Al final me salió más largo de lo esperado, pero una vez comienzo a narrar un momento, tengo que dejar que fluya. Lo contrario sería "matarlo" y no me veo capaz. Espero que les guste.

Nota: Los personajes son de la grandiosa mangaka Rumiko Takahashi. La historia es un pedacito de mi inspiración que quise compartir con ustedes.

LUZ DE ESTRELLAS

Tal vez suene tonto lo que pienso, pero me gusta observar las estrellas, me gusta muchísimo. Y no es la primera vez que me cuestiono el por qué de esa fascinación mía con puntos luminosos que no deberían significar nada para mí. Quiero decir, no hacen nada y nunca lo han hecho, solo estar ahí.

Supongo que es justamente el hecho de que siempre hayan estado ahí, a pesar de los años. Esa constancia propia de ellas. Me han acompañado durante toda la vida y observarlas fue durante muchos años lo que me otorgó paz en las noches solitarias y frías. No creo en eso de pedirles deseos a las estrellas, pero, tal vez hasta cierto punto inconscientemente, siempre les pedía que mis noches no resultaran tan solitarias.

Ahora que lo analizo con más detalle y con un punto de vista más abierto a emociones que antes rehuía, creo que mi fascinación por las estrellas era algo así como un presagio de lo que sería mi futuro. Encontré la más plena de las felicidades en una mujer con nombre de estrella después de todo.

En este momento, la brisa suave de la noche naciente trajo su aroma a mí, acompañado de otro al que todavía no me consigo acostumbrar, no porque no sea querido, sino porque nunca pensé que mi felicidad pudiera llegar a personificarse, y menos de esta manera. Bajo del árbol en el que me encontraba sentado para encontrarme a mi esposa sosteniendo a mi pequeña hija. Ayer cumplió sus primeros siete ciclos lunares y en serio cuesta determinar a cuál de nosotros dos se parece más. Supongo que tiene mucho de ambos.

—Inuyasha, —escucho su voz cantarina y risueña—mira quién ha despertado. Me parece que esta noche tampoco dormiremos mucho.

—Según me dijiste hace una semana, le están saliendo los dientes, así que es normal que esté inquieta.

—Lo sé, pero saberlo no hace que desaparezca, o que nos permita dormir más que un par de horas al día.

—Será mejor que tú vayas a tratar de descansar. Hoy tuviste varios exorcismos que realizar, además de los múltiples partos de las aldeanas.

—Tú también necesitas descansar. Anoche no dormiste nada porque Moroha quiso jugar toda la noche.

—Tranquila, voy a pasear un rato para dormirla y regreso a la casa.

—¿Estás seguro?

—Sí. Ahora ve a descansar.

—De acuerdo.

Kagome besa a Moroha en la cabeza y me la entrega para luego alzarse en las puntas de sus pies y besarme a mí.

—Pero no tarden.

Cuando la veo regresar a la cabaña, vuelvo a subir al árbol en el que estaba hace un rato, lo que hace que mi hija lance carcajadas y mueva sus brazos por la alegría. En eso se parece mucho a mí, le gusta estar al aire libre.

—Bueno, Moroha, ves eso en el cielo. Se llaman "estrellas". —las señalo—Siempre las he observado, pero solo ahora me di cuenta de que eso del destino que habla tu madre a veces puede ser cierto. Siempre observé las estrellas, y, al final, la vida me dio la mía propia.

Siempre estaría bañado por la luz de las estrellas, o al menos de una en particular, y me aseguraría de que esa luz, esa felicidad, cada día se multiplicara.