Los primeros días Chat Noir estuvo distanciado de su compañera, pese a que ambos habían expresado sus disculpas y acordado en volver a ser amigos. Pero sucedía que nada volvería a ser lo mismo luego de que ambos presenciaran la muerte de un amok.

Por supuesto. Nadie pensaría que aquello sería gran cosa. No obstante este mismo había tenido la cara de uno de los héroes e incluso había probado no ser una copia exacta del dicho héroe, habiendo desconcertado al felino con sus —ahora lo sabía— intentos de actuación, rechazo y el solo ser Ladybug.

Puesto que Ladybug nunca se hubiera comportado tan distante, melancólica… Ni siquiera le hubiera aceptado la rosa, error "resuelto" al arrojar a la misma a París y provocar que Chat hubiera ido en su persecución como un animal… desesperado por recoger sus pedazos, volver a sentirse completo y luego descartarlo como si no fuera la gran cosa, como si un dolor no se hubiera apoderado de su pecho por milésima vez. Porque la distracción se había convertido en la confusión a la que lo sumergía su amada, y se había aferrado a ella —ahora lo veía— hasta que Bug había muerto.

Y con su muerte no solo habían llegado respuestas, sino preguntas y reflexiones.

Porque Chat no había vislumbrado a Ladybug como una rompedora de corazones… Tan solo le daba la espalda o cambiaba de tema como él mismo hacía con Bridgette en su forma civil, incómodo, indeciso y sintiéndose invadido cuando esta se acercaba a invitarle a salir, idea que no le gustaba como Félix al tener un padre famoso y un rostro muy reconocible en las calles… Al menos como Chat Noir saliendo con Ladybug podría treparse a los techos y ser admirados y no perseguidos.

¿Ella podría ser una rompecorazones? ¿Él podría?

Con la admisión de su extraña envidia hacia Bug, con la demostración de que su enojo era capaz de extenderse hacia las personas que tuviera cerca… Y que él fuera capaz de tener mencionados sentimientos respondía limpiamente aquella cuestión.

Por otra parte, Chat tampoco había tenido la chance de ver a una Ladybug demasiado de buenas con él. Y eso de nuevo traía dudas sobre su identidad y sobre si quien estuviera bajo su máscara pudiera reforzar su amor por su lady. Si él sería aceptado, si él sería suficiente.

Y entonces todo recaía en las solas palabras que le había confesado a Ladybug sin miedo, sin filtros: ya no sabía si su amor por ella era real.