Suspira.
Ella sabe que en poco tiempo deberá detenerse. Ellos están detrás suyo, como si ella fuera un animal y ellos unos cazadores. Su corazón se acelera y no es por el cansancio ni la fatiga... es por sentir otra vez.
Se detiene, no necesita palabras. Es mejor dejar este asunto por una vez, lo sabe.
—¿Por qué supones que me uniré a ti?— frena de una vez por todas, mas no voltea su cuerpo del todo; sólo gira su rostro. Kunai en mano y hace el primer contacto visual con él.
—Porque en estos momentos estás sola, intentaste huir de Akatsuki y sabes que nos conviene a los dos.
Ríe, levemente, pero lo hace. Esto le resulta hilarante.
—¿Y si no quiero qué harás, Sasuke Uchiha? Eso de necesidad, no me parece recíproco. Además, no es como si yo lo hubiese intentado, ¿sabes?
Gruñe, ella ya lo sabía: él es tan fácil de leer, no necesitas conocerlo como a la palma de la mano como ella lo hace como para saber cuál será su siguiente acción.
—Acabamos de formar una alianza con Akatsuki— dice Uchiha, arrastrando las palabras—. Su condición fue que te encontráramos antes de que consiguieras salir del país, y la mía que, si lo hacía, te unirías a mí.
—Vaya. Es redundante tanta individualidad— al fin, gira su cuerpo completamente y los ve. Taka. Es increíble lo estúpidos que se ven, se parecen a su grupo de amigos de la academia: un puñado de inadaptados; lo curioso de esto es que tres tuvieron fuertes lazos con ella, así que sí, son como sus amigos inadaptados de la academia, pero versión renegada y/o alterada por Orochimaru—. En fin, no soy un objeto, esto es suficiente para mí, adiós. Si me fui de Akatsuki es por algo.
Sabía que el asunto no quedaría terminado ahí. Incluso cierta sonrisa de malicia se le esbozó al ver que tenía razón. Los ojos de ella cambian de azul a rojo y tres aspas rodean su pupila: ella activa su sharingan y él, el suyo. Esquiva su chidori y lo sorprende por atrás con lo mismo. El señuelo desaparece y un verdadero Sasuke copia la acción de ponerse a espaldas a su oponente. Ambas manos portan el chidori y las mismas manos están a cada lado de su cintura. Salta, queda sobre un árbol de nueva cuenta y prepara arco y flecha. Mira la expresión de Sasuke, sabe que se ha acabado. No duda y lanza la flecha con explosivo apuntado a su hombro izquierdo, explota. Está detrás de ella otra vez y se lanza de nueva cuenta al suelo, pero no alcanza a poner una flecha en el arco, ha sido lenta, se ríe de nueva cuenta,y él toma su momento de estupidez como una oportunidad para tomar sus manos e inmovilizarla. Caen boca abajo y él pone un kunai en su cuello.
—Vienes conmigo— articula, claramente y con la voz con una pizca de orgullo.
Ella sonrió con ironía una vez más. Claro que había perdido a propósito.
No hay movimiento que lla haga, que sea en vano.
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Da una tercera calada al cigarrillo y la deja salir de sí, después, Suigetsu y Karin se sientan a su lado, ella le toma su mano libre.
—Ha pasado mucho tiempo— dice Karin, mirándola, apretando su mano, como si tuviera miedo de sus propias palabras.
—Bastante, diría yo— le dedica una sonrisa—. La última vez que te vi tendría unos... ¿trece años, supongo? Y a ti, Suigetsu, creo que unos quince.
—Es bueno verte otra vez— dijo él, divertido. La chispa de él siempre le divertía.
—En serio que han pasado demasiadas cosas— repuso la pelirroja.
—Ni que lo digan— termina el cigarrillo, y aunque podía, no enciende otro. Ellos la miraron insistentes, y les termina dando uno a cada uno.
La primera persona que le dio un cigarrillo a ella, fue, precisamente, Suigetsu.
—¿Has extrañado nuestras reuniones nocturnas?— comentó él, alzando las cejas.
—Por lo que más quieras, no— suelta una carcajada que fue reprimida por una mala mirada de Karin, la cual apuntaba también con su dedo a Sasuke y Juugo dormidos a unos metros debajo de ellos—. No pretendo ofenderte, amigo mío, pero no es que lo hicieras de una manera magistral. Sólo es grande.
Karin ríe aún peor que ella. Ella la sigue. Suigetsu bufa.
—Pandora, ¿qué has hecho estos años?— Suigetsu suelta la pregunta sin más.
La expresión de duda no se puede ocultar en su rostro.
—Mucho y nada, realmente— se limita a decir.
Para ella las mentiras nunca acaban.
Karin se despide y baja del árbol nuevamente, para dormir.
—Lo que dijiste, ¿fue en serio?— no cabe duda de que el ego herido de los hombres valía oro.
—Totalmente— responde Pandora, tranquila.
Suigetsu la besa pero no pasa nada más de ahí. Ella lo mira, vacilando, después ríe otra vez. Se dan un corto abrazo.
Las conversaciones con Suigetsu le daban ánimos durante su pesada estadía en la guarida de Orochimaru, y durante ese año alejados, lo extrañó. Podría llegar a considerarlo un mejor amigo, pero no estaba segura del título, las cosas entre ellos eran bastante extrañas y no era de gran experiencia con los amigos. Sin embargo, jamás podría verlo con otros ojos. Las cosas que hubieran pasado eran meramente carnales y ambos sabían que ahí se quedaban.
—Escucho ruido y no son ronquidos— pronuncia ella, lenta y cautelosamente—. Ve a dormir, Suigetsu— dice un poco más fuerte.
—Pero...
—Vete a dormir— responde ella, su mirada ha cambiado, tal como me gusta verla. Sedienta. Deseosa. Otra.
Se va sin más, al encuentro de lo aparentemente desconocido.
No tarda demasiado, no es como si el rastreo se le dificultara. Arco y flecha en mano, sus ojos incendiados y el aura emanándole.
Preparada para matar. Lista para derrotar. ¿Fuerte para afrontar? Tal vez no.
Entonces los mira. Traga saliva. El pasado la golpea otra vez.
—Hayato, Dayaki— la frente en alto y palabras que no tiemblan, aunque por dentro no sea más que una niña que llora.
Mira a sus antiguos compañeros del equipo tres y ellos a ella.
—Danos los documentos o seremos los últimos a quienes verás— dice el más alto, Hayato.
—Los quemé— responde Pandora, sin miedo.
—Entonces, se acabó.
Estaban muy equivocados, a ella ni siquiera le tomó un minuto.
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Vuelve, todos siguen dormidos. Se permite llorar. Tantos reencuentros la habían golpeado sin previo aviso. Recuerdos, memorias, que había intentado bloquearse a sí misma.
Lo prefiere así.
Porque mostrarse débil es ser cobarde, lo había aprendido desde que fue abandonada a su suerte.
Los demás se aprovechan si no eres fuerte, en cambio, si lo eres, te temen.
Ella estaba y está rota por dentro.
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¡Hola! Creo que al menos es la tercera vez que publico este fic. Incluso tienen uno similar publicado en mi perfil, a partir de ese estoy editando para traer esta versión más reciente 3 no borro el anterior porque tiene cierto pedazo de mí que luego les contaré.
Es mi regreso a la plataforma después de creo, 3 años, y con este fic que lleva unos doce años en mi cabeza... simplemente, ya no me dejaba dormir. De un tiempo para acá no puedo dejar de pensar en este fic... y aquí me tienen. Es mi último intento de publicarlo 3
Nightmare's gone.
