Aquí Saint Ninja 11 reportándose.

Otro one-shot en honor a nuestra rusita cumpleañera, pero esta vez será sobre una persona que ella le tiene tanto cariño como lo es su abuela. Para muchos a lo mejor la abuela fue una persona que nos sacó alegrías y muchas cosas buenas, aunque no generalizaré ya que siempre hay excepciones, así como abuelas que fueron una tortura tener, ni que decir de unas personas que a lo mejor ni siquiera las conocieron.

También, este fic es dedicado a mi abuela quien justamente hoy, mismo cumpleaños con Eli, ella también está de festejo, una gran persona en mi vida y que, sin ella, creo que no estaría aquí hoy mismo.

Sin más, comencemos…

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Muchos niños de mi natal país normalmente solo hablaban una lengua, no obstante, yo era diferente a ellos, no solo porque mi apellido no era oriundo de ahí, sino porque yo tenía cosas que ellos no y era que poseía dos lenguas bien aprendidas aparte del ruso.

Era más que obvio, vivía en Rusia en ese momento y como todo habitante de allá, solo ese idioma hablaba, no obstante, mi padre era mitad ruso ya que su otra mitad sanguínea era japonesa y ni que decir de mi madre, ella era una japonesa que se mudó con mi padre a Rusia.

Así que por eso es que 1/4 rusa, gracias a mis padres aprendí el japonés, el cual desde que tengo uso de memoria lo aprendí a usar, pero solo en casa ya que… bueno, obvio que nadie en Rusia me entendería si hablo en japonés.

Aun así, alguien que estuvo siempre atenta a mis clases fue mi abuela.

Ella ha sido una gran mujer y desde que tengo uso de la razón, me la pasaba mucho tiempo con ella.

Aparte, ella me daba ánimos cuando fracasaba en el ballet, siendo que mi madre y ella eran bailarinas extraordinarias, no podía decir lo mismo de mí que fui un fiasco.

Siempre jugaba conmigo cuando mis padres no estaban porque su trabajo los mantenía ocupados, aun así, nunca me quejé de ellos ni nada, mi abuela siempre me contaba sobre la tierra natal de mi madre.

- ¿Cómo es Japón abuela? – pregunté a mi edad de unos 7 años, creo que esa edad tenía, no recuerdo bien.

- Es un lugar lindo Elichika, a pesar de sus deficiencias, es un sitio en el cual yo pasé muy bien mi juventud y también… done conocí a tu abuelo.

- ¿Por qué volviste aquí a Rusia?

- Porque con el amor de mi vida, o sea, tu abuelo, no me iba a dejar ir tan fácilmente, él se fue conmigo aquí donde nos casamos y hemos vivido felices hasta entonces.

- Ya veo – esa historia realmente me dejaba sorprendida de niña, mis abuelos habían vivido felices desde entonces, luego supe que con mis padres pasó lo mismo, mi madre se fue a vivir con mi padre a Rusia luego de la Preparatoria, es más, con 18 años se casaron y con el tiempo me tuvieron a mí y a Arisa.

Luego de que decidí ir a Japón, mi abuela me dio la mayor de las bendiciones, no quería que me pasara algo allá, pero siempre iba confiada de que iba a lograr mis propósitos. No solo eso, resulta que tenían un apartamento para mí en Japón, además de que estaba la academia en la que ella y mi madre asistieron.

La Academia Otonokizaka.

Llegué en el segundo semestre de mi primer año de Preparatoria allí, realmente se podía oler la antigüedad de las paredes de la institución y para mí era muy importante, más por el mensaje que me dio mi abuela antes de llegar.

Cuida Otonokizaka.

Y eso hice, me volví en la Presidenta del Consejo Estudiantil e hice un buen trabajo, todo iba bien hasta que la trágica noticia llegó, la escuela iba a ser cerrada por falta de alumnado.

Hice un sinfín de números de esfuerzos para evitar que cerrara, aunque al final para seguir con el legado de mi abuela fue necesario que hiciéramos uso de eso que quise eliminar, las School Idols.

Al final de todo, se logró conversar ese legado, la academia no fue cerrada y no solo eso, sino que era una leyenda y por fin podría ser reconocida por lo que era, una academia histórica.

Volví a Rusia para las vacaciones y lo primero que miré fue a mi abuela quien me recibió con un fuerte abrazo.

- Me haces sentir orgullosa Elichika, realmente lo hiciste bien – decía ella acariciando mi cabeza, eso me hizo sentir feliz.

- Gracias abuela, pensé que no podría hacerlo ya que recordé cuando no pude triunfar en el ballet, pero gracias a mis amigas, lo hice.

- Me gustó que no te dieras por vencida ahí, eres mi orgullo cariño – sonrió mi abuela, gracias a eso he podido pensar que todo valió la pena, ver su sonrisa vale todo.

Abuela… gracias.