- Prologo -
Un Ángel fuera del Cielo
Una mujer iba caminando por la acera, con la cabeza gacha y un estado de ánimo igual de malo o peor, después de todo, ¿quién no estaría así si hoy es el día más horrible de tu vida?
Ya que este día fue despedida de su empleo.
Su empleo era el único sustento que tenía, tanto para ella como para… sus padres. Y a esos mismos padres tendría que verles la cara, en cuanto la puerta de su casa fuera abierta, la misma puerta que ahora mismo se encontraba a unos pasos de distancia de ella.
- (Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda… ¡Mierda! ¡¿Qué voy a hacer?! ¡¿Cómo se los voy a decir?!) -
Lentamente la mujer se iba arrancando las uñas con los dientes, un acto al cual se había acostumbrado a hacer desde pequeña cuando estuviera muy nerviosa, cosa que sucedió de forma constante durante toda su vida hasta el día de hoy. Su psicóloga le había comentado en su momento que, todo esto ocurría por su miedo a las represarías y a la decepción, tanto de su familia, amigos, pareja, etc., sumado a su complejo de inferioridad, baja autoestima, y dependencia emocional a otros.
Todo eso sumado durante tantos años hizo que su estrés continuo afectara su salud, causándole dolores de cabeza constantes, dolores digestivos, picazón en la piel, y lo peor de todo, perdida del cabello en varias zonas de su cabeza.
Al principio, cuando se enteró de todas estas cosas por su psicóloga, ella quería solo mandarla a mierda, y cosas como "¡¿Quién mierda crees que eres para decirme esas estupideces?!" pasaron por su cabeza, pero por miedo a que fuera de alguna manera "acusada" con sus padres por su actitud a la mujer, ella no hizo nada, se quedó escuchando pacientemente y en silencio. Al final de la sesión, sintió que todo eso que le había dicho la mujer calzaba perfectamente con ella, y por eso mismo siguió yendo a todas las sesiones pagadas, y aún lo seguía haciendo.
- (Bien, tranquila, respira un momento y tranquilízate. No es nada del otro mundo, tarde o temprano tenía que ser despedida, no era muy buena en el empleo y cometía muchos errores, pero no hay nada de qué preocuparse ya que conseguiré otro empleo. Estoy segura de que ellos lo entenderán… Pero… ¿Y… y si no lo hacen?) -
Rápidamente silencio las inseguridades en su cabeza, aunque no del todo, estas seguían por ahí, revoloteando de un lado a otro hasta que finalmente cayera en la desesperación absoluta.
Dio un pequeño respiro y se armó de valor, movió su mano hasta la manija de la puerta, destrabó la cerradura con su llave personal, y finalmente abrió la puerta.
- E… estoy en casa… -
Nadie atendió a su llamado, por lo que en su interior iba a suspirar aliviada, pero esta acción se detuvo cuando unas voces vinieron de la sala de estar, eran tres voces, una era de su padre, la otra de su madre, y la última…
- (No… Dime que en serio no está aquí. Por favor, suplicó que no esté Ella aquí hoy.) -
Temerosa y muy nerviosa, la mujer cerró la puerta tras de sí y avanzó hasta la habitación a su izquierda, aquella de donde provenían las voces, y en la que el infierno mismo la esperaba.
Cuando por fin llegó a la entrada de la habitación, allí los vio, tal y como había previsto, eran sus padres, sentados cada uno en su sofá favorito, charlando alegremente, riendo, y comportándose tan amablemente con su invitada. Y frente a ellos, en un sofá doble, estaba "esa" mujer, con quien había sido comparada desde el primer día de su vida, la idiota más inteligente y talentosa que tuvo la oportunidad de conocer, ella era Nailah, la persona que más detestaba en todo el planeta. Ella era…
- Oh, hola hermanita, pareces un poco cansada, ¿qué tal el trabajo? -
Nailah la saludo animadamente con su mano y sonrió con su habitual sonrisa, cosa que ella consideraba la actitud más estúpida y detestable que alguna vez podría hacer, aunque este sentimiento de repulsión iba únicamente hacía su hermana.
Ella decidió ignorar la pregunta de su hermana, más por su salud mental que por el simple hecho de solo hacerlo, cosa que hacía muy a menudo si se trataba de Nailah.
Se giró a sus padres y los saludo tímidamente, estos solo habían notado su presencia cuando Nailah la mencionó, y cuando la miraron a los ojos pudo notar nuevamente como todas sus inseguridades volvían de golpe, y poco a poco era consumida por la desesperación. Porque cuando miraba esos ojos, solo veía un gran vacío, el cual la amenazaba con destrozarla, como lo ha estado haciendo durante los veintiséis años de su vida.
Y entonces, la primera en hablar fue su madre.
- Mira quien decidió llegar por fin, ¿por qué te tomó tanto tiempo volver a casa? ¿No recuerdas que tienes que hacer parte de tus tareas? -
- Lo siento… madre. -
- Tú padre y yo estábamos hartos de esperar, ¿quién se supone que hará el almuerzo si no estás? ¿O qué? ¿Crees que lo voy a hacer yo? -
Tanto su madre como su padre eran personas de una edad avanzada, su madre tenía entre cincuenta y dos y cincuenta y tres años, mientras que su padre era solo dos años mayor que ella, pero ambos mantenían una figura bastante decente para su edad, esto gracias a que hacían ejercicio todos los días, y cuidaban sus cuerpos con cremas, y distintos cosméticos, todo con el dinero que recibían del empleo de su hija y de la demanda que gano su padre hace tantos años contra la empresa de su actual Ex-Mejor Amigo. Y ahora que el dinero de la demanda se había agotado hace un año, ellos dependían completamente del empleo de su hija menor, o bueno, su antiguo empleo.
- En serio no entiendo cómo es que eres tan irresponsable, las criamos como mejor pudimos. Tu hermana es excepcional, un ejemplo a seguir, lástima que haya decidido mudarse, pero está bien es por su futuro. Y tú… solo logras decepcionarnos más y más. -
Ella no sabía que decir, estaba muda, por lo que, con la cabeza gacha, siguió escuchando las palabras de su madre.
- Al menos quisiera saber tu nueva excusa para que tardaras tanto hoy. Vamos habla, no te quedes ahí callada que no tengo todo el día, hoy voy a ir al salón de manicura y no quiero arruinar mi horario porque mi hija es una irresponsable.
Estaba temblando, tenía miedo, no, más bien estaba aterrada por lo que le dirían sus padres. Pero tenía que hablar, después de todo ellos esperaban su respuesta, y su madre ya comenzaba a desesperarse, su rostro molesto la delataba.
- Tarde porque… fui… fui citada por mi superior… Él dijo… dijo que debido a mis continuos errores ya… ya no podían permitirme seguir trabajando en su compañía. Ellos… ellos me despidieron mamá, ya no… tengo empleo. -
Lágrimas surcaron su rostro y cayeron al suelo, el silencio se apoderó de la habitación, y nadie hizo ningún movimiento durante esos cortos y silenciosos segundos.
Pero entonces, la tensión generada se cortó como la tijera al papel, en un instante.
- ¡¿Qué diablos dijiste, Niña Estúpida?! ¡¿Ahora de donde mierda crees que conseguiremos el dinero para pagar las cuentas de la casa, el gimnasio, el salón de manicura, el spa…?! ¡¿Sabes lo que le hiciste a la familia por tu incompetencia?! -
- M… ma… mamá… yo… -
La mujer mayor se levantó rápidamente de su asiento y sin previo aviso abofeteo a su hija en la mejilla. Fue tan fuerte el golpe que esta cayó al suelo y se golpeó varias partes del cuerpo, quedando adolorida por todas partes, aunque más en la zona que golpeo su madre.
- ¡Mamá, estas siendo muy ruda con ella! ¡No deberías…! -
- ¡Nailah, esto es un asunto entre tu hermana, tu padre, y yo! ¡Por favor, te pido que no te metas! -
Nailah vio los ojos de su madre, rojos de la furia, y un antiguo temor creció nuevamente en su corazón, uno con el que pensó haber lidiado hace años, pero que al parecer aún seguía teniendo. Esto le recordó una vez más porque se había mudado, y también porque casi nunca regresaba a su antiguo hogar.
Lo único que lamentaba de ese día, fue el no haber tenido la fuerza suficiente para llevarse a su querida hermana de ese horrible lugar, y aún está lamentándose todos los días por permitir que su sufrimiento continue.
Si tan solo tuviera la fuerza para denunciar a esos dos monstruos… Pero en su interior solo seguía siendo esa niña temerosa que abandono al ser más puro que haya conocido, y lo dejo pudrirse en esa jaula.
Con miedo, Nailah desvió ligeramente la mirada de la de su madre, y permitió una vez más que aquel hermoso ángel sea despojado de sus plumas, evitando que algún día pudiera alzarse a la libertad.
- ¡Eres una completa decepción! ¡¿Cuántas veces tengo que decírtelo para que lo entiendas?! ¡Si sigues siendo tan inútil como lo has sido hasta ahora, jamás dejaras de serlo ante nuestros ojos! -
- Mamá… por favor… perdóname… no volveré a fallarles… lo juro. -
- ¡¿Juras qué exactamente?! ¡¿Eh?! ¡¿Qué vas a cambiar?! ¡¿Qué serás la hija que tanto necesitamos?! ¡¿Qué dejaras de ser una idiota total?! ¡¿Eh?! ¡¿Qué mierda es lo que juras?! ¡Estúpida! -
- Yo… yo… -
El ceño fruncido en el rostro de su madre, sus gestos, sus palabras, todas y cada una de estas cosas solo rompían la poca cordura que le quedaba. Y tratando de encontrar algún alivio en su padre, ella se giró hacia él, pero lo único que encontró fue más desesperación para sí misma, porque el vacío en los ojos de su padre, esos ojos faltos de empatía hacia su persona, sin amor, sin siquiera una pizca de afecto, sin nada… la miraron acusatoriamente.
Y las siguientes palabras que salieron de su boca, terminaron por romperla.
- Tú no eres mi hija. -
Y así como si nada todo lo que alguna vez había anhelado fue destruido en pedazos con solo una frase, esa frase que ignoraba cualquier suplica de ser querida, de ser amada por su familia, de sentirse feliz por un pequeño… un minúsculo momento de su miserable vida.
Solo con esa frase, Sella, solo deseo nunca haber nacido, como lo había hecho durante todos los días de su vida.
Ella solo se sentó en el suelo, y alejó su mente de las horribles palabras que gritaba esa mujer a quien alguna vez considero su madre. Esperó a que la tristeza la inundara, y el deseo de morir se acentuará aún más, así solo tal vez tendría la fuerza para quitarse la vida y dejar ese mundo en paz y tranquilidad…
Estaba a punto de sumergirse completamente en su abismo, hasta que unas palabras de su psicóloga vinieron a su mente.
"Sella, ¿valoras tu propia vida?"
Sella aún recuerda ese día, lo recuerda porque algo había cambiado en ella, y por un momento ya no se sintió tan triste.
"Claro, como cualquiera. ¿A qué viene esa pregunta tonta?"
"Durante nuestras sesiones me he dado cuenta de las marcas en tus muñecas, los cortes cerca de tus venas."
"Ah, esto… si… no estaba pensando claramente esos días. Pero… ¡Ahora si estoy bien!"
"Sella, me preocupas, y ya no solo como tu psicóloga, me preocupas como persona. Eso que te estás haciendo a ti misma, no está bien, lo sabes, ¿verdad?"
"Cl… claro que lo sé. Es obvio… ¿no? ¿Por qué uno haría eso con el fin de…?"
"¿El fin de…?"
"… ser libre."
"Sella… ¿Hay algo que no me hayas contado?"
"… No quiero hablar de eso ahora mismo… no me siento lista."
"Entiendo, pero aun así déjame decirte algo… Puede que no te ayude, pero…"
"¿Qué es?"
"… La felicidad, el anhelo de vivir, viene con amarse a uno mismo. Si permites que tu felicidad dependa de quienes te rodean jamás serás feliz. Es tu derecho como ser vivo el ser feliz, por eso jamás permitas que alguien te robe ese derecho…"
"… Usted no entiende, yo… ya no deseo seguir viviendo así."
"Si lo entiendo, Sella. Yo también fui atraída por el abismo."
Levantándose la manga de su camisa, la psicóloga reveló marcas de cortes en cada una de sus muñecas. Sella no pudo ocultar su sorpresa, solo podía observar.
"Sella, no permitas que te quiten tu deseo de vivir, porque la vida es lo más hermoso que hay. Sigue adelante, y jamás vuelvas a mirar atrás. Pero si algún día deseas enfrentar a tu abismo, te aseguro que podrás vencerlo, porque yo confío en ti."
Ese día Sella había descubierto que aún había esperanza, que no todo era desesperación, dolor, y tristeza. Y que, si alguien más pudo superar ese muro y derribarlo, ella también podría hacerlo.
Un atisbo de luz emergió del corazón de Sella, su deseo de vivir renació con mucha más fuerza que nunca, y una gran determinación se apoderó de ella.
- ¡¿Te vas a quedar ahí tirada el resto de tu puta vida?! ¡¿No piensas hacer algo al respecto?! ¡Levántate y busca un empleo, no pienso mantenerte si no traes dinero a la casa! -
Sella no dijo nada, solo se quedó en la misma posición en la que estaba, y esto irritó a su madre aún más.
- ¡Escúchame, Zorra! -
Con aquel último insulto, la mujer apretó su puño y apuntó al rostro de Sella, y estando a punto de golpearla, su golpe fue evitado dolorosamente por los brazos de su hija, quien los había colocado frente a ella a modo muro defensivo.
Todo quedo en silencio nuevamente, nadie esperaba que Sella se defendiera, y nadie esperó en ningún momento que dijera aquellas palabras.
- No voy a permitir que me sigas chupando la vida, Asquerosa Sanguijuela. -
- ¡...! ¡¿Qué has…?! -
No tuvo tiempo de seguir con su réplica, cuando Sella se levantó rápidamente de su posición y en el proceso empujo a la mujer hacía atrás, haciéndola caer de espaldas al suelo y dejándola aturdida por varios instantes.
- Que te quede bien, tú, y tu mugrosa familia se pueden pudrir en el infierno si quieren, pero yo jamás voy a volver a poner un pie en esta mierda. ¡¿Oíste, Zorra?! ¡A partir de ahora tú serás quien haga sus propias comidas, limpie la casa, y tenga que trabajar! ¡Veamos cómo te las arreglas ahora! -
La mujer aún en shock no podía reaccionar ante todo lo la situación, pero el hombre si, y esta furioso, pero...
- ¡¿Qué crees que le estas diciendo a tu madre, Mocosa Irrespetuosa?! -
- ¡Silencio, Basura! ¡Tú mismo lo dijiste, yo no soy tu maldita hija! ¡Así que será mejor que cierres la puta boca si no quieres que te la cierre de un golpe! ¡¿Me escuchaste, Escoria?! -
- ¡Mocosa de mierda! ¡Ven aquí! -
Justo cuando el furioso hombre estaba aproximándose a Sella, ella hábilmente pateó los genitales del hombre, el golpe fue tan fuerte que lo obligó a caer al suelo, gimiendo de dolor con el rostro completamente rojo.
- ¡Tú...! -
Y antes de que pudiera seguir hablando, Sella pateo su rostro y lo dejó inconsciente.
- Mierda... eso... eso fue... duro... maldita sea. -
Aun temblando y con la respiración pesada miró a su madre aún en shock, para luego levantar la mirada a su sorprendida hermana mayor, quien traía las manos cubriéndose la boca.
- ¿Qué? ¿Tienes algo que decir? ¿O también tengo que noquearte? -
Nailah vaciló por un momento, pero rápidamente se armó de valor y decidió hablar.
- Sella, yo... -
No pudo continuar con sus palabras, ya que una muy furiosa mujer mayor había salido de su estupor y al ver toda la situación con su esposo, ella no podía quedarse quieta y no tomar cartas en el asunto.
- ¡Maldita Cerda, ¿qué le has hecho a mi querido esposo?! ¡Te voy a hacer sufrir por eso! -
Sin previo aviso, la mujer loca corrió hacia Sella y la empujó con gran fuerza hacía la pared, provocándole un gran daño en el cuerpo, pero la cosa no acabaría ahí, ya que rápidamente la tomaría del cuello con una mano y con la otra el cabello, cosa que podía hacer gracias a su buen físico adquirido durante años de ejercicio, tanto para adelgazar como para tener un poco de fuerza muscular extra.
- ¡Suéltame, Vieja de Mierda! -
- ¡VAS A VER LO QUE ESTA VIEJA DE MIERDA PUEDE HACER! -
Sella fue arrastrada hacía la cocina, ella intento liberarse, pero era muy fuerte y cada segundo que pasaba perdía aire en sus pulmones.
- ¡Sella! -
Nailah corrió a ayudar a su hermanita, y en un intento por quitarle las manos del cuello de Sella, ella fue recibida por un codazo por parte de su ahora demente madre.
- ¡TE DIJE QUE NO TE METIERAS EN ESTO, NAILAH! ¡NO ES ASUNTO TUYO! -
Nailah, aun con sangre en saliendo de su nariz, y con un gran dolor de cabeza, replicó a las palabras de su madre.
- ¡Si! ¡Si es asunto mío! ¡Ella es mi hermana, y no voy a volver a permitir que le hagas daño! ¡Nunca más! -
Un sentimiento de calidez se apoderó del corazón de Sella, el hecho de que saber que era amada por su hermana, fue algo que jamás vio venir... Tal vez estaba equivocada, tal vez, solo tal vez, ambas tenían tanto miedo que no podían hacer nada. Y si ese era el caso, Sella podía perdonar a su ahora Tonta Hermana Mayor.
Con el ánimo restaurado, y la determinación en lo más alto, Sella utilizó la poca fuerza que tenía y clavo sus cortas y mordidas uñas en el cuello de su ahora ex-madre, que, si bien no le provocaron mucho daño, le dieron tiempo a Nailah para golpear a la mujer con un sartén en la cabeza, cosa que la dejo mareada y casi al colapso total. Obligándola así a soltar a Sella y dejando que esta respirara aire nuevamente.
- Malditas... ¿Co... cómo... pueden hacerle esto... a... sus padres...? -
- Tú... no eres... mi maldita... madre... Solo eres una zorra... eso es todo. -
- ¿Estas bien, Hermana? -
- Si... solo me falta el aire... nada más. -
La mujer mayor se reposo sobre la mesada de la cocina y recuperó la estabilidad que le faltaba, miró hacia las dos mujeres que alguna vez llamo hijas, y con ira aun hirviendo en su interior levantó la mirada, frente a ella estaban los cubiertos, cucharas, tenedores, pero el más importante era el cuchillo de cocina, uno que siempre era afilado por su esposo, después de todo era un aficionado a los cuchillos.
Con una sonrisa demente en su rostro, tomó rápidamente el cuchillo y con la fuerza y velocidad que poseía en su cuerpo se dio la vuelta hacia las dos jóvenes, quienes al darse cuenta de sus intenciones entraron en pánico absoluto, mientras que al mismo tiempo algo dentro de ellas les pedía a gritos detenerla.
- ¡SI VAN A ESTAR ENCONTRA DE MI, ENTONCES SERÁ MEJOR QUE LAS QUITE DE MI MALDITO CAMINO! ¡MUERAN DE UNA VEZ! -
- ¡Aléjate, Loca de Mierda! -
- ¡Mamá, no lo hagas! -
Pero ya era tarde, la mujer cegada por su ira cedió a la locura, y en un acto de demencia pura corrió hacía sus hijas y sin ver las diferencias entre ellas atacó a ciegas. En este caso Nailah iba a ser atravesada por el cuchillo, pero Sella en un último intento por salvar la vida de su hermana, la empujó con su propio cuerpo y evitó su pronta muerte, cosa que la alivio, fue tan así el alivio que su pecho se volvió muy cálido, más cálido de lo que jamás haya sentido.
La mujer, quien ahora estaba frente a Sella, intento atacarla con sus puños, pero por alguna razón fue solo con una mano y eso extraño a Sella, quien extrañamente sentía sus fuerzas irse segundo a segundo. Por lo que aprovechó y tomó un sartén cercano, uno más pesado y duro que el que uso su hermana antes, y primero esquivó el golpe de la mujer moviendo su cabeza a un lado, para finalmente golpearla con todas sus fuerzas en la cabeza, y después de mucho tiempo dejarla noqueada en el suelo.
Para ese punto sus piernas ya se sentían débiles, por lo que lentamente se cayó al suelo sentada, sintiendo ahora que el calor en su pecho se volvía frío poco a poco.
En eso, Nailah corre hacía ella, su rostro parecía completamente aterrado y al borde de las lágrimas.
- ¡Sella! ¡No, no, no! ¡¿Por qué?! -
- ¿Qué... te pasa... Tonta? ¿Por qué estas tan... alterada? -
- Se... Sella, ¿te sientes bien...? -
- Solo... un poco... cansada... creo. -
- Solo no mires abajo... ¿sí? -
- ¿A... bajo? -
Cuando Sella ignoró la advertencia de su hermana y miró debajo suyo, pudo entender por fin porque estaba tan cansada, porque hacía frio en su pecho, y porque parecía que comenzaba a doler. Y era porque el cuchillo de aquella mujer si había atravesado algo al parecer, y ese era su pecho, su sangrante y adolorido pecho.
- ... Así que... ¿Me voy a morir? Ja... -
- No... no digas eso, Sella. Yo... yo no puedo perderte. -
Para este punto Nailah ya estaba llorando, tanto que las lágrimas llegaban hasta la ropa de Sella.
- Es un poco... tonto... que lo... diga, pero... yo pensaba que tú... no me querías... que solo... fingías... -
- S... Sella... yo te amo como a nada en este mundo. -
- Ahora... lo sé... y también sé que... tenías miedo... por eso te fuiste... ¿no? -
- Si... tenía mucho miedo, y lamento haberte abandonado, pero... ¡Pero tranquila, podrás salvarte! ¡Las... las personas pasan por cosas peores, así que... estoy segura de que te salvaras! ¡Tienes que salvarte! -
- No... no creo... resistir por mucho tiempo... -
- ¡No, no, no! ¡No te rindas! ¡Déjame llamar a la policía, ellos vendrán con todo y paramédicos! ¡Solo espera un seg...! -
Sella con la poca fuerza que había logrado reunir, tomó suavemente la mano de Nailah, a lo que ella miró esto y luego vio su rostro. Sella estaba sonriendo.
- No... quédate... conmigo... por favor... Hermana. -
- Sella... -
Más lágrimas fruyeron, a lo que Nailah en un impulso emocional no pudo evitar abrazar a su hermana después de tanto tiempo, claro, esto evitando empujar más el cuchillo.
- Te... te amo, Sella, nunca... nunca lo olvides... ¿sí? -
- Yo... también... te amo... Nailah. -
Sella observó el lloroso rostro de su hermana, y sin más le planto un beso en su mejilla, cosa que sorprendió a Nailah, pero que respondió de la misma forma.
- Sella... -
- Me... hubiera... gus... gustado... estar... más tiempo... contigo... -
Su voz ceso, al igual que su respiración y el movimiento de su pecho, la luz de sus ojos se había ido... Sella había muerto.
- Descansa bien... -
Y ese día el mundo perdió algo importante, algo irremplazable.
- ... mi hermoso ángel. -
