PARTE 4

- ¡No te entregaré nada, Selene! – gritó Sailor Moon con seguridad.

- Eso ya lo sabía... – musitó Selene – Mi tesoro es tan valioso e importante, que estarías loca si me lo entregaras así como así... Es único y te comprendo. Yo tampoco quería entregarlo, pero Zeus me obligó y Atenea me encerró por desobedecer.

Su voz tenía un dejo de tristeza y coraje, pero no tardó en encarar a la otra diosa ahí presente. Esa tonta creía que iba a pelear, pero no lo haría, no cuando podía recuperar su tesoro sin ningún esfuerzo.

- De todos modos, me pertenece y tengo derecho a reclamarlo – continuó con sequedad – Será mejor que me lo entregues y no opongas resistencia, Serenity.

- ¡Jamás! – exclamó Sailor Moon – ¡Necesito el Cristal de Plata para asegurar nuestro futuro en Tokio de Cristal!... ¡Nunca te entregaré el Cristal de Plata!

Ante los reclamos de Sailor Moon, Selene pareció confusa... ¿acaso ellos pensaban que...

- No me digan que... – murmuró, aún sorprendida, antes de soltarse en sonora y divertida carcajada. Todos le miraron con extrañeza.

- ¿De qué te ríes? – le preguntó Atenea, seria – No le veo lo divertido a nada.

Selene dejó de reír a los pocos segundos, volviendo a encarar a la princesa.

- ¿Tan importante es el Cristal de Plata para ti? – le cuestionó Selene enseguida.

Sailor Moon, aunque extrañada con la pregunta, respondió con tremenda seguridad...

- ¡Claro que lo es!... ¡y no voy a entregártelo!

Selene esbozó una pequeña sonrisa e hizo aumentar su aura... cosa que sorprendió a los santos y a Atenea, ella sólo gastaba la poca energía que tenía... ¿porqué hacía eso? Era tonto...

- Tampoco es necesario que me lo entregues, Serenity – dijo con un encogimiento de hombros, desviando su mirada ligeramente a un lado – Después de todo, ese es el regalo que le hice a tus antepasados...

- ¿Uh? – Sailor Moon parecía confundida... ¿entonces no era el Cristal de Plata lo que ella buscaba?

- No puedo reclamar un regalo que hice de corazón – continuó Selene – Pero si el Cristal de Plata es tan importante para ti, no te preocupes, que eso no es lo que busco...

La princesa palideció, al igual que Atenea y sus santos.

- ¡Has hablado, Serenity, tú misma has dicho que el Cristal de Plata es lo más importante para ti!... – exclamó con voz poderosa, mientras hacía crecer aún más su cansado cosmos – ¡Entonces no te molestara que invoque a mi tesoro!

Su cosmos plateado creció al límite...

- ¡Yo, Selene, diosa de la Luna, invoco a mi más grande tesoro!

El viento sopló de forma impresionante, mientras la Luna brillaba en todo lo alto, como respondiendo a los ruegos de la diosa.

- ¡Invoco a mis guerreras guardianas!...

Ante eso, Atenea, Serenity y los santos palidecieron aún más... Ahora entendían todo... el tesoro de Selene no era el Cristal de Plata... eran las guerreras de la Luna...

- ¡Invoco a mis Senshis!... ¡Invoco a Minako, Senshi de Venus y guerrera del amor; líder de mi fuerza!

De inmediato, todos voltearon hacia las guerreras, que estaban brillando en la misma aura que Selene y parecían sumergidas en una especie de hechizo. En ese momento, ante la invocación, Minako dio un formidable salto y quedó frente a Selene. Su sailor suit no tardó en desaparecer, dejando en su lugar un similar ropaje de metal en tonos naranjas y amarillos. Minako se inclinó ante Selene y permaneció en silencio, con la cabeza baja.

El resto no podía creer lo que presenciaba... Sailor Moon se había quedado sin aliento...

- ¡Invoco a Makoto, Senshi de Júpiter y guerrera del Rayo!

Makoto imitó los movimientos de Minako y, mientras saltaba en el aire, su traje de sailor también desapareció y se transformó en una armadura verde esmeralda. Aterrizó al lado de Minako y también se inclinó ante Selene.

- ¡Invoco a Haruka, Senshi de Urano y guerrera del Viento!

La diosa les invocó una por una, hasta que sólo quedaban Sailor Mercury y Sailor Mars... Por ese largo rato, Usagi había tratado de acercarse a ellas, pero una extraña barrera le impedía estar siquiera a cinco metros de distancia...

- ¡Invoco a Ami, Senshi de Mercurio y guerrera del agua y el conocimiento!

Pero, Ami no respondió de inmediato a la orden, cosa que extrañó a todos, Selene incluida... pero no tardó en adivinar a qué se debía... Repitió la invocación y, ésta vez, Ami sí reaccionó, tomando su lugar frente a Selene.

- Atenea... – dijo Selene con una enorme sonrisa – ¿Recuerdas a Ami?

Ante la pregunta, Saori pareció confundida, cosa que la otra diosa notó.

- No puedo creerlo, pero te lo explicaré brevemente... no sin antes llamar a mi última guerrera... ¡Invoco a Rei, Senshi de Marte y guerrera del Fuego!

Una vez que reunió a todas las chicas. Miró al resto y sonrió, satisfecha.

- Atenea, tú misma me regalaste a Ami hace mucho tiempo... – dijo Selene – Tú y Hermes... ¿Lo recuerdas?

- ¿Uh?

- Ya veo que no... Las Senshis son guerreras que los demás dioses crearon y me regalaron, mi padre me dio a Makoto, Ares a Rei, Afrodita a Minako y así sucesivamente... Pero, la diferencia con Ami, es que tú y Hermes la crearon del agua. Las Senshis eran mis guerreras guardianas y mis mejores amigas, así como los son tus Santos o lo eran los Generales de Marina para Poseidón.

Mientras daba sus explicaciones, lágrimas comenzaron a correr por sus ojos.

- Pero, después de que mi padre se encaprichara con la reina de la Luna, decidió darle a mis guerreras sin siquiera consultármelo. Me las quitó a la fuerza y se las entregó en forma de Princesas de los demás planetas del Milenio de Plata. Les borró la memoria y les minó sus poderes divinos, para que no fueran más fuertes que el Cristal de Plata que yo misma le había regalado a la reina Serenity.

Sailor Moon no podía creer lo que escuchaba... también empezó a llorar...

- Y yo quise recuperar a mis amigas... – sollozó – Pero Zeus te envió a encerrarme por no cumplir su voluntad – agregó, mirando a Atenea con molestia.

Por alguna razón, todos comprendían que Selene tenía toda la razón, que con justa razón pedía venganza... le habían quitado a sus amigas a la fuerza y encerrado por no querer entregarlas. Usagi era quien mejor entendía lo que sentía Selene, la rubia princesa tenía una facilidad de empatía que la hacía única... Ahora era ella quien perdía a sus amigas y le había dolido en el alma... seguramente Selene se sintió de la misma manera cuando se las quitaron...

Lloraba, mientras miraba a Selene con un gesto un tanto arrepentido y culpable...

Le había dicho a Selene que lo que más le importaba era el Cristal de Plata, ¿con qué cara le iba a pedir que se las devolviera?... Ahora entendía el significado del sueño de Rei, de por qué ella estaba sola contra el enemigo y sin ninguna de sus amigas cerca.

Había traicionado la amistad que tenía con ellas ocho...

Ellas ahora estaban con Selene y seguramente ya no la recordaban... eso le dolió aún más... de la misma manera en que debió sentirse Selene cuando Zeus le borró la memoria a las guerreras antes de entregárselas a su antepasada.

Cayó de rodillas y se soltó en un llanto más sonoro, los Santos lo notaron y Shiryu fue quien se acercó a consolarla. Pasó su brazo por los hombros de la chica y le pedía con suaves susurros que se tranquilizara, que todo saldría bien... pero nada parecía consolar a la Princesa, no cuando había perdido a las personas que más quería.

- ¡Chicas, denles una lección a los Santos de Atenea antes de nuestra gran batalla! – exclamó Selene, que se hallaba muy cansada de haber usado todo su cosmos.

Ante la orden, Minako fue la primera en ponerse de pie...

- ¡Ya saben qué hacer amigas! – clamó la Senshi del Amor – ¡Adelante!

De inmediato, todas se lanzaron sobre los cuatro Santos. Minako y Makoto eligieron a Seiya como rival, Haruka y Michiru fueron con Hyoga, Hotaru y Setsuna sobre Shun, y Ami y Rei contra Shiryu. Pero, debido a que Sailor Moon se hallaba al lado del joven Santo de Libra, Ami se adelantó y tomó a la princesa por la cintura para quitarla del camino de un seguro ataque de Rei contra el Santo.

- ¡Fire Soul Bird!

Shiryu alcanzó a cubrirse con uno de los escudos, pero ese fuego en forma de ave, un fénix sin duda alguna, tenía una temperatura formidable y se le estaba quemando el brazo.

En tanto, Ami, con Usagi en brazos, se situó delante de una asustada Atenea.

- ¿Qué quieres de mí, senshi? – le preguntó a la joven de cabello azul, pero ésta sólo le sonrió y depositó a Usagi en el suelo.

- Mi señora Atenea, me creó y estoy imposibilitada a hacerle daño a usted o a uno de sus Santos – explicó la Senshi, inclinando la cabeza ante ella – Será mi señora Selene quien se encargue de pelear con usted en otra ocasión. Pero, al menos por mí, no deberá preocuparse, ni siquiera por mis compañeras... ya sabemos que todo ataque dirigido a un dios ha de ser devuelto al agresor.

Atenea más o menos se tranquilizó, pero volvió la vista a las peleas y vio que a sus Santos no les iba muy bien... Las Senshis eran muy poderosas... y sabía que se debía a que eran guerreras creadas directamente por los dioses.

- ¡Nebula Chain!

La brillante cadena salió del brazo de la armadura del Santo de Andrómeda y se dirigió, de forma circular, a su par de contrincantes. Shun se sentía terrible de tener que pelear contra unas chicas a las que consideraba sus amigas, pero se dio cuenta de que ellas peleaban sin consideración alguna y no dudarían en matarlo de ser posible.

Las Senshis de la Muerte y el Tiempo esquivaron maravillosamente la cadena de plata de Shun y se acercaron a él en un abrir y cerrar de ojos, acorralándolo.

- ¡Time Stop! – exclamó Setsuna, concentrando su energía en su Orbe de Gránate.

De pronto, el tiempo se detuvo sólo alrededor del joven Santo de Andrómeda. Aprovechando eso, Hotaru concentró su mortal energía y la dirigió al indefenso chico...

- ¡Death Reborn Revolution!

El ataque dio de lleno, despedazando la armadura de Shun en cientos de pedazos y lastimándolo de gravedad. Al caer al suelo, el efecto del ataque de Setsuna ya había pasado. Shun simplemente ya estaba inconsciente y fuera de combate.

El par de senshis sólo regresó al lado de su diosa y le ayudaron a mantenerse de pie, pues estaba muy agotada.

A los otros tres tampoco les iba muy bien...

Hyoga se debatía valientemente contra el par que le había tocado, pero...

- ¡Diamond Dust!

- ¡Submarine Reflection!

El polvo de diamantes de Hyoga y el reflejo del espejo de Michiru chocaron con tremenda fuerza, pero el ataque de la Senshi tenía más potencia y no tardó en hacer retroceder al helado disparo del rubio. Hyoga no podía creer que el ataque de esa chica fuera tan fuerte. Poco a poco se le acababan las energías para seguir sosteniendo su defensa...

Pero, no tardó en recordar que esa chica siempre estaba al lado de la Senshi del Viento... se asustó al no ver a Haruka por ningún lado...

- ¡World Shaking!

Una potente esfera de energía se estrelló contra la espalda del Santo Dorado de Acuario, tirándolo y haciéndolo un blanco fácil de la descarga de Michiru. Hyoga sólo salió volando a diez metros de distancia, sin fuerzas para volver a levantarse y lastimado hasta los huesos. No pudo enfrentarlas a las dos... de hecho, sabía que no hubiera podido con una sola de ellas.

En cuanto acabaron con el santo, Haruka y Michiru también volvieron con su diosa y esperaron con paciencia a que las demás acabaran con los otros dos santos restantes.

- ¡Venus Wink Sword!

- ¡Thunder Dragon!

El pobre de Seiya ni siquiera tuvo tiempo de invocar sus puños... los ataques le llegaron por ambos lados, el de Makoto por detrás, destrozándole las alas de la armadura, y el de Minako por delante, hiriéndole de gravedad en las zonas que no estaban protegidas por la armadura. El poderoso dragón eléctrico de Makoto y esa bola de energía pura, en forma de punta de espada, de Minako fueron suficientes para dejar inconsciente al Santo de Sagitario.

Ellas fueron las que más rápido acabaron con su rival y de inmediato regresaron son su diosa y sus otras amigas. La única que quedaba por pelear era Rei, pero obviamente iba ganando.

Atenea ni siquiera pudo moverse al ver que a sus santos les estaban dando una paliza que ningún otro enemigo les había propinado antes. No quería pensar en lo que la senshi que ella misma había creado podía hacer.

- ¡Fire Soul Bird!

Y, mientras Rei derretía poco a poco la armadura de Libra, Usagi miraba con inmensa tristeza a su amiga de cabello azul, que se había mantenido alerta para que ningún ataque de sus amigas se desviara y lastimara a Saori y a la princesa.

- Ami, por favor, perdónenme – murmuró Sailor Moon, con las lágrimas ahogándola – Ustedes me importan más que el Cristal de Plata y...

La Senshi del Agua le miró con extraña dulzura y puso una mano sobre el hombro de la princesa, que temblaba por el llanto, interrumpiendo sus explicaciones.

- No, Usagi, no tienes nada por qué disculparte – dijo con su aterciopelada y dulce voz – Sólo pasó lo que tenía que pasar. Hemos vuelto a donde realmente pertenecemos... No te preocupes, mi señora Selene sólo quiere a Atenea, a ti no te hará nada, lo prometo.

- Ami... no peleen contra Atenea, por favor... Sé lo sola que debió sentirse Selene cuando les fueron arrebatadas... pero la venganza no le ayudara a sentirse mejor... Además... quiero que regresen conmigo, yo las quiero mucho...

- Lo sé... todas lo sabemos, pero ya no podemos volver contigo...

- Ami...

Con la confesión, Usagi sintió que el aire le faltaba, claramente se sintió palidecer...

Mientras, Rei le daba los últimos golpes a Shiryu.