CAPITULO V: Dos decisiones y una perdida.
En el capitulo anterior...(eso sonó a serie de los años setenta) dejamos a Rina, Amelia y Zelgadys bastante sorprendidos y a Alan rabiando como bebé porque el espadachín le había arruinado su sorpresa.
- ¿Cómo pudiste tú descubrirme, cuando ni Milian lo sabia? - Preguntó Alan.
- Pero, si fue requete fácil
- Somos todos oídos.
- Bien, ¿se acuerdan cuando Alan me prestó su espada?
- Sip.
- ¿Y sabían que todos los forjadores de gran fama tienen la costumbre de identificar sus obras a través de un símbolo, algo así como una firma?
- Si, pero eso no nos dice nada.
- ¿Como que no? ¿Alguno de ustedes ha visto de cerca el medallón de Xetrac? - A excepción de Alan, todos los demás negaron con la cabeza.
- ¿Quieres dejar de divagar tanto y explicar todo de una maldita vez? - Le gritó Zelgadys.
- Con mucho gusto, pero antes dime una cosa...
-¿Cuál? - Preguntó Zelgadys de mala manera.
-¿Que es divagar? - Zelgadys cayó de espaldas y Rina exasperada amenazó al rubio.
- Como no te dejes de payasadas, te aseguro que terminaras comiendo tus alimentos con pajilla - Le dijo Rina mostrándole el puño cerrado.
- Bueno, bueno lo que quería decirles es que la espada y el medallón tienen la misma firma y si consideramos que ninguna firma es igual a otra, aun entre miembros de una misma familia, si la espada la hizo Alan, quiere decir que la firma es suya, por lo que el medallón también lo es y como el medallón mágico sólo pudo haber sido hecho por Xetrac, entonces Alan debe ser Xetrac - Hubo un silencio total y profundo, todos miraron boquiabiertos al espadachín por esa demostración magistral de lógica detectivesca. Rina se llevó una mano a la frente y comenzó a lamentarse.
- Esto es un verdadera calamidad. - Dijo ella abatida.
- ¿Que le pasa señorita Inverse? debería alegrarse, por lo visto al señor Gabriev ya se le quitó lo tarado - Le comentó Alan.
- Tú no entiendes la mente de Gaudy tan bien como yo. Por cada instante de genialidad que tiene, le sigue un largo periodo de estupidez y por lo que veo, después de esto, su cerebro estará fuera de servicio por todo un año.
- No digas esas cosas tan crueles Rina - Le reprochó Amelia.
- Pero, si hablo en serio.
- Ahora a lo que veníamos...- Dijo Alan
- ¿Dónde están las armas? - Preguntó Rina con vehemencia. Alan la miró con desconfianza.
- Cualquiera podría pensar que el arma es para usted y no para el señor Gaudy.
- Bueno... si le das un arma a Gaudy, de seguro no te importara darme otra a mí - Dijo Rina llevándose la mano detrás de la nunca y con una sonrisa inocente en sus labios.
- ¿Otra arma? Veo que quiere abusar de mi buena voluntad, nuestro trato sólo incluía una.
- Oh vamos Alan, si somos casi familia.
- Lo siento señorita Rina, pero si quiere otra arma, tendremos que hacer un nuevo trato - Un destello vivaz brilló en los ojos de Alan y Rina, pues era sabido por todos, que ambos poseían la cualidad (o más bien defecto) de haber nacido con lo que se llama " espíritu mercantil".
Zelgadys estaba alarmado, si eso dos comenzaban a regatear, sus "negociaciones" podría durar años y él tendría que esperar por su cura quien sabe hasta cuando.
-¡Un momento señor Xetrac! ¿dígame si piensa ayudarme o no? - Le habló Zelgadys con ansiedad.
- Te esperas Zelgadys, primero lo primero y lo primero son las armas - Le respondió Rina.
- Me importan poco tus egoístas ansias de poder, yo quiero mi cura y la quiero ya.
- Tendrás lo que quieres, pero luego de que yo tenga lo mío - Dijo Rina amenazante.
-¡Oh vamos Rinita! - Dijo Gaudy poniendo sus manos sobre los hombros de la pelirroja y haciéndola sonrojar.
- Deja que Zelgadys resuelva sus problemas primero, nosotros no tenemos apuros.
- Bien, creo que no hay nada de malo con eso - Respondió Rina avergonzada.
- Y con eso tendrán tiempo de observar las armas y de escoger - Dijo Amelia.
- Me parece bien, mientras estoy ocupado con el señor Zelgadys, ustedes dos podrán escoger el arma que más les guste y luego, señorita Rina, nosotros hablaremos sobre el precio de la suya.
-¿Eso quiere decir que me ayudara? - Dijo Zelgadys esperanzado.
- Lo intentare, es lo único que puedo prometerle.
Los días dentro del castillo flotante pasaron entre pruebas de armas y análisis a quimera.
Gaudy, Rina y Milian se dieron a la tarea de probar el arsenal que se guardaba en las salas del castillo. Había armas como para abastecer a todo un ejercito y la variedad de sus poderes hacia difícil la elección de alguna. Probaron armas que permitían a su poseedor controlar alguno de los elementos, otras que le otorgaban una o varias características especiales tal como súper-fuerza, hiper-velocidad o la capacidad de vuelo, otras funcionaban a nivel astral para herir a seres espirituales y los poderes de las demás se extendían en un largo etcétera.
Gaudy en el fondo sentía cierta desilusión. El tenía la esperanza de que con Xetrac encontraría un arma semejante a la espada de luz, pero aunque Xetrac tenía armas en verdad poderosas, que no tenían nada que envidiarle a su antigua espada, ninguna tenia las mismas características que su famosa y muy querida Gornova.
- ¿Oye Gaudy ya te decidiste? - Le preguntó Rina.
- Aun no ¿y tú?
- Tengo ya tres posibles candidatas, sólo espero a que Xetrac termine con Zelgadys para empezar a negociar. Me dejo de llamar Rina Inverse si salgo de aquí sin alguna de estas maravillas.
- No puedo creer yo pensara que Xetrac era sólo un mito y ahora resulta que mi padre es Xetrac - Dijo Milian aún en el estado de shock que le había producido el saber, hace días, que su padre era Xetrac.
- Ya termina por aceptarlo - Le dijo Rina.
- Es que usted no entiende Rina... Mire todo estas poderosas armas y todos los conocimientos que mi padre tiene y que ha sido incapaz de compartir conmigo durante todo estos años. Jamás lo perdonaré y deja que salga del laboratorio para decirle todo lo que se merece - Dijo con gran determinación y furia la muchacha.
- Hablando del laboratorio... ¿Cómo creen que le va a Zelgadys? - Preguntó Rina.
- La ultima vez que fui a visitarlo parecía muy esperanzado, parece que Alan si dará por fin con su cura - Dijo Gaudy, mientras probaba una enorme espada que producía poderosas ondas de choque al blandirla.
- Eso espero, no creo que el pobre soporte otra decepción.
Zelgadys, Amelia y Xetrac habían estado encerrados la mayor parte de tiempo en un enorme laboratorio para ver que era lo que exactamente había hecho Rezo con su nieto.
Zelgadys estaba sentado en una especie de camilla, mientras Alan realizaba las ultimas pruebas. La quimera no podía ocultar su emoción y nerviosismo. Esto era lo más cerca que había estado alguna vez de su cura y sin saber muy bien porque, agradecía de todo corazón el que Amelia no se hubiera despegado de su lado.
Zelgadys tenía completa fe de que dejando atrás a la quimera, podría deshacerse de ese oscuro pasado que lo atormentaba y que no le permitía seguir adelante. Miró con disimulo a la princesa y recordó todo el apoyo que ella le había dado, sobre todo en esos últimos días. Porque si bien el despistado de Gaudy y aun la majareta de Rina estaban al pendiente de él y a cada rato le iban a visitar, no era otra que esa atolondrada princesita, la que había estado en todo momento junto a él y que durante las pruebas más dolorosas le había sostenido la mano para infundirle un poco de ese optimismo del que ella tenía de sobra.
Quizás, cuando volviera a ser humano, podría aceptar esa invitación que ella tantas veces le había hecho de ir a vivir a Seillom con ella.
- Necesitaré tomar una muestra de su piel - Le dijo Alan.
- Si ha esto se le puede llamar piel - Dijo Zelgadys ácidamente.
Alan tomó un instrumento y trato de cortar un trozo de una esquirla que le sobresalía del brazo, pero el instrumento se amelló antes de siquiera hender la dura roca.
- Esto si es una contrariedad, tendré que usar otro método - Alan tomó una daga mágica y ésta empezó a irradiar energía, hizo un rápido corte en el brazo y el pequeño trozo de esquirla cayó, Zelgadys no pudo evitar hacer un gesto de dolor. Alan tomó la muestra y la colocó encima de un complicado pentagrama, repleto de extraños símbolos, que había hecho en el suelo.
- Sólo nos queda esperar a ver como reacciona - Alan se echó pesadamente en una silla, había trabajado toda la noche y estaba agotado.
- ¿Cree que podrá solucionar mi problema?
- Espere a que termine todas las pruebas y luego le diré.
- ¡Todos estos días no ha dejado de repetir eso! ¿Qué le cuesta adelantarme algo?
-¡Oh, ese es el problema de la juventud de ahora, carecen de paciencia... Escúcheme bien, señor Zelgadys, no hay duda que su abuelo fue un loco por haberle hecho esto, pero no se puede negar que era alguien muy hábil, porque el proceso que lo convirtió en quimera fue muy enrevesado, casi tanto como el mío. Por eso no quiero darle ninguna información hasta tener todos los resultados de las pruebas y entender a la perfección como fue transformado en lo que es ahora. Si quiere que le adelante algo, le diré que vamos por buen camino, ya casi comprendo en su totalidad lo que hizo su abuelo, lo que no significa que llegado el momento podré revertirlo. ¿está satisfecho ahora? - Zelgadys abatido dijo sí con la cabeza.
- Descuida Zel, todo saldrá bien - Le dijo Amelia.
-Ruego por eso - Le respondió éste.
Amelia fijo su vista en el famoso Xetrac y en su opinión no tenía apariencia de ser, como decían, una quimera. A simple vista parecía tan normal como cualquiera.
- Señor Cross disculpe que lo incomode, pero hay algo que no entiendo. Usted dice ser una quimera, pero a mi me parece alguien bastante común.
- No todas las quimeras son iguales princesa Amelia y además ésta que ve usted, no es mi verdadera apariencia - Alan se puso en pie, se concentró y su cuerpo comenzó a cambiar: Creció en altura hasta alcanzar casi los cuatro metros, su cuerpo se volvió muy musculoso y completamente metálico, sus ojos adquirieron un intenso brillo rojo como un par de lumbreras, parecía todo un coloso de acero. Zelgadys y Amelia lo miraron sorprendidos.
- Al igual que el señor Zelgadys mi condición de quimera me da una gran variedad de habilidades, entre ella está la de no envejecer a un ritmo normal y otra es la modificar mi apariencia por una más "aceptable" a la vista de los demás. Gracias a eso pude asumir la personalidad de Alan Cross y vivir en la ciudad de Militia sin levantar sospechas.
- ¿Cómo pudo convertirse en un monstruo por propio deseo? - Preguntó consternado Zelgadys.
- De joven yo era, al igual que usted, muy impaciente. Deseaba tener mucho poder y de manera rápida. Ésta fue una de las formas en que pude proporcionármelo. Por otro lado yo nunca me he considerado un monstruo. Vera señor Zelgadys la monstruosidad es algo bastante relativo. Si eres una persona malévola y de corazón negro que siempre busca el perjuicio de los demás, serás un monstruo y no importará si tienes la apariencia de un ángel, en viceversa también se aplica. Son solamente nuestras acciones las que nos hacen lo que somos, no nuestra apariencia. Sin importar que apariencia consiga tener, usted siempre será Zelgadys. Si quiere dejar de sentirse como un monstruo, el cambio tendrá que venir de adentro, no de afuera y si me disculpan, mientras la muestra reacciona, voy a comer algo.
Al salir Alan del laboratorio fue directo a la cocina, en donde estaba el resto de la pandilla. Para Milian, Gaudy y Rina la sorpresa fue grande al ver entrar en la cocina a un gigantesco ser metálico de inquietantes ojos rojos.
- ¿Qué cosas eres tú? - Gritó asustada su hija, Gaudy desenfundó y Rina comenzó a conjurar un hechizo.
- ¡Cálmense todos, que sólo soy yo, Alan! - Alan volvió a su apariencia normal y todos comprobaron que lo que decía era cierto.
- ¿Así que esa es tu verdadera forma? - Dijo Rina.
- Así es, ¿impresionante, verdad?
- Aterradora querrás decir - Le contestó Rina. Milian lo miró ceñuda
- ¿Qué te sucede hija? - Preguntó preocupado.
- Pues que todo este tiempo siendo hija del gran Xetrac y nunca te molestaste en decírmelo ¿Acaso crees que no merezco aprender un poco de lo que sabes? - Alan se echó a reír.
- ¡Ja! ¡ja! ¡ja! No se trata de eso hija, es sólo que le prometí a tu madre que te daría una infancia normal.
- Hace mucho tiempo que deje la infancia, padre.
- En apariencia sí, pero no olvides que eres mi hija y como tal haz heredado parte de mis poderes como quimera por lo que vivirás muchos años más de los que vive una persona normal y aunque físicamente ya seas una mujer, todavía no se han desarrollado tus poderes.
- ¿Poderes? ¿te refieres a que podré transformarse en esa cosa metálica?
- Si, de un momento a otro tus habilidades comenzaran a surgir, es por eso que insistí en que el señor Gaudy te entrenara un poco con la espada. Ya es tiempo de dar comienzo a tu instrucción. Aprenderás todo lo que quieras aprender y esté en mi poder enseñarte - Milian se quedó callada tratando de asimilar todo lo que había escuchado. De improvisto Amelia entró atropelladamente a la cocina, estaba jadeando.
-Señor...Cross... la esquirla...la esquirla... está cambiando...- Todos corrieron al laboratorio y comprobaron que el pedazo de esquirla por fin había reaccionado ante el pentagrama mágico, había perdido todas sus características de piedra y ahora era sólo un pequeño y muy normal trozo de piel humana.
- Lo consiguió Xetrac, a podido convertir ese trozo en piel humana, podrá hacer lo mismo conmigo - Zelgadys y los demás comenzaron a celebrar por anticipado, pero Alan se puso muy serio y preocupado por lo que los demás se callaron esperando una respuesta.
- Después de ver todas las pruebas, le diré por fin lo que tanto quería saber, para empezar le diré que tiene tres opciones a escoger: la primera de ella es permanecer igual a como está, pero supongo que no querrá aceptar esa.
- Claro que no, no si puede curarme.
- Ya veo, la segunda se trata de hacerlo más quimera, es decir recombinar su esencia con la de otros seres hasta que logre tener un apariencia lo más humana posible. Este procedimiento es relativamente sencillo y sin riesgos, con algo de suerte podría tener una apariencia casi tan humana como la que tenia antes de ser transformado, el problema es que en ningún momento dejará de ser una quimera. Seguirá teniendo en su interior la esencia de un golem y la de un demonio brownie, juntó con las que yo añada.
- Eso no me sirve, yo quiero ser completamente humano ¿cual es la tercera? - Alan suspiró.
- La tercera, es revertir el proceso completamente, volvería a ser un humano por entero. El problemas es que usted está ligado a ese demonio no sólo en cuerpo sino en espíritu y desunir dos espíritus fundidos es algo muy complicado y peligroso, más si han pasado tanto tiempo juntos. De llevar el procedimiento a cabo es cien por ciento seguro que su cuerpo vuelva a la normalidad, pero existe un gran probabilidad de que su espíritu quede destruido.
- ¿Pero también existe la probabilidad de que no sea así, no es verdad? - Preguntó Zelgadys.
- La hay, muy pequeña, pero la hay, sin embargo aunque tengamos éxito, usted perderá todos los recuerdos acumulados en su vida como quimera.
- La tomo, prefiero eso a seguir viviendo este infierno.
- Pero Zel ¿acaso no escuchaste que podrías morir? - Le dijo angustiada Amelia.
- Si pero, también existe la posibilidad de que funcione.
- Pero a costo de tus recuerdos.
- Ninguno de mis recuerdos como quimera valen la pena, Amelia.
- ¿Ninguno? ¿Ni siquiera los que viviste con nosotros? ¿conmigo? - Zelgadys se arrepintió de haber dicho eso al ver el gesto de dolor de Amelia, pero no iba a dar marcha atrás, no teniendo su cura tan cerca.
- Lo siento Amelia, pero no voy a discutir esto, ya he tomado una decisión y no hay quien me haga cambiar de opinión.
- Eres un tonto, no mereces que me preocupe tanto por ti. Eres sólo un egoísta que no le importa nada ni nadie, mientras pueda conseguir su estúpida cura ¿crees que por arte de magia se resolverán todos tus problemas, si vuelves a ser humano? El mundo no funciona así.
- Si tú entendieras el infierno que es mi vida, me daría la razón.
-Cómo podría entenderlo, si tu no permites que nadie se acerque a ti.
- No me importa lo que pienses, de todas forma lo haré - Le gritó Zelgadys al momento que ella salía corriendo de la habitación.
- ¿Cuándo tiempo le llevara revertir mi condición?
- Algunos meses, quiero minimizar los riesgos lo más que se pueda.
- Perfecto.
Buscando a Amelia por todo el enorme castillo, Rina por fin la encontró, en su habitación, recostada en la cama y hecha todo un mar de lagrimas.
- Amelia tranquilízate ya, con llorar no resolverás nada.
- ¿Qué otra cosa puedo hacer? Con ese cabeza dura no se puede razonar.
- Es su vida y por mucho que nos preocupe, lo único que podemos hacer es darle nuestro apoyo y poner todo nuestro empeño para que las cosas salgan bien.
- Pero puede morir y si sobrevive no nos recordará.
- Pero es su sueño y si no nos recuerda haremos que nos vuelva a conocer.
- Pero, él no será el mismo Zel que nosotros conocemos y además no es sólo eso. Lo peor de todo es que hoy descubrí que a Zelgadys no le importamos... yo no le importo.
-¿Por que lo dices?
- Cuando Alan le dijo que perdería todos sus recuerdos, ni siquiera dudo por un instante someterse a ese procedimiento con tal de ser humano de nuevo. Puedo resignarme a que nunca Zel me corresponda, después de todo nadie gobierna el corazón de las personas, pero que le de igual el haberme conocido o no, eso nunca se lo podré perdonar.
En otra ala del castillo, el espadachín trataba de razonar con la quimera.
- Pero, Zel ¿estas seguro de querer perder tus recuerdos sólo por volver a ser humano?
- Claro que si, Gaudy. Siempre puedo obtener nuevos recuerdos, pero jamás tendré otra oportunidad como ésta, Alan dice que mientras más tiempo pase, mi condición se hace más irreversible.
- Los recuerdos de las cosas vividas es lo que nos hace lo que somos ahora.
- Tú no eres el más indicado para decir esas cosas, te la pasas la mitad del tiempo totalmente desmemoriado.
- Pero nunca olvido las cosas importantes, además no entiendo porque tanto empeño en cambiar la forma en que te ves, si ni tan feo estás... aquí entre nos, Alan se ve mucho peor que tú, cuando se convierte esa cosa gigante y sin embargo a él no parece importarle.
- Ni él ni tú saben lo que es vivir con el miedo y el asco de las personas que me rodean, el vivir huyendo de la justicia por mi crímenes como el guerrero oscuro, el vivir recordando siempre a todas esas personas a las que hice daño o sentir mi parte demoníaca tratando siempre de tomar el control completo de mi ser. Quiero dejar atrás todo eso y que mejor forma que perdiendo mi apariencia junto con esos malos recuerdos. ¿Por qué Amelia no puede entender eso? Ella mejor que nadie sabe cuanto deseo volver a ser humano
- Eso sería una solución muy buena, pero con los malos recuerdos también se irán los buenos. Sin importar tu apariencia, ni tu pasado siempre te he considerado un buen tipo y por eso he llegado a apreciarte, creo que lo mismo pasa con las chicas. Lo que quizás le pasa a Amelia es que no acepta que con tu apariencia y tu pasado, también desaparecerá ese buen tipo.
Los días pasaron, pero el ambiente no mejoró, todos lamentaban el rumbo que había tomado la tan ansiada cura. Amelia no salía casi de su habitación, mientras Zelgadys se había vuelto aun más huraño y esquivo.
Rina y Gaudy estaba como de costumbre probando armas. El espadachín miraba a Rina sostener un cetro que tenía la particularidad de potenciar cualquier conjuro de ataque, cuando de repente observó una puerta medio oculta en un esquina, habría jurado que no estaba allí antes, pero considerando su falta de memoria, era posible que estuviera todo ese tiempo allí y no lo recordara. Lo realmente extraño era ese impulso, que de repente le había suscitado, de ir abrirla. Se aproximó a ella y la abrió y al traspasar el umbral se encontró con un salón circular en cuyo centro descansaba, en un pedestal, una esfera de cristal cuyo interior era tan brillante como una estrella.
- Oye Rina ven a ver esto - Rina se aproximó y miró asombrada la habitación.
- ¿Qué podrá ser?
- Se parece a la esfera de cristal que utilizaba la adivina que vivía en mi pueblo.
- Dudo mucho que se trate de eso.
- Buenos días chicos - Dijo en forma jovial una voz. Rina y Gaudy dieron un bote al escucharla. Miraron a todos lados buscando el origen de la voz, más no lo hallaron.
- ¿Quién eres tú y por que rayos no te muestras?
- No se asusten, yo soy el espíritu guardián del orbe.
- ¿Qué se supone que es ese orbe? - Preguntó Rina.
- Es el arma más poderosa que encontraran en este castillo - Rina y Gaudy se imaginaron al mismo tiempo, en una situación hipotética, en donde peleaban contra poderosos demonios utilizando el orbe y no veían otra forma de utilizarlo que lanzarlo contra sus enemigos, como si de una a de una pelota de playa se tratara. Una sensación de ridículo los embargó. El supuesto espíritu al ver la expresión de sus caras adivinó lo que se estaban imaginando.
- Por favor chicos, piensen un poco, el orbe adopta la forma del arma que más convenga.
- ¿Es muy poderosa esa arma? - Preguntó Rina con emoción.
- Mucho más de lo que puedas imaginar, pero hay un problema con ella.
- ¿Cuál?
- No cualquiera puede utilizarla, primero se debe pasar una prueba para que el arma acepte a un dueño.
- ¿Y de que se trata la prueba?
- El arma tentará al aspirante con su poder, haciendo aflorar su lado más oscuro e intentara pervertir sus sueños para revertirlos en su contra, transformándolos en codicia pura. Si el aspirante supera la prueba, el arma se doblegara a su voluntad. De lo contrario el aspirante se convertirá en una simple marioneta del orbe y su único objetivo será dominar todo cuanto le rodea, el mundo entero si es posible. Por esto es preferible que los aspirantes sean almas nobles que busquen el beneficio de los demás antes que el propio.
- Parece muy peligroso y ¿Que hay que hacer para convertirse en un aspirante? - Preguntó Rina.
- Solo tocarlo.
- ¿Quieren decir que si lo toco así, seré uno de esos aspirantes? - Preguntó Gaudy con ingenuidad mientras tocaba con un dedo la superficie del orbe.
-¿Qué crees que haces cabeza hueca? - Le gritó la hechicera al ver lo que hacia. Un torrente de energía se liberó del orbe y envolvió al espadachín, el castillo tembló como si estuviera a punto de derrumbarse a pedazos. Rina intentó acercarse, pero el torrente de energía se lo impedía y hablarle a Gaudy era inútil, ya que sólo se limitaba a sostener el orbe con sus manos y permanecer con la mirada perdida.
- ¿Qué le pasa? - Le preguntó Rina a la voz del guardián.
- Descuida, lo que sucede es que la prueba a dado inicio, él está bien (por ahora)
Alan, Milian, Zelgadys y Amelia, entraron asustados a la habitación para tratar de averiguar lo que había provocado el intenso temblor.
- ¿Qué rayos sucede aquí? - Preguntó Alan.
- El estúpido de Gaudy a tocado tu orbe y la prueba a dado inicio... bueno eso fue lo que dijo el guardián.
- ¿Orbe? ¿prueba? ¿guardián? ¿De que habla?
- ¿De que va a hacer? Del orbe, esa esfera que sostiene Gaudy y que emana tanta energía
- Esa cosa no es mía ¿o sí? - Alan duró un buen tiempo pensándolo.
- No, definitivamente no, esa cosa no es mía, ni esta habitación es parte del castillo. Esto debe ser obra de algún demonio - Dijo muy alarmado.
-Siento un gran poder recorrer todo mi cuerpo, podría conquistar el mundo entero - Habló Gaudy con una voz grave, profunda y por completo sobrenatural, mientras todavía levitaba sosteniendo el orbe y su rostro era desfigurado por el mal que vivía dentro si mismo.
- ¡Por Ciphiel, el señor Gaudy a sido poseído! ¡tenemos que detenerlo, antes de que sea tarde! - Dijo Alan y al momento tomó su forma de quimera y luego comenzó a realizar un conjuro. Rina saltó sobre él antes de que pudiera atacar a Gaudy.
- Espera Alan, no le hagas daño. - Le rogó.
El espadachín por primera vez desde que tocara el orbe se fijó en los demás y posó su vista en Rina, ésta sintió un escalofrió recorrerle el espinazo al entirse observada de esa forma tan intensa. Gaudy dejó de levitar y se aproximó a ella.
- ¿Rina? - Le dijo con su voz grave y profunda, y con su rostro de rasgos demoníacos.
-¿Si? - Dijo Rina sin saber a que atenerse. Los demás estaban con la guardia en alto. Hubo un inquietante y muy largo intervalo de tiempo en que nadie dijo ni una sola palabra, era lo que se llama una pausa dramática, sólo que demasiado prolongada.
- ¿Qué hay de comer? - Preguntó el rubio volviendo su rostro a la normalidad y llevándose una mano a la nuca. Todos cayeron de espalda.
-¿Qué pasó con eso de querer conquistar el mundo?
- Lo pensé mejor y me di cuenta que era mucho trabajo ¿Cuál es el chiste de que querer conquistar el mundo, si ya tengo todo lo que quiero? - Dijo el rubio con simpleza.
- Con Gaudy nunca sé, si se trata una persona muy sabia o un tonto carente de ambiciones - Dijo Zelgadys.
- Eso no importa, Lo que importa es que lo voy a matar por haberme asustado de esa forma - Dijo Rina
- Alguien quiere hacer el favor de explicarme lo que sucede - Gritó Alan.
- Yo podría hacerlo... - Dijo la voz del espíritu guardián y se materializó, no era otro que el mismísimo Ar (supongo que ya lo sabia) Apareció justo al lado del espadachín.
- Pero se me hace tarde y me deja el autobús...- Sonrió de oreja a oreja como un niño cuando esta apunto de hacer una travesura.
- Así que lo lamento mucho, pero chao - Poniendo un mano en el hombro del espadachín desaparecieron ambos sin que nadie pudiera detenerlos.
- ¡¡¡Gaudy!!! - Gritó desesperada Rina, pero ya era tarde...
FIN DE CAPITULO.
Notas del autor: Bien, hasta aquí llegan los capítulos de introducción. De aquí en adelante dividiré la historia en tres partes o como me gusta llamarlas "las tres sagas del mar del caos": La primera será de las aventuras de Rina y compañía en busca de Gaudy, la segunda será de las aventuras de Gaudy mientras está perdido (en esta parte conocerán mejor a Ar y el papel que juega en el universo de Slayer) y la tercera... de la tercera mejor no les cuento todavía.
En el capitulo anterior...(eso sonó a serie de los años setenta) dejamos a Rina, Amelia y Zelgadys bastante sorprendidos y a Alan rabiando como bebé porque el espadachín le había arruinado su sorpresa.
- ¿Cómo pudiste tú descubrirme, cuando ni Milian lo sabia? - Preguntó Alan.
- Pero, si fue requete fácil
- Somos todos oídos.
- Bien, ¿se acuerdan cuando Alan me prestó su espada?
- Sip.
- ¿Y sabían que todos los forjadores de gran fama tienen la costumbre de identificar sus obras a través de un símbolo, algo así como una firma?
- Si, pero eso no nos dice nada.
- ¿Como que no? ¿Alguno de ustedes ha visto de cerca el medallón de Xetrac? - A excepción de Alan, todos los demás negaron con la cabeza.
- ¿Quieres dejar de divagar tanto y explicar todo de una maldita vez? - Le gritó Zelgadys.
- Con mucho gusto, pero antes dime una cosa...
-¿Cuál? - Preguntó Zelgadys de mala manera.
-¿Que es divagar? - Zelgadys cayó de espaldas y Rina exasperada amenazó al rubio.
- Como no te dejes de payasadas, te aseguro que terminaras comiendo tus alimentos con pajilla - Le dijo Rina mostrándole el puño cerrado.
- Bueno, bueno lo que quería decirles es que la espada y el medallón tienen la misma firma y si consideramos que ninguna firma es igual a otra, aun entre miembros de una misma familia, si la espada la hizo Alan, quiere decir que la firma es suya, por lo que el medallón también lo es y como el medallón mágico sólo pudo haber sido hecho por Xetrac, entonces Alan debe ser Xetrac - Hubo un silencio total y profundo, todos miraron boquiabiertos al espadachín por esa demostración magistral de lógica detectivesca. Rina se llevó una mano a la frente y comenzó a lamentarse.
- Esto es un verdadera calamidad. - Dijo ella abatida.
- ¿Que le pasa señorita Inverse? debería alegrarse, por lo visto al señor Gabriev ya se le quitó lo tarado - Le comentó Alan.
- Tú no entiendes la mente de Gaudy tan bien como yo. Por cada instante de genialidad que tiene, le sigue un largo periodo de estupidez y por lo que veo, después de esto, su cerebro estará fuera de servicio por todo un año.
- No digas esas cosas tan crueles Rina - Le reprochó Amelia.
- Pero, si hablo en serio.
- Ahora a lo que veníamos...- Dijo Alan
- ¿Dónde están las armas? - Preguntó Rina con vehemencia. Alan la miró con desconfianza.
- Cualquiera podría pensar que el arma es para usted y no para el señor Gaudy.
- Bueno... si le das un arma a Gaudy, de seguro no te importara darme otra a mí - Dijo Rina llevándose la mano detrás de la nunca y con una sonrisa inocente en sus labios.
- ¿Otra arma? Veo que quiere abusar de mi buena voluntad, nuestro trato sólo incluía una.
- Oh vamos Alan, si somos casi familia.
- Lo siento señorita Rina, pero si quiere otra arma, tendremos que hacer un nuevo trato - Un destello vivaz brilló en los ojos de Alan y Rina, pues era sabido por todos, que ambos poseían la cualidad (o más bien defecto) de haber nacido con lo que se llama " espíritu mercantil".
Zelgadys estaba alarmado, si eso dos comenzaban a regatear, sus "negociaciones" podría durar años y él tendría que esperar por su cura quien sabe hasta cuando.
-¡Un momento señor Xetrac! ¿dígame si piensa ayudarme o no? - Le habló Zelgadys con ansiedad.
- Te esperas Zelgadys, primero lo primero y lo primero son las armas - Le respondió Rina.
- Me importan poco tus egoístas ansias de poder, yo quiero mi cura y la quiero ya.
- Tendrás lo que quieres, pero luego de que yo tenga lo mío - Dijo Rina amenazante.
-¡Oh vamos Rinita! - Dijo Gaudy poniendo sus manos sobre los hombros de la pelirroja y haciéndola sonrojar.
- Deja que Zelgadys resuelva sus problemas primero, nosotros no tenemos apuros.
- Bien, creo que no hay nada de malo con eso - Respondió Rina avergonzada.
- Y con eso tendrán tiempo de observar las armas y de escoger - Dijo Amelia.
- Me parece bien, mientras estoy ocupado con el señor Zelgadys, ustedes dos podrán escoger el arma que más les guste y luego, señorita Rina, nosotros hablaremos sobre el precio de la suya.
-¿Eso quiere decir que me ayudara? - Dijo Zelgadys esperanzado.
- Lo intentare, es lo único que puedo prometerle.
Los días dentro del castillo flotante pasaron entre pruebas de armas y análisis a quimera.
Gaudy, Rina y Milian se dieron a la tarea de probar el arsenal que se guardaba en las salas del castillo. Había armas como para abastecer a todo un ejercito y la variedad de sus poderes hacia difícil la elección de alguna. Probaron armas que permitían a su poseedor controlar alguno de los elementos, otras que le otorgaban una o varias características especiales tal como súper-fuerza, hiper-velocidad o la capacidad de vuelo, otras funcionaban a nivel astral para herir a seres espirituales y los poderes de las demás se extendían en un largo etcétera.
Gaudy en el fondo sentía cierta desilusión. El tenía la esperanza de que con Xetrac encontraría un arma semejante a la espada de luz, pero aunque Xetrac tenía armas en verdad poderosas, que no tenían nada que envidiarle a su antigua espada, ninguna tenia las mismas características que su famosa y muy querida Gornova.
- ¿Oye Gaudy ya te decidiste? - Le preguntó Rina.
- Aun no ¿y tú?
- Tengo ya tres posibles candidatas, sólo espero a que Xetrac termine con Zelgadys para empezar a negociar. Me dejo de llamar Rina Inverse si salgo de aquí sin alguna de estas maravillas.
- No puedo creer yo pensara que Xetrac era sólo un mito y ahora resulta que mi padre es Xetrac - Dijo Milian aún en el estado de shock que le había producido el saber, hace días, que su padre era Xetrac.
- Ya termina por aceptarlo - Le dijo Rina.
- Es que usted no entiende Rina... Mire todo estas poderosas armas y todos los conocimientos que mi padre tiene y que ha sido incapaz de compartir conmigo durante todo estos años. Jamás lo perdonaré y deja que salga del laboratorio para decirle todo lo que se merece - Dijo con gran determinación y furia la muchacha.
- Hablando del laboratorio... ¿Cómo creen que le va a Zelgadys? - Preguntó Rina.
- La ultima vez que fui a visitarlo parecía muy esperanzado, parece que Alan si dará por fin con su cura - Dijo Gaudy, mientras probaba una enorme espada que producía poderosas ondas de choque al blandirla.
- Eso espero, no creo que el pobre soporte otra decepción.
Zelgadys, Amelia y Xetrac habían estado encerrados la mayor parte de tiempo en un enorme laboratorio para ver que era lo que exactamente había hecho Rezo con su nieto.
Zelgadys estaba sentado en una especie de camilla, mientras Alan realizaba las ultimas pruebas. La quimera no podía ocultar su emoción y nerviosismo. Esto era lo más cerca que había estado alguna vez de su cura y sin saber muy bien porque, agradecía de todo corazón el que Amelia no se hubiera despegado de su lado.
Zelgadys tenía completa fe de que dejando atrás a la quimera, podría deshacerse de ese oscuro pasado que lo atormentaba y que no le permitía seguir adelante. Miró con disimulo a la princesa y recordó todo el apoyo que ella le había dado, sobre todo en esos últimos días. Porque si bien el despistado de Gaudy y aun la majareta de Rina estaban al pendiente de él y a cada rato le iban a visitar, no era otra que esa atolondrada princesita, la que había estado en todo momento junto a él y que durante las pruebas más dolorosas le había sostenido la mano para infundirle un poco de ese optimismo del que ella tenía de sobra.
Quizás, cuando volviera a ser humano, podría aceptar esa invitación que ella tantas veces le había hecho de ir a vivir a Seillom con ella.
- Necesitaré tomar una muestra de su piel - Le dijo Alan.
- Si ha esto se le puede llamar piel - Dijo Zelgadys ácidamente.
Alan tomó un instrumento y trato de cortar un trozo de una esquirla que le sobresalía del brazo, pero el instrumento se amelló antes de siquiera hender la dura roca.
- Esto si es una contrariedad, tendré que usar otro método - Alan tomó una daga mágica y ésta empezó a irradiar energía, hizo un rápido corte en el brazo y el pequeño trozo de esquirla cayó, Zelgadys no pudo evitar hacer un gesto de dolor. Alan tomó la muestra y la colocó encima de un complicado pentagrama, repleto de extraños símbolos, que había hecho en el suelo.
- Sólo nos queda esperar a ver como reacciona - Alan se echó pesadamente en una silla, había trabajado toda la noche y estaba agotado.
- ¿Cree que podrá solucionar mi problema?
- Espere a que termine todas las pruebas y luego le diré.
- ¡Todos estos días no ha dejado de repetir eso! ¿Qué le cuesta adelantarme algo?
-¡Oh, ese es el problema de la juventud de ahora, carecen de paciencia... Escúcheme bien, señor Zelgadys, no hay duda que su abuelo fue un loco por haberle hecho esto, pero no se puede negar que era alguien muy hábil, porque el proceso que lo convirtió en quimera fue muy enrevesado, casi tanto como el mío. Por eso no quiero darle ninguna información hasta tener todos los resultados de las pruebas y entender a la perfección como fue transformado en lo que es ahora. Si quiere que le adelante algo, le diré que vamos por buen camino, ya casi comprendo en su totalidad lo que hizo su abuelo, lo que no significa que llegado el momento podré revertirlo. ¿está satisfecho ahora? - Zelgadys abatido dijo sí con la cabeza.
- Descuida Zel, todo saldrá bien - Le dijo Amelia.
-Ruego por eso - Le respondió éste.
Amelia fijo su vista en el famoso Xetrac y en su opinión no tenía apariencia de ser, como decían, una quimera. A simple vista parecía tan normal como cualquiera.
- Señor Cross disculpe que lo incomode, pero hay algo que no entiendo. Usted dice ser una quimera, pero a mi me parece alguien bastante común.
- No todas las quimeras son iguales princesa Amelia y además ésta que ve usted, no es mi verdadera apariencia - Alan se puso en pie, se concentró y su cuerpo comenzó a cambiar: Creció en altura hasta alcanzar casi los cuatro metros, su cuerpo se volvió muy musculoso y completamente metálico, sus ojos adquirieron un intenso brillo rojo como un par de lumbreras, parecía todo un coloso de acero. Zelgadys y Amelia lo miraron sorprendidos.
- Al igual que el señor Zelgadys mi condición de quimera me da una gran variedad de habilidades, entre ella está la de no envejecer a un ritmo normal y otra es la modificar mi apariencia por una más "aceptable" a la vista de los demás. Gracias a eso pude asumir la personalidad de Alan Cross y vivir en la ciudad de Militia sin levantar sospechas.
- ¿Cómo pudo convertirse en un monstruo por propio deseo? - Preguntó consternado Zelgadys.
- De joven yo era, al igual que usted, muy impaciente. Deseaba tener mucho poder y de manera rápida. Ésta fue una de las formas en que pude proporcionármelo. Por otro lado yo nunca me he considerado un monstruo. Vera señor Zelgadys la monstruosidad es algo bastante relativo. Si eres una persona malévola y de corazón negro que siempre busca el perjuicio de los demás, serás un monstruo y no importará si tienes la apariencia de un ángel, en viceversa también se aplica. Son solamente nuestras acciones las que nos hacen lo que somos, no nuestra apariencia. Sin importar que apariencia consiga tener, usted siempre será Zelgadys. Si quiere dejar de sentirse como un monstruo, el cambio tendrá que venir de adentro, no de afuera y si me disculpan, mientras la muestra reacciona, voy a comer algo.
Al salir Alan del laboratorio fue directo a la cocina, en donde estaba el resto de la pandilla. Para Milian, Gaudy y Rina la sorpresa fue grande al ver entrar en la cocina a un gigantesco ser metálico de inquietantes ojos rojos.
- ¿Qué cosas eres tú? - Gritó asustada su hija, Gaudy desenfundó y Rina comenzó a conjurar un hechizo.
- ¡Cálmense todos, que sólo soy yo, Alan! - Alan volvió a su apariencia normal y todos comprobaron que lo que decía era cierto.
- ¿Así que esa es tu verdadera forma? - Dijo Rina.
- Así es, ¿impresionante, verdad?
- Aterradora querrás decir - Le contestó Rina. Milian lo miró ceñuda
- ¿Qué te sucede hija? - Preguntó preocupado.
- Pues que todo este tiempo siendo hija del gran Xetrac y nunca te molestaste en decírmelo ¿Acaso crees que no merezco aprender un poco de lo que sabes? - Alan se echó a reír.
- ¡Ja! ¡ja! ¡ja! No se trata de eso hija, es sólo que le prometí a tu madre que te daría una infancia normal.
- Hace mucho tiempo que deje la infancia, padre.
- En apariencia sí, pero no olvides que eres mi hija y como tal haz heredado parte de mis poderes como quimera por lo que vivirás muchos años más de los que vive una persona normal y aunque físicamente ya seas una mujer, todavía no se han desarrollado tus poderes.
- ¿Poderes? ¿te refieres a que podré transformarse en esa cosa metálica?
- Si, de un momento a otro tus habilidades comenzaran a surgir, es por eso que insistí en que el señor Gaudy te entrenara un poco con la espada. Ya es tiempo de dar comienzo a tu instrucción. Aprenderás todo lo que quieras aprender y esté en mi poder enseñarte - Milian se quedó callada tratando de asimilar todo lo que había escuchado. De improvisto Amelia entró atropelladamente a la cocina, estaba jadeando.
-Señor...Cross... la esquirla...la esquirla... está cambiando...- Todos corrieron al laboratorio y comprobaron que el pedazo de esquirla por fin había reaccionado ante el pentagrama mágico, había perdido todas sus características de piedra y ahora era sólo un pequeño y muy normal trozo de piel humana.
- Lo consiguió Xetrac, a podido convertir ese trozo en piel humana, podrá hacer lo mismo conmigo - Zelgadys y los demás comenzaron a celebrar por anticipado, pero Alan se puso muy serio y preocupado por lo que los demás se callaron esperando una respuesta.
- Después de ver todas las pruebas, le diré por fin lo que tanto quería saber, para empezar le diré que tiene tres opciones a escoger: la primera de ella es permanecer igual a como está, pero supongo que no querrá aceptar esa.
- Claro que no, no si puede curarme.
- Ya veo, la segunda se trata de hacerlo más quimera, es decir recombinar su esencia con la de otros seres hasta que logre tener un apariencia lo más humana posible. Este procedimiento es relativamente sencillo y sin riesgos, con algo de suerte podría tener una apariencia casi tan humana como la que tenia antes de ser transformado, el problema es que en ningún momento dejará de ser una quimera. Seguirá teniendo en su interior la esencia de un golem y la de un demonio brownie, juntó con las que yo añada.
- Eso no me sirve, yo quiero ser completamente humano ¿cual es la tercera? - Alan suspiró.
- La tercera, es revertir el proceso completamente, volvería a ser un humano por entero. El problemas es que usted está ligado a ese demonio no sólo en cuerpo sino en espíritu y desunir dos espíritus fundidos es algo muy complicado y peligroso, más si han pasado tanto tiempo juntos. De llevar el procedimiento a cabo es cien por ciento seguro que su cuerpo vuelva a la normalidad, pero existe un gran probabilidad de que su espíritu quede destruido.
- ¿Pero también existe la probabilidad de que no sea así, no es verdad? - Preguntó Zelgadys.
- La hay, muy pequeña, pero la hay, sin embargo aunque tengamos éxito, usted perderá todos los recuerdos acumulados en su vida como quimera.
- La tomo, prefiero eso a seguir viviendo este infierno.
- Pero Zel ¿acaso no escuchaste que podrías morir? - Le dijo angustiada Amelia.
- Si pero, también existe la posibilidad de que funcione.
- Pero a costo de tus recuerdos.
- Ninguno de mis recuerdos como quimera valen la pena, Amelia.
- ¿Ninguno? ¿Ni siquiera los que viviste con nosotros? ¿conmigo? - Zelgadys se arrepintió de haber dicho eso al ver el gesto de dolor de Amelia, pero no iba a dar marcha atrás, no teniendo su cura tan cerca.
- Lo siento Amelia, pero no voy a discutir esto, ya he tomado una decisión y no hay quien me haga cambiar de opinión.
- Eres un tonto, no mereces que me preocupe tanto por ti. Eres sólo un egoísta que no le importa nada ni nadie, mientras pueda conseguir su estúpida cura ¿crees que por arte de magia se resolverán todos tus problemas, si vuelves a ser humano? El mundo no funciona así.
- Si tú entendieras el infierno que es mi vida, me daría la razón.
-Cómo podría entenderlo, si tu no permites que nadie se acerque a ti.
- No me importa lo que pienses, de todas forma lo haré - Le gritó Zelgadys al momento que ella salía corriendo de la habitación.
- ¿Cuándo tiempo le llevara revertir mi condición?
- Algunos meses, quiero minimizar los riesgos lo más que se pueda.
- Perfecto.
Buscando a Amelia por todo el enorme castillo, Rina por fin la encontró, en su habitación, recostada en la cama y hecha todo un mar de lagrimas.
- Amelia tranquilízate ya, con llorar no resolverás nada.
- ¿Qué otra cosa puedo hacer? Con ese cabeza dura no se puede razonar.
- Es su vida y por mucho que nos preocupe, lo único que podemos hacer es darle nuestro apoyo y poner todo nuestro empeño para que las cosas salgan bien.
- Pero puede morir y si sobrevive no nos recordará.
- Pero es su sueño y si no nos recuerda haremos que nos vuelva a conocer.
- Pero, él no será el mismo Zel que nosotros conocemos y además no es sólo eso. Lo peor de todo es que hoy descubrí que a Zelgadys no le importamos... yo no le importo.
-¿Por que lo dices?
- Cuando Alan le dijo que perdería todos sus recuerdos, ni siquiera dudo por un instante someterse a ese procedimiento con tal de ser humano de nuevo. Puedo resignarme a que nunca Zel me corresponda, después de todo nadie gobierna el corazón de las personas, pero que le de igual el haberme conocido o no, eso nunca se lo podré perdonar.
En otra ala del castillo, el espadachín trataba de razonar con la quimera.
- Pero, Zel ¿estas seguro de querer perder tus recuerdos sólo por volver a ser humano?
- Claro que si, Gaudy. Siempre puedo obtener nuevos recuerdos, pero jamás tendré otra oportunidad como ésta, Alan dice que mientras más tiempo pase, mi condición se hace más irreversible.
- Los recuerdos de las cosas vividas es lo que nos hace lo que somos ahora.
- Tú no eres el más indicado para decir esas cosas, te la pasas la mitad del tiempo totalmente desmemoriado.
- Pero nunca olvido las cosas importantes, además no entiendo porque tanto empeño en cambiar la forma en que te ves, si ni tan feo estás... aquí entre nos, Alan se ve mucho peor que tú, cuando se convierte esa cosa gigante y sin embargo a él no parece importarle.
- Ni él ni tú saben lo que es vivir con el miedo y el asco de las personas que me rodean, el vivir huyendo de la justicia por mi crímenes como el guerrero oscuro, el vivir recordando siempre a todas esas personas a las que hice daño o sentir mi parte demoníaca tratando siempre de tomar el control completo de mi ser. Quiero dejar atrás todo eso y que mejor forma que perdiendo mi apariencia junto con esos malos recuerdos. ¿Por qué Amelia no puede entender eso? Ella mejor que nadie sabe cuanto deseo volver a ser humano
- Eso sería una solución muy buena, pero con los malos recuerdos también se irán los buenos. Sin importar tu apariencia, ni tu pasado siempre te he considerado un buen tipo y por eso he llegado a apreciarte, creo que lo mismo pasa con las chicas. Lo que quizás le pasa a Amelia es que no acepta que con tu apariencia y tu pasado, también desaparecerá ese buen tipo.
Los días pasaron, pero el ambiente no mejoró, todos lamentaban el rumbo que había tomado la tan ansiada cura. Amelia no salía casi de su habitación, mientras Zelgadys se había vuelto aun más huraño y esquivo.
Rina y Gaudy estaba como de costumbre probando armas. El espadachín miraba a Rina sostener un cetro que tenía la particularidad de potenciar cualquier conjuro de ataque, cuando de repente observó una puerta medio oculta en un esquina, habría jurado que no estaba allí antes, pero considerando su falta de memoria, era posible que estuviera todo ese tiempo allí y no lo recordara. Lo realmente extraño era ese impulso, que de repente le había suscitado, de ir abrirla. Se aproximó a ella y la abrió y al traspasar el umbral se encontró con un salón circular en cuyo centro descansaba, en un pedestal, una esfera de cristal cuyo interior era tan brillante como una estrella.
- Oye Rina ven a ver esto - Rina se aproximó y miró asombrada la habitación.
- ¿Qué podrá ser?
- Se parece a la esfera de cristal que utilizaba la adivina que vivía en mi pueblo.
- Dudo mucho que se trate de eso.
- Buenos días chicos - Dijo en forma jovial una voz. Rina y Gaudy dieron un bote al escucharla. Miraron a todos lados buscando el origen de la voz, más no lo hallaron.
- ¿Quién eres tú y por que rayos no te muestras?
- No se asusten, yo soy el espíritu guardián del orbe.
- ¿Qué se supone que es ese orbe? - Preguntó Rina.
- Es el arma más poderosa que encontraran en este castillo - Rina y Gaudy se imaginaron al mismo tiempo, en una situación hipotética, en donde peleaban contra poderosos demonios utilizando el orbe y no veían otra forma de utilizarlo que lanzarlo contra sus enemigos, como si de una a de una pelota de playa se tratara. Una sensación de ridículo los embargó. El supuesto espíritu al ver la expresión de sus caras adivinó lo que se estaban imaginando.
- Por favor chicos, piensen un poco, el orbe adopta la forma del arma que más convenga.
- ¿Es muy poderosa esa arma? - Preguntó Rina con emoción.
- Mucho más de lo que puedas imaginar, pero hay un problema con ella.
- ¿Cuál?
- No cualquiera puede utilizarla, primero se debe pasar una prueba para que el arma acepte a un dueño.
- ¿Y de que se trata la prueba?
- El arma tentará al aspirante con su poder, haciendo aflorar su lado más oscuro e intentara pervertir sus sueños para revertirlos en su contra, transformándolos en codicia pura. Si el aspirante supera la prueba, el arma se doblegara a su voluntad. De lo contrario el aspirante se convertirá en una simple marioneta del orbe y su único objetivo será dominar todo cuanto le rodea, el mundo entero si es posible. Por esto es preferible que los aspirantes sean almas nobles que busquen el beneficio de los demás antes que el propio.
- Parece muy peligroso y ¿Que hay que hacer para convertirse en un aspirante? - Preguntó Rina.
- Solo tocarlo.
- ¿Quieren decir que si lo toco así, seré uno de esos aspirantes? - Preguntó Gaudy con ingenuidad mientras tocaba con un dedo la superficie del orbe.
-¿Qué crees que haces cabeza hueca? - Le gritó la hechicera al ver lo que hacia. Un torrente de energía se liberó del orbe y envolvió al espadachín, el castillo tembló como si estuviera a punto de derrumbarse a pedazos. Rina intentó acercarse, pero el torrente de energía se lo impedía y hablarle a Gaudy era inútil, ya que sólo se limitaba a sostener el orbe con sus manos y permanecer con la mirada perdida.
- ¿Qué le pasa? - Le preguntó Rina a la voz del guardián.
- Descuida, lo que sucede es que la prueba a dado inicio, él está bien (por ahora)
Alan, Milian, Zelgadys y Amelia, entraron asustados a la habitación para tratar de averiguar lo que había provocado el intenso temblor.
- ¿Qué rayos sucede aquí? - Preguntó Alan.
- El estúpido de Gaudy a tocado tu orbe y la prueba a dado inicio... bueno eso fue lo que dijo el guardián.
- ¿Orbe? ¿prueba? ¿guardián? ¿De que habla?
- ¿De que va a hacer? Del orbe, esa esfera que sostiene Gaudy y que emana tanta energía
- Esa cosa no es mía ¿o sí? - Alan duró un buen tiempo pensándolo.
- No, definitivamente no, esa cosa no es mía, ni esta habitación es parte del castillo. Esto debe ser obra de algún demonio - Dijo muy alarmado.
-Siento un gran poder recorrer todo mi cuerpo, podría conquistar el mundo entero - Habló Gaudy con una voz grave, profunda y por completo sobrenatural, mientras todavía levitaba sosteniendo el orbe y su rostro era desfigurado por el mal que vivía dentro si mismo.
- ¡Por Ciphiel, el señor Gaudy a sido poseído! ¡tenemos que detenerlo, antes de que sea tarde! - Dijo Alan y al momento tomó su forma de quimera y luego comenzó a realizar un conjuro. Rina saltó sobre él antes de que pudiera atacar a Gaudy.
- Espera Alan, no le hagas daño. - Le rogó.
El espadachín por primera vez desde que tocara el orbe se fijó en los demás y posó su vista en Rina, ésta sintió un escalofrió recorrerle el espinazo al entirse observada de esa forma tan intensa. Gaudy dejó de levitar y se aproximó a ella.
- ¿Rina? - Le dijo con su voz grave y profunda, y con su rostro de rasgos demoníacos.
-¿Si? - Dijo Rina sin saber a que atenerse. Los demás estaban con la guardia en alto. Hubo un inquietante y muy largo intervalo de tiempo en que nadie dijo ni una sola palabra, era lo que se llama una pausa dramática, sólo que demasiado prolongada.
- ¿Qué hay de comer? - Preguntó el rubio volviendo su rostro a la normalidad y llevándose una mano a la nuca. Todos cayeron de espalda.
-¿Qué pasó con eso de querer conquistar el mundo?
- Lo pensé mejor y me di cuenta que era mucho trabajo ¿Cuál es el chiste de que querer conquistar el mundo, si ya tengo todo lo que quiero? - Dijo el rubio con simpleza.
- Con Gaudy nunca sé, si se trata una persona muy sabia o un tonto carente de ambiciones - Dijo Zelgadys.
- Eso no importa, Lo que importa es que lo voy a matar por haberme asustado de esa forma - Dijo Rina
- Alguien quiere hacer el favor de explicarme lo que sucede - Gritó Alan.
- Yo podría hacerlo... - Dijo la voz del espíritu guardián y se materializó, no era otro que el mismísimo Ar (supongo que ya lo sabia) Apareció justo al lado del espadachín.
- Pero se me hace tarde y me deja el autobús...- Sonrió de oreja a oreja como un niño cuando esta apunto de hacer una travesura.
- Así que lo lamento mucho, pero chao - Poniendo un mano en el hombro del espadachín desaparecieron ambos sin que nadie pudiera detenerlos.
- ¡¡¡Gaudy!!! - Gritó desesperada Rina, pero ya era tarde...
FIN DE CAPITULO.
Notas del autor: Bien, hasta aquí llegan los capítulos de introducción. De aquí en adelante dividiré la historia en tres partes o como me gusta llamarlas "las tres sagas del mar del caos": La primera será de las aventuras de Rina y compañía en busca de Gaudy, la segunda será de las aventuras de Gaudy mientras está perdido (en esta parte conocerán mejor a Ar y el papel que juega en el universo de Slayer) y la tercera... de la tercera mejor no les cuento todavía.
