La primera saga de más allá del Mar del Caos: "En busca del espadachín perdido"

CAPITULO VI: "Vamos a las montañas (abstenerse demonios)"

En las profundidades del mar del caos tres figuras aparecieron.

- Ya tengo a mi "semilla" - Dijo Ar satisfecho y señalando al espadachín, quien flotaba inconsciente a su lado.

- Ar a veces no te entiendo, la solución más obvia era elegir a la hechicera negra, ella es mucho más poderosa -Le dijo L-sama. Ar le dio un mirada enigmática.

- Mi querida L-sama, hay momentos cruciales en los universos en donde la elección correcta va más allá del poder... un gusano podría derrotar a un dios, pese a la diferencia de fuerzas, si así estuviera escrito en el hados.

- La verdad, Ar -le dijo L-sama con aburrimiento dándole a entender que no le había creído ni media palabra. Ar puso cara de abatimiento.

- ¿Por qué nadie me toma en serio cuando me las doy de sabio y enigmático? -dijo Ar cabizbajo.

- Lo lamento, pero es que no va con tu personalidad.

-De acuerdo, si quieres la verdad, todo fue cuestión de elegir la mejor estrategia.

- ¿A que te refieres?

-La hechicera podrá ser muy poderosa, pero fuera de tus dominios su efectividad se verá reducida por lo menos a la mitad y además el orbe lo hice para un guerrero, por lo que el muchacho es el más adecuado para aprovechar sus capacidades al máximo.

- Supongo que tienes razón.

- No había querido decirte antes para no preocuparte, pero debes estar preparada porque...

- Me imagino lo que me vas a decir: ¿se trata de "él", verdad? Es por eso que reclutaste a este humano y justamente en mis dominios -Ar la miró preocupado.

- Así es, "él" vendrá y no tengo que decirte lo que eso significa. Lo mantendré ocupado lo más que pueda, pero más vale que tengas listos y en plena forma a todos tus muchachos.

- Así será.

- Nos vemos - Ar desapareció junto con Gaudy aún inconsciente.





En otro lugar, específicamente el mundo de Ciephied.

Rina quedó en shock, mirando el lugar en donde hace unos instantes estaba parado el despistado de Gaudy y el extraño sujeto que se lo había llevado. Ella no se movía, simplemente miraba el lugar como esperando que de un momento a otro el espadachín reapareciera, pero eso no llegó a suceder y como el torrente de agua que se libera al romperse la represa que lo retiene, la ira de la hechicera estalló. ( ¡por el amor de dios! ¿de donde habré sacado esta frase)

Al principio fueron sólo algunas lagrimas que resbalaron por sus mejillas y sus puños tan apretados que se cortaba su propia circulación, pero luego comenzó a conjurar cuanto hechizo se sabia, lanzándolos en todas direcciones y a gritar como loca, amenazando al secuestrador.

- ¡Devuélvemelo! ¡no me importas quien seas tú, estúpido guardián, pero quiero que me lo devuelvas! ¡devuélvemelo o te las veras conmigo! -no obtuvo respuesta.

Zelgadys y Xetrac se vieron obligados a conjurar un "Muro de Valis", que rodeó al grupo, para evitar que alguien terminara muerto por los embates de la hechicera. Al final Rina cayó exhausta y derrotada al suelo, llorando a más no poder.

-Por favor devuélvemelo -rogó esta vez en tono lastimero, pero tampoco obtuvo respuesta.

- Rina cálmate -le dijo Amelia con el alma hecha pedazos al verla en ese estado.

- Me lo han quitado Amelia y yo no pude hacer nada, como cuando Fibrizo.

- Sí y aquella vez, a pesar de que todo estaba en contra pudiste recuperarlo, esta vez no tiene por qué ser diferente. En menos de lo que te imaginas Gaudy estará de nuevo con nosotros.

- Debemos irnos de aquí, esta habitación comienza a desvanecerse -dijo Alan al ver como la realidad en aquel sitio se volvía inestable.

- Yo no pienso irme, quizás ellos vuelvan aquí otra vez -dijo Rina y a pesar de que se resistió Zelgaddis la tomó a la fuerza y la sacó de allí.

Rina por fin se había calmado por lo que todos se reunieron en el salón de conferencias de Xetrac para trazar un plan de acción.

- ¿Quién podría ser ese sujeto que se llevó a Gaudy-sama? - Preguntó Milian

-No lo sé, nos hemos enfrentado a seres poderosos como a una de las partes de Shagranigdu o a la Estrella Oscura y este sujeto tenia un poder mucho mayor -dijo Zelgaddis bastante alarmado.

-Sí y sin embargo, por la energía que emanaba, no creo que pertenezca a ninguna de las dos razas, no era un Mazoku y mucho menos un Ryuzoku -dijo Xetrac.

-¿Alguien de tanto poder, y que no pertenece a ninguna de las dos razas superiores, de donde pudo haber salido? -preguntó Rina.

-Esa es la pregunta del millón de monedas de oro. Algo muy grande se está cociendo en las altas esferas del universo y estoy seguro que el secuestro del señor Gaudy tiene mucho que ver -dijo Alan.

-¡Maldición! ¿Cómo demonios lo encontraremos, si no sabemos donde empezar a buscar -dijo Rina golpeando con fuerza la mesa.

-Eso no es del todo cierto, señorita Rina -dijo Alan.

-¿A que te refieres?

-Ese sujeto no puede pertenecer a este mundo, pero tuvo que haber salido de algún sitio, probablemente de alguna de las otras tres dimensiones o quizás de una zona aislada del plano astral, es allí donde hay que empezar a buscar.

-¿Como haríamos tal cosa?

-Existe un lugar llamado el Ojo de Diem, se trata de un artefacto-templo creado por los dioses. Una de sus funciones es permitir observar el plano astral, los dioses en la antigüedad lo utilizaban para prevenir ataques de los demonios, pero estos lograron sellar la entrada por lo que el ojo nunca más fue usado. Ese sujeto tuvo que utilizar el plano astral para desplazarse y si ustedes logran llegar al ojo, este les dirá de donde vino y mejor aún donde fue -dijo Alan.

-Si ni siquiera los dioses pudieron volver a utilizar ese Ojo de Diem, después de que fue sellado ¿como lo haremos nosotros? además, aun si pudiéramos utilizar el ojo y ubicar a Gaudy, ¿cómo llegaríamos a él? No tenemos medios para viajar por el plano astral y mucho menos de llegar a alguno de los otros tres universos -dijo Zelgadys.

-La otra función del ojo consiste en crear brechas por el plano astral incluso pudiendo comunicar dimensiones. Así que si encuentran a Gaudy, no deberá ser un problema llegar hasta él y además, creo que el sello no será un inconveniente, pues ese sello también debió ser destruido o por lo menos debilitado con la destrucción de la gran barrera que dividía al mundo.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

- Tengo una prueba que posiblemente apoya mi teoría. Verán, aún para los dioses viajar entre dimensiones no es nada fácil (por no decir imposible) sin ningún tipo de ayuda, es por eso que los dioses que trajeron a la estrella oscura hasta acá tuvieron que utilizar otros medios. Como no tenían la totalidad de las armas de luz que les hubiera permitido hacer tal cosa, me parece que lo más lógico fue que utilizaran el equivalente del ojo de Diem de su dimensión y éste se conectara con el nuestro. Eso sólo pudo haber sido posible si el sello ya no estaba o por lo menos estaba muy debilitado.

- ¿Cómo podríamos encontrar a ese Ojo de Diem.

-Es allí donde reside el verdadero problema, su ubicación exacta es un misterio, en cualquier caso deben empezar a buscar en Freeztrauss, una extensísima zona de montañas de hielo muy al norte de aquí.

-Quiero acompañarlos -dijo Melian.

-Será peligroso -dijo Zelgadys.

-No me importa, haré todo lo necesario para ayudar a Gaudy-sama y prometo no estorbar.

-A mi también me gustaría acompañarlos, pero creo que seré de mayor utilidad aquí, así podré usar todos mis recursos para investigar quien está detrás de todo esto y por qué. Si Milian les acompaña, podré comunicarme con ustedes a través de ella y así informales de cualquier cosa que descubra.

-¿Comunicarte a través de mí? ¿te refieres a algo así como telepatía?

- Exacto.

-¿Cómo haré tal cosa? -preguntó ella alarmada.

-No te preocupes por eso, no tendrás que hacer nada.

-¡Partiremos ya! -dijo Rina poniéndose de pie.

-Danos algo de tiempo para preparar las provisiones y todo lo demás.

- Bien, pero que sea rápido.

Zelgadys y Amelia fueron a la despensa a preparar las raciones de comida, mientras Alan y Milian fueron a preparar el resto del equipo.

Amelia seguía a Zelgadys por el pasillo rumbo a la despensa, hasta que decidió romper el silencio en que caminaban.

-Que extraño, pensé que te quedarías aquí hasta obtener tu cura, como nada más parece importarte -dijo Amelia ácidamente.

-Gaudy es mi amigo y no pienso darle la espalda en un momento de necesidad, pero cuando él esté a salvo, vendré por mi cura.

-¡Me voy de aquí! -dijo Amelia en un inusitado ataque de rabia y dando media vuelta comenzó a caminar en dirección contraria a la despensa. Zelgadys puso ojos de platos ante su reacción.

- ¿A donde crees que vas?

- A cualquier otro sitio, en este momento no soporto tenerte cerca -Zelgadys dio un suspiro viéndola partir.

- ¿Por qué no puedes entenderlo? -dijo en un tono bajo que ella no llegó a escuchar. De repente la expresión del rostro del Zelgadys se endureció y dándole la espalda a Amelia fue por la comida.

Con ya todo lo necesario recolectado, el grupo se reunió en el salón principal del castillo. Zelgaddis traía un enorme saco repleto de comida para el viaje, pues si bien el espadachín estaba ausente, el apetito de los tres hechiceros era suficiente como para igualar al de un batallón de soldados, eso sin contar a la joven Milian que por lo que Zelgaddis había logrado ver, también era muy "buen diente" (es decir de muy buen apetito)

Por su parte Alan traía la ropa abrigada que el grupo necesitaría para el viaje, el duro clima de las montañas de Freeztrauss no era cosa para tomar en broma, además de la ropa también traía mapas de la región, brújula y otros implementos útiles, junto con un gran cofre que a Amelia le llamó mucho la atención. Cuando Amelia estaba apunto de preguntarle a Alan por el contenido del cofre apareció Milian en la entrada del salón, abastecida con un arsenal entero: Llevaba puesta una pesada armadura de cuerpo entero (con yelmo y todo) y hecha de un lamina muy gruesa (parecía un verdadero acorazado). Amelia contó por lo menos cinco espadas en su cinto, además en su espalda llevaba dos enormes hachas, una ballesta pesada junto con un escudo grande de metal revestido, en su mano izquierda una larga alabarda y en la derecha un mazo tan pesado que tenia que arrastrarlo. No hace falta decir que apenas si se podía mover, jadeaba por el esfuerzo de cada paso y parecía que de un momento a otro iría a dar al suelo producto del agotamiento.

-¿y tú a que guerra vas? -preguntó Zelgaddis con senda gota de sudor.

-¡Por el poder de Ciephied, hija! -dijo Alan abochornado -te dije que tomarás sólo lo que necesitaras, de que te sirve tantas cosas si apenas te puedes mover.

-Lo sé, pero entre tantas cosas no puede decidirme -dijo ella lloriqueando y al decir esto hizo un movimiento brusco por lo que fue a dar al suelo al perder el equilibrio por todo el peso que llevaba.

- ¡Auuuch! -se quejó ella en el suelo con voz lastimera, Amelia quitándole todo el peso de encima pudo ayudar a levantarla.

-Parece que ya está todo listo para su viaje, el camino que deben seguir está señalado en el mapa y las demás cosa ya están en los morrales, pero antes de que emprendan el viaje quiero darles algo -les dijo Alan a los tres hechiceros, con un gesto de la mano hizo que se acercaran a él y al cofre.

-No sabemos con que tendrán que enfrentarse, es por eso que quiero que vayan bien equipados -abrió el cofre y sacando una daga se la entregó a Rina.

-No me gusta fabricar objetos de magia negra, sin embargo ésta es una de las pocas excepciones: Esa daga que le acabo de entregar le ayudará a canalizar la energía de cualquiera de sus hechizos de ataque, especialmente los de magia negra. Mientras más fuerte el hechicero, mejor trabaja la daga, por lo que en sus manos será un arma muy poderosa -luego sacó unos guantes blancos de bordes dorados, hechos de un material extraño y adornados con joyas, se los entregó a Amelia.

-Esos guantes le ayudarán con su magia blanca, princesa Amelia, además de tener otras cualidades que cuando las descubra de seguro las encontrará interesantes -luego sacó una espada y un broche para luego entregarlos a Zelgaddis.

-Esta espada hace lo mismo que la daga que le entregue a la señorita Rina, sólo que con cualquier conjuro de magia astral. -señaló el broche y dijo -Las personas que viven en la región a donde usted va a ir no están acostumbradas a ver personas con sus... ejem... características físicas. No queremos que la curiosidad o el miedo de los ignorantes entorpezcan sus labores de búsqueda, es por eso que le doy este broche de ilusión, le ayudará a pasar desapercibido -Zelgaddis con dedos temblorosos se colocó el broche en el cuello, si no había entendido mal, esa cosa le daría (aunque sólo fuera una ilusión) el aspecto de un humano. Todos asombrados miraron su nuevo aspecto.

- ¡Un espejo! -Exigió Zelgaddis al ver la expresión en el rostro de los demás al verle. Milian le acercó un espejo de mano. Al mirarse en él, el espejo le reflejó la imagen de un muchacho moreno con cara de asombro. Se tocó el rostro y aunque su tacto le decía que seguía siendo de piedra, el espejo le decía lo contrario. El espejo le decía que era tan normal como cualquier otro, no pudo evitar sonreír y por primera vez dudó en acompañar a Rina. Se preguntó si no era mejor quedarse para que Alan hiciera realidad esa ilusión lo antes posible. Apartó esa idea egoísta de su mente, traería a Gaudy sano y salvo para luego dedicarse por entero a su cura.

-Papá fue muy generoso de tu parte darles semejantes regalos

-¿Regalos? Yo jamás dije que se les regalaba nada, ahora tenemos que hablar del precio de esas cosas que les acabo de dar -dijo Alan con expresión codiciosa, todos con un gota de sudor miraron de mala manera a Xetrac.

- Bueno... esteee... no se preocupen por eso ahora, mejor hablamos de los precios cuando vuelvan con el señor Gaudy -dijo Xetrac algo nervioso antes semejantes miradas.

Milian por su parte se conformó con llevar un armadura ligera que consistía en un pequeño peto, rodilleras y espinilleras. En cuanto a armas sólo tomó una espada mágica.

-Abriré el portal para que se puedan marchar -dijo Xetrac y sacando el medallón exclamó -¡Oh medallón libera tu poder y abre el portal al mundo exterior! -el portal se abrió de inmediato y mientras el grupo lo atravesaba Alan les despedía agitando el brazo y gritando.

-¡Buen viaje! ¡estaremos en contacto! ¡les encargo mucho a mi hija!

Al salir del portal inmediatamente comenzaron el descenso por la montaña, todos iban muy callados, cada quien en lo suyo. Zelgaddis desde que se pusiera el broche no había dejado de verse en el espejo y sonreír como idiota, cualquiera que no lo conociera lo habría tachado de narcisista (o algo peor). Amelia lo veía y no dejaba de sonrojarse por lo guapo que lo encontraba, además eran pocas las veces que le había visto sonreír y esa sonrisa que ahora tenia en los labios le parecía no menos que encantadora, sin embargo no podía dejar de sentir algo de amargura, pues sabia que ahora menos que nunca podría hacerlo desistir de esa idea absurda de someterse al nefasto tratamiento.

-Zelgaddis, ya deja de verte en ese espejo que lo vas a desgastar -le dijo Rina con cierta burla, intentado por un momento llevar su pensamiento lejos del recuerdo del espadachín.

-Lo siento -dijo Zelgaddis avergonzado y guardó el espejo.

No caminaron mucho cuando una voz cantarina y burlona les hizo dar un bote.

-¡Hola chicos! Tanto tiempo sin verles -miraron en dirección de la copa de un árbol que era de donde provenía dicha voz tan familiar y detestable. El simpático Xellos con su siempre cerrados ojos y su sonrisa se mantenía erguido en la punta de un viejo pino.

- ¿Qué haces aquí Xellos? -le gritaron Rina y Zelgaddis al unísono.

- ¡Vamos chicos! ¿qué tipo de recibimiento es ese para un viejo amigo? -dijo éste con aires de dolido.

- Hasta donde yo sé, los demonios no son amigos de nadie -dijo Rina.

-¿Un demonio? -dijo consternada Melian llevándose las manos a la boca.

- Pero si en el pasado nos hemos divertido mucho juntos -dijo aún fingiéndose dolido.

- Querrás decir que tú de haz divertido a costa de nosotros -le corrigió Zelgaddis.

-Viejo amigo Zelgaddis, luces diferente ¿qué te haz hecho? ¿a ver se trata de un nuevo corte de cabello? -hizo una pausa observándolo con supuesta ingenuidad -no, no es eso... ¿estas usando nueva ropa? -volvió a realizar una pausa al observarle -tampoco es eso... hmm... ya lo sé, tienes un nuevo adorno -con un rápido gesto de la mano, y sin que Zelgaddis pudiera evitarlo, hizo que el broche se desprendiera del pecho de la quimera y fuera flotando a su mano.

-¡Devuélveme eso, maldito demonio! ¡es mío! -le exigió Zelgaddis volviendo a su antigua forma de piedra.

-Cálmate Zelgaddis si sólo quiero verlo de cerca -Zelgaddis comenzó a conjurar un hechizo.

- Ten cuidado Zel, no vayas a romper tu bonito broche -le dijo el demonio con burla. Zelgaddis enseguida disipó la energía del conjuro. Conociendo como conocía al demonio, sabia que éste era capaz de hacer que el mismo destruyera el broche, interponiéndolo en la trayectoria de su ataque mágico.

- Así está mejor amigo.

-¡maldito! - Gruñó Zelgaddis apretando dientes y puños.

-¿Dónde esta el bueno de Gaudy? No lo veo por ninguna lado... no me digas, Rina que te aburriste de sus tarugadas y lo cambiaste por esta linda jovencita -preguntó Xellos señalando a Milian.

- Tu presencia aquí no es obra de la casualidad, Xellos ¿dime que sabes sobre la desaparición de Gaudy' - Xellos abrió los ojos fingiendo sorpresa y levitando llegó hasta Rina quien se había adelantado un poco del grupo esperando la respuesta.

-Si te refieres al secuestro de nuestro amigo por parte de un entidad desconocida... si, algo sé.

- Comienza hablar y dime que tienen que ver los mazokus en todo esto -Xellos en un gesto de complicidad acercó su boca al oído de la pelirroja y susurrando le dijo.

-Lo siento, pero eso es un secreto...-Rina tembló de la rabia aunque ya se esperaba tal repuesta del burlón demonio. Xellos caminó hasta Zelgaddis dándole al espalda a Rina y comenzó a jugar con el broche justo en las narices de Zelgaddis. Disfrutaba un mundo viendo el rencor y la impotencia en la mirada de la quimera, quien no se atrevía atacarlo por temor a que se destruyera el preciado objeto. Rina comenzó a conjurar palabras en voz muy baja y antes de que el demonio lo previera, terminó en el suelo con su corazón siendo apuntado por una enorme espada negra de energía caótica.

Rina agradeció la daga de Xetrac que le había permitido conjurar el "Ragna Blade" más rápido de lo habitual y mirando al demonio de forma colérica le habló.

-Ahora nos dirás todo lo que sabes y más vale que no me salgas con eso de que es un secreto o tu ama tendrá que buscar nuevo sacerdote -Zelgaddis se burló de la situación del demonio y rápidamente echó mano al preciado broche que había caído al suelo. Al principio Xellos pareció sorprendido por la rápida acción de la pelirroja, pero volvió prontamente a su habitual actitud risueña y como quien no quiera la cosa le dijo a Rina.

-Es una lastima que acabes conmigo, ya que sin mí, no tendrán forma de llegar al Ojo de Diem ¿porque es allí a donde se dirigen, verdad?

-¿Cómo lo sabes?

- Instinto demoníaco -dijo con simpleza -¿Qué te parece sin hacemos un pequeño pacto? tú me perdonas la vida y dejas que los acompañe y yo les guiaré hasta el ojo de Diem. A mi me parece muy justo ¿a ti no? -Rina dispersó el "Ragna Blade" no tanto porque confiara en el demonio, sino porque ya le era imposible sostener el conjuro por más tiempo.

-¿Qué pretendes con todo esto Xellos? -dijo Zelgaddis, pronunciando el nombre del demonio con desprecio.

-Nada, nada en su perjuicio por lo menos. Mi jefa quiere saber sobre la identidad y las intenciones de esa entidad que secuestró a Gaudy, alguien de tanto poder podría ser un enemigo peligroso...

- O un aliado formidable -le dijo Rina, Xellos se limitó a sonreír.

-ya aclarado todo, sigamos -pidió Milian y el grupo ahora en compañía de Xellos continuaron descendiendo la montaña.

FIN DE CAPITULO.