CAPITULO III: Reencuentros

La cosa había quedado más o menos así, después de que Alan había escuchado la historia completa de cómo Rina y Gaudy habían salvado a Milian de los hombres de Baldur, estaba muy agradecido y dispuesto a ayudarlos para que encontraran a Xetrac. El problema era que éste vivía, según la leyenda, en una especie de espacio dimensional alterno y el medallón sólo servia para realizar un ritual que abría una puerta a ese espacio. El ritual se debía llevar a cabo en la cima de la montaña de Militia en una noche de luna llena. Por lo que nuestros héroes tendrían que esperar algunos días. Mientras ese día llevaba Gaudy daba clases de esgrima a Milian en las afueras del pueblo.

-¿Así está bien Gaudy-sama? - Preguntó Milian

- No, debes abrir más las piernas y relaja las caderas...

- ¿y ahora?

- No... déjame ayudarte - Gaudy se puso detrás de ella y la rodeó con sus brazos para indicarle la posición correcta.

- Ahora sí tienes las posición adecuada- Milian estaba toda sonrojada por estar rozando con el cuerpo de Gaudy.

A todas las clases iba Rina quien permanecía callada observando todo. Rina estaba completamente segura que en muchas ocasiones Milian se hacia la que no entendía las instrucciones de Gaudy para obligar a que éste se le acercara como ahora. Eran tan descarada que le era muy difícil evitar ponerla en su lugar, pero tenía que aguantarlo todo, sí quería que Alan les ayudara a conseguir a Xetrac, ya que las clases de Milian fue una de las condiciones que éste puso para ayudarlos.

- Ya es tarde y tengo mucha hambre, vamos a la casa - Dijo Rina de mala gana y se fue, Gaudy y Milian finalizaron la clase y la siguieron a cierta distancia.

- ¿Qué le sucede a Rina? - le pregunto en un susurro Milian a Gaudy.

- No lo sé, parece que algo le molesta... supongo que es la inactividad, a Rina no le gusta estar mucho tiempo en un mismo sitio.

- A mi me parece que es otra cosa, yo creo que está celosa.

- ¿Celosa de que?

- Olvídelo Gaudy-sama.

Al llegar vieron algo bastante extraño, a un hombre cuya cabeza estaba tapada con un capuchón y su rostro por un tapaboca y que zarandeaba de forma ruda a Alan.

- Ya le dije que no me interesa esas baratijas que vende, sólo quiero el maldito medallón -Gaudy y Milian desenfundaron sus espadas, pero fue Rina la que habló.

-Suéltalo si quieres seguir viviendo - Le gritó ella al hombre.

- ¿Rina? - preguntó sorprendido el hombre y se quitó el tapaboca develando un rostro azul de piedra, bastante familiar.

- ¿Zelgadys? ¿que demonios haces aquí?

- Lo mismo le pregunto a ustedes.

- Pero yo pregunte primero, así que responde por que quieres el medallón de "Xetrac, el forjador".

- Querrás decir "Xetrac, el curandero".

- ¿Curandero? Creo que tienes una pequeña confusión Xetrac es un forjador

- Eso no es cierto, siempre soy muy cuidadoso en mis investigaciones y estoy completamente seguro que él es un curandero.

Rina tenía que reconocer que en verdad Zelgadys era muy concienzudo en eso de la búsqueda de su cura y comenzó a temer que todo el tiempo que habían pasado en la ciudad fuese tiempo perdido.

- ¡Tú herrero de pacotilla! ¿Como fue que nunca me hablaste de que el fulano Xetrac era un curandero y no un forjador?

-Cálmese señorita Rina, yo le aseguro que Xetrac es el mejor forjador de armas de la historia.

- Eso no puede ser cierto, yo estoy completamente seguro de que es un curandero - habló Zelgadys.

-Yo no he dicho lo contrario, Xetrac fue y es el mejor forjador, curandero sin par, hechicero poderoso, bardo magistral y según dicen su café es inigualable.

- Todo un personaje - Reconoció Rina.

- Vaya que sí, no cualquiera puede preparar un buen café - Dijo Gaudy

Rina lo golpeó con fuerza en la cabeza, aunque luego se arrepintió ya que Milian se dedicó a atenderle el golpe con todo tipo de mimos y amorosos cuidados.



Zelgadys no podía decir que no se alegrara de reencontrarse con sus viejos, y quizás únicos, amigos, pero temía (y no sin fundamento) que de alguna forma el par se las arreglara para complicar su búsqueda de la cura de su maldición y que él terminara (como otras veces) inmerso en una de las manipulaciones para destruir el mundo de algún Dark Lord

Ya había transcurrido una semana desde que Rina y Gaudy se habían encontrado con Zelgadys. El grupo caminaba por la ciudad hacia el templo de Ofrein (Nombre que le daban los militianos al dios ficticio que hizo la supuesta vara que sostiene al mundo) en busca de algunos componentes para realizar el rito. Al llegar a las afueras del templo se encontraron con un gran alboroto

- Dejen de molestar a estos pobres sacerdotes o tendré que castigarlos en nombre de la justicia.

- Esos sacerdotes no han pagado la renta de este lugar y tendrán que irse a la calle.

- Son unos desalmados estos sacerdotes sólo ayudan a los necesitados y ustedes pretenden cobrarles alquileres a precios exorbitantes ¡cesen en sus malas maneras o me veré en la necesidad de enseñarles el camino de la bondad! ¡así sea a la fuerza!

Zelgadys y compañía recurrieron a la expresión clásica de bochorno, esa voz y ese discurso de palabras incoherentes y melosamente moralistas sólo podían provenir de una personita y para confirmarlo miraron en dirección al templo y en lo alto de la cúpula del mismo, encima de la cabeza de una gárgola, que adornaba la ornamenta, estaba nada más ni nada menos que la princesa de la capital de la magia blanca, con un bonito y muy formal vestido de color salmón y que daba una vista bastante reveladora de la princesa a quien mirara desde abajo, como era el caso de Rina y los chicos. Rina se llevó las manos a la frente debido a la vergüenza ajena, Zelgadys estaba tan apenado que de azul había pasado a rojo y Gaudy... bueno Gaudy no miraba desde hace rato a la princesa por que un puesto de comida rápida había acaparado toda su atención.

- ¿Amelia podrías hacer el favor de bajarte de allí? Estás enseñando hasta el alma - Le dijo Rina.

- ¡Ups! - La princesa se sonrojó y se tapó como pudo, pero luego cayó en cuenta de que quien le hablaba era Rina.

- ¿Rina? ¿Gaudy?- y sin meditarlo más utilizó un hechizo de vuelo y se lanzó a ellos con los brazos abiertos. Con el impulso que había tomado, acompañado de la gravedad y el hecho de que estaba muy emocionada por volver a ver a sus amigos, a Amelia le fue muy difícil frenar por lo que terminó por llevarse por delante a Rina y al atolondrado de Gaudy quien estaba justo detrás de ésta.

- ¡Ay! ¡Amelia ten más cuidado casi me matas! - Le gritó muy enfada Rina.

- Oh vamos Rinita no es para tanto, la peor parte me la lleve yo, ya que ustedes me cayeron encima.

- Lo siento es que ¡snif! ¡snif! Estoy muy feliz de volver a verlos ¡snif!

- ¡Oh bien de acuerdo! Pero no seas tan efusiva la próxima vez - Dijo Rina rindiéndose ante la cara de cachorrito regañado de Amelia.

- ¿Y que haces por aquí Amelia?

- Bueno mi papa y yo estábamos en visita diplomática en la capital del reino del que esta ciudad es parte, cuando de repente sentí un impulso de darme una escapadita y terminé aquí - Dijo la princesa con picardía.

- A tu padre no le debe haber ello ninguna gracia - Dijo Rina.

- Hola Amelia - Dijo Zelgadys con voz indiferente tratando de sacar de su mente la imagen reveladora que la princesa le había dado momentos antes.

- Zel... - El primer impulso de Amelia fue correr y abrazarlo, pero su saludo había sido tan frío que ella se sintió cohibida y se limitó a sonrojarse y tartamudear palabras inconexas. Lo observó detenidamente, no había cambiado nada, aun tenia esa expresión fría y dura, la misma ropa y... la pulsera, la pulsera que tiempo atrás ella le había regalado.

- Veo que aún llevas la pulsera que te di

- Sí, nunca me la quito...- Dijo sin pensar y fue su tiempo de sonrojarse y tartamudear al ver que había hablado de más.

-¿En serio? - Dijo Amelia complacida.

- Bueno... yoyoyo ... quise decir... este... hmmm bueno... en verdad... es decir...

- ¡Oigan tortolitos dejen la telenovela barata para otro día! estamos en mitad de un asunto importante - Dijo uno de los hombres que querían echar a los sacerdotes y que casualmente era del grupo a quien Gaudy había vencido cuando salvó a Milian.

- ¿Cómo se atreven? - Gritaron Amelia y Zelgadys al mismo tiempo, ambos iracundos pero por distintas razones: Zel de que alguien se atreviera a sugerir de que él pudiera estar involucrado en algún asunto romántico y ella de que interrumpieran su momento romántico con Zel. En perfecta sincronización ambos lanzaron un ataque de bolas de fuego a los desdichados y bocones matones de Baldur, creando todo un caos justo al frente del templo.

- Ja Ja Ja - Gaudy al ver todo aquello rompió a reír y Rina lo miró extrañada

- ¿Y tú de que te ríes, torpe? - Le preguntó curiosa.

- De que por lo general eres tú, la que en un ataque de furia, te pones como maniática y lo arreglas todo con bolas de fuego - Le respondió él.

- ¿¿¿Cerebro de gusano como te atreves??? - Si la bolas de fuego de Zelgadys y Amelia había creado un caos, no fueron nada comparadas con las que Rina le lanzó al pobre rubio por su comentario. ¿Cómo puede Gaudy resistir tanto maltrato sin sufrir una lesión cerebral... cierto para eso es necesario tener cerebro.

A la final los sacerdotes le dieron los componentes gratis al grupo por haberlos ayudado y principalmente para que se fueran antes de que terminaran por destruir el templo también.

Justo en el lugar en donde Amelia había soltado su perorata justiciera, parecieron L-sama y Ar, esta vez L-sama vestía una micro minifalda de cuero negro y franelilla blanca con el estampado de un conejito de los de playboy.

- Ya está el grupo completo ¿planeas utilizar a los cuatro? - Le dijo ella.

- Sólo a uno - Contestó e hizo una pausa en donde miró en forma descarada a L-sama, él babeaba a más no poder y L-sama ni se daba cuenta.

- ¿Por qué entonces esperaste a que estuvieran los cuatro reunidos?

- Por una razón de mucho peso...

- ¿Cuál? - Preguntó intrigada.

- Así es mucho más divertido - A L-sama le brotó una enorme gota se sudor.

- Bien es momento de la segunda fase del plan - Ambos desaparecieron sin ser notados.