[One-shot]
Daini batan
—Kaigaku K. & K. Hanako—
—Hanako, no tengo problemas con que… ya sabes, te gusten los chicos… aún si son casi de mi edad, bueno, con eso último sí tengo un conflicto —admitió por lo bajo—. Pero, ¿por qué él?
Disclaimer:
Kimetsu no Yaiba © Koyoharu Gotōge
Daini batan © Adilay Fanficker
Advertencias: Inspirado en Kimetsu Gakuen.| Un poco de OOC.
Aclaración: Este fic participa en el FLUFFTOBER 2022 realizado por la página en Facebook: "Es de fanfics".
Día 22: Graduación.
Notas:
A decir verdad esta ship me la saqué de la cabeza, pero hasta hace poco descubrí que había más quienes los shippeaban, y eso me alegro.
NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.
•
Lo único que todos sus amigos sabían, era que ese día, Tanjiro Kamado le había pedido a su cuñado Zenitsu que cuidase de Nezuko, que la acompañase a casa y no dijo nada más a nadie.
Salió de la escuela rapidísimo eludiendo a todos los profesores como si fuese un ninja combinado con un corredor profesional de campeonato.
Nadie lo sabía, pero minutos antes, un mensaje de texto llegó a su teléfono. Era una chica que casualmente iba a su panadería y le mandó una foto por el chat privado de Instagram:
"¿Qué diablos hace tu hermanita aquí?", adjuntó la imagen de Hanako, luciendo un vestido que jamás le había visto, además de un suéter y una mochila, y en presencia de la graduación de una escuela que ni siquiera era la de ella.
Lo "peor" es que iba maquillada… y no es que eso fuese malo, pero ella aún era muy menor para eso, además de que se veía exageradamente maquillada, como si quisiera dar la apariencia de ser mayor.
¿Qué hacía Hanako ahí?
Hanako había faltado a la primaria de Kimetsu ese día, supuestamente porque le dolía el estómago.
¿Cómo es que había salido de casa y además con esa apariencia? ¿La madre de ambos sabía que ella estaba a casi una hora de su hogar en una escuela donde no era alumna?
No quiso llamar a sus padres; no quiso preocuparlos. Pero seguramente lo harían en cuanto la directora Ubuyashiki marcase al número de su casa para informar que él había escapado de la nada.
Su teléfono sonó cuando Tanjiro entró al vagón del metro que lo llevaría cerca de la escuela donde estaba Hanako. Pero, por educación a los demás pasajeros tuvo que negar la llamada y en lugar de eso, mandar un mensaje de texto a Kanao, quien había efectuado dicha llamada.
"No puedo hablar ahora. Debo ir por Hanako. No sé qué hace en una escuela que no es suya, pero lo averiguaré. Por favor, que mis padres y Nezuko estén tranquilos. Los llamaré cuando encuentre a Hanako".
Se guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y por primera vez en su vida dejó en paz al pervertido de los trenes.
Apenas llegó a la estación, Tanjiro salió caminando rápido en dirección a esa escuela, la cual, también era una academia con primaria, secundaria y preparatoria.
La graduación, por lo que leyó en el cartel, era para los graduados de secundaria que iban a pasar al siguiente escalón, por lo que no era nada muy emotivo, más bien, algo puramente formal.
Debía apresurarse.
—¡Alto! ¿Quién eres tú? —le detuvo el guardia que estaba en la entrada.
—Escuche, yo… vine por mi hermana… ella, está aquí y necesito verla.
—Ah, ¿eres familiar de uno de los graduados?
Diablos… diablos… ¡vamos! ¡Puedes mentir! ¡Puedes mentir!
—¿Para qué otra cosa estaría aquí? —preguntó esforzándose para que su cara no hiciese gestos delatores.
—Mmm, de acuerdo; pasa, pero no causes problemas, ¿oíste?
—Sí, señor. Gracias.
Sintiendo las miradas de algunos de los alumnos, pues no era para nada normal que el alumno de otra escuela estuviese merodeando por la de ellos, Tanjiro se paseó por algunos sitios hasta que localizó a Hanako.
«Dios, ¿qué se hizo?» se preguntó a sí mismo cuando se iba acercando a ella, sólo para darse cuenta de qué tanto maquillaje se había puesto encima.
Labios demasiado rojos. Mucho delineador negro y rímel. Sombras en sus párpados de color morado. Sus mejillas lucían exageradamente rojas y su cara se veía más pálida que su cuello.
Oh, dios.
Tanjiro no se consideraba un experto en maquillaje, pero estaba seguro que todo ahí estaba mal. Además, Hanako aún era demasiado joven, ¡una niña!, para hacer ese tipo de cosas.
«Es hora de volver a casa, Hanako» pensó severo, aproximándose.
Lo que le hizo detener sus pies, fue ver a aquel PERSONAJE acercarse a Hanako.
¿Qué demonios?
Sí, literalmente.
Demonio.
A Tanjiro se le paralizó el corazón cuando presenció cómo su hermana menor, en lugar de correr en dirección opuesta a la de ese tipo, se apresuraba para encontrarse con él, ¡y abrazarlo!
¡Ese…! ¡Ese…!
¡Descarado! ¡Degenerado!
Kaigaku Kuwajima, el primo de Zenitsu, quien le hacía la vida imposible al pobre rubito desde que este tenía memoria.
»Pienso en él como si fuese el torturador que nunca le pedí a Santa Claus —dijo alguna vez Zenitsu, cuando hablaban del tipo.
Tanjiro sólo le había visto un par de veces en su vida. Todas ellas en la casa donde Zenitsu vivía con su abuelo materno y su primo. Y en todas ellas el sujeto le parecía una alerta sísmica andante.
«¿Cómo se atreve a hablarle a mi hermana menor? ¡Además de ser un fastidio para Zenitsu también es un pedófilo!» se asustó al creer que su querida Hanako ya estuviese perfectamente manipulada para ser la esclava de ese maldito.
¡No! ¡No iba a permitirlo!
Kaigaku era un año mayor que él mismo y Zenitsu, 16 años; por otro lado, su hermanita apenas tenía 12 años, estaba a punto de entrar a secundaria. Vale, no era mucha la diferencia, pero ese tipo ya era un adolescente (con su propio record de buscapleitos) y su hermanita seguía siendo una niñita que veía películas de princesas.
Sabrá Kami-sama todo lo que ese aspirante delincuente de grandes ligas tenía en la cabeza ahora mismo considerando todo lo que Tanjiro sabía de él por Zenitsu.
»¿Playboy? ¿Qué es "Playboy"? —preguntó Tanjiro cuando Zenitsu le dijo que Kaigaku tenía revistas Playboy en su armario.
Él de pura casualidad había encontrado aquello cuando el abuelo le ordenó recoger la ropa limpia y llevarla a donde pertenecía cada prenda; entre ellas, estaban algunas playeras y camisetas de Kaigaku, las cuales, llevó al armario de su dueño y ahí estaba.
»E-e-esto —el chico, temeroso y algo ansioso, sacó de su mochila una revista que hizo a Tanjiro enrojecer de pies a cabeza, y fruncir el ceño de Inosuke.
»¡Lo sabía! ¡Las chicas tienen sus ubres como las vacas!
»¡Cállate, idiota! ¡¿Quieres que los profesores nos descubran?!
»Y las chicas no tiene ubres, Inosuke… son… pe-pechos… —musitó Tanjiro.
Además de posible delincuente, el tipo era un pervertido.
Decido a alejar a su hermanita de él y avisarle que si lo veía cerca de ella otra vez, iba a…
¿Lo podría demandar?
Daba igual.
Tanjiro a medida que se acercaba, vio cómo Kaigaku parecía sonreírle a Hanako; ¡ella lo abrazó!
Un instinto asesino muy familiar le recorrió la columna a Tanjiro.
Luego, Kaigaku rompió dicho abrazo para buscar algo en uno de los bolsillos de su pantalón. Del izquierdo sacó lo que parecía ser un paquete de pañuelos desechables y con uno, le limpió los labios a Hanako, que se dejaba.
¡Oh, no! ¡Ahora ella lo miraba como Nezuko a Zenitsu!
¿Qué diablos pretendía Kaigaku? ¿Acaso planeaba besarla?
¡Será degenerado!
Kaigaku trató de limpiar también el maquillaje de sus párpados, pero no hubo mucho que hacer con eso; realmente Hanako se había maquillado demasiado.
Ambos reían y parecían llevarse bien.
Era tan raro y alarmante ver a Kaigaku sonreír tan abiertamente para Hanako que, si no supiese de él por Zenitsu, Tanjiro creería que el tipo no planeaba nada malo.
—¡Hanako! —exclamó firme, llegando por fin hasta ellos, que al verlo, tuvieron diferentes reacciones.
Kaigaku borró toda señal de buen humor y lo vio con cierta rabia.
¡¿Entonces sí planeaba hacerle algo raro a su hermanita?!
Hanako por otro lado se sorprendió y hasta pareció asustarse.
¡¿Asustarse de él y no de ese idiota?!
—¡Hermano! —dijo ella llevándose sus manos a su pecho.
—¿Hermano? —masculló Kaigaku entrecerrando su ojos sobre él.
—¿No lo sabías? —preguntó Tanjiro hacia Kaigaku, sin tenerle ni una pizca de miedo—. Me pregunto si es así.
—¿De qué hablas? —Kaigaku espetó.
—Hermano, ¿qué haces aquí?
—Es lo mismo que yo quiero saber, Hanako —le preguntó con dureza a ella, que se contrajo en su sitio—. ¿Es este tu "dolor de estómago"? ¿Mamá y papá saben que estás fuera de casa? ¿Qué haces aquí?
O mejor dicho: ¿qué haces con este delincuente?
—Yo sólo…
—Oye, cálmate como-te-llames. Vino conmigo y la acompañaré hasta su casa.
—¿Y tú quién demonios eres? —Tanjiro se enojó en serio—. ¿Quién carajos te crees? ¿Acaso pretendes a mi hermana menor? ¿Si sabes que es mucho menor que tú, no?
—Tanjiro —musitó Hanako sorprendida por su lenguaje, y por lo que había dicho.
—Te aviso que ella es apenas una niña de primaria, así que si le tocas un solo cabello, te destriparé vivo.
Esas eran palabras que Tanjiro Kamado no soltaba a la ligera. Y aunque parece que Kaigaku se intimidó un poco, rápido regresó a su postura usual de tipo-duro. Porque hasta sonrió.
—Ah, ya te recordé. Eres uno de los amigos de Zenitsu, ¿no? Me pregunto cuánto te habrá contado sobre mí y su terrible infancia invadiendo mi espacio personal, robando mis cosas; mis revistas en especial.
—No quieras desviar mi atención —le advirtió, no queriendo recordar la revista Playboy que, en efecto, Zenitsu tomó de sus cosas—. ¿Qué pretendes con mi hermana?
Kaigaku alzó una ceja.
—¿Tengo que pretender algo?
—Tanjiro —masculló Hanako, todavía oculta con sus manitas temblorosas.
—¿Qué hace ella aquí? ¿Y vestida y maquillada de esta manera?
—Tengo una idea. ¿Por qué no se lo preguntas tú mismo a Hanako? —entrecerró sus ojos—, no sabía que había salido de su casa sin permiso.
Incluso la llamaba por su nombre, vaya desvergonzado. Y por supuesto que no le creía lo último.
—Le preguntaré, en casa, lejos de ti. Vámonos, Hanako.
Sujetó firme el hombro de Hanako, que se descubrió la cara para ver cómo Tanjiro la hacía caminar hacia la salida del instituto.
Una parte de ella quiso rebelarse contra esto, pero la otra, no pudo siquiera rechistar. Lamentablemente esta última ganó y completamente apenada se dejó guiar de vuelta a su hogar.
Tanjiro era su hermano mayor; Hanako lo quería y respetaba. Él se preocupaba por ella. Pero precisamente por esta forma de protegerla, Hanako no solía contarle muchas cosas de sí misma.
Ella misma había visto lo mucho que le costó a Tanjiro aceptar que uno de sus mejores amigos estuviese cerca de Nezuko. A quien Tanjiro protegía el doble que a ella, algo que a Hanako aún le hacía sentir un poco celosa.
Nezuko siempre fue la más bonita. La más agradable. El orgullo de Tanjiro.
Por otro lado, no entendía su comportamiento, Kaigaku no era un mal chico. De hecho, Hanako aún no entendía de dónde Tanjiro lo conocía y por qué lo había tratado así, como si fuese un ladrón, recién salido de una cárcel de máxima seguridad.
Y no tuvo el valor de preguntarle nada de eso.
Este era un camino muy largo y silencioso.
Desanimada, Hanako siguió caminando con su hermano hasta que llegaron a un parque cercano a su hogar, donde, como ella lo predijo, su hermano la hizo entrar y sentarse en una de las bancas cubiertas por la sombra de los árboles.
—¿Estás bien? —preguntó él, un poco más relajado—. ¿Ese tipo te hizo algo indebido?
—¿Qué? ¿De qué hablas, hermano?
—Hanako —suspiró—, ese tipo tiene muy mala reputación; es un buscapleitos y un violento. En la televisión hay programas que te dicen que ese tipo de chicos pueden ser buenos, pero no es así. Relacionarte con él no es una buena idea.
Hanako pensó enfadada:
«¿Ahora como Nezuko ya no necesita que tú la sobreprotejas ahora vas a molestarme a mí?»
Desviando su mirada, ella apretó la falda de su vestido con ambas manos.
—No somos novios.
—Pero a ti te gusta.
Sonrojándose, ella no lo negó. Y no pensaba hacerlo.
Sí, a ella le gustaba él.
—¿Cómo lo conociste? —preguntó Tanjiro.
No asistían a la misma escuela, y Tanjiro estaba seguro de que jamás la había llevado con él cuando iba a casa del abuelo de Zenitsu.
—Lo conocí por Mukago y Rui —respondió Hanako sin mirarlo.
—¿Quiénes son Rui y Mukago?
Enojándose más por percibir en Tanjiro una sobreprotección irracional que no tenía motivos si es que ni siquiera se había preocupado antes por su círculo de amigos hasta que la vio con Kaigaku, Hanako apretó un poco sus labios.
—Mis amigos —respondió Hanako, todavía cabizbaja—. Vamos a los juegos de arcade a menudo y ahí lo conocimos.
Por su lado, Tanjiro ni siquiera era capaz de pensar en lo que Hanako estaba meditando sobre él y su actuar.
No quería pecar de sobreprotector, a pesar de que lo estaba haciendo sin darse cuenta, pero ver la facilidad con la que ese tipo de chicos problemáticos parecían entrar al grupo de amigos de su hermana menor, Tanjiro se dijo que el mundo no le ponía las cosas fáciles.
—Y… ¿desde hace cuánto que lo conoces?
—Desde hace dos, no, tres meses.
—Mmm, ¿y cómo es él como amigo?
Si él se atrevía a pedirle fotos íntimas a su hermana, Tanjiro no llamaría a la policía, sino a una morgue.
—Pues, jugamos mucho en los juegos de arcade, a veces comemos helado y por lo regular hablamos mucho por Facebook.
De su mochila, Hanako sacó su celular; lo desbloqueó abriendo la aplicación de mensajes, donde le mostró a su hermano sus conversaciones con Kaigaku.
Al parecer, él no estaba muy seguro de quererla en su graduación, pero Hanako había insistido.
Y ahí descubrió que ella mintió a su familia.
Hanako puso en el chat que su madre sabía que ella iría a ese evento, y lo aprobaba. Lo que Kaigaku aparentemente no supo fue que Hanako no sólo fingió estar enferma del estómago sino que además se había fugado de casa.
Sabiendo la reprimenda que ambos se iban a llevar, sobre todo ella, Tanjiro no la cuestionó sobre las mentiras. A él le preocupaba muchísimo otra cosa.
—Hanako, no tengo problemas con que… ya sabes, te gusten los chicos…
«No tendrías problemas conmigo si Nezuko no tuviese novio ya» pensó Hanako aún fastidiada.
—Aún si son casi de mi edad, bueno, con eso último sí tengo un conflicto —admitió por lo bajo—. Pero, ¿por qué él?
Hanako alzó los hombros. No pensaba en darle ninguna respuesta.
Tanjiro suspiró, sacando a colación un último tema a tocar… por el momento.
—¿Te lo dio, verdad?
—¿Mmm?
—Su daini batan.
El daini batan era más que el segundo botón de una chaqueta. Era casi una promesa, un compromiso; algo sumamente íntimo que por lo regular hacían las parejas.
—Yo se lo pedí —dijo Hanako como si eso tuviese que hacer sentir mejor a Tanjiro.
—Hanako —masculló él preocupadísimo—. Hanako, en serio.
—¿Quieres ya parar? Él no es un monstruo, Tanjiro. Jamás me ha hecho daño ni dicho nada malo.
—En tres meses no conoces a nadie realmente —le expuso un punto sumamente válido—. Y menos a él. ¡Sólo…! —suspiró, no queriendo exaltarse demasiado y asustar a Hanako; en realidad es que ella estaba experimentando otras emociones negativas con esta conversación y miedo hacia Kaigaku no era—. Escucha, te lo digo porque te quiero: no albergues muchas esperanzas en él, y… en cuanto al daini batan… haz lo que quieras con él, pero no te lo tomes muy en serio, ¿de acuerdo?
Negándose hacer eso en silencio. Hanako lo miró haciendo un puchero.
—De acuerdo —mintió otra vez.
—Bien —Tanjiro le besó la frente—, anda, vamos a casa. Seguro mamá tiene muchas preguntas que hacer.
—¿Le dirás dónde estaba?
—Sí. Lo siento, Hanako.
Tanjiro la tomó de la mano, y no perdió detalle en que Hanako no quería devolverle el agarre. De hecho, ella estaba tensa, claramente enojada. Pero él estaba seguro de que había actuado bien por su protección.
Se adentraron a la morada de los Kamado, donde, Hanako no sólo obtuvo el sermón más largo de toda su vida, sino que además se le impuso un castigo por mentir y salir de casa sin permiso con un desconocido: nada de celular por un mes, además, el señor Kamado sería el que escoltaría personalmente a Hanako a la academia, de ida y vuelta. Por supuesto, los otros hermanos tendrían que tragarse la presencia de su padre también.
En cuanto a Kaigaku…
—Creí que me molestaría el doble por lo que pasó en su graduación —le dijo Zenitsu a Tanjiro, mientras comían—, pero Kaigaku me ignora por completo. No sé si eso sea algo bueno o no.
—Mejor que se mantenga alejado de mi hermana —bisbiseó el chico viendo a lo lejos a su hermanita hablando con sus amigos de la primaria.
—¿En serio Kaigaku le dio a Hanako su daini batan? —Zenitsu no podía creer eso—. Vaya, y yo ya antes pensaba que era un monstruo.
Tanjiro no podía estar más de acuerdo.
Hanako se negaba a hablar con él; y de hecho, bastaba con verla a la cara para saber que estaba furiosa con su hermano mayor por delatarla frente a sus padres, pero él no se arrepentía. Esperaba que, con el tiempo, Hanako se enamorase de alguien que de verdad valiese la pena.
Lo jodido fue que años después, Hanako le demostraría que aquello no fue un simple flechazo, y para total descontento de Tanjiro, tuvo oficialmente como segundo cuñado a Kaigaku Kuwajima.
—FIN—
¡Espero que les haya gustado y gracias por leer!
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