Unidos por la sangre
Por Nochedeinvierno13
Disclaimer: Todo el universo de Canción de Hielo y Fuego es propiedad de George R. R. Martin.
Esta historia participa en el Drabblectober de "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 3.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".
Prompt: Sombra.
I
Ellos
Te encuentras en Pozo Dragón presenciando una boda que preferirías evitar.
Del techo pende el cráneo de Balerion el Terror Negro; bajo éste, en una plataforma improvisada, cientos de velas se ahogan en sus charcos de cera mientras proyectan sombras monstruosas en las paredes.
Encuentras más interesante esas formas grotescas, retorcidas, que la perorata del Septón que oficia el enlace. Los novios están allí, pero es como si no estuvieran. Aegon no la mira y Helaena lo mira sin mirar.
«¿En dónde estará tu mente?» te preguntas, pero sabes que nunca conocerás la respuesta.
Helaena vive en su propio mundo. Un mundo caótico y extraño, donde el pasado, el presente y el futuro convergen de forma singular.
Al principio, pensaste que tu hermana deliraba. Era más fácil dejarse llevar por la opinión de Aegon que desentrañar el significado de sus palabras. «Está loca» y «es patética», decía él. Luego, comprendiste lo que en verdad es.
Una soñadora.
Como Daenys, quien soñó con la destrucción de Valyria mucho antes de que sucediera.
Única.
Especial.
«Y ahora es de Aegon», piensas con rencor.
Él no la quiere. Ni como esposa ni como hermana. Y, sin embargo, tu madre se la entregó para seguir con la tradición de los Targaryen. Una tradición que no comparte, pero que debe seguir si quiere que Aegon se siente en el Trono de Hierro. Hermano con hermana, sangre con sangre, en una unión destinada a la infelicidad.
Y en un futuro no muy lejano, eso va a suceder.
Todos lo saben.
Es cuestión de tiempo para que tu padre muera. Está viejo, gordo y nunca ha tenido una salud de roble. Los excesos se han apoderado de él desde que Balerion murió y no quiso reclamar a otro dragón. No llegará a viejo. Helaena te lo dijo y tú le crees. Ella nunca se equivoca.
Y cuando Aegon sea coronado, ella se convertirá en su reina y tu lealtad será puesta a prueba. ¿Qué pesa más en tu corazón: el deseo por tu hermana o el deber para con tu hermano?
—¿No me felicitas? —El aliento cálido de Aegon te roza la mandíbula. Lo miras con tu ojo sano, aunque tu pupila quiere encontrar a Helaena, quien se besa con tu madre—. ¿Hermano…?
Sales de tus cavilaciones y respondes.
—Felicitaciones, hermano —contestas.
Te inclinas para besarlo en las dos mejillas.
No es necesario que le digas que su matrimonio será próspero, que la Madre los bendiga con hijos sanos y fuertes que fortalezcan la dinastía Targaryen. No son las palabras que quieres decir y no son las palabras que Aegon quiere escuchar.
Pero sí se las dices a Helaena para mitigar un poco de la tristeza que reflejan sus ojos. «No lo quiero. Nunca lo querré como a ti», te dijo la noche anterior antes de besarte.
—Hermana —dices—, que los Siete bendigan este matrimonio y… —Las palabras se te atoran en la garganta.
Te preguntas la razón, si siempre has sido bueno en el arte de fingir.
