Cyan Souls
Capítulo 2:
Shizuku lagrimeaba sin consuelo recostada sobre su cama ante el sufrimiento de sus amigas. Y lo peor es que al parecer nadie podía hacer nada por remediar esta terrible situación... Ni siquiera la Galena Real, Takako. Runa y Shizuku eran aprendices de médicas tuteladas por la mismísima Takako y desde hace ya un año que trataban de encontrarle cura al terrible mal que sufrían la reina de Saint Michael, Yuuna, y la consorte real, Nanami... Shizuki empatizaba mucho con ellas porque de sólo imaginarse que no podía tener contacto físico con Eris sin sufrir quemaduras en la piel la aterraba. No es que las quemaduras fueran físicas sino que aparentemente era todo mental o psicológico pero no por eso eran menos real: desde hace ya un año Yuuna y Nanami no podían tocarse sin sufrir su contacto piel con piel... Lo más extraño del asunto es que sólo pasaba entre ellas. Si la reina o la consorte por ejemplo acariciaban la piel de alguien más sólo sentían una caricia normal... En cambio si intentaban hacer lo mismo entre sí sentían que se les quemaba la epidermis como si tocaran una superficie al rojo vivo. Takako hizo venir a médicos de todos los reinos vecinos y más tarde de todo el continente pero nadie pudo hacer nada por curar semejante afectación. Lo peor del asunto es que esto estaba terminando de arruinar el estado anímico de las reinas... Nanami empezaba a verse algo demacrada y aunque Yuuna lo soportaba apenas algo mejor igual se le notaba todo el estrés y el sufrimiento que sentía en los ademanes a veces violentos que profería para los demás e incluso para con sus seres queridos cuando antes con todo el mundo mostraba el debido respeto. Yuuna entonces muy a su pesar decidió apartarse de Nanami y Nanami hizo lo mismo para con Yuuna. Verlas era como estar en presencia de unas muertas en vida. Pese a todo Yuuna seguía atendiendo sus deberes reales que era casi lo único que la mantenía pensando en algo o en alguien que no fuera en Nanami. Pero todos, incluso la pareja, se daban cuenta de que no podían seguir así por mucho tiempo sin comprometer la buena calidad o predisposición de sus deberes reales... Sólo era cuestión de tiempo antes de que Yuuna cometiera errores que le podrían resultar muy caros a la buena administración del reino.
En la sala de enfermería del palacio real...
– Rena, Runa, esto es desesperante... ya probamos de todo y no dimos con nada efectivo para una cura... o para palea el malestar de las reinas...
Se quejaba Takako dando vueltas por la gran sala repleta de distintos medicamentos.
– No, te equivocas, no probamos todo aún...
Le respondía Rena pensativa.
– ¿A qué te refieres, Onee-Chan?
Le preguntó Runa. Takako se detuvo y miró a Rena esperando a que prosiguiera con lo que tuviera que decir.
– Piénsenlo bien: las reinas están a mitad de sus treinta, ambas siempre fueron saludables física y mentalmente… ¿y les viene a ocurrir algo así de repente sin ninguna explicación aparente...? Siendo así tengo la hipótesis de que alguien les...
– Ni lo menciones...
Le cortó Takako.
– ¿Qué están suponiendo ustedes?
Les preguntaba Runa y Rena terminó la frase:
– Sospecho que alguien les echó una maldición a las reinas.
– ¿Cómo es posible? ¿Qué clase de magia podría ser? Está comprobado que las energías mágicas de nuestro mundo en la actualidad son muy débiles y que sólo se pueden emplear magias sutiles... Ya desde hace una infinidad de tiempo que ninguna magia es particularmente más poderosa que otra y que en todo caso se puede detectar algo como una maldición con los equipos médicos actuales como los que disponemos acá y ahora.
Iba diciendo todo esto Takako sin poder creérselo.
– No lo sé, pero es muy probable que sea una magia arcana... y por ende muy poderosa...
– Si es así, ¿quién pudo haber hecho algo tan cruel? ¿Y para qué...?
– Buena pregunta, Runa, si hayamos a el o los culpables puede que hallemos la forma de revertir o anular la maldición que pesa sobre Yuuna y Nanami.
Aseveró Rena.
– Si eso es correcto... ¿cómo empezar a buscar al culpable?
Preguntaba Runa ahora tan pensativa como su hermana. Pero con esta nueva hipótesis en la cabeza Takako se temió lo peor...
– Una maldición tiene que ser tan fuerte como el que la ejecuta... entonces... ¿el que echó la maldición podría llegar a ser...?
Iba concluyendo Takako y dicha conclusión no le gustaba nada.
– ¿Un ente suprahumano...? ¿Es decir... una deidad...?
Dedujo Rena. Y Takako mucho se temió que dieron en el blanco.
