Cyan Souls

Capítulo 1

Tras terminar aquella reunión a la que obligatoriamente debían asistir la docena de deidades más poderosas de los reinos oníricos; Yue, la hermana mayor y Tsuki, la menor, se apartaron hasta un balcón desde donde se podían contemplarlas grandes colinas verdes y la cordillera en el horizonte aquella tarde.

– ¿Para qué me hiciste llamar a este punto apartado, hermana querida?

La mayor apoyó los codos sobre la baranda estando de espaldas a la misma. La menor sabía que debía medir bien sus palabras pues no era tan impetuosa o irreverente como su hermana pero al final se decidió por ser directa:

– Yue, me enteré de lo que les hiciste a esas mortales. Quiero que lo corrijas enseguida.

Yue se le quedó viendo casi sorprendida... Casi nunca nadie y ni siquiera su amada hermana se atrevía a hablarle así. A ella, una de las deidades con más poder que alguna vez haya existido.

– Querida, las deidades somos seres caprichosos y eso ya deberías saberlo.

– Sí, pero muy pocas son tan malvadas como vos.

– No tiene caso que nos peleemos por lo que le pase o no a unas mortales, ¿no te parece?

Se levantó un viento que hizo "volar" el cabello plateado de Yue. En muchas otras circunstancias sólo esta escena le hubiera parecido hermosa a Tsuki pues ella como tantos otros admiraban casi todo de Yue, incluyendo, cómo no, su gran belleza física.

– No se merecen lo que les hiciste.

– ¿Por qué te interesan tanto esas mortales? Son tan efímeras e insignificantes como cualesquiera que sean humanas.

– Eso no importa, Yue... ¿pero vas a comportarte siniestramente sólo porque te rechazaron...?

Yue entonces se dio media vuelta mirando hacia ningún lugar en específico del bello paisaje que tenían las hermanas frente a sí.

– Oh hermana querida, ya sabes que a mí nadie me rechaza... No sin pagar unas terribles consecuencias.

– Quería creer que eras mejor...

Entonces Yue se acercó a Tsuki, la agarró el mentón y la besó con suma brevedad. Luego se retiró del balcón no sin antes advertirle a su hermana; la mujer a la que amaba:

– Je, trata de ayudarlas si quieres pero así sólo te vas a desesperar más aún.

Tsuki apretó los puños. Hoy, como sólo otras escasas veces; detestaba y amaba a su esposa a partes iguales…

En aquel sueño Yue se le había presentado a aquella bella mujer mortal con la intención de poseerla sexualmente pero la mortal al negarse provocó la ira de su hermana la que la castigó de una forma verdaderamente terrible... Aquel sueño ya había sido olvidado por la mortal pero que ahora sufría lo indecible junto a su propia amada…