PARTE 6
- ¡Aléjate, guerrera, o no tendremos consideración contigo! – le amenazó Milo de Escorpio – ¡Haznos, caso!
- No vine aquí a pelear – respondió Ami con su gesto tranquilo y pacífico – Sólo deseo hablar con Atenea y con la Princesa... es todo...
- ¡¿Y crees que creeremos en tus palabras?! – le gritó de nuevo el santo dorado – ¡No dejaremos que te acerques a nuestra diosa!
- Ya les he dicho que no estoy aquí para pelear – repitió con paciencia – Jamás lastimaría a mi señora Atenea y ella lo sabe muy bien.
Encaró a la joven diosa y ésta quitó el miedo de su cara.
- Es cierto – dijo por fin Saori – déjennos a solas...
- Pero, Atenea... – reprocharon los tres santos dorados que le protegían.
- Estaré bien, pueden irse.
Pronto obedecieron, a regañadientes ciertamente, pero lo hicieron. Sólo le lanzaron fulminantes miradas a la Senshi del Agua, quien ni siquiera pareció notarlas. Sólo mantenía su azulada mirada sobre la diosa.
Después de que los Santos se retiraran, Ami se encaminó hacia Atenea y se inclinó humildemente ante ella. La diosa comprendió que Ami decía la verdad, no estaba ahí para pelear. Guardó silencio unos segundos ante el tranquilo comportamiento de la Senshi.
- ¿Qué es lo que quieres decirme, Ami de Mercurio? – le preguntó con un extraño tono de voz, uno que denotaba preocupación y algo de ansias.
- Me alegra decir que le traigo buenas nuevas – dijo Ami con algo de contento.
- ¿Uh?
- Mi señora Selene me ha mandado a decirle que ya no desea pelear contra usted.
- ¡¿Qué?!
- Ahora que hemos vuelto a su lado, ya no ve la necesidad de combatir. Me ha encargado que le pida disculpas por haberla mantenido tan preocupada
- ¿Ya no pelearán contra nosotros? – volvió a preguntar, aún incrédula.
- No. Sólo queremos vivir en paz en nuestro templo, es todo.
Las palabras de la guerrera eran sinceras. Decía la verdad. Saori sintió un enorme alivio en su pecho y no pudo evitar suspirar de tranquilidad. Ami sonrió ante la reacción.
- Era todo lo que venía a decirle, sólo me queda hablar con alguien más...
Dicho eso, miró a un lado, por encima de su hombro, y vio a la Princesa de la Luna escondida tras un pilar. Notó el sobresalto en Usagi y le sonrió, asintiendo ligeramente con la cabeza. Se puso de pie y le rindió una cortesía a Atenea, antes de disculparse para ir a hablar con la Princesa.
Se dirigió a la rubia y ambas fueron al balcón donde minutos antes estuviera Usagi contemplando el amanecer. Sin decir nada aún, Ami se recargó en el balcón y miró el cielo.
- Ami...
- Princesa, sólo he venido para ver si se encontraba bien.
Usagi asintió débilmente y trató de sonreír, mas no pudo. En cambio, se soltó a llorar mientras se abrazaba de Ami. La Senshi correspondió el abrazo y esperó a que la Princesa se tranquilizara, o cuál sucedió después de unos cuantos minutos.
- Ami, por favor, perdónenme, jamás quise que se alejaran de mi – sollozaba la chica – Ustedes me importan más que el Cristal de Plata, lo sabes.
- Lo sé.
- ¿Entonces porqué no pueden volver conmigo?... Yo las quiero mucho...
- Es algo difícil de explicar... pero todas sentimos la necesidad de estar junto a nuestra señora Selene. La sentimos desde que ella comenzó a despertar. Nosotras dependemos de nuestra diosa, si vivimos y tenemos la capacidad de resucitar con el Cristal de Plata es gracias a ella, princesa. Ella también nos quiere mucho, somos lo único que tiene... En cambio, usted se casará con el príncipe Endymion y vivirán muy bien en Tokio de Cristal. Tendrá a la Pequeña Dama y miles de súbditos que le querrán mucho.
- No será lo mismo sin ustedes... Me duele mucho pensar que ya no estarán a mi lado, Ami... me duele...
- Mi Princesa, ya no llore, a mí también me duele verla triste. A las chicas también les lastima verla así. A pesar de todo, muchos de nuestros momentos más felices fueron a su lado. Eso jamás lo olvidaremos.
- Las necesito.
Ami le soltó y la sostuvo por el rostro, secando sus lágrimas con sus dedos.
- Ya no llore, por favor – le suplicó con dulzura, entregándole enseguida un pequeño dulce.
- ¿Qué es esto, Ami? – le preguntó, extrañada.
- Si lo toma, le aseguro que todo su dolor desaparecerá.
Usagi de inmediato desconfió de ese dulce... ¿qué podría ser? No creía que fuera veneno, no les creía capaces de hacer tal cosa, pero...
- Primero dime qué es... – insistió – Si no, no lo comeré...
- Confíe en mi... si lo toma, ya no sentirá ningún dolor por nosotras. Lo prometo.
- Pero...
Usagi miró largamente a su amiga, ésta tenía una suave y casual sonrisa en su rostro, muy parecida a la que lucía normalmente. Parecía muy tranquila y contenta. Tal vez estaba siendo algo egoísta con ellas, quizá era que las quería sólo para sí y no pensaba en que sus amigas deberían de estar muy contentas después de regresar al lado de su diosa...
Aún así, la única forma en que dejaría de doler la ausencia de sus mejores amigas era olvidarlas...
La princesa sintió un pinchazo en el pecho al adivinar qué era lo que escondía tan pequeño dulce...
Ahora lo entendía... Miró a Ami tristemente y ésta asintió en silencio, como leyendo los pensamientos de su Princesa.
- Es por su bien, mi Princesa... – murmuró Ami, tomándole por los hombros – Pero eso no quiere decir que dejemos de velar por usted.
Usagi movió la cabeza triste y afirmativamente...
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- ¿Nada aún? – preguntó Minako un poco exasperada.
- No.
- Yo tampoco tengo nada.
La rubia líder de las Senshi miró a Michiru y a Setsuna, que llevaban un buen rato buscando algún indicio del cuerpo que le correspondía a su diosa en esa época. Pero aún no tenían ni una señal de éste.
El resto estaba entrenando en una pequeña plataforma al lado de donde ellas tres se encontraban. Ya que no pudieron pelear con los Santos, quizá una breve práctica entre ellas les quitaría las ganas de luchar.
Ami aún no llegaba.
- No logro entender esto – murmuró Michiru, alterada.
- ¿Qué cosa? – le preguntó Minako enseguida, notando el gesto de la Senshi de los mares.
- No hay ni una señal del cuerpo de nuestra señora Selene – dijo lentamente – No hay nada...
- Me temo que no hay ningún cuerpo destinado para ella en ésta época – comentó Setsuna con tristeza – Por que ya le habríamos encontrado desde hace mucho tiempo... es más... nuestra diosa nos habría buscado una vez instalado en él.
- Es como si no le hubiera tocado reencarnar aún – agregó Michiru.
- ¿Quieren decir que otra cosa fue la que despertó a nuestra diosa? – preguntó la Senshi del Amor.
- Podría asegurar que sí – finalizó Setsuna con la cabeza baja.
En tanto, Makoto y Rei practicaban una pequeña lucha cuerpo a cuerpo. Haruka y Hotaru sólo comparaban ataques contra unas rocas.
- Veo que no has perdido tu toque, Rei – murmuró Makoto con una sonrisa – Pero eso no va a impedir que te dé una paliza, amiga...
- Será después de que yo te la dé a ti, Makoto – respondió Rei con particular alegría.
Con un ágil movimiento, Makoto le hizo una doloroso y firme llave a Rei en el cuello, pero Rei logró liberarse después de unos segundos y le regresó la llave. Más que mostrarse agresivas, ambas parecían divertirse con su pelea.
De pronto, Makoto notó el brazalete en la muñeca de Rei.
- Wow... ¡qué lindo! – exclamó, deshaciéndose de la llave y tomando el brazo derecho de Rei para ver el accesorio más de cerca – ¿Dónde lo conseguiste, Rei?... Por que ayer no lo traías.
- Ami lo hizo.
- Es muy lindo – repitió – pero... ¿porqué tiene una pequeña luz parpadeando?
- ¿Luz?
Miró su brazalete y también descubrió la pequeña luz a la que se refería Makoto. Su alegre gesto se tornó preocupado de repente.
- ¿Qué pasa, Rei?
- Eh... no... nada...
Rei recordó que, anoche, Ami le había explicado que el accesorio daría una señal cuando la energía dentro de su cuerpo comenzara a aumentar más o ha salirse de control. Ella en sí no se sentía mal, el brazalete le ayudaba a repeler esa energía de su sistema nervioso, pero...
¿Porqué había aumentado tan de repente?
- ¡Eh, chicas, dejen de jugar y vengan! – les llamó Minako – ¡Hay algo que deben saber!
Las cuatro obedecieron y se reunieron el resto.
- Según Setsuna y Michiru – comenzó Minako con un gesto serio y duro – no hay ningún cuerpo en ésta era para nuestra señora Selene...
- ¡¿Qué?! – exclamaron las cuatro con sorpresa.
- Me temo que no le tocaba reencarnar aún y esa es la razón.
- Pero... ¿entonces porqué despertó? – preguntó Haruka, tan confundida como lo estaban sus amigas.
- No lo sé...
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Seguía en las mismas ruinas, viendo mentalmente los pasos que seguían Selene, Atenea, Serenity, los Santos y las Senshis. Todo había pasado tal como lo tenía planeado, todo... era perfecto...
... Ahora podría llevar a cabo su venganza contra Atenea...
Por fin se cobraría aquella derrota de las Doce Casas. Tendría a su disposición a las legendarias Senshis, las guerreras más poderosas que haya habido jamás. Selene seguía débil y no tardaría en volverse una presencia etérea.
Selene...
Esa tonta. No supo quién fue que la despertó, no supo que fue él...
Era hora de absorber la esencia de Selene y hacerse de sus guerreras. Era hora de matar a Atenea y a todos sus Santos. También mataría a Serenity, ella podría serle un estorbo.
Concentró su cosmos rojo y se teletransportó al Templo de Selene...
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- ¡AAHHHHHH!
Todas voltearon a ver a Rei, que había lanzada un doloroso grito mientras se retorcía en el suelo. La chica temblaba incontrolablemente y no lograba responder a las atenciones de sus amigas.
- ¡Por Selene!... ¡¿Rei, qué te pasa?! – le preguntó Mina, tratando de sujetarla y tranquilizarla.
Pero Rei no reaccionaba...
De pronto, todas sintieron una fuerte presencia en el Templo... y se encontraba en las habitaciones de su diosa...
- ¡Rayos! – masculló Mina – ¡Setsuna, cuida de Rei y llama a Ami!
- De acuerdo.
- ¡El resto, vamos!
Mina y su grupo corrieron al interior del templo. Al entrar a las habitaciones de Selene, su sorpresa sería mayúscula... Había un hombre ahí, grande, fuerte, moreno, de cabello negro y ojos de fuego; que sostenía la fantasmal presencia de Selene con su cosmos y la absorbía poco a poco...
- ¡Maldito, déjala! – gritó Minako – ¡Ataquemos, chicas!... ¡Venus Wink Sword!
- ¡Space Sword Blaster!
- ¡Submarine Reflection!
- ¡Death Reborn Revolution!
- ¡Sparkling Wide Pressure!
Los cinco ataques fueron directos al intruso, pero todos rebotaron y regresaron a sus puntos de origen. Las Senshis alcanzaron a evitar sus propios ataques. Todas tenían una idea de quién era esa persona...
- Eres un dios... – murmuró Michiru con cierto miedo.
Era obvio... todo ataque dirigido a un dios era devuelto al agresor.
El dios les dirigió una sonrisa maligna y comenzó a reír.
- ¿Pueden adivinar qué dios soy? – les preguntó con una poderosa voz.
Las cinco se miraron entre sí...
- Es Ares... – murmuró una voz en la entrada – Es el dios Ares, mi creador...
La que dio la respuesta fue Rei, que era sujetada por Setsuna. La Senshi de Marte ahora comprendía el porqué de su estado... al igual que Ami, era la presencia de su dios creador el que la confundía y aturdía. Pero la presencia de Ares era más agresiva que la de Atenea. Por eso había perdido el conocimiento.
- Rei – musitó Ares – Mi pequeña Rei... al fin nos vemos después de tantos siglos...
- Mi señor Ares, por Zeus, deje en paz a nuestra diosa – le suplicó Rei, aún débil.
- Lo siento, mi pequeña, pero desperté a Selene sólo para tenerte a ti y a tus amigas y poder vengarme de Atenea.
Todas estaban horrorizadas, no sólo por la revelación, sino por que Selene acababa de ser completamente absorbida por Ares.
- Ahora todas ustedes estarán bajo mis órdenes – murmuró con malicia.
En ese momento, las auras de las senshis ahí presentes comenzaron a oscurecerse, sus gestos se endurecieron y llenaron de malicia, y sus armaduras igualmente tomaron un tono negruzco.
- Atenea... – dijo al viento – Ahora me vengaré de ti...
