Continuación...
Antes que pudiera hundir el hueso filoso en mi muñeca huesuda, algo me retuvo, intenté ejercer más fuerza para bajar mi mano que sostenía el hueso de rata, pero una fuerza invisible me retenía a hacerlo.
– ¡Maldita sombra! – Grite furioso. – He prometido acabar hoy, ¡y lo haré! – Con aquella afirmación peleé con la fuerza invisible, mi mano temblaba por la fuerza de retención y la fuerza que ejercía para avanzar. Nada ni nadie me detendría. Estaba decidido a acabar hoy el espectáculo que prometí a las ratas inmundas, o lo que quedaban de ellas, que solo se quedaban a observar cómo peleaba contra mi sombra.
Sin embargo, lo único que realmente me detuvo fue una voz que no reconocí, no podía ser mi sombra ni los otros ni de las ratas. Intenté girarme, pero mi cuerpo no me obedecía. Y sentí una sensación antigua rodear todo mi cuerpo, la misma que sentí cuando fuí atacado en la carroza… ¿Qué hacía dentro de una carroza? ¿Qué había ocurrido? ¿Por qué alguien gritaba mi nombre con tanta desesperación?
– La locura es un néctar, un delicioso combustible que te permite moverte contra la marea… – Mis ojos recorrieron el lugar en busca del dueño de la voz, una voz seca, envejecida, una voz que desconocía. – sí es que la diriges en la dirección correcta, Shikamaru. – Ese era mi nombre, o tal vez no… no, ese no era mi nombre … no… tal vez. – No tengas miedo, pronto tu sufrimiento se acabará, sígueme y te mostraré la luz.
La fuerza invisible que me retenía, se desvaneció tan pronto como su voz se apagó, bajé las manos y la cabeza, mirando el suelo cubierto de esqueleto, mis pies descalzos y sucios. Mis manos la sentía seca, era por la sangre de ellos.
Su oferta tentativa me sabía a trampa y a la vez a esperanza. Mi sombra era culpable de esta dualidad, ella no quería que me mueva, al parecer le gustó estar dentro de esta prisión. ¿Cuántos días han pasado? ¿Meses o años? La ropa está desgastada, y todo este lugar se siente tan familiar… no lo quiero dejar, es mi hogar… ¡Las ratas me abandonaron! ¡Se han ido dejándome solo! ¡A mí que le dí un hogar! ¡Que compartí mi hogar con ellas que no me pidieron permiso para invadir mi espacio!
– ¡Las odio! – Grité furioso llevando mi mano hasta el cabello, los jale extrañando aquella sensación de placer dolorosa, arañando mi rostro, me sentía ahogar.
– Oh, qué exquisita muestra de tu sentir. – La voz me detuvo, me congelé, su risa maquiavélica me produjo un contagiar, me reí, mi risa se volvió una carcajada que opacó a la suya. El eco hizo su trabajo de que mi risa invada todo el lugar.
Solo deje de carcajear cuando me ahogue con mi propia saliva, las lágrimas bañaron mi sucio rostro. No sabía qué hacer, no quería irme… pero… quería irme…
...
Sentía un vacío dentro de mí, solo podía dejar que me moviera como si fuese un muñeco sin vida. Me dejé llevar por una mujer que su tacto me pareció tan frío como las rocas, sus pasos lentos me ayudaron a seguirla, y cuando la luz rojiza provocada por las antorchas empeñaron mi vista de forma dolorosa, me detuve. Zafe mi mano de su agarre para llevar ambas manos a mis ojos, los sentía arder, quise abrirlo nuevamente pero involuntariamente se cerraron por el brillo del fuego.
Nuevamente el tacto frío y duro agarro mi mano y me arrastró, a ciegas, no pude evitar tropezar por un camino empedrado, la única respiración que escuche, era mía, también pude distinguir el sonido ahuecado de una madera tocando el suelo a cada paso que avanzabamos. Olía a madera, a madera podrida.
Mi sombra me alienta a abrir los ojos, que este es un truco de ellos para retenerme, si supiera que estoy intentando con toda mis fuerzas abrir mis ojos, quiero saber en qué lugar estaba… Tal vez quiera volver… No, no debería haberme salido de la prisión, al menos estaba seguro ahí…
Sin embargo, antes que pudiera zafarme de su agarre, sus manos duras me agarraron con fuerza. Sentí que me estaba mirando, hice un gran esfuerzo entre abrir mis ojos, y lo primero que resalta de forma borrosa fueron dos cuencos oscuros que me miraban fijamente. Lentamente mis ojos se acostumbraron, y pude ver la siniestra sonrisa de la mujer hecha de madera, su cabeza giró levemente como si estuviera esperando mi reacción. La muñeca era enorme para ser controlada con tanta facilidad, sin embargo antes que pudiera ver las cuerdas que la manejaban, se movió, sus pasos no tenía la elegancia de la agilidad que hasta yo podía tener con mis pasos torpes.
Me deje guiar sin mucho esfuerzo, escuchando lo que podría decirme los otros, ellos se habían callado. Al parecer la sonrisa siniestra les provocó un mudo terrorífico. ¡Ah! ¿Dónde estaba cuando la necesitaba? Tal vez hubiera logrado mejores cosas sin las entrometidas voces.
– Esté será tu nuevo hogar. – La vieja voz rompió mi deleite por el silencio, su risa baja presagiaba algo muy malo, según mi sombra que al fin recobró el habla. Reí, tal vez en burla de mi miedosa sombra y de las otras, o simplemente porque su risa anciana era contagiosa. – Entra. – La muñeca sin hilo ni titiritero cerca, se inclinó hacia adelante con un brazo doblado hacia atrás y otro apuntando a la habitación oscura. Con lentitud, ingresé.
Detrás de mí escuché la puerta cerrarse, al girar para preguntarle si tendría que compartir mi nuevo hogar con las ratas, solo encontré rejillas de hierro adornando la puerta donde había entrado. El pasillo estaba en silencio, solo la luz de la fogata colgada en las paredes bailaban en soledad. Me acerque hasta los barrotes, mi sombra se ríe, las otras voces también, me molesta sus risas… la siento burlona.
– ¡A callar bastardos! – Ordené a viva voz.
– ¿A quién le hablas? – Una voz femenina hizo girar mi cabeza hasta la celda de al lado, no pude ver quién había, solo había el muro. – Te ví entrar sólo hasta la celda, ¿Eres uno de ellos?
Su voz no era de alguien que conocía, no eran ellos… Me acerque a la pared, con cuidado a que la pared me rechace, acerque mi mano hasta tocar el frío muro. Lo observé como si pudiera sentir lo que había más allá. ¡La pared me estaba hablando! Primero las ratas y ahora las paredes. Sin duda alguna mi sombra y los otros tenían mucho de qué reírse.
...
Está nueva habitación es mejor que la anterior, a pesar que la voz femenina se suele escuchar quejándose o mandándome a callar, de alguna forma me apacigua. Tal vez su tono duro y cansador provocaba que las otras voces se callaran y mi sombra y yo, nos daba un efecto calma. Lo mejor de todo es que no había ratas para compartir mi espacio, era mío y solo quería compartirla con ella, no con las otras voces, tal vez con mi sombra … tal vez…
Antes amaba el silencio, ahora todo es silencio y de alguna forma lo detesto, quiero escucharla, pero ella no habla, solo lo necesario. Cuando discutía con ellos, sin embargo ya no podía molestarme con ellos, realmente esperaba esos momentos explosivos, como ella los llamaba, lo esperaba con ansias porque luego venía su voz molesta o suave intentando calmarme… era sublime, era como una medicina que provoca que me sumergiera en una paz, tanto que olvidaba porque me había molestado con ellos.
– Debemos huir. – Me sorprendió su voz repentina. – Me estás escuchando.
– ¿Por qué huir? – Pregunté curioso, si supiera que estar aquí es la gloria, dónde yo estaba, debías compartir tu lugar con esas malagradecidas ratas. Y en mi mente llegó el recuerdo de que me interrumpieron en el espectáculo. ¡Me había olvidado! De seguro las inmundas ratas vendrán a reclamarme por dejar el espectáculo sin terminar. De forma abrupta me levanté del suelo y corrí hasta enterrar mi cara entre los barrotes fríos. – ¡Debo volver! ¡Las ratas vendrán! ¡Van a reclamar! ¡Tengo que volver! ¡Tengo que terminar la obra! ¡La obra! ¡Ahora!
– ¡¿Quieres callarte?! – Su voz sonó por encima de la mía. Al girar mi mirada hacia donde sonaba su voz, pude ver un mechón rubio de cabello. – ¡Solo lo vas a alertar! No han venido en tanto tiempo, está es nuestra oportunidad de huir, no tenemos que desperdiciarlo.
– Pero mi obra… Las ratas vendrán ¡Esas sucias ratas vendrán acá y nunca se irán! ¡Nunca! ¡Nos estorbaran! – Las voces iniciaron su disputa de si yo estaba en lo correcto o estaba equivocado, una de ellas soltó que si las ratas hubieran querido venir para reclamar, lo hubieran hecho desde hace tiempo. Sin embargo, una de ellas le pregunta cuál es el tiempo, es verdad cuánto tiempo pasó, qué es él tiempo, cómo se mide el tiempo.
– Dame la mano. – Nuevamente mi dilema fue interrumpido pero está vez por ella, al fijar mi vista en su dirección pude ver una mano, su mano. Curioso miró su mano, ella paciente espera, camino alentado por sentir su toque. Dejo caer mi mano sobre la suya con temor a qué…. No lo sé… tal vez a qué me deje. Su calidez me sorprende, estoy tan acostumbrado a lo frío que el calor que irradia me sorprende, es una calidez que me produce añoranza, las voces intentan hablar para decir algo, pero la sombra los callas. ¡Sí! ¡A callar! ¡Este es mi momento!
Su otra mano acaricia mi dorso. Y su voz resuena en la silenciosa celda.
– Tranquilo, ellos no vendrán. – Su voz apacigua cualquier inquietud dentro de mí. – no mientras nos vamos, es ahora o nunca, y si no nos vamos, ellos vendrán. – ¿Ellos? Pero si ellos ya están aquí, siempre intentando hablar uno a la vez, ellos siempre están ahí, sobre nosotros, ¡No lo puedes ver! – Las ratas. – Me aclara luego de su silencio, al parecer estamos conectados, eso solo me produce una ligera sonrisa. –Si nos quedamos las ratas vendrán y reclamarán porque no has terminado tu obra. Déjame ayudarte a escapar de ellas ¿Qué dices? – Bajo la mirada para ver cómo su mano aprieta la mía y la otra acaricia el dorso de mi mano, en una lentitud que intenta seducirme.
¡Qué tonta! De ellas no se pueden huir, ellas saben dónde estás.
Una de las voces me grita con fuerza, si lo supieran todo, porque no han venido a reclamarme por abandonarlas.
La otra voz me habla en un murmullo, cerca de mi oído, para que las otras no lo escuchen y lo interrumpan, ella me dice que debería huir con ella, de esa forma podré verla. ¡Sí! ¡Quiero verla! ¡Quiero tenerla enfrente de mí, sentir su calidez tan cerca de mi, quiero estar con ella! ¡Quiero su calor abrasador!
– Está bien. – Le digo a la voz que en secreto me sugirió aceptar su plan.
– Bien. – Ella suelta mi mano. – Pero debes mantener la boca cerrada, un escape se hace en silencio no en gritos. – Me aclaro con rudeza. Yo no alzó la voz, son esas malditas voces que se arremolinan una sobre la otra, me sofocan, intentan ahogarme.
– Por favor mantén la boca cerrada, tranquilo, estaremos bien. – Su voz se escucha pero su tacto no está. Quiero volver a sentirlo, extiendo mi mano la cual tiembla, tal vez del frío, ahora que la he sentido, me estoy dando cuenta de lo helado que está mi cuerpo. Es extraño.
La extrañeza se retira cuando ella aprieta mi mano sobre la suya y su aliento cálido golpea mi piel, se sintió tan bien.
– Pronto tendrás tantas mantas y un café caliente que te calentará. – Me promete, pero yo solo quiero que ella me caliente. Quiero estar cerca de su calidez. – El plan es el siguiente, debemos abrir la celda, parecen ser hecho de barrotes muy viejos, hasta están oxidados, el catre que tenemos lo usaremos para empujar con toda nuestra fuerza contra los barrotes, hará mucho ruido cuando los barrotes caigan, por lo que el segundo plan es huir. Correremos hasta encontrar la salida. ¿Entiendes?
– ¿Catre? – preguntó y giró en busca de algo que pudiera tener ese nombre. Hace tiempo que desconozco el significado de las cosas.
– Sí, vamos no perdamos tiempo en detalles pequeños. Es ahora o nunca. – Escucho sus pasos alejarse de donde podamos estar juntos, a una distancia que es eliminada al estirar los brazos.
Si quiero volver a sentir su calidez, debo salir. Escucho algo golpear y luego hacer un ruido irritante, tan irritante cómo las voces que me están gritando que busque algo con que derribar los barrotes. Pero en mi lugar no hay nada, es como mi cueva pero es solo mía. Escuchó un suspiro de ella, y pronto sus pasos se volvieron veloces. Las paredes retumban cuando ella golpeó los barrotes, vuelve a arrastrar esa cosa y nuevamente sus pasos se oyen más frenéticos, terminando en las paredes retumbando. Nuevamente hace lo mismo, y está vez, la reja cae en un golpe seco que termina en un ruido que produce eco. La veo caer sobre ese catre. Escucho una risa victoriosa de ella. Me doy prisa, tengo que salir como ella lo hizo, pero a falta de algo, uso mi cuerpo. Corro como ella corrió, me dio impulso y golpeó los barrotes con mi hombro. En un parpadeo ya estoy afuera.
Y antes de que pudiera también reír por la victoria, mi sombra me advierte sobre el segundo paso del plan de ella. Corro a ella, la agarró de la mano, su calidez nuevamente me produce un agradable placer de calma. Y ella, alejada de mi sentir, toma mi iniciativa como un recordatorio de porque hicimos de nuestro lugares.
Ella toma la iniciativa para correr sin soltar mi mano. Corrimos sin saber a dónde correr. Me recordaba a las ratas que corrían intentando escapar de mis ágiles manos. Escapando de su depredador.
...
Desgraciadamente el tiempo era una palabra desconocida para mí, las voces habían marcado un desencadenante que me haría ver mi situación de diferente forma, incomprensible, y ellas lo disfrutaron, después de todo estaban en silencio, dejando que yo divague entre aquella respuesta mientras ella seguía corriendo sin soltar mi mano, por su agitada respiración sabía que había pasado tiempo desde que salimos de nuestro hogar y corrimos sin ninguna dirección conocida. Era extraño, a pesar de que amaba ese lugar, no quería volver, quería ir donde ella iba. Me gustaba su calidez que emanaba en su mano, un simple tacto me invitaba a seguirla, cómo sería si todo su cuerpo fuese mío.
Aquella idea en mi mente, me produjo repugnancia por alguna razón, hasta creí que él que lo dijo fue una de las voces o fue mi sombra que igual que ellas estaban en silencio, disfrutando de nuestra huida sin destino.
De pronto sentí una sensación abrumadora y atrayente, me detuve de golpe, y a pesar que me sentía flotando, débil, pude detenerla, nuestro agarre en la mano la detuvo. Curiosa y temerosa giró a verme, sus ojos brillaban por el temor de ser encontrados, a pesar de la oscuridad podía verlos claramente. No dije nada, simplemente gire y camine hacia donde esa energía me estaba llamando.
– ¡Oye! – Intento detenerme pero era imposible, mi ganas de ir a ese lugar era más que su fuerza de detenerme. Nuestras manos se separaron, mi sombra pidió que la soltará, y así lo hice, ella era más fiel en saber lo que estaba ocurriendo, me había dado cuenta de eso en todo este …. Tiempo …. me rió, una risa silenciosa y amarga…
Camine sin mirar atrás, sin saber si ella estaba siguiéndome, solo esperaba que no. Pronto divisé una luz rojiza, a paso sigiloso, sin tener prisa en llegar, me dirigí en esa dirección. Ahí estaba, la fuerza atrayente, lo admire, sentía una devoción que no comprendía de dónde venía, nunca lo había visto, pero quería adorarlo.
– No temas alma perdida. – Su voz ronca, seca y aviejada provocó un estremecimiento, me sentía vivo. – Acércate, ven a mí.
Lo mire, tenía ganas de llorar, tenía ganas de gritar, tenía ganas de huir, pero mi cuerpo se movió solo, dió un paso, después otro, y como si estuviera yendo a mi condena, las voces y mi sombra despertaron de su letargo, todas ellas gritaban algo, no lo entendía, nunca les entendía cuando hablaba a la vez, ya les había dicho. Pero ahora no tenía ganas de interrumpir su ruidoso diálogo. La sensación de abrumación me sofocaba, el lugar lo sentía tan pesado, tan aplastante, sentía que había manos sobre mi cuerpo, algunos empujando a qué dé otro paso hacia él, y otros jalando para que retroceda, todo era tan confuso y me sentía tan solo en una decisión que definiría mi destino… aunque a este punto cuál era el destino, ¿Yo tenía uno? ¿Tenía un destino? Tal vez sí, y fui arrebatado de él sin preguntarme…sí, tenía un destino, convertirme en el nuevo líder de mi clan, un clan próspero que servía directamente a la emperatriz, dónde estaría rodeado de mis amigos, de mis familiares, un destino donde mi deber era liderar y traer un nuevo líder … mi destino había sido arrebatado… pero acaso así no función el destino, te da y luego te quita disfrutando la sensación de abandono que se apodera en tí…
Las susurrantes voces se volvieron un grito cada vez que estaba más cerca de él, de aquel hombre cubierto por un manto oscuro que no dejaba ver nada más que una encorvada figura, me sentía atrapado, sin mucha elección más que la suya, ya no tenía un lugar a dónde ir, lo sabía, ya no pertenecía a ningún lado, las voces y mi sombra lo sabía, y a diferencia mía que lo acepte, ellas aún no lo acepta. Era momento de poner un fin, lo sabía. Y era doloroso despedirse de esta vida insignificante. Tenía que ponerle un final.
...
(Narrado por Temari)
De alguna forma el chico perdido que tenía ataque de locura, se veía tan confiado en caminar en una dirección, la verdad yo tampoco sabía adónde debíamos correr, su tranquilidad de alguna forma me inquietaba pero no quería estar sola en este lugar oscuro, tenebroso y que posiblemente otras víctimas murieron antes su frustrado escape, después de todo el olor de cuerpo en putrefacción era fuerte, y mientras corría, mis zapatos habían pisado algunos huesos, no lo sabía, estaba tan oscuro y silencioso que además de mis pasos, se escuchaba el crujir de los huesos sobre la suela de mis zapatos.
Con el corazón resonando dentro de mí, lo seguí. Esperaba que me llevará a la salida, se notaba que tenía más tiempo en ese lugar a pesar que lo habían traído a la celda continúa a la mía. Sin embargo, me arrepentí por no detenerlo, sentí como mi sangre se helaba, me congelé.
Debajo de los pies del hombre encorvado cubierto por una capa negra que ocultaba su rostro, estaba un enorme símbolo, que muchas ancianas y ancianos lo relacionaría con el símbolo del mal, había creído que las sectas oscuras que realizaban aquel ritual satánico, era solo del pasado, ahora solo se juntan para beber y fornicar bajo el pretexto de conectarse con su deidad. Pero ahí estaba, sólo sin un grupo rodeando el símbolo, en vez de fanáticos, solo había velas que alumbraban el lugar en una luz roja, nuestro secuestrador estaba en el centro extendiendo la mano para que sea sostenido por el chico que caminaba como si estuviera hipnotizado. Sabía lo que vendría después, había leído y escuchado videos sobre antiguos rituales satánicos. No podía permitir que él estúpido chico muera enfrente mío.
Me arme de valor a pesar que mis piernas, todo mi cuerpo, temblaba. Corrí hasta el chico y sin pensar en cómo detenerlo, simplemente agarro su hombro y lo jale hacia mi, mi movimiento fue brusco y creo que ejercí más fuerza de la necesaria, ya que él cayó al suelo.
– ¡Estás loco! ¡Nos matará! – Le grite sin reparar en su mirada pérdida, me daba lástima, cuánto tiempo estuvo encerrado, de seguro que mucho, después de todo hablaba de este lugar como su hogar. – Vámonos. – Sin esperar su respuesta lo agarre del brazo y lo levanté, sin embargo, solo quedó en un intento, no me había dado cuenta cuando se acercó nuestro secuestrador, solo lo sentí cuando sus huesudas manos me apretaron el cuello.
– ¡No te atrevas a interrumpir la ceremonia! – Su tono de voz sonó molesta, y si su voz aviejada y susurrante fuese insuficiente para demostrar su descontento por mi interrupción, sus manos heladas se apretaron con más fuerzas, eran como si tuvieran hierro que se cerraba en mi cuello con el fin de cortar mis únicas vías de respiración, lleve mis manos hasta la suya que me apresaba, las rasguñe. Solo podía soltar quejidos por la falta del aire, por el aire que necesitaba para vivir, mis ojos abiertos sin poder creer que moriría antes de poder luchar, miraba a mi secuestrador que me levanto, mis pies flotaban en el aire, él también levantó la cara, y solo podía ver un par de ojos rojos lleno de la irá que sentía. Pataleo. No dejaría que me matara con tanta facilidad, pero los días sin comer casi nada, estaba siendo mella en mí, mi intento de defensa eran inútiles.
Mi vista se volvió borrosa. Y aún así pude ver cómo el chico se levantó y como si hubiera alguien detrás suyo, junto con él se unieron para empujar al sujeto, a pesar que tenía una imagen delgada, débil, su empuje fue lo suficiente para derribar al viejo desgraciado, yo también caí al suelo, pero lo bueno es que ya no estaba bajo sus agarre fuerte.
Un fuerte ataque de tos me invadió, me dolía la garganta, levanté la cabeza para ver qué sucedió con el viejo, si teníamos tiempo para escapar.
Sin embargo, la imagen que ví provocó que me congelara donde estaba. El chico estaba sobre el anciano, arrojando puños diestro y siniestro sin espacio a qué se defendiera.
– ¡No la tocaras! – Grito furioso como los puños que daba. – ¡No te atreverás a dañarla! ¡No lo voy a permitir! ¡No te lo vamos a permitir!
Contemplé como el delgado muchacho estaba sometiendo a una figura que me había arrancado de la cama que había elegido para descansar de esa casa abandonada que elegimos las chicas y yo cuando nos perdimos en la excursión que planeábamos con tanta antelación. Y había acabado tan mal. Aún recuerdo la noche que se volvió una tragedia, a pesar de nuestra lucha, termine secuestrada y ellas, desde que me encerró, mi mente se llenaba de preguntas y preocupación por ellas, solo recordaba a ellas tiradas en el suelo, una mancha de sangre, luego me desmaye, al despertar solo estaba en está celda, sola.
Borre de mi mente aquel recuerdo, no era momento de quedarse en el trance de los recuerdos. Intenté levantarme, acudir a él e insistir en que nos vayamos ahora. Al acercarme, me mareé por la imagen, una mancha oscura y viscosa adornaba el centro de la imagen satánica, no podía ver si el anciano seguía con vida o no, no se movía. Aunque no me quedé para ver. Él seguía golpeando su rostro desfigurado, ya ni siquiera lo podía llamar de tal manera.
Pongo con cautela mi mano sobre su hombro. Se sobresalta, sus puños se detienen, congelados en el aire.
Tomó una bocanada de aire, ignorando el olor desagradable que lo rodea.
– Vámonos antes que ellos vengan. – Le digo en un susurro que si no fuese por el silencio sofocante del lugar, nunca se podría escuchar mi voz, una voz ronca por el daño a mis cuerdas vocales.
Lentamente gira su cabeza, sus ojos vacíos me miran, me siento inquieta. El mutismo se adueña entre nosotros, hasta que el asiente. A duras penas se puede levantar, por lo que le ayudó a levantarse. Intento sonreírle, intento que le reste importancia al hecho que mató a alguien, después de todo fue en defensa, pero la forma en que lo hizo… aún me llena de escalofríos.
Antes de decir o intentar decir algo, siento la sensación de libertad detrás mío, giró bruscamente con temor a que en cualquier segundo se pierda, lo que veo me parece surrealista, un sendero alumbrado. Algo dentro de mí me dice que en ese camino se encuentra la dulce libertad que deseo conseguir. Ansiosa camino hacia ella, pero me detengo antes de bañarme de la luz, giró la cabeza y ahí está, parado sin saber que hacer, mirándome como si nuestros caminos llegan a una bifurcación, en la cual él se quiere quedar. No sé cuánto tiempo estuvo encerrado, puedo intentar comprender el temor que siente al salir afuera. Pero no puedo dejarlo, este lugar podría ser llamado nuestro propio infierno. Recordar la agonía de nunca saber cuándo llegará el momento de estar libre o cuando acabará todo, hace que sienta llorar, llorar porque estoy a un paso de alcanzar la anhelante libertad. Y no lo haré sola.
Decidida agarró su fría mano sin importar que esté manchada de sangre, no voy a dejarlo aquí. Camino jalando a que camine detrás de mí, sigo el sendero silencioso alumbrado por una ligera luz que solo aclara una ruta, a los lados está tan oscuro que no puedo identificar lo que hay, pero no quiero detenerme averiguarlo, lo único que quiero es salir.
Una profunda emoción me invade al ver la salida, mis ojos se acumulan de lágrimas que las controlo parpadeando, de esa forma confirmó si es solo una ilusión malévola por la mala alimentación, pero no, no ha desaparecido, está ahí, una luz blanca. Sin importar que mi pierna se sentía cansada, todo mi cuerpo, aumentó la velocidad hasta el punto de que me encontraba corriendo y suelto una risa disfrutando de mi pronta liberación. Pero mi risa se detiene cuando una vez traspasó la salida de lo que parecía ser una cueva mediana, él se detiene, aún me sorprendo de su fuerza, aparenta ser débil pero de golpe me ha detenido.
Volteó a verlo, estaba bajo el marco de la salida de la cueva, con la cabeza cabizbaja, solo nuestra mano seguía unida, mi mano aún se encontraba dentro de la cueva, era la única que tenía el brazo extendido, el suyo estaba a su lado, con su pulgar acarició el dorso de mi mano.
Lo miro con pena, antes que pudiera hablarle, él habla. Su tono de voz es diferente a las otras veces, está vez es tranquila, con un tono melancólico.
– Recuerdo un nombre, un apellido, una historia. – Lo miró sin comprender, algo me dice que había perdido la memoria o realmente lo tuvieron cautivo por mucho tiempo, tal vez desde la niñez, aquel pensamiento me estruja el corazón. – Pero aún todo es confuso… – su labio se estira en una sonrisa triste.
– Me dirás tu nombre. – Intento que no suene a una orden, pero no sé cómo tratar o qué hacer, lo único que sé, es que no debemos perder tiempo. – Porque yo te diré el mío, soy Temari Sabaku No, mi padre es un hombre importante, mi familia te ayudará. – Le intentó generar confianza.
Él sonríe mientras niega la cabeza, luego levanta su cabeza, me mira con una sonrisa feliz.
– Shikamaru del clan Nara, próximo líder. – Su presentación fue bastante extraña. – Diles a mis padres que estoy bien. Espero que ellos estén bien, recuerdo que mi madre se veía asustada y desesperada. – Frunce el ceño como si dudara de lo que dijo.
– Encontraremos juntos a tus padres, solo ven conmigo, no te voy a dejar aquí. – Digo lo último como si estuviera tratando con un niño que no comprendía que era un no.
Él se divierte, ríe, está vez su risa no parece de un loco desquiciado, está vez su risa es calma, como si al fin encontró la paz que perdió.
– Ve, sigue. Yo estaré aquí. – Me suelta la mano. No puedo creerlo, quiero decirle algo para que desista su estúpida idea de quedarse, pero no tengo un diálogo de convencimiento preparado, quiero arrastrarlo para que salga de esa maldita cueva, pero sé que él podría reaccionar mal, las personas loca encontraba fuerzas sobrenatural, casi inhumana. Mire al bosque que me esperaba, volteo a verlo.
– Regresaré con ayuda y con tus padres. – Corro de inmediato hacia el bosque para no perder más tiempo, necesitaba un especialista para que lo saquen de ahí, necesitaba ayuda de inmediato.
Corro sin importar que mis resentidas piernas exigían descanso, no era momento de hacer caso al cuerpo, solo debía escuchar mi instinto de supervivencia, y ella me decía que siga corriendo. Mi respiración se volvió agitada, más de una vez me caí al tropezar con una raíz sobresaliente, con un tronco o rama, no importaba si los arbustos o ramas me rasguñaba, simplemente quería llegar hasta … un ruido familiar llegó a mis oídos, me detuve de golpe incrédula de lo que había escuchado, ese ruido que solo podía decirme que había un pueblo tal vez cerca o lejos, corrí hasta llegar a la carretera, solo cuando lo ví con mis propios ojos, un auto pasar a toda velocidad, me deje caer sobre mis rodillas, cubrí mi rostro con mis manos, tenía ganas de llorar, seguía con vida, había escapado. Aunque la victoria podía saborearla cerca, aún mi odisea no se terminó, tenía que llegar a un pueblo, buscar una comisaría y reportar mi desaparición y del chico Nara, sus padres y los míos al fin podría estar tranquilo. Con un gran esfuerzo volví a levantarme y caminé hacia el norte, esperando que el pueblo no esté lejos.
...
Se había ido, me hubiera gustado ir tras ella, seguirla. Pero cuando ella cruzó el marco de la cueva, algo me retuvo. Simplemente no podía salir. Extendí la mano esperando poder sacarla, pero algo invisible impedía que mi mano pudiera tocar lo que había afuera. No entendía.
O tal vez sí pero no quería aceptarlo.
Ella era muy diferente, lo sé, cuando la seguí caminando por aquel sendero, vino en mi mente algunos recuerdos de mi vida antes que me secuestraran. Ella no usaba un kimono ni yukata, su ropa era diferente, tenía un pantalón y algo que se asemejaba a un uwagi, todo en ella era diferente.
Y ahora lo entendía porque. Apoyé mi cabeza en aquel muro invisible que no me dejaba traspasar su mundo, todo estaba en silencio. Supongo que las voces y la sombra entendía la perdida que sentía, o ellos también lamentaban el no poder volver a verla.
Me gustaría saber cuándo ocurrió, cómo sucedió o que está sucediendo. Sin embargo, el único que me hubiera podido dar todas las respuestas a mi pregunta, yacía sin vida, o eso creo.
Sentí que algo detrás suyo, volteo. Una luz incandescente de un tono azul transparente flotaba en el aire. De alguna forma eso no me asustó, recordaba que son las guías espirituales, aunque había creído que eso solo podías encontrarlo dentro del bosque y no es una cueva maldita.
El calor que anhelaba, me hizo caminar hacia ella, cuando la traspase, mi cuerpo se sintió con vida, pero fue un momento breve, otra luz se encendió, como una polilla, fuí a ella, pero a cambio, ellas me daban una sensación que había olvidado cómo se sentía.
Me fui alejando de la salida donde ella se fue. Tenía mi propio camino a seguir.
Fin.
