marchitaron, probablemente por culpa de Lucius, quien había arremetido contra ellas. Los vaticinios de mi suegra se cumplieron una vez más, y las nubes volvieron a oscurecerlo todo.

      En el verano posterior al tercer año de Draco en Hogwarts, lo llevamos a la final de los Mundiales de Quidditch. Lucius había hecho creer por aquel entonces a casi todo el Ministerio que era una gran persona y aún mejor benefactor, y le regalaron entradas para el palco donde, curiosamente, también estaba el famoso Harry Potter. No pude dejar de observar la reacción de uno y otro niño cuando se encontraron. La mirada de odio que se lanzaron me recordaba…no sabía bien a qué. A una imagen que dormía en alguna parte de mi mente.

      Aunque Lucius la tomó con algunos muggles, según oí, también formó parte de la multitud que se espantó al ver la abominable Marca Tenebrosa en el cielo. Me asusté mucho: aquello era sin duda un terrible augurio de lo que acabaría pasando. Voldemort regresó y volvió a llamarlo a su presencia. Y en vez de enfrentarse con él, como cobarde que era, acudió a la reunión, volviendo a su antigua vida de mortífago. Me dijo que Snape no había asistido, y traté de mostrarme impasible mientras el dolor me traspasaba: Corría grave peligro.

      Algo en mi hijo había cambiado. Delante de su padre se mantenía orgulloso y tranquilo como siempre, pero yo supe que no lo estaba. Parecía temer algo, pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, aunque Lucius se empeñó en enseñarle a fondo las Artes Oscuras en el sótano, cuando paraba en casa. Cierta tarde fui a poner un poco de orden en el cuarto de Draco (pues él no permitía que lo hicieran las doncellas) y hallé sin querer la causa de su desvelo.

      En uno de sus pantalones había una nota, breve y precisa: "En la torre de Astronomía, misma hora. H". Volvía a dejarla en su sitio. Si mi sospecha era cierta, la nota no era de ninguna chica, y me invadió la preocupación. Potter iba a morir, eso decía Lucius, porque el Señor Tenebroso no pararía hasta conseguirlo. Los traidores también, mi amor entre ellos. ¿Qué podía decirle a Draco? ¿Qué tuviera esperanzas, que a lo mejor nos acompañaba la suerte? No servía de nada mentirle.

"Por favor, cuídate. No te pongas al alcance de ellos, no te arriesgues.

Sobre todo no te mueras. Por favor".

      Eso es lo único que pude escribir a Snape, después de muchos meses sin verlo. Me respondió contándome que estaba en el bando de Dumbledore, que tenía que arriesgarse para servir de alguna ayuda. Quería volver a verme. Y yo no deseaba otra cosa, pero decidí esperar.