PARTE 8
- Eres un sinvergüenza, Ares – exclamó Saori en cuanto la deidad de la guerra le encaró– Utilizaste a Selene y robaste a sus Senshis. No mereces el título de dios del Olimpo.
Ares simplemente rió con cinismo.
En ese momento, todos notaron que Mercurio no estaba con el dios; éste se dio cuenta y volvió a reír con malicia...
- Tu guerrera no me sirve, Atenea, sólo tiene defensa, en cambio, el resto tiene un gran poder ofensivo. Tu pequeña Ami me era inútil y por eso me encargué de ella – explicó.
- Maldito... – murmuró Atenea, molesta.
Usagi quedó helada unos segundos al escuchar eso. Pero se tranquilizó al sentir lejanamente la presencia de su amiga Ami. Ella estaba a salvo, pero no así el resto de sus amigas. No quería que Rei y las otras pelearan con los santos de nuevo... Mejor dicho, eran los guerreros de Atenea los que no estarían a salvo en contra de ellas. Sólo quedaban cuatro, todos los demás estaban fuera de combate.
Aún así les quedaba una última carta por jugar y confiaban en que funcionaría.
- ¡¿Quién peleará primero contra mis guerreras!? – preguntó Ares con un rugido.
- ¡Lo haremos todos! – exclamó Seiya – ¡Vamos, chicos!
- ¡Sí!
De inmediato, los cuatro santos se lanzaron sobre las siete senshis. Al momento, Usagi comenzó a concentrarse en el poder de su Cristal de Plata; y Saori fue directo contra Ares; quien era protegido por la Senshi de Marte.
- ¿Tanto es tu deseo de pelear contra mi, Atenea? – preguntó el dios de la guerra – Adelante.
- Entonces deja de esconderte detrás de unas guerreras que no te pertenecen – dijo Atenea con voz seria.
- De acuerdo, pero te arrepentirás de haberme pedido tal cosa.
Con una sencilla seña, Ares le ordenó a Rei que se hiciera a un lado; la chica obedeció y ambos dioses se encararon, mientras hacían crecer sus enormes cosmos.
En tanto...
- ¡Diamond Dust!
- ¡Deep Submerge!
- ¡World Shaking!
De nuevo, Hyoga se vio enfrentado a esa pareja de senshis. Eran, incluso, más rápidas y fuertes que la última vez que se enfrentó a ellas. Quizá se debía a la fuerte influencia del dios. Aún así, no las derrotaría tan fácilmente... de hecho dudaba que siquiera lograra darles pelea.
Ambos ataques chocaron contra el suyo y le estaban ganando terreno poco a poco. De reojo miró a Usagi y vio que ella se esforzaba tanto como se lo permitían sus fuerzas. También miró a su diosa y ésta enfrentaba su cosmos al de Ares. Él no podía rendirse, además, no era su prioridad vencer a las senshis, sólo se trataba de distraerlas hasta que Usagi reuniera y enfocara el poder del Cristal de Plata en Ares.
- ¡Ríndete, santo, no podrás con nosotras! – gritó Urano, dándole más intensidad a su ataque.
- ¡Nunca! – respondió Hyoga e inmediatamente concentró más su cosmos.
- Mejor hazle caso, Santo de Acuario – continuó Michiru – A menos que quieras morir...
- Creo que ese es su deseo – murmuró la senshi rubia – ¡Entonces hagámoslo!
Sin descuidar su "World Shaking", Haruka apareció su espada y le mandó su otro ataque; Michiru hizo lo propio con su espejo y pronto Hyoga se vio ante los dos ataques más poderosos de esa pareja.
- ¡Space Sword Blaster!
- ¡Submarine Reflection!
Hyoga dejó de atender su ataque y dispuso su técnica más poderosa, después de esquivar de forma casi milagrosa, las descargas de energía que le habían mandado las Senshis de Urano y Neptuno.
- ¡Aurora Execution!
(N de A: Ejecución de Aurora)
El formidable ataque de Hyoga ahora parecía estar a la altura del de las dos senshis, pero poco a poco éstas comenzaron a ganar terreno.
- Ya casi... ya casi lo logro... – murmuraba Usagi, sintiendo que el agotamiento resbala por su rostro en forma de sudor frío – Sólo un poco más... aguanta, Selene...
Miró de reojo las batallas, pues no debía perder la concentración, y vio que a los santos de nuevo no les estaba yendo muy bien. En cambio, Saori parecía llevar cierta ventaja sobre el dios Ares. También vio a Rei y se asustó del gesto que tenía en su rostro... Oscuro, sombrío, inerte como el de una roca... La senshi no perdía de vista la pelea entre su dios creador y Atenea, e incluso parecía temblar de ansias por no poder intervenir. Por Ami ya no estaba preocupada, ella se encontraba bien en algún lugar del Templo de Selene.
- ¡Rozan Sho Ryu Ha!
- ¡Thunder Dragon!
- ¡Crescent Beam Shower!
Ahora, a Shiryu le había tocado pelear contra Minako, líder las guerreras, y Makoto, la más fuerte –físicamente – de todas las senshis. Realmente no había gran diferencia entre ellas y la guerrera del Fuego, Rei. Eran tan poderosas como ella. El dragón eléctrico de Makoto y el de agua de Shiryu chocaron en los cielos, pero el de Makoto se tragó al de Shiryu, mientras una lluvia de luces incandescentes caía sobre el santo por encargo de Minako.
- ¡No quería hacer esto, pero me han obligado! – exclamó Shiryu.
- ¿Y qué harás, guapo? – preguntó Minako con pícaro acento – ¿Darnos un beso?
- Sólo les daré los saludos de Shura de Capricornio – murmuró el santo y levanto uno de sus brazos, asemejando el mejor ataque del difunto santo de Capricornio.
- ¿Y qué esperas, galán?
- Los esperamos – musitó Makoto.
- ¡Excalibur!
Un poderoso corte atravesó el aire y fue directo al par de Senshis. Las chicas de inmediato midieron la peligrosidad del ataque y lo esquivaron, pero, casi sin tomarse un respiro, Shiryu repitió la técnica y fue directo a Makoto.
Pero la senshi le tenía una sorpresa...
Encaró el ataque y lo detuvo con sus manos.
- ¡Imposible! – exclamó Shiryu, mientras Makoto mandaba el ataque a otro lado.
Al instante, Minako se volvió sobre el santo y le pateó el estómago. A Shiryu ni siquiera le dio tiempo de cubrirse con alguno de sus escudos.
- ¡Te tengo! – clamó la Senshi del Amor – ¡Venus Wink Sword!
- ¡Sparkling Wide Pressure!
De inmediato, ambos ataques chocaron contra el Santo.
- Tuviste mala suerte, nene, nos volvemos a encontrar – murmuró Setsuna, contemplando el delgado cuerpo y la inocente postura del Santo plateado de Andrómeda – De aquí no saldrás vivo.
- No deseaba pelear contra ustedes, pero tendré que hacerlo – dijo Shun, sujetando con fuerza sus fieles cadenas.
- ¿Y qué harás, eh? – preguntó Hotaru, por demás sonriente.
- Esto... la defensa circular de mi cadena... ¡Nebula Chain!
Las cadenas rodearon al santo y chispearon con furia, amenazando con acabar con cualquier cosa que se acercara a su dueño. Más la pareja no se mostró ni impresionada, en cambió, Hotaru apareció su guadaña y concentró su poder en ella.
- Bonito espectáculo, Santo, pero no va a detenernos – murmuró Setsuna.
- ¿Tienen tiempo para una cita doble? – preguntó la burlona voz de Seiya, situándose cerca de Shun.
- Cómo quieras – respondió Hotaru.
- Bien... – musitó Seiya – ¡Vamos, Shun!... ¡Pegasus Ryusei Ken!
- ¡Nebula Chain!
- ¡Chronos Cyclone!
- ¡Death Reborn Revolution!
Todos los ataques chocaron y causaron una impresionante explosión que cimbró el Santuario en un pequeño terremoto. En sus pensamientos, Seiya y Shun rezaban por que Usagi terminara de reunir el poder del Cristal. Sabían que la Princesa sólo necesitaba unos minutos más, y se los otorgarían a como diera lugar.
- No sé qué quieres ganar con esto, Ares – comentó la joven diosa, por demás confiada gracias a su plan – Volveremos a vencerte, lo sabes.
- Tonta, ¿qué no ves que tengo en mi poder a las guerreras más poderosas que han existido? – dijo Ares – No sé porqué se las dieron a alguien tan patética como Selene.
- ¡Calla, insensato, que tú también le diste a una guerrera!
- La creé y se la di por que Zeus me obligó, pero ya he recuperado a mi pequeña Rei y a todas sus amigas.
- Salvaré a Selene y recuperaré a sus guerreras, eso te lo juro, Ares.
- ¿Y cómo piensas hacer eso, Atenea? – preguntó, burlón.
A la respuesta, una tercera voz intervino.
- ¡Así, Ares! – exclamó Eternal Sailor Moon – ¡Con el poderoso Cristal de Plata que me regaló Selene!
- ¡Serenity!
- ¡Recuperaré a la diosa de la luna!... ¡Cristal de Plata, escucha mis súplicas!
Ante la invocación, el cristal brilló con más fuerza. Ares se quedó anonadado, pues sentía que la presencia de Selene, que tenía encerrada dentro de su cuerpo, poco a poco recuperaba energías. Ahora entendía el plan de Atenea... El resto de las guerreras detuvieron momentáneamente sus peleas para poner atención a lo que pasaba, pero no descuidaban a sus contrincantes.
- ¡Rei, acaba con Serenity ahora! – rugió Ares, concentrando su cosmos para contener a Selene de nuevo.
- ¡A la orden, mi señor!
El resto se aterró ante la orden, incluida la princesa. Todos estaban ocupados con sus respectivos contrincantes, así que nada podrían hacer por la princesa.
De inmediato, Rei se lanzó sobre Usagi, preparando uno de sus ataques.
- ¡Usagi, quítate! – le gritó Saori, desesperada.
- ¡No, Selene ya casi se libera, no puedo detenerme ahora!
- ¡Va a matarte, escapa!
- ¡Que no!
- ¡Fire...
De pronto, el paso de Rei se vio interrumpido por unas plumas metálicas que llegaron disparadas de algún lugar. Todas las miradas se dirigieron al punto de origen de las plumas. Del lado de Atenea ya se sabía de quien se trataba.
- ¡Ikki!
- ¡Hermano!
El Santo de Plata del Fénix rápidamente cubrió a Usagi con su cuerpo, apenas saludando a sus conocidos con la mirada. Encaró a la Senshi de Marte y encendió su cosmos.
- No te acercarás a ella, ¿entiendes, niña? – dijo Ikki, mientras sus ojos brillaban con la habitual furia que le acompañaba en las peleas – Chicos, Saori, discúlpenme por llegar tan tarde a la batalla, lo compensaré venciendo a ésta guerrera.
El gesto de Ares se tornó furioso, al igual que el de Rei. El dios de la guerra no podría contener por mucho tiempo Selene, pues el Cristal de Plata le daba más poder a la diosa de la Luna segundo a segundo.
- ¡Demonios! – rugió Ares – ¡Rei, acaba con el Fénix primero!
- ¡Fire Soul!
- ¡Hoyoku Ten Sho!
Las llameantes alas del Fénix y el ave de fuego de Rei chocaron con una furia impresionante. Por algo, Ikki era el Santo más fuerte del ejército de Atenea. De inmediato, ambos contrincantes comenzaron a pelear cuerpo a cuerpo. El santo o tenía ninguna restricción a la hora de pelear, le daba lo mismo que se tratara de un hombre o de una mujer; realmente no le importaba. No obstante, Rei era fuerte y agresiva e Ikki por fin encontró a alguien que le igualaba en habilidad y fuerza.
- Peleas bien, nena – murmuró el Fénix, sonriendo de una manera extraña – Pero no creo que resistas lo que viene...
Rei no respondió nada, únicamente adoptó una pose ofensiva y encendió su aura de fuego.
- ¡Mars Snake...
- ¡Ho Ogenma Ken!
- ¡AGHHHH!
El famoso puño fantasma de Ikki atravesó el cerebro de Rei en menos de un parpadeo. La Senshi quedó de pie, con la mirada perdida y un hilo de sangre cayendo por su frente. No tardó en desplomarse en el suelo.
En ese momento.
- ¡Selene, sal ahora! – exclamó Usagi, mandando un haz de luz contra Ares, que terminó de liberar a Selene de su prisión.
Al instante, el resto de las senshis cayeron desmayadas. Libres del influjo, se habían quedado sin energías. Ahora sólo quedaba el dios de pie. Usagi corrió a revisar a Rei, pero Ikki le dirigió una extraña mirada que contenía ternura.
- No te preocupes, no es nada que su diosa no pueda curar, estará bien – dijo, acariciándole el cabello.
- Gracias.
Seiya fue por Selene, pero aún seguía débil.
- ¡Maldición! – rugió Ares – ¡Esto jamás se los perdonaré!
- Ya no puedes hacer nada, Ares – dijo Saori – Estás sólo, mejor ríndete.
El dios guardó silencio unos segundos, antes de sonreír de forma sádica.
- Aún no estoy sólo, Atenea, me queda algo todavía...
- ¿Puedo saber qué es?
Pero Ares sólo concentró su cosmos.
- ¡Rei, te doy todo mi poder, mata a todos los de aquí!
Entonces, todo el cosmos bañó el cuerpo de Rei y ésta se puso de pie, totalmente recuperada de los ataques del Fénix.
- ¡Rei, mátalos a todos!
- ¡Mars Snake Fire!
Su técnica fue directo a un desprevenido Fénix, quien hizo a un lado a Usagi para que no saliera herida. Recibió el ataque de lleno, pero, debido a que era mucho más poderoso gracias al poder que le otorgó el dios a la Senshi, Ikki quedó fuera de combate de inmediato.
- ¡Hermano!
- Buen trabajo, Rei.
Lamentablemente, el resto de los Santos estaba demasiado débil como para repeler a Rei; Usagi también estaba agotada, había usado todo su poder para liberar a Selene. Y, con la diosa de la Luna débil, las guerreras restantes no podrían despertar y la influencia de Ares sobre Rei era más fuerte.
Con Ikki fuera, nada parecía hacer frente a la Senshi de Marte.
