Félix ve a bug y se gira para ocultar su rostro


La vista de su techo gris lo obsesionaba. Encontraba formas grandes y pequeñas y le encantaba perder el tiempo tratando de imaginar qué eran.

Luego se contaría a sí mismo sus historias. Su mente vagaría por cada una hasta que no le quedara de otra, hasta que sin planearlo Bug apareciera en su cabeza.

Félix no se cambió de posición en su grande cama. Tenía las extremidades semi extendidas, visibilizando sus rodillas y codos, pero él decididamente miraba el techo, inexpresivo, tenso. Ni Plagg se atrevía a molestarlo luego de que dejara a su disposición la típica porción de camemberts.

Bug había sido… interesante por decir lo menos.

Pero ella no se merecía lo menos. Merecía un recuerdo, uno nítido y que le hiciera justicia.

Y todo lo que tenía era a Ladybug, permanente objeto de recordatorio.

En ocasiones la veía y extrañaba los ojos tristes, la sonrisa cálida y la mirada perdida. Se preguntaba qué había estado pensando, cuáles eran sus anhelos y qué la impulsaba… qué veía en él para mostrarle amabilidad.

No significaba que su lady ya no fuera el amor de su vida: valiente, inteligente, responsable y heroica así como terca, celosa, exasperada, mandona y capaz de resaltar los defectos en su estado más furioso. La amaba de todas maneras.

Cuando ya no estaba siendo del todo así, la estaba aceptando incluso más.

No obstante ahora Bug ofrecía un misterio, le generaba cuestiones. Como Ladybug, claro. Solo que con ella aún existían oportunidades de despejarlas y Bug había sacado a Chat Noir de sus sueños así como lo había distraído de la mujer ellos.